CAPITULO 39
—¿Y Ana, Maca? —insistí, ante su silencio. A pesar del embotamiento producido por el dolor, los sedantes y el tiempo de inconsciencia, tenía la suficiente lucidez como para darme cuenta, por la expresión repentinamente reservada de Maca, de que algo pasaba con Ana. Sentí un soplo amargo subiendo por mi garganta—. ¿Maca?
Acarició mi mano y trató de sonreír.
—Está un poco afectada, pero se encuentra bien, no te preocupes.
—¿Y por qué no está aquí? —me asusté—. ¿Le hizo algo? ¿Esa mujer le ha hecho daño?
—Tranquilízate, por favor. Ana está bien físicamente.
—Físicamente —repetí.
—Le está costando un poco asimilar lo que ha pasado.
De pronto, recordé.
—¿Franca era la mujer con la que había estado saliendo Ana? ¿María?
—Sí.
—Mierda. Hija de puta.
Por un instante había albergado la esperanza de que no fuera así, de que esa horrible mujer me mintiera, que lo hubiera utilizado para entrar en casa.
—Ha sido terrible para ella —dijo Maca.
—¿Por qué? ¿Cómo…?
—Dejemos eso para después, ¿quieres? Ahora solo tienes que centrarte en recuperarte.
—No. Cuéntamelo. Cuéntame qué ha pasado.
Maca se mordió el labio inferior.
—Más tarde, por favor, ahora es mejor que descanses, cariño. Pero ya no tienes que preocuparte por nada.
Su cara me decía exactamente lo contrario. Era consciente de que antes de superar nada de lo que había ocurrido tendríamos mucho de que preocuparnos. Pero ahora mi principal inquietud era Ana. Una oleada de pesimismo me inundó por completo y, con ella, un repentino y demoledor cansancio. El deseo de cerrar los ojos me asaltó como una pesada losa y sentí como si estuviera siendo arrastrada a plomo hacia el fondo del mar.
—Descansa. Cuando despiertes te lo contaré todo.
El susurro arrullador de Maca me acompañó hasta que caí presa del sueño. Me despertaron unos discretos susurros. La habitación estaba en semipenumbra; distinguí dos figuras al fondo que hablaban en voz baja. Reconocí a Maca. Cuando le estrechó la mano a la otra figura, una mujer, y esta se volvió hacia mí antes de abandonar la habitación, también la reconocí a ella.
Alta. Pelo corto. Castaña.
Tipo flacucha de gimnasio.