El segundo movimiento
En la mañana del día de las elecciones, el Argus informó de que los republicanos estaban difundiendo la petición de que no se votara por Abner Straney, el actual tasador. Los votantes estaban confusos, sin saber por qué su propio partido eliminaba a Straney, cosa que no sorprendía menos al interesado. Los jefes republicanos decían que no era cierto que lo eliminaran.
Quienes no estaban confusos eran Roscoe y Patsy. Mientras la popularidad de Blair aumentaba y los republicanos preveían la pérdida del Ayuntamiento por primera vez en veinte años, Patsy tuvo una idea: decidle a Billy Barnes, el jefe republicano, que si elimina a Straney, nosotros eliminaremos a Blair en los tres distritos que ocupan los nuestros. Probablemente podemos garantizar una reducción de ochocientos votos sólo en el Noveno. Roscoe fue a comer con Edgar Wills, el abogado de Billy Barnes, para exponerle el plan, y después de la comida se difundió la noticia: trato hecho. El rumor sobre Straney corrió por las calles de todos los distritos en cuanto abrieron los colegios electorales, y la advertencia sobre la eliminación de Blair se extendió frenéticamente entre los demócratas en los seleccionados.