Beau geste (1)
En mangas de camisa, la toga colgada del perchero en el rincón, el juez Francis Finn estaba sentado a la mesa de su despacho, un muro de textos jurídicos a sus espaldas, y miraba a los dos benefactores que le habían puesto en aquella silla, Roscoe y Marcus Gorman, mientras se acomodaban en las butacas de cuero frente a él.
—¿Vamos a encontrar una manera de resolver este litigio amistosamente? —les preguntó a ambos.
—Amistosamente entre madre e hijo —respondió Marcus.
En la sonrisa de Marcus, Roscoe vio la confianza de un hombre con unos precedentes enciclopédicos sobre los indiscutibles derechos de custodia de las madres. Vamos a pasarnos aquí toda la mañana.
—Quiero hablar con el muchacho —dijo el juez—. ¿Está en la sala?
—Sí, señoría, con su madre.
—Se refiere usted a su madre adoptiva —dijo Marcus.
—Su madre de hecho, aunque no sea de hecho biológico —replicó Roscoe.
—¿Está aquí la demandante, señor Gorman?
—Sí, señor. Estamos preparados.
—Antes de que se tome acta de nada, tengo una información que merece ser divulgada —dijo Roscoe.
—Será un placer escucharla —replicó Marcus.
—No estoy seguro de que le plazca —dijo Roscoe—. Se trata de dinero. Pamela Yusupov está buscando la custodia de su hijo como un medio de obtener dinero del patrimonio paterno, el del señor Danilo Yusupov.
—Ella quiere recuperar a su hijo —observó Marcus—. El dinero es para su manutención.
—Eso es lo que dice ahora, pero estoy dispuesto a demostrar que Pamela, en busca de dinero y no de la custodia, abordó a Elisha Fitzgibbon meses antes de su muerte. Veronica atestiguará la cantidad que pidió y cuánto podrían haberle dado para ayudarla. Pamela no sólo insistió en que quería más, sino que deseaba unos ingresos regulares. Cuando Elisha se negó, ella amenazó con acusarle de ser el padre de Gilby, al que habría engendrado forzándola.
—Por el amor de Dios —dijo Marcus—. Ésa es la estrategia de la desesperación. Es un melodrama.
—Supongo, letrado, que de diversas fuentes a los dos les habrá llegado el rumor calumnioso de que Elisha se quitó la vida —dijo Roscoe—. La autopsia demuestra sin sombra de duda que no fue así, que padecía una enfermedad terminal y murió a causa de una oclusión coronaria. Podría afirmar esto con abundantes hechos y con un vigor inquebrantable de ser necesario, o bien podría sostener la hipótesis de que, si se quitó la vida, lo hizo para proteger a su esposa y su hijo. Cuando Gilby nació, Elisha se mostró del todo dispuesto a adoptarlo y criarlo como a un hijo propio, pues realmente era suyo, pero no se lo dijo a Veronica cuando aceptó la adopción. Ella todavía estaba trastornada por la pérdida de su hija de cinco años y ansiaba otro hijo. Y él no estaba dispuesto a admitir que, en un momento en que estaba bebido y carecía de dominio de sí mismo, había violado a la hermana de Veronica. Puedo afirmar que Pamela es una gran seductora, incluso cuando no se lo propone, y que innumerables hombres se han dejado arrastrar por esa verdad evidente, Elisha entre ellos. No culpo a Pamela de su relación carnal, y tampoco lo hizo Elisha. Él aceptó la culpa y cargó con la vergüenza, y más adelante hizo lo que juzgó necesario, adoptó el fruto de su pecado y vivió con él amorosamente, dando al muchacho la vida más rica y plena que un padre puede dar a su hijo. Creía haber borrado su pecado, pero he aquí que reapareció para acosarle. Pamela, la pobrecilla, que atravesaba una situación difícil, buscó en Elisha apoyo financiero, y lo desquició. Él se estaba muriendo y lo sabía, pero, cuando cuadró el debe y el haber, vio una salida. Pamela estaba decidida a destruir su reputación para chuparle la sangre con sus exigencias de dinero, pero Elisha no permitiría que sucediera tal cosa ni podía arriesgarse a que Pamela, para vengarse, no sólo le destruyera a él sino también a su hijo Alex y a su amada esposa. Y así le reveló a Veronica su vergüenza y la venganza de su hermana. Pamela no tenía ningún reparo en destruir a la familia de su hermana. Había envidiado a Veronica desde la infancia… Veronica, la más bella y la esposa afortunada; Pamela, tan por debajo de ella, siempre viéndose a sí misma como la hermana cenicienta.
—Por Dios, Roscoe —dijo Marcus—. ¿La hermana cenicienta?
—Sé que goza usted del lenguaje, letrado —replicó Roscoe—. Y entonces Elisha planeó su propia muerte, como una manera de ponerse a sí mismo y a su familia fuera del alcance de Pamela. A un cadáver no se le puede chantajear. Él sabía que quienes tuvieran conocimiento del chantaje juzgarían su muerte como el acto de un hombre deshonrado que no podía enfrentarse a la revelación pública, pero también sabía que Veronica comprendería el verdadero motivo de su acto, como así fue. Incluso, poco antes de suicidarse, le dijo a su secretaria que el enemigo se acercaba y que Roscoe comprendería quién era. Y ciertamente sé quién es, pero Elisha interpretó mal la perseverancia de su enemigo. En el tribunal, al otro lado de la puerta de este despacho, el primer día de la vista, Pamela le susurró a Veronica: «Niño sabio es el que conoce a su padre». Todos supimos qué quería decir. Su chantaje continuaría. Me pregunto, letrado, si su cliente le mencionó algo de esto.
—Es usted un maestro, Roscoe —respondió Marcus—. Sus invenciones son tan entretenidas como su retórica, pero no acabo de ver adonde quiere ir a parar. El padre del muchacho es Danilo Yusupov, un hecho que nadie discute, ni siquiera mi cliente.
—Tal vez ella cambie de idea —dijo Roscoe, y abrió su portafolio, sacó copias de los análisis de sangre de Yusupov y Gilby y se las tendió al juez y a Marcus—. El grupo sanguíneo del señor Yusupov, que es el O, no coincide con el AB de Gilby. Como usted bien sabe, señoría, tal diferencia es una base jurídicamente irrebatible para rechazar la paternidad.
—Sí, es correcto —dijo el juez.
—Esto es un fraude —terció Marcus—. Ustedes, los políticos, pueden falsificar cualquier documento, y a menudo lo hacen.
Roscoe abrió de nuevo su portafolio y tendió a sus oyentes más papeles.
—Una carta del abogado de Yusupov —explicó—, con la verificación de su análisis de sangre. Vive en Los Angeles, y puede llamarle si lo desea. Está tan ofendido como nosotros por el litigio que ha iniciado Pamela. Y finalmente —añadió mientras sacaba más papeles— los análisis de sangre de Elisha y Pamela.
—¿Cómo ha conseguido el análisis de sangre de mi cliente? —inquirió Marcus.
—Me casé con ella —respondió Roscoe—. A los dos nos hicieron análisis de sangre, y guardé los resultados. Llámeme sentimental. Los grupos sanguíneos de Elisha y Gilby son ambos del grupo AB y compatibles con el grupo de Pamela, que es el A. Esto no es una prueba determinante de que Elisha sea el padre, pero significa que podría haberlo sido.
—Necesitamos tiempo para investigar estos datos, señoría —dijo Marcus—. Hasta ahora jamás se había puesto en duda la paternidad de Yusupov.
—Muy cierto —replicó Roscoe—. Yusupov rechazó al niño y se comportó como si nunca hubiera existido, y ahora sabemos que tenía una buena razón. Y así quedaron las cosas hasta que Pamela se convirtió en una chantajista. Su historia de violación, por cierta que sea, será una mentira más cuando su chantaje y su perjurio salgan a la luz pública, y debería comunicar a su cliente, Marcus, que estamos dispuestos a demandarla por chantaje y perjurio por hacer pasar al señor Yusupov como padre de Gilby cuando sabía que no lo era. Enfrentémonos a la realidad, letrado, su cliente es una mujer intrigante y de una lubricidad perpetua, y estaré encantado de demostrarlo en caso de que sigamos adelante con el litigio. También admito la posibilidad de que estuviera confusa de veras y creyese que había engañado a Yusupov cuando, en realidad, había engañado a Elisha, o a éste cuando había engañado a Yusupov. O tal vez a John Gilbert, cuyo nombre recibió Gilby. Tal vez podría haber localizado el grupo sanguíneo del señor Gilbert e intentado que fuese éste quien la ayudara financieramente. No quiero parecer demasiado severo con Pamela por haber perdido de vista a los numerosos hombres de su vida y, por el buen nombre de Elisha, no presentaremos ningún cargo si ella desiste de seguir con esta charada. —Cerró el portafolio y siguió diciendo—: Confío, caballeros, en que mantengan la confidencialidad de estos hechos hipotéticos. La muerte de Elisha, que no es demostrable en este contexto a menos que decidamos demostrarla, se presenta como un acto heroico de redención, un beau geste, si ustedes quieren, un gesto noble, un martirio que se inflige a sí mismo un hombre santo de cuyo buen nombre no hay que privarle. No tengo ninguna intención de prolongar más este litigio, y si el letrado contrario no tiene objeción, juez Finn, propongo que anule usted la petición de custodia, tal vez considerando lo que ha dicho J. Hogan en Sobre la cuestión de Gustow, que «si bien de ordinario el padre tiene derecho a la custodia de un niño, el bienestar del niño puede estar por encima de la reclamación del padre». Confío en que ahora podamos llegar a una conclusión rápida.
El juez miró a Marcus, quien dijo:
—Hablaré con mi cliente.