Notas

[1] «Un espectáculo extraordinario e interesante», como registró la reina en su diario el 11 de mayo de 1887. <<

[2] Purdah: sistema de reclusión de las mujeres originario de la India. (N. de la T.) <<

[3] Siguiendo Los Diarios de Flashman, la reina, contrató a dos ayudantes indios, un mes después, uno de los cuales fue el enérgico y codicioso Abdul Karim, conocido como «Munshi» (profesor); éste se convirtió casi en un favorito de la reina como había sido el celebrado sirviente John Brown, y fue incluso más impopular en la corte. «Munshi» no sólo enseñó indostaní a la reina, que empezó a aprenderlo en agosto de 1887, sino que tuvo acceso a su correspondencia, pasaba el secante en su firma e incluso le ponía mantequilla en las tostadas al tomar el té. Decía que era hijo de un eminente cirujano (se rumoreaba que era cirujano general del Ejército Indio) pero una investigación sobre el caso demostró que su padre era un farmacéutico de prisión en Agra. Hubo, tal como dice Flashman, un sabor auténticamente indio en las celebraciones del cincuentenario de la reina en 1887. Durante su reinado, la población del resto del imperio se había incrementado de cuatro millones de personas a dieciséis millones, mientras la del subcontinente había aumentado desde noventa y seis millones a doscientos cincuenta y cuatro millones. Las festividades indias empezaron el 16 de febrero, y hubo desde fuegos artificiales y banquetes hasta la inauguración de nuevas bibliotecas, escuelas, hospitales y universidades por todo el país; en Gwalior, todos los atrasos de impuestos sobre la tierra (un millón de libras en total) fueron perdonados. En Gran Bretaña misma las celebraciones no alcanzaron su clímax hasta el 21 de junio, cuando la reina, a la cabeza de una procesión dirigida por los príncipes indios, asistió a un servicio en la abadía de Westminster; hubo demostraciones de lealtad por todas partes (excepto en Cork y en Dublín, donde hubo conatos de amotinamiento), y mucho regocijo en Estados Unidos, donde el alcalde de Nueva York presidió un gran festival de Acción de Gracias. (Véase La vida y tiempos de la reina Victoria, vol. II, 1888, por Robert Wilson, que contiene un detallado relato del cincuentenario y Victoria, de Stanley Weintraub, 1987.) <<

[4] Véase Flashman y señora <<

[5] La memoria de Flashman le engaña un poco. No estaba, como dice, «retirado con media paga» en aquella época; en realidad, se encontraba en Singapur inspeccionando caballos australianos para el ejército de la Compañía de las Indias Orientales, y durante esa visita su esposa, Elspeth, fue secuestrada por los piratas de Borneo y empezó una aventura que culminó con el rescate de Flashman en Madagascar en junio de 1845. En estas circunstancias, su incapacidad de recordar su estatus militar exacto es bastante comprensible. En cuanto a que le obligaran a ir a la India, quizás él mismo no se mostrara tan reacio como sugiere. El gobernador de Mauricio, ciertamente, no tenía poder para obligarle, y quizá lo que ocurrió fue que la crisis del Punjab (que todavía no había adquirido serias proporciones) le pareciera una perspectiva menos intimidante que volver a enfrentarse con sus enemigos en Inglaterra. <<

[6] Ghee: manteca clarificada de leche de búfala. (N. de la T.) <<

[7] Véase Harry Flashman. <<

[8] «Elphy Bey» era el mayor general William Elphinstone, comandante de las fuerzas británicas que fue barrido en la retirada de Kabul en 1842, en la que Flashman ganó sus laureles de forma tan poco gloriosa. Elphinstone, que se distinguió como buen soldado en Waterloo, se mostró desesperadamente inepto en Afganistán; con fuertes ataques de gota, exhausto y prematuramente senil según algunos historiadores, fue incapaz de oponerse a sus consejeros políticos y ni siquiera a los afganos, pero en justicia fue menos culpable que aquellos que le nombraron para un puesto para el cual no estaba capacitado. Flashman da un retrato penetrante pero característicamente inmisericorde de él en el primer volumen de Los Diarios de Flashman. (Véase también la History of the British Army, de J. W. Fortescue, vol. XII, 1927; From Sepoy to Subedar, de Subedar Sita Ram, 1873 y Signal Catastrophe, de Patrick Macrory, 1966.) <<

[9] John Company… la Honorable Compañía de las Indias Orientales, descrita por Macaulay como «el más extraño de todos los gobiernos… del más extraño de todos los imperios», era la presencia británica en la India, con sus propias fuerzas armadas, servicio civil y judicial, hasta después del motín de la India de 1857, cuando fue reemplazada por el gobierno directo de la Corona. La definición de sus fronteras por Flashman en 1845 es bastante correcta, aunque en aquel período controlaba menos de la mitad del subcontinente, su expresión «señor de la tierra» está bien elegida: la Compañía era probablemente la fuerza más potente de Asia, y en sus mejores momentos tenía unos ingresos superiores a los de la propia Gran Bretaña y gobernaba casi la quinta parte de la población del mundo. (Véase The East India Company, de Brian Gardner, 1971.)

Flashman, que escribía en los primeros años del presente siglo, ocasionalmente usa la palabra Sirkar refiriéndose al poder británico; la palabra en este sentido significa «gobierno», pero es probable que no se aplicara exclusivamente a la autoridad británica en una época tan temprana como 1845. <<

[10] Lac: cantidad indeterminada de dinero, en especial monedas, y frecuentemente cantidad de 100.000 rupias. (N. de la T.) <<

[11] Los orígenes y desarrollo de la crisis del Satley son controvertidos, y es difícil incluso hoy en día hacer un relato que satisfaga a todo el mundo; sin embargo, el resumen de Flashman parece bastante bueno. Su vivaz narración de las luchas por el poder en Lahore después de la muerte de Runjeet-Singh se ajusta bastante a la realidad. De hecho, ahorra a los lectores alguno de los detalles más macabros (sin duda porque Flashman no los conocía). Su visión de la tormenta que se aproximaba, la precaria posición del durbar o corte del príncipe de Lahore, la amenaza del khalsa y el mal comportamiento de las autoridades británicas sobre de la lealtad de las tropas nativas para, dado el caso, tratar con una invasión, están reflejadas en los diarios y cartas de sus contemporáneos. Otros puntos de vista y personalidades que menciona se tratarán con más detalle en las notas posteriores. (Véase el apéndice I y G. Carmichael Smyth: History of the Reigning Family of Lahore, 1847; W. Broadfoot: The Career of Major George Broadfoot, 1888; Charles, vizconde de Hardinge: Viscount Hardinge, 1891; W. L. M’Gregor: History of the Sijs, vol. II, 1846; Khushwant Singh: History of the Sijs, vol. 2, 1966; J. D. Cunningham: History of the Sijs, 1849; George Bruce: Six Battles for India, 1969; Vincent Smith Fortescue: Oxford History of India, 1920.) <<

[12] Sir Hugh Gough (1779-1869) representaba una combinación poco habitual: un soldado duro y sin piedad, pero hombre amable y agradable. También era completamente «irlandés»: atolondrado, alegre, poco preocupado por los convencionalismos y la autoridad y con gran encanto personal. Como general era impredecible y poco ortodoxo, y prefería implicarse cuerpo a cuerpo con el enemigo y confiar en la superioridad de las bayonetas y los sables británicos antes que recrearse en sofisticadas maniobras. Atrajo numerosas críticas, que se centraron en sus deficiencias como organizador y estratega, pero no pudieron negarle su gracia salvadora como comandante: siempre ganaba. Hacia 1845 tenía un récord de combates inigualado por ningún soldado viviente, incluido Wellington, había sido comisionado a los trece años, había luchado contra los holandeses en Sudáfrica y Surinam, había perseguido bandidos en Trinidad, había servido en la Guerra Peninsular (en la cual recibió varias heridas y un título de caballero), había comandado una expedición británica a China, había asaltado Cantón, forzado la rendición de Nanking y derrotado a los mahratas en la India. En la época de la crisis del Satley tenía sesenta y seis años, pero estaba lleno de energía corporal y espiritual, era guapo, apuesto, de largo cabello blanco con entradas, finos mostachos y anchas patillas. Su retrato más conocido le muestra con su famosa «guerrera blanca de combate», señalando con un brazo extendido: se dice que ilustra uno de los muchos momentos críticos de su carrera cuando, en Sobraon, gritó: «¿Cómo? ¿Retirada? ¡No lo haré! ¡Díganle a sir Robert Dick que se mueva, voto a Dios!». (Véase R. S. Rait: Life and Campaign of Hugh 1st. Viscount Gough, 1903; Byron Farwell: Eminent Victorian Soldiers, 1985 y otros trabajos citados en estas notas.)

Sir Robert Sale («Bob el luchador») era otro general altamente combativo, celebrado por dirigir la lucha desde el frente, y una vez, cuando sus hombres se amotinaron, invitarles a que le dispararan. Luchó en Birmania y en la guerra afgana, donde fue segundo al mando del ejército y se ganó distinciones como defensor de Jalalabad. (Véase también nota 9.) <<

[13] Gran carretera entre Calcuta y Amritsar construida durante el dominio británico. (N. de la T.) <<

[14] La guerra con los gurkas en 1815 llevó a los británicos a Simla; allí construyó en 1820 la primera casa europea un tal capitán Kennedy, el superintendente local, cuya hospitalidad pudo establecer los cimientos de su popularidad como lugar de recreo. Emily Eden fue la hermana de lord Auckland, gobernador general entre 1835 y 1841. (Véase la obra excelentemente ilustrada Simla: a British Hill Station, de Pat Barr y Ray Desmond, 1978.) <<

[15] Parodiando el famoso juicio sobre Enrique VIII de Raleigh, uno podría decir que «si todos los modelos y retratos de los sahibs de la India británica desaparecieran de este mundo, podrían pintarse del natural con lady Sale como modelo». Su verdadero nombre era Florentia Wynch, tenía veintiún años cuando se casó con el vigoroso capitán Robert Sale, con el cual tuvo doce hijos; una hija, convertida en la señora Alexandrina Sturt, compartió con su madre los horrores de la marcha desde Kabul. Lady Sale tenía entonces cincuenta y cuatro años, pero aunque fue herida dos veces y tenía la ropa como un colador por las balas jezzail, trabajó sin descanso por los enfermos y los heridos, y por las mujeres y niños que tomaron parte en aquella espantosa jornada por los pasos afganos cubiertos de nieve. Durante la marcha y los meses que sufrió cautividad en Afganistán, escribió un diario que se ha convertido en el relato clásico de la retirada de Kabul, de la cual sólo sobrevivieron un puñado de personas de entre catorce mil. Está considerado como un gran diario militar y unas notables memorias personales de una mujer indomable, que registró batallas, masacres, un terremoto, penalidades, huida y detalles cotidianos con una mirada aguda y en ocasiones cáustica. Su reacción, cuando los soldados se mostraron reacios a coger sus fusiles para formar y avanzar fue: «Será mejor que me den uno a mí, y dirigiré la marcha». Otra de sus observaciones típicas era: «Afortunadamente, sólo me dio una bala en el brazo», y el enérgico comentario del 24 de julio cuando fue hecha prisionera: «A las dos de la tarde, la señora Sturt me obsequió con una nieta… otra cautiva». Durante la marcha su yerno, el capitán Sturt, murió al lado de ella en la nieve. Su heroísmo durante toda la marcha fue recompensado con una pensión anual de quinientas libras por la reina Victoria, y cuando murió, a los sesenta y seis años, en su lápida se grabó la adecuada inscripción: BAJO ESTA PIEDRA REPOSA TODO LO QUE PODÍA MORIR DE LADY SALE.

Flashman escribe sobre ella con considerable afecto; sin duda, su estilo directo y poco convencional le gustaba. Su manía de poner los pies sobre la mesa para aliviar los dolores de gota (no de reumatismo) fue registrado también por uno de los oficiales médicos de Simla, Henry Oldfield. (Véase su Journal of the Disasters in Affghanistan (1843), ed. Patrick Macrory, 1969, Barr and Desmond, DNB.) <<

[16] Mayordomo. <<

[17] El judío errante es de Eugene Sue y fue publicada en 1845; ya es posible que estuviera disponible en Simla en septiembre de aquel año, pero la memoria de Flashman probablemente la confunde con otra obra del mismo autor igualmente popular, Los misterios de Pans, novela que apareció en 1842-1843. Los tres mosqueteros de Dumas fue publicada en 1844; Flashman pudo haberla tomado prestada de uno de los oficiales franceses que le rescataron de Madagascar en junio de 1845. <<

[18] Una especie de silla sedán. <<

[19] George Broadfoot, natural de las islas Orcadas, alto, pelirrojo, con gruesas gafas, muy belicoso, uno de los primeros paladines de la frontera noroeste. Se había distinguido en la guerra afgana como feroz guerrero, ingeniero competente y estratega; en gran parte debido a él Jalalabad fue defendido con éxito después de la desastrosa retirada de Kabul. Se le recompensó con una condecoración y una mención especial en los despachos, y fue a servir a Birmania antes de ser nombrado agente del noroeste en 1845. Él y Flashman sirvieron juntos en el camino de Kabul, y el hermano de Broadfoot, William, cayó muerto en noviembre de 1841 en el asalto a la residencia, en el cual Flashman tomó parte muy a su pesar. La referencia al «acento escocés» de Broadfoot es interesante, ya que aunque había nacido en Kirkwall, vivió en Londres y en la India desde la edad de diez años.

El capitán (después sir) Henry Havelock, conocido por Flashman como «el Sepulturero», sin duda debido a su torva apariencia y celo religioso, se iba a hacer famoso en el motín de la India, donde fue relevado y sitiado en Lucknow. Flashman le conoció allí, y también durante la campaña afgana.

El «noble comedor de coles» que balbuceaba era ciertamente el príncipe Waldemar de Prusia, que visitó Simla en 1845 y posteriormente acompañó al ejército británico en la batalla. Viajaba bajo el nombre de conde de Ravensburg, pero sus huestes al parecer se dirigían a él con su título real. <<

[20] Soldado de infantería. <<

[21] Soldado de caballería. <<

[22] La paga para un cipayo de la Compañía de las Indias Orientales en aquella época era de siete rupias por mes. El khalsa pagaba catorce, y cuarenta y cinco para los jinetes. <<

[23] El Sindi es el territorio que se encuentra entre el Punjab y el mar. Fue anexionado en 1843 por lord Ellenborough, predecesor de sir Henry Hardinge como gobernador general; esto llevó al control británico del Indo y a un importante obstáculo contra la posible invasión musulmana desde el noroeste. (Véase el mapa.) Fue un trabajo muy duro, en el cual Ellenborough espoleó a los emires sindis forzándoles a aceptar un tratado. Naturalmente, esto provocó un ataque de los guerreros baluchi, por lo que sir Charles Napier conquistó el país, ganando las batallas de Miani y Haiderabad. La reacción pública a la anexión se reflejó en la Cámara de los Comunes, que pospuso durante un año el normal voto de gracias al general vencedor, y el Puneh aceptó encantado una contribución de la señorita Catherine Winkworth, de diecisiete años, sugiriendo que el despacho de Napier a Ellenborough debió de decir: «He pecado» («I have sinned», que fonéticamente suena igual que «Sind»). (Véase en Asuntos Extranjeros, Puneh, 18 de mayo de 1844.) La anexión no pasó desapercibida en Lahore, y sin duda convenció a muchos sijs de que el siguiente sería su turno. <<

[24] Lagartos domésticos <<

[25] ¿Comprendido? <<

[26] Aunque era joven, Flashman debía de haber sabido que Afganistán no era una excepción, y que los oficiales políticos, que solían pertenecer al ejército, normalmente luchaban con los demás. Es verdad que ningún puesto en la batalla es más peligroso que el de edecán del general, y él quizá tuvo razón al asumir que sería especialmente peligroso si el general era Hugh Gough.

Alexander Burnes había sido el jefe político de Flashman en Kabul, donde sir William McNaghten era jefe de la misión política. Ambos fueron asesinados por los afganos. (Véase Harry Flashman.) <<

[27] Barbero. <<

[28] Organización, trabajo. <<

[29] Compañerito. <<

[30] Mohur: antigua moneda de la India, equivalente a 15 rupias. (N. de la T.) <<

[31] Está bien. <<

[32] Hashish indio. <<

[33] Middle Temple: cuatro sociedades legales de Londres que tenían el derecho exclusivo de preparar a los candidatos para la profesión de abogado, también conocidas como Inns of Court. (N. de la T.) <<

[34] Un agente, en este caso el oficial representante de Broadfoot en Lahore, a través del cual se trataban abiertamente los asuntos cotidianos, y se intercambiaban mensajes diplomáticos. <<

[35] Los detalles que da Flashman de la herencia de Soochet son sustancialmente correctos. El rajá Soochet había enviado su fortuna, que ascendía a catorce lacs de rupias (alrededor de ciento cuarenta mil libras) a Firozpur poco antes de su muerte en marzo de 1844; fue enterrado allí en tres grandes vasijas de cobre y exhumado después por el capitán Saunders Abbott. Surgieron disputas acerca de la propiedad cuando el durbar de Lahore reclamó su devolución, y el gobierno británico mantenía que era propiedad de los herederos de Soochet. (Véase Broadfoot, pp. 229-232, 329.) <<

[36] Abrigo. <<

[37]. Media casta. <<

[38] Terratenientes. <<

[39] Bandidos. <<

[40] Desembarcadero del río. <<

[41] Sargento. <<

[42] Callaos. <<

[43] Título de respeto. <<

[44] Espadas sijs. <<

[45] Campeón. <<

[46] Gobierno británico. <<

[47] Saludos, hermanos. <<

[48] Posada, caravasar. <<

[49] Los famosos jardines y campos de recreo de Shalamar O Shalimar fueron creados en el siglo XVII por Shah Jehan, artífice del Taj Mahal. Originalmente había siete jardines, representando las siete divisiones del paraíso, pero ahora sólo quedan tres, cubriendo unas treinta hectáreas. El Shalamar de Lahore no debe ser confundido con el jardín del mismo nombre en Cachemira. <<

[50] Terraplén. <<

[51] Llanura. <<

[52] Cuando Flashman habla del khalsa quiere decir simplemente el ejército del Punjab, pero el término tiene un significado mucho más profundo. Los sijs («discípulos»), fundados por Nanak en el siglo XV como una secta religiosa pacífica, fueron transformados doscientos años después por su décimo y último guru, Gobind Singh, en un poder militar para resistir a la persecución musulmana. Gobind fundó el khalsa, los puros, rula hermandad religiosa que ha sido comparada con los templarios y la guardia pretoriana, y rápidamente se convirtió en la orden dirigente del sijismo y la encarnación de la nacionalidad sij. Entre las instrucciones de Gobind estaban la abolición de las castas, la adopción de los apellidos Singh y Kaur (león y leona) y las famosas cinco «k» (pulseras, pantalón corto, peine, daga y pelo sin cortar). Era una orden guerrera, que pronto contó con ochenta mil miembros, y bajo Runjeet Singh alcanzó la cumbre de su poder. El contacto con los británicos pareció haberles inspirado para formar un ejército de tipo europeo, con la asistencia de instructores franceses, italianos, británicos, americanos, alemanes y rusos. El resultado fue una fuerza soberbia, tan disciplinada y formidable como la describe Flashman, bien entrenada y equipada, y (un punto que no debe ser pasado por alto al examinar los orígenes de la guerra sij) decidida a la conquista. Una vez la mano de acero de Runjeet hubo desaparecido, el khalsa era el poder real en el Punjab, cuyos gobernantes tenían que ponerse en buenas relaciones con él. Los panehes que lo controlaban eran elegidos por hombres de acuerdo con la tradición del pueblo.

A la muerte de Runjeet, la fuerza numérica del khalsa se estimaba en unos veintinueve mil hombres, con mil novecientos ochenta y dos cañones. Hacia 1845 había alcanzado los cuarenta y cinco mil soldados de infantería regular, cuatro mil de caballería y veintidós mil hombres de la caballería irregular (gorracharra), con doscientos setenta y seis cañones. Parece seguro que ese número fue aún superior durante aquel año; Flashman y sus contemporáneos mencionan ochenta mil y cien mil hombres, pero cuántos de éstos serían efectivos es imposible decirlo. También usa los términos khalsa, sijs y punjabíes libremente cuando se refiere al ejército del Punjab; debería observarse que el khalsa tal como él lo conoció no estaba compuesto exclusivamente de sijs. (Para la derrota de la fuerza del khalsa en 1845, ver Carmichael Smyth, Reigning Family, apéndice; para notas sobre los mercenarios extranjeros empleados por Runjeet Singh, ver las Memorias de Gardner. También trabajos ya citados en la nota 8.) <<

[53] Mosquete afgano. <<

[54] Europeos. <<

[55] Dirigente. <<

[56] Los akalis eran los comandos del khalsa, una secta estricta conocida también como los Sin Tiempo, los Niños de Dios el Inmortal y los Cocodrilos; una nota al pie en la biografía de George Broadfoot los describe como «dedicados a causar desórdenes y saquear». <<

[57] Sargento mayor de caballería. <<

[58] Requerimiento. <<

[59] El Palacio de los Sueños. <<

[60] Proxenetas. <<

[61] Bravo. <<

[62] Bailarina. <<

[63] Turbante. <<

[64] Punkah: abanico colgante, manejado por un sirviente desde el exterior. (N. de la T.) <<

[65] «Durbar», tal como lo usa Flashman, significa audiencia con la realeza, la habitación en la que se celebra esta audiencia o el gobierno del Punjab por ejemplo: «el durbar de Lahore». <<

[66] Como Flashman se refiere después en el manuscrito a una pistola Cooper, es probable que la pistola que entregó a Dalip Singh fuera también una Cooper. Estas pistolas se fabricaban hacia 1840 por J. R. Cooper, un armador británico, y disparaban seis tiros. (Véase El revólver, 1818-1865, por A. W. F. Taylerson, R. A. N. Andrews y J. Frith, 1968.) <<

[67] Literalmente, «Señor de la tierra», es decir, sir Henry Hardinge. <<

[68] Hay un misterio aquí: el «robusto peso pesado de aspecto astuto» que visitó a Flashman con Bhai Ram Singh no parece el «bueno, amable y educado fakir Azizuden» que había sido ministro de exteriores de Runjeet Singh, y estaba todavía en el candelero por aquellos tiempos, aunque murió por causas naturales unas pocas semanas después. Tanto la descripción física como el estilo no cuadran demasiado; en realidad, lo único en que el compañero de Bhai Ram se parece a Azizudeen es en su absoluta honestidad. O bien el visitante de Flashman era otro, y él simplemente se equivoca de nombre, o su memoria descriptiva le está traicionando por una vez. <<

[69] Barrendero. <<

[70] Extranjeros. <<

[71] Kunwar: el hijo de un maharajá, y kunwari es presumiblemente el honorífico femenino. <<

[72] «Señor de la guerra», es decir, Gough. <<

[73] Flashman ha captado el espíritu pero trastocando ligeramente la letra de «Upon Julia’s Clothes», de Robert Herrick: «Mas cuando alcé los ojos y vi, / de sus garbosos movimientos la libertad / ¡oh, cómo me cautivó aquella beldad!».

Cita a Herrick de nuevo (p. 277), pero es dudoso que tuviera especial predilección por el poeta, o que hubiera reconocido siquiera su nombre. Los Diarios de Flashman abundan en erráticas alusiones literarias: el presente volumen contiene ecos de Donne, Shakespeare, Macaulay, Coleridge, Voltaire, Dickens, Scott, Congreve, Byron, Pope, Lewis Carroll, mitología escandinava y oscuras alusiones al Viejo Testamento… pero sería precipitado concluir que Flashman tenía una estrecha familiaridad con los autores; es más probable que las alusiones fueran recogidas de segunda mano de conversaciones y lecturas casuales, con dos excepciones. Él conocía personalmente a Macaulay y ciertamente había leído sus Lays, y al parecer sentía una genuina predilección por Thomas Love Peacock, cuyo cáustico humor y críticas de los conservadores ingleses, la economía política y las humanidades probablemente le atraían. Para el resto, podemos juzgar que las frecuentes referencias de Flashman a Punch, el Tom y Jerry de Pierce Egan y la ficción sensacionalista como Varney el vampiro reflejan con más fidelidad sus gustos literarios; sabemos por un volumen de su juventud que la palabra Trollope significaba sólo una cosa para él, y no era el escritor. (Trollop: prostituta. N de la T.) <<

[74] ‘Salud’ en gaélico. (N. de la T.) <<

[75] Alexander Haughton Cambpell Gardner, «Gurdana Khan», (1785-1877) es una figura extraordinaria incluso para una época y región que vio aventureros tales como «Sekundar» Barnes el conde Ignatieff, Yakub Beg, Pottinger, Connolly, Avitabile y John Nicholson. Nació a orillas del lago Superior, en lo que ahora es Wisconsin, hijo de un cirujano escocés y una mujer anglo-española; el doctor Gardner había servido del lado americano en la guerra de la Independencia y conocía a Washington y a Lafayette. El joven Alexander pasó algunos años en Irlanda, donde al parecer aprendió artillería militar, posiblemente en el ejército británico; fue a Egipto y viajó en caravana desde Jericó a Rusia, donde su hermano era ingeniero del gobierno. Desde allí pasó a Asia Central, donde durante algunos años su vida consistió en continuas luchas, incursiones, emboscadas, huidas y exploración entre las tribus salvajes; luchó como mercenario, y durante un tiempo, al parecer era poco menos que un bandido errante —«Obteníamos la comida recogiendo contribuciones de todos los que podíamos dominar», explica en sus Memorias, «pero no matábamos a nadie si no era en defensa propia». Al parecer, tuvo que defenderse con mucha frecuencia, como soldado y como saqueador, y también debió escapar de los traficantes de esclavos. Fue atacado por una manada de lobos, dirigió una expedición contra Peshawar bajo la bandera sagrada del califa («ardiendo de celo religioso y deseo de hacer su voluntad en la rica ciudad») y pasó nueve meses en un calabozo subterráneo. Llegó a comandante de una región montañosa con su propio fuerte privado bajo el rebelde Habibullah Khan, que se oponía al monarca afgano, Dost Mohammed, y durante un ataque para raptar a una princesa del harén de Dost Mohammed (con sus tesoros) conoció a su primera esposa, incidente descrito en su mejor estilo lacónico:

«En el curso de una batalla en nuestra fortaleza se me permitió ver la bella cara de una joven que acompañaba a la princesa. Cabalgué durante un tiempo considerable tras ella, pretendiendo que mi respeto por la dama mayor me hacía elegir aquel lado de su camello… A la mañana siguiente, Habibulla Khan recompensó ricamente a sus seguidores, pero yo rechacé mi parte del oro y rogué que me dieran a aquella joven en matrimonio…».

Así fue, y durante dos años vivieron felizmente, hasta que Gardner volvió de una contienda en la que había perdido a cincuenta y un hombres de noventa para encontrar que su fuerte había sido atacado y su mujer se había apuñalado a sí misma antes que ser hecha prisionera; su hijito pequeño también había sido asesinado. Aunque continuó en Afganistán durante algunos años y se reconcilió con Dost Mohammed, finalmente se puso al servicio de Runjeet Singh en el Punjab, entrenando a la artillería del khalsa. Luchó en varias acciones y estaba en Lahore durante los seis años sangrientos de intrigas que siguieron a la muerte de Runjeet. Era comandante de la guardia del niño Dalip Singh y de Rani Jeendan durante la época de su encuentro con Flashman, pero era fuertemente pro-británico (entre sus amigos estaba Henry Lawrence) y creía que el futuro de la India estaría mejor servido por una comunión incluso más estrecha con el Reino Unido. En su carta «de John Bull de la India a John Bull de Inglaterra» contemplaba el desarrollo de la India como una gran nación industrial, con los indios jugando su parte en los puestos más importantes de la vida civil y militar, y siendo representados en ambas cámaras en Westminster. Físicamente, Gardner era tal como Flashman le describe: alto, orgulloso, encorvado y de constitución de acero. De resultas de una de sus numerosas heridas no podía tragar alimentos sólidos, y sólo podía beber con ayuda de un collar de acero, pero aun con ochenta años se decía que era tan activo, tan vital y divertido como un hombre de cincuenta. Hablaba un inglés que era «curioso, gráfico y maravillosamente bueno considerando sus cincuenta años entre asiáticos». La fotografía de sus Memorias muestra a un espléndido y viejo guerrero de nariz aguileña e hirsutas patillas, sentado con la espada en la mano y vestido completamente con tartán, incluso en el turbante emplumado. La tela procedía de un regimiento escocés de la India, pero de qué tartán se trataba no puede comprobarse por la foto en blanco y negro, y en ello subyace un pequeño misterio.

Flashman dice que era el tartán del 79 de Highlanders (Cameron), y lo describe como rojo o escarlata, lo cual es chocante, porque el kilt del 79 es en su mayoría azul oscuro, siendo un híbrido del de MacDonald con un elemento escarlata del Lochiel Cameron. Puede ser que Flashman, que conocía los tartanes militares, lo viera como «rojo» sólo por contraste con aquellos de los otros cuatro regimientos de Highlanders, que son predominantemente azul oscuro y verde. La única explicación posible es que estuviera completamente equivocado y que Gardner no llevase en realidad el tartán del 79, sino el rojo y resplandeciente Lochiel Cameron… en cuyo caso el coronel debía de ofrecer una imagen digna de ser contemplada. (Véase Memoirs of Alexander Gardner, ed. Hugh W. Pearce, 1890.) <<

[76] Teniente, venga aquí. <<

[77] Es posible que Kipling basase el personaje de Daniel Dravot, el héroe de El hombre que quiso reinar; en el doctor Harlan. Seguramente habría oído hablar del norteamericano, y hay un fuerte eco, en la aventura de ficción de Dravot en el Kafiristán (publicada en 1895), de las aspiraciones de Harlan primero al trono de Afganistán y después con éxito al reino de Ghor, tal como se describe en las Memorias de Gardner (publicadas en 1890). Si la historia de Harlan era verdadera es algo que no se puede comprobar. Como muchos pasajes de su asombrosa carrera, falta corroboración al respecto; por otra parte fue aceptada, junto con el resto, por autoridades como el mayor Pearse, que fue editor de Gardner, y el celebrado doctor Wolff.

Josiah Harlan (1799-1871) nació en Newlin Township, Pensilvania, hijo de un comerciante cuya familia provenía del condado de Durhan. Estudió medicina, navegó como sobrecargo hacia China, y cuando su novia norteamericana le abandonó volvió a Oriente, sirviendo como cirujano en el ejército británico en Birmania. Luego deambuló hacia Afganistán, donde se embarcó en su carrera como diplomático, espía, soldado mercenario y doble (ya veces incluso triple) agente, que tanto enfurecía al coronel Gardner. Los detalles son confusos, pero parece que Harlan, después de intentar tomar el trono de Dost Mohammed y asaltar una fortaleza, cayó en las manos de Runjeet Singh. El maharajá sij, que reconocía a un granuja de genio cuando lo veía, lo mandó como enviado a Dost Mohammed; Harlan, viajando disfrazado de derviche, también trabajó para subvertir el trono de Dost a favor de Shah Sujah, el exilado rey afgano; no contento con esto, se congració también con Dost y se convirtió en agente suyo en el Punjab… En efecto, servía a tres amos, cada uno contra los otros dos. Sin embargo, como señala un contemporáneo suyo con magistral ironía, aunque la vida de Harlan se complicó bastante, supo satisfacer al menos a dos de sus amos: Shah Sujah le nombró Caballero del Estribo Real y Runjeet le dio el gobierno de tres provincias que él administró hasta que, se dijo, el maharajá descubrió que estaba acuñando moneda con el pretexto de estudiar química. Incluso entonces Runjeet continuó usándole como agente, y fue Harlan quien sobornó con éxito al gobernador de Peshawar para que traicionara su provincia a los sijs. Entonces entró al servicio de Dost Mohammed (a quien acababa de traicionar) y fue enviado con una expedición contra el príncipe de Kunduz; fue en esa campaña cuando el patriótico doctor, según relata él mismo: «Sobrepasé el Cáucaso indio y desplegué la bandera de mi país bajo un saludo de veintiséis cañones… la bandera de las barras y las estrellas ondeaba graciosamente entre los picos helados». Lo que supuso esto no está muy claro, pero poco después Harlan consiguió obtener el trono de Ghor de su príncipe hereditario. Esto fue en 1838; un año después estaba actuando como negociador de Dost con los invasores británicos en Kabul; Dost acabó huyendo y Harlan fue visto por última vez tomando el desayuno con «Sekundar» Burnes, el agente político británico.

Hasta aquí la historia de Harlan se conoce ampliamente por el relato biográfico del misionero doctor Joseph Wolff. Ambos se encontraron brevemente durante el gobierno de Harlan en Gujarat, pero Wolff (que por supuesto nunca tuvo la ventaja de leer la presente entrega de Los Diarios de Flashman) confiesa que no sabe nada del norteamericano después de 1839. De hecho, Harlan volvió a Estados Unidos en 1841, se casó en 1849, organizó la Caballería Ligera de Harlan de la Unión en la guerra civil, fue dado de baja por invalidez y acabó sus días practicando la medicina en San Francisco; obviamente, debió de haber visitado de nuevo el Punjab en la década de los cuarenta, cuando Flashman le conoció. En cuanto a su apariencia y carácter, otros contemporáneos nos dicen muy poco. El doctor Wolff le describe como «un caballero alto y elegante» dado a silbar Yanqui Doodle, y le encontró amable y agradable. Gardner menciona que se encontró con él en Gujarat en los años treinta, pero no dice nada malo de él.

Su biógrafo, el doctor Joseph Wolff, doctor en leyes y en teología (1795-1862) fue un erudito, viajero y lingüista cuyas aventuras fueron incluso más excéntricas aún que las de Harlan. Conocido como «el derviche cristiano», y «el protestante Xavier», nació en Alemania, hijo de un rabino judío. Durante su «carrera extraordinariamente nómada» se convirtió al cristianismo, fue expulsado del catolicismo por cuestionar la infalibilidad del papa, corrió por Oriente Medio y por el Extremo Oriente en busca de las tribus perdidas de Israel, predicó el cristianismo en Jerusalén, naufragó en Cefalonia, fue capturado por mercaderes de esclavos del Asia Central (que lo valoraron sólo en dos libras con cincuenta, para su disgusto), y caminó mil kilómetros a través de Afganistán «en estado de desnudez» de acuerdo con el Diccionario Nacional de Biografías. Protagonizó un arriesgado retorno a Afganistán en busca de agentes secretos británicos, Stoddart y Connolly, y escapó a la muerte a manos del verdugo por los pelos. En distintas ocasiones, el doctor Wolff habló en el Congreso de Estados Unidos, fue diácono en New Jersey, pastor anglicano en Irlanda, y finalmente se hizo vicario de una parroquia en Somerset. Como ha observado Flashman, había algunos tipos curiosos en aquella temprana época. (Véase Gardner, The Travels and Adventures of Dr. Wolff, 1860; Dictionary of American Biography, D.N.B.) <<

[78] Monedas. <<

[79] Litera con cortinas. <<

[80] La de Flashman es con mucho la más completa de las descripciones del asesinato de Jawaheer Singh e16 de Assin (21 de septiembre) de 1845. Difiere de otras versiones sólo en detalles menores: obviamente, él no sabía que dos de los ayudantes del visir fueron asesinados también, y que durante un tiempo Dalip Singh fue hecho prisionero por las tropas. Pero su descripción de la reacción de la Rani, aunque más gráfica en detalles, es apoyada por otros escritores, que testifican su histeria y sus amenazas de venganza. (Se ha sugerido que ella fue cómplice en la muerte de su hermano, pero eso parece poco probable, aunque en una ocasión ella contempló su arresto.) Parece seguro que Jawaheer sabía que estaba en peligro. Había intentado, como dijo Flashman, comprar su seguridad la tarde anterior, pero aquel día fatal creyó que escaparía con vida. De hecho, estaba condenado, no sólo por la muerte de Peshora Singh sino (de acuerdo con Cunningham) porque el khalsa creía que él «traería a los británicos». (Véase Cunningham, Carmichael Smyth, Khushwant Singh, Gardner y otros.)

A primera vista, la comparación que hace Flashman de Jeendan con Clitemnestra parecería referirse a la celebrada pintura de J. Collier de la esposa de Agamenón, pero no puede ser este el caso. Flashman escribió estas memorias antes de 1902… así que está claro que su anotación en la página 29 estaba escrita antes de su aventura en Borneo, que escribió entonces o poco después, aquel mismo año. Como la pintura de Collier no fue expuesta en la Real Academia hasta 1914, Flashman debe de referirse a alguna pintura anterior no identificada de Clitemnestra. <<

[81] La confirmación de los detalles de este deplorable episodio se encontrará en Carmichael Smyth. <<

[82] Jefe. <<

[83] El relato como testigo presencial de Flashman de este durbar no puede ser confirmado en todos sus detalles, pero su esencia se encontrará en otras autoridades, incluyendo contemporáneos como Broadfoot y Carmichael Smyth. Era evidente que Jeendan sabía cómo manejar a las tropas, imponiéndose con real dignidad, o cautivándoles al aparecer sin velo y vestida como una bailarina. Carmichael Smyth describe su rechazo inicial a escuchar sus súplicas después de la muerte de Jawaheer, su dictado de términos en el Summum Boorj, su insistencia en que Lal Singh fuera visir antes que Goolab, y su dispersión del khalsa al comprender que pronto podría lanzarlo a cruzar el Satley. El relato de Broadfoot, citando a Nicholson, habla por sí mismo:

«La brigada de la Corte estaba a favor de hacer ministro a Gulab Singh; las otras brigadas parecían dispuestas a apoyar a la Ranee, que se comportó con gran coraje en aquella crisis. A veces hasta dos mil de esos descuidados e insubordinados soldados asistían al durbara la vez. La Ranee, ante las protestas de los jefes, les recibía sin velo, con lo cual ellos quedaban tan encantados que incluso la brigada de la Corte aceptó confirmarla en el gobierno si ella accedía a ir a su campamento y mostrarse sin velo cuando ellos lo considerasen oportuno. Estos rufianes, aun encontrándose bajo la directa influencia de su gran belleza y atractivo personal, la reprobaban por su abierta mala conducta con Lal Singh, y le recomendaban, como parecía disgustarle la soledad, que se casara; le dijeron que ella podía elegir a quien quisiera de tres clases, es decir, jefes, akalis u hombres sabios. Ella adoptó un tono rudo con las tropas, y no sólo se lo reprochó, sino que les insultó con el lenguaje más grosero, mientras ellos escuchaban con fingida humildad». <<

[84] El festival de diez días que celebran en octubre después del cual los sijs acostumbran a salir en expediciones. <<

[85] Ataque sorpresa. <<

[86] El apodo afgano de George Broadfoot. <<

[87] Pice: moneda de cobre de la India, un octavo, diríamos nosotros. (N. de la T.) <<

[88] Véase Flashman y el Gran Juego. <<

[89] Farmacéutico. <<

[90] Cos: dos kilómetros y medio. <<

[91] Tipu era el sultán de Mysore, derrotado por Wellesley en Seringapatam en 1798. Los mahratas, pueblo de la región oriental del Westghat que conoció su apogeo en el siglo XVII, fueron vencidos por los británicos en 1818. (N. de la T.) <<

[92] Policía. <<

[93] ¡Tranquilo! ¡Cuidado! <<

[94] Cariño. <<

[95] Cabo. <<

[96] Flashman es poco concreto con las fechas; y no aclara el misterio de cuándo traspasaron exactamente el Satley los sijs. El 11 de diciembre es la fecha favorita, pero algunos historiadores británicos e indios dan otras que varían del 8 al 15. Sir Henry Hardinge declaró formalmente la guerra el 13, y tal como señala Khushwant Singh, casi con certeza esta declaración siguió al paso de las primeras unidades sijs. La operación entera debió de costar varios días. Nicolson, en Firozpur, dice que la invasión empezó el 11; Abbott, sin embargo, aclara que Broadfoot recibió las primeras noticias en la mañana del día 10. <<

[97] Daghabazi: traición. <<

[98] Si Flashman no estuviera tan seguro, podríamos vernos tentados a considerar su referencia a Bebe, cachorro, bebe como otro recuerdo musical impreciso. En algún otro lugar de Los Diarios ocasionalmente se equivoca al «recordar» melodías (por ejemplo: El mayor al galope, Viejos amigos en casa) antes de haber sido escritas. A primera vista, Bebe, cachorro, bebe y La chaqueta encerada que cita en la página 366, parecen casos similares. Ambos fueron escritos por un oficial compañero de Flashman, George Whyte-Melville (1821-1878), ninguno de cuyos escritos fue publicado, al parecer, antes de su primer retiro del ejército en 1849. Así que, ¿cómo podía haberlos conocido Flashman en 1845, y estar tan seguro de Bebe, cachorro, bebe, al que hace referencia al menos en tres ocasiones en sus recuerdos de ese año?

Hay una explicación posible. Aunque no ha aparecido todavía ninguna referencia a Whyte-Melville en Los Diarios de Flashman, es posible que se hubieran conocido muy pronto, en su primer año en el ejército, cuando Flashman estaba destinado en Glasgow y Whyte-Melville era subalterno en el 93 (después Argyll y Sutherland) de Highlanders. En una sociedad tan pequeña, sería extraño que dos jóvenes con tantas cosas en común no se conocieran: ambos eran hijos de caballeros terratenientes que se habían casado con aristócratas, destacados jinetes, buenos deportistas y populares a la hora de la diversión, e incluso podían haber descubierto un nexo de unión en el sufrimiento de sus años escolares (Flashman en el Rugby de Arnold, y Whyte-Melville en Eton, bajo el famoso Keate). Y cuando se recuerda que el considerable talento literario de Whyte-Melville era del tipo precoz y despreocupado que podríamos llamar amateur en el verdadero sentido del término (posteriormente cedió todos sus derechos para fundar bibliotecas para mozos de cuadras y obras de caridad similares) parece bastante probable que canciones como Bebe, cachorro, bebe se cantaran en campamentos y clubes mucho antes de que su genial autor hubiera pensado siquiera en buscar un editor.

Un descubrimiento interesante a partir del tormento de Flashman en el calabozo es que cuando asó a Tom Brown de forma tan memorable ante el fuego del aula de Rugby (véase Los días escolares de Tom Brown) lo que hizo fue simplemente aplicar la lección que había aprendido del deplorable Dawson, a quien también se refiere en Flashman y el Gran Juego. <<

[99] Must es la locura del elefante vagabundo. Doolali: loco, de Deolali Camp, en el interior de Bombay, donde generaciones de soldados británicos (incluyendo al editor) fueron recibidos en la India y supuestamente afectados de insolación. <<

[100] Nombre dado a las extensiones entre los ríos del Punjab. <<

[101] Lars Porsena: legendario rey etrusco del que se dice que atacó Roma para restaurar a Tarquino el Soberbio en el trono. (N. de la T.) <<

[102] Es imposible establecer cuántos sijs cruzaron el Satley, y mucho menos cuántos había en el campo de batalla a ambos lados del río. La cifra de Flashman de cincuenta mil podría no estar desencaminada, pero debe contemplarse como el máximo. La estimación de Cunningham es de treinta cinco mil a cuarenta mil, más otra fuerza de proporciones no establecidas que avanzaba sobre Ludhiana. Contra esto, Gough tenía como mucho treinta mil hombres, y sólo veintidós mil estaban cerca de la frontera y se hallaban además muy dispersos. El khalsa, de acuerdo con Cunningham, tenía una superioridad de, al menos, dos a uno en artillería. <<

[103] Tommy Atkins: Cualquier soldado del ejército británico. John Gurka: los gurkas eran miembros de una de las razas dominantes del Nepal, famosos como guerreros. Fuzzy-wuzzy: sobrenombre dado por los soldados a los guerreros sudaneses, por su forma de llevar el pelo (fuzzy significa encrespado). (N. de la T.) <<

[104] Lal Singh envió esa nota a Peter Nicolson, palabra por palabra, excepto que donde Flashman pone «khalsa» Lal escribió «Ejército sij». Él también informó a Nicolson de la amistad de Jeendan, con la esperanza de que los británicos pudieran «atajar» a los invasores. La réplica de Nicolson fue que Lal no debía atacar Firozpur, sino quedarse y avanzar para encontrarse con los británicos, y así confirmar lo que Flashman le había confesado ya al visir. Estas pruebas de traición por parte de los propios líderes del khalsa no fueron hechas públicas inmediatamente, como resultado de la muerte de Nicolson, pero el doctor M’Gregor, que lo relató por escrito al cabo de un año del suceso, obviamente conocía la verdad. Señaló que un líder como Runjeet Singh habría causado tanta devastación como pudiera, quemando y saqueando a gran escala, y añadió: «¡Estamos tentados de creer que los líderes sijs deseaban mantener unidas sus tropas, para que los británicos tuvieran una buena oportunidad de destruirlas!». En 1849, Cunningham establecía que el objetivo de los líderes sijs era «que sus propias tropas las dispersaran los británicos». Él conocía la correspondencia de Lal con Nicolson, pero no los detalles. A la luz de lo que esos dos respetados historiadores escribieron en la época, es curioso ver a William Broadfoot, cuarenta años después, dudando de la traición de Lal y Tej. No estaba solo; al menos otro historiador británico lo dudaba también. Si quedase alguna duda según las pruebas disponibles, Flashman seguramente la habría disipado. (Véase Cunningham, Khushwant Singh, M’Gregor, Broadfoot y Herbert Compton, «Mudki and Firozshah» en Battles of the Nineteenth Century, 1896.) <<

[105] Jeendan. <<

[106] Rufianes. <<

[107] Chick (término anglo-indio): especie de persiana hecha con delgadas tiras de bambú atadas entre sí, que se colgaba en el hueco de puertas y ventanas. (N. de la T.) <<

[108] La memoria de Flashman le falla casi con toda seguridad en este punto. El teniente coronel Huthwaite podía decir cuántos cañones se estaban usando, pero los obuses británicos no llegaron a Mudki hasta el día siguiente. (Véase Fortescue.) <<

[109] Un buen juicio, y Flashman tenía motivos para estar encantado con su estrategia, porque aunque las fuerzas británicas eran sólo ligeramente superiores a las de los sijs, tenían una ventaja de cuatro o cinco a uno en infantería, lo cual resultó decisivo. «Insatisfactorio e indebido coste», es el veredicto de Fortescue, y él se muestra bastante crítico con Gough por atacar directamente a un enemigo sitiado en la selva. Pero considerando que la fuerza británica había cubierto cien kilómetros en dos días antes de ir al combate, pudo haber sido peor. <<

[110] Cama nativa. <<

[111] Esta notable observación, tan característica de Broadfoot, fue emitida después de una escaramuza en Afganistán, de la cual salió sudando como un pollo y con un sable manchado de sangre, después de matar a tres hombres y ser herido él mismo. (Véase Broadfoot.) <<

[112] Camilla. <<

[113] Es el único relato existente del extraordinario intercambio entre Hardinge y Gough antes de Firozabad, aunque la esencia de su conversación se les comunicó a sus íntimos poco después. Charles Hardinge, según cuenta en la biografía de su padre, fue testigo presencial en la distancia, por lo que, al parecer, no pudo oír nada. La disputa, no sabemos si única, surgió de la decisión de Hardinge de situarse bajo el gobierno militar de Gough, mientras retenía toda la autoridad como gobernador general. En teoría era un arreglo bastante arriesgado, pero comprensible; habría sido una locura no usar la experiencia militar de Hardinge. Había sido herido dos veces en la guerra de la Independencia española, perdió una mano, sirvió como intendente general del ejército portugués y fue asignado a los cuarteles generales prusianos en la campaña de Waterloo, en la cual resultó de nuevo malherido. Fue muy activo en política, sirviendo como secretario de Wellington para la guerra, antes de ser enviado a la India como gobernador general. (Véase Hardinge, y nota 40.) <<

[114] Esta broma militar todavía funcionaba en la segunda guerra mundial. Sólo el Noveno de a pie (Royal Norfolk) podía tener a una dama en sus barracones, porque la «dama» era la figura de Britannia que figuraba en la insignia de su gorra. <<

[115] Porteador de agua. <<

[116] Bolsas de lona para transportar agua. <<

[117] Casa nativa. <<

[118] Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre la conducta de la caballería sij. Uno describe sus avances como dudosos, Fortescue dice que eran estacionarios, pero un testigo presencial dijo que era «la visión más espléndida de la campaña, con los caballos caracoleando y saltando, y la brillante luz del sol relampagueando desde las armaduras de acero y las lanzas, llegaron a paso rápido desde cuatrocientos metros de las líneas británicas». El biógrafo de Gough apenas los menciona. Obviamente, depende del punto de vista, pero Flashman probablemente tiene razón al pensar que la intervención de White fue decisiva. <<

[119] Este incidente es cierto. Gough, «con mi valiente ayudante» (C. R. Sackville West; obviamente se había olvidado de Flashman) fue cabalgando en cabeza para atraer el fuego del khalsa, y tuvo éxito. Fue criticado por correr un peligro innecesario. Por otra parte, se adujo que el efecto en la moral de sus tropas fue considerable. El propio Gough probablemente nunca pensó en el peligro ni en la moral; al parecer, actuó de forma emocional, dejándose llevar por el entusiasmo del momento. <<

[120] El relato de Flashman de los dos días de Firozabad es tan completo y exacto que poco hay que añadir a lo dicho por él. Por ambas partes fue una batalla de oportunidades perdidas: los británicos podían haber ganado el primer día, pero se quedaron sin luz (gracias a Hardinge, de acuerdo con los que apoyaban a Gough) y en la confusión de la lucha nocturna perdieron la ventaja que tenían. Los sijs podían haber vencido a las fuerzas de Gough la tarde del segundo día, pero la traición de Tej les arrebató la victoria. Un punto que Flashman no menciona es que Tej, al parecer, esperó hasta que estuvo seguro de que la fuerza defensiva de Lal Singh había sido completamente desalojada (algunos habían desertado por la noche, incluyendo al propio Lal, cuyo cuartel general fue atacado y saqueado por los furiosos akalis).

Se ha sugerido que la primera noche de batalla los oficiales británicos habían decidido rendirse. Un historiador sij lo dice de forma bastante clara, citando el diario de Robert Cust, un joven oficial político que ni siquiera estuvo en Firozabad. De hecho, está claro por los documentos tanto de Gough como de Hardinge que nunca se contempló esa posibilidad. Hardinge dice claramente que se le acercaron varios oficiales «con tímidos consejos de retirada» y que él los rechazó de plano. Gough también fue interpelado por algunos oficiales («algunos de rango y en posiciones importantes») que le apremiaban para que se retirara, dos de ellos diciendo que hablaban de parte de Hardinge. Gough no les creyó, reafirmó sus intenciones de seguir luchando y consultó con Hardinge, que rechazó las excusas de los oficiales y estuvo de acuerdo con Gough en que «la retirada no debía ser considerada por el momento». Era evidente que algunos estaban a favor de la retirada (aparte del desgraciado Lumley); pero también está claro que Gough y Hardinge les dieron poca cancha.

Flashman se ha metido a fondo con Tej Singh, suscribiendo la opinión general de que fue sólo la traición lo que hizo cambiar el curso de la guerra. Que Tej era un traidor parece obvio, pero es posible que las razones que dio para no atacar a las exhaustas fuerzas de Gough tuvieran alguna justificación. Él probablemente no sabía, por ejemplo, que la artillería británica estaba falta de municiones, y dudaba en atacar su posición fortificada. Es también posible que alguno de sus comandantes estuviera de acuerdo con él, por lo que les parecieron justificadas las razones militares. En cualquier caso, es difícil creer que el ejército sij volviera la espalda contra la voluntad unida de sus mandos militares, simplemente por la palabra de Tej.

La espada de Napoleón, regalo de Wellington a Hardinge, fue devuelta a Firozabad, y el doctor Hoffrneister, del séquito del príncipe Waldemar, murió el primer día. (Véase Rait, Hardinge, Fortescue, Compton, Autobiography of Sir Harry Smith, ed. por G. C. Moore Smith, vol. II, 1901; y Cunningham, Broadfoot, M’Gregor y History of the Bengal European Regiment, por P. R. Innes, 1885.) <<

[121] Comandantes de artillería. <<

[122] Ésta fue, en efecto, la excusa que Lumley le dio a Hardinge por aparecer con traje informal. (Véase Hardinge.) <<

[123] Las actitudes de Flashman hacia sus superiores militares varían del afecto (Colin Campbell, Gough, Scarlett) al odio (Cardigan), con diferentes grados de respeto (Ulysses Grant, Hugh Rose, Hope Grant), desprecio (Raglan, Elphinstone) y divertida ansiedad (Custer), y la mayoría de ellas son comprensibles. Resulta menos obvio por qué le disgustaba tanto Hardinge, porque el gobernador general parecía ser un hombre bastante amigable y no era impopular. Su retrato no muestra ningún asomo de la pomposidad y frialdad que Flashman encontró en él. Es bastante probable que su antipatía mutua e instantánea fuera culpa de nuestro héroe. Disfrutando la euforia de haber hecho un buen servicio por una vez, es probable que mostrara descaradamente su desfachatez natural y se mostró menos inclinado de lo habitual al disimulo (como atestigua su insólito desplante con Littler). El alegre joven político sin duda hacía aflorar lo peor de Hardinge, y Flashman, hombre de odios rápidos, se lo devolvió con creces en un retrato que probablemente no hace justicia al gobernador general, especialmente en lo que concierne a Gough. Seguramente Hardinge fue sincero al escribir a Peel que Gough «no era el oficial a quien se debería confiar la dirección de la guerra», y no se le puede culpar por buscar el nombramiento de un comandante en jefe menos lanzado. El desastre se había evitado por puro milagro, y el gobernador general podía sentirse muy nervioso ante un general a quien oyeron decir una vez, cuando sus cañones se quedaron sin munición: «¡Gracias a Dios, así podremos ir a por ellos con la bayoneta!». Al mismo tiempo, Hardinge no supo reconocer que la mayoría de las dificultades de Gough las había creado el propio Hardinge, y podría ser cierto que, como sugiere el biógrafo de Gough, el gobernador general tuviera una cierta tendencia «a atribuirse a sí mismo todas las acciones nobles» y quedarse con todo el mérito por el éxito. Si tenía razón en pasar por encima de Gough en Firozabad, no podemos saberlo. Quizá pudiera haber prevenido una catástrofe o conseguido que Gough ganase una victoria con un coste menor en vidas humanas. Era una situación curiosa y difícil para ambos, y dice mucho a favor de ellos que quedasen en buenos términos y cooperasen eficientemente durante toda la campaña. Gough nunca supo nada de la carta a Peel, y aunque Flashman (irritado ante la sugerencia de que los políticos tenían poca utilidad) podía estar en desacuerdo, probablemente esto se debió al tacto de Hardinge. (Véase Rait.) <<

[124] Los árboles de Navidad fueron reintroducidos en Inglaterra por el príncipe Alberto después de su matrimonio con la reina Victoria en 1840. <<

[125] Gough y Hardinge repitieron, en Sobraon, su querella de Firozabad. Gough quería hacer un ataque frontal, pero Hardinge insistió en que debía esperar a la artillería pesada de Umballa (Gough, de hecho, había pedido aquellos cañones hacía semanas, y Hardinge se los había rehusado). El gobernador general propuso que se atacara cruzando el río y cayendo sobre la posición de reserva de los sijs, pero Gough vetó esa posibilidad. <<

[126] Oficial subalterno. <<

[127] Asunto. <<

[128] Esta escena está descrita con todo detalle por Gardner. Dice que la fuerza de la guardia de la Rani era de cuatro batallones. <<

[129] «La Rani solía preguntarse por qué no hacer una alianza matrimonial… con algún oficial, que pudiera tratar los asuntos de Estado con ella. Se hacía llevar retratos de todos los oficiales, y tomó un interés especialmente por uno de ellos, y dijo que seguramente sería un lord. No ha trascendido el nombre del afortunado individuo, y, para mortificación de la maharaní, el asunto no fue más allá. Consideraba que un matrimonio semejante habría asegurado su propio futuro y el de su hijo.» (Véase Gardner, Memoirs, p. 273.) <<

[130] Los planos de las fortificaciones del khalsa fueron obtenidos realmente por los británicos, pero al parecer no añadieron gran cosa a lo que ya sabían. <<

[131] Ciertamente se refiere al curioso caso del capitán Battreau que, luchando como joven soldado del ejército francés, en la guerra franco-prusiana de 1870, llevaba un rifle Chassepot, número de serie 187017. En 1891, durante una escaramuza en la selva de Dahomey, Battreau, ya oficial de la Legión Extranjera, desarmó a un enemigo y descubrió que el arma que había capturado era el mismo Chassepot que él había manejado a finales de la campaña de 1870. La historia fue verificada por P. C. Wren, que era también ex legionario, y la incluyó en su obra Flawed Blades (1932). Flashman murió en 1915, y su propio servicio en la Legión precedió al de Battreau en muchos años, así que parece probable que leyera la historia en un periódico francés en 1891. <<

[132] Comandante de diez soldados de caballería. <<

[133] Shillelagh: garrote de roble usado sobre todo por los irlandeses. (N. de la T.) <<

[134] El escondite privado que Tej Singh se había hecho construir en Sobraon era tal como lo describe Flashman. Fue construido de acuerdo con las especificaciones dadas por un astrólogo brahmin: la circunferencia interior era trece veces y media la medida de la cintura de Tej, y la propia pared tenía un espesor de 333 granos de arroz largo puestos en fila. Tej perdió más tiempo supervisando este edificio que con sus deberes como comandante en jefe, retirándose al interior de éste frecuentemente para rezar. La ayuda para las medidas fue prestada por un ingeniero europeo (probablemente Hurbon) sirviéndose de una regla. (Véase Carmichael Smyth.) <<

[135] El coronel Hurbon, de origen español, fue el único oficial europeo que sirvió contra los británicos en la guerra sij. Se dice que diseñó las fortificaciones de Sobraon, que el historiador Cunningham, que también era ingeniero, despreció como poco científicas. Quizá lo fueran, ya que la superioridad numérica no bastó para defenderlas. Gardner le describe simplemente como «un buen soldado» y hace hincapié en su valor. <<

[136] Casi con toda certeza se trataba de Sham Singh Attmiwala, un veterano con más de cuarenta años de servicio que condujo la última actuación del khalsa en Sobraon. (Véase Khushwant Singh, M’Gregor.) <<

[137] Sobraon fue la batalla decisiva de la guerra sij… quizás una de las batallas decisivas de la historia, porque aseguró a Gran Bretaña en la India durante otro siglo, con todo lo que eso implicaba para el futuro de Asia. Gough la describió como la Waterloo india (un apelativo que Flashman une a Firozabad) y hay poca controversia al respecto: por una vez, la traición jugó una pequeña parte en lo que fue una lucha noble entre el khalsa y la Compañía. La suerte se mostró esquiva con los sijs en cuanto la inusual crecida del Satley les negó cualquier posibilidad de retirada y de luchar otro día. Confinados allí, sólo pudieron luchar hasta la derrota, lo cual hicieron con tal disciplina y coraje que excitó la unánime admiración del enemigo, y en particular de Gough. «La política me ha impedido mostrar públicamente mis sentimientos sobre la espléndida valentía o los actos de heroísmo mostrados por el ejército sij —escribió—. Sentí ganas de llorar al presenciar la espantosa matanza de un ejército de hombres tan entregados.» Thackwell, que dirigía la caballería británica, dijo simplemente: «No salieron corriendo». Hardinge escribió: «Pocos escaparon; ninguno, según se dijo, se rindió». Hay diferentes opiniones entre los historiadores con respecto a un tema: el colapso del puente de barcas. Muchos creen que fue destruido deliberadamente por Tej Singh, que salió huyendo durante la batalla y supuestamente quitó una de las barcazas de la parte central. Por otra parte, Charles Hardinge lo vio hundirse, y su relato, como el de Flashman, sugiere que no se rompió hasta que el peso de los fugitivos hizo que se hundiera: «Vi el puente en aquel momento repleto de cañones, caballos y soldados de todas las armas, balanceándose a un lado y a o.tro, hasta que al final con un estruendo todo desapareció… El río se llenó con una masa forcejeante de hombres».

Las pérdidas sijs fueron de unos diez mil hombres frente a los trescientos veinte muertos y más de dos mil heridos del lado británico, pero hay que recordar que la mayoría de los del khalsa murieron en el río, y durante un tiempo la batalla tuvo que librarse a cuchillo. Después del rechazo de ese primer ataque, Gough lanzó un asalto a la derecha y al centro, y su comentario mientras contemplaba a los hombres de Gilbert atacando los baluartes, fue: «¡Buen Dios, van a ser aniquilados!». (Véase Hardinge, Innes, Rait, Khushwant Singh y otros.) <<

[138] El que más tarde fuera mariscal de campo lord Napier de Magdala (1810-1890), famoso por la campaña más afortunada quizá de toda la historia imperial británica, la marcha de Magdala, Abisinia (1868), en la cual se cree que Flashman tomó parte. Napier era un soldado brillante, ingeniero y gran organizador, pero su gran devoción era el arte, y todavía tomaba lecciones a la edad de setenta y ocho años. <<

[139] Sir Henry Lawrence (1810-1857) es más conocido por su defensa de Lucknow en el motín de la India, en el cual murió, pero previamente había tenido una carrera distinguida en el ejército y el servicio político, sirviendo en Birmania y en las guerras afgana y sij. Alto, huesudo, de fuerte carácter e impaciente si se le contradecía, tenía también una vertiente romántica, y fue el autor de una historia de amor, Adventurer in the Punjaub, que, de acuerdo con el doctor M’Gregor, era también una gran fuente de información sobre el país y su política. Consiguió ver a la maharaní Jeendan en Lahore después de la guerra, cuando Gardner la convenció de que mostrara su cabeza y sus hombros por encima de una valla de jardín «para gratificación de los oficiales (Lawrence y Robert Napier)». (Véase M’Gregor, Gardner, D. N. B.) <<

[140] Inferior. <<

[141] Como en anteriores volúmenes de Los Diarios, uno se da cuenta de lo pequeño que era el grupo de oficiales que moldearon el curso del imperio en África y el Lejano Oriente. Los mismos nombres se cruzan en el camino de Flashman una y otra vez: Napier, Havelock, Broadfoot, Lawrence; Herbert Edwardes, que era ayudante de Lawrence y ganó gran fama en el Motín; el salvaje John Nicholson, que fue literalmente adorado como una divinidad por una secta de la frontera, los nickleseynitas; Hope Grant, el monosilábico escocés que tocaba el violoncello, dirigió la marcha hacia Pekín y fue considerado por Flashman como el luchador vivo más peligroso; «Rake» Hodson, el violento rufián que dirigía a los famosos guías y fundó la Caballería de Hodson, y otros a quienes conoció en otros lugares, no en el Punjab: Frederick («Bobs») Roberts; Garnet Wolseley, el original «modelo de general moderno»; «Chino» Gordon de Jartum, y el manco Sam Browne, el más famoso de todos. Una compañía distinguida que tomaba uno de estos dos caminos: ser nombrados caballeros, pares o ascendidos a generales, o bien ser enterrados en una tumba en un puesto fronterizo. <<

[142] El doctor W. L. M’Gregor, que sirvió a lo largo de toda la guerra sij, es uno de sus mejores cronistas y un entusiasta de la medicina militar. Cualquiera que desee estudiar la guerra debe acudir a él y al capitán J. D. Cunningham, que también sirvió en la campaña y era del servicio de inteligencia. No siempre están de acuerdo el uno con el otro, pero su conocimiento del Punjab y sus personalidades les convierten en fuentes enormemente valiosas. <<

[143] Los términos del primer Tratado de Lahore, del 9 de marzo de 1846, se encuentran en Cunningham, M’Gregor y Hardinge. Son tal y como predecía Goolab Singh, con cláusulas adicionales que facilitaban paso a las tropas británicas por el Punjab, una garantía de no interferirse en los asuntos internos del Punjab y una prohibición del reclutamiento de mercenarios europeos o americanos en el Punjab sin consentimiento de los británicos. Algunos artículos suplementarios establecieron el estacionamiento de una fuerza británica en Lahore durante un año: esto fue a requerimiento del durbar de Lahore, que sabía claramente que necesitaba protección. <<

[144] Goolab Singh, «La gallina dorada» y pájaro de mal agüero de Cachemira, era exactamente tan deplorable y también tan interesante personalmente como le retrata Flashman. Nació alrededor de 1788, y describir su carrera de intrigas, crímenes, luchas y engaños costaría un largo capítulo. Baste decir que como dirigente de los Dogra Hindus que se opusieron a los sijs en la lucha por el poder después de la muerte de Runjeet Singh, no sólo sobrevivió sino que acabó con un reino propio, Cachemira. Lo consiguió con una desvergonzada duplicidad, conspirando con los británicos mientras fingía simpatía por la causa del Punjab, y no había nadie más experto enjugar a dos bandas. Su carácter fue admirablemente resumido por su amigo y agente, el coronel Gardner, que le describió como repulsivo, ambicioso, avaricioso y capaz de la crueldad más inhumana y sistemática sólo para inspirar terror con su simple nombre. Al mismo tiempo era encantador, divertido, adicto al opio, dado a contar largas historias y compasivo con sus súbditos más pobres. Buen soldado y duro luchador, era también un gobernante sabio y cuidadoso, y quizás el aspecto más revelador acerca de él es que aunque Gardner publicó su biografía en vida de Goolab, siguieron siendo excelentes amigos. (Véase Gardner, Carmichael Smyth y otros.) <<

[145] Véase apéndice II. <<