LXXII
JEAN
Los he vuelto a encontrar a todos en su sitio. No entiendo nada. Estoy por pensar que tuve alucinaciones.
JACQUES
Yo estoy de duelo por Chamissac-Piéplu. Pero no por el malva. Mi Chamissac-Piéplu no lo era del todo. Mis nuevos personajes lo son a tal punto que no se atreverían a andar por la calle.
JEAN
Mira, ahí está Surget, con un aspecto radiante.
SURGET
Ah, amigos míos, ¡qué historia! ¿Quieren que se la cuente? Les va a interesar.
JEAN (a Jean) y JACQUES (a Jacques)
Lo adivinamos.
SURGET
Pues bien, figúrense que he recuperado a Corentin Durendal, mi funcionario vagabundo. Ha vuelto arrepentido. Y mejor aún: me han caído dos personajes de una novela de Lubert a los que ha abandonado, una muchacha encantadora, la Srta. Adélaïde, y su padre, un anciano y eminente profesor, el Sr. Maitretout. Creo que podré sacarles algún provecho.
JEAN
¿Qué va a decir Lubert?
SURGET
Nada de nada. Le he preguntado. Le trae sin cuidado. Por supuesto, los adopté.
JACQUES
De manera que retoma el trabajo con buen pie.
SURGET
Sí. Va a ser preciso retocar un poco la trama. Nada grave. Y además esa Srta. Adélaïde me gusta y espero que la proximidad del Sr. Sabelotodo me resulte instructiva.
JEAN
¿Qué enseña?
SURGET
Retórica disuasiva.