Notas

I. Los sueños

[1] Goethe: Wilhelm Meister's Lehrjahre, libro II, capítulo XIII. La justa traducción de estos versos es: «Nos introducís en la vida y dejáis que el desdichado caiga en la culpa. —Luego le abandonáis a su dolor—, pues toda culpa se paga sobre la tierra.» Mas la palabra «schuldig» tiene el doble sentido de «culpable» y «deudor», y este último significado es el que motiva la inclusión de los versos goethianos en el sueño, como lo demuestra el análisis. (Nota del traductor.) <<

[2] Filósofos muy autorizados afirman que los idiomas humanos más antiguos empleaban la misma palabra para expresar la antítesis (fuerte-débil, dentro-fuera, etc.: «Sentido contradictorio de las palabras primitivas»). <<

[3] Véase mi Teoría sexual. <<

[4] Sobre el simbolismo de los sueños se hallarán otros datos en los antiguos libros sobre la interpretación de los mismos (Artemidoro de Daldis, Scherner, Das Leben des Traumes, 1861) y, además, en nuestra Interpretación de los sueños, en los trabajos mitológicos de la escuela psicoanalítica y, ante todo, en los trabajos de W. Steckel (Die Sprache des Traumes, 1911). <<

II. La literatura científica sobre los problemas oníricos

[1] Hasta 1900, fecha de la primera edición de la presente obra, en su original alemán. <<

[2] Las consideraciones que siguen están tomadas del concienzudo estudio de Buechsenschuetz. <<

[3] En alemán existen términos diferentes para designar el sueño —fenómeno onírico— y el acto de dormir (Traum y Schlaf). Igualmente en francés y en inglés (rêve y sommeil; dream y sleep). Pero en castellano no poseemos sino un mismo término —sueño— para ambos conceptos. Como esto pudiera originar confusiones, diremos tan sólo sueño refiriéndonos al fenómeno onírico, y emplearemos para designar el acto de dormir la palabra reposo. (Nota del traductor.) <<

[4] También Hipócrates dedica un capítulo de su famosa obra médica a las relaciones entre los sueños y las enfermedades. <<

[5] Sobre la interpretación onírica en la Edad Media, cf. la obra de Diepgen y las investigaciones especiales de M. Foerster, Gotthard y otros. Almoli, Amram, Loewinger, y recientemente, desde el punto de vista psicoanalítico, Lauer, han estudiado la interpretación de los sueños entre los judíos; Drexl, F. Schwarz y el misionero Tfinkdji, entre los árabes; Miura e Iwaya, entre los japoneses; Secker, entre los chinos, y Negelein, entre los indios. <<

[6] También Vaschide afirma haberse observado con gran frecuencia que en nuestros sueños hablamos los idiomas extranjeros con mayor soltura y corrección que en la vida despierta. <<

[7] Como resultado de investigaciones posteriores, añadiré aquí que no es cosa tan rara el que el sueño reproduzca inocentes y poco importantes ocupaciones del día, tales como hacer los baúles, preparar la comida, etc. Pero en tales sueños no acentúa el sujeto el carácter de recuerdo, sino el de realidad: «Todo eso lo estuve haciendo realmente durante el día.» <<

[8] Chauffeurs, nombre dado en la Vendée a una cuadrilla de ladrones que aplicaban a sus víctimas la tortura descrita. <<

[9] La aparición de personas gigantes en un sueño indica que en el mismo se evoca una escena de la infancia del durmiente. <<

[10] Además de este valor diagnóstico de los sueños (por ejemplo, en Hipócrates), debemos recordar la importancia terapéutica que en la antigüedad se les concedía.

Entre los griegos había onirocríticos, a los que acudían principalmente enfermos en demanda de curación. El paciente penetraba en el templo de Apolo o Esculapio y era sometido a diversas ceremonias —baño, masaje, sahumerio, etc.—, que provocaban en él un estado de exaltación. En seguida se le dejaba reposar dentro del templo, tendido sobre la piel de un carnero sacrificado. En esta situación soñaba con los remedios que habían de devolverle la salud, los cuales se le aparecían con toda claridad o bajo una forma simbólica, interpretada luego por los sacerdotes.

Sobre estos sueños terapéuticos entre los griegos, cf. Lehmann, I, 74; Bouché-Leclerq; Hermann, Gottesd. Altert, d. Gr., párr. 41; Privatalert, párr. 38, 16; Boettinger, Beitr, z. Geschichte d. Med (Sprengel), II, pp. 163 y ss.; W. Lloyd, Magnetism and mesmerims in antiquit, Londres, 1877; Doellinger, Heidentum und Judentum, p. 130. <<

[11] Sin embargo, se han observado también sueños que se repitieron periódicamente; cf. la colección de Chabenaix. <<

[12] H. Silberer ha mostrado en varios interesantes ejemplos cómo incluso pensamientos abstractos se transforman, en estado de adormecimiento, en imágenes plásticas que aspiran a presentar idéntico significado. Jahrbuch v. Bleuler-Freud, I, 1909. <<

[13] Análogamente intenta Haffner explicar la actividad onírica por la transformación que en la correcta función del intacto aparato anímico tiene que provocar una condición introducida en él de un modo anormal, pero describe esta condición en forma distinta a la de Delbœuf. Según Haffner, la primera característica del sueño es la carencia de lugar y tiempo, esto es, la emancipación de la representación del puesto que el sujeto ocupa dentro de lugar y tiempo. Con éste se enlaza el segundo carácter fundamental del sueño; la confusión de las alucinaciones, imaginaciones y combinaciones de la fantasía con las percepciones exteriores. «Dado que la totalidad de las fuerzas anímicas superiores, y especialmente la formación de conceptos, el juicio y la deducción, por un lado, y por otro la autodeterminación contingente, se unen a las imágenes fantásticas sensoriales y tienen siempre a éstas como base, habrán de participar asimismo estas actividades de la falta de reglas de las imágenes oníricas. Y decimos que participan porque, tanto la energía de nuestro juicio como la de nuestra voluntad, no experimentan en sí, durante el sueño, alteración ninguna. Por lo que a la actividad se refiere, somos, durante el reposo, igualmente libres y poseemos igual penetración que en estado de vigilia. Ni aun en sueños puede el hombre burlar las leyes del pensamiento; esto es, identificar lo que se le representa como opuesto, etc., ni tampoco desear sino aquello que se representa como un bien (sub ratione boni). Pero en esta aplicación de las leyes del pensar y del querer es inducido a error el espíritu humano, en el sueño, por la confusión de una representación con otra. Así, establecemos y cometemos en él las mayores contradicciones, mientras que al mismo tiempo podemos formular los más penetrantes juicios, deducir las más lógicas conclusiones y tomar las decisiones más virtuosas y santas. La falta de orientación es todo el secreto del vuelo que nuestra fantasía sigue en el sueño, y la ausencia de reflexión crítica y de contraste con otras inteligencias constituye la fuente principal de la extravagancia de nuestros juicios, esperanzas y deseos en el sueño.» (página 16). <<

[14] Compárese con este punto de vista el désintêret, en el que Claparè-de (1905) ve el mecanismo de la conciliación del reposo. <<

[15] Más adelante se nos revelará el sentido de estos sueños llenos de palabras que comienzan con la misma sílaba. <<

[16] Cf. Haffner y Spitta. <<

[17] El inteligentísimo místico Du Prel, uno de los pocos autores cuya omisión en anteriores ediciones de este libro quisiera reparar, manifiesta que el acceso a la metafísica no es, por lo que al hombre se refiere, la vida despierta, sino el sueño (Philosophie der Mystik, p. 59). <<

[18] Cf. la crítica que de esta hipótesis hace Havelock Ellis World of dreams, p. 268). <<

[19] Grundzuegen des Systems der Anthropologie, Erlangen, 1860. <<

[20] No deja de ser interesante conocer la actitud que la Inquisición adoptase ante este problema. En el Tractatus de Officio sanctissimae Inquisitionis, de Tomás Careña (edición de Lyon, 1659), se dice: «Si alguien profiriese herejías en sueños, deberán los inquisidores abrir información sobre su vida, pues en los sueños suele retornar aquello que nos ha ocupado durante el día.» (Dr. Ehniger S. Urban, Suiza.) <<

[21] Idénticamente se expresa el poeta Anatole France (Le Lys rouge): Ce que nous voyons la nuit, ce sont les restes malheureux de ce que nous avons négligé dans la veille. Le rève est souvent la revanche des choses qu'on méprise ou le reproche des êtres abandonés. <<

[22] Entre los autores que con posterioridad a los citados han tratado de estas relaciones se encuentran Féré, Ideler, Lasègue, Pichon, Régis, Vespa, Giessler, Kazadowsquy, Pachantoni y otros. <<

[23] H. Swoboda: Die Perioden des menschlichen Organismus, año 1904. <<

III. El método de la interpretación onírica

[1] En una novela de W. Jensen —la Gradiva— descubrí casualmente varios sueños artificiales tan perfectamente construidos e interpretables como si en lugar de constituir una libre creación poética hubieran sido realmente soñados. Interrogado, declaró el autor ignorar por completo mis teorías. Esta coincidencia entre mis investigaciones y la creación poética ha sido utilizada por mí como demostración de la exactitud de mi análisis onírico. (Véase mi obra El delirio y los sueños en la «Gradiva», de W. Jensen.) <<

[2] Manifiesta Aristóteles que el mejor onirocrítico será aquel que con mayor facilidad vea las analogías, pues las imágenes oníricas aparecen, como las reflejadas en el agua, desfiguradas y dislocadas por el movimiento, y acertará mejor aquel que sepa reconocer lo que verdaderamente representan. (Buechsenschuetz, p. 65.) <<

[3] Artemidoro de Daldis, nacido probablemente a principios del siglo II de nuestra era, nos ha transmitido en su obra un concienzudo y completo estudio de la interpretación onírica en el mundo grecorromano. Como ya lo observa The. Gomperz, se esfuerza en basar dicha interpretación en la observación y la experiencia y trata de separar su arte de otros engañosos y arbitrarios. El principio en el que basa su método de interpretación es, según la exposición de Gomperz, idéntico al de la magia, o sea el principio de la asociación. Un objeto onírico significa aquello cuyo recuerdo se despierta en el interpretador. De aquí una inevitable fuente de arbitrariedad e incertidumbre, pues el elemento onírico puede despertar simultáneamente en el interpretador el recuerdo de varias cosas distintas o recordar una diferente a cada onirocrítico. La técnica que en los capítulos que siguen habré de exponer se diferencia de ésta en un punto esencial: el de confiar al propio sujeto del sueño el trabajo de interpretación, no atendiendo sino a lo que al mismo se le ocurre sobre cada elemento onírico y no a lo que al intérprete pudiera ocurrírsele. Según recientes comunicaciones del misionero Tfinkdjt (Anthropos, 1913), también los modernos onirocríticos orientales conceden una amplia importancia a la colaboración del sujeto. Así, hablando de los intérpretes de sueños entre los árabes mesopotámicos, nos dice: Pour interprêter exactement un songe, les oniromanciens les plus habiles s’informent de ceux qui les consultent de toutes les circonstances qu'ils regardent nécessaires pour la bonne explication… En un mot, nos oniromanciens ne laissent aucune circonstance leur échapper et ne donnent l'interprétation désirée avant d'avoir parfaitement saisi et reçu toutes les interrogations désirables. Entre estas preguntas incluyen siempre las encaminadas a procurarse precisos datos sobre las personas más próximas al sujeto (padres, esposa, hijos), así como la fórmula típica: Habuistine in hac nocte copulam conjugalem ante vel post somnium? L’idée dominante dans l'interprétation des songes consiste a expliquer la rêve par son opposé. <<

[4] El doctor A. Robitsek me ha hecho observar que los «libros de los sueños» orientales, de los que no son los nuestros sino una lamentable caricatura, efectúan casi siempre la interpretación guiándose por la similicadencia o analogía de las palabras. Estas afinidades se han perdido, naturalmente, en la traducción, y a ello obedece lo arbitrario e inexplicable de las sustituciones que nuestras «claves de los sueños» nos proponen. Los trabajos de Hugo Winkler contienen una amplia información sobre esta extraordinaria importancia de los juegos de palabras en las antiguas civilizaciones orientales. El más bello ejemplo de una antigua interpretación onírica que hasta nosotros ha llegado se basa en uno de tales juegos de palabras. He aquí cómo lo refiere Artemidoro: «Acertadísima, a mi juicio, fue la interpretación dada por Aristandro a un sueño de Alejandro Magno. Preocupado éste por la tenaz resistencia que le oponía la ciudad de Tiro, a la que tenía sitiada, tuvo un sueño, en el que vio a un sátiro bailando sobre su escudo. Aristandro se hallaba casualmente en las cercanías de Tiro incorporado al séquito del monarca, que guerreaba contra los sirios. Dividiendo la palabra satyros en σα y τνρoς dio alientos al rey para insistir con mayor energía en su empeño hasta conseguir apoderarse de la ciudad.» (σα - Tνρoς=tuya es Tiro.) De todos modos, se hallan los sueños tan ligados a la expresión verbal, que Ferenczi observa justificadamente que cada lengua tiene su idioma onírico propio. Los sueños son, pues, en general, intraducibies a un idioma distinto del sujeto, y por esta razón opinaba yo que también lo sería el presente libro. No obstante, el Dr. A A. Brill ha logrado llevar a cabo una versión inglesa (Londres, 1913, George Alien), y los psicoanalistas doctores Hollos y Ferenczi han emprendido la tarea de verterlo al húngaro (1918). <<

[5] Con posteridad a la redacción de la presente obra ha llegado a mi conocimiento un trabajo de Stumpf, coincidente con mis teorías en el propósito de demostrar que los sueños poseen un sentido interpretable. Pero la interpretación se realiza por medio de un símbolo alegórico y carece de alcance general. <<

[6] Breuer y Freud: Studien ueber Hysterie. Viena, 1895. (La colaboración de Freud en los Estudios sobre la histeria figura en su obra La histeria.) <<

[7] H. Silberer ha deducido de la observación directa de esta transformación de las representaciones en imágenes visuales importantes aportaciones a la interpretación onírica. (Jahrbuch der Psychoanalyse, I y II, 1909 y ss.) <<

[8] A esta tercera persona pueden también referirse los dolores de vientre, hasta ahora inexplicados, de que Irma se lamenta en el sueño. Trátase de mi propia mujer, y los dolores de vientre me recuerdan una de las ocasiones en que hube de comprobar su resistencia a mis indicaciones médicas. Tengo que confesar que no trato en este sueño con mucha amabilidad a Irma ni a mi mujer; mas ha de disculpárseme el que comparo a ambas con el ideal de paciente dócil y manejable. <<

[9] Sospecho que la interpretación de esta parte del sueño no fue continuada lo bastante para discutir todo su oculto sentido. Mas, prosiguiendo la comparación de las tres mujeres, me desviaría mucho del tema principal. Todo sueño presenta por lo menos un fragmento inescrutable, como un cordón umbilical por el que se hallase unido a lo incognoscible. <<

[10] La palabra «ananás» muestra, además, una cierta semejanza con el apellido de Irma, mi paciente. <<

[11] Sobre este punto concreto no se ha mostrado mi sueño nada profético. En otro sentido, sí, pues los dolores de estómago de que Irma se lamentaba en él, dolores de los que yo quería rechazar toda responsabilidad, y para los cuales no fue posible hallar explicación alguna, eran precursores de una grave afección hepática. <<

IV. El sueño es una realización de deseos

[1] Weygandt conocía ya la existencia de esta clase de sueños: «La sed es de las sensaciones que más precisamente advertimos durante el reposo y despierta siempre en nosotros la representación de que la satisfacemos. La forma en que en el sueño se representa la satisfacción de la sed es muy variada y queda determinada por cualquier recuerdo reciente. Como fenómeno general, señalaremos aquí el de que a la representación de satisfacer la sed sucede siempre un desencanto ante el escaso afecto de la supuesta satisfacción.» Pero Weygandt no se da cuenta de la generalidad de la reacción del sueño al estímulo. El que otras personas que sientan sed durante la noche despierten sin soñar nada previamente no constituye una objeción contra mi experimento; lo único que demuestra es que el reposo de tales personas no es suficientemente profundo. Cf. Isaías, 20, 8: «Y será como el que tiene hambre y sueña, y parece que come; mas cuando despierta, su alma está vacía, o como el que tiene sed y sueña, y parece que bebe; mas cuando se despierta hállase cansado, y su alma sedienta…» <<

[2] Idéntica función que en esta niña realizó el sueño poco tiempo después en su anciana abuela, que contaba cerca de setenta años. Después de un día de dieta que sus trastornos renales le impusieron, soñó, trasladándose seguramente a los felices días de su juventud, que era invitada a comer y a cenar en casa de unos amigos y que en ambas comidas le eran servidos los más exquisitos platos. <<

[3] Un más penetrante y detenido estudio de la vida anímica de los niños nos muestra, sin embargo, que en su actividad psíquica desempeñan un papel importantísimo, inadvertido durante mucho tiempo por los investigadores, fuerzas instintivas de conformación infantil, y, por tanto, habremos de dudar de la felicidad que a esta edad atribuyen luego los adultos. (Véase mi obra Una teoría sexual.) <<

[4] No debo dejar de advertir que los niños suelen también tener sueños más complicados y menos transparentes, y que, por otro lado, también en los adultos se presentan bajo determinadas circunstancias, sueños de sencillo carácter infantil. Los ejemplos expuestos por mí en mi «Análisis de la fobia de un niño de cinco años» (Jahrbuch von Breuer-Freud, t. I, 1909), y por Jung en su estudio «Sobre los conflictos del alma infantil» (Ibíd., t. II, 1910), muestran los ricos que en insospechado contenido pueden ser ya los sueños de niños de cuatro a cinco años. También V. Hugh-Hellmuth, Putnam, Raalte, Spielrein, Tausk, Banchieri, Buseman y Wigam han publicado interpretaciones analíticas de sueños infantiles. El último de los autores citados acentúa especialmente la tendencia a la realización de deseos de tales sueños. Por otra parte, parece que los sueños infantiles vuelven a presentarse con singular frecuencia en los adultos colocados en condiciones de vida alejadas de lo corriente. En su libro Antartie (1904) escribe Otto Nordenskjoeld, de la tripulación que con él invernó entre los hielos: «Nuestros sueños, que no habían sido nunca tan vivos ni numerosos como entonces, indicaban claramente la orientación de nuestros pensamientos. Hasta aquellos de nuestros camaradas que en la vida normal no soñaban sino excepcionalmente, nos relataban largas historias cuando por las mañanas nos reuníamos para comunicarnos unos a otros nuestras últimas aventuras en el mundo imaginativo de los sueños. Todas ellas se referían al círculo de relación social del que tan alejados nos hallábamos, pero con frecuencia aparecían adaptados a nuestra situación de momento. Uno de los sueños más característicos fue el de un compañero nuestro que se vio trasladado a los bancos de la escuela y encargado por el profesor de despellejar pequeñísimas focas en miniatura fabricadas expresamente para fines pedagógicos. Comer y beber eran, por lo demás, los centros en derredor de los cuales gravitaban casi siempre nuestros sueños. Uno de nosotros, que tenía la especialidad de soñar con grandes banquetes, se mostraba encantado cuando podía anunciarnos, por la mañana, que había saboreado una comida de tres platos. Otro soñaba con montañas de tabaco, y otro, por último, veía avanzar a nuestro barco, con las velas henchidas, sobre el mar libre. Uno de estos sueños merece especial mención: El cartero trae el correo y explica largamente por qué ha tardado tanto en llegar hasta nosotros. Se equivocó en la distribución, y sólo con mucho trabajo logró volver a hallar las cartas erróneamente entregadas. Naturalmente, nos ocupábamos en nuestros sueños de cosas aún más imposibles; pero en todos los míos y en los que me han sido relatados por mis camaradas podía observarse una singular pobreza de imaginación. Si todos ellos hubiesen sido anotados, poseeríamos una colección de documentos de un gran interés psicológico. De todos modos, se comprenderá lo encantadores que resultaban para nosotros, ya que podían ofrecernos lo que más ardientemente deseábamos.» Citaré aquí también unas palabras de Du Prel: «Mungo Park, llegado, en su viaje a través de África, a un estado de extrema extenuación, soñaba todas las noches con los fructíferos valles de su país natal. Asimismo, Trenck, atormentado por el hambre, se veía sentado en una cervecería de Magdeburgo, ante una mesa colmada de los más suculentos manjares, y Jorge Back, que tomó parte en la primera expedición de Franklin, soñaba siempre con grandes comidas durante los días en que estuvo próximo a la muerte por inanición.» <<

[5] Un proverbio húngaro, citado por Ferenczi, afirma, más ampliamente, que «el cerdo sueña con las bellotas, y el ganso, con el maíz». Un proverbio judío dice, asimismo: «¿Con qué sueña la gallina? Con el trigo.» <<

[6] Nada más lejos de mí que afirmar que ningún autor ha pensado antes que yo en deducir un sueño de un deseo. (Véanse los siguientes párrafos del capítulo siguiente.) Aquellos que dan un valor a tales prioridades podrían citarme, ya en la antigüedad, al médico Herófilo, que vivió bajo el primero de los Tolomeos, y distinguía —según Buechsenschuetz— tres clases de sueños: los enviados por los dioses; los naturales, que surgen por el hecho de que el alma se forma una imagen de lo que es conveniente y de lo que sucederá; y los mixtos, que emergen espontáneamente por aproximación de imágenes, cuando vemos lo que deseamos. De la colección de ejemplos de Scherner extrae Staercke uno, al que el mismo autor califica de realización de sus deseos (pág. 239). Dice Scherner: «El deseo despierto de la durmiente fue colmado en el acto por su fantasía, sencillamente porque continuaba intensamente vivo en el ánimo de la misma.» Este sueño pertenece a los «sueños de estado de ánimo» (Stimmungsträumee), y próximos a él se hallan los sueños de «deseo amoroso masculino y femenino» y los de «mal humor». Como puede verse, no hay el menor indicio de que Scherner atribuyera a los deseos otra significación, con respecto a los sueños, que la de uno de tantos estados de ánimo de la vida despierta, y mucho menos, por tanto, de que relacionase los deseos con la esencia de los sueños. <<

V. La deformación onírica

[1] Ya Plotino, el filósofo neoplatónico, decía: «Cuando nuestros deseos entran en actividad, acude la fantasía y nos presenta seguidamente el objeto de los mismos.» (Du Prel, p. 276.) <<

[2] Es increíble la resistencia que los lectores y los críticos oponen a este razonamiento y a la diferenciación fundamental entre contenido latente y contenido manifiesto. En cambio, debo hacer constar que, de todos los juicios contenidos en la literatura existente sobre la materia, ninguno se acerca tanto a mis afirmaciones, con respecto a este punto concreto, como los expresados por J. Sully en su estudio Dreams as a revelation, trabajo meritísimo, cuyo valor no puede quedar disminuido por ser aquí la primera vez que lo mencionemos: It would seem then, after all, that dreams are not the utter nonsense they have been said to be by such authorities as Chaucer, Shakespeare and Milton. The chaotic aggregations of our nigh-fancy have a significance and comunícate new knowledge. «Like some letter in cipher, the dream inscription when scrutinised closely loses its first look of balderdash and takes the aspect of a serious, intellegible message. Or to vary the figure slightly, we may say that, like some palimpsest, the dream discloses beneath its worthless surface-characters traces of an old and precious communication.» (P. 364). <<

[3] Es singular cuánto se limita aquí mi recuerdo despierto en favor de los fines del análisis. En realidad, he conocido a cinco tíos míos, algunos de los cuales me han inspirado gran cariño y respeto. Pero en el momento en que he logrado vencer la resistencia que a la interpretación se oponía, me digo: «No he tenido más que un tío, el tío José», y es éste, precisamente, aquel a que mi sueño se refiere. <<

[4] La señora V. Hugh-Hellmuth ha comunicado un sueño (Internat. Zeitschr. f. aertzl. Psychoanalyse, III) que justifica como ningún otro mi adopción del término «censura». La deformación onírica actúa en este sueño como la censura postal, borrando aquellos pasajes que cree inaceptables. La censura postal suprime tales pasajes con una tachadura, y la censura onírica los sustituye, en este caso, por un murmullo ininteligible.

Para la mejor comprensión del sueño indicaremos que la sujeto es una señora de cincuenta años, muy distinguida y estimada, y viuda, hacía ya doce años, de un jefe del Ejército. Tiene varios hijos, ya mayores, y uno de ellos se hallaba, en la época del sueño, en el frente de batalla.

He aquí el relato de este sueño, al que podríamos dar el título de «sueño de los servicios de amor»: La señora entra en el hospital militar N. y manifiesta al centinela que desea hablar al médico director (al que da un nombre desconocido) para ofrecerle sus servicios en el hospital. Al decir esto acentúa la palabra «servicios» de tal manera, que el centinela comprende en seguida que se trata de «servicios de amor». Viendo que es una señora de edad, la deja pasar después de alguna vacilación; pero, en lugar de llegar hasta el despacho del médico director, entra en una gran habitación sombría, en la que se hallan varios oficiales y médicos militares, sentados o de pie, en derredor de una larga mesa. La señora comunica su oferta a un médico, que la comprende desde las primeras palabras. He aquí el texto de las mismas, tal y como la señora lo pronunció en su sueño: «Yo y muchas otras mujeres, casadas y solteras, de Viena, estamos dispuestas con todo militar, sea oficial o soldado…» Tras de estas palabras, oye (siempre en sueños) un murmullo; pero la expresión, en parte confusa y en parte maliciosa, que se pinta en los rostros de los oficiales, le prueba que los circunstantes comprenden muy bien lo que quiere decir. La señora continúa: «Sé que nuestra decisión puede parecer un tanto singular pero es completamente seria. Al soldado no se le pregunta tampoco, en tiempos de guerra, si quiere o no morir.» A esta declaración sigue un penoso silencio. El médico mayor rodea con su brazo la cintura de la señora y le dice: «Mi querida señora; suponed que llegásemos realmente a ese punto…» (Murmullos.) La señora se libera del abrazo, aunque pensando que lo mismo da aquél que otro cualquiera, y responde: «Dios mío, yo soy una vieja y puede que jamás me encuentre ya en ese caso. Sin embargo, habrá que organizar las cosas con cierto cuidado y tener en cuenta la edad, evitando que una mujer vieja y un muchacho joven… (Murmullos) Sería horrible.» El médico mayor: «La comprendo a usted perfectamente.» Algunos oficiales, entre los cuales se halla uno que le había hecho la corte en su juventud, se echan a reír y la señora expresa su deseo de ser conducida ante el médico director, al que conoce, con el fin de poner en claro todo aquello; pero advierte, sorprendida, que ignora el nombre de dicho médico. Sin embargo, aquel otro al que se ha dirigido anteriormente le muestra, con gran cortesía y respeto, una escalera de hierro, estrecha y en espiral, que conduce a los pisos superiores, y le indica que suba hasta el segundo. Mientras sube, oye decir a un oficial: «Es una decisión colosal. Sea joven o vieja la mujer de que se trate, a mí no puede por menos de inspirarme respeto.» Con la conciencia de cumplir un deber, asciende la señora por una escalera interminable.

El mismo sueño se reproduce luego dos veces más en el espacio de pocas semanas y con algunas modificaciones que, según la apreciación de la señora, eran insignificantes y perfectamente absurdas. <<

[5] Tales sueños hipócritas no son nada raros. Hallándome en una ocasión consagrado al estudio de un determinado problema científico, tuve varias noches, casi seguidas, un sueño fácilmente desorientador, cuyo contenido era mi reconciliación con un amigo del que hace ya tiempo hube de prescindir. A la cuarta o quinta vez conseguí por fin aprehender el sentido de estos sueños. Residía en la incitación a echar a un lado el resto de consideración que aún me inspiraba dicha persona y a desligarme de ella en absoluto. Pero en el sueño se había disimulado hipócritamente este sentimiento, presentándose convertido en su contrario. De otra persona he comunicado un «sueño de Edipo» de carácter hipócrita, en el que los sentimientos hostiles y los deseos de muerte de las ideas latentes quedaban sustituidos por una manifiesta ternura. («Ejemplo típico de un sueño de Edipo, disfrazado.») Más adelante (cap. 6) citaremos otro género de sueños hipócritas. <<

[6] Soy el primero en lamentar la intercalación en el presente estudio de desarrollos correspondientes, como el que antecede, a la psicopatología de la histeria y que expuestos además aislada y fragmentariamente no pueden tampoco proporcionarnos grandes esclarecimientos. Pero si por medio de ellos quedan indicadas las íntimas relaciones que enlazan los sueños a las psiconeurosis, quedará cumplido el propósito que me guió al acogerlos. <<

[7] Del mismo modo que el «salmón ahumado» en el sueño de la comida fracasado. <<

[8] Sucede con frecuencia que al relatarnos un sujeto un sueño suprime, sin darse cuenta, fragmentos del mismo, cuyo recuerdo no surge sino después, en el curso del análisis. Estos fragmentos, agregados a posteriori, nos proporcionan siempre la clave de la interpretación. Véase lo que después exponemos sobre el olvido de los sueños. <<

[9] Varios de mis oyentes me han comunicado también en los últimos sueños negativos que constituyeron su reacción a su primer contacto con mi teoría. <<

[10] Un gran poeta contemporáneo, del que me han dicho que no quiere ni oír hablar del psicoanálisis y de la interpretación onírica, ha hallado, sin embargo, una fórmula casi idéntica para la esencia del sueño: «La emergencia independiente de intensos deseos reprimidos bajo rostro y nombre falsos.»

Anticiparé también aquí la aplicación y modificación que Otto Rank ha llevado a cabo de la fórmula básica arriba citada: «El sueño presenta siempre, sobre la base y con el auxilio de material sexual infantil reprimido, deseos generalmente eróticos, como realizados en forma encubierta y simbólicamente disfrazada.» <<

VI. Material y fuentes de los sueños

[1] Ciertamente se ve que la teoría de Robert de que el sueño se halla destinado a descargar nuestra memoria de las impresiones sin valor recibidas durante el día, resulta insostenible ante la aparición relativamente frecuente en nuestros sueños de imágenes mnémicas indiferentes de nuestra infancia. Siendo así, habría que pensar que el sueño cumplía muy imperfectamente su función. <<

[2] Como ya indicamos en el capítulo II, ha transportado H. Swoboda a la vida psíquica los intervalos biológicos de veintitrés y veintiocho días descubiertos por W. Flies, afirmando especialmente que estos períodos son decisivos para la emergencia de los elementos oníricos en los sueños. Si esto resultara cierto, la interpretación onírica no sufriría transformación alguna esencial, pero sí obtendríamos una nueva fuente para el origen material de los sueños. Recientemente he sometido una serie de sueños propios a una investigación encaminada a comprobar la posibilidad de aplicar la «teoría de los períodos» al material onírico, y he escogido para ello elementos especialmente singulares del contenido manifiesto, cuya percepción en la vida diurna pudiera fijarse cronológicamente con toda seguridad.

Primer sueño. 1-2 octubre de 1910.

(Fragmento)… En un lugar indeterminado de Italia. Tres hermanas me enseñan pequeños objetos de arte como si me hallara en una tienda de antigüedades; pero al hacerlo se sientan sobre mis rodillas. Al ver uno de los objetos, digo a una de ellas: «Eso se lo he regalado yo a usted.» Mientras pronuncio estas palabras veo claramente el perfil de una mascarilla que reproduce los acusados rasgos de Savonarola.

¿Cuándo he visto por última vez una imagen de Savonarola? Mis notas de viaje me indican que pasé en Florencia los días 4 y 5 de septiembre. Durante mi estancia en esta ciudad pensé en enseñar a mi compañero de viaje el medallón con los rasgos de Savonarola, que marca, sobre el suelo de la Piazza Signoria, el lugar donde el fanático fraile sufrió el suplicio de la hoguera, y si me equivoco, fue el día 5, por la mañana, cuando cumplí este propósito. De esta impresión a su retorno en el sueño han pasado ciertamente 27 + 1 = 28 días, o sea, según Fliess, un «período femenino». Mas, por desgracia para la fuerza demostrativa de este ejemplo, he de indicar que en el mismo día del sueño estuvo a verme uno de mis colegas, hombre muy inteligente, al que, por su tétrico y sombrío aspecto, hube de dar, hace ya varios años, el sobrenombre de «rabbí Savonarola». Venía a presentarme un individuo enfermo a causa de un accidente que había sufrido viajando en el ferrocarril de Pontebba, línea por la que había pasado yo hacía ocho días, y esta última circunstancia hizo volver mis pensamientos a mi reciente viaje por Italia. La aparición del singular elemento «Savonarola» en el contenido de mi sueño resulta así explicada por esta visita de mi colega el día inmediatamente anterior al mismo, y el intervalo de veintiocho días queda despojado, por tanto, de toda posible significación.

Segundo sueño. 10-11 de octubre.

Realizo nuevamente trabajos de Química en el laboratorio de la Universidad. L., el consejero áulico, me invita a trasladarme a otro lugar, y avanza delante de mí en actitud singularísima, inclinado hacia adelante y alzando en su mano con aire agudo (?) (¿perspicaz?) (scharfsinnig = agudo; scharfsichtig = perspicaz) una lámpara o un instrumento. Cruzamos después por un lugar al aire libre… (El resto del sueño ha sido olvidado.)

Lo más singular del contenido de este sueño es la forma en que L. avanza con la lámpara (¿o era una lupa?) en alto y la mirada fija ante sí, como escrutando la lejanía. Hace ya mucho tiempo que no he visto a L.; pero, al examinar mi sueño, descubro que no es en él sino una figura sustitutiva de otra más importante; nada menos que de la de Arquímedes. Efectivamente, en el monumento dedicado a Arquímedes en Siracusa, cerca de la fuente de Aretusa, se halla representado el gran físico griego en actitud idéntica a la que L. muestra en mi sueño, graduando la inclinación del gran espejo ustorio y espiando con aguda mirada los movimientos del ejército sitiador. ¿Cuándo he visto por vez primera (y última) este monumento? Según mis notas, fue el 17 de septiembre, por la tarde, y desde esta fecha hasta mi sueño han transcurrido 13 + 10 = 23 días, un «período masculino», según Fliess.

Desgraciadamente, la interpretación de este sueño nos demuestra que tampoco en él teníamos necesidad de recurrir a la teoría de los períodos. En efecto, el estímulo que lo provocó fue la noticia, recibida el día anterior, de que la clínica en la que se me cedía un aula para mis conferencias iba a trasladarse próximamente a otro lugar. Ante esta noticia, pensé que el nuevo domicilio de la clínica no ofrecía quizá las comodidades del antiguo, cosa que para mí equivaldría a carecer de aula para mis conferencias, y de aquí retrocedieron mis pensamientos hasta el principio de mi actividad pedagógica, cuando carecía realmente de aula y tropezaba en mis trabajos para obtenerla con la frialdad de los omnipotentes señores consejeros áulicos y profesores. Por esta época me dirigí a L., que ocupaba el cargo de decano, y al que creía inclinado en mi favor. Pero no obtuve de él sino una promesa de ayuda, que jamás fue cumplida. En mi sueño es él el Arquímedes que me da πoνστω y me guía personalmente a otro lugar. Todos aquellos que se hallen algo familiarizados con la interpretación onírica adivinarán sin dificultad que ni el deseo de venganza ni la conciencia de los valores son ajenos a las ideas de este sueño. He de suponer que sin el estímulo onírico citado no hubiera llegado a mi sueño la figura de Arquímedes. Lo que no puedo asegurar es que la intensa y reciente impresión de la estatua de Siracusa no se hubiese constituido, de todos modos, en estímulo provocador de un sueño en un intervalo distinto.

Tercer sueño. 2-3 de octubre de 1910.

(Fragmento)… Algo relativo al profesor Oser, que ha formado por sí mismo el menú de mis comidas, cosa que me tranquiliza mucho… (El resto ha quedado olvidado.)

El sueño es la reacción a un trastorno digestivo experimentado en el mismo día y que me hizo pensar si no debiera dirigirme a alguno de mis colegas para que me prescribiese un régimen alimenticio. El hecho de elegir con este objeto al profesor Oser, fallecido durante el verano anterior, se enlaza a la muerte, acaecida en fecha recentísima (1 de octubre), de otro profesor de Universidad, al que yo estimaba altamente. ¿Cuándo murió Oser y qué día llegó a mí la noticia de su muerte? Los periódicos la consignaron el día 23 de agosto, y como yo me hallaba por esta época en Holanda, adonde me remitían con toda regularidad algunos diarios de Viena, debí leerla el 24 o el 25 de dicho mes. Este intervalo no corresponde ya a ningún período, pues comprende 7 + 30 + 2 = 39, o quizá cuarenta días. Tampoco puedo recordar haber hablado de Oser, o no haberle recordado, en el intermedio.

Tales intervalos, no utilizables ya directamente como prueba de la teoría de los períodos, resultan más frecuentes en mis sueños que los regulares. El único hecho constante que el análisis me ha permitido comprobar es la mencionada relación con una impresión del mismo día del sueño. <<

[3] Expresión alemana, de sentido idéntico a la castellana «ratón de biblioteca». Pero la mejor inteligencia del análisis impide sustituirla. (Nota del traductor.) <<

[4] La tendencia de la elaboración onírica a reunir bajo un mismo régimen todo lo interesante dado ha sido ya observada por varios autores. Así, Delage (p. 41) y Delbœuf: rapprochement forcé (p. 236). H. Ellis expone algunos bellos ejemplos (pp. 35 y ss.). <<

[5] Sueños de la inyección de Irma y del amigo, que es mi tío. <<

[6] Sueño del discurso necrológico del médico principiante. <<

[7] Sueño de la monografía botánica. <<

[8] De este género es la mayoría de los sueños de mis pacientes durante el análisis. <<

[9] Cf. mi obra Una teoría sexual, en la que trato de la «transferencia». <<

[10] En un trabajo de O. Poetzl, lleno de interesantísimas sugestiones, hallamos una importante contribución al esclarecimiento de la significación de lo reciente para la formación de los sueños. «Imágenes oníricas experimentalmente provocadas y su relación con la visión indirecta», en Zeitscbrift für die ges. Neurologie und Psychiatrie, XXXVII, 1917. Poetzl hacía dibujar a varias personas lo que de una imagen, expuesta en brevísimo espacio de tiempo, habían advertido, y al día siguiente interrogaba a dichas personas sobre los sueños que aquella noche habían tenido y les hacía dibujar, de nuevo, algunos fragmentos de los mismos. De este modo pudo comprobarse que los detalles de la imagen expuesta, inadvertidos por el sujeto del experimento, habían proporcionado material para la elaboración del sueño, mientras que los conscientemente observados y fijados luego en el dibujo no emergían en el contenido manifiesto. Se observó asimismo que el material aprovechado por la elaboración onírica quedaba modificado por ella en su acostumbrada forma «arbitraria» —o, mejor dicho, independiente— y del modo más favorable a las tendencias formadoras del sueño. Las sugestiones de los trabajos de Poetzl rebasan los límites de la obra presente. Nos limitaremos, pues, a hacer resaltar lo mucho que esta nueva forma de estudiar experimentalmente la interpretación de los sueños se aparta de la grosera técnica anterior, consistente en introducir, en el contenido onírico, estímulos perturbadores del reposo. <<

[11] Ellis, el más amable crítico de la presente obra, escribe: «Es éste el punto a partir del cual no ha de sernos ya posible a muchos seguir a Freud.» Pero Ellis no ha realizado ningún análisis onírico y no quiere creer cuán injustificado es el juzgar los sueños por su contenido manifiesto. <<

[12] Sobre los elementos orales en el sueño, véase el capítulo que dedicamos a la elaboración onírica. La indicada procedencia de los mismos no había sido reconocida hasta ahora sino por un solo investigador, Delbœuf, que los compara (pág. 226) a los «clichés» o lugares comunes. <<

[13] Para aquellos a quienes no satisfaga lo consignado en el texto, añadiré aquí que detrás de este sueño se esconde una fantasía en la que yo me conduzco incorrectamente con la sujeto y ella me rechaza. En apoyo de esta interpretación, que algunos juzgarán inaceptable, recordaré la frecuencia con que los médicos son objeto de una tal acusación por parte de pacientes histéricas en las que ha emergido idéntica fantasía, pero no ya deformada y a título de sueño, sino francamente consciente y delirante. El análisis expuesto inició el tratamiento psicoanalítico de la sujeto. En el curso del mismo se demostró que con el sueño analizado repetía la paciente el trauma inicial que constituyó el punto de partida de su neurosis. Posteriormente, me ha sido dado comprobar hechos idénticos en otros enfermos que en su infancia habían sido objeto de atentados sexuales y realizaban, en sus sueños, el deseo de su repetición. <<

[14] Como luego veremos claramente en el análisis, queda aquí sustituido un elemento por su contrario. <<

[15] Posteriormente me he convencido, hace ya largos años, de que para la realización de tales deseos, que durante mucho tiempo hemos creído inasequibles, no es preciso sino un poco de decisión. <<

[16] En la primera edición de esta obra aparecía el nombre de Asdrúbal en lugar del de Amílcar, extraño error cuya explicación he dado en mi Psicopatología de la vida cotidiana. <<

[17] Los dos efectos concomitantes a estas escenas infantiles —el asombro y la aceptación de lo inevitable— emergieron en un sueño algo anterior, que me trajo ya el recuerdo de este suceso de mi niñez. <<

[18] Tampoco este elemento, añadido ahora, resulta ser arbitrario, pues me recuerda una ocasión en la que el mismo profesor incurrió en un risible error. <<

[19] Dejo sin corregir esta repetición en la que distraídamente en apariencia incurro al redactar el sueño, porque el análisis nos mostrará que posee un sentido. <<

[20] Inglés: lechuga. <<

[21] No en Germinal, sino en La Terre, error que advierto después del análisis. Llamaré también la atención del lector sobre las letras iguales existentes en Huflattich y Flatus. <<

[22] En alemán se designa también a la mujer (Frau) con el nombre de Frauenzimmer: habitación de la mujer. (Nota del traductor.) <<

[23] Utilizando este fragmento de mi sueño, ha intentado demostrar H. Silberer, en un interesante trabajo (Phantasie und Mythus, 1910), que la elaboración onírica reproduce, a más de las ideas latentes, los procesos psíquicos de la formación de los sueños. («El fenómeno funcional.») Pero, a mi juicio, no advierte que «los procesos psíquicos de la formación del sueño» son, para mí, un material ideológico idéntico al restante. En este jactancioso sueño se ve claramente que me siento orgulloso de haber descubierto dichos procesos. <<

[24] Otra interpretación: el individuo de mi sueño es tuerto como Odin, el padre de los dioses. El consuelo de Odin. La promesa de comprarle una cama nueva que en la indicada escena infantil hice a mi padre para consolarle. <<

[25] Añadiré aquí parte del material de interpretación: El detalle de mantener el orinal (o el cristal, lente) ante mi acompañante me recuerda la anécdota del campesino que ensaya varios lentes en el óptico, pero no logra leer con ninguno… Porque no sabe. La forma en que la familia de labradores, descrita por Zola en La Terre, trata al padre achacoso e imbécil. El triste desquite de que mi padre, en sus últimos días, ensuciase la cama como un niño; por ello soy yo, en mi sueño, su enfermero. «Pensamiento y acción son aquí simultáneos», es un recuerdo de un drama intensamente revolucionario de Oscar Panizza, en el que se presenta, harto irrespetuosamente, a Dios Padre, anciano y paralítico, asistido por un arcángel —una especie de Ganimedes—, que tiene a su cargo la función de impedirle renegar y maldecir, pues siendo en él voluntad y acción una sola cosa, se cumplirían en el acto sus maldiciones. El hacer planes es también un reproche, procedente de época posterior, contra mi padre. Todo el contenido de mi sueño, rebelde, ofensivo para la majestad y lleno de burlas con respecto a la más alta autoridad constituye, en general, una rebelión contra el mismo. El rey es llamado «padre de la nación», y el padre es para el niño la primera y más antigua autoridad, de cuya plenitud de poder han surgido, en el curso de la historia de la civilización humana, las restantes autoridades sociales (dentro, naturalmente, de los límites que a este principio impone el «derecho moderno»). El concepto de la simultaneidad de pensamientos y acción alude al esclarecimiento de los síntomas histéricos, con el cual se relaciona también el orinal masculino. Todo vienés sabe muy bien lo que es un Gschnas. Se da este nombre a la confección de objetos de aspecto raro y valioso con materiales sin valor y de un carácter cómico. Así, la de armaduras de guerra con cacerolas, estropajos, etc. Nuestros artistas son muy aficionados a presentarse con alguno de estos humorísticos disfraces en sus alegres veladas. Pues bien: me ha sido dado descubrir que los histéricos ejecutan algo parecido, yuxtaponiendo a aquello que han vivido realmente, fantasías extravagantes o terroríficas que construyen inconscientemente, utilizando los materiales más indiferentes y triviales de la realidad. Los síntomas dependen luego de estas fantasías y no del recuerdo de los sucesos reales, sean éstos o no indiferentes. La representación de estas fantasías en mi sueño por medio del orinal masculino fue hecha posible por el relato que recientemente me había sido hecho de una divertida Gschnasabend (noche de Gashna), en la que se había presentado como la «copa de los venenos» de Lucrecia Borgia un recipiente cuyo elemento principal era un orinal del modelo usado en los hospitales para los enfermos masculinos. <<

[26] La acumulación de significaciones del sueño es uno de los problemas más arduos, y al mismo tiempo más ricos en contenido de la interpretación onírica. Aquellos que olviden esta posibilidad incurrirán fácilmente en graves errores y sentarán afirmaciones insostenibles sobre la esencia del sueño. Pero sobre esta cuestión no se han realizado aún sino muy escasas investigaciones. Hasta ahora sólo la regular superposición de símbolos en el sueño de estímulo vesical ha sido objeto de un fundamental estudio (O. Rank). <<

[27] Me permito aconsejar, en general, la lectura de los minuciosos protocolos de sueños experimentalmente provocados, que Mourly Vold ha reunido en dos volúmenes. En ellos podemos ver cuán poco contribuye al esclarecimiento de cada sueño el conocimiento de los estímulos experimentalmente producidos y cuán escasa es la utilidad de tales experimentos para la inteligencia de los problemas oníricos. <<

[28] Cf. el trabajo de K. Landauer sobre «los actos del durmiente», en Zeitschrift f. d. ges. Neurologie und Psychiatrie, XXXIX, 1918. Todo observador puede comprobar que el sujeto durmiente lleva a cabo actos plenos de sentido, y es capaz de obrar lógica y voluntariamente. <<

[29] Cf. el estudio de Guesinger sobre esta cuestión y las observaciones incluidas en mi segundo ensayo sobre las «psiconeurosis de defensa», en Neurologisches Zentralblatt, 1896. (Nota del traductor.) Estos ensayos figuran en mi obra Primeras aportaciones a la teoría de las neurosis. <<

[30] Las dos versiones que conozco del contenido de este sueño no coinciden por completo entre sí. <<

[31] Y con la «elaboración secundaria» de que más adelante hablaremos. <<

[32] Los vestidos del rey. <<

[33] El niño toma también parte en la fábula, pues hay uno que, al ver pasar al rey, exclama: «¡Pero si va en cueros!» <<

[34] Ferenczi ha comunicado cierto número de interesantes sueños femeninos de desnudez, que pueden ser referidos fácilmente al placer exhibicionista infantil, pero que se apartan, en algunos rasgos, del «sueño típico de desnudez» al que ahora nos referimos. <<

[35] Esta misma significación tiene, en los sueños, y por razones fácilmente comprensibles, la presencia de «toda la familia». <<

[36] Cf. el «Análisis de la fobia de un niño de cinco años» (Jahrbuch für psychoanalytische und psychopathologische Forschungen, t. I, 1909) y mi estudio «Sobre las teorías sexuales infantiles», incluido en la segunda serie de la Colección de ensayos para una teoría de las neurosis. (Nota del traductor.) Ambos estudios figuran en mi obra Ensayos sobre la vida sexual y la teoría de las neurosis. <<

[37] Un niño de tres años y medio, cuya fobia hicimos objeto de un detenido análisis, que constituye el tema del estudio antes citado en una nota, gritaba, durante una fiebre que padeció a raíz del nacimiento de una hermana: «¡Pero si yo no quiero tener hermanita ninguna!» En la neurosis que contrajo año y medio después confesó abiertamente el deseo de que la madre dejase caer en el baño a la pequeña, causándole así la muerte. A pesar de todo esto, se trata de un niño bueno y afectuoso, que tomó en seguida cariño a su hermanita y gustaba de protegerla. <<

[38] Aunque estas muertes, acaecidas durante la infancia del sujeto, sean pronto olvidadas en la familia, la investigación psicoanalítica nos muestra que han poseído una gran importancia para la neurosis posterior. <<

[39] Desde la fecha en que escribimos estas líneas se han realizado, y publicado en la literatura psicoanalítica, numerosísimas observaciones sobre esta primitiva actitud hostil de los niños con respecto a sus hermanos. El poeta A. Spitteler ha descrito con sincera ingenuidad esta típica conducta infantil, refiriéndose a su más temprana niñez: «Además había ya otro Adolfo. Un pequeño ser del que se aseguraba que era mi hermano, pero que yo no podía comprender para qué servía, y mucho menos por qué se le consideraba igual a mí. ¿Para qué necesitaba yo un hermano? Y no sólo era inútil, sino perjudicial. Cuando yo molestaba a mi abuela, quería él también molestarla, y cuando me sentaban en el cochecito, le colocaban frente a mí, quitándome sitio y no pudiendo estirar las piernas sin que mis pies tropezasen con los suyos.» <<

[40] Con estas mismas palabras expresa el niño de tres años y medio, cuya fobia analizamos, la crítica de su hermana, suponiendo, además, que la falta de dientes es lo que le impedía hablar. <<

[41] A un niño de diez años, muy inteligente, le oí con asombro, a raíz de la muerte repentina de su padre, las palabras que siguen: «Comprendo que papá haya muerto; pero lo que no puedo explicarme es que no venga a cenar a casa.» En la revista Imago, tomos I-V, 1912-1919, puede hallarse una serie de estudios sobre este tema, publicados por la doctora Von Hugh-Hellmuth bajo el título El alma infantil. <<

[42] La observación de un padre, conocedor de las teorías psicoanalíticas, ha logrado sorprender el momento en que una hija suya, de cuatro años e inteligencia muy desarrollada, reconoce la diferencia entre «haberse ido» y «haber muerto». Un día que la niña se resistió a comer, expresó, viéndose observada por la criada, el deseo de que la misma muriese. «¿Por qué quieres precisamente que se muera? —preguntó el padre—. ¿No basta con que se vaya?» «No —respondió la niña—; porque entonces vuelve.» Para el ilimitado amor del niño a su propia persona (narcisismo), es toda perturbación un crimen de lesa majestad, y como la legislación draconiana, no aplica el juicio del niño a tales delitos pena inferior a la de muerte. <<

[43] Por lo menos en algunas versiones mitológicas. En otras, es únicamente Cronos quien comete este atentado en la persona de su padre, Urano.

Sobre la significación mitológica de este tema, véanse los trabajos de Otto Rank titulados El mito del nacimiento del héroe y El tema del incesto en la poesía y la leyenda. <<

[44] Ninguna de las revelaciones de la investigación psicoanalítica ha provocado tan indignada repulsa, tanta resistencia… ni tan regocijante desconcierto de la crítica como esta de las tendencias incestuosas infantiles conservadas en lo inconsciente. Recientemente se ha llegado incluso a intentar limitar el incesto, contra todos los datos de la experiencia, a un alcance «simbólico». En el primer número de la revista Imago (1912) da Ferenczi una ingeniosísima superinterpretación del mito de Edipo, a propósito de un pasaje de una carta de Schopenhauer. Desde que en la edición original de la presente obra nos referimos por vez primera al «complejo de Edipo», ha adquirido éste, a consecuencia de ulteriores investigaciones, una gran importancia insospechada para la inteligencia de la historia de la Humanidad y del desarrollo de la religión y la moral. (Nota del traductor.) Véase mi obra Tótem y Tabú. <<

[45] E. Jones ha completado y defendido contra otras opiniones las indicaciones que anteceden, relativas a la comprensión analítica del Hamlet, en Das Problem des «Hamlet» und der Oedipuskomplex, 1911. <<

[46] También lo grande, exuberante, exagerado y sin medida de los sueños podría ser un carácter infantil. El niño no abriga otro anhelo mayor que el de «ser grande» y recibir de todo una parte igual a la de los mayores. Es difícil de contentar, no le basta nada y pide incansablemente la repetición de aquello que le agrada o le sale bien. Sólo por medio de la educación aprende luego a tener medida, a contentarse y resignarse con poco. Sabido es que también el neurótico tiende a la falta de medida y a la intemperancia. <<

[47] Una vez que E. Jones hablaba en una conferencia científica y ante un auditorio del egoísmo de los sueños, se levantó una ilustrada señora y opuso, contra una tan anticientífica generalización, la objeción de que no podía hablar más que de los sueños de los austríacos, debiendo limitarse a ellos y no pronunciarse sobre los de los americanos. Por su parte, estaba segura de que todos sus sueños eran rigurosamente altruistas. <<

VII La elaboración onírica

[1] En muchos investigadores se encuentran ya alusiones a esta condensación. Así, manifiesta Du Prel (pág. 85) la seguridad de que sobre la serie de representaciones ha actuado un proceso de dicho género. <<

[2] Con respecto a esta representación del poeta, habremos de recordar la significación de los sueños en que subimos escaleras, comunicada al tratar del simbolismo onírico. <<

[3] La naturaleza fantástica de la situación, referente a la nodriza del sujeto, queda demostrada por la circunstancia de que el mismo fue criado por su propia madre. Además, recordaré aquí la anécdota, citada en páginas anteriores, del joven que lamentaba no haber aprovechado mejor la privilegiada situación que de niño hubo de gozar con respecto a su nodriza. <<

[4] Éste es el real estímulo del sueño. <<

[5] Aquí añade la sujeto: «Tales lecturas son un veneno para las muchachas.» Ella misma leyó en su juventud gran cantidad de estos libros prohibidos. <<

[6] Una siguiente serie de asociaciones conduce a la Penthesilea, del mismo autor: crueldad para con las personas amadas. <<

[7] Esta misma división y yuxtaposición de las sílabas —una verdadera química de las mismas— nos sirve en la vigilia para la formación de chistes. El primer lector y crítico de la presente obra me hizo la objeción, que otros seguramente habrán de repetir, de «que el sujeto del sueño parecía a veces demasiado chistoso». Esto es exacto en tanto en cuanto se refiere sólo al sujeto, y únicamente envuelve un reproche cuando ha de hacerse extensivo al interpretador. En la realidad despierta no puedo precisamente aspirar al calificativo de «chistoso», y si mis sueños presentan este carácter, ello no depende de mi persona, sino de las singulares condiciones psicológicas bajo las cuales es elaborado el sueño, y se halla íntimamente relacionado con la teoría de lo chistoso y lo cómico. El sueño se hace chistoso porque encuentra cerrado el camino más recto e inmediato para la expresión de sus pensamientos, quedando así obligado a buscar rodeos. Los lectores pueden convencerse de que los sueños de mis pacientes presentan este carácter en igual o mayor grado que los míos. De todos modos me impulsó este reproche a comparar la técnica del chiste con la elaboración onírica, empresa que llevé a cabo en mi libro El chiste y su relación con lo inconsciente, 1905. Véase mi obra Una teoría sexual. <<

[8] Lasker murió de parálisis progresiva, consecuencia de una infección luética, y Lassalle, en un duelo por una mujer, en 1869. <<

[9] Un joven atacado de representaciones obsesivas, pero que conservaba intactas sus funciones intelectuales, muy desarrolladas, me mostró hace poco la única excepción de esta regla. Las oraciones que en sus sueños emergían no procedían de discursos oídos o pronunciados por él, sino que correspondían al texto no deformado de sus ideas obsesivas, que durante la vigilia, sólo modificadas, llegaban a su conciencia. <<

[10] Véase anteriormente, página 330. (Nota del traductor.) <<

[11] Naturalmente, no debe confundirse la intensidad psíquica —el valor y el grado de interés de una representación— con la intensidad sensorial —la intensidad de lo representado. <<

[12] Constituyendo esta referencia de la deformación onírica a la censura el nodulo de mi concepción de los sueños, quiero intercalar aquí los últimos párrafos de la narración titulada «En el sueño como en la vigilia», incluida en la obra de Lynkeus Fantasías de un realista (Viena, segunda edición, 1900), narración en la que hallo afirmado este carácter principal de mi teoría:

«De un hombre que poseía la singular cualidad de no soñar nunca desatinos…»

«Tu magnífica cualidad de comportarte en sueños como lo harías despierto reposa en tus virtudes, en tu bondad, en tu equidad y en tu amor a lo verdadero. La claridad moral de tu naturaleza me hace comprensible tu peculiar privilegio.»

«Bien mirado —replicó el otro—, me inclino a creer que a todos los hombres tiene que sucederles lo mismo que a mí, y que nadie sueña nunca desatinos. Un sueño que recordamos tan claramente como para poderlo relatar después, y que, por tanto, no resulta ningún delirio febril, no puede menos de tener siempre un sentido, pues aquello que se contradice no sabría agruparse para formar una totalidad. El que tiempo y lugar aparezcan con frecuencia confundidos no se relaciona para nada con el verdadero contenido del sueño, pues ambos factores han carecido seguramente de toda importancia para su contenido esencial. También despiertos obramos así con gran frecuencia. Piensa en la fábula y en tantas otras creaciones de la fantasía, tan atrevidas como plenas de sentido, y de las cuales sólo el hombre incomprensivo puede decir que son imposibles y disparatadas.»

«¡Si se supiera interpretar siempre los sueños acertadamente como tú has hecho con el mío! —dijo el amigo.»

«No es, desde luego, fácil empresa; pero creo que el soñador mismo podría llevarla siempre, con un poco de atención, a buen puerto. ¿Por qué no suele conseguirse casi nunca? Quizá porque en vuestros sueños hay algo oculto, algo inconfesable de una peculiar y elevada naturaleza, un cierto secreto de vuestro ser, muy difícil de adivinar. Por esta razón parecen no poseer vuestros sueños sentido alguno o ser francamente insensatos. Pero, en el fondo, no se puede en modo alguno ser así, pues el soñador es siempre el mismo hombre en sueños o despierto.» <<

[13] Con posterioridad a las consideraciones que anteceden, he publicado el análisis y la síntesis totales de los sueños en el trabajo titulado Fragmento del análisis de una histeria (1905). El análisis de O. Rank, Un sueño que se interpreta a sí mismo, tiene que ser reconocido como el más completo publicado hasta el día. <<

[14] Un trabajo de K. Abel titulado El sentido contradictorio de las palabras primitivas, 1884 (véase mi artículo sobre él en Jahrbuch f. Psych., II, 1910), me reveló el hecho sorprendente, confirmado por otros filósofos, de que los idiomas más antiguos se comportan en este punto idénticamente al sueño. Al principio no poseían sino una sola palabra para designar los contrarios que constituían los extremos de una serie de cualidades o actividades (fuertedébil, viejojoven, lejoscerca, unirseparar), y no construyeron sendas designaciones para los dos contrarios, sino seguramente por medio de ligeras modificaciones de la primitiva palabra común. Abel señala ampliamente esta particularidad en el antiguo egipcio, y muestra también restos de un idéntico desarrollo en los idiomas semitas e indogermanos. <<

[15] Cf. la observación de Aristóteles sobre las especiales aptitudes del onirocrítico. <<

[16] Cuando no sabemos a punto fijo detrás de cuál de las personas de un sueño hemos de buscar nuestro yo, debemos poner en práctica la regla siguiente: aquella persona que experimenta en el sueño un afecto que sentimos también durante el desarrollo del mismo es la que oculta a nuestro yo. <<

[17] De esta misma técnica de la inversión temporal se sirve a veces la crisis histérica para ocultar su sentido a los ojos de los espectadores. Citaremos, como ejemplo, el caso de una joven histérica que representa, en un ataque, una pequeña novela fantaseada por ella en lo inconsciente, tomando como punto de partida su encuentro en el tranvía con cierto individuo. El contenido de esta fantasía es que dicho individuo, atraído por la belleza de su pie, que ella deja ver al descuido mientras lee, intenta trabar conversación, lográndolo y seduciéndola hasta el punto de conseguir que le acompañe a su casa, en la que se desarrolla luego una ardiente escena de amor. El ataque histérico de esta paciente se inicia con la representación de tal última escena de su fantasía (contracciones, ademanes de besar y estrechar a alguien en sus brazos). A continuación corre la sujeto a otro cuarto, se sienta en una silla, se recoge la falda hasta dejar ver el pie, hace como si leyera y me habla (me hace caso). Compárese la observación de Artemidoro de Daldis: «Para la explicación de las historias oníricas debemos recorrerlas una vez desde su principio a su fin y otra en sentido inverso.» <<

[18] Síntomas histéricos concomitantes: falta del período y mal humor constante, sufrimiento principal de esta paciente. <<

[19] En el análisis descubrimos una relación con un recuerdo infantil por medio del siguiente proceso: El moro ha realizado su tarea y puede irse (La conjuración de Fiesco, Schiller, acto III, escena IV.) Y la pregunta chistosa: ¿Cuántos años tiene el moro cuando ha realizado su tarea? Un año. Entonces puede irse. Vine al mundo con un pelo tan negro y anillado, que mi madre dijo que parecía un morito. El no encontrar el sombrero es un suceso diurno que el sueño utiliza, dándole varios sentidos. Nuestra criada, que mostraba una genial aptitud para guardar las cosas en los sitios más inverosímiles, me lo había escondido. Detrás de este final del sueño se oculta también la repulsa del triste pensamiento de mi muerte. No he realizado aún mi tarea y no puedo irme. Nacimiento y muerte, como en el sueño de Goethe y el paralítico, soñado por mí poco después. <<

[20] Véase mi obra El chiste y su relación con lo inconsciente y los «puentes verbales» en la solución de síntomas neuróticos. <<

[21] En los tres apéndices a la Illustrierte Sittengeschichte, de E. Fuchs (A. Lang, Munich), se incluye un amplio material probatorio de estas afirmaciones. <<

[22] Véase en páginas anteriores la interpretación de este sueño preliminar, que debe considerarse como «causal». <<

[23] Su vida. <<

[24] Elevado nacimiento. Antítesis optativa del sueño preliminar. <<

[25] Formación mixta, en la que se funden dos lugares: el sótano de su casa paterna, donde jugaba con su hermano, y que se convirtió en objeto de sus ulteriores fantasías, y el patio de la casa de su tío, individuo maligno, que se gozaba en hacerla rabiar. <<

[26] Antítesis optativa de un recuerdo real. Durmiendo en el patio de la casa de su tío, quedaban a veces partes de su cuerpo al descubierto. <<

[27] Como el ángel en la Anunciación, una vara de azucenas. <<

[28] Véase anteriormente la explicación de este producto mixto: inocencia, período, dama de las camelias. <<

[29] Relativo a la multiplicidad de personas que entran en su fantasía. <<

[30] Si también ella puede «arrancarse una» (sich einen herunterreisen); esto es, si puede masturbarse. <<

[31] La rama ha tomado hace tiempo la representación de los genitales masculinos y contiene además una clara alusión al apellido de la sujeto. <<

[32] Se refiere, como lo que sigue, a propósitos matrimoniales. <<

[33] Otro de estos sueños «biográficos» es el que comunicamos en tercer lugar entre los ejemplos expuestos al tratar del simbolismo onírico. Véanse también los comunicados por Rank («Un sueño que se interpreta a sí mismo») y Stekel («Un sueño que hay que leer al revés»). <<

[34] Véanse los trabajos de Bleuler y de sus discípulos de la escuela de Zurich, Maeder, Abraham y otros. Asimismo, los de los autores no médicos a que en ellos se hace referencia (Kleinpaul y otros). Lo más acertado que hasta ahora se ha escrito sobre la cuestión es el estudio de O. Rank y H. Sachs, titulado Die Bedeutung der Psychoanalyse für die Geisteswissenschaften, 1913, cap. I. <<

[35] Así en los sueños de estímulo vesical soñados por personas de nacionalidad húngara, aparece la imagen de un barco navegando sobre las aguas, aunque en el idioma húngaro no existe la sinonimia que en el alemán entre las palabras «navegar» y «originar» (Ferenczi). En los sueños de personas francesas y de otros países de lengua romance es utilizada también la habitación como representación simbólica de la mujer, a pesar de no existir en tales idiomas expresión ninguna semejante a la alemana Frauenzimmer (habitación de la mujer) como sinónimo de «mujer». <<

[36] Un paciente mío, hospedado en una habitación, soñó que encontraba a una criada de la misma y le preguntaba qué número tenía. Para su sorpresa, responde la criada: «El 14». La realidad es que el sujeto mantiene relaciones amorosas con dicha persona y ha tenido varias citas con ella en su alcoba. La criada llegó, por lo visto, a temer que la dueña de la pensión los descubriese, y el día anterior al sueño le propuso reunirse con ella en uno de los cuartos desocupados. Este cuarto era el número 14, número que queda transferido a la mujer en el sueño. No creemos pueda darse mejor prueba de la identificación de «habitación» y de «mujer» (E. Jones: Inter. Zeitschr. f. Psychoanalyse, II, 1914.) (Confróntese el Simbolismo de los sueños, de Artemidoro de Daldis —traducción alemana de F. S. Krauss, Viena, 1881, pág. 110—: «Así, la alcoba representa, cuando el sujeto es casado, a la esposa.») <<

[37] Repetiré aquí lo que ya en otro lugar (Zentralblatt für Psychoanalyse, I, núms. 1-2, 1910: «Die zukuenftigen Chancen des Psychoanalytischen Therapie») expuse sobre esta cuestión: «Supe hace algún tiempo que un psicólogo muy apartado de los puntos de vista psicoanalíticos había objetado a uno de los nuestros que exagerábamos en demasía la secreta significación sexual de los sueños. Su sueño más frecuente —añadió— era el de subir por una escalera, acto que no podía ocultar nada sexual. Esta objeción atrajo mi interés sobre la aparición de escaleras en el sueño, y pronto pudimos comprobar que las escaleras (y todo lo que a ellas se asemeja) constituyen un indudable símbolo del coito. No es nada difícil hallar el paralelismo entre el acto sexual y el de subir por una escalera. Ambos tienen en común el hecho de que en una rítmica graduación y con una creciente agitación respiratoria se llega a un punto cumbre o lugar elevado, desde el cual se desciende luego con rapidez. Los usos del lenguaje nos ofrecen también un punto de apoyo. El verbo steigen (subir) se emplea también en alemán para designar el acto sexual. Compuestos de este verbo, tomado en tal sentido son las palabras nachsteigen (subir detrás = ir con una mujer) y Steiger (“subidor” = aficionado a las mujeres fáciles). En francés, el escalón es la marche, y la expresión un vieux marcheur posee el mismo sentido que la alemana ein alter Steiger.» <<

[38] Cf. en la Zbl. für Ps., A. II, 675, el dibujo de un maníaco de diecinueve años representando a un hombre que lleva a modo de corbata una serpiente, cuya cabeza se dirige hacia una muchacha. Compárese también la siguiente historieta, titulada El vergonzoso (Anthrop., VI, 334): Una señora entra en un cuarto de baño donde se encuentra un caballero con la camisa por toda vestidura. Al verse sorprendido, se tapa, avergonzado, el cuello con el faldón delantero de la camisa y exclama: «Perdone usted, señora; estoy sin corbata.» <<

[39] No obstante la total diferencia existente entre la concepción desarrollada por Scherner del simbolismo de los sueños y la que aquí venimos exponiendo, he de hacer constar que este autor debe ser reconocido como el verdadero descubridor de dicho simbolismo, y que los resultados del psicoanálisis han hecho resaltar todo el merecimiento de su obra, juzgada hace cincuenta años como una pura fantasía. <<

[40] Véase Introducción al psicoanálisis. (Nota del traductor.) <<

[41] «Nachtraege zur Traumdeutung», en Zentralblatt für Psychoanalyse, I, núms. 5-6, 1911. <<

[42] Kirchgraber expone en la Zentralblatt f. Ps., A., III, 1921, p. 95, un ejemplo de este género. Stekel (Jahrbuch, t. I, página 474) comunica también un sueño en el que el sombrero con una pluma torcida en el centro simboliza al marido (impotente). <<

[43] O capilla = vagina. <<

[44] Símbolo del coito. <<

[45] Mons veneris. <<

[46] Crines pubis. <<

[47] Los demonios con capa y capucha son, según la explicación de un especialista en estos estudios, de naturaleza fálica. <<

[48] Las dos mitades del escroto. <<

[49] Alfred Robitsek: Zentralblatt f. Ps., A., II, 1911, p. 340. <<

[50] The World of Dreams, Londres, 1911, p. 168. <<

[51] «Schlemihl.» El hombre que hace fracasar todo aquello en lo que interviene y al que todo se le deshace entre las manos. El sujeto cita equivocadamente, pues no es de Prévost, sino de Bourget, la obra (Filosofía del amor moderno), en cuyo capítulo III, titulado «Les exclus de l’amour», se describe este tipo de hombres. (Nota del traductor.) <<

[52] Los versos originales son:

«Wem der grosse Wurf gelungen

eines Freundes Freund zu sein…»

La necesidad de adaptar la traducción a la paronimia geworfen-Wurf (tira-tirada) sin la cual se perdería, al verterlo al castellano, un principalísimo elemento del análisis, nos ha obligado a una expresión harto forzada. (Nota del traductor.) <<

[53] Tirada, acción o efecto de tirar. (Nota del traductor.) <<

[54] La extracción de una muela por otra persona debe interpretarse casi siempre como un símbolo de la castración (del mismo modo que el hecho de cortarnos el pelo el peluquero: Stekel). Debe distinguirse entre los sueños de estímulo dental y aquellos en que nos hallamos en manos del dentista, como los comunicados por Coriel. (Zentralblatt f. Ps., A, III, 440). <<

[55] Según una comunicación de C. G. Jung, los sueños de estímulo dental soñados por mujeres tienen significación de sueños de nacimiento. E. Jones ha aportado una excelente confirmación de este juicio. Esta interpretación coincide con la que acabamos de exponer en el hecho de tratarse en ambos casos (castración-parto) de la ablación o separación de una parte del cuerpo. <<

[56] Compárese el sueño «biográfico» detallado en páginas anteriores. <<

[57] Dado que los sueños de la extracción o caída de una muela son interpretados por la creencia popular como anuncio de la muerte de un pariente, mientras que el psicoanálisis no les concede tal significación, sino todo lo más en el sentido paródico arriba indicado, intercalaremos aquí un «sueño de estímulo dental» que nos ha sido comunicado por Otto Rank:

«Un colega que desde hace algún tiempo ha comenzado a interesarse por los problemas de la interpretación onírica me comunica el siguiente caso de “sueño de estímulo dental”.

»Soñé hace poco que estaba en casa del dentista el cual me horadaba una de las últimas muelas de la mandíbula inferior; pero tanto y tanto trabajaba en ella, que acaba por dejarla inservible. Entonces coge la llave y me saca la muela, asombrándome la facilidad con que realiza la extracción. Luego me dice que no me importe, pues no es esta muela la que estaba curándome, y la deposita encima de la mesa, donde queda dividida en varias capas. (Antes compruebo que se trata de un incisivo de la mandíbula superior.) Me levanto del sillón, lleno de curiosidad, y acercándome a la mesa, dirijo una pregunta médica al dentista, el cual me contesta que aquello se relaciona con la pubertad, y que sólo antes de la misma, o tratándose de una mujer, en el momento de tener un hijo, pueden extraerse las muelas tan fácilmente. Mientras tanto, separa los diversos fragmentos en que ha quedado dividida la muela y los machaca (pulveriza) con un instrumento. Observo después (medio despierto ya) que mi sueño ha sido acompañado de una polución, pero no me es posible situar ésta en un determinado punto del mismo. Lo más probable me parece que tuviera efecto en el momento de extraerme la muela.

»Continúo luego soñando algo que no me es posible recordar ahora y que termina con que dejo en algún lado (probablemente en el guardarropa del dentista) el sombrero y el traje, confiando en que ya me los enviarán después, y vestido tan sólo con el abrigo, me apresuro para alcanzar todavía un tren que está a punto de salir. En efecto, consigo saltar en el último momento al vagón de cola donde ya había alguien. Sin embargo, no me es posible penetrar en el coche, y tengo que dejarme llevar por el tren, agarrado a la parte exterior en una violenta postura, que por fin logro rectificar, después de varias tentativas. Atravesamos así un gran túnel, y al hacerlo nos cruzamos con dos trenes, que pasan a través del nuestro como si éste constituyera el túnel. Luego miro a través de la ventanilla de un vagón como desde el exterior.»

Para la interpretación de este sueño poseemos los siguientes sucesos y pensamientos del día inmediatamente anterior:

a) Hace, en efecto, algunos días que padezco continuos dolores en la muela de la mandíbula inferior, que es horadada en el sueño, y voy a casa del dentista, el cual está tardando realmente en curarla más tiempo del que yo quisiera. Habiendo acudido a él la mañana anterior al sueño para ver si lograba acabar con los dolores que tanto me molestaban, me propuso extraerme otra muela de la misma quijada, que era probablemente la que me hacía sufrir. Tratábase de una de las del juicio, que se hallaba en vías de romper. Con tal motivo dirigí al dentista una pregunta, remitiéndome a su conciencia médica.

b) Aquella tarde tuve que disculpar mi mal humor ante una señora, atribuyéndolo, como era cierto, a mi dolor de muelas. A esto siguió una conversación, en la que dicha persona me contó que le daba miedo hacerse extraer la raíz de una muela, cuya corona tenía destrozada. Creía que la extracción de los colmillos era especialmente difícil y dolorosa, aunque, por otro lado, le había dicho una amiga que tratándose, como era su caso, de un colmillo de la mandíbula superior, resultaba más fácil. Esta misma amiga le había contado también que una vez le habían extraído equivocadamente una muela sana, suceso que aumentó su miedo a la necesaria operación. Luego me preguntó si los colmillos eran los dientes llamados caninos y qué sabía médicamente sobre ellos. Por mi parte, le hablé del carácter supersticioso de todas las opiniones a que antes se había referido, aunque concediéndole que algunas de tales creencias populares encerraban un nodulo de verdad. A propósito de esto, me citó la señora un proverbio muy antiguo y generalizado, según ella: Cuando una mujer embarazada tiene dolor de muelas es señal de que parirá un niño.

c) Este proverbio me interesó, por recordarme la interpretación freudiana de los sueños de estímulo dental como sueños onanistas, dado que relaciona en cierto modo las muelas con los genitales masculinos (un niño), y aquella misma tarde releí las páginas correspondientes de La interpretación de los sueños. A ellas pertenecen las observaciones siguientes, cuya influencia sobre mi sueño resulta tan fácilmente reconocible como la de los dos sucesos antes relatados: «Por último, se me impuso la evidencia de que en los sujetos masculinos era el placer onanista de la pubertad lo que constituía la fuerza provocadora de estos sueños.» «A mi juicio, también las frecuentes modificaciones del sueño típico de estímulo dental —por ejemplo, la de ser una tercera persona la que extrae una muela al sujeto, etc.— se hacen comprensibles mediante la misma explicación.» «Haremos observar aquí la tan frecuente transferencia de abajo arriba (en el sueño presente, también la de la mandíbula inferior a la superior) que encontramos puesta al servicio de la represión sexual, y mediante la cual pueden llegar a realizarse en la historia, localizándose en partes del cuerpo exentas de toda objeción, sensaciones e intenciones que debían desarrollarse en los genitales.» «En nuestro país existe una grosera expresión para designar el acto de la masturbación: “arrancarse una”. Esta expresión me era ya conocida en mis tempranos años juveniles como designación del onanismo. Partiendo de este punto, no será difícil para el intérprete onírico experimentado encontrar el acceso al material infantil en que puede hallarse basado mi sueño. Citaré únicamente todavía que la facilidad con que en el mismo se desprende la muela, que después de extraída se convierte en un incisivo de la mandíbula superior, me recuerda una vez que en mi infancia me arranqué yo mismo, fácilmente y sin dolor, un incisivo de la mandíbula superior ya muy vacilante y próximo a caerse. Esta anécdota, presente aún en mi memoria con todos sus detalles, corresponde a aquella misma temprana época en la que se sitúan mis primeras tentativas conscientes de masturbación (recuerdo encubridor).

La cita que hace Freud de una comunicación de C. G. Jung según la cual los sueños de estímulo dental soñados por mujeres poseen la significación de sueños de nacimiento, y la creencia popular antes citada sobre el sentido del dolor de muelas de las embarazadas, han motivado, en mi sueño, la oposición del sentido femenino al masculino (pubertad). Con relación a esto, recuerdo un sueño anterior que tuve pocos días después de haberme dado de alta, en otra ocasión, el dentista, y en el que se me desprendían las coronas de oro que me acababa de colocar en varias muelas, accidente que me causaba gran indignación, sin duda por dolerme aún el considerable desembolso realizado. Este sueño se me hace ahora comprensible, relacionándolo con cierto suceso, como alabanza de las ventajas materiales de la masturbación frente al amor objetivo, mucho más desventajoso siempre desde el punto de vista económico (coronas de oro, la «corona» es la unidad monetaria austríaca. Nota del traductor.) y creo que las frases de la citada señora sobre la significación del dolor de muelas en las embarazadas fue lo que volvió a despertar en mí estos pensamientos.

Hasta aquí llega la comunicación, suficientemente luminosa y libre, a mi juicio, de toda objeción del colega sujeto de este sueño. Añadiremos únicamente por nuestra cuenta una indicación sobre el probable sentido del segundo fragmento onírico, aunque pasando por los puentes verbales: Muela (tirar - tren; arrancar - viajar) —Zahn (ziehen - Zug; reissen - reisen)— representa tanto el paso del soñador desde la masturbación al comercio sexual (túnel a través del cual atraviesan los trenes en distintas direcciones), transición realizada no sin ciertas dificultades, como los peligros del mismo (embarazo, abrigo).

Desde el punto de vista teórico, nos parece este caso doblemente interesante. Ante todo, confirma la afirmación freudiana de que la eyaculación sobreviene en el momento de ser extraída la muela en el sueño. La polución tiene que ser considerada siempre como una satisfacción onanista conseguida sin el auxilio de excitaciones mecánicas. Pero, además, en el caso que nos ocupa, la satisfacción lograda por medio de la polución no responde, como de costumbre, a un objeto, siquiera sea sólo imaginativo, sino que carece de él en absoluto, siendo por tanto, puramente autocrítica, o mostrando a lo más un matiz homosexual (dentista).

El segundo punto que creo interesante hacer resaltar, es el que sigue: Podría objetarse que es innecesario todo empeño en aplicar a este caso la teoría de Freud, dado que los sucesos del día anterior bastan por sí solos para hacer comprensible el contenido del sueño. La visita al dentista, la conversación con la señora y la lectura de La interpretación de los sueños explican suficientemente que el sujeto, molestado aun durante el reposo por el dolor de muelas, produjese el sueño relatado, incluso, si se quiere, con el fin de adormecer el dolor que perturba su reposo (por medio de la representación de la extracción de la muela dolorida, acompañada de un simultáneo adormecimiento de la temida sensación de dolor por el desarrollo de la libido). Pero no puede defenderse seriamente la hipótesis de que la lectura de las explicaciones de Freud haya podido establecer o siquiera reaviviar en el sujeto la relación de la extracción de la muela con el acto de la masturbación, si dicha relación no se hallase constituida de antemano hace ya mucho tiempo, como el mismo sujeto lo confiesa («arrancarse una»). La incredulidad con que el sujeto manifiesta haber recibido las afirmaciones de Freud sobre la significación típica de los sueños de estímulo dental, al leerlas por vez primera, incredulidad que despertó en él el deseo de comprobar si tal significación se extendía a todos los sueños de este género, es lo que dio vida, a más de su diálogo con la señora, a tal relación. El sueño le ofrece la confirmación deseada, por lo menos en lo que respecta a su propia persona, y le muestra al mismo tiempo el motivo de su incredulidad, constituyendo de este modo la realización de un deseo: el de convencerse del alcance y solidez de la teoría freudiana. <<

[58] Un joven colega, libre de todo nerviosismo, me comunica con relación a este tema: «Sé, por experiencia, que al columpiarme, en mis años infantiles, experimentaba, cuando el movimiento de descenso alcanzaba mayor violencia, una singular sensación en los genitales, que, aunque no me parecía realmente agradable, he de calificar de sensación de placer.» Varios pacientes me han comunicado que las primeras erecciones acompañadas de placer que recuerdan haber tenido en su infancia fueron simultáneas al ejercicio de trepar por un árbol o un poste cualquiera. El psicoanálisis nos descubre con toda seguridad que los primeros impulsos sexuales radican con frecuencia en los juegos violentos de los años infantiles. <<

[59] Colección de ensayos sobre una teoría de las neurosis. Segunda serie, 1909. Véase Ensayos sobre la vida sexual y la teoría de las neurosis. <<

[60] Cf. Una teoría sexual. <<

[61] El lenguaje de los sueños, 1911. <<

[62] El hermafroditismo psíquico en la vida y en la neurosis, Fortschritte des Medizin, 1910, número 16, y otros trabajos posteriores (Zentralblatt für Psychoanalyse, I, 1910-11). <<

[63] En el número primero de la Zentralblatt für Psychoanalyse he publicado un ejemplo de uno de estos encubiertos sueños de Edipo. Igualmente, Otto Rank, en el número 4 de la misma revista. Sobre otros sueños de este género, en los que salta a la vista el simbolismo, véase el trabajo de Otto Rank en la Int. Zeitschrift für Psychoanalyse, I, 1913, y en este mismo lugar, los estudios de Eder, Ferenczi, y Reitler sobre los «sueños oculares» y el simbolismo en los ojos. La privación violenta de este órgano simboliza, tanto en la leyenda de Edipo como en otros lugares, la castración. Los antiguos conocían ya la interpretación simbólica de los sueños de Edipo no encubiertos (cf. O. Rank, Jahrb., II, pág. 534): «Así, ha llegado hasta nosotros el relato de un sueño en que Julio César se vio realizando el coito con su madre y que los adivinos interpretaron como favorable presagio de la posesión de la tierra (madre-tierra). Igualmente es conocida la predicción hecha a los Tarquinos de que sería dueño de Roma aquel que primero besase a su madre (osculum matri tulerit), oráculo que Bruto interpretó como referente a la madre tierra (terram osculo, contigit, scilicet quod ea communia mater omnium mortalium esset.) (T. Livio, I, LXI.) Compárese aquí el sueño de Hipias, citado por Herodoto, VI, 107: «Hipias condujo a los bárbaros a Maratón después de haber tenido un sueño en el que le pareció verse acostado al lado de su madre. De este sueño dedujo que volvería a Atenas, sería repuesto en el trono y moriría en su patria después de un largo reinado.» Estos mitos e interpretaciones indican un acertado conocimiento psicológico. He averiguado que las personas que se saben preferidas o distinguidas por su madre poseen en la vida aquella confianza en sí mismas y aquel indestructible optimismo que parecen heroicos muchas veces y conducen al verdadero éxito… <<

[64] Sobre la significación mitológica del nacimiento en el agua, véase El mito del nacimiento del héroe. Otto Rank, 1909. <<

[65] Posteriormente he logrado penetrar a mayor profundidad en el significado de las fantasías y pensamientos inconscientes relativos a la vida intrauterina. Tales fantasías y pensamientos contienen, a más de la explicación del miedo singular que de ser enterradas vivas tienen muchas personas, el más profundo fundamento inconsciente de la creencia en una vida más allá de la muerte, supervivencia que no es sino la proyección en el porvenir de la oscura y misteriosa vida anterior al nacimiento. El acto del nacimiento es, además, el primer suceso angustioso y con ello, el modelo y la fuente del efecto de angustia. <<

[66] Las mismas representaciones simbólicas que encontramos como base del sueño vesical, en sentido infantil, muestran, en sentido «reciente», una significación exquisitamente sexual: Agua = orina = esperma = líquido amniótico; barco = «navegar» (orinar) = conceptáculo (caja); mojarse = enuresis = coito = embarazo; nadar = plenitud de orina = residencia del feto; lluvia = orinar = símbolo de la fecundación; viajar (ir en coche = bajar) = levantarse de la cama = realizar el acto sexual (viajar, viaje de novios); orinar = evacuación sexual (polución). (O. Rank, l.c.). <<

[67] Véanse también los trabajos siguientes: Rank, «Belege zur Rettungsphantasie» (Zentralblatt für Psychoanalyse, I, 1910, página 331); Reik, «Zur Rettungssymbolik» (ibídem, pág. 499); Rank, «Die Geburtszet-tungsphantasie im Traum und Dichtung» (Int. Zeitschrift für Psychoanalyse, II, 1914). <<

[68] Intern. Zeitschr. f. Psych., II, 1914. <<

[69] Jung, Marcinowski y otros autores han publicado análisis de sueños numéricos. Éstos entrañan con frecuencia operaciones complicadísimas, que son resueltas, sin embargo, por el sujeto con asombrosa seguridad. Véase también «Ueber unbewusste Zahlenbehandlung», Jones (Zentralblatt für Psychoanalyse, II, 1912, pp. 241 y ss.). <<

[70] La neurosis procede también en análoga forma. Una paciente mía padece alucinaciones auditivas, en las que oye, contra su voluntad, trozos de canciones cuya relación con su vida anímica no consigue explicarse. El análisis demostró que modificando o fragmentando el texto de dichas canciones alteraba su sentido creando en esta forma conexiones con su propia persona. <<

[71] Un elemento superdeterminado: Como excusa de mi retraso, alegué haber estado trabajando hasta altas horas de la noche y no haberme despertado a tiempo para llegar puntualmente al laboratorio, salvando la larga distancia que separa la calle del Emperador José de la de Wehringer. <<

[72] Además, «César—Kaiser». <<

VIII. La elaboración onírica (continuación)

[1] No recuerdo qué autor menciona un sueño en el que pululaban innumerables figurillas pequeñísimas, y cuya fuente resultó ser una estampa de Jacques Callot que el sujeto había contemplado aquel día. Los grabados de este autor suelen contener realmente gran cantidad de diminutas figurillas. Una serie de ellos representan los horrores de la guerra de los Treinta años. <<

[2] La frecuencia con que nuestros sueños resucitan a personas fallecidas ha despertado un indebido asombro y ha dado origen a singulares explicaciones, que revelan claramente la general incomprensión, con la que siempre ha tropezado el fenómeno onírico. Y, sin embargo, el esclarecimiento de estos sueños no es nada difícil. El pensamiento «¿Qué diría de esto mi padre, si viviera?», es corrientísimo, y este si no puede representarlo el sueño sino con la presencia de la persona de que se trate. Así, un joven que ha heredado una considerable fortuna de su abuelo y al que se le reprochan sus excesivos dispendios, sueña que el abuelo ha resucitado y le pide cuentas del empleo de la herencia. Aquello que consideramos como rebelión contra el sueño, esto es, la oposición de nuestro convencimiento de que la persona de referencia ha muerto hace ya tiempo, es, en realidad, la idea consoladora de que es mejor que el muerto no haya visto aquello o la satisfacción de que no pueda ya oponerse a nuestros deseos.

Otro género de absurdidad que hallamos en estos sueños con parientes fallecidos, no expresa ya la burla y la irrisión, sino que constituye la representación de una insospechable idea reprimida. La solución de estos sueños sólo se nos hace posible teniendo en cuenta que el fenómeno onírico es incapaz de distinguir entre lo real y lo simplemente deseado. Ejemplo: un individuo que ha asistido con todo cariño a su padre durante la enfermedad que le llevó al sepulcro, tiene, poco tiempo después, el siguiente sueño: «Su padre ha resucitado y dialoga con él como antes; pero (lo singular es que) está, sin embargo, muerto, aunque no lo sabe.» Comprenderemos este sueño si a está, sin embargo, muerto, agregamos a consecuencia del deseo del sujeto, y a «aunque no (lo) sabe» añadimos «que el sujeto tenía tal deseo». Durante la enfermedad de su padre había deseado el sujeto, piadosamente, que la muerte viniera a poner término a los padecimientos del enfermo, ya que no había esperanza alguna de curación. Pero luego, perturbado por el dolor de la irreparable pérdida, llegó a reprocharse gravemente aquel piadoso deseo, como si con él hubiera contribuido, en realidad, a abreviar la vida del enfermo. El resurgimiento de tempranos impulsos infantiles hizo posible la encarnación de este reproche en un sueño; pero la contradicción existente entre el estímulo del sueño y los pensamientos diurnos tenía necesariamente que darle un carácter absurdo.

Los sueños con personas queridas que la muerte nos ha arrebatado plantean a la interpretación onírica difíciles problemas, cuya satisfactoria solución no siempre nos es dado conseguir. Estas dificultades dependen probablemente de la intensa ambivalencia sentimental dominante en las relaciones del sujeto con la persona fallecida. Es muy corriente que en tales sueños aparezca primero vivo el protagonista; surja después, de repente, la idea de que está muerto, y vuelva luego a ser resucitado. Estas alternativas, que en principio nos desorientan, expresan la indiferencia del sujeto. («Me es igual que esté vivo o muerto.») Naturalmente, no es esta indiferencia real, sino simplemente deseada; tiende a negar las disposiciones sentimentales del sujeto, muy intensas y a veces contrapuestas, y se constituye así en representación onírica de su ambivalencia. La explicación de otros sueños de este género se consigue aplicando la regla siguiente: cuando el sueño no conviene en la muerte de la persona en él resucitada, es señal de que el sujeto se identifica con dicha persona, y sueña, por tanto, con su propia muerte. A esta identificación se opone luego, de repente, la reflexión de que se trate de alguien fallecido hace ya tiempo. De todos modos he de confesar que la interpretación onírica no ha logrado aún arrancar a los sueños de este género todos sus secretos. <<

[3] Y también «parar el coche ante una casa» y «pasar en coche delante de alguien». (Nota del traductor.) <<

[4] Vemos, pues, que la elaboración onírica parodia la idea que le es indicada como risible, creando en relación con ella algo que posee también este carácter. Análogamente obra Heine cuando, para burlarse de los malos versos del rey de Baviera, lo hace en otros todavía peores. <<

[5] Este sueño nos da también un buen ejemplo del principio general de que todos los sueños de una misma noche se basan en el mismo material mnémico, aunque luego los recordemos separadamente. La escena onírica que me muestra huyendo de Roma con mis hijos se halla, además, deformada por su referencia regresiva a un análogo suceso de mi infancia. Su sentido es que envidio a unos parientes míos que tuvieron ocasión, hace ya muchos años, de trasladar a sus hijos a otras tierras. <<

[6] La advertencia o el propósito «Esto se lo tengo que contar al doctor», incluidos en el sueño mismo, corresponden siempre, cuando se trata de sueños de personas sometidas al tratamiento psicoanalítico, a una intensa resistencia contra la confesión de los mismos, y es seguida muchas veces del olvido de lo soñado. <<

[7] Tema que ha sido objeto de una amplia discusión en la Revue Philosophique («La paramnesia en el sueño»). <<

[8] Estos resultados rectifican en algunos puntos los datos antes expuestos sobre la representación de las relaciones lógicas. Pero en dicha exposición nos limitábamos a descubrir la conducta general de la elaboración onírica, sin entrar en el examen de sus rendimientos más sutiles y minuciosos. <<

[9] «Staniol» (hoja de estaño), alusión a Stanius y al sistema nervioso de los peces, etc., como ya vimos anteriormente. <<

[10] También a mí me resulta esta descripción perfectamente incomprensible; pero sigo el principio de reproducir el sueño con aquellas palabras que surgen al redactarlo por escrito. La forma verbal es también una parte de la representación onírica. <<

[11] Cualquier estudiantillo alemán sabe que Schiller no nació en Marburgo, sino en Marbach, y también lo sabía yo al redactar este análisis; no obstante lo cual, incurrí en error. Es éste uno de aquellos errores (véase cap. 6 b) que se deslizan como sustitución de una voluntaria falsedad cometida en otro lugar. En nuestra Psicopatología de la vida cotidiana intentamos dar una explicación de este fenómeno. <<

[12] Un sueño de mi nieto, observado por mí cuando el pequeño tenía apenas veinte meses, muestra ya, si no me equivoco mucho, que la elaboración onírica ha conseguido transformar el material dado en una realización de deseos, permaneciendo, en cambio, inmodificado el efecto correspondiente y manifestándose así durante el reposo.

La noche anterior al día en que su padre tenía que salir para el frente de batalla se oyó exclamar al niño, sollozando entre sueños: «Papá, papá… nene.» Esto no puede significar que papá se queda junto al nene, mientras que el llanto reconoce la próxima separación. El niño sabía ya expresar perfectamente el concepto de la separación. La palabra fort (fuera), sustituida por un largo oooh, singularmente acentuado, fue una de las primeras que usó, y varios meses antes de este sueño jugaba ya a «estar fuera» (a irse) con sus juguetes, juego que se hallaba enlazado con su primera victoria sobre sí mismo; esto es, la de dejar que su madre se marchase sin protestar con una rabieta. <<

[13] Intern. Zeitschr. f. Psych., IV, 1916. <<

[14] De un modo análogo he explicado el extraordinario efecto placentero de los chistes tendenciosos. (Véase El chiste y su relación con lo inconsciente.) <<

[15] Esta fantasía, desarrollada en las ideas latentes inconscientes, es la que exige con todo imperio las palabras non vivit, en lugar de non vixit. «Has llegado tarde, no vive ya.» En nuestro anterior examen de este sueño vimos ya que también su contenido manifiesto se hallaba orientado en este sentido. <<

[16] Extrañará, quizás, al lector que el nombre José desempeñe con tanta frecuencia un importante papel en mis sueños (véase el de mi tío José). Pero es que detrás de las personas de este nombre puedo ocultar fácilmente mi propio Yo, pues también se llamaba así el onirocrítico que la Biblia nos da a conocer. <<

[17] En mi Fragmento del análisis de una histeria he analizado un sueño parecido, compuesto por la superposición de varias fantasías. Mientras no he analizado sino mis propios sueños, basados generalmente en discusiones y conflictos ideológicos, y sólo muy pocas veces en fantasías diurnas, he apreciado muy por bajo el valor de estas últimas. En otras personas resulta mucho más fácil demostrar la completa analogía del sueño nocturno con el diurno. Los histéricos suelen sustituir alguna vez un ataque por un sueño, siéndonos entonces fácil comprobar que la fantasía diurna es el grado preliminar de ambos productos psíquicos. <<

[18] Zur Einfuehrung des Harzissmus, en Jahrb. d. Psychoan., IV, 1914. <<

IX. Apéndice (del doctor Otto Rank)

[1] Cf. t. I, pp. 13 y ss. <<

[2] Nietzsche comete aquí un doble error, circunstancia muy significativa para la determinación de su posición con respecto al complejo de Edipo; no es Edipo, sino su madre, quien busca consuelo en la falta de significación de los sueños. Edipo, en cambio, no se deja consolar por tal idea. <<

[3] Comunicados por Winterstein, en Zentralblatt f. Ps., A, II, p. 192. <<

[4] Esta teoría coincide esencialmente con la de los sueños típicos. <<

[5] Sobre estas poesías de este género, de Hans Sachs, véase la obra de Hampe. Nagele expone numerosos ejemplos de sueños en la poesía épica y Klaiber, en la lírica. Véase también, en la revista Kunstwart, XX, 4, una interesante colección de «Sueños en obras poéticas». <<

[6] Véase en páginas anteriores el estudio de Freud sobre el simbolismo onírico. <<

[7] Comunicado por Abraham en la Zentralblatt für Psychoanalyse, II, p 160. <<

[8] Cf. Rosenstein, ibídem, p. 161. <<

[9] Cf. Winterstein, ibídem, pp. 291 y ss. <<

[10] Véase El chiste y su relación con lo inconsciente. (Nota del traductor.) <<

[11] En un poema titulado Faira, cuyo original completo me ha sido imposible hallar, dice Jensen sobre los sueños: «La vida es muchas veces un sueño que contemplamos con los ojos abiertos, y el sueño es la vida del alma prisionera, un mudo mensajero divino de Wanaheim, el palacio de luz oculto en las profundidades del mar y cuyas cristalinas paredes revelan todo lo que dentro de él existe.» <<

[12] Cf. el relato de Beda sobre el poeta Caedmon. (Beda, Historia eccl., ed. Holdes, libro IV, cap. 24) <<

[13] La frase subrayada es de Kant, en la Antropología. <<

[14] Cf. los versos de Hebbel: «El más largo sueño se muestra siempre acompañado por el sentimiento tranquilizador de que todo aquello no es nada, a pesar de ser tan tormentoso.» <<

[15] Cf. Rank y Sachs, Die Bedeutung der Psychoanalyse f. die Geisteswissenschaften, capítulo V. <<

[16] Fundándose en una frase de Mozart sobre la naturaleza de su producción artística, ve Du Prel «el secreto de la concepción musical en la condensación de representaciones auditivas». (Phil. d. Mysk., pág. 89.) Recientemente ha intentado también Hans Thomas explicar la creación pictórica por una contemplación «interior» semejante al estado de sueño. <<

[17] Cf. Rank, Die Nacktheit in Sage und Dichtung, en Imago, tomo II, 1913. <<

[18] El libro de Erich Wulffen, Shakespeare Hamlet ein Sexual problem (Berlín, 1913), no puede ser relacionado con estas investigaciones, por no constituir sino un comentario vulgar y lleno de errores de la teoría psicoanalítica. <<

[19] L. v. Schroeder, Mysterium und Mimus in Rigveda, página 260. <<

[20] Griech, Mythol. u. Reling. Gesch., t. II, pp. 1415 y ss. (München, 1906.) <<

[21] Hécuba soñó asimismo, hallándose embarazada de Paris, que paría una antorcha encendida, cuyo fuego se comunicaba a toda la ciudad. (Cf. la leyenda del incendio del templo de Éfeso en la noche del nacimiento de Alejandro.) <<

[22] Anthropoyteia, t. VII, págs. 255 y ss. <<

[23] Ibídem, t. VII, págs. 310 y 323 (variante). <<

[24] En un análisis más minucioso de este grupo de fábulas podría mostrarse fácilmente que las pruebas de fuerza física que el sujeto da en estas fábulas se hallan destinadas a acentuar su potencia en comparación con la de su padre. <<

[25] La palabra «padre» se deriva de una raíz, pa, que no significa engendrar, sino proteger, mantener, alimentar. El padre, como procreador, era llamado, en sánscrito, ganitar (genitor). (Max Müller, Essays, II. Leipzig, 1869). <<

[26] Estas fábulas fraternas se hallan tan ampliamente difundidas y son tan importantes para la investigación de los mitos, que George Huesing las considera como el prototipo de toda la formación de los mitos. En una extensísima obra (The Legend of Perseus) ha reunido Harland todas las variantes de este género de fábulas. <<

[27] Las leyendas egipcias de Osiris y Bata. Cf. Rank y Sachs, l. c., capítulo II. <<

[28] Cf. Rank, Das Inzestmotiv, 1912, IX, 1, y Lorenz, en Imago, II, 1913, pp. 22 y ss. <<

[29] Cf. Rank, La estratificación de los símbolos en el sueño relacionado con un estímulo interruptor del reposo, y su significación mística. Cómo nuestros niños reaniman de nuevo esta significación, nos lo muestra el sueño de una niña de cuatro años, comunicado por C. G. Jung (Jahrbuch für Psycho.): 2.° 1910: «He soñado hoy con el arca de Noé, en la que había muchos animalitos, y abajo, una puerta que se abrió y por la que salieron todos.» <<

[30] Los sueños soñados hacia la mañana eran considerados como verdaderos. <<

[31] No debemos olvidar que el relato de Heliodoro fue tomado por éste de otro contexto (quizá de un oráculo) y pudo, por tanto, haber tenido primitivamente otro sentido. <<

[32] Como la angustia en el sueño de «la lamparilla de la vida». <<

[33] Cf. Rank, Aktuelle Sexualregungen als Traumanlaesse. <<

[34] En otro sueño representa esta mujer, basándose en su conocimiento de los falos alados de la escritura antigua, todo el órgano genital masculino, los testículos inclusive, con el simbolismo de las aves: «Me he visto perseguida por leones, tigres y jabalíes que querían devorarme o realizar el coito conmigo. Para salvarme huí desesperadamente. Luego habían encerrado ya a dos de estas bestias. Después bajé por la falda de una montaña a un corral, en el que vi volar varios pájaros. Pero yo tenía metido en una jaula un pajarito blanco, más bonito. Luego lo saqué, se lo enseñé a todos y les dije que aquél era mi pajarito, al que tenía encerrado hace ya mucho tiempo. Dos de los pájaros que volaban por allí se cayeron después del tejado y yo los cogí, pero estaban ya muertos. Sin embargo, los apreté entre mis manos y volvieron a la vida. Parecían estar unidos, pero yo no me fijé más que en sus alas, de brillantes colores.» Estos últimos detalles —«parecían estar unidos y fijarse sólo en las alas, como antítesis del otro pájaro completo»— indican claramente, si aún pudiera existir alguna duda, cuál es el origen sexual de este símbolo. <<

[35] Compárese esta sustitución a la del deseo sexual de Thyris por el de tener descendencia. No queremos dejar de mencionar que la significación de fecundidad encuentra en una segunda versión de la misma leyenda una expresión completamente distinta y mucho más interesante en diversos sentidos. En esta variante no ha contraído aún Thyris matrimonio y pone a su prometido la condición de que construya una casa donde no haya habido nunca otra y duerma en ella tres noches, teniendo buen cuidado de observar sus sueños. El prometido tiene entonces tres sueños, en cada uno de los cuales se le aparecen tres bueyes, sueños que revelan a Thyris la escasez de las cosechas de los próximos tres años y la mueven a hacer provisiones. Henzen, que recuerda aquí justificadamente los sueños bíblicos del Faraón, de las siete vacas gordas y las siete flacas, hace resaltar que esta leyenda se basa en un antiguo simbolismo indogermano, que representaba la fuerza fecundante de la Naturaleza con la imagen del toro, y la fecundidad de la tierra con la de la vaca (en sánscrito, la palabra gans significa vaca y tierra). De este modo, también el sueño de Faraón podía entrañar en el fondo un deseo de fecundidad humana, o sea una fantasía de potencia. La condición especial de que la casa sea nueva y se construya donde nunca haya habido otra, condición que otras veces toma la forma de un verdadero ceremonial (pureza absoluta del lecho, de las sábanas y de las prendas de los cónyuges), podía sustituir aquí la pureza de la doncella. Todavía reina hoy la creencia de que el primer sueño soñado en un lugar en el que el sujeto se halla por vez primera queda siempre cumplido. <<

[36] Véase también Freud: «De la historia de una neurosis infantil», en Colección de ensayos sobre la teoría de las neurosis, cuarta serie. <<

X. Psicología de los procesos oníricos

[1] Véase la Psicopatología de la vida cotidiana, n.° 19 de Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1966. <<

[2] Como ejemplo de la significación de la duda y de la inseguridad en el sueño, con una reducción simultánea del contenido manifiesto a un solo elemento, reproduciré aquí, tomándolo de mi obra titulada Introducción al psicoanálisis, el sueño siguiente, cuya interpretación me fue dado hallar después de un corto aplazamiento:

b) Una paciente escéptica tiene un sueño un poco más largo que el anterior, en el curso del cual le hablan varias personas haciéndole grandes elogios de mi libro sobre el chiste. Después, en el mismo sueño, se hace mención de un canal, quizá de otro libro en el que se habla de un canal o de algo que tiene alguna relación con un canal…, no puede decir más…, sus recuerdos del sueño son muy confusos

Esperaréis, quizá, que hallándose tan indeterminado el elemento canal, escapará a toda interpretación. Cierto es que la misma tropieza en este caso con algunas dificultades, pero éstas no son debidas a la imprecisión del elemento analizado, pues lo que sucede es que, tanto esta imprecisión como aquellas dificultades, provienen de una causa común. A la imaginación del sujeto no acudió por el momento idea ninguna a propósito del concepto «canal», y naturalmente, tampoco a mí se me ocurría nada sobre él. Pero más tarde, al siguiente día de este primer intento de interpretación, recordó algo que a su juicio poseía quizás una relación con dicho elemento de su sueño. Tratábase de un chiste que había oído contar. En un barco destinado al servicio entre Douvres y Calais entabló un conocido escritor conversación con un inglés, citando éste, en el curso del diálogo, la conocida frase de que «de lo sublime a lo ridículo no hay sino un paso», a lo cual respondió el escritor: «Sí; el Paso de Calais», juego de palabras con el que da a entender que halla a Francia sublime y ridícula a Inglaterra. Pero el Paso de Calais es un canal, el Canal de la Mancha. Anticipándome a la interrogación que sin duda estáis pensando dirigirme sobre qué relación puedo hallar entre este recuerdo evocado por el sujeto y el sueño cuya interpretación buscamos, os diré que no sólo existe tal relación, sino que dicho recuerdo nos proporciona íntegramente la solución deseada. ¿O es que dudáis de que el mismo existiese antes del sueño como sustrato inconsciente del elemento «canal» y creéis que ha sido aprovechado después para proporcionar una apariencia de interpretación? Nada de eso; la ocurrencia del sujeto testimonia, precisamente, del escepticismo que a pesar de una naciente e involuntaria convicción abriga con respecto a nuestras teorías, y esta resistencia es, con seguridad, el motivo común del retraso con que surgió la ocurrencia y la imprecisión del elemento correspondiente. Ahora vemos ya con toda claridad la relación que existe entre el elemento del sueño y su sustrato inconsciente. El primero es como un fragmento del segundo o como una alusión al mismo, y lo que motiva su apariencia totalmente incomprensible es su aislamiento de dicho sustrato. <<

[3] Sobre las intenciones que presiden el olvido, véase mi pequeño estudio sobre el mecanismo psíquico del olvido, publicado en la Revista de Psiquiatría y Neurología en 1898. Este estudio forma parte de mi obra Psicopatología de la vida cotidiana. (Véase el n.° 19 de la Colección «El Libro de Bolsillo», Madrid, 1966, Alianza Editorial, S.A.) <<

[4] E. Jones describe el caso análogo y muy frecuente de que durante el análisis de un sueño surja el recuerdo de otro de la misma noche, olvidado o ni siquiera sospechado hasta el momento. <<

[5] Después de escritas estas afirmaciones se me ha llamado la atención sobre el hecho de que Hartmann profesa en esta importante cuestión psicológica una idéntica teoría: Con ocasión, pues, del estudio del papel del inconsciente en la creación artística (Filosofía de lo inconsciente, t. I, cap. 5.°) ha expresado Hartmann claramente la ley de la asociación de ideas guiada por representaciones finales inconscientes, aunque sin llegar a darse cuenta de todo el alcance de esta ley. A él corresponde, pues, demostrar que «toda combinación de representaciones sensibles, cuando no debe ser atribuida puramente a la casualidad sino conducir a un fin determinado, necesita del auxilio de lo inconsciente» y que el interés consciente por determinada asociación de ideas estimula a lo inconsciente a encontrar, entre las infinitas representaciones posibles, la correspondiente al fin. «Lo inconsciente lleva a cabo una selección adaptada a los fines del interés, y esta ley se aplica a la asociación de ideas en el pensamiento abstracto, como representar lo sensorial o combinar lo artístico, y a la ocurrencia chistosa. Por esta razón no se puede sostener que la asociación de ideas se limita a la idea estimulante con la estimulada, en el sentido de la pura psicología de asociaciones. Tal limitación no aparecería justificada efectivamente sino cuando en la vida humana surjan estados en los que el hombre quede libre, no sólo de todo fin consciente, sino también del dominio o de la colaboración de todo interés inconsciente. Pero es éste un estado que no surge casi nunca, pues aun en aquellos casos en que entregamos aparentemente, por completo, nuestra sucesión de ideas a la casualidad o cuando nos abandonamos al involuntario soñar de la fantasía, reinan siempre estos intereses principales y otros sentimientos y estados de ánimo diferentes que ejercerán una influencia sobre la asociación de ideas» (Ibidem, I, 246). En los sueños semiinconscientes no aparecen nunca otras representaciones que las correspondientes al interés (inconsciente) principal del momento. «La acentuación de la influencia de los sentimientos y estados de ánimo sobre la sucesión libre de los pensamientos aparece totalmente demostrada por el procedimiento metódico del psicoanálisis, incluso desde el punto de vista de la psicología de Hartmann (N. E. Pohorilles, en la Intem. Zeitscbr. f. Aertzl. Ps., A, I, 1918, pág. 605). Du Prel deduce (del hecho de que solemos recordar de pronto un nombre en el que antes hemos estado pensando inútilmente) la existencia de un pensamiento inconsciente, pero orientado, sin embargo, hacia un fin, cuyos resultados surgen luego en la conciencia (Philos. d. Mystik, pág. 107). <<

[6] Estas mismas reflexiones son también aplicables a los casos en los que las asociaciones superficiales aparecen desnudamente en el sueño, como sucede en los dos ejemplos comunicados por Maury (pélerinage — Pelletier — pelle — kilómetro — kilogramo — Gilolo — Lobelia — López — Lotería). Mis investigaciones con sujetos neuróticos me han demostrado cuál es la reminiscencia que de este modo queda representada. Trátase del acto de hojear un diccionario, con el que se ha intentado satisfacer, en la pubertad, la curiosidad sexual. <<

[7] Estas afirmaciones, que en la época en que fueron publicadas por vez primera parecían harto inverosímiles, han sido demostradas y utilizadas posteriormente por los «estudios diagnósticos de asociación» de Jung y sus discípulos. <<

[8] Continuando el desarrollo de nuestro esquema lineal, hemos de suponer que el sistema siguiente al Prec. es aquel al que tenemos que adscribir la conciencia y que, por tanto, P = C. <<

[9] Alberto Magno se refiere ya a esta regresión: «La imaginación —dice— construye el sueño con las imágenes de los objetos sensibles por ella conservados. Este proceso se desarrolla en sentido inverso al de los de la vida despierta.» Hobbes escribe (Leviathan, 1651): In sum, our dreams are the reverse of our waking imaginations, the motion when are awake, beginning at one end, and when dream at another. <<

[10] «Observaciones sobre las psiconeurosis de defensa», en Neurologisches Zentralblatt, 1896. (Véase el capítulo V de Primeras aportaciones a la teoría de las neurosis.) <<

[11] En una exposición de la teoría de la represión habríamos de hacer constar que la represión de una idea es llevada a cabo por la acción conjunta de dos factores que actúan sobre ella. Por un lado (la censura de lo consciente) es rechazada, y por el otro (lo inconsciente), atraída. (Cf. el estudio sobre la represión en la Colección de ensayos sobre una teoría de las neurosis.) <<

[12] Estos deseos comparten este carácter de indestructibilidad con todos los demás actos inconscientes; es decir, con aquellos actos anímicos que pertenecen exclusivamente al sistema Inc. Trátase de caminos abiertos de una vez para siempre y que nunca se ven solitarios, conduciendo a una derivación al proceso de excitación siempre que la excitación inconsciente los carga de nuevo. Aclararemos este proceso con una comparación. Sucede con estos deseos lo que con las sombras infernales de la Odisea, las cuales volvían a la vida en cuanto se les daba a beber sangre. Los procesos dependientes del sistema preconsciente son destructibles en un sentido completamente distinto. En estas diferencias reposa la psicoterapia de las neurosis. <<

[13] Procuraré aclarar estas afirmaciones con la exposición de un sueño propio, que muestra, sobre todo, la forma en que la elaboración onírica procede con un resto diurno de penosas preocupaciones:

El principio es un tanto borroso: «Digo a mi mujer que tengo que darle una noticia muy satisfactoria. Mi mujer se asusta y no quiere oírme, pero le aseguro que es algo que ha de regocijarla, y comienzo a contarle que el cuerpo de oficiales del Arma a la que nuestro hijo pertenece ha mandado una cantidad de dinero (¿5000 coronas?)… algo de reconocimiento… distribución… Mientras tanto, he entrado con mi mujer en un cuartito que parece ser una despensa para sacar algo de él. De repente, veo a mi hijo. No viene de uniforme, sino que trae un traje de sport muy ceñido (como la piel de una foca) con una pequeña capita. Se sube sobre una cesta que hay al lado de un cajón, como si quisiera colocar algo encima de este último. Le llamo, pero no me responde. Me parece ver que trae la cara o la frente vendada y que se introduce algo en la boca o se anda en los dientes. Sus cabellos han encanecido. Pienso si estará muy agotado y si llevará dientes postizos. Antes de haber podido llamarle por segunda vez despierto sin sentir angustia, pero con palpitaciones. El reloj señala las dos y media.»

No siéndome posible comunicar un análisis completo de este sueño, me limitaré a hacer resaltar algunos puntos decisivos. El motivo del sueño estaba constituido por penosas preocupaciones del día. Mi hijo se hallaba combatiendo en el frente y no teníamos noticias suyas hacía ya más de una semana. En el contenido latente encuentra expresión el convencimiento de que ha muerto o está herido. Al principio del sueño, observamos un enérgico esfuerzo para sustituir las ideas penosas por sus contrarias. Tengo que comunicar a mi mujer algo muy satisfactorio, el envío de una cantidad, el reconocimiento, la distribución. (La cantidad procede de un satisfactorio deseo real de mi práctica médica e intenta, por tanto, desviar el tema.) Pero este esfuerzo fracasa en absoluto. Mi mujer sospecha algo terrible y no me quiere oír. Los disfraces bajo los que el sueño se presenta son en extremo transparentes, y todos los elementos revelan su relación con aquello que debe ser reprimido. Si mi hijo ha muerto, sus camaradas me remitirán sus efectos y tendré que distribuir su herencia entre sus hermanas. De los oficiales caídos en el campo de batalla se dice que han merecido el reconocimiento de la Patria. El sueño tiende, pues, directamente a dar expresión a aquello que al principio quería negar, proceso en el cual se hace notar, a través de las deformaciones, la tendencia realizadora de deseos. (El cambio de lugar durante el sueño puede ser interpretado, quizás, en el sentido del simbolismo del umbral, establecido por Silberer.) No sospechamos qué es lo que le presta la necesaria fuerza impulsora. En la escena onírica no se nos muestra mi hijo como alguien que «cae», sino como alguien que «sube». En su juventud ha sido un intrépido alpinista. (No se nos aparece de uniforme, sino vestido con un traje de sport.) Esto es, el accidente que ahora tememos le haya sucedido ha sido sustituido por otro anterior (una vez que se rompió una pierna patinando). La hechura singular de su traje, con el que parece una foca, nos recuerda a otro individuo, más joven, de nuestra familia, a nuestro gracioso nietecito. El cabello gris alude al padre de este niño, nuestro yerno, duramente castigado por la guerra. ¿Qué quiere esto decir? Pero basta. El lugar en que el sueño se desarrolla —una despensa—, el cajón del que mi hijo quiere coger algo (o sobre el que quiere colocar algo, en el sueño), son indudables alusiones a un accidente que sufrí por mi propia culpa. Teniendo unos dos o tres años quise alcanzar una golosina de un armario de la despensa y me subí sobre una banqueta colocada encima de una mesa, pero me caí y me di un golpe que pudo haberme costado perder los dientes. Este elemento del sueño constituye un reproche. «Te está bien empleado», equivalente a un sentimiento hostil contra mi hijo. Profundizando en el análisis descubrí el sentimiento oculto al que pudiera satisfacer la temida desgracia de mi hijo. Es la envidia de la juventud, envidia que el hombre maduro siente siempre por mucho que crea haberla dominado, y resulta indudable que precisamente la dolorosísima emoción que habría de surgir si dicha desgracia se confirmara es la que reanima, como atenuante, tal realización reprimida de deseos. <<

[14] O dicho de otro modo: se reconoce necesaria la realización de un «examen de la realidad». <<

[15] Le Lorrain ensalza, justificadamente, la realización de deseos del sueño con las siguientes palabras: Sans fatigue sérieuse, sans être obligué de recourir à cette lutte opiniâtre et longue qui use et corrode les jouissances poursuivies. <<

[16] O más correctamente: una parte del síntoma corresponde a la realización de deseos inconscientes, y otra, a la reacción contra la misma. <<

[17] Haghlings Jackson escribe: «Hallad la esencia del sueño y habréis hallado todo lo que sobre la demencia es posible saber.» <<

[18] Tomo estos pensamientos de la teoría de Liebault sobre el sueño. Este autor es el iniciador de la investigación hipnótica en nuestros días. (Du Sommeil provoqué, etc. Paris, 1889.) <<

[19] ¿Es ésta la única función que podemos atribuir al sueño? Por mi parte, no conozco otra. A. Maeder ha intentado demostrar la existencia de otras funciones secundarias. Con este fin, partió de la observación, perfectamente exacta, de que algunos sueños contienen tentativas de solución de conflicto, que luego son soluciones realmente en dicha forma, constituyendo así algo como ejercicios preliminares de actividades de la vida despierta. De este modo estableció un paralelo entre el sueño y los juegos de los animales y de los niños, juegos que deben ser considerados como una actividad preliminar de los instintos innatos y una preparación para una acción ulterior más fundamental, y dedujo la existencia de una fonction ludique del fenómeno onírico. Poco tiempo antes de estos estudios de Maeder había sido señalada por Alfred Adler la función preintelectual del sueño. (En un caso comunicado por mí en 1905 se repitió todas las noches un sueño que había de ser interpretado como un propósito, hasta que dicho propósito llegó a realizarse.)

Los conocimientos adquiridos en la interpretación de los sueños nos impide admitir tal función del fenómeno onírico. Los actos de proyectar, proponer o preparar tentativas de solución, que luego pueden ser realizados en la vida despierta, son, como otros muchos actos de este género, rendimientos de la actividad mental consciente y preconsciente, o sea restos diurnos que colaboran con un deseo inconsciente a la formación del sueño. Así, pues, esta función que se intenta atribuir al fenómeno onírico pertenece, en realidad, al pensamiento despierto preconsciente. Después de haber confundido durante tanto tiempo el sueño con su contenido manifiesto, hemos de procurar ahora no caer en el error contrario, esto es, el de confundirlo con las ideas latentes. <<

[20] «Otra circunstancia mucho más importante, que el profano omite tener en cuenta, es la que sigue: una realización de deseos debiera ser, desde luego, una causa de placer. Mas ¿para quién? Naturalmente, para aquel que abriga tal deseo. Ahora bien: sabemos que la actitud del sujeto con respecto a sus deseos es una actitud harto particular, pues los rechaza, los censura y no quiere saber nada de ellos. Resulta, pues, que la realización de los mismos no puede procurarle placer alguno, sino todo lo contrario, y la experiencia nos muestra que este afecto contrario, que permanece aún inexplicado, se manifiesta en forma de angustia. En su actitud ante los deseos de sus sueños, el durmiente se nos muestra, por tanto, como compuesto de dos personas diferentes, pero unidas, sin embargo, por una íntima comunidad. En vez de entrar en una detallada explicación de este punto concreto, os recordaré un conocido cuento en el que hallamos una idéntica solución. «Un hada bondadosa promete a un pobre matrimonio la realización de sus tres primeros deseos. Encantado de la generosidad del hada, se dispuso el matrimonio a escoger con todo cuidado; pero la mujer, seducida por el olor de unas salchichas que en la cabaña vecina están asando, desea comer un par de ellas, y en el acto aparecen sobre la mesa, quedando cumplido el primer deseo. Furioso, el marido pide que las salchichas aquellas vayan a colgar de las narices de su imbécil mujer, deseo que es cumplido en el acto como el segundo de los tres concedidos. Inútil deciros que esta situación no resulta nada agradable para la mujer, y como, en el fondo, su marido se siente unido a ella por el cariño conyugal, el tercero ha de ser el de que las salchichas vuelvan a quedar sobre la mesa. Este cuento nos muestra claramente cómo la realización de deseos puede constituir una fuente de placer para una de las dos personalidades que al sujeto hemos atribuido y de displacer para la otra cuando ambas no se hallan de acuerdo.» (Introducción al psicoanálisis.) <<

[21] Cf. Las importantes deducciones de Breuer en nuestros Estudios sobre la histeria. <<

[22] El sueño no es el único fenómeno que la Psicopatología permite fundar en la Psicología. En una pequeña serie de ensayos publicados en la Revista de Psiquiatría y Neurología («Sobre el mecanismo psíquico del olvido», 1898; «Sobre los recuerdos encubridores», 1899) intenté interpretar una gran cantidad de fenómenos psíquicos cotidianos del mismo conocimiento. Estos y otros ensayos sobre el olvido, la equivocación, etc., han aparecido reunidos en mi obra Psicopatología de la vida cotidiana, Alianza Editorial, Madrid, 1966. <<

[23] El concepto de lo inconsciente en la Psicología. Conferencia pronunciada en el III Congreso Internacional de Psicología en Munich, 1897. <<

[24] Me es muy grato citar a un autor que del estudio del sueño ha deducido la misma conclusión sobre la relación de la actividad consciente con la inconsciente. Dice Du Prel: «La interrogación de qué es el alma reclama una investigación preliminar sobre si conciencia y alma son algo idéntico. Precisamente esta cuestión preliminar es negada por el sueño, el cual muestra que el concepto del alma va más allá del de la conciencia, del mismo modo que la fuerza de atracción de un astro sobrepasa su esfera luminosa.» <<