Notas

[1] Asimismo, las tendencias sádicas o masoquistas, incluso en un grado ínfimo, son para mí subjetivamente incomprensibles. <<

[2] Otro ejemplo de la fascinación que ejerce el pene entre las niñas. Vi una vez en la costa, cerca de Génova, a una mujer del pueblo ordenar a su hija de once o doce años lavar a un niño de dos o tres años. Como su madre no la vigilaba, la niña, en lugar de hacer lo que le habían mandado, se conformó con pasar de abajo arriba y de arriba abajo la palma de su mano sobre la parte delantera del cuerpo del niño, tratando de tropezar cada vez con el pene y el escroto y de hacerlos saltar y rebotar por aquel movimiento alternativo. Esto duró bastante rato; la cosa primero divirtió al niño, luego se echó a llorar, pero nadie reparaba en él, ya que los demás niños a los que se estaba bañando ensordecían a la concurrencia con sus vociferaciones. <<

[3] La misma niña decía que el coïtus in ore vulvae la embriagaba (mi inebriava). Por otra parte, también decía lo mismo al contemplar fotografías obscenas. <<

[4] Numerosas mujeres me han dicho que, haciendo un esfuerzo, podían retrasar, durante el coito, el momento de su eyaculación. <<