«Del sueño de mi larga noche desperté a mediodía bajo los focos del quirófano
de un hospital en las afueras de Londres. Lloré y rabié de miedo hasta que la luz
cejó y las manos de plástico de la enfermera me soltaron. Y quedé así, aturdido
y expectante frente al mundo que empezaba, en un desierto de silencio y de espera.
Nadie me preguntó de dónde había venido y cuando quise acordarme lo había olvidado.
El deseo de recordar me persigue desde entonces».

Diario de un recién nacido, Antich Arpag