El amante

De ética

 

 

ESTHER LLULL

 


Copyright © 2014 Esther Llull

Colecciones Literarias Esther Llull©

tiene todos los derechos de reproducción de la obra.

Todos los derechos reservados.

ISBN: 1500942308

ISBN-13: 978-1500942304

 

 

 


DEDICATORIA

 

 

Para mi tía Alicia y para mi amiga escritora Áurea Vicenta González, que son como madres para mí.

 

Ellas hacen

del pájaro profeta

el fuego

sometido.

Ellas hacen que el silencio de las lilas

aletee

en la tragedia de mi corazón.

 

***

 

Para todos mis lectores,

porque de pronto el templo era un circo,

todo hacía el amor

con el tambor

en un signo.

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

“Un cuestionamiento del Mismo ¯que no puede hacerse en la espontaneidad egoísta del Mismo¯ se efectúa por el Otro. A este cuestionamiento de mi espontaneidad por la presencia del Otro, se llama ética”.

Emmanuel Lévinas

 

 

“No acusar a nadie, no condescender ni a la tristeza, ni a la alegría, ni al pesar, reducir nuestras relaciones con el universo a un juego armonioso de derrotas, vivir como condenados serenos, no implorar a la divinidad, sino, más bien, darle un aviso… Esto no podía ser”.

Emil Michel Cioran

 

 

 

 

1

 

 

Nosotros necesitamos de un círculo, pienso en Minerva, mi mujer, y en mí, estamos aquí sentados, por ejemplo, con los brazos alrededor de las piernas dobladas y nuestros cuerpos se abren entre nosotros. Ella no me achaca nada, ni que mi erotismo se esté apagando por momentos. La veo durante un segundo y la veo forjar como un círculo de acero entre nosotros, algo resistente, y eso me hace tan feliz que me enciende de nuevo.

 

Sin embargo, necesito a Epicteto y a Epicuro para retomar los estudios éticos que llevo en mi mente. Soy un catedrático de ética de Universidad jubilado y ahora es cuando necesito pensar honestamente en lo que ha sido toda mi vida. Ahora es cuando toda la lucidez de un hombre se pone al descubierto.

 

Y esta noche intentaré fijarlo en palabras. Pero como niños seguimos recorriendo semicírculos, montados sobre verjas, sobre los desfiladeros donde el tren pasa, mi tren sí ya pasó hace mucho, pero la vida se nos da en círculos y podemos remontar sobre ella y sobre las pasiones.

 

Mañana vamos hacia Piamonte en donde llegaremos a través de un tren desde París. ¿Por qué he escogido el Piamonte italiano para veranear en estas vacaciones? Porque me encanta el vino de Barolo italiano de esa zona, es un vino suave, balanceado, intelectual, porque da que pensar. Y esa región es muy tranquila, la Universidad de Turín me servirá de refugio y su gran biblioteca será mi respaldo intelectual.

 

El esplendor de las flores difundiendo una fluida luminosidad y el encanto grisáceo de aquellos oscuros círculos de la Universidad de la Soborna, pienso en toda mi vida anterior y en lo que se resume ahora. Y soy capaz de condensarla en la mirada de las pequeñas y brillantes hojas del manzano que reluce en la entrada de la casa, danzando sin liberarse, rígidamente destellantes, entre las flores de motas rosadas.

 

En realidad es Minerva con su cuidado del jardín quien me hace pensar todo esto, y Epicuro el filósofo griego con su sabiduría alrededor del jardín.

 

Actuar con moderación en estas circunstancias de crisis y de sentido vital no tiene sentido muchas veces, es como si estuviéramos alrededor de un campo de minas. Oscuros y siniestros pensamientos con los que se me advierte. Por eso, he decidido viajar con mi mujer, salir de aquí. Buscar una nueva naturaleza.

 

El productivismo, el time is money, la eficiencia, el mercado, esos eran o son los valores supremos. Sin embargo, en el arte de vivir, tal vez, esos valores no lo sean. No lo son. Es por lo que me he encomendado escribir una nueva ética para la razón.

 

El sistema se ha vuelto ingobernable, pero la gente se aferra a él porque teme el cambio. Ya no tiene gusto por la aventura natural.

 

Y no se trata de eliminar el mercado sino sólo de evitar que las inversiones y decisiones económicas condicionadoras del futuro se impongan obedeciendo a la lógica mercantil del dinero y no a los intereses vitales de la humanidad. El sistema mercantil, cuyos ácaros corroen el paisaje y las relaciones humanas, cumple así su función de intercambiar y de producir riqueza. Y parece todavía como si la naturaleza nos preservara de la codicia de estos tecnobárbaros, como si aún pudiéramos preservarnos de ellos, viajando a estas otras latitudes más naturales.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

2

 

 

Siempre fui muy consciente con la búsqueda de los verdaderos valores en el hombre.

 

Esa cosa ingenua de escribir, ese descubrimiento de “algo” que busca el escritor original, eso es muy difícil lograrlo de primera mano. El poeta está buscando siempre el inconsciente, el original, aquello que le hace desaguarse de sí mismo, pues está trazando otros ríos o torrentes.

 

Pero hay que destacar también  la gran y refinada labor del “copista” amanuense de la Edad Media, por rescatar el saber y transmitirlo, por ejemplo, por rescatar a Aristóteles, a Platón, a todos los libros antiguos que nos han quedado. Esto ha sido muy costoso.

 

Tendríamos que volver, sí, a recuperar ese sentido de lo sagrado que hay en la escritura antigua. Pero al copista medieval se le atribuye también los mismos dones sagrados, el mismo misterio humano que al escritor original al que imita. Su verdad, su búsqueda, todo merece la pena de él.

 

Que la realidad simbólica es esencial, lo es por la palabra también.

 

Hay que pensar que no es inútil esta labor tampoco, que consiste en una etapa muy importante de la historia, a partir del siglo XII, cómo fuimos salvando las copias de todos los textos importantes, sobre todo, de lo que nos legaron los griegos y los romanos y todo empezó a aflorar desde ahí. Y afloró la modernidad y el Renacimiento.

 

Normalmente la cobertura de las ciencias llamadas humanas o sociales nos presentan una nueva máscara de las cosas, habiendo renegado del antiguo régimen pero ¿qué lazos nos comunican aún con él? A través de la institución y el poder se pueden descubrir, aun cuando haya que trazar la separación.

 

Estoy esperando a Minerva, de un momento a otro vamos a coger el tren. Ella no tiene máscaras, es una mujer que me dice que usa un maquillaje muy fino.

 

¯Sí, uso Lily Lolo. Toda mi vida he usado un maquillaje fino, por eso tengo el cutis muy refinado, como lo tenía mi madre.

 

Sus ojos son grandes, es lo que más me enamoró siempre de ella, su capacidad de persuasión a través de la mirada de sus ojos oscuros profundos, como un niño que te está pidiendo un poco de leche para comer. Siempre fue un ser humano con una conciencia más grande que ella. Siempre ha sido bibliotecaria pero siempre ha sido una mujer intelectual y de su tiempo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

3

 

 

Todas las revoluciones se producen por las diferencias sociales, pero es en Francia donde realmente se asientan los ideales de la Ilustración, la razón. La Francia intelectual, esto no lo tienen los ingleses. Gran Bretaña tiene la revolución industrial, pero la época del imperialismo hasta nuestros días también fue muy dura para los ingleses. Hubo matanzas, como las de África, India,...

 

Gran Bretaña tiene un papel fundamental en la revolución industrial y sienta las bases de la Ilustración. Ella sienta las bases pero Francia las desarrollará yendo más lejos. Aunque la revolución americana de 1776 también desarrollará y llevará más lejos esas bases. A nivel global lo que ha triunfado es el imperialismo anglosajón, sobre todo, de los Estados Unidos, como potencia militar y económica, lo que ha implicado una imposición cultural al resto del mundo, que cada vez va perdiendo más peso en favor de Asia, que actualmente es la fábrica del mundo y el lugar de mayor desarrollo.

 

Cuando se convierta Asia en la mayor potencia veremos como las ideas orientales se van imponiendo sobre las demás. Que haya triunfado algo no implica que sea mejor que otra cosa, sobre todo si viene impuesto.

 

En 1947 los librecambistas de Washington tuvieron que ceder frente a la necesidad política de planes de desarrollo proteccionistas en torno al bloque comunista, lo que propició el sorprendente éxito del plan Marshall en Europa y el milagro de Oriente asiático. Quizá sea una vana esperanza que Osama Bin Laden y las actuales amenazas terroristas puedan desempeñar el mismo papel que Karl Marx y sus herederos en aquellas dos ocasiones, pero parece como si la pobreza generada por el fundamentalismo de mercado no pudiera abordarse si no es al calor de las crisis, como la de la Revolución Francesa que eliminó la fisiocracia, la Verein für Sozialpolitik alemana que creó el Estado del Bienestar moderno a raíz de las revoluciones de 1848 a 1871, y la política ilustrada del plan Marshall que creó la riqueza que puso freno al comunismo. Lo que todos esos acontecimientos tienen en común es el abandono temporal del libre comercio a fin de promover el desarrollo como objetivo político y no sólo social.

 

Hasta la victoria del Consenso de Washington sobre las instituciones de desarrollo de la ONU, la opción preferida consistía en industrializar a los países pobres aunque su industria no fuera a ser competitiva en el mercado mundial durante mucho tiempo. La conversión del libre comercio en eje del sistema económico mundial al que deben ceder todas las demás consideraciones ha dejado como única opción viable el colonialismo del bienestar. La opción alternativa de desarrollar el mundo pobre ha desaparecido porque muchos desean mantener el libre comercio como núcleo incuestionable del orden económico mundial.

 

A nosotros los franceses se nos achaca que hemos sido más violentos en la historia de nuestra revolución que ningún otro pueblo. Pero es porque los efectos sutiles del librecambismo inglés son más refinados pero igualmente letales si nos fijamos en los resultados.

 

Minerva y yo nos encontramos al pie del tren, subimos y nos acoplamos y  reconfortamos en nuestros asientos. Nos espera un viaje largo de seis horas.

 

¯En realidad, resulta insultante para todo el mundo un sistema político y económico consagrado a la desigualdad, incluso para aquellos cuyos recursos se benefician de la injusticia. Vivir bien tiene una dimensión social, y no vivo tan bien si vivo en una comunidad en la que otros consideran que mis esfuerzos por llevar una buena vida son empeños que carecen de importancia ¯le digo a Minerva que me mira con cierto desagrado, como si quisiera sojuzgarme por mis pensamientos.

 

¯Vivir bien, esa debería ser toda la filosofía ¯me responde¯. En realidad, en el arte de vivir bien fueron los griegos y lo clásicos los que mejor se acercaron a ese pensamiento. O hicieron más por procurarlo. Ahora no se presta atención a vivir bien, tienes razón, simplemente se presta a “vivir” y eso ya es un reto. Al menos, procurarnos las técnicas que nos permiten un cierto desarrollo económico. Pero en eso estamos todavía.

 

¯La democracia responde a la pregunta: ¿quién es titular legítimo del poder?, y dice que el pueblo. El liberalismo responde a la pregunta sobre cuáles deben ser los límites del poder, y responde que cuanto más limitado sea mejor. En este sentido sabemos ahora que la revolución americana fue más liberal que democrática, y la francesa más democrática que liberal. De hecho impuso a ratos una democracia absolutista ¯le respondo a Minerva girando un poco la pregunta hacia otros principios de legitimación de acción, pero de nuevo nos encontramos en un agujero negro del problema: Cómo vivir bien y cómo ser correctos o buenos, que es lo que nos pide la ética.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

4

 

 

Este es un tren de alta velocidad, en realidad ni a Minerva ni a mí nos disgusta viajar en avión, pero hemos preferido coger el tren, porque desde hace un tiempo queremos hacerlo todo más despacio, como en los viejos tiempos, porque ellos nos traen recuerdos pasados. Porque la vida sin recuerdos o rememoranzas está vacía. Y porque queremos hacer las cosas despacio, pausadamente, en este nuestro último pasar por la vida, de nuestra última estación. Son solo seis horas, tenemos un restaurante y un servicio a la carta. Este tren se dirige hacia todo el norte italiano y hace una primera parada en Turín, donde nos bajaremos. Allí algunos colegas míos de la Universidad nos esperan, donde daré una conferencia al día siguiente y nos invitarán a una cena con otros alumnos y profesores.

 

¯Cuando el Presidente Clinton luchaba por equilibrar el presupuesto federal en 1993, uno de sus consejeros dijo desesperado que si volviera a nacer le gustaría reencarnarse en el “mercado” ¯le digo a Minerva que abre la boca como si tuviera sueño¯, porque es claramente el elemento más poderoso. Sin embargo, aunque parece que el mercado es el resultado anónimo de infinitas decisiones individuales, no todas las decisiones tienen el mismo valor.

 

¯¿Las decisiones del mercado, dices?

 

¯La idea de control es lo que está detrás de todo y es lo que permite describir también las tensiones entre el “poder formal” y el “poder informal”. Tomemos el caso de los monarcas y los validos. ¿Quién dependía de quién? Había un control y una dependencia circulares. En último término, el control, la toma de decisiones, lo tenía el “poder formal”, pero ¿cuántas veces se atrevió a ejercerlo?

 

¯El poder formal, exactamente. Y ¿por qué no se usa?

 

¯No se usa porque al hombre le ha dado miedo esta idea de control. Ha preferido otorgarlo todo a la técnica. Le da miedo desarrollar su ingeniosidad, lo que tiene relación con su creatividad. Prefiere dejarlo aparcado a lo que digan los otros. Esto es lo que ha pasado, ha habido dejación de poderes. Pero por otra parte, el poder formal se usa más de lo que se quisiera, siempre hay hilos invisibles. El poder formal, te quiero decir, es lo único que existe.

 

¯Y eso ¿qué significa para ti?

 

¯La historia nos enseña que para protegerse de los excesos del poder no es solución intentar eliminarlo, porque sería inútil. Todas las revoluciones han derrocado un poder para sustituirlo por otro. La solución es controlarlo. Y ahora comprendemos los principios políticos que los antiguos desconocían o conocían de forma imperfecta, entre ellos el de los frenos, equilibrios y controles legislativos.

 

El profesor mira hacia el horizonte a través del ventanal del tren donde la raya del cielo se separa de la tierra y continúa su aserto.

 

¯La Edad Media ahí es donde nace la organización jerárquica del poder, precisamente para separarse de la sociedad primitiva a la que censura tan profundamente a través de sus libros. Creo que la jerarquía de poder y también la idea de control, que es otra forma de poder mediante procesos de relación, es lo que hay que estudiar, y no solamente el problema del líder democrático o del jefe. Creo que en la Edad Media es donde está concentrado todo el problema de construcción de poder y ellos lo consiguen separando la realidad numinosa de un mundo oscuro con otra realidad que ellos llaman la ciencia y que es la que censura a la otra realidad, que ellos llaman la cultura o lo primitivo. Pero todavía esta jerarquía de poder es algo demasiado arcaica, demasiado pesada, se pueden ver sus fundamentos claramente en los elementos de jerarquización y de control. Todavía esta forma no es tan sofisticada como hoy día, en que todo lo decide una máquina de decisión, una máquina sin escrúpulos ni sentimientos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

5

 

 

El maduro profesor de ética, Gilles, mira por la ventanilla del tren la imagen de un barranco de madera. Piensa que la vida comenzará de nuevo el día en que, al abrir la portezuela del tren, vea a su alrededor a los profesores con sombrero, haciéndole una reverencia y un homenaje final a toda su trayectoria vital como profesor. Y tiene a Minerva a su lado todavía. “Voy a estremecerme de emoción, voy a echarme a llorar”, piensa.

 

El jefe de estación está presto cuando el tren se para en una estación de paso, están llegando a su destino, y se apronta para dar una señal de la partida, suena un pitido sordo: en un minuto más, el tren partirá exhalando un suspiro de aire ferroso. Uno querría decir algo, experimentar algún sentimiento que fuera adecuado a las circunstancias, pero algo traba el espíritu del profesor y el de su bella esposa y sella sus labios.

 

Pero el día es todavía un paquete sellado. No lo examinaré, piensa, hasta que no descienda del tren al atardecer. Ni siquiera lo aspiraré hasta no haber aspirado el aire verde y frío de los campos. Pero, felizmente, éstos no son ya los campos de Francia: éstos son los cercos del Piamonte: los hombres en estos campos trabajan de verdad llenando carretas de heno y aquéllas son vacas de verdad: ellas no se asemejan a las vacas de Francia. Sin embargo siento todavía en las narices el olor de los viñedos. Todavía tengo en los ojos el resplandor de la superficie verde y ocre barnizada y reluciente de las hectáreas de terrazas de viñas.

 

Las casas son todas de vidrio de festones relucientes. No se ve desde el tren otra cosa que puertas, cocheras y cortinajes de encajes, pilares y columnas, y peldaños de mármol blanco. Pero ya salimos del campo y entramos en el recinto ciudad.

 

El olor del heno y de los campos de trigo y amapolas comienza a extinguirse. Ahora huelo a madera barnizada y a desinfectante. Vuelvo a asomarme a la ventanilla. El aire frío, el aire salado con olor a campos de berzas, penetra violentamente por mi nariz hasta mi garganta. El campo sigue predominando ahí. Minerva deshace un paquete atado con un nudo de algodón. Son sus pasteles de merengue preferidos que trae desde Francia.

 

Estoy confortablemente sentado en mi rincón en el tren de alta velocidad del norte de Italia, en este tren rugiente, sigiloso, como una sílfide, y silbante que se desliza con tanta suavidad y que va aplastando los setos y alargando las colinas. Pasamos como un relámpago por delante de los semáforos haciendo balancearse suavemente la tierra. La distancia se cierra para siempre en un punto.

 

El horizonte se cierra sin cesar delante de nosotros y nosotros volvemos a abrir una brecha en él. Los postes de electricidad surgen y desaparecen. Ahora nos precipitamos dentro de un túnel. Y yo veo reflejarse imágenes a lo largo del túnel, en el vidrio resplandeciente de la ventanilla del compartimento.

 

Mientras el tren pasa junto a estas rocas rojas, junto a este mar azul, el período universitario que acaba de terminar adquiere forma detrás de mí. Veo su color. Junio era blanco. Veo los campos blancos de margaritas, y los trajes blancos, y las canchas de criquet marcadas con rayas blancas. Luego vino el viento y los truenos. En aquellas noches siempre había una estrella cabalgando entre las nubes y yo le decía a la estrella: “Consúmeme”. Minerva lo sabe muy bien porque ella me respondía: “No, que me consuma a mí, a mí”.

 

Los dos nos debatíamos en una lucha inextricable contra la mortalidad, sin ser consciente de qué era aquello y ahora que vamos siendo más conscientes los dos, la batalla, sin embargo, por existir no ha terminado, o al menos seguimos debatiéndonos entre nosotros. Esto siempre ha hecho que nuestro matrimonio durara y durara. En verdad, en mucho de sus aspectos de resistencia era así.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

6

 

 

¯Aunque Moore es intuicionista, es decir, no admite que lo bueno pueda ser descubierto o demostrado según reglas científicas o probado, sino que es una verdad “autoevidente” o intuitiva… pero una ética kantiana que tiene el convencimiento de que el mundo debe ser creado por la moral, para un mundo mejor, esta será una idea que será luego retomada en el siglo XX por Habermas y Rawls.

 

¯Profesor, estamos muy honrados de recibirle aquí en la Universidad de Turín.

 

En ese momento, el Decano de la facultad le tiende la mano y le saluda, mientras Gilles sigue aún enfrascado en conversaciones filosóficas con otros colegas y amigos.

 

¯Pero siga, profesor, no se corte ¯le interfiere uno de sus incondicionales admiradores entre los alumnos.

 

¯En definitiva, cuando nos adentramos en estas otras éticas se cae, por un lado, en un relativismo escéptico en ética, no podemos demostrar lo que es bueno o malo salvo por intuiciones o autoevidencias. Y en buena lógica, también se cae en un dogmatismo o en una verdad dogmática al querer imponer ésta sin tener más que una pura intuición de ella. De modo que, desde una pura arbitrariedad, también podemos negar la libertad e imponer la tiranía. Por eso, la libertad también necesitaría de razón.

 

¯Genial, profesor. Para ¿cuándo será la conferencia?

 

¯La conferencia ya está anunciada para mañana por la tarde en el Aula Magna. No os la perdáis ¯sugiere a todos los presentes el director del Departamento que se encuentra junto al Decano y al Profesor visitante.

 

¯Profesor, diga algo más. O termine su discurso de ahora.

 

¯La culpa, tal vez, está en que no hemos leído bien a Kant ni a Hume. Y que el intuicionismo y el positivismo analítico fueron los que se impusieron ganando. ¡Lástima! Muchas gracias por venir a verme. Os lo agradecemos sinceramente, mi mujer, Minerva, y yo.

 

Minerva que también está presente saluda con la mano a algunos de sus incondicionales alumnos y admiradores que la rodean creando así una expectación elevada.

 

Minerva es una mujer de unos sesenta años con el pelo muy blanco y unos ojos profundos y lánguidos. Sus cabellos son largos y están algo despeinados, porque unas virutas de madera que procedían de una obra de carpintería en la entrada del recinto capitular cayeron sobre su cabeza cuando se alzó un viento inesperado. Pero eso le daba un aspecto más genial aún, ella era la ninfa de los bosques y era Minerva y la sabiduría.

 

Ella vigilaba siempre del profesor y maestro. Sus cuerpos estaban siempre próximos, escuchaban la respiración del otro.

 

Las palabras que se mueven oscuramente, en las profundidades de sus cerebros, romperán este nudo de dureza enrollada como en un pañuelo. Ellos se han entendido siempre así.

 

Al mismo tiempo, en idéntica forma mientras ella lo observa, el deseo de poseer o de saber, debe oscilar, como la luz que penetra y sale por entre las hojas de aquellas hayas. Ella sabe muy bien encontrar ese punto que la hace temblar pero no escabullirse ni huir.

 

No, no hemos leído bien a Kant. Para Kant, como quiera que las inclinaciones naturales son, según él, de algún modo perversas, y que el ser humano sólo es dado a amarse a sí mismo espontáneamente, la moral kantiana nunca propondrá como finalidad la persecución de la felicidad propia, y si acaso propone la búsqueda de la felicidad ajena y sólo en tanto ello suponga violencia para nuestras naturales inclinaciones. Pero aún así, tanto Kant como Hume denuncian el naturalismo, las cosas porque tengan una explicación natural no significa que tienen que ser así, ellos sí creen que el mundo se puede mejorar. Una ética kantiana tiene el convencimiento de que el mundo debe ser creado por la moral, para un mundo mejor.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

7

 

““La evidencia racional es sólo intuición empobrecida”, nos dice Zubiri. Hay que comprender esta frase, porque entraña una paradoja, como todas las que hace Zubiri, hay que entender que la intuición es riqueza, no obstante, está llena de matices, la intuición es rica ciertamente, pero la evidencia racional lo que nos da es exactitud y precisión. Aunque el concepto de la realidad no sea más que aproximado. Pensar que a fuerza de determinaciones conceptuales evidentes llegaríamos a aprehender totalmente lo real intuido mediante predicados infinitos es la gran ilusión de todo racionalismo, especialmente de Leibniz. Pero no se puede pedir tanto a la razón.”

 

Con esta frase termina su conferencia en el Aula Magna el Profesor Gilles. Ha sido un discurso sobre las posibilidades del cognitivismo normativo y del conocimiento ético. La visión ha quedado así clarificada.

 

¯El discurso ético y político, en último término, se adhiere a una racionalidad, pero responde a un lenguaje simbólico.

 

Sigue el profesor intentando agradecer a los presentes en los pasillos por su comparecencia a la reunión. Todos han quedado muy agradecidos con su discurso.

 

Simone, una alumna de doctorado, se acerca hacia él y le agradece su presencia.

 

¯En este caso, esta encarnación del poder simbólico se basa en el Mercado, pero antiguamente, con la Edad Media, lo fue encarnándose a través de la Ley ¯dice Simone objetando algo al Profesor¯. Se lo digo porque estoy preparando mi tesis sobre los poderes simbólicos en la Edad Media. Mi nombre es Simone, estoy aquí solo como alumna temporal, yo he estudiado en la Universidad de Sevilla en España.

 

¯Ah, sí, conozco su Universidad, es una gran ciudad muy bella e histórica también.

 

¯Sí, lo es.

 

¯Esa idea del poder simbólico me sigue pareciendo brillante. Es como la idea de la “mano invisible” del comercio que me sigue pareciendo una idea totalmente brillante también, porque lo decisivo para el mercado es que no pueda ser atacado, es que sea invisible, y así es como se consigue, a través de su invisibilidad, su indemnidad. Cuanto más invisible es el mercado, menos puede ser atacado. Y esto confirma también una ley del Poder, que siempre se basa en la “encarnación” de otra cosa “simbólica” para poder vehicular el objeto del deseo de poder y de poder gobernar. Por eso, el poder simbólico es tan importante.

 

¯Oh, es genial.

 

¯Me interesa mucho su trabajo. Venga esta noche a cenar con nosotros.

 

 

 

 

 

 

 

 

8

 

 

¯Minerva me decía que el otro día leía a María Zambrano, sobre su historia sacrificial de un ídolo y una víctima, ¿no es verdad, querida? Y que esta filósofa decía que teníamos que mirar a la realidad con ojos amorosos, que sólo así podríamos salir adelante. Por eso brindemos con este buen vino de Barolo, ¡oh, exquisito!, como solamente se sabe hacer aquí en el Piamonte y brindemos por los ojos amorosos con que hemos de mirar la realidad.

 

Todos sonríen y alzan sus copas en torno a una mesa alargada con un mantel blanco y jarrones de flores en su centro.

 

¯Y ¿cómo lleva maestro su vida, la edad la considera un enemigo para el estudio y la vida intelectual?

 

¯Tendemos a considerar la edad madura como un camino lineal y estable, pero tiene sus propios ciclos o etapas, con sus puntos de inflexión y crisis características, que es necesario reconocer y solucionar de la mejor manera posible. No se puede superar una etapa y adentrarse en la siguiente sin solucionar la etapa y crisis anteriores. El umbral de nuestra vida presente es el conjunto de nuestras experiencias pasadas.

 

¯Entonces, ¿cómo maduramos, maestro?

 

¯A veces unos se apartan de las emociones y de los afectos, se despegan y se dicen que las emociones son dañinas y se refugian en ser razonables y a esto lo llaman “madurar”, y las personas que renuncian a las emociones y los sueños aceptan tácitamente envejecer, cuando triunfan los miedos de la edad adulta: el miedo a la muerte, a quedarse sin trabajo, al dolor emocional, a la soledad… y sobre todo el miedo al cambio, se prefiere vivir con las emociones adormiladas o reprimidas con tal de no enfrentarse a sus efectos transformadores e intensos.

 

¯Entonces, ¿qué supone la madurez para usted? ¯pregunta Simone que mira con los ojos encandilados por la emoción del vino.

 

¯La madurez supone una lucha basada en los valores conscientemente elegidos.

 

Gilles ha pensado muchas veces en su vida sobre esto. ¿Qué es la madurez para él? Aunque es la época del reconocimiento de la realidad es decir, de los límites, lo es también del desarrollo de la fuerza necesaria para superar los obstáculos, y de la capacidad de apartarse de forma consciente de determinados modos de vida, influencias o personas.

 

Otra oportunidad que ofrece la madurez, ha pensado, es no confundir nuestro ser con nuestras circunstancias; sobre todo, cuando éstas se tornan difíciles. Se sabe que el mundo es inseguro y cambiante y que nada externo puede darnos una seguridad real; buscamos, por tanto, esa serenidad en nuestro interior.

 

¯Pero usted dice que uno se tambalea aún más.

 

¯Sí, tal vez. Pero se tambalea en la dirección que quiere o que ha elegido. Y, al fin y al cabo, cuando el mundo es el que se torna inseguro e inestable podemos buscar esa serenidad en nuestro interior.

 

¯¡Bravo, el maestro! Esto merece otro brindis.

 

¯Este vino es suave, es una obra maestra, solo se puede comparar con los grandes vinos de Borgoña, tal vez, los grandes Pinot noir.

 

Todos aplauden y hacen agitar sus copas y las unen, y absorben con la nariz el olor y aroma del vino, para luego catarlo más profundamente en la boca. Es un vino aterciopelado.

 

Minerva está sentada junto a Simone y, a su otro lado, hay un chico de aspecto desconocido.

 

¯Simone este es un discípulo francés de mi marido que ha venido con nosotros especialmente para esta conferencia. Le hemos dicho que se quede con nosotros un tiempo más. Tenemos una casa grande alquilada. Tal vez tú puedas animarle.

 

¯Hola, me llamo Edgar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

9

 

¯Hay un continuum y una continuidad sostenida pero que se logra a través de una discontinuidad, de un salto, que María Zambrano llama el desprendimiento de la conciencia. Ese caerse de repente dentro de ella y querer alzarse ¯sugiere Minerva al hablar de la conciencia o de la forma de percibir el continuum de la vida¯ eso es la conciencia.

 

¯Realmente lo importante de mi tesis ¯sigue hablando Simone a su vez con Edgar¯, como en el poder ocurre, es la simbología y la escenografía. Es lo que yo trato de estudiar y establecer las relaciones. El discurso ético y político, en último término, se adhiere a una racionalidad pero responde a un lenguaje simbólico y, en parte, a un mundo reificado.

 

Los ojos de Edgar eran violetas y tenía el corazón de oro, como si tuviera una lealtad a su maestro y un encanto femenino en un hombre, que le hacía más atractivo, también para la vida intelectual, que a veces tiene tanto de sumisión. Su cabello era claro.

 

Simone, sin embargo, tenía el cabello de color rubio con tonos rojizos. Iba peinada a la moda. Pero sus ojos eran muy negros y muy grandes y destellaban con su mirada. Ella tenía la piel de su rostro aterciopelada como de un durazno y aquel hombre la miraba con chispas en los ojos. Él tenía la piel blanca y muy fina. Levantaba los ojos de forma que brillaban muy azules y violáceos al reflejo de la incandescente lámpara de cristal de araña. Era un salón de estilo barroco, decorado a la usanza, pero de forma sobria, para celebrar eventos y reuniones.

 

Mientras que los ojos oscuros de Simone se reflejaban en su cabello rojizo rubio. Tenía una mirada madura a pesar de ser joven, pero parecía mayor, ya que su voz era grave, semitimbrada. Con su mirada, su serenidad y buen juicio imponía un cierto respeto.

 

¯El discurso brillante del científico o del politólogo crea la ilusión de una cohesión institucional pero, sin embargo, no impide la separación de ciertas diferencias pre-sociales. Estas técnicas de control, a mi manera de ver, son oscurantistas. Porque faltan a toda lógica, porque la democracia no es igualitaria ¯sigue hablando Simone a su nuevo contertulio y admirador.

 

¯Pero, en cierta manera, responden a la única forma de cómo se puede llegar a una cohesión social, que es mediante estas técnicas. En el modo como se responde con políticas desde el sistema y desde dentro de él.

 

¯Sí, es así, pero es también como si apeláramos al instinto de supervivencia. La pretensión científica de la verdad no responde. Lo único que responden son ciertas diferencias preteóricas, presociales y culturales. Cada una habita una realidad simbólica distinta, exhiben sus propios tótems.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

10

 

Apel lo que intenta es elevar el principio de la ética a un principio autorreflexivo racional, lo que él llama la rectitud moral en el uso del lenguaje, por el que te comprometes moralmente a seguir usando el lenguaje en tu determinación de la verdad. En estas condiciones del discurso no entra algo que sea pre-teórico, ni presocial, ni protorreal, como sí nos dice Popper, emulando a Bertrand Russell.  Este aspecto teórico es lo que diferencia principalmente a ambos filósofos.

 

Ha sido una velada muy agradable y ahora ya en casa.

 

Me detengo, y después vuelvo a retirarme casi arrastrándome, con un suspiro como el del durmiente cuyo aliento va y viene en la inconsciencia. A medida que el cielo clarea se va formando una raya oscura en el horizonte, ha sido una noche larga, soy traspasado por la noche y por la niebla de la disutopía del buho filosófico de Minerva, como si todo fuera insalvable salvo el horizonte utópico que pudiese ser, por fin, alcanzado.

 

Es muy posible que estemos efectivamente acercándonos al final de la utopía. Las rayas que dividían el horizonte del cielo, eran como si en un paño gris aparecieran gruesas líneas que lo rayaban, avanzando unas tras otras, bajo la superficie, cada cual siguiendo a la anterior, persiguiéndose unas a otras, perpetuamente.

 

Wittgenstein que habló del “infierno de la identidad” y que se dio cuenta de que podían haber multiplicidad de lenguajes acerca de la realidad, también dijo que la ética, por consiguiente, se hallará más allá de lo que se puede decir y habrá que emplazarla a ella también en el dominio de lo “inefable”, de lo que llamará Wittgenstein lo “místico”, a saber, aquello sobre lo que no siendo posible hablar más vale guardar silencio.

 

Pero Wittgenstein no era un irracionalista ético más bien se vio obligado a poner límites a la racionalidad científica para así hacer un hueco a “cosas más importantes que la ciencia”.

 

Los neopositivistas que aplaudieron la consigna wittgensteiniana de silencio la interpretaron en el sentido de que en efecto más vale callar, mas no porque haya algo acerca de lo cual guardar silencio, sino porque en rigor no hay nada que decir.

 

Y aquí es donde se pierde el eslabón desconocido de la cadena con la ética; no habiendo ya nunca más nada que decir, pero porque no hay nada. Seguramente se malinterpretó a Wittgenstein que dijo que sobre ese “algo” más valía guardar silencio. Efectivamente se interpretó mal. Y hoy día ya vemos las consecuencias. En la guerra científica acerca de las lenguas, cada uno habla su propio lenguaje y no hay entendimiento ni acuerdo. Los políticos por un lado, los tecnólogos por otro, los economistas por otro, y así nos va.

 

Lo que ellos aceptaron es la inmersión de la ética en el más absoluto irracionalismo. Sólo cabe que intentemos contagiar emocionalmente a nuestro interlocutor de nuestras propias actitudes o persuadirle ¯mediante un hábil despliegue de nuestra capacidad retórica¯ para que se comporte como nosotros deseamos que lo haga.

 

En definitiva la ética cae en el irracionalismo o en el emotivismo de la persuasión psicológica.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

11

 

 

Todo esto que digo me gustaría que Minerva me lo refutase. Ya que debe quedar muy lucido junto a la neurosis cotidiana de los hechos.

 

Porque, ciertamente, Minerva también lo descubrirá por sí misma, lo que importa en la vida no es la ciencia, eso que estudiábamos de jóvenes. Lo que importa realmente es la mística y la ética, como el reino de lo inefable, porque lo importante es no separarse de la vida y del sentido trascendental de la vida. En realidad, ese misterio que sigue teniendo la vida es lo que nos permite continuar adelante. Y que vayamos tras él.

 

Y el lenguaje es lo que ya sólo nos queda a Minerva y a mí. Pues nos hemos desplazado hacia la zona periférica del sistema teórico y tenemos que tocar la realidad con nuestras manos otra vez y volver a definirla para nosotros.

 

Cualquier principio científico podría ser puesto al abrigo de una confrontación con sólo interpretarlo como una definición, lo que equivaldría a desplazarlo desde aquella zona periférica del sistema teórico, en que el lenguaje contacta con la realidad, al interior de dicho sistema, esto es, a aquella zona del mismo en que lejos ya de la realidad sólo queda el lenguaje.

 

Porque no se pueden medir más que en función de la teoría dentro de la que se articulan, de suerte que ninguna medición podría atentar contra tal ley, dentro de tal teoría, pues semejante desajuste sería invariablemente atribuido a un “error de medida”. Pero la teoría o la ley quedarían intocables.

 

Es lo mismo que argumentaría Habermas al separar la facticidad de la validez. En un mundo que obedece a una autoridad sacra, facticidad y validez van juntas, pero en el mundo moderno se produce una doble codificación. Es como si volviéramos a desdoblar la realidad, entre facticidad y validez, se acepta la observancia hacia las reglas aunque se puede cuestionar su validez a través de su facticidad. Pero lo que se cuestiona no es la validez de las normas o del sistema, sino su contenido.

 

¯El pueblo puede ser también el artífice de su propia esclavitud, como de su propia liberación nos decía María Zambrano, me comenta Minerva. El ser pueblo no es algo dado para siempre.

 

Pero Minerva y yo nos disponemos a tocar todo lo que se pueda tocar de la ley y a estudiar todo lo que se pueda estudiar de la ética.

 

Le pido a Minerva que me siga explicando todo lo que sabe acerca de la teoría sacrificial de un ídolo y una víctima. Y por qué y cuándo se cumple esta teoría.

 

¯El pueblo no ha existido siempre de la misma manera. Puede verse degradado en masa y su prototipo de individuo es aquel que sólo se reconoce con derechos, ávido de usar y de gozar las cosas que no sólo no sabe crear sino que no conoce. La historia de Occidente se ha caracterizado por el hecho de que en toda sociedad siempre se ha requerido de la existencia de un ídolo —una divinidad, en las sociedades teocráticas; el progreso y la razón, en las sociedades modernas— y una víctima, esto es, los seres humanos concretos, cuyas vidas son inmoladas para que perviva aquello que se erige como ídolo.

 

¯Se requiere, pues, que algo o alguien se endiose para que se exija el tributo del sacrificio.

 

¯Sí, la historia, pues, ha requerido del sacrificio de las víctimas. Esto es lo que nos explica María Zambrano. De ahí que la historia occidental sea, en lo fundamental, historia sacrificial y que, por tanto, sea necesario superarla para arribar a una historia humanizada, que no requiera de la existencia de víctimas e ídolos para subsistir.

 

¯Pero entonces el progreso es el ídolo, y puede también volverse contra sí mismo.

 

¯Sí, eso pasa en las revoluciones, cuando el ídolo se invierte en una víctima.

 

¯Cuando la revolución se impone, entonces el ídolo pasa a ser la víctima.

 

¯Sí, así es. Y se le hace morir como ídolo, a la vista de todos. Todo régimen revolucionario ha sentido la necesidad o ha tenido que ceder a la exigencia de las víctimas que pedían el sacrificio de un ídolo. Y aunque suela darse la inversión de papeles entre las víctimas y el ídolo, son precisamente esos grupos humanos, ocultos por la historia dominante en el silencio de la intrahistoria, las masas, los que están llamados a desempeñar el papel de víctimas. Y esto último se da para congraciarse con un ídolo. Un ídolo que no es necesariamente el absoluto o el demonio que se endiosa —o lo endiosan—, sino una idea, una aspiración, un ideal noble, como el de progreso, patria o revolución.

 

¯Hemos preferido abdicar, poco a poco, de nuestra condición de ciudadanos, elemento esencial para ser personas, para resignarnos a ser individuos y masas de individuos.

 

¯Se ve también en nuestro sacrificio de las libertades ciudadanas y de los derechos humanos a cambio de más “seguridad”.

 

En ese momento, Minerva cortó una flor del huerto y me la acercó a mí y me miró a los ojos muy fijamente. Se acercó más a mí, yo tendí mi mano hacia ella y me pasó la flor, y sentí sus labios en los míos que me tocaban muy tiernamente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Edgar ha decidido quedarse unos días en nuestra casa para poder estar cerca de Simone y poder conocerla mejor, me ha confesado. Parece que le ha causado una extraordinaria impresión. Su forma elegante de comportarse, sus gestos refinados, su aire un poco sibilino, de mujer sabia. Y también a mí me ha causado grata impresión el tema de su tesis.

 

Minerva tiene nombre de diosa griega de la sabiduría. Minerva coge las flores que yo le llevo casi todos los días en un ramillete y las esconde, debajo de las sábanas o en el armario o en algunos de sus libros y juega conmigo a encontrarlas por el olor, o se pone una en la oreja, de manera que sus oscuros ojos arden de admiración.

 

¯Es característico de la tragedia que el protagonista haya de actuar sin saber, que en vez de saber primero y actuar después, en la claridad, ante las circunstancias descubiertas, se vea impulsado a obrar primeramente, pues el conocimiento que necesita se obtiene “padeciendo”, como Esquilo dijera. Hay un conocimiento intelectual que se obtiene impasiblemente. Mas la historia no espera: no esperan las circunstancias sociales, políticas, económicas, que nos obligan a actuar, que obligan a aquellos que son los principales ejecutores de la historia, a los que están en el poder, a los que solos o colectivamente mandan a actuar ¯Minerva arguye exasperadamente y me mira sosteniendo un ramillete de flores.

 

¿Qué será de Minerva?

 

Esa mujer con pómulos salientes y con su reluciente vestido, siempre va vestida de negro, pero usa unos vestidos de moda elegante, es culta y refinada. ¿Qué será de nosotros en este mundo tan hipócrita? Su vestido siempre revolotea alrededor de su cuerpo, entreverado de hebras sutiles que brillan a la luz, y toma la forma de una flor cuando lo dejas caer en una silla de salón.

 

¯Lo único que podemos hacer es levantar una nueva Antígona ¯me dice Minerva enérgica con la mirada¯, una nueva Juana de Arco, una heroína trágica de la tierra que arroje luz, aunque todo se puede precipitar en cualquier momento, y la acción siempre nos cegará. El hecho de mantener la sumisión al sistema ésa es la función del poder, siempre ha sido ésa y ésa será siempre. Todo está representado de alguna forma en la institución como en un teatro cerrado del que no se puede salir. Es como si ya estuviera escrito. Y aquí sólo se puede decir, sálvese el que pueda.

 

Simone ha regresado a nuestra casa y ahí está con Edgar, de nuevo, conversando:

 

¯El pensamiento teológico se separa del pensamiento mitológico. Hay un cuerpo de conocimiento teológico que permanece “secreto”, esotérico para el conocimiento de las masas. En el pensamiento mitológico había una continuidad entre el ser humano y los dioses, todo estaba infundido de fuerzas sagradas; en el pensamiento teológico esa continuidad se rompe, pues hay una élite de teorizadores que institucionalizan un cuerpo de saber sagrado. Entonces empieza una brecha entre lo que es el pensamiento común y lo que es el pensamiento científico o teológico.

 

Esa brecha del saber ha continuado hasta la edad moderna, en que el conocimiento teórico hace difícil su acceso para las masas y deben prepararse para poder acceder a él mediante unas condiciones de mérito, de oportunidad y capacidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Minerva me asegura, por ejemplo, que si adormeces o evitas determinadas emociones, tiendes a adormecer todas las emociones. Es decir, que si das la espalda a la tristeza y a la ira, es probable que tu capacidad de sentir alegría o gratitud también quede muy mermada.

 

Minerva me dice, con su habitual descaro al hablar de temas filosóficos, que el sentimiento de pertenencia de las personas, y la vergüenza que aflora cuando no logramos esta sensación de pertenencia, hacen que surja una diferencia entre vulnerabilidad y debilidad…

 

¿Qué personas se pueden permitir el lujo de ser vulnerables?

 

Sin embargo, ella piensa que tenemos, por tanto, que alimentar una cierta capacidad de vulnerabilidad en nosotros, porque eso paradójicamente nos hace fuertes ante los sentimientos, mantiene nuestra capacidad de percepción viva, que es de lo que se trata principalmente, según ella opina.

 

¯Por protegernos a veces adquirimos esa indemnidad o autosuficiencia que es debilidad, no vulnerabilidad ¯ella me dice sibilinamente.

 

¯Esto nos pasa también mucho a los hombres ¯le respondo¯. Habiendo de perder el miedo a sufrir o a sentir, sin embargo, adormecemos esas cosas que nos hacen sentir vivos. Y a nuestros años aún más. Viene bien que me lo recuerdes, querida.

 

¯Tú, consúltamelo todo, que no te escondas nada. Y se puede superar ese tremendo miedo que nos acosa constantemente.

 

Me alarga la mano y se la beso cortésmente. Luego ella depositó otro beso en mi frente, era como si abriera los ojos después de un lindo sueño.

 

En ese momento ella me dijo: “Sírveme un vino Barolo”. Y yo solté una carcajada con los vapores de ese delicioso vino que le había servido. Al ella probarlo la carcajada entonces pareció que se hizo perpetua.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Minerva sí parece valiente. La verdad es que todavía no le han quitado sus ilusiones, aun a pesar de su edad y de que siempre ha pensado como una persona mayor. Y yo tampoco le voy a quitar sus ilusiones ahora. Conmigo, tal vez sea yo el que más tengo que perder si la pierdo a ella. Y más de una vez no he querido apegarme tanto a ella, por miedo a que tenga que desprenderme de ella primero yo. He intentado dejarla que ella tuviera su mundo.

 

Un hombre creador de ilusiones es a un tiempo fiera y diluvio. Las ilusiones son al alma lo que la atmósfera es a la tierra. Destruid ese tierno aire y muere la planta, palidece el color. La tierra que pisamos es un rescoldo.

 

Y Minerva es una mujer creadora de ilusiones. Sí, lo es.

 

Ella es una mujer independiente, y yo quiero que lo sea. Sin embargo, también me doy cuenta del ritmo que ella me impone. Es como un vals, fluctúa alejándose y acercándose, y rueda y rueda. El otro día estuvimos en el Teatro de la Ópera de Turín escuchando la novena sinfonía de Mahler. La música nos hace vibrar a los dos, y esta música, en especial, te eleva. Todo el concierto fue vibrante y a mí me pareció estar en una ensoñación que se eternizase, el tiempo se alargó o se me hizo corto.

 

El círculo está cerrado, la armonía es perfecta. Ahí está el ritmo central. En una pareja, como dice Goethe, hay que cerrar con llave el corazón como la casa, dejar un círculo donde sólo penetremos nosotros. Y aún así tienes que evitar sentirte vacío. Y salir al mundo parece ahora mismo como perderse.

 

Todavía sigo pensando en la capacidad que tenemos de sufrir los seres humanos, de debilidad hacia el exterior. Sucede que hay personas así que están sufriendo en exceso, más de lo que les corresponde, sin control ni haberle puesto fecha de caducidad. Que sienten un exagerado sentimiento de culpabilidad por todo. Y no pueden pasarse la vida así. Hay que levantar la cabeza y salir de su encierro emocional; liberar lo que llevan dentro para liberarse en todos los sentidos.

 

A veces los acontecimientos no traen tristezas, sino que la pena vive ya dentro de ese ser y aprovecha cualquier contratiempo para volcarse en él, deprimirse y utilizarlo como tapadera ante el mundo. En esto los latinos son mucho más melodramáticos que los anglosajones, pero en cierta manera la tristeza puede vivir ya dentro de ellos, no importa la procedencia cultural. O tal vez al mostrar los sentimientos uno se libera, pero no lo creo del todo, si uno automáticamente los reproduce.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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La persona apegada nunca está preparada para la pérdida, porque no concibe la vida sin su fuente de seguridad y/o placer. Lo que define el apego no es tanto el deseo como la incapacidad de renunciar a él. Si hay un síndrome de abstinencia, hay apego. Pero el estoico no quiere ya apegarse a nada.

 

Pero otros siguen todavía apegados al sexo, a utilizar la energía sexual, como lo único que nos queda nuestro. Pero habría que aprender cómo utilizar la energía sexual para dirigirla hacia la conciencia como realidad esencial en la personalidad y la vida humana. El sexo es sólo una oportunidad para una transformación más elevada de la energía vital.

 

Y si no es una transformación más elevada de la energía, entonces el sexo sólo es apego y dependencia y desenfreno, en el mejor de los casos. Algo donde consumir la adrenalina. Y eso es muchas veces lo que es desde el punto de vista masculino.

 

Habrá que leer a Epicteto y su Manual del estoicismo, para no apegarnos a aquello que no depende de nosotros.

 

Minerva cree que la lucha de contrapuestos, lo es de “complementarios” también.

 

Es decir, solamente esta lucha estaría en reconocer al otro como igual, que es donde está el complemento y la armonía de la vida. Así debiera ser entre hombre y mujer, también, como lo es entre ying y yang. Como lo es el Tao, rígido y flexible, sobre esto ya pensaron los chinos mucho antes que nosotros, y en la filosofía oriental ya está el germen de muchas de estas enseñanzas para la vida.

 

En la  lucha de complementarios no hay nunca adversidad o rivalidad, sino que hay integración, unidad, una dualidad necesaria. Además todo siempre está en permanente cambio y fluidez, como dijo Heráclito, y todo fluye permanentemente.

 

Este es el verdadero sentido de la dialéctica.

 

 

 

 

 

 

 

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La realidad no es objetividad, la realidad es el concepto con que yo percibo la realidad. Yo puedo tener el concepto objetivo de lo que es el “sol”, pero si no lo he visto o no lo he percibido, sólo tendré el concepto. Y a esto quieren reducir la ciencia de todo, a una economía de conceptos. Donde por otra parte, la ciencia siempre se ha parado frente al problema de la subjetividad, que no plantea. La realidad puede cambiar esa objetividad con voluntad de los sujetos si estos creen en lo que deben hacer.

 

¿Qué será de nosotros? Y ¿qué será de Simone y Edgar? Él la ha invitado a ella a seguir la ruta del peregrino de Santiago hasta Galicia, y, en verdad, a seguir con la ruta del vino, de los buenos vinos de Galicia.

 

Minerva y yo creíamos ser felices y ser profundos. Ella seguía con su ilusión de escuchar los más brillantes epigramas de la música. Crucé mi brazo sobre su cuerpo y le acariciaba su espalda.

 

Y volví a sentir el tacto de su lengua en mis ojos, mis párpados, en mi lengua, manteniendo la unión de nuestros cuerpos.

 

Tenía una larga melena lacia recogida con una horquilla en la frente, y su piel era muy blanca y su cuerpo era muy delgadito, casi parecía una mujer muy débil, pero se crecía en el momento en que empezaba a hablar con su voz almibarada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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La Edad Media ejercía ese movimiento misterioso sobre las personas como Simone. Era como asirse al don de un hechizo, el poder hablar de una época lejana. Pero es sabido que esa atracción romántica suele ir acompañada de una extrema reserva.

 

Era el momento en que el pensamiento teológico se separa del pensamiento mitológico, le explicaba Simone a Edgar. Hay un cuerpo de conocimiento teológico que permanece “secreto”, esotérico para el conocimiento de las masas.

 

En el pensamiento mitológico había una continuidad entre el ser humano y los dioses, todo estaba infundido de fuerzas sagradas; en el pensamiento teológico esa continuidad se rompe, pues hay una élite de teorizadores que institucionalizan un cuerpo de saber sagrado.

 

¯Entonces empieza una brecha en el pensamiento.

 

¯Sí, empieza una brecha entre lo que es el pensamiento común y lo que es el pensamiento científico o teológico. Esa brecha del saber ha continuado hasta la edad moderna, en que el conocimiento teórico hace difícil su acceso para las masas y deben prepararse para poder acceder a él mediante unas condiciones de mérito, de oportunidad y capacidad. Pero también es sabido que estas condiciones son muy estrictas.

 

Edgar miró la mano de Simone, era una mano anillada, era una mano memorable, una mano delgada con largos dedos siempre arqueados como alrededor de un orbe, articulada a un cuerpo sin joyas y sencillo, y que se mantenía bien erguido.

 

Pero de una mano se podían derivar todos los atributos de una persona, su coraje, su fragilidad, su temor.

 

Ella se consideraba en la flor de la edad para investigar y de ahí que ponía tanta elocuencia.

 

¯Edgar, ¿a qué te dedicas exactamente? ¿Quiero decir si te dedicas a la investigación y a dar clases?

 

¯No, lo siento si te decepciono, pero no es ése mi cometido. No doy clases, ni tampoco investigo. Ya sé que esa puede ser la labor más elevada con que sueña todo aquel doctorando que pasa por una facultad, pero en mi caso estudié Filosofía sólo por placer. Pero antes ya había estudiado marketing y gestión de empresa y me dedico a un pequeño negocio familiar de marketing, pero que se está extendiendo también por internet ahora para llegar a más sitios. En definitiva, lo mío es el sector de la economía. Sin embargo, me gusta seguir a nuestro profesor y maestro siempre que va por ahí de conferencias y reuniones. Nos conocemos desde hace ya varios años y hemos continuado nuestra relación. También la relación con su querida esposa, una deliciosa mujer y muy culta.

 

¯Entonces, ¿no eres profesor? Oh, estoy impresionada. Me dabas la imagen de ser un buen chico, estudioso.

 

¯¿Que yo te daba esa imagen? ¿Cómo? No soy estudioso, pero sí soy un buen chico. Vamos, eso creo yo.

 

¯Bueno, no digo lo contrario.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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¯El epicureísmo es una manera de vivir, algo más cercano a una religión. La Carta a Meneceo es uno de los escritos que es una síntesis de los principios y convicciones de esa manera de vivir.

 

¯¿Epicuro es tu filósofo predilecto? ¯pregunta Edgar a Simone.

 

¯Sí, tal vez lo sea. El criterio básico del conocimiento es la sensación, que siempre es verdadera, y el error se origina en el juicio que imagina o se representa ideas que carecen de fundamento real. Así los dioses son sólo imágenes de unos seres felices e inmortales cuya realidad no podemos verificar. Los criterios de verdad son los sentidos, las presunciones y las pasiones, es decir, lo que nos entra por los sentidos, lo que podemos presumir que ocurrirá gracias a la memoria y lo que nos produce dolor o placer.

 

¯Pero esa es una filosofía un tanto rudimentaria, ¿no?

 

¯La felicidad consiste en el placer que fundamentalmente es ausencia de dolor. Epicuro es un filósofo hedonista que basa su ética en torno a la identificación de felicidad y placer ¯responde Simone.

 

¯Pero ese placer ¿es cualquier placer?

 

¯No, no lo es. Ese placer que hay que procurarse para ser feliz es un placer selectivo, que consiste en la apathéia o en la serenidad de ánimo, el intento de evitar toda inquietud.

 

Se hallaban paseando Edgar y Simone por la Plaza de San Carlos en Turín y en ese momento se disponían a entrar en unos de los restaurantes que el profesor les había recomendado no perderse. Las sillas del salón restaurante estaban esculpidas en pino y había un gran espejo de plata y lámparas con candelabros que sostenían velas de luz eléctrica. La decoración era exquisita y refinada y, al mismo tiempo, moderna.

 

Había un salón de Vino bar en el interior que estaba tapizado de un color claro crema, formando flores de lis, y, en su centro, una gran mesa de cedro mostraba los mejores vinos seleccionados para ese día.

 

Ellos se sentaron en una de las mesas interiores de este salón tan bello y coqueto, al estilo rococó de moda.

 

¯Y ¿qué es eso de que el placer es selectivo? Explícamelo mejor, Simone, por favor, pues con este vino se me abren los sentidos algo también.

 

¯¡Excelente y virtuoso vino! Pero lo que te decía de esta filosofía es que hay que hacerse a la idea de que es fácil tanto procurarse el bien como soportar el dolor. Lo cual se explica mejor añadiendo que aunque todos los placeres son buenos, no todos hay que procurárselos; y aunque todos los dolores son malos, no hay que evitarlos todos.

 

¯Hagamos un brindis. Por ti. ¡Por ese reflejo de tus ojos brillantes en tu pelo!

 

¯¿Cómo? ¡Nunca me habían dicho nada parecido! ¡Ah, gracias!

 

¯¡Chin, chin! Pero, en serio, explícame más de esta filosofía, me encanta.

 

¯Lo primero que hay que disolver son los miedos ilusorios: ni la divinidad ni la muerte son de temer (cuando vivimos no estamos muertos, y cuando morimos ya no somos). Epicuro como Demócrito son materialistas, creen que todo está formado de átomos. Por lo que se hace supérfluo el recurso a cualquier intervención divina como motor del mundo.

 

¯Oh, es increíble, ¡qué lucidez!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

19

 

¯El sabio es precisamente aquel que llega a saber qué placeres son convenientes y qué dolores son asimismo positivos. Llega a saberlo por el esfuerzo de independizarse de sus propios deseos y por el cultivo del pensamiento o de la vida espiritual. El aprendizaje de dicha filosofía transcurría en “el jardín”, lugar de reunión de los epicúreos y de comunicación de sus enseñanzas bajo la guía del maestro, algo así como un director espiritual. Conseguir la independencia con respecto a los deseos y a los demás hombres, eso es la autarquía en la que reside el placer o la felicidad.

 

¯Una autarquía para la que la política no es una ayuda sino más bien un estorbo, ¿no?

 

¯El epicúreo se refugia en el jardín y predica la abstención política. Para Epicuro es un estorbo porque cree que la política se basa en la ambición y es ilusorio creer que sea posible la transformación del mundo.

 

¯Entonces, ¿qué es lo que merece ser tenido en cuenta en esta ética para la colaboración con otros?

 

¯Lo único que merece ser tenido en cuenta es el valor de la amistad. Pero no la amistad sofisticada y aristocrática de Aristóteles, sino una amistad que no rehúye el fundamento utilitario que tienen los amigos. Los amigos dan seguridad y confianza, por eso son un motivo de placer y de felicidad.

 

¯Lo importante de los amigos es saber que uno puede contar con ellos, ¿no?

 

¯Sí, exactamente, eso es lo que dice Epicuro. La ética epicúrea pese a ser una ética hedonista es tremendamente austera, una ética individualista pero solidaria, que parte del lema: “Vive en lo oculto”, porque desprecia las ambiciones y el poder mundanos.

 

El día de esa jornada se aferraba a un caluroso y más que templado día. Eran las siete de la tarde, pero la luminosidad que causaba la atmósfera de Turín retrasaba la caída de la noche y convertía a la ciudad en un reguero de luces diurnas y claroscuros impenetrables.

 

¯¿Puedo pedirte un beso?

 

Entonces él se acerca a su mejilla y deposita un sencillo beso. Ella seguía sentada en la mesa, pero él se levantó hacia ella y la besó de nuevo y la abrazó entrecruzando sus brazos. Estallaron estrellitas e iluminaron sus copas de cristal con más vino y más besos imaginados.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

20

 

 

Congraciarse con la realidad es lo que ha venido a entenderse como la resignación estoica. Ducunt volentem fata, nolentem trahunt (“el destino dirige a quien lo consiente, traiciona a quien lo rechaza”), escribe Séneca.

 

Da lo mismo el esclavo que el señor, lo importante es saberse y sentirse libre. Esclavitud y libertad no se contradicen pues “no hay esclavitud más vergonzosa que la voluntaria”, afirma Epicteto.

 

La única forma de hacer frente a la adversidad que está en nuestras manos y que puede transformar la inquietud y el dolor en paz interior, la única arma que tenemos para ello, es el pensamiento, lo único que nos hace libres. Esto dirá la escuela del estoicismo, cuya época álgida está representada por Epicteto, en Grecia (50-138), y Séneca (4-65) y Marco Aurelio (121-180), en Roma.

 

El mal es aquello que pretende eludir ese orden natural inevitable. De ahí que los estoicos prediquen la ataraxia como forma de vivir, que no es otra cosa que la aceptación de lo que no se puede evitar ni depende de nosotros: el infortunio, el sufrimiento, la muerte.

 

Será virtuoso el que consigue la ataraxia, que es la despreocupación, el verse liberado de cualquier perturbación, la tranquilidad interna. Zenón, que fue uno de los primeros estoicos y fundadores de la Stoa, decía que lo importante es convencerse de que las cosas son “indiferentes” (adiáphora), es decir, no deben preocuparnos.

 

Pero ¿cómo le digo yo todo esto a Minerva, para que ella no se ofenda por mi despreocupación hacia el cuerpo?

 

Una cosa son los hechos brutos y otra el sentido que queremos darles. El error está en el mal juicio, en la representación que nos hacemos de la realidad, en poner nuestro afán, por ejemplo, sólo en el dinero y considerarlo el mayor bien.

 

Lo mismo sucede con la muerte. En coherencia con lo dicho, la inmortalidad es una idea absurda puesto que la muerte no puede ser nada más que la reintegración en la materia o en el orden natural de las cosas.

 

El estoicismo se basa en la idea de que existe un cosmos donde se integran todos los seres y que está sometido a una ley de la naturaleza que rige tanto en la naturaleza física como en la conducta humana. Aceptar voluntariamente lo que no puede ser de otra manera, cooperar con el cosmos, es el objetivo del sabio.

 

Diríamos que es una forma de determinismo y de materialismo. Pero el determinismo lógico, no nos tenemos que asustar, dominó todo el pensamiento de la Edad Media e, incluso, del Renacimiento ya entrado, con Kant y con Marx. Tenemos que llegar hasta la Edad moderna para liberarnos del determinismo racionalista.

 

Pero los cínicos son los primeros en aparecer.  Entre los siglos IV y III a. C. aparecen en Grecia unas escuelas que consiguen expresar una serie de ideas que luego no han dejado de estar presentes en el discurso moral posterior.

 

Diógenes defendía a los esclavos por considerar que la libertad está en el alma. Algo que luego repetirán con más contundencia los estoicos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

21

 

Tras haber terminado su clase matinal Simone había emprendido un paseo por el recinto del campus universitario. Una sombra se proyectaba en el sendero, como una figura en flexión, islas de luces flotaban sobre el césped. Y en eso aparece en el horizonte la figura de Edgar con una chaqueta negra con aspecto clásico de sport.

 

Ve sobre su cabeza una tajada de pálido amarillo de luz que crece y se aleja al encuentro de la raya de púrpura en el horizonte.

 

¯Me voy a Galicia, ¿te vienes conmigo? Voy en avión, haré transbordo en Barcelona, pero puedo conseguirte otro pasaje. Haré la ruta de Santiago. España es tu país y esperaba tener alguien como acompañante que me tradujera el idioma español.

 

¯Oh, pero sabes que estoy trabajando.

 

¯Y ¿no puedes tomar unos días libres? Gilles me ha dicho que influirá en ti. Que se trata de contactar con otros profesores de la Universidad de Santiago. Seguramente allí también pueden acogerte y darte medios.

 

¯Pero ¿por qué yo?

 

¯No lo sé. Es una intuición. Porque estamos los dos aquí. Porque tu mirada me ha impactado. Porque tu sonrisa me gusta... Sí, me gusta mucho.

 

¯No sé, no sé. Sólo quieres bromear conmigo.

 

¯No, en serio. Me gustaría conocerte. Eso es todo. Gilles lo sabe. Tal vez podamos combinar bien nuestros quehaceres. Te prometo que no te apartaré de tus estudios. Esto será un amor platónico solamente. Prometo que no surgirá ningún malentendido entre nosotros. Solamente quiero sacarte de aquí, que veas mundo. ¿De acuerdo?

 

¯No sé, pero pareces tan convincente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

22

 

¯Lo bueno es lo útil, esto es lo que piensa el utilitarismo ¯argumenta Simone.

 

¯¿Estamos aquí en la taberna O'beiro con estos vinos tan buenos y tan solo piensas en el utilitarismo?

 

¯Sí, este es Rías Baixas “Organistrum”. Me encanta, es tremendamente suave, floral y exquisito, como un organistrum, que tiene música celestial.

 

¯Sí, vas aprendiendo, así es.

 

¯Pues, ahora déjame explicarte la lección de ética. Como buscar la utilidad individual no es una obligación moral, sino un hecho psicológico, para tomar una coloración moral el criterio de utilidad se somete al principio utilitarista, según el cual, una acción o un curso de acción será moralmente preferible a otra acción alternativa cuando produzca la mayor utilidad para el mayor número.

 

¯¿La mayor utilidad para el mayor número? Y eso, ¿cómo se mide?

 

¯Lo bueno es lo útil; lo moralmente bueno (lo correcto) es lo más útil para el mayor número.

 

¯Vaya, pues no tiene mucho que pensar frente a otras teorías más complicadas.

 

¯El utilitarismo entiende que su ventaja frente a otras teorías éticas consiste en ofrecer un criterio racional para las elecciones, porque se basa en hechos observables y cuantificables: el hecho psicológico constatable de que el fin último de la vida humana es la felicidad, y el hecho económico es que esa felicidad es cuantificable, porque la satisfacción o la preferencia son susceptibles de medida.

 

¯La razón moral se convierte ante todo en razón calculadora.

 

¯Sí, en razón calculadora de la utilidad o la preferencia cuya maximización constituye la obligación moral.

 

¯Y ¿no existen contradicciones o tesis críticas a esta tesis?

 

¯Sin duda existen discrepancias en el seno del utilitarismo y Mill es el principal abogado de las diferencias cualitativas, y no sólo cuantitativas, entre los placeres. Sin embargo si el utilitarismo quiere presentar el criterio de utilidad como una ventaja porque permite cuantificar, entonces necesita recurrir al cálculo de las consecuencias de las elecciones para satisfacer deseos y preferencias. Por eso, importa utilizar medidas observables. Y que hagan posible realizar un cálculo, primero sobre la base de la utilidad y, más tarde, de la preferencia.

 

¯Pues esto no parece algo posible cuando se  trata de preferencias no observables y cualitativas, por ejemplo, ciertas capacidades, la imaginación, el genio, la voluntad.

 

¯Consiste en realizar acciones que producen el mayor bien para el mayor número, o bien en realizar aquel tipo de acción que se subsume en una regla, siguiendo la cual se obtiene el mayor bien del mayor número. El utilitarismo sería exigente teniendo en cuenta los planes de vida de la mayoría: la justicia es una rama de la utilidad. Y de ahí que se hable de que estas acciones consisten en una obligación moral.

 

El sol proyectaba unas anchas franjas sobre la ventana de la taberna de madera del local de vinos. La luz afiló los perfiles de los rostros de ellos que charlaban y degustaban vinos y aperitivos improvisados para la ocasión. A medida que la luz aumentaba aquí o allá golpeaba con sus frágiles aldabas el interior de sus corazones. Y la luz bordó los blancos rasgos de sus caras con finos hilos de oro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

23

 

Se abría la noche y afuera la noche atravesaba el aire caliente y libre. Todo parecía nocturno. Una luz azul en el interior de una taberna les llamó la atención. Edgar y Simone pasaron adentro.

 

Era una especie de taberna de vinos y se podía deleitar el más delicioso bogavante asado a la parrilla en pequeñas porciones de degustación. Entraron para poder degustar algún que otro albariño de las Rías Baixas. Gaudila con crianza sobre lías fue la elección esta vez.

 

El restaurante tenía unos rincones con una vislumbre pálida. En el interior parecía una cueva y se podían transformar los colores y sus sombras en otra sustancia o en otro manjar. Se sentaron y pidieron algo de la gastronomía de costumbre y el albariño acordado.

 

Otros grupos de gentes bebían vino con sus sentidos erectos. Sentían la acidez equilibrada del vino con el aroma perfumado a flores y hierbas propias de este vino.

 

Una fresca marea de aromas y sabores se rompía en el paladar de las personas que acompañaban esa velada.

 

Simone era una persona con el cabello muy rubio y rojizo y los ojos muy grandes y tenía una piel muy blanca y fina.

 

Pero se preguntaba qué le había atraído a Edgar de ella. Siempre se preguntó si al ser la invitada del profesor, eso hizo que él confiara en ella o le impusiera un respeto.

 

¯No hay ninguna esencia moral, lo moral es lo preferible entre dos cosas, pero esa cosa es un hecho fáctico también ¯dice Edgar a Simone.

 

¯Vosotros, los economistas, evaluáis las cosas con unas medidas discrecionales, tomáis preferencia por cosas muy rápidamente.

 

¯La utilidad individual no es una obligación moral, sino un hecho psicológico, para tomar una coloración moral se debe someter a la utilidad del mayor número y nosotros lo hacemos así. ¿No crees?

 

¯Pero el utilitarismo tiene grandes dificultades ¯responde Simone con un matiz serio en su rostro¯, existe un conjunto de deberes cuya obligatoriedad no se funda en que produzca el mayor bien del mayor número. Resulta indispensable defender la prioridad de los derechos y las libertades de cada uno de los miembros de la sociedad sobre el bienestar social, de forma que el bienestar de un individuo no pueda anular el derecho de otro.

 

¯Vamos a tener que luchar con los derechos, no lo dudo, tampoco yo. ¿Qué alternativa nos queda cuando nuestra economía y la economía de Europa echan aguas por todos sitios?

 

¯Rawls critica también al utilitarismo, precisamente por eso, porque no pone la igualdad más que en la distribución de los placeres y en la igualdad económica, y no de la facultad de lo que él llama la “prudencia”, se olvida de las capacidades valiosas por sí mismas. Después Amartya Sen hará una crítica de Rawls afirmando todavía más este principio de la “capacidad”. Nos movemos en esa antinomia del ser y el deber ser. El utilitarismo muchas veces lo que hace es medirnos como seres felices, pero se olvida del deber.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

24

 

¯En una sociedad justa las libertades básicas han de estar garantizadas y los derechos no pueden someterse al cálculo del interés social. Y tú, Edgar, como economista, sigues interesado en hacer números con la economía, porque ése es tu valor, es por lo que tú cobras ¯le inquiere Simone con su sagaz rostro¯. Pero estás reduciéndolo todo con tu visión a la de un utilitarismo social, que busca el bienestar del mayor número. Cuando a veces es necesario limitar el bienestar o las libertades para garantizar un derecho justo y un bienestar general.

 

¯Hemos perdido todos los criterios de ética, no lo dudo. Y ¿qué otra cosa podemos hacer? Cuantificamos los hechos y las cosas visibles.

 

¯El que pregunta “libertad ¿para qué?” es que “ha nacido para servir” dice Tocqueville.

 

¯Bueno, eso lo dijo Lenin: “Libertad ¿para qué?”

 

¯Sí, pero ya antes Tocqueville se había hecho la misma pregunta con otras palabras. “Quien busca en la libertad otra cosa que ella misma ha nacido para servir”, dice Alexis de Tocqueville.

 

¯Que era francés. Aunque viajó a los Estados Unidos.

 

¯Sí, así es ¯corrobora Simone con una benevolente sonrisa en los labios¯. Las personas más marginadas de una sociedad pueden acabar adaptándose a un régimen injusto, pueden autocensurar cualquier protesta, ignorando ya cuáles son sus preferencias, con tal de disfrutar del bienestar posible, en vez de aspirar a la libertad deseable. Estas cuestiones que son de ética actualmente han dejado de plantearse. La ética no interesa porque no interesa otra cosa que disfrutar del bienestar, incluso a costa de la verdadera libertad.

 

Había atardecido ya, pero la luz de la luna empezaba a brillar y penetraba a través de las ventanas.

 

El salón interior del vino bar era una sala como una cripta de piedra donde se guardaban las mejores botellas de vino.

 

Desde la sala donde estaban, cuando la puerta estaba abierta, se podían ver algunos anaqueles dispuestos a lo largo de las paredes con enormes filas de botellas alineadas y tendidas cuidadosamente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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¯Y ¿qué es lo que viene después del utilitarismo?

 

¯La reacción al utilitarismo la pone Kant, con los materiales del criticismo y la razón.

 

¯La vuelta a la autonomía del sujeto.

 

¯Sí, pero también la vuelta al disenso frente a la ley, cuando existe una contradicción universal. La conciencia del sujeto es lo que prima en ética. Pero siempre que su ley sea una ley universal en ética. Es decir, lo que quiero para mí lo quiero para todos. Luego no podemos autocontradecirnos.

 

¯Pero todo eso ha evolucionado ahora con los nuevos filósofos del lenguaje y de la acción, como Habermas y otros.

 

¯Sí, exactamente, ahora dirán: lo que quiero para mí es lo que quiero para todos, siempre que se haya sometido al “acuerdo” de todos los afectados por una reclamación, y que todos estén de acuerdo a través del “discurso”. Y todo se somete al discurso y a la argumentación. Aún así siempre quedaría la alternativa del disenso individual sobre una ley, cuando transgrede la dignidad personal, lo que se considera el último reducto de la conciencia ética personal. Y esta conciencia tiene que tener también una ley universal.

 

¯Es difícil de explicar. Estamos abstrayéndonos en filosofía. Sería más sencillo todo reducirlo a números, como hacemos nosotros, el producto interior, el déficit, la deuda, el interés del dinero. Así es más sencillo, ¿no crees?

 

¯Ciertamente se ha avanzado mucho en esas modernas técnicas y son bastante objetivas, pero son también un peligro cuando intentan imponerse sobre todo lo demás. Es lo que quiero hacerte ver para que lo reconozcas por ti mismo.

 

Simone quiere irse a dormir. Casi no quiere hablar más. Pero Edgar la obliga a pensar.

 

Debe hallar un método paciente y tranquilo de apaciguar ese excitable nervio, a fin de que se duerma. Su habitación es contigua a la de Edgar. Seguirán hablando entre sueños hasta que Edgar la despierte por la mañana. A ella le encanta el paisaje de Galicia y volverán a revivirlo al día siguiente uno al lado del otro.

 

Simone lleva un vestido negro de satén muy largo con un gran vuelo que insinúa su delgadez y esbeltez. Parece una ninfa oscura de los bosques gallegos. Han quedado en hacer una excursión a La Guardia, al monte de Santa Tecla.

 

Con su piel blanca sobre su cabello largo rojizo y la magnífica mirada oscura, ella destella brillante en el verde sempiterno del horizonte, y bajo su fondo oscuro resalta más su inocencia y su ingravidez.

 

Ambos creen que su trato y su ritmo de conocimiento han mejorado. Quedan muchos detalles y muchas cosas fundamentales por saber acerca de ellos. En lo alto del monte y la desembocadura del río Sil, él ha sostenido el cuerpo de ella mientras subían y ambos sospechaban que caminaban por un escenario con muchos paisajes sin rostro.

 

Es un día muy hermoso con un cielo azul, lleno y reflejado en las aguas muy azules del océano Atlántico, con un azul de maravilla. Y ellos han estado pensando y repensando su situación.

 

Han pensado en dirigirse hacia una casa de comidas que hay en lo alto del monte.

 

Lo horrible es ese viento, a pesar del caluroso día de verano, pero da un respiro. ¡Oh, ese viento del norte que sopla violentamente siempre en esa conjunción y encrucijada de la geografía atlántica!

 

¯Cuando vuelva a Sevilla, volveré a la casa de mis padres ¯le comenta Simone a Edgar.

 

¯Entonces, todavía no eres independiente.

 

¯Todavía no. Pero si vienes a Sevilla, serás bien recibido, por supuesto, en nuestra casa. Esta casa es para mí como un refugio, aunque muchas veces estoy fuera, como ahora. En realidad, el dinero que nos dan en la beca es muy ajustado como para ser independiente.

 

¯Y ¿qué es lo que vas a hacer en un futuro?, ¿lo sabes ya?

 

¯Realmente no lo sé. La alternativa puede ser seguir ganando otra beca, seguir viajando o estudiando.

 

¯Tal vez, podamos hablar con el profesor Gilles, ¿no te parece?

 

 

 

 

 

 

 

26

 

La conexión entre lógica y lenguaje permitió recuperar toda una tradición de larga antigüedad en la historia del pensamiento. Superando la vieja contraposición entre racionalismo y empirismo que durante unos cuantos siglos había dividido a la teoría moderna de la ciencia, y que también dividió a los neopositivistas o empiristas lógicos.

 

Sin embargo, los principios lógicos, echamos manos de ellos en cuanto seres racionales, pero no por ninguna necesidad suprahumana o superior.

 

“Lo que han hecho las matemáticas al acaparar a todas las ciencias es que han bloqueado la ética normativa. Han dejado al hombre sin un lenguaje y sin ética. No hace falta ver las consecuencias de lo que se ha causado”, piensa Simone para sí al finalizar ese día.

 

Con el bloqueo cientificista todo intento de fundamentación filosófica última no existe, nada se cuestiona ya. ¿Cómo ha de ser concebible un concepto de fundamentación última filosófica que no sea idéntico con el de la deducción lógica ¯dice la matemática¯? Y se inventan el trilema de Münchhausen, tal como lo formulara Albert.

 

Porque no pueden pensar que estemos en manos de los locos y los irracionales. Pero los matemáticos nos han llevado con sus excesos a esta locura.

 

Se trata ahora de fundamentar racionalmente el comprometimiento ético por la ciencia como exigencia de la razón práctica en el sentido de una ética de la responsabilidad. Pero, aun cuando esto se lograra, se plantearía, por último, la pregunta radical de saber por qué se debe ser racional y responsable. Y, según Popper, esta última pregunta puede ser respondida sólo a través de un “act of faith”, es decir, de una decisión pre-racional y justamente, en esta medida, moral.

 

Y a partir de esto, los matemáticos, como Edgar, nos han quitado el derecho a la palabra porque se creen más listos. Cuando es la misma ciencia la que niega el positivismo-cientificista.

 

La validez de la ciencia y de la ética depende ¯así parece ahora¯ en última instancia de nuestra decisión de voluntad pre-racional.

 

Pero este dilema todavía nadie lo ha podido superar, ni siquiera los matemáticos y tecnólogos. Por eso, ¡deben tener mucho cuidado! Porque se han metido en un terreno que no conocen.

 

Kant habló de la autonomía moral del hombre, pero se le olvidó decir lo que Freud y Nietzsche luego tendrían que decir acerca de la naturaleza humana. Y los matemáticos y tecnólogos  también se han olvidado de lo que es la naturaleza humana.

 

“Yo me asombro cómo los científicos positivistas aceptan las leyes que se dan y las legitiman, sin salirse de la tangente. Cuando todas las leyes que tenemos, por definición, no se pueden demostrar en sus condiciones últimas de validez”, piensa Simone. Ahora se encuentra sentada en su cama y se dispone a acomodarse para dormir, pero le cuesta encontrar el sueño.

 

Algún científico se inspira diciendo que lo “soñó” el día antes, es decir, se basa en un concepto de verdad originaria indemostrable. O como Heidegger hacía al hablar del “ocultamiento desocultador” o Derrida al hacerlo de la difference o formación de la diferencia. Todos estos son conceptos originales de la verdad pero no son demostrables. Se basan en una preintuición preteórica, aunque esto tampoco se puede demostrar.

 

Se puede determinar que lo que hay de dogmático en el racionalismo es la crítica “total” de la razón, puesto que pasa por alto toda la razón, y solamente habría que criticar aquellos aspectos de la razón que no ofrecen condiciones de su propia validez, porque, en último término, las condiciones de su validez, los problemas de la definición de su lenguaje, estas leyes en sí mismas no se pueden demostrar. Obedecen, pues, a la intersubjetividad de la dialéctica y del razonamiento, a la razón dialógica frente a la monológica.

 

“Siempre que empiezo a pensar en estos temas me enfurezco del desconocimiento general de la ciencia y de la filosofía de la ciencia que tiene la gente”, piensa Simone, que no logra calmarse y conciliar su sueño.

 

Aquella habitación era amplia y acogedora, con una cama muy blanca y contaba con una puerta que se comunicaba con la habitación posterior, donde se encontraba Edgar.

 

Ahora un torbellino de pensamientos la hunde en las profundidades de las cavernas, la lleva en volandas como un papel que choca con las paredes de interminables corredores, y ha de apoyar la mano en el borde de la cama para retroceder. No logra vencer el sueño pero está teniendo una pesadilla.

 

Pero detrás de ella, por la ventana, hay una luna creciente hecha de espuma de agua y mar, y pescadores situados en el límite de las rías gallegas que sacan y arrojan redes. Un viento agita las más altas hojas de primitivos árboles. Pero iluminada por la luna el pensamiento interior de Simone regresa.

 

Ahora la luz vuelve a caer sobre ella. Tiene a su rostro. Semidesnuda a la luz de la luna su cuerpo tiene un estremecimiento, el azul gotear del resplandor. Y a través de esta transparencia se hacen visibles, blancos como la luna, sus pechos, inhibidos, impositivos, rosas como los prados de lirios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

27

 

Una mañana celestial de silencio. Han hablado lo justo. ¿Cómo podrían volver al arrebatador deleite de la conversación? Ella rompe el silencio.

 

Le coge a él de la palma de la mano, posa su cabeza sobre su hombro y salen andando por el terreno firme. Sólo han echado una ojeada más hacia el terreno del asfaltado para ver el sol reflejado en azules y amarillos. Se han dado cuenta de que inmediatamente renacía la capacidad de la calma y la firmeza. De que ese viaje definitivamente les había unido en una intimidad cercana.

 

El se para y le dice:

 

¯Simone este es nuestro último día, ¿puedo pedirte un beso?

 

Había seis plumas de paloma tendidas sobre el asfalto y Simone recogió una que se había deslizado y la posó entre las yemas de los dedos hasta sus labios para sentir su lisura.

 

Entonces respondió a Edgar que sí. Ella le miró para tender la pluma en sus labios y luego él divisó, brillando en la tersura de su piel, la línea de sus propios labios, y se dieron un hermoso beso, misterioso como en un encanto. Entonces a Simone le arrebató un extraño éxtasis.

 

¯Ven, vamos a probar el Algueira de Ribeira Sacra ¯le dijo a su compañero¯. Es uno de los mejores vinos que nos han recomendado.

 

Hoy todavía recuerdan la fragancia del vino y del mirto del río y el océano de ayer y de la ulmaria que estaba en sus sentidos. Y la risa ronca de las gaviotas en la orilla del mar en sus oídos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

28

 

Pero hoy habían decidido pisar el centro de Santiago de Compostela, para volver a pasear por la plaza y visitar la catedral del Obradoiro de estilo gótico. Muchos turistas, hombres y mujeres, en forma de peregrinos, se acercaban hasta ella.

 

Durante la cena de aquella noche todo fue más fluido, Edgar había invitado a Simone a comer en un restaurante del centro, con los manteles muy blancos. Y con el tacto del dedo se podía percibir la finura del encaje. Era como el tacto tan fluido de la caricia de los dedos de Simone cuando se posaron sobre el rostro de Edgar en aquel primer beso.

 

¯He soñado otra vez que estaba en una ciudad muy antigua contigo ¯le propina Edgar al hilo de la conversación.

 

¯¿Una ciudad?, ¿cómo de antigua?, ¿milenaria?

 

¯¿Cómo decirte? Es como si estuviéramos en la Academia de Aristóteles o en el jardín de Epicuro o algo así.

 

¯Oh, ¡magnífico sueño!

 

Edgar alarga la mano y la posa junto a la mano de ella que sostiene una copa. Ha llegado a ser con su cuerpo el tacto de su dedo para que se convierta en una redondeada gota que crece, tiembla, destella y cae en un éxtasis continuo con el cuerpo de ella. Pronto ella tendrá que decirle lo que tendrá que hacer.

 

¯Mañana volveré a París y volveré a mi trabajo y vamos a estar un tiempo sin poder vernos.

 

¯Sí, así es.

 

¯Espero que esta comunicación inocente que ha nacido entre nosotros pueda continuar, aunque sea vía emails. Pero espero que haya más ocasiones así como ésta.

 

En contraste aquella noche no oyeron ni un súbito suspiro. No había reflejos en los cristales de la ventana de las estrellas, y parecía que se ocultaban en oscuros túneles del mundo alrededor.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

29

 

 

Como dijo Sócrates: “Sólo hay un bien: el conocimiento. Sólo hay un mal: la ignorancia”. Corrobora en sus pensamientos el profesor Gilles.

 

Ahora parece que el comercio es lo principal que abre el progreso, pero antes lo era el multiplicador de la industria, pero la industria ahora se ha externalizado. Volvemos entonces a sentir la necesidad de pensar en las fuerzas del progreso.

 

Pero, ojo, el verdadero progreso, porque muchos nos encontramos ahora perdidos y retenidos en este lío de los avances, el mismo lío que la curva que pintó en la servilleta Laffer, en este inmenso lío del avance técnico, pienso que lo que tenemos que favorecer es el comercio.

 

Es como el papel moneda cuando se separó del patrón oro, hemos avanzado mucho en estas técnicas, pero las hemos enredado entre ellas, por miedo a perder un privilegio, el derecho de libertad que conceden cuando te separan de un derecho de servidumbre. La alegoría del “todos” y del burgués liberal, y del señor propietario, todo eso ha caído. Y ahora todos están interesados en el comercio y en comerciar.

 

Por eso, no es buena propaganda cuando dicen que van a subir los impuestos. Aunque si lo hacen que se haga también progresivamente.

 

En la noción de libertad se sigue reproduciendo una concepción “liberal”. Esta noción de libertad se dice que responde a una concepción “liberal” que se basa en la idea de que los hombres son libres en cuanto no están sometidos a normas: cuantas menos sean las normas jurídicas y menor sea la intervención del Estado, más numerosas y más amplias serán las esferas en las que el individuo goce de libertad.

 

Pero la libertad se puede entender también de una manera distinta. En un concepto “positivo” y no negativo de la idea de libertad. Es decir, se puede pensar que libre no es quien no se ve coaccionado por los demás en su actuación, sino quien no tiene que obedecer otras normas que las que él mismo se ha impuesto. Se trata ahora de una noción política de libertad que implica en el contexto del Estado representativo moderno el poder para participar en la designación y en el eventual control de los gobernantes y en la elaboración de las leyes.

 

Por contraste con la concepción liberal, se suele decir que ésta es una concepción democrática y positiva de la libertad, que hace hincapié no en la idea de abstención, sino en la de participación.

 

Por mi parte, soy un liberal pero que tiene también una conciencia social y democrática.

 

Pero, ojo, con los nacionalismos, no siempre me han gustado. Aunque los franceses somos muy dados a ello. Esto lo discutiré con Simone, porque toca los fundamentos de los derechos medievales y de la base de la Escolástica.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

30

 

Minerva ha sido siempre una mujer intelectual que quizás ha luchado como ha podido por no caer en los estereotipos de toda mujer.

 

Su largo cabello rizado blanco y su clara cabeza inclinada con tanta sumisión me hacen pensar en ella. La noto abstraída en sí. Sus ojos con esa oscuridad canela y ocre oscuro y su corazón de oro muestran una lealtad y hasta un viril encanto. Siempre hay una brillante gota en sus ojos que yo veo. La inocencia y la sencillez le son más queridas por ese fondo de tierra y heno que la rodea aquí en el campo. Mientras ella duerme profundamente, ella se entrega a mí como una niña. Y aquí en la gran casa vitivinícola de Turín que había sido en otro tiempo de un jefe de la intendencia judicial nosotros ahora somos muy felices los dos.

 

Minerva había dormido toda la noche sin saber nada. No sabía de mi preocupación por la ética de los acontecimientos. De los nuevos cambios que azotaban la política. Ella no quería saber ya nada. Fueron su ignorancia y su sobresalto lo que hizo que me tocara con los labios. Ella no se sentía sustraída por el problema de los conceptos. Buscaba siempre un motivo frívolo, de atención al amor y al arte para sumergirme en su encanto. Aquello para ella había quedado en el pasado, el sentirse dominada por el problema de la ciencia y de la ética.

 

De ahí que, por eso, se hubiera despertado en mí el deseo de seguir mi conversación con Simone vía email. Pero también para mediar con Edgar que me había insistido que consiguiera para ella una beca de estudios en la Sorbona. Simone no sabía nada de esto y yo tampoco podía hasta el momento alzar todo mi poder e influencia hasta que no conociera mejor la tesis y el contenido de su obra.

 

Minerva creo que tenía conciencia de su valor como mujer. Ha luchado por eso. Ella siempre me ha apoyado cuando he intentado luchar por ayudar a otras mujeres. Incluso distintas de ella. En esto Minerva es una dama.

 

A ella lo que le importa es que se la reconozca en su identidad femenina. No que se la iguale al mundo masculino. Muchas mujeres en vez de hacerse mujeres se hacen hombres, se visten como hombres o no tienen una identidad propia.

 

La mujer, en cierta forma, valora sobre todo su mediación con el hombre, y es entre el hombre y el niño donde ella tradicionalmente siempre se ha sentido más útil, pero necesita este reconocimiento, con palabras, con imágenes, con la fuerza de su representación, con su voz. Esto es lo que les importa a las mujeres.

 

Tal vez Simone está luchando desde otra posición neutral. Sin embargo, ya es un buen principio el lograr cosas desde este terreno de nadie.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

31

 

Diez años después

Estimada Simone,

 

Me gustaría saber que estás bien y toda ayuda que necesites házmela saber. Después de diez años sin saber de ti me encuentro con la obligación de decirte que el profesor Gilles ha fallecido. Y en una de mis últimas visitas a su casa él me insistió en que te mandara un saludo de su parte y que te dijera que nunca olvidaría la agradable presencia que les proporcionaste en el Piamonte italiano aquella vez con tu grata visita.

 

He de decirte que me siento algo culpable por aquel momento feliz que pasamos viajando por Galicia, del que guardo muy buenos recuerdos. Pero la vida da muchas vueltas y una vez en París las preocupaciones por mi empresa y el ritmo moderno de la vida, que se imponía, me impidió poder corresponderte como tú merecías y continuar una amistad que pudiera haber sido maravillosa. Si aún tengo alguna oportunidad me gustaría saberlo para continuar esa correspondencia contigo.

 

Por mi parte, me consta que el profesor Gilles movió algunos papeles para que pudieras conseguir una beca en la Sorbona, pero también me enteré por él que fuiste tú la que rehusaste viajar a París en aquel momento por enfermedad de tu padre.

 

La vida, a veces, es así. Es impenetrable y no nos deja participar de ella. Entonces ambos teníamos todavía las ilusiones intactas, Simone. Pero tú insististe que la vitalidad exige cambios, precisamos siempre buscar una felicidad que nunca se consigue. No, ambos no teníamos las ilusiones rotas ni estranguladas. Sólo teníamos aquella flor que avistaba en tu solapa aquella mañana de tu despedida tan repentina. Todo fue repentino, nuestra partida, los demás nos unieron pero también se interpusieron en nuestra vida.

 

Querida amiga, necesito saber que estás bien. Cuenta conmigo. Soy un emisario leal y me gustaría seguir con esta correspondencia. Proust decía con razón que “los únicos paraísos reales son los paraísos perdidos”. A sabiendas de que podemos regresar, de vez en cuando, a alguno de ellos pero con la clara conciencia de su pérdida. Pero aún así, no quiero preocuparte con mis inquisiciones.

 

Te dejo con esta carta que me dejó Gilles para ti en una de mis últimas visitas. En ella te invitaba a pasar unos días en el Piamonte, pero mucho me temo que no ha sido posible organizar este encuentro o volvernos a reunir todos.

 

Pero aquí tienes la carta y tú misma la puedes leer.

 

De tu amigo que no te olvida,

 

Edgar

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

32

 

Querida Simone,

 

Te escribo desde el Piamonte en una agradable tarde de verano donde acecha un suave viento con murmullo. No me he olvidado de ti y pronto prepararemos alguna bienvenida para poder celebrar una gran fiesta en estos días y me gustaría mucho invitarte. También sé que Edgar va a estar entre nosotros por lo que será una reunión feliz.

 

Mi salud ya no es igual, me acechan dolores por la espalda y lumbares pero quiero seguir la vida como si fuera siempre una bendición y una celebración. Me acuerdo siempre de nuestra grata conversación acerca del Jardín de Epicuro.

 

No hemos sabido nada de ti desde aquella noticia de que tu padre murió. Espero que tu vida se haya resuelto del modo más conveniente para ti. Viviendo en esa ciudad tan bonita como vives que es Sevilla, todo será posible, ¿verdad, querida amiga?

 

Tú sabes que en la Edad Media el poder se referenciaba hacia una autoridad sacra y única. Y ahora tenemos el poder de los nacionalismos otra vez en boga. Si el Poder nos ama y cómo debemos amarlo, son cuestiones que están en el centro de la Escolástica. Pero entendámonos bien, todos los nacionalismos occidentales han jugado con ello para asentar sus viejos Estados, y luego las gigantescas burocracias que les sucedieron. Semejante discurso, enunciando brutalmente la ciencia por la Autoridad y designando lo “herético” o lo “excomulgado” lo que debe ser reprobado bajo una doctrina universal, ya no es sostenido ni sostenible.

 

Pero al menos sólo en apariencia, pues la Publicidad de hoy día organiza actualmente el manejo por el sesgo de una ciencia de la sonrisa, sobre el tema encantador: todos somos amigos.

 

Y con este tema es como intenta seducirnos a todos, a través de una doctrina universal del deseo y el placer, y nuevamente entra esta doctrina en juego en el mundo moderno también.

 

Y para que se produzca aquí y en ella un caos universal, esta vez tendría que producirse algo que emergiese desde una Autoridad más sutil y no tan brutal como antes. Y es lo que debemos estudiar ahora, o seguir dando indicios o rasgos y matices para continuar hacia ello.

 

Freud mostró suficientemente la relación entre la progresión de la tolerancia y el debilitamiento de los lazos amorosos de los que se alimentaba el sentimiento religioso. Y esto se refería, sobre todo, al papel desempeñado por la conciencia de culpa en la constitución moral de nuestra especie, tal y como la conocemos. Pero el tabú lo que nos daba era esa dimensión de transgresión de un orden total, de un universo entero. Esto era lo que producía el caos y el sentimiento de culpa.

 

El juego de la democracia es lo que está también en juego.

 

Ese “monoteísmo” o unidad de impulso ya estaba contenido en el judaísmo y su éxodo forzado. Este monoteísmo o unidad de impulso tiene también mucho que ver con el orden universal que hablábamos antes, cuando hablábamos de tabúes. Hablamos de tabúes entonces cuando hablamos de un orden único y universal y de la sumisión a este orden por el amor o por los lazos de poder religioso y de orden político.

 

Nadie ha comprendido al judaísmo pero en su ideología hay mucho de todo lo que guarda en sí el seno del sistema del estado moderno. Y esto lo ha canalizado muy bien el poder del Estado. Y el Estado moderno también, no sólo el absolutista.

 

¿Cómo llevas tus estudios? ¿Has encontrado trabajo?

 

Espero que sí, querida mía. Minerva también te manda recuerdos. Su estado de salud es mejor que el mío, pero ella hace todo lo que puede por que yo me encuentre bien.

 

También es verdad que mis pobres sueños, mi tímido avance de hombre que, bajo la superficie de las aguas, se deja llevar por la corriente, queda interrumpido, es hostigado, desgarrado, asaeteado, por sensaciones espontáneas e irrelevantes, de curiosidad, codicia, deseo, de las que somos tan irresponsables como de aquellas otras experimentadas durante el sueño.

 

Pero no he renunciado aún a mi sueño. A veces pienso que me gustaría vivirlo eternamente con mi mujer, Minerva. Ella es mi consuelo siempre.

 

Pero yo espero aquí a que tú vengas. Sí, aquí está la intolerable desesperación, el dolor de la espera. Tú me regañarás por escribirte tanto. Pero necesito saber que estás bien, querida amiga.

 

Afectuosamente,

Gilles

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

33

 

Estimado Edgar,

             

Confieso que me ha sorprendido mucho tu misiva, pero me ha llegado a la dirección que te di el primer día, y me ha llegado primero a mi correo vía email. Así que tengo tus letras por duplicadas ahora.

 

Gracias ante todo por acordarte de mí y por traerme las letras del profesor. Ya he escrito a su mujer para hacerle llevar mis condolencias por su esposo. Es una persona muy querida en la comunidad académica, no sólo de su país, también aquí en el nuestro se le apreciaba mucho y se le admiraba.

 

Pero mi vida ahora ha fijado otros vuelos, por no decir dado otros vuelcos. Porque tú mismo defines en verdad cómo la vida puede ser algo inaprehensible.

 

Terminé los cursos de doctorado pero nunca terminé la tesis. Había algo finalmente que me paralizaba. Yo misma quería saber más que mis profesores. Creo que me volví loca. Sí, al final, terminé perdiendo la memoria, no quería saber nada de tesis ni de profesores. Había mantenido una relación de un año con un estudiante peruano que estaba aquí en el Archivo de Indias haciendo un trabajo de investigación. Pero a partir de que él tuvo que marcharse a su país, la vida se me hizo una montaña para arriba, todo me pesaba con creces.

 

No pude salir de mi depresión fácilmente. Tampoco mi padre me pudo ayudar, ya que su trabajo en un bufete me parecía muy aburrido y yo no tenía paciencia suficiente. Finalmente acepté el trabajo que me proporcionó un tío mío en una oficina inmobiliaria. Me he dedicado, por tanto, estos años, a eso, a alquilar y vender pisos, con más o menos éxito. Pero ahora con la crisis que estamos padeciendo lo estamos pasando un poco mal. Se siguen alquilando pisos pero los precios han bajado mucho y ya no es lo mismo que antes, ni mucho menos.

 

Yo sigo viviendo en la antigua casa de mis padres, que heredé. Gracias a eso la vida es algo mejor conmigo. Sí, he vuelto a escribir algo sobre mi tesis, pero esto no me preocupa ahora mismo. Quise estudiar la Edad Media porque me parecía un hallazgo para poder entender el Poder de un modo muy puro y bruto, como surge en aquella época.

 

Pero me sigue interesando ese momento. También he continuado mis investigaciones ya más generales sobre la ética y la política. Pero, en definitiva, ahora mismo no tengo muchos alicientes para seguir con ellas. Aunque haría falta hacer un estudio ético del poder y del poder económico. Pero nadie está dispuesto a hacerlo. En definitiva, son las técnicas modernas las que imperan en el poder últimamente.

 

Pero aquí estoy yo convertida en doradas ondulaciones que irán y girarán en busca de un ser que se olvidó de mí hace mucho tiempo. Cuando te escribo todo se estremece, todo es cálido en esta estancia, todo arde luminosamente aún en este crudo verano que pasamos aquí.

 

Aquellos días de Santiago todo parece ahora como un sueño sin realidad. Pero de aquellas peregrinaciones, de aquellos instantes de partida siempre pueden comenzar nuevas presencias.

 

No, no me deja de pasar por la cabeza que el profesor Gilles, con su despedida, nos ha vuelto a unir y a hacer sentir aquellos días agradables. Siento mucho su fin pero ahora debe descansar en paz.

 

Su presencia lejana me ha trastocado pero me hace pensar en vosotros en donde estéis.

 

Te deseo todo lo mejor. Afectuosamente,

Simone

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

34

 

Una amiga había venido a visitarme por esos días a mi casa y me encontró algo alterada. Pospuse una conversación que teníamos pendiente. Le dije que me dolía la cabeza. Sólo pensaba en Edgar. Edgar era como un príncipe que se había posado dentro de mi casa, sin ninguna intención, pero había causado una revolución en mi interior. Edgar era como una medicina para mis sueños.

 

Mi amiga trató de entender mis motivos y mis últimos recelos. Todo se había confirmado entre nosotras, nuestros antiguos miedos habían vuelto, no teníamos ahora la misma esperanza, ni los mismos deseos comunes, ni la ocasión de compartir fiestas ni conversaciones, pues yo me debía toda a mi pasado o a ese pasado que había quedado interrumpido.

 

Me di cuenta que todo en mi vida había sido un fracaso. Que siempre había estado huyendo de mí misma. Que mi única esperanza era contactar con Edgar, con alguien que todavía tenía parte de sus esperanzas puestas en mí.

 

Su carta era muy amable. Daba la impresión de que él también había pospuesto muchas cosas en su vida.

 

En aquel momento yo no supe atraerle, me encontraba afectada, no descansaba bien por las noches. Mi aspecto era el de una mujer descuidada y que vivía una vida que no era la suya. Mi vida también en parte había sido algo encerrada e interior, algo rutinaria. Y cuando había salido hacia el exterior sólo había aprendido algo de las decepciones.

 

Se lo dije directamente a mi amiga: “Algo ha cambiado entre nosotras. Para bien o para mal yo no estoy interesada en salir más por ese ambiente que te rodea, compréndelo. Yo no soy como tú”.

 

Ella no lo entendió, se enfadó conmigo. “Creo que estoy enamorada de alguien”, le dije. Y se rio, no pude más que desvelar que todo lo que me pasaba a mí era una forma de engañarme estando con ella. Lo que me apercibió más de que aquella compañía no era buena.

 

Mi amiga no podía dar crédito a mis palabras. Le parecía algo absurdo. Para ella siempre fui la segunda alternativa, nunca valoró mi inteligencia. Creía que sólo servía para cosas inútiles. Ahora me daba cuenta del error en el que estaba cayendo al confiar en ella.

 

Nunca me había admirado por mí misma, había venido a mí, sólo por una excusa, porque ya no le iba bien con lo que tenía antes, pero no por algo propio, por un valor propio que admirase en mí. Las dos nos estábamos engañando.

 

Me faltaron palabras para decirle las cosas, pero no fue necesario. Se marchó.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

35

 

Puesto que me fatigo demasiado pronto y caigo enferma de cualquier cosa, voy a aprovechar esta hora de soledad, esta tregua de silencio para recorrer la casa y reponerme, si es que puedo, de la impresión que experimenté ayer al oír a mi amiga hablarme con palabras de desprecio. Y todavía tengo en mi interior la sombra del profesor muerto. Como si hubiera muerto la única persona en este mundo que me pudo haber entendido, que me pudo haber hecho bien.

 

Ni siquiera sé si las palabras que le he escrito a Edgar podrán servir de acicate suficiente para reanudar nuestra relación de amistad.

 

Siempre con los hombres en mi vida había decidido dejarles volar. No atarme con ellos. Estar con ellos sólo por el capricho o por no estar sola, eso no iba conmigo. Me cuidaba muy bien a mí misma, eso sí lo había aprendido casi por instinto.

 

Pero con Edgar pensaba que todas mis defensas se deshacían y que me convertía en un ser vulnerable casi por momentos. Algo raro me estaba pasando.

 

Yo no pretendía la fidelidad con nadie, eso sí, cierta lealtad con los hombres, pero nada más. No podía engañarme, era algo flacucha, tenía una mirada que gustaba pero, en realidad, era algo sosa para la gente corriente y eso me hacía estar a la defensiva.

 

Pero Edgar era de otra manera, si juraba que vendría esa noche, vendría seguro, nada ni nadie le fulminarían si no se cumplía su deseo. Actuaba a golpe de impulso, deseaba y cedía, era como un niño todo en él.

 

Me quedé mirando la luna por la ventana y la luna se quedó mirando con un ojo fijo y yo no pude mover mi pie del peldaño al que me subí para observarla. Se reflejaba y mi mejilla era blanca. La muerte del profesor… en lo sucesivo siempre sentiré ese momento como una contracción, como esta rigidez en la que no puedo moverme.

 

Yo misma me sentía morir, iba como una meditabunda por la casa. Después de algunos minutos de muerte, casi mística o letárgica me internaba profundamente en esta soledad como un espectro, como si un breve chisporroteo de rumor y de movimiento ya se hubiera cumplido conmigo, y ahora estuviera en libertad de elegir mi camino.

 

¿Qué será ahora de mí?

 

La palabra de Edgar había rebotado en los bosques, en aquellos campos y no hay que olvidar que el azul y el amarillo vivos al combinarse en nuestros ojos, no dejan de saturar nuestro pensamiento, así la agitación y el temblor de la maleza como si también en mí se abriera camino; y ese algo fuera un tren como aquel tren que nos lleva, virando y cabeceando como en sueños, como si ahora tuviera un año íntegro de días para cumplir este viaje.

 

He aprovechado también para estar en soledad y calmar mis nervios. E intento descansar y recuperar mi memoria, pero se me olvidan las cosas. Casi se me olvida dónde estoy.

 

Sueño que Edgar me coge en brazos y me lleva hasta la cama y me tiende con él para que descanse. El posa su mano en mi brazo y lo desliza hacia arriba y lo deja reposar. El roza mi hombro con suavidad, se demora en su contemplación. Ahora tiendo las manos a ambos lados de la cadera y las dejo reposar. El cierra los ojos. Luego abre la boca y gime. Edgar se acerca hasta mí y me besa en los labios, con un dulce beso. Yo siento unas florituras que erizan mi piel y mi vientre, y me siento transportada más allá.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

36

 

Regresé a casa por las callecitas temblorosas de la bruma del calor de Sevilla, bajo los arcos de las hojas de los naranjos.

 

En el camino, encontré a alguna rumana empujando un coche de niño, cargado de hierros, y también al marido. Pero nunca nos hablaremos.

 

Entré a la casa por la puerta de atrás del garaje y vi las hojas encorvadas de los repollos que había comprado sobre la cocina y en el fondo de la ventana el jardín con sus macetas, y con sus ventanas ciegas por las cortinas que las cubren. Subí a mi habitación y pasé revista a mis tesoros cuidadosamente guardados en el armario: mis conchas y mis hojas y hierbas raras, mis postales de los museos de Europa visitados, y algunos de mis libros de lectura de cabecera.

 

Di de comer a algunos de los pajarillos que se posaron en la ventana.

 

Y así, poco a poco, logré desprenderme de esta cosa dura que me ha oprimido el corazón. Pero aquí, en la casa, suenan todo el tiempo campanillas desde una capilla cercana, y se oye el ruido de pasos que van y vienen perpetuamente de los niños al colegio más cercano.

 

Y todavía me oprime el corazón cuando pienso que Edgar me ha dicho que va a venir a Sevilla para verme.

 

Acostada en mi lecho, anhelo que llegue el día. Aún no he podido comentarle el escrito del profesor. Él me ha pedido que le haga una reseña corta.

 

Quiere que le explique cómo intentar hacer operativa esa idea de progreso entendido como “esfuerzo moral”, tal como nos enseñó Kant.

 

Quiere creer en el esfuerzo de las naciones. Dice que nuestra economía depende de ello.

 

Pero si no existe el progreso moral, ¿por qué tendría que existir el progreso económico?

 

Hitler es una ideología demoníaca que se la reconoce fácilmente pero el Gulag representa una abominación superior pues en virtud de principios nobles se cometen crímenes demoníacos. Esa es la diferencia y es lo que hace que no hayamos progresado.

 

Y los países con sus efectos monetarios lo único que hacen es retrasar la resolución. La misma deuda pública que emiten se la compran con sus propios bancos, luego no importa el interés que tenga la deuda, ¿no? Puesto que los propios países mismos ganan el beneficio que ponen.

 

Y difícilmente se entiende hoy día estos juegos de efecto de la economía.

 

Para mí lo único importante en economía es el dinero negro.

 

Ese es el dinero que entró en España cuando la euforia, entró por un golpe de suerte, pero nosotros lo convertimos en ello por nuestra ilusión. Deberíamos estar orgullosos de lo que conseguimos. Pero todo parece que lo hemos perdido.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

37

 

El sol se recostaba como en un verde colchón y Simone era como un corcho en un mar alborotado, como la cinta de un alga, que se proyectaba muy lejos cada vez que la puerta de la comunicación social se le abría.

 

Ella había descubierto un rostro y lo miraba rectamente y era como la espuma que llenaba de blancura las más alejadas oquedades de la roca.

 

Ella quería descubrirse a sí misma, pero mientras tanto sabía que tenía que descubrirlo a él. Y él para ella era una especie de enigma. Era un ser muy fuerte, muy bravo, era como un protector, un guerrero de la vida.

 

La luz del sol caía sobre los grandes ventanales del aeropuerto en el área de llegadas y se iba retirando del asfalto de la zona para aviones para ponerse en su imperio solitario.

 

Y allí estaba él, Edgar. Como un ocaso de la luz solar. Sus ojos mirándome se engrandecieron ante mí. Sus azules y violáceos ojos fijos se clavaron en mí. Cada visión era un arabesco trazado de prisa para ilustrar las maravillas y sorpresas de la intimidad.

 

¯Hola, ¿cómo estás? ¯dice Edgar y se acerca a mí y deposita un beso en mi mejilla y le correspondo.

 

¯Hola. Muy bien. Y ahora el tiempo ha mejorado, cae algo de brizna de aire, da gusto dar un paseo. Sí, y tendré la cabeza serena. Porque el calor me marea y el bochorno que produce aquí con este clima ¯concluyó Simone.

 

¯Pues, demos un paseo.

 

¯Antes debemos dejar las cosas y las maletas. Finalmente, te quedas en mi casa, como hemos acordado. No hay problemas.

 

¯Y ¿cómo va todo? Me dejaste un tanto preocupado con tu situación.

 

Simone se hallaba tensa e inmóvil y no se hallaba ante un solo deseo, y no sabía qué camino podía tomar. Aunque intentaba disfrutar plenamente de la compañía que se le brindaba. Apreciar el gesto de su compañero, mirarle a él a los ojos. Aceptarle, acompañarle en todo momento.

 

Pero no sabía muy bien cómo confiarle sus más íntimos deseos, cómo contarle sus cuitas.

 

¯Pero no te preocupes ¯continúa diciendo Edgar que aprecia por un momento cierta tensión en ella¯, tendremos tiempo de charlar detenidamente. Ahora lo que importa es ponerse y estar cómodos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Simone siempre era elegante y cuidaba su ropa, cierta elegancia en el color grave y liso de las telas, llevaba unas faldas anchas y unos vestidos que caían con vuelo de gasa, imitaba cierto aspecto sinuoso y ligero, casi extático de la vida.

 

Edgar la había invitado esa noche a pasear por los jardines Murillo, seguirían entrando hacia el Callejón del agua y la Judería del barrio de Santa Cruz, engalanada con flores de buganvilla de colores violetas y rosados muy vivos. Y llegarían a la plaza de doña Elvira donde se proponían cenar.

 

Quería hacer una degustación y cata de los buenos vinos sherrys de la zona.

 

Averiguar la diferencia entre un oloroso abocado y un oloroso seco o entre un amontillado y un palo cortado. Les sirvieron una copita de cada uno y una hermosa ración de jamón ibérico de bellota y una tortilla de calabacín.

 

El estilo de las casas era muy típico, pintadas en blanco y amarillo, con los grandes hierros forjados en las celosías de las ventanas y las macetas con geranios de colores vistosos. Las persianas de cáñamo colgaban de los balcones poniendo coto al exceso de luz solar. Ya se hacía la noche y ahora lucían los faroles con sus volutas de hierro, típicos de la arquitectura andaluza y que decoraban la plaza con una magia y encanto singular. Una fuente en el centro chisporroteaba con un chorrito de agua continuo que ponía una musiquilla alegre de fondo.

 

Ellos se sentaron en la terraza exterior para poder amenizar la cena con todo este conjunto característico. Sólo faltaba que viniese un espontáneo a improvisar con su guitarra flamenca algunos acordes, pero no tardó en presentarse uno a coronar la noche festiva. El concierto de Aranjuez sonó en su guitarra, primero, majestuoso y con un fino y mágico realce del punteado de cuerdas. A continuación interpretó la Suite iberia de Albéniz para Sevilla, una pieza que embellecía aún más a la anterior.

 

El público que se encontraba en la plaza se quedó en silencio extasiado y por un momento las notas de la guitarra estuvieron a la altura de un concierto de gran finura y estilización tradicional.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

39

 

En los instantes en crisis, la vida aparecía al descubierto en el mayor desamparo, hasta llegar a causarnos rubor. En ellos, el hombre sentía vergüenza de estar desnudo y la necesidad terrible de cubrirse con lo que fuese. Era una huida y un afán de encontrar una figura o un modelo, que finalmente lo que hacía era precipitarnos en las equivocaciones más dolorosas.

 

La única manera de responder afirmativamente no es diciendo sí, en abstracto, sino ofreciendo una forma de vida, una figura de la realidad, dentro de la cual el hombre tiene un determinado quehacer y toda su existencia un sentido. Alguna figura simbólica, mitológica, que en otros tiempos hubiera tenido sentido.

 

Pero ahí estaba Simone sin saber qué decir o responder.

 

En los tiempos de plenitud parece haberse respondido afirmativamente de una manera determinada. Pero ya no eran tiempos de plenitud. Hasta ahora lo que resultaba de todas estas experiencias era que la vida humana no era posible de ninguna manera, al parecer. Y la pregunta renacía siempre, ¿era posible ser humano?, ¿y cómo?

 

¯Simone, estoy aquí para decirte que todo es posible. Que podemos seguir adelante y tener un futuro si lo miramos juntos.

 

¯Pero ¿cómo?

 

¯Pues no es fácil, pero luchando. No es fácil arrancarte de aquí. Pero te pido que te vengas conmigo a París. Siempre podremos volver.

 

¯Pero ¿estás seguro?, ¿cómo sabes que es eso lo que quieres?

 

Edgar y Simone pasean por las callecitas entreveradas y claroscuras del Barrio de Santa Cruz después de una cena inolvidable. Edgar se para bajo la sombra de una acacia que cae por el muro del Callejón del agua y en una penumbra atrae hacia sí el cuerpo de Simone. Acerca sus labios a los de ella y se funde en su boca con un largo beso.

 

Ella, alta, esbelta, con la mirada impregnada en una lágrima recién caída mira a Edgar. Y él acaricia beso a beso esa humedad de su mejilla.

 

A Simone le ha parecido un ardiente beso que se ha quedado impregnado en sus labios y en sus facciones. Y lleva el beso de él con ella, sus ojos se impregnan con un ardor tembloroso. Edgar sigue a su lado.

 

Y la angustia quedará prietamente apretujada. La examinará y la enterrará entre las raíces sobre la copa de ese árbol que hay en el camino de la judería sevillana.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

40

 

París, Notre-Dame, las escaleras de la Butte Montmartre, al pie del Sacré-Cœur, la Ópera Garnier, sin olvidar, la perspectiva de los Champs-Élysées, que se puede admirar desde la magnifica plaza de la Concorde. Todos estos sitios Simone los visitó junto a Edgar y todos estos sitios son dignos para darse un beso con la pareja, pues ahora ellos vivían y moraban en la ciudad del amor.

 

Simone despertó de su sueño de un jardín de Epicuro, con un ardiente sueño de un beso.

 

Hace poco que ha nacido el día, la media mañana. En las tierras bajas hay todavía algo de niebla. El día está duro y tieso como ropa blanca almidonada. Pero se suavizará, adquirirá calor. Miró las temblorosas hojas del oscuro jardín de la ventana interior y pensó: “Qué enigmático besa Edgar”.

 

“Podré entrar libremente en este jardín, su jardín”, pensó.

 

Ahora se siente una efímera transeúnte, en cuya mente tienen los sueños poder, y el jardín sonidos cuando, al amanecer, los pétalos flotan sobre insondables profundidades y los pájaros cantan. Se sumerge y chapotea en las destellantes aguas de su infancia y juventud. Tiembla el sutil velo que la cubre.

 

La visión se quebró. Edgar dejó de ser un fantasma para aparecer como la bestia encadenada que perece y desaparece. Nadie adivinó la necesidad que sentía Simone de ofrecer su ser a un ser divino.

 

Comenzó a desear la luz de la intimidad, el cuerpo de Edgar.

 

Y en el jardín penetraba la luz y había extensas zonas cubiertas de flores azules. De repente, descendió sobre ella un azul violeta y cubrió la oscura y mística conciencia de Simone con la adoración del ser que amaba, del logro de totalidad que triunfa sobre el caos. Nadie vio su compuesta y ávida figura en la arcada abierta de su jardín particular.

 

Poco valor tendría esta apertura del corazón si ocurriese sin participación de las demás entrañas solamente pasivas, oscuras y sin espacio que brindar ¯pura vibración sensible, puro trabajo también¯. Pero la participación era todo entrañas y corazón entre ellos.

 

La boca de Edgar llamaba irreverentemente al beso, a los senos salientes de ella. Los ardientes ojos perdidos de ella en un punto indefinido. En ese momento Edgar la tomó y  la apretó contra sus brazos y se apoyó en ella, quería retenerla.

 

El cuerpo fue ocupado por el alma, moldeó con sus manos curvas ajenas, dibujó una cadencia simétrica entre su cuerpo y el vientre de ella y alcanzó su sexo.

 

El se levantó hacia ella y la besó más y más, quería tocar la felicidad de un cuerpo bello y desnudo.

 

Volverían a descubrir misterios, volverían a viajar. Volverían a esa madre mistérica de Andalucía. La Madre-Tierra era la madre inmortal, la Gran Diosa madre de la antigüedad y se invocarían a ella y a los dioses y diosas florales del amor, resurgiendo en la primavera. Muriendo la gran diosa se había transformado y se había convertido de este modo en Demetes Erinys. Estos grandes mitos sumerios seguían perviviendo en las tradiciones de estas tierras ancestrales y se conservaban en el Museo del Louvre para curiosidad de todos. Los misterios de la vegetación dedicados a la Gran Madre era el momento preferido para su celebración.

 

Así como el alma griega, cuando comenzaba a sentirse separada del cosmos, acudía a los misterios de Eleusis y el culto a Dionysos buscando una reconciliación, con la esperanza de librarse de sus dolores.

 

Pero la “catharsis” órfica y de la orgía purificadora, así como el misticismo helenístico, eran más bien una ansiedad del alma por lo racional, una esperanza de salir de la duda más que de librarse de los dolores, de resolver la indecisión del individuo ante los asuntos de la vida: un afán de conocerse para saber qué hacer, para seguir el camino de la vida y el corazón.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Esta novela se terminó de escribir en Sevilla el 22 de junio de 2014

 


SOBRE EL AUTOR

 

 

ESTHER LLULL es autora de diversos libros, entre ellos El amante Sumerio, El atelier del corazón, Junto a la flor de la achicoria, El amor y El impacto de su cercanía y sigue una trayectoria continua. Estudió derecho, hizo un postgrado en Filosofía, moral y política, y también ha estudiado Astrología y astromundial. Ahora vive entre Sevilla y Copenhague.

 

 

 

 

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El blog de la autora en wordpress

 

El amante de ética
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