Introducción

SE llama Lumbánico. Es un planeta pequeño, casi Insignificante, envuelto en la luz Pe miles de estrellas y rodeado de enormes planetas rojos, verdes y azules. Pero, a diferencia de sus vecinos, el minúsculo Lumbánico está habitado. Un antiguo pueblo ha ido creando allí su historia a lo largo de años innumerables; tantos, que su principio se desconoce.

No sólo en esto se diferencia de los otros planetas. Lumbánico tiene una forma muy especial: en lugar de ser esférico, se compone de seis caras cuadradas. Visto de lejos parece un dado desgastado por los bordes. Además, cada cara presenta un color diferente.

Esta particularidad se debe al extraño clima del planeta. En Lumbánico no se suceden cuatro estaciones dentro del período anual, sino que en cada Cara o Valle existe un clima indefinidamente.

Hay seis grandes Valles, correspondientes a las seis caras: el Valle Azul, de clima cálido, pareado al verano de la Tierra; el Valle Amarillo, donde existe una especie de otoño continuo; el Valle Blanco, cubierto de nieves, y el Verde, cuyas tierras se visten eternamente de hierba y vegetación.

Estos cuatro Valles son los habitados. Arriba y abajo se sitúan los Valles Polares, lugares gélidos donde nadie podría vivir. Finalmente, están las Aristas. Son unas grandes cordilleras que cubren los bordes del planeta, separando entre sí los Valles e impidiendo el paso de uno a otro por tierra.

La geografía del planeta ha influido en la vida de los lumbanicenses, que es muy distinta de la existencia terrícola. Los habitantes de Lumbánico no pueden trasladarse libremente de una a otra Cara. El paso por mar es demasiado arriesgado, debido a las corrientes y a las tempestades que se producen en alta mar. Los lumbanicenses apenas se atreven a emprender pequeñas travesías, y nunca se alejan de la costa.

Por tierra ocurre igual. Las cadenas montañosas impiden el acceso a pie. Son montañas altísimas, tan cortadas a pico que ni el mejor alpinista conseguiría escalarlas.

Muchos siglos atrás, se conocían desfiladeros que permitían cruzar las Aristas fácilmente, pero su recuerdo murió con los antiguos lumbanicenses. En la actualidad nadie sabe dónde se encuentran esas legendarias entradas. Y, a decir verdad, tampoco parece importarles mucho.

El único medio para cambiar de Valle es el aéreo, cada tres meses soplan los potentes Vientos del Este. Es el momento de subir a las Colinas del Aire con los trajes de viento y ascender volando, arrastrados por los vendavales, hasta llegar al Valle siguiente.

Cuando soplan los Vientos, este traslado es obligatorio para las cuatro Comunidades en que se divide el planeta: la Comunidad de Lum, la de Ba, la de Ni y la de Co. El motivo es muy simple. En los siglos anteriores, casi todos los lumbanicenses vivían en los Valles Verde y Azul, donde el clima es más suave. Cuando la superpoblación empezó a causar problemas, comprendieron que debían separarse. Se dividieron en cuatro grupos y establecieron un nuevo modo de vida. Así, todos pasarían tres meses en cada Valle.

En consecuencia, los lumbanicenses vivían en grupos aislados que nunca podían verse ni cambiar impresiones. La separación duraba ya varios siglos. Aunque esta situación no les gustaba, los lumbanicenses habían acabado por acostumbrarse.

Parecía que las cosas no iban a cambiar nunca…