Estudios, informes... o la manía de cuantificarlo todo
SEXUALIDAD DE LOS JÓVENES SEVILLANOS (ESTUDIO CUALITATIVO)
Resultados sobre la primera vez en chicos
Los chicos parecen tener claro que la virginidad es una enfermedad de la que hay que curarse cuanto antes. De tal manera que prácticamente se lanzan a la busca y captura de alguna chica que les permita realizarse y dar el salto al mundo de los «hombres».
Así, si llegados a cierta edad no han mantenido ninguna relación sexual con penetración, no dudan en ocultar su falta de experiencia a su grupo de iguales.
Sin embargo, y exceptuando a los chicos de mayor edad, todos esperan que sus parejas sean vírgenes a la espera de que ellos dejen su huella. Tienen la creencia de que esta experiencia es más importante para ellas que para ellos y que, por tanto, produce en la mujer un efecto de apego hacia la persona con la que mantiene su primera relación coital.
Parece que afrontan estas primeras experiencias de una manera más superficial que las chicas, pero en el fondo desean que ocurran de la manera que previamente han venido imaginando. Normalmente, con unas elevadas expectativas basadas en mitos y creencias erróneas.
Para ellos supone una prueba de fuego en la que deben estar a la altura. Se espera de ellos que sepan en todo momento cómo tienen que actuar. Esto hace que se sientan altamente presionados. Les surgen todo tipo de dudas relacionadas con su supuesta masculinidad. A veces se convierte en una prueba de rendimiento en la que deben demostrar que son capaces de ofrecer lo que se espera de ellos.
Suelen ser más precoces y menos selectivos que ellas a la hora de mantener su primera relación coital. Sin embargo, coinciden en la importancia que dan al coito en las relaciones sexuales, éste sigue siendo el culmen, el punto máximo al que se puede llegar y del que más satisfacción y placer se espera.
Los chicos consideran el coito como el punto máximo que hay que alcanzar en una relación sexual. Es como si el resto de las relaciones sexuales que mantienen con sus parejas fuesen una mera preparación para el momento en el que se va a producir lo que ellos llegan a denominar como «sexo de verdad».
Esta importancia va desapareciendo conforme avanza la edad; sin embargo, no llega a desaparecer nunca. Aunque intentan dar la impresión de que es una práctica más, su discurso nos hace pensar que sigue siendo la más importante para ellos: «Conocemos a una y ya tenemos la intención de que vamos a hacerlo —coito— esa noche».
En general, los chicos consideran que la primera relación sexual es muy importante, pero matizan dependiendo de si hablan de ellos o de las chicas. Así, tienen una creencia muy arraigada de que esa primera vez «marca» a la chica, pudiendo llegar a unirles a ellos de por vida de alguna manera, mientras que para ellos es un paso más que hay que dar y cuanto antes mejor, sobre todo los más jóvenes: «Yo creo que, si la desvirgas tú, te va a querer mucho más la tía, porque es así». «Los chicos, por lo menos muchos chicos, es como para decir: hostia, yo ya lo he hecho».
Consideran que las chicas dan más importancia a la virginidad que ellos y que la viven de una forma distinta. No obstante, los más jóvenes consideran que una chica virgen tiene un valor añadido. Mientras que para ellos se convierte en un mero trámite en la mayoría de casos, consideran que para ellas es una experiencia que tiene que ir acompañada de afectividad y otros sentimientos. Sin embargo, algunos dejan entrever que para ellos fue un momento especial: «Pero piensas: mira, está manoseada por otro, que no ha sido mía nada más». «Yo creo que importancia le dan los dos, pero a lo mejor los motivos son distintos. Los tíos le damos la importancia de un rollo más, de prestigio social. Y las tías pues le dan importancia en el sentido de: bueno, este chico va a ser especial porque va a ser mi primera vez».
Las expectativas con las que los chicos se enfrentan a su primera relación sexual no difieren mucho de las de sus compañeras. La mayoría espera que sea un momento especial, lleno de placer, una «bomba». Se sienten inseguros y nerviosos, quizá porque se espera que ellos dirijan la operación y que su rendimiento sea óptimo, y sienten la responsabilidad de hacerlo bien y de dar la talla. A ello se une la falta de información y el desconocimiento que tienen de la anatomía de las chicas. Mantienen viva la idea de que tiene que ser dolorosa para ambos, aunque piensan que a ellas les tiene que doler más. Además, hay que partir/romper algo, aunque no tienen muy claro el qué. Pero ésa es la confirmación de que su chica está viviendo esa primera vez, incluso algunos esperan que ese algo que hay que partir se oiga, y suene lo bastante fuerte para que ellos puedan oírlo: «Yo, un poco de miedo al desconocimiento, al no saber dónde está... Pensaba que estaba en otro lado, que estaba más arriba, yo qué sé, no había visto un chumino en mi vida». «Quizá estás más preocupado por lo que vas a hacer que por lo que vas a sentir». «El chocho, a la hora de hacerlo, tiene como tres capas. Al principio no las partes todas. Yo, la primera vez, sentía todos los huesos como unidos, y ya poco a poco eso se va abriendo más. Y eso les duele también a ellas». «Mi compañera estuvo todo el día siguiente con dolor, no podía andar bien. Y yo iba dando botes. Iba más feliz que...».
Los chicos más jóvenes —14-17 años— se creen capaces de distinguir a aquellas chicas que ya han mantenido su primera relación sexual sólo con verlas. Afirman que «se les nota»: «Tú la ves por detrás y se ve». «Tú miras a una niña por detrás y en la forma de andar y cómo tiene esto —señala entre las piernas— se le nota».
Pero si en algo coinciden con las chicas es que algunos afrontan esta primera relación sexual más por presión social que por propia iniciativa o deseo.
Hacen poca o ninguna mención al placer y a la satisfacción que puedan obtener sus parejas sexuales, quizá porque presuponen que es una situación en la que van a disfrutar de forma innata, sobre todo si tiene una avanzada edad y aún no ha mantenido relaciones coitales. Tienen la creencia de que ésta es la relación sexual con la que más disfruta una chica.
Resultados sobre la primera vez en chicas
En general, las chicas dan gran relevancia a la virginidad. Para ellas se convierte, en los primeros años, en la herramienta con la que mantener un alto respeto dentro de su grupo de iguales. De otro modo corren el riesgo de ser tachadas de «facilonas» no sólo por los chicos, sino por sus propias compañeras.
Sin embargo, conforme van avanzando en edad, esa virginidad, defendida a ultranza debido a la presión social, años de educación e incluso ideales religiosos o personales, se va convirtiendo en una lacra de la que hay que deshacerse para de nuevo adquirir una posición respetable en su entorno social y sobre todo con su grupo de iguales. En su fuero interno surge una contradicción mantenida por unos valores creados por una sociedad que, por un lado, les exige integridad hasta el matrimonio o la aparición del amor verdadero y, por otro, les pide que se realicen como mujeres. Realización que pasa por haber mantenido relaciones coitales.
Todas acuden a las primeras experiencias con unas altas expectativas. Se imaginan el momento en la intimidad más absoluta y rodeado de un aura amorosa y una alta expresión de sentimientos. Estas expectativas hacen que se sientan un tanto defraudadas. La incomodidad del lugar en el que se produce, la falta de previsión, las prisas, los nervios y las inseguridades les juegan una mala pasada que hacen que esa primera vez se convierta en ocasiones en un día para olvidar.
A veces esta primera vez supone para las chicas un trauma doloroso que, por otro lado, se convierte en la confirmación de esa pureza virginal de la que le han hablado durante toda su vida. Pero lo consideran como algo que hay que pasar, ya que la más alta expresión de la sexualidad sigue siendo el coito, cuando éste pasa a formar parte de sus relaciones habituales.
A pesar de los cambios sufridos en los últimos años, aún hoy siguen patentes los viejos mitos. Así en las chicas permanece la creencia de que una relación alcanza su máximo exponente cuando se lleva a cabo una relación coital. Este hecho resulta más notable en las chicas más jóvenes y se va difuminando lentamente conforme se avanza en edad, bien por propio deseo o por la presión que el grupo comienza a ejercer sobre aquellas chicas que a determinada edad aún no han mantenido su primera relación sexual. Una primera relación sexual a la que las chicas acuden con unas elevadas expectativas: un momento placentero, lleno de amor, sensibilidad, algo poco menos que fantástico, la unión máxima con su chico. La aportación de los medios de comunicación desempeña en ocasiones un papel preponderante. Sin embargo, este pensamiento contrasta con la idea de que la primera vez «es dolorosa», y en este dolor tiene un papel fundamental el viejo mito de la «rotura del himen». Dolor que deja de ser importante si se logra el objetivo fijado: «la primera relación con coito». Este dolor unido al supuesto sangrado sirve como confirmación de la supuesta virginidad: «Es un nada, metértela y sacártela, que, si estás nerviosa, te empiezas a mover y sientes más dolor». «Llega un momento en que te duele y tú lo sabes, pero te da igual, te quieres entregar a esa persona y qué más da el dolor».
Para las chicas no parece importante que su compañero sexual sea virgen; sin embargo, sí les preocupa su propia virginidad. Para las más jóvenes —14-17 años— es un preciado regalo que no están dispuestas a entregar a cualquiera. No obstante, conforme avanzan en edad, la virginidad se va convirtiendo en una carga de la que hay que deshacerse a toda costa: «A ellos lo que les pasa es que se acuestan con muchas tías, pero a la hora de tener una novia legal dicen: pues yo la quiero virgen...». «Mejor que él no sea virgen. No sé, para mí es algo anecdótico...».
A lo anteriormente expresado hay que unir la falta de planificación por parte de la pareja. Normalmente, las jóvenes mantienen su primera relación coital en el lugar que pueden, sin utilizar ningún método anticonceptivo, en ausencia de información fiable, a la espera de que en ese momento se resuelvan como por inspiración divina todas sus dudas y temores, y confiando en que su pareja sepa cómo actuar llegado el momento. El resultado en la mayoría de los casos produce cierto estado de frustración y desánimo por ver truncadas sus expectativas: «Yo creo que la chica, en general, con la primera vez se siente muy defraudada». «Porque no, porque en ese momento quieres a esa persona, pero es dolor lo que sientes, y dices: estoy deseando acabar».
SEXUALIDAD DE LOS JÓVENES SEVILLANOS (ESTUDIO CUANTITATIVO)
El inicio de las relaciones sexuales coitales se suele producir entre los 15 y los 19 años (31,4 por ciento) frente a los que las inician antes de los 14 años (3,2 por ciento) o entre los 20 y los 24 años (5,7 por ciento).
El sexo de los encuestados parece no estar relacionado significativamente con la edad de inicio de las relaciones sexuales coitales.
Los jóvenes no escolarizados afirman en mayor proporción que los escolarizados haber tenido relaciones sexuales coitales (66,3 frente al 32 por ciento). Son también los no escolarizados más precoces en el inicio, ya que el 7,5 por ciento afirman iniciarlas antes de los 14 años, el 51,3 por ciento entre los 15 y los 19 años, y el 7,5 por ciento entre los 20 y los 24 años, frente a los escolarizados (1,9, 25 y 5,1 por ciento respectivamente).
Los jóvenes que se consideran católicos no practicantes afirman en mayor proporción haber tenido relaciones sexuales coitales (20,9 por ciento) frente a los que se declaran católicos practicantes (7,2 por ciento) y no creyentes (6,7 por ciento). Son también los católicos no practicantes los más precoces, ya que el 1,2 por ciento las inician antes de los 14 años, frente al 0,7 por ciento de los católicos practicantes y el 0,5 por ciento de los no creyentes.
Con respecto a los sentimientos asociados a la primera relación coital el más frecuente en los jóvenes encuestados es el agrado (53,5 por ciento) y es este porcentaje superior en los chicos que en las chicas (69,7 frente al 37,1 por ciento). El segundo sentimiento más frecuente es el miedo (19,3 por ciento) y es en este caso el porcentaje superior en las chicas que en los chicos (30,1 frente al 9,9 por ciento). Por último, la vergüenza y el desagrado es mayor en las chicas (10,2 y 6,5 por ciento frente al 6,6 y al 2,4 por ciento de los chicos, respectivamente).
Con respecto al placer asociado a la primera relación coital, el 46,6 por ciento de los sujetos encuestados afirman haber sentido el orgasmo en su primera relación. Sin embargo, lo más significativo es la diferencia encontrada entre chicos y chicas, de tal forma que sólo el 21,9 por ciento de las chicas afirman haber tenido un orgasmo frente a los chicos (67,9 por ciento). Al contrario, las chicas afirman en mayor proporción «Me gustó, pero no tuve orgasmo» (54,1 frente a 22,2 por ciento) o «Me quedé igual» (24 frente a 9,9 por ciento).
El 3,1 por ciento de los jóvenes encuestados afirman tener relaciones sexuales coitales «una o varias veces al día», el 34,2 por ciento «una o varias veces a la semana», el 38,1 por ciento «una o varias veces al mes» y el 24,5 por ciento «una o varias veces al año».
La variable edad afecta a la frecuencia de las relaciones sexuales coitales. Así, los jóvenes cuyas edades oscilan entre 20 y 24 años afirman en mayor proporción tenerlas «una o varias veces a la semana» frente a los de entre 14 y 19 años.
Las chicas afirman en mayor proporción que los chicos tener relaciones sexuales coitales «una o varias veces al día», «una o varias veces a la semana» o «una o varias veces al mes» frente a los chicos que afirman en mayor proporción que las chicas tenerlas «una o varias veces al año».
Los sujetos no escolarizados afirman en mayor proporción mantenerlas «una o varias veces al día» o «una o varias veces a la semana» (5,2 y 42,2 por ciento) frente a los escolarizados (1,7 y 28,8 por ciento).
Con respecto a con quién mantienen los jóvenes encuestados las relaciones sexuales coitales, el 62,8 por ciento declara que «sólo con mi pareja»; el 14,5 por ciento, «habitualmente con mi pareja»; el 17,9 por ciento, «con quien me apetezca»; el 0,8 por ciento, con prostitutas, y el 4,1 por ciento, «otros».
Las chicas afirman en mayor proporción que los chicos mantener relaciones «sólo con mi pareja» (80,5 frente al 46,9 por ciento). Por el contrario, la opción «con quien me apetezca» es contestada mayoritariamente por los chicos (29 frente al 5,4 por ciento).
El hecho de estar o no escolarizado introduce pequeñas diferencias en relación a con quién se suelen tener relaciones sexuales coitales, puesto que los sujetos escolarizados afirman en mayor proporción «sólo con mi pareja» que los no escolarizados (68,4 frente al 54,2 por ciento).
Con respecto al lugar donde suelen tener relaciones sexuales, los encuestados más jóvenes (14-19 años) afirman en mayor proporción tenerlas «en una discoteca o pub», «en una calle o en un portal» y/o «en la playa o en el campo» frente a los jóvenes con edades entre 20-24 años, que suelen tenerlas «en una casa» o «en un coche».
Las chicas afirman en mayor proporción mantenerlas «en una casa» o «en un coche» frente a los chicos, que suelen afirmar «en una discoteca o pub», «en la calle o en un portal» y/o «en la playa o en el campo».
Por último, el 71,3 por ciento de los jóvenes manifiesta que suelen tomar la iniciativa los dos. No se observan diferencias significativas entre los encuestados más jóvenes (14-19 años) y el grupo de mayores (20-24 años). Sin embargo, el sexo influye en quién suele tomar la iniciativa. Así, las chicas afirman en mayor medida que los chicos que la suelen tomar los dos (79,2 frente al 64,5 por ciento). Por su parte, los chicos afirman en mayor proporción que la iniciativa la suelen tomar ellos (29,4 frente al 3,3 por ciento). Éstos también perciben en menor proporción que la iniciativa la suele tomar la pareja (4,3 frente al 15,3 por ciento de las chicas).
Estos datos provienen de un estudio realizado en 2003 por la Asesoría Sexual del Servicio de Juventud del Excelentísimo Ayuntamiento de Sevilla en colaboración con la Facultad de Psicología de la Universidad de Sevilla. Sus autores son Pablo Real Heredia, Alfredo Oliva Delgado, Manuel Serrano Serrano y Clemencia Suárez Gabaldón.
Poco importa que los chavales sean sevillanos o de cualquier otra ciudad. Los datos que aporta podrían ser intercambiables con los de otros individuos de su edad de distintas comunidades autónomas. Lo he escogido porque entre los más recientes es de los más completos. Además, insisto, no creo que refleje una realidad que no se pueda extrapolar sobre el tema que nos ocupa.
¿Resultados? Pues los esperados después de haber oído tantas «primeras veces». Ese primer coito es realmente importante. Supone un paso definitivo hacia la supuesta madurez y marca una línea divisoria en cualquier grupo social. Es triste, pero al final el coito parece ser la única forma de vivir la sexualidad «de verdad». Todas las demás prácticas parecen un mero aperitivo antes de que venga lo bueno. Pero tampoco hay que llevarse las manos a la cabeza o, poniéndonos bíblicos, quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Muchos adultos, que ya dejaron muy atrás su primer coito, tampoco van mucho más allá de la penetración en sus relaciones sexuales. No se vive igual para hombres que para mujeres, pero lo que parece claro es que pasada cierta edad los que no lo han hecho —tanto chicos como chicas— son considerados, como poco, unos bichos raros.
Y en pleno siglo XXI, pese a que se supone que se ha avanzado mucho, en esto las cosas presentan ligeros matices que diferencian este hecho de cómo lo vivieron las generaciones anteriores, pero tampoco es para tirar cohetes. Ellas, cual doncellas de cuento, se llevan a su primera vez una maleta de mitos también cargada con años de formación e información del tipo de que la virginidad es su más preciado don, que sólo hay que entregárselo al hombre de tus sueños... Ellos, menos selectivos, andan como locos por deshacerse de esa «tara». Apenas importa cómo o con quién; al fin y al cabo es a ellas a quienes marca. Ellos no serán considerados hombres de verdad hasta que no desenfunden su revólver. A su favor, hay que señalar que saben que eso consiste en algo más que meterla y sacarla. Los jóvenes de ahora saben que tienen mucho más trabajo que hacer para satisfacer a una mujer. El problema es que no saben cómo, en el peor de los casos hasta desconocen la anatomía femenina. Bueno, la intención es lo que cuenta. También es verdad que se llevan su particular hatillo de miedos a no dar la talla, no saber... De alguna perversa manera las mujeres hacen pagar su particular lastre, pues les otorgan a ellos el papel de maestro de ceremonias. Un maestro de ceremonias que anda como el que se perdió en la isla: tan verde como su compañera.
Tristemente, sigue vigente la distinción entre hombres y mujeres. Una chica que no sólo ha perdido la virginidad, sino que ha tenido otros amantes tiene bastantes papeletas para que le cuelguen el sambenito de facilona y no sea la opción número uno cuando un chico decida establecer una relación «seria». Para ellos es todo más fácil, incluso se agradece que no sean novatos para la primera vez de una chica. Y, por supuesto, no se juzga, o se hace de manera más indulgente, el hecho de que se haya acostado con muchas chicas.
Y ambos sexos, ¡pobrecitos míos!, pensando que van a entrar en otra dimensión. Que aquello va a ser maravilloso. Inolvidable. Perfecto. Después de saber que los Reyes son los padres, éste debe de ser el segundo gran desengaño que se lleva uno en la vida. Menos mal que es cuestión de rodaje y que casi todo el mundo le acaba cogiendo el truco y encontrándole la gracia.
La horquilla de edad tampoco nos dice mucho. Entre 15 y 19 años. Para la realización de este libro hemos visto de todo y, sí, antes de los 15 podría resultar un tanto precoz y después de los 20 un poco tardío.
Entre los datos un poco sorprendentes, la precocidad y la «afición» que presentan los jóvenes no escolarizados. Parece la típica broma que se gastaba de que antes se tenían muchos hijos porque no había televisión. Esto sería una forma de hacer notar que tanto ocio no es bueno, que a todos les da por lo mismo... La palabra no sería sorprendente porque de alguna manera ha tenido que sobrevivir el oficio más antiguo del mundo hasta hoy, pero siempre choca ver que —aunque en un porcentaje mínimo— hay jóvenes que siguen recurriendo a la prostitución para dar rienda suelta a sus necesidades.
Aunque una casa —sea la propia, la del otro o la prestada— sigue ganando a la hora de ser el recurrente nido de amor, la gente tiene que seguir buscándose la vida como puede y bares, discotecas, portales y la gentil naturaleza siguen prestándose para cobijar encuentros.
Se supone que la iniciativa la toman ambos. No obstante, cuando son claramente las mujeres quienes deciden, ellos suelen estar en Belén con los pastores, convencidos de que son sus dotes de seducción las que hacen que ellas se abran cual flor en primavera.
EDAD DE LA PRIMERA RELACIÓN SEXUAL (INFORME DUREX 2005)
La media de edad mundial a la que se mantiene la primera relación sexual es 17,3 años, aproximadamente medio año antes que en la edición anterior.
Las mujeres son sexualmente activas antes que los hombres, ya que reconocen haber iniciado su primer contacto sexual a los 17,2 años, mientras que la edad media de los hombres es de 17,5 años. Se mantiene la tendencia de que los jóvenes tengan su primera relación sexual cada vez más pronto. Mientras que para los que ahora tienen entre 25 y 34 años la edad media era de 17,9, los que ahora tienen entre 21 y 24 años se estrenaron a los 17,5 y en la actualidad la media entre los jóvenes se sitúa en 16,3 años.
Los islandeses son los que mantienen relaciones más pronto, con 15,6 años, seguidos por los alemanes a los 15,9 años, y los suecos y los daneses a los 16,1 años. Los que más tarde se inician son los habitantes de la India, a los 19,8 años, seguidos por los vietnamitas, a los 19,6. La parte alta de esta clasificación está dominada por los países asiáticos. El único país europeo es, sorprendentemente, Italia, donde reconocen perder la virginidad a los 18,1 años.
En España la tendencia va en la línea mundial de mantener la primera relación cada vez a edades más tempranas: la media de esta edición se sitúa algo por debajo de la anterior (17,5 ahora y 17,7 antes). No obstante, mientras que el año pasado se situaba en línea con la media mundial (pues era 17,7), en esta ocasión es dos décimas superior (ya que es 17,5).
«EL SEXO DE LOS ESPAÑOLES». ENCUESTA ELABORADA POR SIGMA DOS, COMENTADA POR SU DIRECTOR, CARLOS MALO DE MOLINA, Y PUBLICADA EN EL ‘MAGAZINE’ DE ‘EL MUNDO’ EN EL VERANO DE 2004
De esta gran encuesta sobre comportamiento sexual, con un cuestionario de cien preguntas, recojo las que hacen alusión al tema de este libro.
¿Cuándo hemos mantenido nuestros primeros encuentros sexuales?
Total |
Hombres |
Mujeres |
|
No he tenido |
1,9 |
1,4 |
2,5 |
Menos de 10 años |
1,9 |
3,2 |
0,4 |
10/12 años |
5,8 |
9,3 |
1,6 |
13/15 años |
20,4 |
23,7 |
16,3 |
16/18 años |
27,5 |
26,3 |
29 |
19/20 años |
12,9 |
11,3 |
14,9 |
Más de 20 años |
17,2 |
11,6 |
23,9 |
NS/NC |
12,4 |
13,2 |
11,4 |
La edad más frecuente es entre los 16 y los 18 años. Entre los 13 y los 15 años, un 20,4 por ciento. El 38,8 por ciento de las mujeres dice haber mantenido su primer contacto después de los 18 años, edad en la que también se han iniciado el 22,9 por ciento de los hombres.
¿Qué recuerdos tenemos de nuestra iniciación y desarrollo sexual?
Los españoles guardamos un grato sabor de aquella etapa de nuestras vidas. De esta manera los adjetivos que mejor expresan dichos recuerdos son: dulces, buenos, agradables, divertidos, entrañables, maravillosos. Sin embargo, no todo el mundo ha compartido la misma experiencia y de vez en cuando también nos encontraremos con expresiones como las siguientes: «Ridículos y frustrantes por la poca información de la que disponía». «Completamente autodidacta y muy frustrante». «Difíciles». «Bastante reprimidos». «Muy intranquilos al principio». «Contradictorios».
¿Qué aspectos han sido los más traumáticos en nuestras primeras relaciones sexuales?
La preocupación por el embarazo, el dolor en las primeras relaciones, la inseguridad, los miedos, el sentimiento de culpa causado por los prejuicios religiosos... Ésos son algunos de los aspectos más traumáticos que se repiten a menudo en el inicio de la sexualidad.
«Fue traumática la preocupación por no utilizar medios anticonceptivos». «Desagradable porque me dolía y encima no me gustó». «Tenía mucha inseguridad y miedos». «Los prejuicios que tenía respecto al sexo». «Fue decepcionante, además de aburrido y repetitivo». «El sentimiento de que el sexo era algo malo y sucio». «Estaba atemorizado y no conseguía acercarme a una mujer». «El miedo de no estar a la altura».
¿Y cuáles han resultado ser los más agradables?
Para un gran número de españoles descubrir el placer sexual compartiéndolo con su pareja, aprender junto a ella y aumentar el conocimiento sobre uno mismo y sobre el sexo contrario constituyen los momentos más agradables de sus primeras experiencias sexuales.
«Conocer cómo era el sexo contrario por dentro». «Aprender a la vez que lo hacían mis parejas». «El conocimiento total del otro». «Descubrir cosas nuevas con mi pareja». «La comprensión, el apoyo y la paciencia de mi pareja». « Compartir sentimientos con otra persona». «El conocimiento de mí mismo». «Todo fue a un ritmo lento, adaptado a mis necesidades, en pareja...». «El cariño expresado por parte de ambos».
¿Qué recuerdo guardamos de nuestra primera experiencia sexual con penetración?
La mayoría de los españoles tiene un recuerdo agradable de su primera experiencia sexual con penetración, tanto por la satisfacción física que le produjo vivirla como por la psíquica.
«A los 17 años fue como rozar el cielo». «Tuve la sensación de ser definitivamente hombre». «Me produjo una gran satisfacción física y mental». «Algo insuperable, me quedé enganchado hasta la fecha».
Sin embargo, no ha resultado ser tan grata para todo el mundo. El dolor, la inexperiencia, los nervios de la primera vez... han aguado el recuerdo de una parte menos amplia, pero también significativa, de los españoles: «A los 17 años, con una novia tan inexperta como yo, fue un desastre y me dejó una mala sensación». «Fue a los 17 años y lo recuerdo con dolor». «La primera vez fue breve y no disfruté en exceso». «La experiencia fue bonita, pero el coito en sí, al ser inexperto, me decepcionó». «Los nervios y la inexperiencia no me dejaron disfrutar».
El hecho de que la gente guarde tan gratos recuerdos de su primera vez me hace pensar que los encuestados aquí son de más edad. Ya he señalado que una de las cosas que me llamó la atención durante el «trabajo de campo» fue constatar cómo el paso del tiempo había dulcificado los recuerdos.
Siguiendo esto, deprime un poco comprobar que los miedos de ahora son los mismos. Y nada tienen que ver con las preocupaciones normales que asaltan a cualquiera ante su primera vez de cualquier cosa, sino con miedos atávicos —al dolor, al embarazo...— que hoy, con una buena formación e información, deberían estar superados.
También hay personas que lo recuerdan con horror. Pero, que se sepa, como se sigue intentándolo, no conocemos a nadie que se haya quedado sin querer saber nada de sexo durante el resto de su vida.