PRIMER LIBRO

La cueva

Y así continuaron su marcha los hombres de Kahaf, hasta que por fin buscaron refugio en la cueva, diciendo: «Tened misericordia de nosotros.»

En esa cueva, Nosotros les tapamos los oídos y los ojos durante muchos años.

Y cuando saliera el sol, lo verían levantarse a la derecha de la cueva.

Y cuando se pusiera, lo verían retirarse hacia la izquierda. En el medio, en la cueva, se encontraban ellos. Pensaban que estaban despiertos; sin embargo, dormían.

Y Nosotros los hacíamos volverse a la izquierda y a la derecha (…).

Unos decían: «Eran tres, y el cuarto era quien velaba por ellos.»

Otros afirmaban: «Eran cinco, y el sexto era quien velaba por ellos», aventurando una posibilidad.

Y había quienes aseguraban: «Eran siete.» Nadie sabía nada.

Nosotros los despertamos, para que pudiesen interrogarse mutuamente.

Uno de ellos dijo: «Hemos permanecido aquí un día o menos de un día.»

Otros replicaron: «Vuestro Dios es quien mejor sabe cuánto tiempo ha pasado. [Conviene] que enviemos a uno de nosotros a la ciudad con esta moneda de plata.»

Nosotros tenemos que obrar con cautela. Si descubren quiénes somos, nos lapidarán.

Al cabo de la conversación, Yemilija abandonó la cueva con la moneda de plata en la palma de la mano.

Cuando llegó a la ciudad, notó que todo había cambiado y que no entendía la lengua.

Habían dormido trescientos años en aquella cueva y no lo sabían. Después añadieron otros nueve años a los anteriores.

Ésa era la palabra de Dios, la historia de Dios. Y «La cueva», una historia que figuraba en el libro sagrado que Aga Akbar tenía en su casa.

Hemos empezado por Su palabra, antes de intentar descifrar los apuntes secretos de Akbar.

Somos dos: Ismail y yo. Yo soy el narrador omnisciente. Ismail es el hijo de Akbar, que era sordomudo.

Aunque soy omnisciente, no puedo leer esos apuntes.

Contaré sólo la parte de la historia que precede al nacimiento de Ismail. Dejaré que él mismo relate el resto. Pero al final volveré, pues Ismail no es capaz de descifrar la última parte de las notas de su padre.