Vamos, burlémonos del grande
que tan cargada llevaba la mente
y tan duro y tan tarde trabajaba
por dejar detrás un monumento,
sin pensar en el viento que arrasaba…
Y luego burlaos de los burlones
que jamás levantarían una mano
para ayudar al bueno, al sabio, al grande
para rechazar tan vil tormenta, pues
traficantes somos de mofas.
William Butler Yeats,
«Mil novecientos diecinueve»[1]