Piratería paranormal
¿Nunca lo han pensado? Las canciones pueden transmitirse no solo mediante una red P2P sino que los dotados de poderes telepáticos tienen la capacidad de tararear impunemente obras músicales que serían recibidas por personas con idéntica habilidad paranormal. La transmisión de contenidos psíquicos entre personas sin intervención de agentes físicos conocidos (telepatía) es un caso evidente de «comunicación pública» sin autorización del autor que debe ser eficazmente perseguido.
A este respecto, el pasado 11 de Febrero, la Asociación de Compositores y Autores de Música (ACAM) publicó un artículo en el que aseguraba que en relación con las infracciones cometidas en Internet y, en particular, con las relativas a la propiedad intelectual, el Grupo de Delitos Telemáticos se dedica a la «detención de quienes delinquen telepáticamente para su posterior entrega al juez».
Estoy totalmente de acuerdo con la iniciativa. Es más, nunca he entendido cómo se permite que estas personas aprovechen sus poderes psíquicos para transmitir material protegido. ¿Y qué me dicen de las psicofonías? Algunas de las voces fantasmales registradas entonan canciones (de hecho hay quien piensa que toda la discografía de David Summers es en realidad una psicofonía hábilmente editada). Ante eso, yo me pregunto ¿tenía el Dr. Jiménez del Oso autorización para difundir esas obras? ¿No tienen derechos los autores a recibir una remuneración por muy muertos que estén? ¿Y los poltergeist? ¿No son sus manifestaciones actuaciones en vivo que divierten a toda la familia y por la que al fin y al cabo no reciben ningún tipo de contraprestación? ¿Es que piensan que no cuesta esfuerzo? ¿Piensan que los fantasmas no tienen otra cosa mejor que hacer que mover mesas y levitar sillas?
No crean que tengo algo en contra de los telépatas. De hecho, mis mejores amigos lo son. Lo único que digo es que si quieren que les tratemos como a iguales también tendrán que acatar la ley como iguales. Y es por ello por lo que tras la lectura del artículo de ACAM decidí asesorarme por expertos poniéndome en contacto con el Instituto de Psicología Paranormal de Buenos Aires al que hice partícipe de esta preocupación y a los que pedí que me resolvieran las siguientes dudas: «¿pueden dos personas con poderes telepáticos transmitirse total o parcialmente el tono, ritmo o letra de una canción? Si la respuesta es afirmativa ¿hay alguna forma de detectar que se está cometiendo esta infracción? Es decir, ¿sería un disparate que existiera un grupo de delitos telepáticos que pudieran interceptar y localizar estas señales? He leído que los animales domésticos también pueden estar dotados de esta habilidad. ¿Es realmente así? Es interesante, aunque creo que legalmente nada podría hacerse contra ellos, pero es otra vía a estudiar».
Por sorprendente que parezca, el 14 de Febrero de 2005, el director del instituto me respondió. Según sus experimentos «la telepatía no funciona con tanto poder como para capturar información completa», de hecho en sus investigaciones sobre telepatía músical «las personas no obtuvieron aciertos significativos, aunque algunos lograban captar ciertos tonos». Por todo ello, al existir esa pérdida de calidad, los telépatas (ya sean seres humanos o animales domésticos) no estarían cometiendo una ilegalidad.
Un experto español con el que también me puse en contacto, tenía una opinión diferente. Él sí creía que podían cometerse estos ilícitos de la forma en la que yo le exponía, porque «a través de la telepatía se puede transmitir más información de la que podamos imaginar», sin embargo me recomendaba no alegar esto en un juzgado porque, en ese caso, el juez «sencillamente se va a partir de risa». «Los fenómenos paranormales no son admitidos en juicios o vistas», concluía.
Parecía seguro de sí mismo así que descarté esta posibilidad. Además, tres días después de su publicación, ACAM rectificó lo que no era más que una errata en su artículo. Donde dijo «telepáticamente» debió decir «telemáticamente». Probablemente fue el autocorrector del Windows el que les jugó esa mala pasada y el que hizo que los telépatas de este país durmieran intranquilos un par de noches. Sí, amigos, una vez más la culpa es de Bill Gates y su estúpido flequillo.
Lo curioso no es el error sino lo sorprendentemente creíble que les pareció a todos aquellos a quienes les conté que los telépatas estaban en la lista negra. No es solo que el director del Instituto de Psicología Paranormal y un experto español tomara la historia en serio, sino que la mayoría de las personas la recibieron como algo escandaloso y extralimitado pero no como algo, sencillamente, imposible. Las locuras cometidas en nombre de la propiedad intelectual justifican esa credulidad. Acusada de intercambiar música rap la RIAA quiso llevar ante los tribunales a Gertrude Walton, una señora que no solo tenía 83 años sino que además estaba muerta (es decir, tiene coartada). La hija de la difunta excusó su previsible inasistencia a la vista judicial: «estoy casi segura de que mi madre no dejará el cementerio de Greenwood para acudir». Hoy persiguen a piratas zombis, mañana seréis los telépatas.
En realidad el proceso de sofisticación de las comunicaciones es tan veloz que puede que en el futuro la transmisión de datos sea algo muy parecido a la telepatía. La corporación japonesa NTT y su filial DoCoMo han inventado un sistema que convierte al cuerpo humano en una red de banda ancha susceptible de intercambiar datos con un simple apretón de manos.
Mientras los legisladores todavía se asfixian intentando cogerle la marcha a las redes P2P, los sofisticados programas de intercambio que se están desarrollando y los nuevos avances técnicos hacen prever que, para cuando las alcancen, éstas ya serán poco menos que una reliquia del pasado.