Agradecimientos
Aunque es mi nombre (Belinda Alexandra) el que figura en la cubierta de mis libros, a veces pienso que debería decir «Belinda Alexandra y compañía», porque hay muchas personas maravillosas entre bastidores que trabajan con gran denuedo para que cada libro sea lo mejor posible.
Quiero comenzar dando las gracias a mi dinámica y apasionada agente literaria, Selwa Anthony, que defendió El paisaje de los sueños de oro desde el principio y me hizo comentarios de inestimable valor durante el proceso de redacción.
También quiero dar las gracias al equipo de HarperCollins Publishers Australia por su entusiasmo por El paisaje de los sueños de oro y por todo lo que han hecho para apoyarme. En particular, quiero dar las gracias a mis maravillosas editoras, Anna Valdinger y Sue Brockhoff, junto con Amanda O’Connell, Jane Finemore y el dinámico equipo de ventas y márketing.
He tenido de nuevo el privilegio de contar como editora de este libro con Nicola O’Shea. Su estilo comprensivo y perspicaz hace que trabajar con ella sea siempre un gran placer. Gracias también a mis correctoras de pruebas, Kate O’Donnell y Chrysoula Georgopoulos.
Asimismo quiero expresar mi gratitud a los expertos y estudiosos que amablemente me ofrecieron su tiempo y compartieron sus conocimientos especializados para ayudarme en la investigación para la novela: Marina Vidal, que verificó el uso del castellano y el catalán, y que me asesoró en ciertas cuestiones culturales; el doctor Francisco J. Romero Salvadó, de la Universidad de Bristol, y el profesor Sebastian Balfour, de la London School of Economics and Political Science, me ayudaron con los datos históricos relacionados con la guerra civil española; Nathalie Meier escribió amablemente correspondencia para mí en francés y me ayudó en cuestiones culturales; y Kari Hanet compartió algunas maravillosas anécdotas y otros detalles sobre la vida en el París de la década de los setenta.
Me emocionó la ayuda entusiasta que recibí del mundo del baile mientras investigaba para este libro. En particular, quiero dar las gracias a Laurie Lubeck-Yeames y a su madre, Nicole Alderguer, por los inestimables comentarios que me hicieron sobre los libretos de ballet; a Elizabeth Platel, directora de la Escuela del Ballet de la Ópera de París, por su información sobre cómo eran la escuela y los exámenes en la década de los setenta; a Lisa Howell y Catherine Jenneke, por ponerme en contacto con diversos especialistas en ballet; y a Kate Sirvins, por ayudarme con los términos de ballet. También quiero dar las gracias a Lucy Vernon por sus comentarios sobre las escenas de baile flamenco.
Doy las gracias de manera especial a Paulina O’Kane, de la biblioteca de Ku-ring-gai, por su ayuda para organizar mis préstamos interbibliotecarios (de los que hubo casi cincuenta para este libro) y por su alegre disposición para localizar hasta los títulos menos conocidos.
Por último, pero sin que sea lo menos importante, quiero dar las gracias a mis amigos, familiares y animales por mantenerme cuerda y con los pies en el suelo. Gracias en particular a mi queridísimo esposo, Mauro, por su paciencia con las largas horas que me llevó escribir un libro cuya acción transcurre en dos países con tres lenguas distintas, dos periodos temporales y tres personajes principales. Quiero dar las gracias también a mi maravilloso padre, Stan, por la ayuda práctica que me brindó para recoger y devolver los libros de las bibliotecas en mi nombre para que no tuviera que levantarme de la mesa.
La energía y la buena voluntad de todas las personas mencionadas convirtieron la redacción de El paisaje de los sueños de oro en un placer que siempre recordaré.