12. El nacimiento revolucionario del hombre

La época de los dinosaurios, el mesozoico (hace 850-65 millones de años)

La masa continental, Pangaea, creada por la colisión de los continentes en el periodo paleozoico se mantuvo intacta durante unos cien millones de años. Esto dio lugar a un nuevo conjunto de condiciones tectónicas, climáticas y biológicas. Pero en el periodo mesozoico las cosas se convirtieron en su contrario. El supercontinente empezó a romperse. Enormes glaciares cubrían las zonas más al sur de África-América-Australia y la Antártida. Durante el triásico (hace 250-205 millones de años), los dinosaurios evolucionaron en la tierra, y el pleisiosaurus e ictiosaurus en el mar, mientras que el reptil alado, pterosaurus más tarde dominó el aire. Los mamíferos evolucionaron muy lentamente a partir de los reptiles tráspidos. El crecimiento explosivo de los dinosaurios, que dominaron sobre todas las formas de vida terrestre vertebrada, impidió un mayor desarrollo de los mamíferos. Siguieron siendo pequeños y poco numerosos durante millones de años, eclipsados por la sombra de sus gigantescos contemporáneos, buscando comida durante la noche.

El jurásico (hace 205-145 millones de años) presenció un cambio climático importante marcado por la retirada de los glaciares, provocando un aumento de la temperatura global hacia el final del periodo. El nivel de los mares aumentó por lo menos 270 metros durante el mesozoico, alcanzando el doble de su nivel actual medio.

Se tarda bastante en romper un supercontinente. La ruptura de Pangaea empezó a principios del jurásico (hace 180 millones de años) y el último continente no se separó hasta principios del cenozoico (hace 40 millones de años). La primera separación fue sobre el eje este-oeste, en que la creación del océano Tetis escindió Pangaea en Laurasia en el norte y Gondwana en el sur. A su vez, Gondwana se escindió en tres partes en el esteóla India, Australia y la Antártida. A finales del mesozoico se produjo una escisión norte-sur, creando el océano Atlántico que separó América del Norte de Laurasia y América del Sur de África. India se desplazó hacia el norte chocando con Asia, mientras que África se desplazaba hacia el norte y chocaba parcialmente con Europa después de la destrucción del océano Tetis. De este enorme océano ha quedado sólo una pequeña parte, el actual mar Mediterráneo. En los océanos Pacífico, Atlántico e endico se dieron periodos de rápida extensión del suelo marino que contribuyeron al movimiento de los fragmentos continentales.

Durante todo el mesozoico los dinosaurios eran el grupo dominante entre los vertebrados. A pesar de la separación de los continentes, estaban firmemente establecidos en todo el mundo. Pero al final de este periodo, hace 65 millones de años, hubo un nuevo periodo de extinciones masivas, en el que los dinosaurios se desvanecieron de la faz de la tierra. La mayoría de los reptiles terrestres, marinos y voladores (dinosaurios, ictiosauros y pterosauros) fueron eliminados. De los reptiles sólo sobrevivieron los cocodrilos, serpientes, tortugas y lagartos. Esta espectacular eliminación de especies sin embargo no se limitó sólo a los dinosaurios. De hecho un tercio de todas las especies vivas se extinguieron, incluyendo los ammonites, belemnites, algunas plantas, briozoos, moluscos bivalvos, equinoides y otros.

El éxito de estas criaturas fue el resultado de su perfecta adaptación a las condiciones existentes. La población total de dinosaurios era por lo menos tan grande como la población actual de mamíferos. Actualmente en todas partes del mundo hay un mamífero ocupando cualquier espacio ecológico disponible. Podemos asegurar que hace 70 millones de años estos espacios estaban ocupados por una inmensa variedad de dinosaurios. Contrariamente a la impresión común de los dinosaurios como criaturas enormes y pesadas, los había de todos los tamaños. Muchos eran pequeños, caminaban erguidos sobre sus piernas traseras y podían correr bastante rápidamente. Muchos científicos hoy en día creen que por lo menos algunos de los dinosaurios vivían en grupos, cuidaban de sus crías y posiblemente cazaban en manadas. La frontera entre el mesozoico y el cenozoico (hace 65 millones de años) representa otro punto de inflexión revolucionario en la evolución de la vida. Un periodo de extinciones masivas preparó el terreno para un enorme paso adelante evolutivo, abriendo el paso a la aparición de los mamíferos. Pero antes de tratar de este proceso, vale la pena considerar la cuestión de la desaparición de los dinosaurios.

¿Por qué desaparecieron los dinosaurios?

Esta cuestión ha sido muy debatida en los últimos años y aunque se han hecho afirmaciones bastante confiadas, especialmente por parte de los defensores de la teoría meteorito-catástrofe, todavía no está completamente resuelta.

De hecho hay muchas teorías que han intentado explicar un fenómeno que, tanto por su apariencia espectacular como por su implicación en el surgimiento de nuestra propia especie, ha cautivado la imaginación popular durante mucho tiempo. Sin embargo es necesario recordar que este no es un acontecimiento único en la cadena de la evolución. No es la única extinción masiva, ni la mayor, ni siquiera la que ha tenido consecuencias evolutivas de mayor alcance.

La teoría que actualmente tiene más defensores, y a la que ciertamente se ha dado más publicidad, está basada en la afirmación de que el impacto de un enorme meteorito en alguna parte de la superficie terrestre tuvo un efecto similar al de un "invierno nuclear", que seguiría a una guerra nuclear global. Si el impacto fuese suficientemente grande echaría grandes cantidades de polvo y restos a la atmósfera. Las nubes densas que se formarían impedirían que los rayos de sol llegasen a la superficie de la tierra provocando un largo periodo de oscuridad y disminución de las temperaturas.

Hay pruebas empíricas que sugieren que tuvo lugar algún tipo de explosión, que podría haber sido provocada por un meteorito. La teoría ha ganado terreno en los últimos años después del descubrimiento de una fina capa de arcilla entre los restos fósiles, que podría coincidir con el efecto del polvo provocado por un enorme impacto de este tipo. Esta idea por ejemplo ha sido aparentemente aceptada por Stephen Jay Gould. Sin embargo hay una serie de dudas por resolver. En primer lugar los dinosaurios no desaparecieron de la noche a la mañana, o incluso en unos pocos años. De hecho la extinción se prolongó durante millones de años, un periodo de tiempo muy corto en términos geológicos pero suficientemente largo como para hacernos dudar de la teoría del meteorito.

Aunque no se puede descartar, la hipótesis del meteorito tienen una desventaja. Como hemos señalado ha habido muchas extinciones masivas a lo largo de la evolución. ¿Cómo se explican? ¿Realmente necesitamos recurrir a un fenómeno externo, como el impacto de un meteorito u otro cualquiera? O simplemente la aparición y desaparición de las especies tiene que ver con tendencias inherentes al propio proceso de la evolución? Incluso hoy en día podemos observar el fenómeno del ascenso y caída de poblaciones animales. Sólo recientemente nos hemos acercado al conocimiento de las leyes que gobiernan este complejo proceso. Buscando explicaciones fuera del fenómeno mismo corremos el riesgo de abandonar la búsqueda de una auténtica explicación. Es más, una solución que parece atractiva porque elimina todas las dificultades puede crear más dificultades de las que pretendía haber resuelto.

Se han planteado otras soluciones. El periodo en estudio se caracterizó por una actividad volcánica muy extendida. Esta podría haber sido la causa, y no un meteorito, del cambio climático al que los dinosaurios no pudieron adaptarse. También se ha planteado que la desaparición de los dinosaurios podría estar vinculada a la competición con los mamíferos. Se puede trazar un paralelo con la desaparición de la población autóctona de marsupiales en América del Sur debido a la presión de los mamíferos de América del Norte. De hecho, es posible que la desaparición de estas criaturas sea el resultado de la combinación de todas estas circunstancias, actividad volcánica, destrucción del medio ambiente existente, excesiva especialización, y competencia por unos recursos alimentarios escasos con especies mejor equipadas para afrontar las condiciones cambiadas. Lo principal es que no es necesario introducir factores externos para explicar este fenómeno:

"No tienes que buscar manchas solares, cataclismos climáticos o cualquier otra explicación misteriosa para la desaparición de los dinosaurios", dijo Lovejoy. "Se las arreglaron bastante bien mientras tuvieron el mundo para ellos solos, mientras no hubo ninguna estrategia reproductora disponible. Sobrevivieron durante más de cien millones de años; los humanos también deberían durar lo mismo. Pero cuando se produjo una ruptura de la adaptación, cuando los dinosaurios se enfrentaron a animales que se podían reproducir con éxito tres o cuatro veces más rápidamente que ellos, estuvieron acabados".

El terrorista cósmico, o cómo no formular una hipótesis.

El problema queda más claro si lo planteamos de la siguiente manera: muy bien, aceptemos que la extinción de los dinosaurios fue provocada por un accidente en forma del impacto repentino de un meteorito. ¿Cómo explicamos las demás extinciones masivas? ¿Fueron todas causadas por meteoritos? La cuestión tiene más importancia de lo que parece. Se han hecho intentos de demostrar que todas las extinciones a gran escala fueron el resultado de tormentas periódicas de meteoritos del cinturón de asteroides. Este es la base de la llamada "teoría Némesis" desarrollada por Richard Muller de la Universidad de California.

Algunos paleontólogos (Raup y Sepkoski) plantean que las extinciones masivas ocurren a intervalos regulares de aproximadamente 26 millones de años. Sin embargo, otros, basándose en las mismas pruebas no han encontrado ninguna regularidad en el fenómeno. Hay un desacuerdo similar entre los geólogos, algunos de los cuales plantean que hay una regularidad periódica en la aparición de grandes cráteres y otros dicen que no. En resumen, no hay pruebas concluyentes ni para la idea de intervalos regulares de extinciones masivas ni para la de bombardeos regulares de la tierra por parte de meteoritos o cometas.

Este campo tiende por sí mismo a las conclusiones más arbitrarias y sin sentido. Además, precisamente este tipo de teorías "sensacionales" son las que acostumbran a recibir más publicidad, independientemente de su valor científico. La teoría de "Némesis" es un caso típico. Si aceptamos, con Muller, que las extinciones masivas tienen lugar regularmente cada 26 millones de años (algo que ciertamente no ha sido demostrado), y si además también aceptamos que las extinciones masivas han sido causadas por tormentas de meteoritos, entonces llegamos a la conclusión de que la tierra tiene que haber sido visitada por meteoritos cada 26 millones de años, ¡tan regulares como un reloj!

La dificultad de esta idea es clara, incluso para Muller que escribe:

"Me pareció increíble que un asteroide chocase precisamente cada 26 millones de años. En la inmensidad del espacio, incluso la tierra es un objetivo pequeño. Un asteroide que pase cerca del sol tiene muy poco más que una oportunidad entre mil millones de golpear nuestro planeta. Los impactos que ocurren deberían estar espaciados al azar, no regularmente condicionados en el tiempo. ¿Qué podría hacer que chocasen conforme a un plan regular? Quizás algún terrorista cósmico nos estaba apuntando con una pistola de asteroides. De teorías ridículas se obtienen resultados ridículos".

Y Muller precisamente elaboró una teoría tan ridícula para justificar su idea preconcebida de que todas las extinciones masivas de hecho fueron causadas por impactos de meteoritos, y que eso sucedía regularmente cada 26 millones de años. Él mismo describe una acalorada discusión con Luís Álvarez, el originador creador de la primera teoría de que los dinosaurios fueron eliminados por el choque de un asteroide contra la tierra, y que era escéptico acerca de las ideas de Muller. El siguiente extracto de esta conversación nos puede dar una visión interesante de la metodología con la que nacen ciertas hipótesis:

"Supongamos que algún día encontramos un manera de hacer que un asteroide choque con la tierra cada 26 millones de años. ¿Admitirías entonces que estabas equivocado, y que se debería haber utilizado todo los datos?

"¿Cual es tu modelo?" me preguntó. Pensé que estaba evitando mi pregunta.

"¡No importa! Es la posibilidad de un modelo de ese tipo lo que hace que tu lógica sea incorrecta, no la existencia de ningún modelo concreto".

"Había un cierto estremecimiento en la voz de Álvarez. También él parecía estar enfadándose. "Mira Richí, dijo, "he estado en el negocio del análisis de datos mucho tiempo, y mucha gente me considera bastante experto. No puedes simplemente tomar un punto de vista sin pensar e ignorar algo que sabes".

"¡Estaba invocando su autoridad! A los científicos no se les permite hacerlo. Mantén la calma Rich, me dije. No le demuestres que te estás enfadando.

"El peso de la demostración te corresponde a ti", continué en un tono de voz artificialmente calmado. "No tengo que presentarte un modelo. A no ser que puedas demostrar que modelos de este tipo no son posibles, tu lógica está equivocada".

"¿Cómo puede ser que los asteroides choquen con la tierra periódicamente? ¿Cual es tu modelo? Me preguntó de nuevo. Mi frustración por poco me hace estallar. ¿Por qué Álvarez no podía entender lo que le estaba diciendo? Él era mi héroe científico. ¿Cómo podía él ser tan estúpido?

"¡Maldición! Pensé. Si es necesario ganaré esta discusión en sus términos. Inventaré un modelo. Mi adrenalina estaba fluyendo. Después de pensarlo un momento dije: "Suponte que hay una estrella hermana que orbita el sol. Cada 26 millones de años se acerca a la tierra y hace algo, no estoy seguro de qué, pero hace que asteroides choquen con la tierra. Quizás trae los asteroides consigo".

El carácter totalmente arbitrario del método utilizado para llegar a una hipótesis sin la menor sombra de base en los hechos es obvio. Si tratamos un asunto de esta manera realmente estamos abandonando el reino de la ciencia y entrando en el de la ciencia ficción, en el que todo vale. De hecho el propio Muller es lo suficientemente honesto como para reconocer que "No pretendía que mi modelo fuese tomado en serio, aunque me parecía que mi argumento se sostendría de pie si el modelo podía resistir el asalto por lo menos unos pocos minutos". Pero vivimos en la edad de la credulidad. La "teoría Némesis", que claramente no es un modelo científico sino una conjetura arbitraria, está siendo tomada con la mayor seriedad por muchos astrónomos que escudriñan el cielo buscando pistas de la existencia de esta invisible "estrella de la muerte", este terrorista cósmico que después de haber acabado con los dinosaurios volverá algún día a la escena del crimen, ¡para acabar con todos nosotros!

Aquí el problema es metodológico. Cuando Napoleón preguntó a Laplace que sitió le quedaba a Dios en su esquema del universo, éste le dio su famosa respuesta: "Sire, je naíai pas besoin de cette hypoth se". (Sire, no tengo ninguna necesidad de esta hipótesis) El materialismo dialéctico se propone descubrir las leyes inherentes del movimiento de la naturaleza. Aunque el accidente juega un papel en todos los procesos naturales, y no se puede descartar, en principio, que la extinción de los dinosaurios fuese causada por un asteroide extraviado, es totalmente contraproducente buscar la causa de las extinciones masivas en general en fenómenos externos, sin ninguna relación con los procesos en estudio. Hay que buscar y encontrar las leyes que gobiernan la evolución de las especies en el propio proceso de la evolución, que incluye largos periodos de cambio lento pero también otros periodos en que los cambios se aceleran enormemente, dando lugar a exterminaciones masivas de algunas especies y al surgimiento de nuevas.

La falta de capacidad de tomar el proceso en su conjunto, de comprender su carácter contradictorio, complejo y no lineal, es decir la falta de un punto de vista dialéctico, lo que lleva a estos intentos arbitrarios de resolver el problema recurriendo a factores extraños, como un deus ex machina, el conejo que sale del sombrero del prestidigitador. Por este camino sólo se llega a un callejón sin salida, y de los que menos salida tienen. Además, la extraordinaria propensión a aceptar los escenarios más fantásticos, que casi todos incluyen la idea de una catástrofe cósmica inevitable que significa, por lo menos, el fin del mundo, nos dice bastante sobre la situación psicológica general de la sociedad en la última década del siglo XX.

El nacimiento revolucionario del hombre

El periodo conocido como el cenozoico empieza con las extinciones masivas de hace 65 millones de años y se prolonga hasta el presente. Durante este periodo los continentes continuaron a la deriva, separándose y chocando. Esto creó nuevas condiciones medio ambientales. En los primeros 20 millones de años las temperaturas continuaron creciendo y apareció una zona tropical, en la que las condiciones en la península Ibérica se parecían a las de la selva de Malasia. El desarrollo evolutivo más importante en este periodo fue el auge extremadamente rápido de los mamíferos que ocuparon los ecosistemas que habían dejado libres los reptiles. Hace 40 millones de años habían aparecido ya los primates, elefantes, cerdos, roedores, caballos, vacas marinas, ballenas y murciélagos, así como la mayor parte de los órdenes de pájaros modernos y muchas familias de plantas.

El ascenso de los mamíferos puede ser visto como una especie de marcha triunfal, en la que la evolución progresa siempre hacia adelante, en una línea continua, culminando finalmente en la aparición del género humano, la coronación glorioso de la creación. Pero la verdad es bastante diferente. La evolución nunca fue una línea recta, como ya hemos visto. También en este periodo las épocas de intenso crecimiento fueron interrumpidas por retrocesos dramáticos, muertes y extinciones. Hace 40-30 millones de años podemos observar el inicio de un proceso de enfriamiento. La temperatura cayó continuamente durante los 25 millones de años siguientes, estabilizándose en el nivel actual hace sólo 5 millones de años. Este periodo fue testigo del primera extinción que afectó a los mamíferos.

Los primates, los antecesores de monos y hombres, se extendieron por todo el mundo. El periodo de extinción de los dinosaurios tuvo un efecto en muchas de estas familias. Las nuevas condiciones medio ambientales llevaron al desarrollo de nuevas especies, mejor adaptadas a las nuevas condiciones. Merece la pena comentar que estas nuevas condiciones afectaron principalmente a África, Eurasia y no América. Por entonces la Antártida ya había llegado al Polo Sur y empezaba a cubrirse de hielo. Los siguientes 10-20 millones de años fueron un periodo de crecimiento explosivo de los mamíferos, el mayor que nunca haya sucedido, en el que aparecieron muchas especies de simios. Sin embargo el diseño básico de los simios no cambió durante todo el periodo, hasta que un nuevo cambio climático brusco provocó una nueva transformación. Entre los paleontólogos hay considerables desacuerdos sobre cuando y cómo los homínidos se separaron de los simios. Hay indicios en restos óseos de que ya hace 14 millones de años existía una especie parecida a los simios modernos. Los científicos creen que estos huesos pertenecieron a una especie que vivió tanto en África como en Eurasia hace 14-7 millones de años. Parece que fue una especie con bastante éxito y representa el antepasado común de hombres, monos y gorilas. Entonces, hace 107 millones de años se produjo un nuevo cambio medio ambiental dramático.

La Antártida ya estaba cubierta por glaciares. El casquete polar empezó a extenderse, no sólo en el Sur, sino también en el Norte, cubriendo Alaska, América del Norte y el Norte de Europa. En la medida en que una mayor cantidad de agua quedó atrapada en forma de hielo el nivel de los mares empezó a descender. Se ha calculado que la caída en el nivel del mar fue de más de 150 metros en aquella época. Como resultado aparecieron nuevas masas de tierra, uniendo los continentes; se formaron pasadizos terrestres que unían Europa y África, Asia y América, las islas Británicas y Europa, posibilitando de esta manera la migración de las especies. El mar Mediterráneo se evaporó completamente. El clima alrededor del ecuador se volvió más seco, provocando una desertización masiva, junto con el declive de selvas y bosques, y el surgimiento de extensiones masivas de sabanas y tierra abierta. En ese tiempo Asia estaba separada de África por desiertos, separando los simios africanos de sus primos asiáticos. Inevitablemente este fue otro periodo de extinción y muerte. Pero a la vez fue un periodo de nacimiento de nuevas especies. Llegados a cierto punto, posiblemente hace 7 millones de años, el desarrolló de los mamíferos tuvo como consecuencia la aparición de los primeros homínidos (primates prehumanos).

Generalmente se acepta que el género humano tuvo su origen en África. Hace unos 5,3 millones de años el mar Mediterráneo tomo su forma actual, y una nueva especie de simio se desarrolló en África. ésta, en el transcurso de un millón de años, se desarrolló en tres direcciones diferentes dando lugar a monos, homínidos y gorilas. La separación de las tres ramas tuvo lugar hace unos 4-5 millones de años como resultado de la presión medio ambiental en África oriental. La extensión de los glaciares a África del Sur provocó un cambio dramático en África oriental, empobrecimiento severo de los bosques a causa de la disminución de la pluviosidad y de un clima en general más seco. Probablemente esta fue la fuerza motriz que llevó a la separación de las tres especies de proto simios. Hasta entonces habían vivido en los árboles, ahora tenían tres opciones:

1) Parte de ellos se quedaron en los árboles. Tuvieron que ser los más fuertes y más capaces de extraer comida de los recursos limitados. Sin embargo la disminución del hábitat boscoso tuvo que reducir severamente su número.

2) Otro grupo, obligado a trasladarse a los límites de los bosques con menos árboles y menos recursos alimenticios, se vio forzado a incrementar la variedad de su alimentación trasladándose al suelo, aunque quedándose cerca de los árboles para protegerse. Este grupo está representado por los modernos chimpancés.

3) Un tercer grupo, probablemente los más débiles y menos hábiles de la especie, se vio obligado, por la intensa competencia sobre unos recursos alimenticios escasos, a trasladarse totalmente fuera del bosque. Por lo tanto se vieron forzados, no sólo a trasladarse a tierra, sino también a tener que cubrir grandes distancias para encontrar la comida necesaria para su supervivencia. Fueron obligados a desarrollar una forma de vida nueva, radicalmente diferente de la de los demás primates.

Presiones medio ambientales en Asia causadas por cambios climáticos también empujaron a algunos grupos de monos a los límites de los bosques. Estos se convirtieron en los modernos babuinos, que se trasladan al suelo en busca de comida pero vuelven a los árboles para protegerse. Los primates tienen diferentes modos de locomoción. Los tarsier saltan y se agarran; los gibones se balancean de rama en rama; el orangután tiene "cuatro manos"; el gorila camina sobre los nudillos; el mono es un cuadrúpedo auténtico; sólo los homínidos se han aventurado a ser completamente bípedos.

"Otras especializaciones han ido junto con la utilización de las manos. Si uno va a saltar y agarrarse, lo mejor es que sea capaz de juzgar adecuadamente las distancias. Si no se puede encontrar con la mano vacía en el mejor de los casos; o en el peor de los casos puede no coger la rama en absoluto y caer. La manera de juzgar con precisión la distancia es a través de la visión binocular: enfocar los dos ojos en un objeto para tener una percepción más profunda. Esto requiere que los ojos estén situados en la parte frontal del cráneo y enfocados hacia adelante, no a los lados de la cabeza, como los ojos de una ardilla. Los antepasados de los primates desarrollaron semejante isión. Sus cráneos se redondearon para acomodarse a la nueva posición de los ojos, y con este cambio de forma se produjo un aumento de la capacidad craneal y la posibilidad de tener un cerebro mayor. Al mismo tiempo la mandíbula se hizo más pequeña. Teniendo manos, un animal no tiene que buscar la comida y cazar totalmente con los dientes. Se puede permitir una mandíbula más pequeña y menos dientes. Los simios y los monos modernos, y los humanos, tienen dieciséis dientes en cada mandíbula. Sus antecesores tenían tantas como veintidós".

El psicólogo Jerome Bruner en sus escritos sobre el desarrollo mental del niño, ha subrayado que el comportamiento habilidoso tiene mucho en común con la producción de lenguaje por una parte y con la solución de problemas por otra. Los habilidades más simples casi siempre implican la utilización de la mano o las manos guiadas por la vista. Sobre el desarrollo de la mano humana Bruner escribe lo siguiente:

"Las manos humanas son un sistema de crecimiento lento, y pasan muchos años antes de que los humanos puedan exhibir el tipo de inteligencia manual que ha distinguido a nuestra especie de otras, la utilización y producción de herramientas. De hecho, históricamente, incluso los estudiantes de evolución de primates consideraban que las manos no tenían ninguna importancia especial. Wood Jones nos quería convencer de que había poca diferencia morfológica entre la mano del mono y la del hombre, sino que la diferencia estaba en la función que les daba el sistema nervioso central. Sin embargo, como Clark y Napier han planteado, es la dirección evolutiva del cambio morfológico de la mano, desde las musarañas de los árboles pasando por los monos del nuevo mundo por los monos del viejo mundo hasta el hombre, lo que debería revelar como ha cambiado la función de la mano y, con ella, el carácter de la implementación de la inteligencia humana.

"Ese cambio ha sido constante en la dirección de una forma muy especial de desespecialización. La mano está libre de la función locomotora, de su función braquial, y de ese tipo de requerimientos especiales a los que se respondía con garras y formas exóticas de almohadillas en la palma de los dedos. Convertirse en más desespecializado en la función significa tener más variación en las funciones que puede cumplir. Sin perder su capacidad de divergencia falangeal, necesaria para el transporte de cosas pesadas, convergencia para ahuecar la mano y poder coger comida, prensibilidad para aguantar y trepar, u oposición, todo ello parte de la herencia del primate primitivo, la mano en el desarrollo tardío del primate consigue una serie de nuevas capacidades funcionales a la vez que sufre el cambio morfológico adecuado. Se añade una capacidad combinada para coger con fuerza y precisión.

"La flexibilidad de la palma y el pulgar se incrementa a través de cambios en los huesos trapecio y hamate (????) de su articulación. El pulgar se alarga y su ángulo de descanso respecto a la mano aumenta. Las falanges terminales se amplían y refuerzan, especialmente el pulgar. Napier puede estar exagerando cuando dice, "La evidencia actual sugiere que los instrumentos de piedra del hombre primitivo eran tan buenos (o tan malos) como la mano que los fabricó". Porque, seguramente, las manos inicialmente estúpidas se hicieron más inteligentes cuando se las utilizó en un programa inteligente diseñado por la cultura".

Los primeros fósiles homínidos se encontraron en África oriental, y pertenecen a la especie conocida como Australopithecus afarensis que vivió hace 3,5-3,3 millones de años. Estas criaturas eran capaces de caminar erguidas, tenían manos con pulgares completamente opuestos a los dedos y por lo tanto eran capaces de manipular herramientas. Su capacidad craneal era mayor que la de otros simios (450 cc.). Aunque no se han encontrado herramientas conectadas con estos primeros homínidos, éstas aparecen claramente cuando llegamos a las primera especie humana claramente identificable, a la que se ha dado el nombre apropiado de Homo habilis (hombre hábil), que caminaba erguido, tenía una altura de 1,20 metros y una capacidad craneal de 800 cc.

¿En que punto tuvo lugar la auténtica separación entre homínidos y simios? Los paleontólogos han discutido largo y tendido sobre esta cuestión. La respuesta la dio Engels en su brillante ensayo El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre. Pero ya había sido anticipada por Marx y Engels mucho antes en su trabajo pionero La ideología alemana, escrito en 1845:

"Podemos distinguir los hombres de los animales por la conciencia, por la religión o por lo que se quiera. Pero los hombres mismos comienzan a ver la diferencia entre ellos y los animales tan pronto comienzan a producir sus medios de vida, paso este que se halla condicionado por su organización corpórea. Al producir sus medios de vida, el hombre produce indirectamente, su propia vida material".

El papel de la fabricación de herramientas

En un intento muy superficial de desacreditar el punto de vista materialista sobre el origen de la especie humana, se dice a menudo que los humanos no son los únicos animales que "utilizan herramientas". Este es un argumento completamente vacío. Aunque se puede decir que muchos animales, no sólo monos y chimpancés, sino también algunos pájaros e insectos, utilizan "herramientas" para ciertas actividades, estas se limitan a materiales naturales que se puedan encontrar como palos, piedras, etc. Además, el uso de estos o bien representa una actividad accidental, como cuando un mono tira un palo para hacer caer la fruta de un árbol, o son acciones limitadas que pueden llegar a ser altamente complejas pero que son el resultado del condicionamiento genético y el instinto. Estas acciones son siempre las mismas. No se plantea ningún tipo de planificación inteligente, creatividad o previsión, excepto en un grado muy limitado en las especies de mamíferos superiores, pero incluso los simios más avanzados no tienen nada que se parezca a la actividad productiva de los homínidos, incluso los más primitivos.

El punto esencial no es que los humanos "utilicen herramientas". Es el hecho de que los humanos son los únicos animales que fabrican herramientas, y no como una actividad accidental o aislada, sino como condición esencial de su existencia, de la que depende todo los demás. Así, aunque desde un punto de vista genético humanos y chimpancés son prácticamente idénticos, y el comportamiento de estos animales en algunos aspectos parece remarcablemente "humano", el chimpancé más inteligente no es capaz de construir incluso la herramienta de piedra más rudimentaria producida por el Homo erectus, una criatura en la frontera evolutiva de la humanidad.

En su libro más reciente, El origen del género humano, Richard Leakey, dice lo siguiente:

"Los chimpancés son usuarios adictos de herramientas, y utilizan palos para conseguir termitas, hojas como esponjas, y piedras para romper nueces. Pero hasta ahora y a ningún nivel no se ha visto a ningún chimpancé salvaje fabricar una herramienta de piedra. Los humanos empezaron a fabricar instrumentos puntiagudos hace 2,5 millones de años golpeando una piedra contra otra, empezando la senda de la actividad tecnológica que es lo más destacado de la prehistoria humana".

Comparemos estas líneas con lo que escribió Engels en 1876

"Muchos monos usan las manos para construirse nidos en los árboles, e inclusive para levantar techos entre las ramas, con el fin de protegerse contra el clima, como lo hace, por ejemplo, el chimpancé. Con las manos toman garrotes para defenderse contra enemigos, y con las manos bombardean a éstos con frutos y piedras. En cautiverio, las usan para muchas operaciones sencillas, copiadas de los seres humanos. Aquí se advierte el gran abismo que existe entre la mano no desarrollada, aun de los monos más parecidos al hombre, y la mano humana, que cientos de miles de años de trabajo llevaron a una altísima perfección. La cantidad y disposición general de los huesos y músculos son las mismas en ambas manos, pero las del salvaje más primitivo pueden ejecutar cientos de operaciones que ninguna mano de simio conseguiría imitar; mano alguna de mono ha modelado nunca el más tosco cuchillo de piedra".

Nicolas Toth ha dedicado muchos años a intentar reconstruir los métodos con lo que los primeros humanos fabricaban herramientas y ha llegado a la conclusión de que incluso el proceso más básico de laminar una piedra no sólo requiere un considerable cuidado y destreza manual, sino también un grado de planificación y previsión.

"Para trabajar eficientemente, el picapedrero tiene que escoger una roca de la forma adecuada, aguantarla en el ángulo adecuado para golpearla; y el propio movimiento del golpe requiere gran práctica para darle la cantidad correcta de fuerza en el lugar adecuado. "Parece claro que los primeros proto-humanos que fabricaron herramientas tuvieron un buen sentido intuitivo de los fundamentos del trabajo de la piedra". Escribió Toth en una comunicación en 1985. "No hay duda de que los primeros fabricantes de herramientas poseían una capacidad mental más allá de la de los simios," me dijo hace poco. "La fabricación de herramientas requiere coordinación y habilidades cognitivas y motoras significativas".

Existe una estrecha correlación entre la mano, el cerebro, y todos los demás órganos del cuerpo. La parte del cerebro relacionada con las manos es mucho más grande que la relacionada con cualquier otra parte del cuerpo. Darwin ya sospechó el hecho de que el desarrollo de ciertas partes del organismo está vinculado al desarrollo de otras con las cuales aparentemente no está relacionado. Él denominó este fenómeno la ley de la correlación del crecimiento. El desarrollo de la destreza manual a través del trabajo proporciona el estímulo para un rápido desarrollo del cerebro.

El desarrollo del género humano no es ningún accidente, sino el resultado de una necesidad. La postura erguida de los homínidos era necesaria para permitirles moverse libremente en la sabana en busca de comida. La cabeza tenía que estar en la parte más alta del cuerpo para poder detectar la presencia de depredadores, como podemos ver en algunos otros animales moradores de la sabana como la mangosta africana. La limitación de los recursos alimenticios creó la necesidad de almacenar y transportar comida, lo que constituyó la fuerza motriz del desarrollo de la mano.

Los simios no están hechos para caminar sobre dos piernas y por lo tanto lo hacen de forma bastante patosa. La anatomía de incluso los primeros homínidos revela una estructura ósea claramente adaptada para caminar erguidos. La postura erguida tiene serias desventajas en muchos sentidos. Es imposible correr tan rápido sobre dos piernas como sobre cuatro. En muchos sentidos el bipedalismo es una postura antinatural lo que explica los dolores de espalda que han atormentado al animal humano desde la cueva hasta nuestros días. La gran ventaja del bipedalismo es que liberó las manos para el trabajo. Este fue el gran salto adelante de la humanidad. El trabajo, junto con la naturaleza es la fuente de toda riqueza. Pero tal y como señaló Engels es mucho más que esto:

"Es la fundamental y primera condición de toda la existencia humana, y ello en tal medida que, en cierto sentido, debemos decir que el trabajo creó al hombre".

El desarrollo de la mano a través del trabajo está estrechamente ligado al desarrollo del cuerpo en su conjunto.

"Así pues, la mano no es sólo el órgano del trabajo, sino también el producto del trabajo. El trabajo, adaptación a operaciones siempre renovadas, herencia de músculos, ligamentos y, a lo largo de prolongados períodos, huesos que pasaron por un desarrollo especial y el siempre renovado empleo de ese refinamiento heredado en operaciones nuevas, cada vez más complicadas, otorgaron a la mano humana el alto grado de perfección necesario para crear los cuadros de un Rafael, las estatuas de un Thorwaldsen, la música de un Paganini.

"Pero la mano no existía sola, era apenas otro miembro de un organismo integral, muy complejo. Y lo que benefició a la mano, benefició también a todo el cuerpo al cual servía, y ello de dos maneras".

Lo mismo se aplica al lenguaje. Incluso aunque los simios son capaces de producir una amplia gama de sonidos y gestos que pueden ser vistos como una especie de "lenguaje" embrionario, todos los intentos de enseñarles a hablar han acabado en un fracaso. El lenguaje, como explica Engels, es el producto de la producción colectiva, y solo puede surgir en especies cuya actividad vital dependa exclusivamente de la cooperación para producir herramientas, un proceso complejo que tiene que aprenderse conscientemente y ser transmitido de una generación a la siguiente. Sobre este tema Noam Chomsky subraya:

"Cualquiera que se preocupe del estudio de la naturaleza humana y las capacidades humanas tiene que asimilar el hecho de que todos los humanos normales adquieren el lenguaje, mientras que la adquisición incluso de sus rudimentos más básicos está bastante más allá de las capacidades del simio más inteligente"

Recientemente tratar de demostrar que el lenguaje no es peculiar de los humanos se ha convertido en una costumbre. Aunque no hay duda de que existen sistemas de comunicación entre animales, es totalmente incorrecto describirlos como lenguaje. El habla humana surge de la sociedad humana y la actividad productiva humana cooperativa, y es cualitativamente diferente de cualquier otro sistema de comunicación en el mundo animal, incluso el más complejo.

"El lenguaje humano parece ser un fenómeno único, sin una analogía significativa en el mundo animal. Si es así, no tiene mucho sentido plantear el problema de explicar la evolución del lenguaje humano a partir de sistemas más primitivos de comunicación que aparecen a niveles más bajos de capacidad intelectual".

Y de nuevo:

"Por lo que sabemos, la posesión del lenguaje humano está asociada a un tipo especial de organización mental, no simplemente un nivel superior de inteligencia. Parece que el punto de vista que el lenguaje humano es simplemente una instancia más compleja de algo que se puede encontrar en otras partes del mundo animal no se sostiene. Esto plantea un nuevo problema para el biólogo, en la medida en que, si es cierto, es un ejemplo de auténtica "emergencia", la aparición de un fenómeno cualitativamente diferente en un estadio específico de complejidad de organización".

El rápido crecimiento del tamaño del cerebro planteó problemas adicionales, especialmente en relación al nacimiento de los niños. Mientras que un simio recién nacido tiene un tamaño cerebral del 200 cc, aproximadamente la mitad de un adulto, el del bebé humano (385 cc.) es sólo una cuarta parte del cerebro humano adulto (unos 1350 cc.) La forma de la pelvis humana, adaptada para caminar en posición erguida limita el tamaño de la abertura pélvica. Por lo tanto todos los bebés humanos nacen "prematuramente" como resultado de su cerebro grande y las restricciones impuestas por la ingeniería genética del bipedalismo.

El desamparo total del recién nacido humano es evidente en comparación con cualquier otra especie de mamíferos superiores. Barry Bogin, un biólogo de la Universidad de Michigan, ha sugerido que la lenta tasa de crecimiento de las crías humanas, comparada con los simios, está relacionada con el largo periodo necesario para absorber las complejas reglas y técnicas de la sociedad humana. Incluso la diferencia en el tamaño corporal entre niños y adultos ayuda a establecer la relación maestro-alumno, en la que el joven aprende del viejo, mientras que entre los simios el rápido crecimiento lleva rápidamente a rivalidad física. Cuando se completa el largo proceso de aprendizaje, el cuerpo alcanza rápidamente el tamaño adulto con un salto repentino en el crecimiento durante la adolescencia.

"Los humanos se convierten en humanos a través de un intenso aprendizaje no sólo de habilidades de supervivencia sino también de costumbres sociales, parentesco y leyes sociales, es decir, cultura. El entorno social en el que son cuidados los bebes indefensos y educados los niños mayores es mucho más característico de los humanos que de los simios".

Organización social

La vida en la sabana abierta, con cantidad de depredadores era un asunto bastante peligroso. Los humanos no son animales fuertes, y los primeros homínidos eran mucho más pequeños que los humanos actuales. Ni tenían fuertes garras, ni dientes poderosos, ni tampoco podían correr más rápido que los leones ni otros depredadores cuadrúpedos. La única manera de sobrevivir era desarrollando una comunidad cooperativa y altamente organizada para la explotación colectiva de los escasos recursos alimenticios. Pero sin duda el paso decisivo fue la fabricación de artefactos, empezando con raspadores de piedra, utilizados para diferentes propósitos. A pesar de su engañosa apariencia simple, estas herramientas ya eran altamente sofisticadas y versátiles, cuya producción implica un grado importante de planificación, organización y, por lo menos, elementos de una división del trabajo. Aquí tenemos los auténticos inicios de la sociedad humana. En palabras de Engels:

"Ya se señaló que nuestros antecesores simiescos eran gregarios; resulta evidente que es imposible buscar la derivación del hombre, el más social de todos los animales, de sus antecesores inmediatos no gregarios. El dominio sobre la naturaleza comenzó con el desarrollo de la mano, con el trabajo, y amplió el horizonte del hombre con cada nuevo paso hacia adelante. A cada instante descubría propiedades nuevas, hasta entonces desconocidas, en los objetos naturales. Por otro lado, el desarrollo del trabajo ayudó por fuerza a unir a los miembros de la sociedad entre sí, al incrementar los casos de ayuda mutua y de actividad conjunta, y al poner en claro la ventaja de esta actividad conjunta para cada individuo. En una palabra, los hombres en formación llegaron al punto en que tenían algo que decirse. La necesidad creó el órgano; la laringe no desarrollada del mono se trasformó con lentitud pero con seguridad, gracias a la modulación para producir otras modulaciones cada vez más desarrolladas, y los órganos de la boca aprendimos poco a poco a pronunciar un sonido articulado tras otro".

La producción de herramientas, el inicio de la división del trabajo, en un principio entre hombres y mujeres, el desarrollo del lenguaje y una sociedad basada en la cooperación, estos fueron los elementos que marcaron el auténtico surgimiento del género humano. No fue un proceso lento y gradual, sino que representa un salto revolucionario, uno de los puntos de inflexión más decisivos de la evolución. En palabras del paleontólogo Lewis Binford, "Nuestra especie había aparecido, no como resultado de un proceso gradual y progresivo, sino explosivamente en un período de tiempo relativamente corto".

Engels explicó la relación entre el trabajo y todos los demás factores:

"Primero el trabajo, y con él el lenguaje: estos fueron los dos estímulos más esenciales bajo cuya influencia el cerebro del mono se convirtió poco a poco en el del hombre, que a pesar de toda su similitud es mucho mayor y más perfecto. Junto con el desarrollo del cerebro se produjo el de sus instrumentos más inmediatos: los sentidos. Así como el desarrollo gradual del habla va acompañado de modo inevitable por un refinamiento correspondiente del órgano de la audición, así el desarrollo del cerebro en su conjunto es acompañado por un refinamiento de todos los sentidos. El águila ve más lejos que el hombre, pero el ojo humano discierne en las cosas mucho más de lo que lo hace el ojo del águila. El perro tiene un sentido del olfato más fino que el hombre, pero no distingue ni la centésima parte de los olores que para los hombres son signos definidos que denotan cosas distintas. Y el sentido del tacto, que el mono casi no posee en su tosca forma inicial, se desarrolló sólo junto con la evolución de la propia mano humana, por medio del trabajo".

Los primeros homínidos tenían una dieta predominantemente vegetariana, aunque la utilización de las herramientas más primitivas como palos para excavar, les daban acceso a comida a la que no podían llegar otros simios. Esta dieta era complementada por pequeñas cantidades de carne, conseguida principalmente de animales muertos. El auténtico paso adelante se produjo cuando la producción de herramientas y armas permitió a los humanos pasar a la caza como fuente principal de alimento. Indudablemente, el consumo de carne provocó un nuevo aumento rápido de la capacidad cerebral:

"Una dieta de carne", escribe Engels, "contenía, en estado casi acabado, los ingredientes más esenciales que necesitaba el organismo para su metabolismo. Al abreviar el tiempo necesario para la digestión, también abrevió los otros procesos corporales vegetativos que corresponden a los de la vida vegetal, con lo cual ganó más tiempo, material y deseo para la manifestación activa de vida animal propiamente dicha. Y cuanto más se alejaba el hombre en formación del reino vegetal, más se elevaba por encima del animal. Así, al acostumbrarse a una dieta vegetal junto con la carne, los gatos y perros salvajes se convierten en los servidores del hombre, así también la adaptación a una dieta de carne, junto con una vegetal, contribuyó en gran medida a proporcionar al hombre en formación su fuerza e independencia corporales. Pero la dieta de carne produjo su máximo efecto sobre el cerebro, que entonces recibió un aflujo mucho más rico de los materiales necesarios para su alimento y desarrollo, y que por lo tanto pudo desarrollarse con más rapidez y perfección, de generación en generación".

Richard Leakey plantea exactamente el mismo punto, vinculándolo a un cambio fundamental en la organización social. En la mayoría de los demás primates hay una feroz competencia entre los machos para aparejarse con las hembras. Esto tiene su reflejo en diferencias considerables en el tamaño corporal entre machos y hembras, por ejemplo en los babuinos de la sabana. Se puede observar este tipo de diferencia en los primeros homínidos, como el Australopithecus Afarensis. Esto sugiere una estructura social más cercana a la de los simios que a la de los humanos. En otras palabras, adaptaciones físicas como el bipedalismo, aunque indudablemente era una precondición vital para la evolución humana, todavía no nos permiten, contrariamente a lo que sugiere Richard Leakey, caracterizar estos primeros homínidos como humanos.

Entre los babuinos de la sabana los machos (que son el doble de grandes que las hembras) dejan el grupo tan pronto como alcanzan la madurez y se unen a otro grupo, en el que inmediatamente entran en competencia con los machos establecidos por el acceso a las hembras. Por lo tanto, en términos darwinianos, estos machos no tienen ningún motivo (genético) para colaborar entre ellos. Entre los chimpancés, por otra parte, por razones que todavía no conocemos, los machos permanecen en el grupo en el que han nacido y las hembras emigran. Por lo tanto, los chimpancés machos, estando genéticamente relacionados, tienen un motivo darwiniano para colaborar, y lo hacen, tanto para defender el grupo contra extraños, como para colaborar a veces en la caza de un mono para suplementar su dieta. La diferencia en el tamaño corporal entre machos y hembras en los chimpancés es sólo del 15-20% lo que refleja el carácter predominantemente cooperativo de esta sociedad.

Mientras que la diferencia de tamaño entre machos y hembras en el grupo de Australopitecus Afarensis era tan grande que al principio se creyó que eran fósiles de dos especies totalmente diferentes, la situación cambia radicalmente cuando llegamos a los primeros miembros de la especie humana en que los machos no eran más de un 20% mayores que las hembras, como en los chimpancés, nuestros parientes genéticos más cercanos. Sobre esto Leakey insiste:

"Como han planteado los antropólogos de Cambridge Robert Foley y Phillys Lee, este cambio en el diferencial del tamaño corporal en el momento del origen del género Homo representa seguramente también un cambio en la organización social. Muy probablemente los primeros machos Homo permanecieron dentro de su grupo natal con sus hermanos, y medio hermanos, mientras que las hembras se transferían a otros grupos. El parentesco, como he planteado, realza la cooperación entre machos.

"No podemos estar seguros de qué fue lo que provocó este cambio en la organización social: la cooperación reforzada entre machos debió haber sido muy beneficiosa por algún motivo. Algunos antropólogos han argumentado que la defensa contra tropas vecinas de Homo se hizo muy importante. De manera parecida, y quizás incluso más probable, se trata de un cambio basado en necesidades económicas. Diferentes líneas de evidencia apuntan hacia un cambio en la dieta del Homo en que la carne se convirtió en una fuente importante de proteínas y energía . El cambio en la estructura dental del Homo primitivo indica que comía carne, de la misma manera que la elaboración de una tecnología de herramientas de piedra. Es más, el incremento de la capacidad cerebral que es parte del paquete Homo puede incluso haber exigido que la especie suplementase su dieta con una fuente rica en energía".

Es bien conocido que el cerebro es un órgano metabólicamente caro, que en los humanos actuales absorbe el 20% de la energía consumida a pesar de que sólo representa el 2% del peso corporal. El antropólogo australiano Robert Martin ha explicado que el incremento del tamaño cerebral en el primitivo Homo sólo se podía haber producido sobre la base de un aumento del suministro de energía, que sólo podía provenir de la carne, con su concentración de calorías, proteínas y grasa. En un principio la conseguirían de animales muertos y alguna actividad cazadora (que como sabemos se da incluso entre los chimpancés). Pero es indudable que la caza jugó un papel cada vez más importante proporcionando una dieta más variada y nutritiva, con consecuencias evolutivas de largo alcance.

Hipótesis sobre el desarrollo humano

En los últimos años ha habido una feroz polémica sobre el papel de la caza en la sociedad primitiva. Hay una tendencia a infravalorar el papel de la caza, insistiendo más en el papel de la carroñería y la recogida de alimentos. Aunque esta cuestión no está resuelta definitivamente, es difícil no compartir el punto de vista de Leakey de que el argumento en contra del modelo de cazadores-recolectores ha llegado demasiado lejos. También es interesante señalar la manera en que estas controversias tienden a reflejar ciertos prejuicios o presiones sociales y manías que no tienen absolutamente nada que ver con el tema en discusión.

En los primeros años del siglo XX predominaba el punto de vista idealista. El género humano se había convertido en humano gracias al cerebro, con sus pensamientos superiores, que propulsó todo el desarrollo. Más tarde, el punto de vista de el "hombre productor de herramientas" reemergió, aunque en una versión un tanto idealizada, en la que las herramientas pero no las armas eran la fuerza motriz de la evolución. Los terribles acontecimientos de la segunda guerra mundial provocaron una reacción contra esto, en forma de la teoría del "hombre como simio asesino", planteada, como Leakey observa agudamente, "posiblemente porque parecía explicar (o incluso excusar) los horribles acontecimientos de la guerra".

En la década de 1960 había un gran interés en el Kung San, los mal llamados "bosquimanes" del desierto del Kalahari, un grupo de gente viviendo en aparente armonía con su entorno natural y explotándolo de forma compleja. Esto encajó bien con el creciente interés por el medio ambiente en la sociedad occidental. Sin embargo, en 1966 volvió a resurgir con fuerza la idea del "hombre cazador" en una importante conferencia antropológica en Chicago. Sin embargo, esto sentó muy mal a los defensores de la "liberación de la mujer" en la década de 1970. Puesto que la caza es vista habitualmente como una actividad masculina, se sacó la conclusión bastante injustificadamente que aceptarla implicaba de alguna manera degradar el papel de la mujer en la sociedad primitiva. El poderoso grupo de presión feminista planteó la hipótesis de la "mujer recolectora" en el que se planteaba que la recogida de alimentos, principalmente plantas, que se podría compartir, era la base sobre la cual evolucionó una sociedad humana compleja.

No se puede negar el papel central de la mujer en la sociedad primitiva, que fue claramente explicado por Engels en su libro clásico El origen de la familia, la propiedad privada y el estado. Sin embargo, es un error serio interpretar el pasado con concepciones o peor, prejuicios derivados de la sociedad de hoy en día. La causa de la emancipación de la mujer no dará un solo paso adelante intentando que la realidad de la historia encaje en un modelo que se basa en ciertas modas actuales pero que está vacío de contenido. No vamos a mejorar el futuro de la humanidad pintando el pasado de color de rosa. Ni tampoco vamos a convencer a la gente de que se haga vegetariana negando el papel central jugado por el consumo de carne, la caza, y, sí, incluso el canibalismo, en el desarrollo del cerebro humano.

"Con todo el debido respeto a los vegetarianos, el hombre no pudo surgir sin una dieta de carne, y si esta última, entre los pueblos que conocemos, llevó en una u otra ocasión al canibalismo (los predecesores de los berlineses, los veletavos o vilzes, solían devorar a sus padres todavía en el siglo X), ello carece de importancia para nosotros en la actualidad".

De igual manera existía una división social del trabajo entre el hombre y la mujer en las primeras sociedades humanas. El error es confundir la división del trabajo en la sociedad primitiva, en la que no existía ni la propiedad privada ni la familia tal como la conocemos hoy en día, con la desigualdad y la opresión de la mujer en la moderna sociedad dividida en clases. El hecho es que en la mayoría de las sociedades de cazadores recolectores conocidas por los antropólogos, existe una clara división del trabajo, en el que los hombres cazan y las mujeres recogen plantas como alimento.

"El asentamiento es un lugar de intensa interacción social, y un sitio en el que se comparte la comida", comenta Leakey, "cuando hay carne, este reparto implica a menudo un ritual elaborado, que se rige por reglas sociales estrictas".

Hay una buena razón para suponer que existía una situación similar en la sociedad humana primitiva. En lugar de la caricatura del darwinismo social que intenta extrapolar las leyes de la selva capitalista para cubrir toda la historia y prehistoria humanas, todas las pruebas a nuestra disposición indican que toda la base de las primeras sociedades humanas era la cooperación, la actividad colectiva y el reparto. Glynn Isaac de la Universidad de Harvard dio un paso significativo en el pensamiento antropológico en un importante artículo publicado en Scientific American en 1978. La hipótesis de la comida compartida de Isaac pone el énfasis en el impacto social de la recolección y reparto de la comida. En 1982 en un discurso sobre el centenario de la muerte de Darwin dijo: "La adopción del reparto de la comida habría favorecido el desarrollo del lenguaje, la reciprocidad social y el intelecto". En su libro más reciente The making of mankind, (La formación del género humano) Richard Leakey escribe: "La hipótesis del reparto de la comida es una firme candidata a explicar qué es lo que puso a los primeros hombres en el camino del hombre moderno".

Los últimos dos millones de años se han caracterizado por un ciclo climático único. Largos períodos de intenso enfriamiento y avances de los glaciares han sido interrumpidos por cortos períodos de aumento de las temperaturas y retroceso glaciar. Las eras glaciales tienen una duración aproximada de 100.000 años, mientras que los períodos interglaciales duran unos 10.000 años. En estas condiciones extremas, los mamíferos se vieron obligados a desarrollar formas más avanzadas o desaparecer. De un total de 119 especies de mamíferos que vivían en Europa y Asia hace 2 millones de años, sólo nueve han sobrevivido hasta hoy en día. La inmensa mayoría de las demás o bien evolucionaron hacia especies más avanzadas o desaparecieron. De nuevo, el nacimiento y la muerte están inseparablemente ligados en el proceso, agridulce, contradictorio y dialéctico de la evolución.

La última glaciación dio paso a un nuevo período interglacial, que se ha prolongado hasta la actualidad, pero que inevitablemente llegará a su final. El Homo erectus dejó paso a un homínido más avanzado el Homo sapiens hace 500.000 años. La raza humana (Homo sapiens sapiens) representa una de las líneas evolutivas del Homo sapiens, que se ramificó hace 100.000 años. La otra línea Homo sapiens neandertalensis o bien desapareció o fue absorbida hace 40.000 años. Por lo tanto, la raza humana se desarrolló durante un período que se caracterizó por un intenso enfriamiento. Estas condiciones representaban una dura lucha por la supervivencia. Sin embargo, hubo otros períodos en que las condiciones mejoraron, estimulando el crecimiento masivo y oleadas de migraciones humanas. Era el amanecer de la edad del género humano.

Engels y los orígenes del hombre

¿Cómo resisten las ideas de Engels en El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre a la luz de las más recientes teorías de la evolución?

Uno de los más destacados paleontólogos modernos es Stephen J. Gould. En su libro Ever Since Darwin, hace la siguiente apreciación del ensayo de Engels:

"El siglo XIX produjo un análisis brillante por parte de una fuente que sin duda sorprenderá a muchos lectores: Federico Engels. (Un poco de reflexión debería disminuir esta sorpresa. Engels tenía un interés entusiasta en las ciencias naturales y buscaba basar su filosofía general del materialismo dialéctico sobre una base "positiva". No vivió para completar su "dialéctica de la naturaleza", pero incluyó largos comentarios sobre ciencia en tratados como el Anti-Dühring). En 1876, Engels escribió un ensayo titulado El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre. Se publicó póstumamente en 1896 y, desgraciadamente, no tuvo ningún impacto visible en la ciencia occidental.

"Engels considera tres características esenciales de la evolución humana: el habla, un cerebro grande y la postura erguida. Argumenta que el primer paso debió de ser una descenso de los árboles con la consiguiente evolución hacia una posición erguida por parte de nuestros antepasados moradores del suelo. "Estos simios cuando se movían a nivel de tierra empezaron a abandonar el hábito de utilizar sus manos y a adoptar una manera de andar cada vez más erguida. Este fue un paso decisivo en la transición del simio al hombre". La postura erguida liberó la mano para la utilización de herramientas (trabajo, en la terminología de Engels); el incremento en la inteligencia y el habla aparecieron más tarde".

A pesar de todo, las teorías idealistas sobre la evolución del hombre siguen manteniendo una acción constante en la retaguardia en contra del materialismo como podemos ver en el siguiente extracto de un libro publicado tan recientemente como en 1995:

"La fuerza que más probablemente ha dirigido nuestra evolución (es) el proceso de evolución cultural. En la medida en que nuestras culturas evolucionaron en complejidad, también lo hicieron nuestros cerebros, que así empujaron a nuestros cuerpos hacia una mayor capacidad de respuesta y a nuestra cultura a una complejidad todavía mayor en un proceso que se autoalimenta. Cerebros mayores y más inteligentes llevaron a culturas más complejas y cuerpos adaptados para sacar partido de ellas, lo que a su vez llevó a cerebros todavía mayores y más inteligentes"

Los idealistas han intentado demostrar una y otra vez que el hombre se distingue de los animales "inferiores" por su inteligencia superior. Según esta interpretación, el hombre primitivo, por alguna razón desconocida, primero "se hizo inteligente", luego empezó a hablar, utilizar herramientas, pintar murales y demás. Si esto fuese cierto se podría esperar que tuviese un reflejo en un aumento significativo muy temprano de la capacidad cerebral. Sin embargo, el registro fósil demuestra que esto no es así. En el transcurso de las últimas tres décadas se han dado una serie de avances muy importantes en la paleontología, se han descubierto nuevos e interesantes fósiles y una nueva manera de interpretarlos.

Según una teoría reciente, los primeros simios bípedos evolucionaron ya hace como 7 millones de años. Posteriormente, en un proceso que los biólogos denominan "radiación adaptativa", hubo una proliferación de especies bípedas (es decir, especies que caminaban sobre dos piernas), con la evolución de diferentes especies de simios bípedos, cada uno adaptado a sus propias condiciones medio ambientales. Hace 2-3 millones de años, una de estas especies desarrolló un cerebro significativamente más grande Homo erectus . Estos fueron los primeros homínidos en utilizar fuego; en utilizar la caza como una fuente importante de comida; en correr de la misma manera que los humanos actuales y en fabricar herramientas según un plan mental preconcebido. Así, el incremento del tamaño del cerebro coincide con la primera aparición de la actividad de fabricación de herramientas, hace unos 2,5 millones de años. Por lo tanto durante 5 millones de años no hubo ningún aumento significativo del tamaño del cerebro, y después de eso hubo un salto cualitativo que se puede identificar claramente con la fabricación de herramientas.

La biología molecular indica que las primeras especies de homínidos aparecieron hace unos 5 millones de años, en forma de un simio bípedo con largos brazos y dedos curvados. El proto humano Australopitecus tenía un cerebro pequeño sólo 400 centímetros cúbicos . El salto cualitativo tuvo lugar con el Homo habilis, que tenía un cerebro de 600 cc., es decir, un sorprendente aumento del 50%. El siguiente paso adelante importante fue con el Homo erectus con un cerebro de entre 850 y 1100 cc.

No fue hasta la aparición del Homo sapiens hace unos 100.000 años que el cerebro alcanzó su tamaño actual: 1350 cc. Por lo tanto, los primeros homínidos no tenían grandes cerebros. No fue el cerebro lo que potenció la evolución humana. Por el contrario, el crecimiento del cerebro fue el producto de la evolución humana, especialmente la construcción de herramientas. El salto cualitativo en el tamaño cerebral tiene lugar con el Homo habilis ("hombre hábil") y está claramente vinculado a la producción de herramientas de piedra. De hecho, en la transición de Homo erectus a Homo sapiens se da otro salto cualitativo. "La mente humana apareció en la tierra con una asombrosa rapidez," escribe John McCrone. "En sólo 70.000 años un simple parpadeo de tiempo geológico se cubre la transición de nuestros antecesores desde un simio listo a un Homo sapiens consciente de sí mismo.

"Al otro lado de la división evolutiva tenemos al Homo erectus, una bestia inteligente con un cerebro casi tan grande como el del humano moderno, y una simple cultura de herramientas y la capacidad de hacer fuego aunque un poco atrasado mentalmente . En nuestro propio lado tenemos al Homo sapiens con sus rituales y arte simbólico las pinturas rupestres, abalorios, brazaletes, lámparas decorativas y tumbas funerarias que marcan la llegada de una mente autoconsciente. Algo decisivo y repentino tiene que haber pasado, y este acontecimiento pudo ser el punto de partida de la conciencia humana".

¿Pueden los simios hacer herramientas?

Recientemente se ha puesto de moda difuminar la diferencia entre los humanos y el resto del reino animal, hasta el punto en que prácticamente desaparece. En cierto sentido, esto es preferible al sinsentido idealista del pasado. Somos animales y compartimos toda una serie de características comunes con otros animales, especialmente nuestros parientes más cercanos, los simios. La diferencia genética entre humanos y chimpancés es alrededor de un dos por ciento. Sin embargo, también en este caso, la cantidad se transforma en calidad. Este dos por ciento representa un salto cualitativo, que ha separado decisivamente el género humano de todas las demás especies.

El descubrimiento de una especie rara de chimpancés bonobo, que son incluso más cercanos a los humanos que otros chimpancés ha levantado gran interés. En su libro Kanzi, el mono al borde de la mente humana, Sue Savage-Rumbaugh y Roger Lewin han dado un informe detallado de sus investigaciones de las capacidades mentales de un bonobo cautivo, Kanzi. Sin duda el nivel de inteligencia demostrado por Kanzi es significativamente superior al que se ha observado hasta ahora en no-humanos, y en algunos sentidos se parece al del niño humano. Sobre todo parece demostrar la existencia de un potencial para, por ejemplo, la construcción de herramientas. Este es un argumento muy fuerte en favor de la teoría de la evolución.

Sin embargo, lo más significativo de los experimentos que intentaban que el bonobo fabricase una herramienta de piedra, es que fracasaron. En libertad los chimpancés utilizan "herramientas" como palos para sacar termitas del nido, e incluso piedras como "yunques" para romper nueces. Esta operaciones expresan un alto nivel de inteligencia, y sin duda demuestran que los parientes más cercanos al género humano tienen algunas de los prerrequisitos mentales necesarios para actividades más avanzadas. Pero como Hegel dijo en una ocasión, cuando queremos ver un roble, no nos damos por satisfechos si se nos muestra una bellota. El potencial para construir herramientas no es lo mismo que hacer herramientas, de la misma manera que la posibilidad de ganar 100 millones en la lotería no es lo mismo que ganarlos de verdad. Es más, cuando analizamos más de cerca este potencial se vuelve bastante relativo.

Los chimpancés modernos algunas veces cazan pequeños monos. Pero no utilizan armas ni herramientas para hacerlo; utilizan sus dientes. Los primeros humanos eran capaces de descuartizar grandes carcasas, para lo que necesitaban herramientas de piedra afilada. Sin duda, los primeros homínidos utilizaban solamente utensilios ya hechos, como palos para buscar raíces. Este es el mismo tipo de actividad que podemos ver en los chimpancés modernos. Si los humanos se hubiesen quedado en un dieta principalmente vegetariana, no hubiesen tenido la necesidad de construir herramientas de piedra. Pero la capacidad de hacer herramientas de piedra les dio acceso a una nueva fuente de comida. Esto sigue siendo cierto incluso si aceptamos que los primeros humanos no eran cazadores sino principalmente carroñeros. Seguirían necesitando herramientas para abrirse paso a través del duro cuero de los animales más grandes.

Los proto humanos de la cultura Oldowan en África oriental ya tenían técnicas bastante avanzadas para fabricar herramientas por el proceso conocido como laminación. Seleccionaban el tipo correcto de piedras y desechaban las demás; utilizaban el ángulo de golpe correcto y lo demás. Todo esto demuestra un alto nivel de sofisticación y habilidad, que no se encuentra en el "trabajo" de Kanzi, a pesar de la intervención activa de humanos tratando de animar el bonobo a fabricar una herramienta. Después de repetidos esfuerzos, los experimentadores se vieron obligados a reconocer que:

"Hasta ahora Kanzi ha demostrado un grado relativamente bajo de sutileza tecnológica en cada uno de (los cuatro criterios) comparados a los observados en el registro de la Edad Paleolítica temprana".

Y concluyen:

"Por supuesto que hay una clara diferencia entre la habilidad picapedrera de Kanzi y los fabricantes de herramientas de Oldowan, lo que parece implicar que esos humanos primitivos habían dejado de hecho de ser simios".

Entre las diferencias que separan incluso los homínidos más primitivos de los simios más superiores están los importantes cambios en la estructura corporal relacionados con la postura erguida. La estructura de los brazos y muñecas del bonobo por ejemplo es diferente de la de los humanos. Los largos y curvados dedos y el corto pulgar le impiden agarrar una piedra lo suficientemente fuerte como para dar un golpe poderoso. Este hecho ya había sido planteado por otros:

La mano del chimpancé tiene un pulgar bastante desarrollado que se puede oponer a los dedos, "pero es corto y grueso y se encuentra con el dedo índice de lado, no en su extremo. En la mano del homínido, el pulgar es mucho más largo y está girado de tal manera que se enfrenta al índice. Esto es concomitante al bipedalismo y produce un incremento mayor de destreza. Todos los homínidos parecen haber tenido este tipo de mano incluso el afarensis, el más viejo que conocemos hasta el momento . Su mano es difícilmente distinguible de la del hombre moderno".

A pesar de todos los esfuerzos para difuminar las líneas divisorias, la diferencia entre los simios más avanzados y los homínidos más primitivos ha quedado establecida más allá de toda duda. Irónicamente, estos experimentos intentando refutar la idea del los humanos como animales constructores de herramientas han demostrado justo lo contrario.

Los humanos y el lenguaje

De la misma manera que se ha intentado demostrar que la construcción de herramientas no es una característica fundamental de la humanidad, también algunos han intentado lo mismo en relación al lenguaje. La parte del cerebro conocida como el área de Broca está asociada al lenguaje y se creía que sólo estaba presente en los humanos. Ahora se sabe que esta área también está presente en otros animales. Este hecho ha sido utilizado para rebatir la idea de que la adquisición del lenguaje es exclusiva de los humanos. Pero este argumento parece bastante débil. El hecho sigue siendo que no hay ninguna otra especie aparte de los humanos que dependa del lenguaje para su existencia como especie. El lenguaje es esencial para el modo social de producción que es la base de la sociedad humana.

Para demostrar que otros animales se pueden comunicar, hasta cierto punto, no es necesario estudiar el comportamiento de los bonobos. Muchas de la especies inferiores tienen sistemas de comunicación bastante sofisticados, no sólo mamíferos, también pájaros e insectos. Las hormigas y las abejas son animales sociales y tienen formas de comunicación altamente desarrolladas. Sin embargo no se puede plantear que esto implique pensamiento inteligente, o simplemente pensamiento. Son instintivos e innatos. Y tienen un alcance muy limitado. Se repiten las mismas acciones una y otra vez mecánicamente, y no por eso son más efectivas. Muy pocos los considerarían lenguaje tal y como lo entendemos.

Se puede enseñar a un loro a repetir frases enteras. ¿Eso quiere decir que habla? Está claro que aunque puede imitar sonidos bastante bien, no comprende nada de lo que significan los sonidos. Pero precisamente la comunicación de significado es la esencia del lenguaje inteligible. Las cosas son diferentes con los mamíferos superiores. Engels, que era un amante de la caza, no estaba seguro de hasta que punto los perros y los caballos no entendían parcialmente el habla humana y se sentían frustrados por no poder hablar. Ciertamente el nivel de comprensión demostrado por el bonobo Kanzi en cautividad es bastante sorprendente. A pesar de todo esto hay razones especificas por las que ningún otro animal aparte de los humanos tiene un lenguaje. Solamente los humanos tienen un sistema vocal que les permite pronunciar consonantes. Ningún otro animal puede pronunciar consonantes. De hecho las consonantes sólo se pueden pronunciar junto con las vocales, o quedarían reducidas a chasquidos y silbidos. La capacidad de pronunciar consonantes es un producto de la postura erguida, como demuestra el estudio sobre Kanzi:

"Solo el hombre tiene un sistema vocal que le permite la producción de sonidos consonantes. Estas diferencias entre nuestro sistema vocal y el de los simios, aunque relativamente menores, son significativas y pueden estar vinculadas a la postura bípeda y la necesidad asociada de llevar la cabeza en una postura equilibrada, erguida sobre el centro de la espina dorsal. Una cabeza con una mandíbula grande y pesada obligaría a su poseedor a caminar con un ladeo hacia adelante y le inhibiría de correr rápidamente. Para conseguir una postura erguida equilibrada, era esencial que la estructura de la mandíbula retrocediese y de esta manera el sistema vocal inclinado característico de los simios tomase el ángulo recto. Junto a la reducción de la mandíbula y el aplastamiento de la cara, la lengua, en lugar de estar situada totalmente en la boca retrocedió parcialmente hacia adentro de la garganta para formar la parte posterior de la orofaringe. La movilidad de la lengua permite la modulación de la cavidad orofaringeal de una manera que no es posible en el simio, cuya lengua reside totalmente en la boca. De manera parecida la curva pronunciada en el conducto supralaringeal significa que la distancia entre el paladar blando y la parte posterior de la garganta es muy corta. Elevando el paladar blando podemos bloquear los conductos nasales, lo que nos permite formar la turbulencia necesaria para crear consonantes".

Sin consonantes no podemos distinguir fácilmente entre una palabra y otra. Sólo tendríamos aullidos y chillidos. Pueden transmitir una cantidad de información pero necesariamente limitada.

"El habla es infinitamente variada y actualmente sólo el oído humano está capacitado para encontrar las unidades con significado entre estos modulaciones infinitamente variadas. Las consonantes son las que nos permiten hacerlo". Los niños humanos son capaces de categorizar consonantes de manera similar a como lo hacen los adultos desde un estadio muy temprano, como sabe cualquiera que haya oído "hablar" a un niño. Consiste precisamente en experimentos repetidos con combinaciones de vocales y consonantes: "ba-ba, pa-pa, ta-ta, ma-ma" y sucesivamente. Incluso en este estadio inicial, el niño humano es capaz de hacer lo que ningún otro animal.

¿Tendríamos que sacar la conclusión por lo tanto de que la única razón por la que otros animales no hablan es fisiológica? Eso seria un error de bulto. La forma del sistema vocal y la capacidad física de combinar vocales y consonantes son las precondiciones físicas del habla humana pero nada más que eso. Sólo el desarrollo de la mano, inseparablemente vinculado al trabajo, y la necesidad de desarrollar una sociedad altamente cooperativa hicieron posible un cerebro mayor y el lenguaje. Parece ser que el área del cerebro relacionada a la utilización de instrumentos y al lenguaje tiene un origen común en el desarrollo temprano del sistema nervioso del niño, y solamente se separan a los dos años, cuando el área de Broca establece circuitos diferenciados con el córtex anterior prefrontal. Esto en sí mismo es una prueba llamativa del estrecho vínculo entre la fabricación de instrumentos y el lenguaje. El lenguaje y las habilidades manipulativas se desarrollaron al tiempo, y esta evolución se reproduce en el desarrollo del niño hoy en día.

Incluso los primeros homínidos de la cultura de Oldowan tenían habilidades manipulativas mucho más avanzadas que las de los simios. No eran simplemente "chimpancés erguidos". La fabricación de la herramienta de piedra más sencilla es mucho más compleja de lo que parece. Requiere planificación y previsión. El Homo habilis tenía que planificar de antemano. Tenía que saber que en algún momento en el futuro necesitaría una herramienta incluso aunque no tuviese tal necesidad en el momento en que encontraba el material apropiado. La selección cuidadosa del tipo de piedra correcto y el hecho de desechar los otros; la búsqueda del ángulo correcto para golpearla; esto demostraba un nivel de habilidad mental cualitativamente superior al de los simios. Parece improbable que por lo menos los rudimentos del lenguaje no estuviesen presentes en este estadio. Pero todavía hay más evidencias en este sentido.

Los humanos generalmente son diestros en un 90%. Este tipo de preferencia por una mano no se encuentra en otros primates. Los simios individuales pueden ser diestros o zurdos, pero la población en su conjunto se dividirá en dos mitades iguales. Este fenómeno está estrechamente vinculado a las habilidades manipulativas y al lenguaje:

"Ser diestro o zurdo está asociado con la localización de funciones en el hemisferio opuesto del cerebro. Esta localización de habilidades manipulativas en el hemisferio izquierdo en (la mayoría de) los diestros va acompañada por la localización de las habilidades lingüísticas en ese mismo hemisferio. El hemisferio derecho se ha especializado en habilidades espaciales".

Este fenómeno no está presente en el Australopitecus pero si en los cráneos más antiguos conocidos del Homo habilis, el primer fabricante de herramientas. Es bastante improbable que sea una coincidencia. Cuando llegamos al Homo erectus la evidencia es aplastante.

"Estas tres líneas de evidencia anatómica del cerebro, del sistema vocal y la capacidad de utilización de herramientas representan el principal apoyo para la noción de un proceso largo de cambios graduales en el camino hacia el lenguaje. Junto a estos cambios en el cerebro y el sistema vocal, tuvieron lugar cambios graduales concomitantes en la mano, cambios que la hicieron cada vez más un instrumento capaz de construir y utilizar herramientas".

El surgimiento del género humano representa un salto adelante cualitativo en la evolución. Por primera vez la materia se hace consciente de sí misma. En lugar de evolución inconsciente, tenemos en inicio de la historia. En palabras de Engels:

"Con el hombre penetramos en la historia. Los animales también poseen una historia, la de su descendencia y gradual evolución hasta llegar a su estado actual. Pero esa historia se hace para ellos, y en la medida en que participan en ella, eso ocurre sin que lo sepan o lo quieran. Por otro lado, cuanto más se alejan los seres humanos de los animales en el sentido más estrecho de la palabra, más hacen ellos mismos su historia en forma consciente, más se reduce la influencia de los efectos imprevistos y de las fuerzas incontroladas sobre dicha historia, y el resultado histórico corresponde con mayor exactitud al objetivo prefijado. Pero si aplicamos esta medida a la historia humana, inclusive a la de los pueblos más desarrollados de la actualidad, advertimos que aún existe una colosal desproporción entre los objetivos previstos y los resultados obtenidos, que predominan los efectos imprevistos y que las fuerzas incontroladas son mucho más poderosas que las puestas en movimiento de acuerdo con un plan. Y esto no puede ser de otra manera mientras la actividad histórica más esencial de los hombres, la que los elevó del estado animal al humano y la que constituye la base material de todas sus otras actividades, a saber, la producción de lo que necesita para vivir, o sea, en nuestros días, la producción social, se encuentre sometida ante todo al juego recíproco de efectos no deseados, provocados por fuerzas no dominadas, y mientras sólo por excepción logre los fines que persigue, pero con mayor frecuencia consiga exactamente lo contrario de lo que desea. En los países industriales más avanzados hemos dominado las fuerzas de la naturaleza, para ponerlas al servicio de la humanidad; con ello multiplicamos infinitamente la producción, de modo que un niño produce ahora más que antes cien adultos. Y cuál es el resultado? Un creciente sobretrabajo, y una mayor miseria de las masas, y, cada diez años, un gran derrumbe. Darwin no sabía qué amarga sátira escribía sobre la humanidad, y en especial sobre sus compatriotas, cuando mostró que la libre competencia, la lucha por la existencia, que los economistas celebran como la máxima conquista histórica, es el estado normal del reino animal. Sólo la organización consciente de la producción social, en la cual la producción y la distribución se llevan a cabo en forma planificada, puede elevar a la humanidad por encima del resto del mundo animal en lo que se refiere al aspecto social, tal como la producción en general lo hizo con el género humano en el aspecto específicamente biológico. La evolución histórica hace cada día más indispensable esa organización, pero al mismo tiempo la posibilita cada día más. A partir de ella comenzará una nueva época de la historia en la cual la humanidad misma, y con ella todas las ramas de su actividad, y en particular las ciencias naturales, experimentarán un avance que dejará en las sombras más densas todo lo obtenido hasta ese momento".