35

El sol de la tarde hacía vibrar el aire sobre las extensas landas cubiertas de brezos liláceos. Barski aparcó el «Volvo» delante del gran edificio. El olor a erica y a los bosques otoñales que rodeaban el pequeño lugar, era embriagador.

En el vestíbulo hacía fresco. Alexandra Gordon se hallaba sentada junto a un barbudo joven de gafas con montura de níquel. Los dos se alzaron al entrar Barski, Norma y Kaplan.

El joven se presentó:

—Soy Karl Fried, el suplente de Jens Kander.

—¿Dónde está Jens? —preguntó Norma, que llevaba consigo las rosas porque en el coche hacía demasiado calor.

—Salió de viaje —contestó Fried.

—¡Qué raro! —exclamó Norma—. No me dijo nada. ¿Ha ido muy lejos?

—Sí, muy lejos —la informó el joven de la barba—. ¿Quieren seguirme, por favor? Está todo preparado.

Se adelantó hacia un ascensor. Poco después se encontraban todos en el despacho de Kander. Fried cerró las cortinas, conectó el televisor y una pequeña lámpara y descolgó el auricular de un teléfono colocado encima del escritorio, para marcar un breve número.

—Aquí Fried —dijo—. Okay, Charley. Estamos a punto. Ya puedes empezar.

—¿Qué ocurre? —quiso saber Barski.

—En seguida lo verás —respondió Alexandra.

Se habían sentado todos, y Norma pensó, no sin cierta angustia, que ya había vivido otra situación semejante en ese despacho de Kander, cuando desde Starnberg les transmitieron la videocassette del Segundo Programa sobre el entierro de la familia Gellhorn. De nuevo aparecieron en la vibrante pantalla negra los números 5, 4, 3, 2 y 1, acompañados de silbidos. A continuación apareció un jardín bañado por el sol.

—Esto fue tomado en París. Detrás del Hospital De Gaulle —comentó Alexandra.

La cámara se deslizó por encima de arriates de flores y mostró a Patrick Renaud, que llevaba una bata blanca. Todos le miraron sorprendidos.

Patrick tenía las manos, el rostro y las orejas de un intenso color naranja.

—¿Cómo es que tiene ese aspecto? —preguntó Barski.

—¡Un momento, un momento! —contestó la doctora inglesa.

En la pantalla cambió la imagen. Ahora vieron un gran patio perteneciente al hospital, igualmente inundado de sol. Por el solitario lugar caminaba otro hombre de bata blanca.

—Éste es... —fue a decir Alexandra.

Norma la interrumpió:

—¡El profesor Cajolle! Presidente del consejo de administración de «Eurogen». Asistió junto a varios colegas extranjeros al sepelio de Gellhorn y de su familia en el cementerio de Ohlsdorf. Vi su fotografía en no sé cuántos periódicos.

—Es el profesor Robert Cajolle, sí —confirmó Alexandra—. Le filmaron con una cámara escondida. Él no lo sabía.

Aquel hombre de mediana estatura y cuerpo rechoncho se aproximó. Su rostro, sus orejas y sus manos presentaban el mismo tono fuertemente anaranjado que segundos antes descubrieran en Patrick Renaud. Cajolle pasó despacio por delante de la cámara y desapareció.

—¿Qué diablos significa esto, Alexandra? —quiso saber Kaplan.

—Los técnicos convirtieron la toma en una cinta sin fin. Ahora volveréis a verlo todo —anunció Alexandra—. ¡Fijaos!

De nuevo apareció Patrick con la cara y las manos teñidas de naranja, y luego Cajolle.

—Ya basta —le indicó Alejandra al barbudo joven de las gafas de níquel.

Éste se acercó al teléfono, marcó de nuevo un breve número y dijo:

—Gracias, Charley. Corto.

Se levantó, desconectó el televisor y corrió las cortinas.

—Escuchad... —comenzó Alexandra Gordon—. Desde que Frau Desmond dijo que no aparecía en ninguna parte el reportaje de la Primera Cadena sobre el entierro, quedé intranquila. Me refiero a la grabación en vídeo. En cambio estaba en su sitio el reportaje de la Segunda Cadena. Después desaparecieron dos filmes de emisoras francesas sobre la rueda de Prensa convocada a causa de los misteriosos casos de cáncer ocurridos en «Eurogen». Me figuro que, durante bastante tiempo, Frau Desmond creyó que la película había sido robada por verse en ella a determinada persona.

Norma asintió.

—Es cierto, pero estaba equivocada. Porque esa persona no tomó parte en la conferencia de Prensa de París y, sin embargo, de allí se llevaron también los dos filmes... ¡Antes de que pudiesen proyectarlos!

—Por eso —dijo Alexandra—. Todo junto me tenía muy preocupada. Yo también vi en los periódicos las fotos del entierro. Aparecían en ellas todos los asistentes. Así, pues, de haber salido en el reportaje televisivo alguien a quien no se debía reconocer, tampoco hubiesen permitido que se publicaran sus fotografías, ¿no? En consecuencia, me pregunto: ¿acaso registraron las cámaras electrónicas..., ya que sólo se trabajó con ésas..., algo que las cámaras normales no son capaces de captar?

—Por ejemplo, un profundo cambio de color en la piel... Como el que acabáis de ver —intervino Kaplan.

—Por ejemplo —admitió Alexandra—. Me dije que nosotros y los de París trabajamos en lo mismo. Tanto ellos como nosotros buscamos la manera de combatir determinada forma de cáncer. Aquí lo hacemos mediante enzimas, virus y cortes. Allí se sirven de sustancias radiactivas. Tai vez no le llamara la atención a ninguno de vosotros, pero recuerdo muy bien que, cuando en el reportaje de la Primera Cadena enfocaron a los colegas extranjeros llegados para el entierro de Gellhorn, hubo una interrupción en la imagen. No vimos a esos hombres, y sólo la voz del locutor continuó.

—En la Segunda Cadena sí que salen los colegas de Gellhorn señaló Norma—. Vi entonces una grabación que nos habían enviado.

—Yo también —dijo Alexandra—. Y es cierto que se ve a los colegas de Gellhorn. A todos menos a uno. Es posible que, en aquel momento, diera el pésame a los familiares. En cualquier caso, no aparece en el reportaje de la Segunda Cadena. En el de Welt im Bild, en cambio, sí que sale.

—¿Quieres decir que el profesor Cajolle fue el motivo de que robaran el reportaje de Welt im Bild? -inquirió Kaplan.

—Sí. Y él fue también la causa de esa interrupción de la imagen —afirmó Alexandra—. ¡Espera! Telefoneé a Patrick y le dije: «Tú tienes un amigo en "Telé 2", Félix Lorand... Un cámara. A él le robaron la película filmada en la conferencia de París. Pídele que te filme con una cámara electrónica, y también al profesor Cajolle, pero de manera disimulada, para que él no se dé cuenta.» Ya habéis visto los resultados. La cámara electrónica revela que tanto Patrick como Cajolle tienen algunas zonas de la piel completamente anaranjadas. Eso debe de ser consecuencia de ciertas sustancias que utilizan en «Eurogen».

Con los payasos llegaron las lágrimas
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003.xhtml
sec_0004.xhtml
sec_0005.xhtml
sec_0006.xhtml
sec_0007.xhtml
sec_0008.xhtml
sec_0009.xhtml
sec_0010.xhtml
sec_0011.xhtml
sec_0012.xhtml
sec_0013.xhtml
sec_0014.xhtml
sec_0015.xhtml
sec_0016.xhtml
sec_0017.xhtml
sec_0018.xhtml
sec_0019.xhtml
sec_0020.xhtml
sec_0021.xhtml
sec_0022.xhtml
sec_0023.xhtml
sec_0024.xhtml
sec_0025.xhtml
sec_0026.xhtml
sec_0027.xhtml
sec_0028.xhtml
sec_0029.xhtml
sec_0030.xhtml
sec_0031.xhtml
sec_0032.xhtml
sec_0033.xhtml
sec_0034.xhtml
sec_0035.xhtml
sec_0036.xhtml
sec_0037.xhtml
sec_0038.xhtml
sec_0039.xhtml
sec_0040.xhtml
sec_0041.xhtml
sec_0042.xhtml
sec_0043.xhtml
sec_0044.xhtml
sec_0045.xhtml
sec_0046.xhtml
sec_0047.xhtml
sec_0048.xhtml
sec_0049.xhtml
sec_0050.xhtml
sec_0051.xhtml
sec_0052.xhtml
sec_0053.xhtml
sec_0054.xhtml
sec_0055.xhtml
sec_0056.xhtml
sec_0057.xhtml
sec_0058.xhtml
sec_0059.xhtml
sec_0060.xhtml
sec_0061.xhtml
sec_0062.xhtml
sec_0063.xhtml
sec_0064.xhtml
sec_0065.xhtml
sec_0066.xhtml
sec_0067.xhtml
sec_0068.xhtml
sec_0069.xhtml
sec_0070.xhtml
sec_0071.xhtml
sec_0072.xhtml
sec_0073.xhtml
sec_0074.xhtml
sec_0075.xhtml
sec_0076.xhtml
sec_0077.xhtml
sec_0078.xhtml
sec_0079.xhtml
sec_0080.xhtml
sec_0081.xhtml
sec_0082.xhtml
sec_0083.xhtml
sec_0084.xhtml
sec_0085.xhtml
sec_0086.xhtml
sec_0087.xhtml
sec_0088.xhtml
sec_0089.xhtml
sec_0090.xhtml
sec_0091.xhtml
sec_0092.xhtml
sec_0093.xhtml
sec_0094.xhtml
sec_0095.xhtml
sec_0096.xhtml
sec_0097.xhtml
sec_0098.xhtml
sec_0099.xhtml
sec_0100.xhtml
sec_0101.xhtml
sec_0102.xhtml
sec_0103.xhtml
sec_0104.xhtml
sec_0105.xhtml
sec_0106.xhtml
sec_0107.xhtml
sec_0108.xhtml
sec_0109.xhtml
sec_0110.xhtml
sec_0111.xhtml
sec_0112.xhtml
sec_0113.xhtml