Capítulo 12

TUS MANOS

 

El calor ha dado paso a una tormenta y se ha levando un viento fuerte que inclina los chopos y hace que sus hojas sean unas veces de plata y otras tan verdes. Tu manzano también se mueve, pero ese movimiento acompasado y lento de sus ramas aún pequeñas nada tiene que ver con la agitada vida de tus brazos que apenas si se paran un momento. Tus brazos y tus manos, Cris. Podría estar hablando de ellos días enteros. Me obsesionan tus manos, tus brazos, ese ir y venir continuo que los médicos llaman estereotipos y que tratan de explicar de tantas formas porque ignoran realmente el porqué de esa amalgama de movimientos. No saben nada, pero yo imagino que es la única forma —incluso más que la mirada, esa mirada tuya tan dura a veces y tan dulce siempre a nuestros ojos— para comunicar algo, lo más cercano a la comunicación. Tus brazos y tus manos son tu lenguaje instintivo, marcan tu territorio, delimitan las fronteras de tu patria privada, inaccesible, unas fronteras que abres o que cierras nunca sabré por qué, nunca nadie sabrá por qué, aunque todos manejen teorías y respuestas.

 

Imagen

 

 

 

Escribí sobre tus manos de largos dedos unos versos seguramente tan hermosos como bienintencionados:

Las manos de mi hijo

no empuñarán banderas

ni fusiles, ni moldearán el barro,

ni escribirán sonetos.

Pero las manos de mi hijo nunca harán daño.

Sus manos, sus dedos largos son torpes cuando agarran,

pero acarician tanto,

te buscan y te cercan con tanto ahínco,

que ese cerco es un canto.

¿Pero qué música extraña es la de ese canto? ¿A quién buscan realmente tus manos cuando buscan? ¿Es a mí, Cris? ¿Es a alguno de nosotros, a alguno de los tuyos?

Tu mirada. Tus ojos. Hay tanta vida dentro de tus ojos y, sin embargo, muchas veces miras como desconfiando, frunces el ceño y te agazapas; es como si te escondieras detrás de tu mirada o de pronto cierras los ojos muy fuerte ¿Por qué? ¿Qué mundo contemplas cuando aprietas los párpados como negándote? ¿Qué ves cuando nos miras serio y lejano, cuando te niegas a mirar?

También te ríes, también de pronto te ríes y en tus ojos entonces galopa la vida libremente

 

y es hermoso.