Roscoe reflexiona sobre la política y la muerte mientras le sajan el corazón

Es cierto, Rozzie, vamos a hacerte una buena raja y entonces te serraremos el pecho, te abriremos el esternón como si fuese una ostra y por ahí llegaremos a ese corazón tuyo y cortaremos una esquina de la bolsa que lo envuelve para que salga toda la puñetera sangre acumulada. Coseremos los pequeños cortes que presente tu doliente corazón, aspiraremos el viejo material coagulado y dejaremos que la sangre fresca rezume durante un rato. No podemos coser la bolsa, pues volveríamos a las andadas y tendríamos que repetir la operación. Así que la dejaremos abierta y o bien encontrará la manera de repararse a sí misma o no la encontrará. A continuación coseremos con catgut la incisión por donde hemos accedido a tu interior, uniremos el esternón, coseremos el pecho y ahí tienes, otra de las viejas toracotomías, otra de las viejas pericardiotomías. Tu sangre no volverá a escaparse y estarás como nuevo, si no te has muerto, lo cual es siempre una posibilidad, pues lo que hacemos no es fácil, puede salir mal, podemos cortarte el corazón por donde no debemos y provocar una pequeña arritmia, o podrías sufrir una apoplejía o un ataque cardiaco o un coágulo sanguíneo en el último momento. Pero es muy posible que la navegación sea plácida, como con tu barca preferida en Tristano. Piensa en esa barca.

Roscoe no solía pensar en su muerte, pues tenía la mente ocupada en muchas otras cosas. Pero ahora que la mira de frente, ¿está preparado para ella como lo estuvo Elisha? Duda. Roscoe quiere marcharse, pero no tanto, quiere moverse pero sigue haciéndose preguntas: ¿qué hizo que no debería haber hecho? No, eso no importa, Ros, no tienes tiempo. No olvides que si mueres en la mesa de operaciones ya no tendrás que proteger a Veronica, no tendrás que resolver la cuestión de Gilby y Pamela, ni lograr la reelección de Alex en un año difícil, ni determinar por qué se suicidó Elisha. Al margen de la lógica que emplees, el suicidio de Elisha no tiene sentido simplemente como el final de algo. Roscoe recuerda haber oído decir a Elisha, en un momento de desánimo, que en última instancia todo se queda en nada. «Ése es el secreto que no le cuentas a los niños —dijo—, y aunque lo hicieras, ellos no lo aceptarían.» Pero ahora Roscoe cree que al final Elisha rechazó su propia conclusión sobre la nada. Optar por la salida del suicidio suele ser una huida de lo insoportable, que no era el caso de Elisha, ¿no es cierto? O es una escapatoria cobarde, o tal vez la consecuencia de una inocencia engañosa, y Elisha no era ni cobarde ni inocente, y pocas veces se dejaba engañar. Era un hombre astuto y valeroso con múltiples razones para cuanto hacía, y ni el temor ni la inconsistencia serían los motivos básicos de su muerte. Roscoe casi está convencido de que Elisha, al deslizarse hacia lo inevitable, decidió entablar un combate póstumo con el enemigo que se estaba aproximando. ¿Y quién sería ese enemigo si no Pamela y las hienas que avanzan tras ella? ¿Y a quién podrían acercarse? No a Elisha, que se les ha escapado, por lo que sólo puede ser a Veronica, Alex o Gilby.