Minas en el espacio

Si vamos a construir una sociedad abocada al espacio que incremente el área de distribución del hombre y nos proporcione nuevas fuentes de materia, energía, producción industrial y conocimiento abstracto, tendremos que hacerlo pronto. Si esperamos demasiado, la población de la Tierra, cada día más numerosa y empobrecida, así como el medio ambiente del planeta cada vez más deteriorado, puede que nos haga incapaces de realizar el esfuerzo.

Pero si realmente construimos esa sociedad asomada al espacio, no podemos contar sólo con los recursos de la Tierra. Ya son bastante escasos. Debemos utilizar la energía y materiales estructurales de otras zonas, además de la Tierra. La energía, es obvio, puede llegar directamente del Sol, si construimos centrales eléctricas que conviertan la energía solar en electricidad. Pero ¿dónde se encuentran los materiales para construir en el espacio las centrales y las viviendas para miles de seres humanos?

La fuente más cercana de materiales, aparte de la Tierra, es la Luna. Científicos como el fallecido Gerard O’Neill, de la Universidad de Princeton, han planeado durante años la creación de estaciones mineras lunares. Las ventajas son que la Luna es bastante grande, está muy cerca y tiene una gravedad en superficie de sólo una sexta parte de la de la Tierra.

El inconveniente de la Luna es que se trata de un mundo «calcinado». A causa del calor y la baja gravedad, no ha retenido los materiales que se evaporan con facilidad («volátiles»). Esto significa que la Luna no tiene hidrógeno, carbono ni nitrógeno, elementos vitales. No importa cómo explotemos los yacimientos de la Luna, estos elementos deben ser suministrados por la Tierra.

El segundo mundo grande más cercano es Marte. Sabemos que Marte tiene provisión de volátiles. En Marte podemos conseguir todo lo que conseguimos en la Luna y, además, hidrógeno, carbono y nitrógeno.

Los inconvenientes son que Marte está mucho más lejos que la Luna y que su gravedad de superficie es dos veces y media más intensa que la de la Luna. Por tanto, Marte es mucho más difícil de alcanzar y cuesta mucho más extraer los materiales mencionados.

¿Algún otro lugar? Podemos contar con los asteroides. Son cuerpos pequeños, con una gravedad en superficie despreciable. Además, los hay de gran variedad de tipos químicos. Algunos son «condritos carbonosos» que contienen los elementos volátiles que necesitamos. Otros son metálicos, compuestos principalmente por hierro, níquel y cobalto, y en ellos, estos materiales estructurales ya están concentrados, junto con pequeñas cantidades de oro y platino. Otros son rocosos y tienen todo tipo de materiales de silicatos rocosos amalgamados con hierro.

Los asteroides representarían sin duda una fuente de la materia que necesitamos para construir una sociedad en el espacio, pero la desventaja es que se sitúan todavía más lejos que Marte, ya que casi todos ellos giran alrededor del Sol entre las órbitas de Marte y Júpiter.

Pero obsérvese que he dicho «casi todos». Hay algunos asteroides que han encontrado órbitas que los acercan a la Tierra, y algunos incluso los sitúan muy cerca. En 1989, uno muy pequeño pasó muy próximo, a una distancia de 700 000 kilómetros de la Tierra, menos del doble de la distancia a la Luna.

En los últimos diez años se han descubierto más de 122 asteroides capaces de aproximaciones muy cercanas a la Tierra y pueden llegar a ser un total de unos mil. También pueden ser peligrosos ya que pueden chocar con la Tierra. Una colisión así destruyó los árboles en 65 kilómetros a la redonda en Siberia en 1908, pero no mató a ningún ser humano. Se piensa que una colisión mucho más importante, hace 65 millones de años, extinguió a los dinosaurios.

En 1959 escribí un artículo en el que sugería que, una vez que los seres humanos desarrollaran la tecnología necesaria, se estableciera un vigilante espacial que acechara a estos satélites cercanos a la Tierra, para destruir a cualquiera que mostrara signos de acercarse de manera peligrosa a nuestro vulnerable planeta.

Ésta, sin embargo, era una sugerencia destructiva por completo, necesaria pero no suficiente. ¿Por qué destruir simplemente? Sería mejor pensar en capturar estos asteroides y utilizarlos como fuente de materias valiosas a partir de las cuales podamos construir la nueva sociedad.

Es posible que parezca que estos satélites cercanos a la Tierra representan un recurso muy limitado, pero si podemos encontrar un solo asteroide de hierro y níquel de un kilómetro de ancho y utilizarlo, dispondríamos de una fuente de metal durante muchísimos años. Además, son muchos los asteroides lanzados hacia la Tierra desde el cinturón, ya que sus órbitas no son fijas sino atraídas por los planetas, sobre todo por Júpiter, el gigante.

Para terminar, incluso si al cabo de un siglo nos encontramos con que hemos utilizado los mejores asteroides próximos a la Tierra y que se agota el suministro de los útiles, nuestra sociedad en el espacio seguramente habrá avanzado hasta el punto en que los viajes largos al cinturón de asteroides se habrán convertido poco menos que en rutina.

Allí dispondremos no de mil, sino de cien mil objetos, algunos de varios cientos de kilómetros de ancho. Sería un recurso lo bastante grande como para permitirnos conquistar el Sistema Solar de extremo a extremo, y poder fijar nuestra mirada en las estrellas.

Fronteras II
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