RIANO

Según el Suda era de Bene o Cereas, ciudades de Creta; fue esclavo y estuvo encargado como tal de una palestra, pero luego se educó y llegó a filólogo. Su edad es, siempre según dicho léxico, la de Eratóstenes (cf. el 679 de Dionisio), lo cual nos sitúa (cf. intr. a Nicéteto) en la segunda mitad del siglo III; parece ser imitador de Leónidas. El 476 indica relación con Trecén, ciudad de la Argólide; sus actividades críticas, entre ellas una edición de Homero, parecen presuponer estancias en Alejandría. Se sabe que, como poeta épico, escribió una Heracléada en cuatro libros y otros poemas histórico-míticos quizás escritos a la manera de Apolonio de Rodas y titulados Lo tesálico (cf. el 140 de Leónidas), Lo aqueo (cf. el 21 de Perses), Lo eleo (cf. el 313 de Calimaco) y Lo mesenio. Este último, en que Aristómenes, el caudillo de la segunda guerra mesénica (siglos VI-V), desempeñaba un señalado papel, debió de hacerle famoso y dar lugar a la creencia, alternativamente señalada en el Suda, de que pudo ser natural de Itome (cf. el 445 de Nicandro). Se conserva de él un largo fragmento en hexámetros (cf. 1 Pow.) sobre los extravíos humanos.

Como se ve, abunda en él la poesía de tipo fuertemente pederástico; choca un poco, en cambio, el tono sentimental del dudoso 484. Contra lo que podría suponerse dada su biografía, no hay en esta pequeña serie elementos eruditos, lo que hace menos probable que le pertenezca el 677 de Zenódoto, aunque, por otra parte, se ve que Riano ha leído a Leónidas (480), Calf maco (477 y 479), Mnasalces (484) y Euforión (482). La planta que Meleagro cita (776, 11) y que hemos traducido literalmente por sampsico puede ser la mejorana, pero ésta reaparece en el verso 41 con referencia a Polístrato.

475 (XII 38)

«Las Horas y Gracias te ungieron con óleo suave

y no dejas dormir ni siquiera a los viejos.

Di de quién eres, bendito, y a cuál de los mozos

adornas». Y el culo dijo: «De Menécrates».

476 (XII 58)

Sobre Trecén, cf. intr.

Es buena criadora de mozos Trecén y no yerra

quien alabe aun al último de entre sus muchachos;

pero Empédocles tanto a los otros supera cual brilla

la bella rosa en medio de las demás flores.

477 (XII 93)

La metáfora cinegética procede del 275 de Calimaco; sobre la liga, cf. el 398 de Mnasalces.

Laberinto fatal son los mozos, pues miras a uno

y quedas como en liga de cazador prendido.

Por aquí Teodoro seduce y la flor opulenta

de su carne y la intacta sazón de sus miembros;

por allá va Filocles, de cuerpo dorado y de talla

no alta, pero por gracia celestial ungido;

mas, si a Leptines te vuelves, capaz de moverte

ya no serás e inmóvil quedarás cual si acero

indomable abrazara tus piernas; tal brillan los ojos

del muchacho y él todo de pies a cabeza.

¡Salud, bellos mozos, llegad a los años adultos

y que ostentéis un día cabelleras blancas!

478 (XII 121)

Te salieron, Cleonico, al encuentro las Gracias brillantes

cuando recorrías un angosto sendero

y abrazáronte, mozo, sus manos rosadas, de modo

que eres ya una Gracia como lo son ellas.

Yo te saludo, mas lejos de mí; no es seguro

que el reseco asfódelo se acerque a la fogata.

479 (XII 146)

Sobre la metáfora, cf. 477; sobre el animal cazado, el 370 de Teócrito; sobre las redes y estacas, el 383 del mismo.

Al cervato cazado perdí y, tras haber padecido

mil fatigas poniendo mis redes y estacas,

con las manos vacías me voy mientras otros sin pena

se me llevan lo mío. ¡Sé cruel, Eros, con ellos!

480 (VI 34)

Cf. el 131 de Leónidas, 188 de Damóstrato, 335 de Calimaco y 393 de Mnasalces sobre el collar canino, la caza del jabalí y el uso del arco y aljaba.

Para Pan esta maza y el arco flechero Polieno

consagra y estos pies de jabalí y la aljaba

y este collar para el cuello del perro en memoria

de su caza al dios de los montes ofrenda.

Haz, Pan de las cimas, que siempre regrese Polieno,

el hijo de Sémilas, con botín abundante.

481 (VI 173)

Una sacerdotisa (cf. el 351 de Diotimo) de Cíbele, diosa de las montanas (cf. el 322 de Calimaco y, sobre las teas, el 389 de Erina), que con frecuencia ha tomado parte en ceremonias rituales, desmelenándose orgiásticamente, danzando y acompañando a los Galos, eunucos dedicados al culto de la diosa, consagra su cabellera al retirarse del servicio divino.

La que a la luz de las teas sus rizos sagrados

soltó a menudo uniendo, por honrar a Cíbele,

al chillar de los Galos su grito insufrible al oído,

Arquílide la frigia, la camarera, ofrenda

esta melena en la puerta a la diosa del monte,

pues ya no habrá furor en sus pies ardientes.

482 (VI 278)

Ofrenda ritual de una cabellera, similar a la del 447 de Euforión, en honor de Apolo, a quien en varios lugares se honraba con la advocación de Delfinio.

Para Febo el hermoso un hermoso regalo desprende

de su amable cabeza Gorgo, hijo de Asclepíades;

haz, Apolo Delfinio, propicio que crezca el muchacho

feliz hasta la edad de los blancos cabellos.

483 (Aten. 499 d)

No se sabe bien si el epigramatista alaba en serio o no la pobre oferta de Hipócrates, ni tampoco quién es Arquino. Se trata de un animal muy poco valioso y de un vino estropeado por la pez; en principio se empleaba este aditivo para ciertas bebidas, como hoy en el vino de resina bebido en Grecia, pero en proporciones muy ligeras; aquí por lo visto el vino se ha mezclado con la pez empleada para impermeabilizar el recipiente, elaborada con piñas y que ignoramos si era o no de buena calidad.

La mitad exactamente de pez procedente de piñas

y la mitad de vino se encierra en esta jarra,

¡oh, Arquino!, y no he visto jamás un cabrito tan flaco;

pero lo manda Hipócrates y alabanzas merece.

484 (XII 142)

El lema duda sobre la atribución; en cuanto al calificativo dado al ave y el árbol en que se posa, cf. el 398 de Mnasalces; sobre el canto del mirlo, el 384 de Teócrito; sobre la liga, el 477 de Riano.

Dexionico con liga cazó bajo un plátano verde

un mirlo y lo colgó luego por las alas;

y gemía y quejábase el ave sagrada. ¡Quién fuera,

oh, mi querido Eros y Gracias florecientes,

mirlo o tordo y pudiera en la mano del mozo encontrarse

y en ella sollozar y verter dulce llanto!