El tercer movimiento

Al anochecer del día de las elecciones, cuando los colegios estaban cerrando, delante de la barbería de Joey Corelly, en Broadway, que era uno de los colegios electorales del distrito Noveno, se presentó Fortune Micelli con doce veteranos italianos que querían votar. Todos ellos se alojaban en el distrito, en la espaciosa casa de Micelli en Broadway, que contaba con seis camastros y sesenta y dos votantes registrados. Los veteranos tenían honorables certificados de licenciamiento en la mano, pero ningún documento de nacionalización, y hablaban poco inglés. Micelli, condiscípulo de Roscoe en la escuela de enseñanza media, exigió que a aquellos héroes de guerra, que habían arriesgado sus vidas por Estados Unidos, se les permitiera votar, pero los republicanos argumentaron que era ilegal, y los gritos bilingües y los empujones se convirtieron en una tumultuosa batalla de orgullo étnico, patriotismo y fanatismo. Roscoe hizo de intérprete de los derechos constitucionales de los italianos que empujaban y gritaban, pero convino con los republicanos en que no podían votar y tenían que abandonar el colegio electoral y salir a la calle con su caos, pues la jornada electoral había terminado. Y mientras el personal de los dos partidos y los voluntarios que vigilaban la votación formaban una barrera humana para impedir el ataque de los italianos, cerraron la puerta de la barbería. En su interior, Eddie Pfister, un vendedor de suministros de fontanería que estaba en la mesa electoral de los republicanos, y Bart Merrigan, su homólogo demócrata, los únicos que aún seguían en su puesto, abrieron la urna y separaron con rapidez todas las papeletas marcadas para Straney. Trazaron una X junto al nombre de Patsy en cada papeleta, invalidándola con un segundo voto, metieron todas las papeletas en la urna y la cerraron.

Patsy ganó en el distrito, por 1.196 contra 458, y derrotó a Straney en toda la ciudad, como candidato al puesto de tasador, por 145 votos. Straney exigió una investigación policial por presunta manipulación de los votos en el distrito Noveno, pero le fue denegada.

Townsend Blair ganó en diez de los diecinueve distritos electorales de la ciudad, pero el alcalde Watt le ganó por 850 votos en el distrito Noveno, y perdió las elecciones por 1.200 votos. Tres días después de la cita electoral, Blair, en una rueda de prensa inmediatamente después del recuento que él y Straney habían exigido, expresó en voz alta por primera vez el lamento del perdedor que repetiría durante el resto de su vida: «No han contado conmigo, no han contado conmigo».