Epílogo

—¡Despierta!

Alicia abrió los ojos sobresaltada y vio a un guarda que la miraba sonriendo mientras la sacudía suavemente por el hombro.

—Despierta, pequeña, vas a pillar una insolación.

Estaba sentada en un banco de piedra del parque, con el libro de matemáticas abierto en el regazo.

—Vaya, creo que me he quedado traspuesta mientras estudiaba —dijo la niña.

El guarda echó una ojeada al libro y comentó:

—No me extraña, si estabas estudiando matemáticas, con lo aburridas que son.

—¿Aburridas? ¡Nada de eso, son muy divertidas! —exclamó Alicia—. A ver, piensa un número de tres cifras…