2
Escarbando en lo más
profundo:
comprender su rasgo por lo que
es
RECOLOQUEMOS ahora su
mobiliario mental y hagamos imposible que dude de la realidad de su
rasgo. Esto es importante, dado que ha sido muy poco discutido en
el campo de la psicología. Buscaremos en los historiales de casos,
así como en las pruebas científicas, la mayor parte de las cuales
las encontramos en el estudio del temperamento infantil; de ahí que
el ejemplo más adecuado sea el de la historia de dos niños.
La observación de Rob y de Rebecca
Más o menos en la época en la que comencé a
estudiar la sensibilidad elevada, una amiga cercana tuvo gemelos:
un chico, Rob, y una chica, Rebecca. Desde el primer día,
cualquiera podía notar una gran diferencia entre ellos, y yo
descubrí de inmediato de qué se trataba; la científica que hay en
mí estaba entusiasmada. No sólo podría observar a un niño altamente
sensible mientras crecía, sino que, además, Rob llegaba con su
propio «grupo de control», o de comparación: su hermana, Rebecca,
nacida exactamente en el mismo entorno.
Una de las grandes ventajas de haber
conocido a Rob desde su nacimiento consistía en que disipaba
cualquier duda que yo pudiera albergar acerca de la transmisión
hereditaria del rasgo. Aunque es bien cierto que a él y a su
hermana se los trató de forma diferente desde el comienzo, al
principio se debió en gran medida a la sensibilidad de Rob. una
diferencia con la que había llegado a este mundo. (Por ser de
géneros diferentes, Rob y Rebecca eran gemelos no idénticos; eso
significa que sus genes no son más parecidos que los de cualquier
otro par de hermanos.)
Pero, para enriquecer aún más este panorama
psicológico, los géneros asociados con la sensibilidad estaban
intercambiados. El chico, Rob, era el sensible; la chica, Rebecca,
no lo era. También los estereotipos estaban invertidos por cuanto
que Rob era más pequeño que Rebecca.
No se sorprenda si experimenta una respuesta
emocional cuando lea lo que voy a contar acerca de Rob; eso se
deberá a que esta descripción también le resulta aplicable a usted.
Y así, puede que regresen recuerdos vagos, o sentimientos
anteriores a la época en que usted pudiera recordar a qué iban
ligados. Tómeselos con calma y simplemente, obsérvelos. De hecho,
puede que le vaya bien escribirlos. Será una información útil con
la que podrá trabajar en los próximos capítulos.
Problemas con el sueño
A los pocos días de nacer Rob y Rebecca, las
diferencias de temperamento se hacían de lo más patentes cuando los
bebés estaban cansados34.
Rebeca se dormía con facilidad y no se despertaba. Pero Rob
permanecía despierto y lloraba, en especial como consecuencia de
algún cambio (visitantes, viajes). Y eso significaba que mamá o
papá tenían que pasearlo, mecerlo, cantarle o darle golpecitos,
intentando tranquilizarlo.
Con un niño sensible un poco mayor, el
consejo habitual es poner al niño en la cama y dejar que el
silencio y la oscuridad templen poco a poco la sobreestimulación,
que es la verdadera causa del llanto35. Las
PAS conocen muy bien eso de «estar demasiado cansado como para
poder dormir». Ciertamente, están demasiado rendidos como para
dormir.
Sin embargo, dejar llorar a un recién nacido
durante una hora es más de lo que la mayoría de los padres pueden
soportar, probablemente porque quizá no sea demasiado sabio hacer
esto. Normalmente, el movimiento es lo que con más rapidez calma a
un recién nacido. En el caso de Rob, los padres descubrieron al fin
que un balancín eléctrico era lo que mejor le inducía el
sueño.
Después, venía el problema de seguir
dormido. Siempre hay puntos en el ciclo del sueño de cualquier
persona en los que puede ser fácil o difícil despertarse, pero los
niños sensibles parecen tener pocos períodos de sueño profundo e
imperturbable. Y, una vez despiertos, tienen grandes dificultades
en volver a dormirse. (Tenga presente que esto fue probablemente
cierto también en usted, tanto si lo recuerda como si no.) La
solución que propuse con nuestro inflo altamente sensible fue
utilizar sábanas para cubrir la cuna. En su pequeña tienda, todo
era silencioso y acogedor, especialmente cuando tenían que dormir
en algún lugar poco familiar. Hay veces en que los niños sensibles
obligan a sus padres a ser tan empáticos como creativos.
Una noche, dos niños
Cuando Rob y Rebecca tenían casi tres años,
nació su hermano pequeño. Mi marido y yo fuimos a visitarlos por la
noche y dormimos en la cama de sus padres, que estaban en el
hospital. Nos habían advertido de que Rob podría despertarse al
menos una vez, asustado por algún mal sueño. (Padecía más
pesadillas que su hermana. Es frecuente que las PAS tengan
pesadillas.)
Tal como se esperaba, a las cinco de la
mañana, Rob se levantó y se puso a llorar bajito. Pero, cuando vio
que en la cama de sus padres había otras personas, sus gemidos
soñolientos se transformaron en gritos.
Yo no tenía ni idea de lo que podía estar
pasando por su cabeza. Quizá fuera: «¡Peligro! ¡Mamá no está! ¡Unos
seres horribles han ocupado su lugar!»
La mayoría de los padres coinciden en que
todo se hace más fácil a partir del momento en que el niño puede
comprender lo que se le dice, y esto es mucho más cierto con un
niño altamente sensible, prendido en su propia imaginación. El
truco consistió en deslizar algunas palabras rápidas de alivio
entre sus sollozos.
Afortunadamente, Rob tiene un gran sentido
del humor. De modo que le recordé una noche reciente en que fui a
cuidar de ellos y les serví galletas como «aperitivo», antes de
cenar.
Rob tragó y me miró fijamente, y luego
sonrió. Y en algún lugar de su cerebro, pasé de la categoría de
«monstruo que se ha llevado a Mamá» a «la tonta Elaine».
Le pregunté si quería venir con nosotros,
pero yo sabía que preferiría su propia cama. Pronto estuvo de
vuelta, durmiendo profundamente.
Por la mañana, vino Rebecca. Cuando se dio
cuenta de que sus padres se habían ido, sonrió y dijo: «Hola,
Elaine. Hola, Art», y saltó. Esta es la diferencia en la no
PAS.
Duele imaginar lo que habría ocurrido si yo
le hubiera gritado a Rob para que se callara y volviera a la cama.
Es probable que hubiera hecho exactamente eso, sintiéndose
abandonado en un mundo peligroso. Pero no se habría dormido. Su
mente intuitiva habría estado dándole vueltas a la cabeza durante
horas, pensando posiblemente que él era el culpable. Con niños
sensibles, no hacen falta golpes físicos ni traumas para lograr que
le tengan miedo a la oscuridad.
Afinemos el retrato de Rob
Por el día, cuando los gemelos salían con
sus padres durante aquel primer año, Rebecca se entusiasmaba con
una banda de mariachis que tocaba en un restaurante mexicano al que
solían ir; pero a Rob, aquello le hacía llorar. El segundo año,
Rebecca disfrutaba con las olas del océano, con los cortes de pelo
y con el tiovivo de caballitos; Rob les tenía miedo, al menos al
principio, al igual que lo tuvo el primer día en la guardería;
asimismo, se sentía abrumado con la estimulación que acompañaba a
cada cumpleaños o festividad. Además, Rob empezó a tener miedos: a
las piñas, a las figuras que había impresas en su colcha, a las
sombras de la pared. Sus temores eran extraños y poco realistas
para nosotros, pero no cabe duda de que eran muy ciertos para
él.
En resumen, para Rob, la infancia ha
resultado un tanto difícil, así como para sus solícitos,
equilibrados y competentes padres. En realidad, por injusto que
sea, los aspectos dificultosos de cualquier temperamento toman
mayor realce cuando el entorno familiar es sólido. De otro modo,
con el fin de sobrevivir, el niño hará lo necesario para adaptarse
a sus cuidadores36,
sofocando su temperamento para reaparecer posteriormente de otra
manera, quizá por medio de síntomas físicos relacionados con el
estrés. Pero Rob es libre de ser quien es, por lo que su
sensibilidad está a la vista de todos. Puede expresar sus
sentimientos y, como consecuencia de ello, puede descubrir lo que
funciona y lo que no.
Por ejemplo, en sus cuatro primeros años,
cuando Rob se sentía abrumado, solía estallar en un colérico
llanto. En estas situaciones, los padres lo ayudaban pacientemente
a que contuviera sus sentimientos. Y, con el transcurso de los
meses, dio la sensación de que el niño se dejaba abrumar menos. Por
ejemplo, si veía una película con escenas de miedo o tristes, se
decía a sí mismo lo que sus padres le decían: «No es más que una
película» o «Sí, pero yo sé que termina bien». O bien cerraba los
ojos y se tapaba los oídos, o dejaba la habitación durante un
rato.
Es probable que, debido a ser más cauto, Rob
haya sido también más lento en aprender algunas habilidades
físicas. Si está con otros niños, se siente incómodo cuando se
ponen a hacer el bruto mientras juegan. Pero él quiere ser como
ellos y lo intenta, de manera que se le acepta.
Y gracias a la atención que se le ha
brindado y a la buena adaptación del niño, la escuela le gusta
mucho.
Hay otros aspectos de Rob que no nos
sorprenden, debido a su rasgo: tiene una extraordinaria
imaginación. Se siente atraído por todo lo artístico, especialmente
por la música (algo que le ocurre a muchas PAS). Es divertido y un
gran payaso cuando está en casa, con su público. Desde los tres
años, «piensa como un abogado», es decir, es rápido en darse cuenta
de los puntos delicados y en hacer sutiles distinciones. Se
preocupa por el sufrimiento de los demás, y es educado, amable y
considerado; excepto, quizá, cuando se ve abrumado por demasiada
estimulación. Mientras tanto, su hermana tiene también numerosas
virtudes, entre otras, su fortaleza y su estabilidad, que la
convienen en un amarradero en la vida de su hermano.
¿Qué hace tan diferentes a Rob y a Rebecca?
¿Qué hace que usted haya respondido afirmativamente a tantos
elementos del test que hay al principio de este libro, cuando la
mayoría de las personas no responden del mismo modo?
Es usted, ciertamente, de una estirpe
distinta
Jerome Kagan, un psicólogo de Harvard, ha
dedicado gran parte de su carrera al estudio de este rasgo37.
Para él, es una diferencia tan observable como el color del cabello
o de los ojos. Evidentemente, él le da otros nombres (inhibición o
timidez en los niños), y yo no estoy de acuerdo con estos términos.
Pero entiendo que, desde el exterior, y especialmente en el
escenario de un laboratorio, los niños que estudia parezcan
inhibidos o tímidos. Simplemente apunto, tal como le discuto a
Kagan, que la sensibilidad es el verdadero rasgo, y que un niño, de
pie, inmóvil, observando a los demás, puede ser bastante
desinhibido internamente en su procesamiento de los innumerables
matices que puede estar observando.
Kagan ha venido siguiendo el desarrollo de
veintidós niños con este rasgo, al tiempo que estudiaba a otros
diecinueve que parecían ser muy «desinhibidos». Según los padres,
siendo niños, los «inhibidos» habían tenido más alergias, insomnio,
cólicos y estreñimiento que la media infantil. De muy pequeños,
cuando se les vio en el laboratorio por vez primera, la tasa de
latido cardíaco era normalmente más alta y, sometidos a estrés,
mostraba menos cambios. (El ritmo cardíaco no puede cambiar mucho
si ya es alto.) También bajo estrés, las pupilas se dilataban
antes, y las cuerdas vocales se ponían más tensas, haciendo que la
voz cambiara y adquiriera un tono más agudo. (Muchas PAS sienten
alivio al enterarse de por qué su propia voz se les antoja tan
extraña cuando están activadas).
Los fluidos corporales (sangre, orina,
saliva) de los niños sensibles mostraban indicios de altos niveles
de norepinefrina en el cerebro, en especial después de haber sido
expuestos a diversas formas de estrés en el laboratorio. La
norepinefrina está asociada a la activación; de hecho, es la
versión cerebral de la adrenalina. Los fluidos corporales de los
niños sensibles contenían también más cortisol (hidrocortisona),
tanto bajo estrés como en casa. El cortisol es la hormona que se
halla presente cuando uno se encuentra en un estado más o menos
constante de activación o prevención. (Recuerde el cortisol;
volverá a aparecer.)
Posteriormente, Kagan estudiaría a los niños
para ver cuáles de ellos se convertían en niños «inhibidos».
Descubrió que alrededor del 20 % de los bebés eran «altamente
reactivos» cuando se los exponía a diversos estímulos: extendían y
flexionaban sus miembros vigorosamente, arqueaban la espalda si se
irritaban o intentaban alejarse, y lloraban frecuentemente. Un año
más tarde, dos tercios de los bebés reactivos del estudio eran
niños «inhibidos», y mostraban altos niveles de miedo ante
situaciones nuevas. Sólo el 10 % mostró bajos niveles38. De
modo que el rasgo es más o menos observable desde el nacimiento, al
igual que ocurrió con Rob.
Todo esto apunta a lo que ya he dicho, que
los niños sensibles vienen con una tendencia incorporada a
reaccionar con más fuerza ante los estímulos externos, pero Kagan y
otros investigadores están descubriendo los detalles que provocan
esto. Por ejemplo, Kagan descubrió que los bebés que más tarde
mostrarían este rasgo tenían también la frente más fresca en la
parte derecha de la cabeza, lo cual indica una mayor actividad en
el lado derecho del cerebro. (La sangre se retira de la superficie
para ser llevada al lugar de la actividad.) En otros estudios se ha
descubierto también que muchas PAS tienen más actividad en el
hemisferio derecho del cerebro, en especial aquellas que se
mostraron sensibles entre el nacimiento y la infancia, es decir,
las que claramente nacieron así39.
La conclusión de Kagan es que las personas
que muestran este rasgo de sensibilidad o inhibición son de una
raza distinta. Genéticamente, son bastante diferentes, aunque no
dejen de ser completamente humanos, del mismo modo que los sabuesos
y los collies de la frontera son bastante diferentes, aunque todos
son, decididamente, perros.
En mis investigaciones también apunto a la
idea de una «raza» genéticamente distinta de personas sensibles. En
la investigación telefónica que llevamos a cabo con trescientas
personas elegidas al azar, descubrí tanto un grupo diferenciado
como un continuum. Sobre una escala de
uno a cinco, alrededor del 20 % de las personas decían ser
«extremadamente» o «bastante» sensibles. Un 27 % adicional afirmó
ser «moderadamente» sensible. Juntas, estas tres categorías daban
la impresión de un continuum. Pero, a partir de ahí, aparecía una
profunda brecha. Un raquítico 8 % dijeron «no» ser sensibles, y un
sorprendente 42 % afirmó que «en absoluto» eran sensibles, como si
a un lapón le estuvieran hablando de cocos.
De mi amplia relación con PAS, tengo la
sensación de que se trata de un grupo diferenciado, distinto de los
no sensibles. Sin embargo, entre ellos también se da un amplio
rango en cuanto a sensibilidad. Esto se puede deber a que existen
diversas causas en la aparición del rasgo, que llevan a diferentes
tipos, o «sabores», de sensibilidad, unas más fuertes que otras, o
a que haya personas que nazcan con uno, dos, tres tipos, etc.
Y también existen muchas formas de aumentar
o disminuir la sensibilidad a través de las experiencias o de una
elección consciente. Todos estos efectos pueden llevar a desdibujar
la frontera de lo que, con todo, sigue siendo un grupo
diferenciado.
No hay por qué negar que Rob y Rebecca son
dos tipos diferentes de seres humanos; ustedes también lo son. Sus
diferencias son muy reales.
Los dos sistemas cerebrales
Un buen número de investigadores consideran
que hay dos sistemas en el cerebro, y que es el equilibrio entre
estos dos sistemas el que genera la sensibilidad40.
Un sistema, el de la «activación conductual» (o sistema de
«aproximación» o «facilitación») está conectado con las partes del
cerebro que reciben los mensajes de los sentidos y envían las
órdenes a los miembros para que se muevan. Este sistema está
diseñado para movemos hacia las cosas, especialmente las nuevas.
Éste probablemente sea el responsable de que busquemos con
entusiasmo las cosas buenas de la vida, como los alimentos frescos
o la compañía, todo lo cual necesitamos para sobrevivir. Cuando el
sistema de activación está en funcionamiento, somos curiosos,
atrevidos e impulsivos.
El otro sistema recibe el nombre de
«inhibición conductual» (o sistema de «retirada» o «evitación»).
(Sólo por el nombre es fácil ver cuál es el «bueno» para nuestra
cultura.) Se dice que este sistema nos aleja de las cosas,
volviéndonos más atentos a los peligros. Nos pone en alerta,
haciéndonos cautos y que estemos pendientes de cualquier señal. No
es de sorprender que este sistema esté conectado con todas las
partes del cerebro que Kagan observó ser más activas en los niños
«inhibidos».
¿Pero qué es lo que hace realmente este
sistema? Lo capta todo en una situación y, después,
automáticamente, compara la situación presente con lo que ha sido
normal y habitual en el pasado y lo que sería de esperar en el
futuro. Si algo no encaja, este sistema hace que nos detengamos y
esperemos hasta hacemos cargo de las nuevas circunstancias. Para
mí, éste es un aspecto importante de lo que constituye ser
inteligentes, de modo que prefiero darle un nombre más positivo:
sistema automático de detención-comprobación.
Veamos ahora cómo se podría tener un sistema
de detención-comprobación más activo. Imaginemos a Rob y Rebecca
una mañana cualquiera de colegio. Rebecca ve la misma aula, la
misma profesora y los mismos niños de ayer, de modo que sale
corriendo a jugar. Rob se da cuenta de que la profesora está de mal
humor, que uno de los niños parece estar enfadado y ve en un rincón
unas bolsas que no estaban ahí antes. Rob duda, y puede que decida
que existen razones para ser cauto. Y de nuevo esta sensibilidad
(el procesamiento sutil de la información sensorial) es la
verdadera diferencia. Obsérvese cómo la psicología ha descrito los
dos sistemas, como sistemas que se oponen en sus propósitos, de
forma parecida a la oposición entre la clase de reyes— guerreros y
la clase de consejeros reales que describía en el anterior
capítulo.
La explicación de 1a sensibilidad a través
de los dos sistemas sugiere también dos tipos diferentes de PAS.
Unas podrían tener sólo un sistema de detención-comprobación
medianamente fuerte, pero con un sistema de activación más débil.
Este tipo de PAS podrían ser personas muy calmadas y silenciosas,
satisfechas con una vida sencilla; es como si los consejeros reales
fueran monjes que gobiernan todo el país (la totalidad de la
persona). Otro tipo de PAS podría tener un sistema de
detención-comprobación aún más fuerte, pero un sistema de
activación también muy fuerte, aunque no tanto. Este tipo de PAS
serían curiosas y muy cautas, audaces aunque ansiosas, que se
aburrirían con facilidad, pero que se sobreactivarían también
fácilmente.
El nivel óptimo de activación tiene en estos
casos un margen estrecho. Se podría decir que hay una constante
lucha de poder entre el consejero y el guerrero impulsivo y
expansivo que hay dentro de la persona.
En mi opinión, Rob es de este tipo. Sin
embargo, otros niños pequeños son tan silenciosos y poco curiosos
que corren el peligro de que se los ignore y descuide41.
¿De qué tipo es usted? ¿Su sistema
consejero/detención-comprobación gobierna solo, gracias a un
tranquilo sistema activador/rey-guerrero? Si es así, ¿es fácil para
usted estar satisfecho con una vida sencilla? ¿O existen dos ramas
que lo gobiernan en constante conflicto? Si es así, ¿sigue
queriendo acometer cosas nuevas aún a sabiendas de que luego se va
a sentir exhausto?
Es usted mucho más que un cúmulo de genes y
sistemas
No olvidemos que es usted un ser complejo.
Algunos investigadores, como Mary Rothbart, de la Universidad de
Oregón42,
se muestran inflexibles al afirmar que el temperamento es una
materia completamente diferente cuando estudias adultos humanos,
que pueden razonar, tomar decisiones y ejercer la fuerza de
voluntad suficiente como para llevar adelante sus decisiones.
Rothbart cree que, si los psicólogos estudian demasiado a los niños
y a los animales, se les pasará por alto el papel del pensamiento
humano y de las experiencias vitales.
Vamos a ver cómo se ha desarrollado usted, o
Rob, tal como lo ve Rothbart, y de qué modo el hecho de ser
sensible puede resultar diferente en cada etapa.
Al nacer, la única reacción del bebé es
negativa (irritabilidad, incomodidad). Los bebés sensibles, como lo
fue usted o Rob, se diferencian principalmente en que son más
irritables y fácilmente están incómodos (lo que Kagan llamó
«altamente reactivos»).
Alrededor de los dos meses, se pone en
marcha el sistema de activación conductual. En ese momento, usted
mostró interés por las cosas nuevas, por si podían satisfacer sus
necesidades. Junto con esto, llegó un nuevo sentimiento: la ira y
la frustración, cuando no conseguía lo que quería. Así pues, las
emociones positivas y la ira fueron posibles, y en la medida en que
usted las sintió fue intensificando la fuerza de su sistema de
activación. Rob, teniendo fuertes ambos sistemas, se convirtió en
un bebé irascible; en cambio, los niños sensibles con un sistema de
activación bajo serían plácidos y «buenos» a esta edad.
A los seis meses, se puso en marcha el
sistema superior automático de detención-comprobación. A partir de
ahí, usted pudo comparar las experiencias del presente con las del
pasado, y si las del presente eran perturbadoras, al igual que las
del pasado, usted experimentaría temor, pero iría descubriendo
diferencias más sutiles con cada experiencia. Para usted, habría
más cosas con las que no estaba familiarizado, las cuales
posiblemente le atemorizarían.
En este momento, a los seis meses, todas las
experiencias se hacen muy importantes para las PAS. No es difícil
ver que unas cuantas experiencias ingratas en el momento en que el
niño se aproxima a algo nuevo pueden convertir el sistema de
detención-comprobación en un sistema de detente: no hagas nada, un
verdadero sistema de inhibición El niño puede tener la sensación de
que la mejor manera de evitar las cosas malas es evitarlo todo. Y,
evidentemente, cuanto más se evita el mundo, más nuevo parece todo.
Imagine lo atemorizador que puede haberle llegado a parecer el
mundo.
Por último, hacia los diez meses, usted
comenzó a desarrollar la capacidad para cambiar el foco de
atención, para decidir cómo experimentar algo o para detener un
comportamiento. Sólo a partir de este momento pudo usted comenzar a
manejar los conflictos entre los dos sistemas Un conflicto sería yo
quiero intentar eso, pero parece muy extraño. (A los diez meses,
puede que no se exprese en tales términos, pero ésa sería más o
menos la idea.) Pero, ahora, usted podía tomar algunas decisiones
acerca de a qué emoción obedecer. A Rob casi se le podía ver
haciéndolo: De acuerdo, esto me resulta desconocido, pero de todas
formas lo voy a intentar.
Probablemente, usted tendría sus métodos
favoritos para pasar por alto el sistema de detención-comprobación,
si es que este sistema le ralentizaba demasiado o con demasiada
frecuencia. Una forma de hacerlo quizá pudo ser la de imitar a
otros que no tenían tantos problemas de este tipo. Usted,
simplemente, se lanzaba y se hacía con aquello que quería, al igual
que ellos, a pesar de las precauciones. Otro método podría haber
sido recategorizar la estimulación hasta hacerla familiar, por
ejemplo, el lobo gruñón de la película «es sólo un perro grande»
Pero la mayor parte de la ayuda provendría probablemente de
aquellas personas que querían que usted se sintiera seguro, no
temeroso.
La ayuda social con los miedos implica,
además, a otro sistema que Rothbart cree que está muy desarrollado
en los humanos adultos. También se inicia sobre los diez meses.
Gracias a él, el niño empieza a contactar con los demás, a
disfrutar con ellos. Si estas experiencias sociales son positivas y
de apoyo, se desarrolla otro sistema fisiológico para el que los
seres humanos estamos preparados biológicamente; se le podría
llamar el sistema «amatorio». Este sistema genera endorfinas. las
sustancias químicas neurológicas que hacen que uno «se sienta
bien».
¿En qué medida superó usted sus miedos
confiando en la ayuda de los demás? ¿Quién había a su alrededor en
quien pudiera confiar de verdad? ¿Se comportaba usted como si Mamá
está aquí, de numera que lo intentaré? ¿Aprendió usted a imitar las
palabras y las conductas calmantes de su madre, aplicándoselas a sí
mismo? «No tengas miedo. Todo va bien.» He podido ver a Rob
utilizando todos estos métodos.
Podría dedicar unos instantes ahora a pensar
en sí mismo y en su infancia, y lo seguiremos haciendo en los dos
próximos capítulos. Ya sé que usted no recuerda mucho pero, a
juzgar por los hechos, ¿cuál fue el primer año que, probablemente,
le gustó? ¿Cómo afectan a su sensibilidad en este momento el
pensamiento y el autocontrol? ¿Hay veces en las que pueda controlar
su activación? ¿Quién le enseñó a hacer eso? ¿Quiénes fueron sus
modelos de comportamiento? ¿Cree que, si aprendiera a controlar su
exceso de cautela, se atrevería a hacer más cosas de las que su
organismo puede manejar? ¿O piensa que lo que tenía que aprender
era que el mundo es inseguro y que la sobreactivación es
incontrolable?
De cómo la confianza se transforma en
desconfianza y lo desconocido se transforma en peligroso
La mayoría de los investigadores del
temperamento han estudiado la activación a corto plazo, la cual es
fácil de estudiar por ser del todo evidente, por los altos niveles
del ritmo cardíaco, la respiración, la transpiración, la dilatación
de la pupila y la adrenalina.
Sin embargo, existe otro sistema de
activación o excitación que está más gobernado por las hormonas. Se
pone en marcha con la misma rapidez, pero el efecto de su principal
producto, el cortisol, es patente al cabo de diez o veinte minutos.
Un aspecto importante es que, si está presente el cortisol, la
respuesta de activación a corto plazo es también muy probable. Es
decir, este tipo de activación a largo plazo nos hace aún más
excitables, más sensibles que antes.
La mayoría de los efectos del cortisol
permanecen durante horas o, incluso, días. Se pueden medir
principalmente en la sangre, en la saliva o en la orina, por lo que
el estudio de la activación a largo plazo resulta menos
conveniente. Pero la psicóloga Megan Gunnar, de la Universidad de
Minnesota, pensó que el sistema de detención-comprobación podría
estar diseñado para proteger al individuo de una activación a largo
plazo malsana y desagradable.
Las investigaciones demuestran que, cuando
una persona se enfrenta por vez primera a algo nuevo y
potencialmente amenazador, la respuesta a corto plazo llega siempre
en primer lugar. Mientras tanto, empezamos a tomar en consideración
nuestros recursos: ¿Cuáles son nuestras capacidades? ¿Qué hemos
aprendido en nuestras experiencias del pasado acerca de esta clase
de situación? ¿Quién hay por ahí que me pueda ayudar? Si pensamos
que nosotros, o aquellos que están con nosotros, nos podemos
enfrentar a la situación, dejaremos de verla como una amenaza. La
alarma a corto plazo se para, y la alarma a largo plazo no llega a
ponerse en marcha.
Gunnar demostró este proceso en un
interesante experimento43,en
el que estableció una situación amenazadora muy parecida a las que
utiliza Kagan para identificar niños «inhibidos». Previamente, los
bebés, de nueve meses de edad, fueron separados de sus madres
durante media hora. La mitad de ellos fueron dejados en manos de
una atenta cuidadora que respondía a todas las disposiciones de los
niños; la otra mitad quedó a cargo de una cuidadora poco atenta e
insensible, a menos que el niño protestara o llorara. Después,
mientras estaban a solas con la cuidadora, se sometió a cada niño a
algo nuevo y atemorizador.
Lo importante aquí es que sólo los bebés
altamente sensibles que estaban con la cuidadora desatenta
mostraron más cortisol en la saliva. Era como si los que estaban
con la cuidadora atenta sintieran que disponían de un recurso y no
tuvieran necesidad de dar una respuesta a largo plazo frente al
estrés.
Suponga ahora que la cuidadora sea su propia
madre?44
Observando a los bebés cuando están con sus madres, los psicólogos
han descubierto ciertas señales que les indican si un niño se
siente «seguramente sujeto». Un niño seguro se siente a salvo para
explorar, y no contempla las nuevas experiencias como una amenaza.
Y otras señales indican si un niño se siente «inseguramente
sujeto». Las madres de estos niños pueden ser demasiado protectoras
o demasiado negligentes (incluso, a veces, peligrosas). (Hablaremos
más de la «sujeción» en los capítulos 3 y 4.) En la investigación
con niños sensibles que se enfrentan a una situación novedosa y
atemorizadora en compañía de sus madres, se ha descubierto que
estos niños muestran la habitual respuesta fuerte de corto plazo.
Pero si un niño sensible está sujeto de forma segura a su madre, no
se da el efecto cortisol a largo plazo del estrés. Sin embargo, sin
estar sujeto de forma segura, una experiencia atemorizadora
producirá la típica activación a largo plazo.
Se puede ver aquí por qué es tan importante
que las PAS jóvenes (y las más mayores también) se expongan ante el
mundo, probando a hacer cosas en lugar de optar por la retirada.
Pero conviene que sus sentimientos acerca de quienes cuidan de
ellas sean seguros, y que sus experiencias tengan éxito o, de lo
contrario, sus temores ante la idea de aproximarse a algo
demostrarán ser ciertos. ¡Y todo esto comenzó incluso antes de que
usted aprendiera a hablar!
Muchos padres inteligentes y sensibles
ofrecen todas las experiencias necesarias casi automáticamente. Los
padres de Rob elogian constantemente sus logros y lo animan a poner
a prueba sus miedos para ver si tienen fundamento, a la vez que le
ofrecen ayuda si la necesita. Con el tiempo, la idea que se forjará
del mundo no será tan atemorizadora como su sistema nervioso le ha
estado diciendo durante sus primeros uno o dos años. Florecerán sus
rasgos creativos y sus capacidades intuitivas, y disfrutará de
todas las ventajas que le otorga el ser sensible; las zonas
dificultosas se desvanecerán.
Si los padres no hacen nada especial para
ayudar a un hijo sensible a que se sienta seguro, que el niño se
convierta en un niño verdaderamente «inhibido» dependerá
probablemente de la fuerza relativa de los sistemas de activación y
de detención-comprobación, pero tenga presente que hay padres y
entornos que pueden empeorar mucho las cosas. Es indudable que las
experiencias atemorizadoras que se repiten reforzarán fuertemente
la precaución, en especial aquellas en las que no se consiga
calmarlo o ayudarlo, aquellas en las que termine siendo castigado
por una exploración activa y aquellas otras en las que se
convierten en un peligro para el niño deberían ayudarlo.
Otra cuestión importante es que, cuanto más
cortisol haya en el organismo de un niño, más difícil le resultará
dormir; y, cuanto menos duerma, más cortisol generará. Durante el
día, cuanto más cortisol, más temores; y, cuantos más temores, más
cortisol45.Un
sueño ininterrumpido por la noche y una oportuna siesta pueden
reducir el cortisol en los niños. Y, recuerde, menos cortisol
supone también menor número de alarmas de corto plazo. No era
difícil darse cuenta de que éste era un problema constante en Rob.
También pudo ser el caso del lector.
Por otra parte, si no se controlan los
problemas del sueño que se originan en la infancia, pueden perdurar
hasta la edad adulta1346 y
convertir a una persona altamente sensible en una persona
insoportablemente sensible. De modo que, ¡cuide su sueño!
En las profundidades
Hay otro aspecto de su rasgo que es más
difícil de captar en los estudios o en las observaciones, salvo
cuando unos miedos o pesadillas extraños visitan al niño (o adulto)
sensible. Para comprender este aspecto ciertamente real del rasgo,
hay que dejar el laboratorio y entrar en la consulta de un
psicólogo de lo profundo.
Los psicólogos de las profundidades ponen un
gran énfasis en el inconsciente y en las experiencias retenidas
allí, reprimidas o simplemente preverbales, que continúan
gobernando la vida adulta. No sorprende que los niños altamente
sensibles, y también los adultos, pasen malos ratos durmiendo y den
cuenta de sueños más vividos, alarmantes y «arque típicos»47.
Con la llegada de la oscuridad, sonidos y formas sutiles comienzan
a dominar la imaginación, y las PAS los sienten en mayor medida.
También están las experiencias poco familiares del día, algunas de
las cuales han pasado casi inadvertidas y otras han sido
completamente reprimidas. Todas ellas se arremolinan en la cabeza
en cuanto comenzamos a relajar la mente consciente para quedamos
dormidos.
Para dormirse, seguir durmiendo y volver a
dormirse si uno se despierta, precisamos ser capaces de calmamos
solos, de sentimos seguros en el mundo.
El único psicólogo de las profundidades que
escribió explícitamente acerca de la sensibilidad fue uno de los
fundadores de la psicología de las profundidades, Cari Jung, y lo
que dijo fue importante, además de excepcionalmente positivo con
vistas al cambio.
Remontándonos a los inicios de la
psicoterapia con Sigmund Freud, hubo gran controversia acerca de en
qué medida el temperamento innato conformaba la personalidad,
incluyendo los problemas emocionales.
Antes de Freud, el sistema médico había
puesto énfasis en las diferencias constitucionales hereditarias.
Freud intentó demostrar que la «neurosis» (su especialidad) era
causada por traumas, en especial experiencias sexuales
perturbadoras. Pero Cari Jung, seguidor de Freud durante algún
tiempo, se distanció de él finalmente a causa de la excesiva
importancia que, según Jung, otorgaba Freud a la sexualidad. Jung
llegó a la conclusión de que la diferencia fundamental se hallaba
en una mayor sensibilidad heredada. Él creía que si un paciente
altamente sensible experimentaba un trauma, sexual o de cualquier
otro tipo, se vería inusualmente afectado y desarrollaría una
neurosis48.Obsérvese
que Jung estaba diciendo que las personas sensibles no
traumatizadas durante su infancia no eran intrínsecamente
neuróticas; y esto nos lleva al hallazgo de Gunnar, según el cual
el niño sensible con una sujeción segura a su madre no se siente
amenazado por las experiencias nuevas. De hecho, Jung tenía un alto
concepto de las personas sensibles..., entre otras cosas porque él
era una de ellas.
Que Jung escribiera acerca de las PAS es un
hecho poco conocido. (No me constaba cuando comencé con mis
trabajos sobre este rasgo.) Por ejemplo, Jung decía que «cierta
sensibilidad innata produce una prehistoria especial, una forma
especial de experimentar los acontecimientos infantiles»49,y que «los
acontecimientos que van unidos a impresiones poderosas nunca pasan
sin dejar alguna huella en las personas sensibles». Posteriormente,
Jung comenzaría a describir los tipos introvertido e intuitivo de
forma similar, pero de un modo aún más positivo. Él decía que estas
personas tenían que protegerse más a sí mismas (que es lo que él
entendía por ser introvertido); pero también decía que eran
«educadores y promotores de la cultura... su vida enseña la otra
posibilidad, la vida interior, de la que tan dolorosamente está
necesitada nuestra civilización»50.
Estas personas, según Jung, están
naturalmente más influenciadas por su inconsciente, que les da
información de la «máxima importancia», una «visión
profética»51.Para Jung,
el inconsciente contiene una sabiduría muy importante que conviene
conocer. Una vida vivida en comunicación profunda con el
inconsciente es bastante más significativa y personalmente
satisfactoria.
Pero tal vida es también más difícil en
potencia, en especial si durante la infancia hubo demasiadas
experiencias perturbadoras sin disponer de una sujeción segura.
Como ha podido descubrir en la investigación de Gunnar, y como verá
en el capítulo 8, Jung estaba en lo cierto.
De modo que es algo real y está bien
Rob, Jerome Kagan, Megan Gunnar y Cari Jung
tendrían que haberlo convencido de que su rasgo es del todo real:
usted es diferente. En el próximo capítulo, lo invitaré a
considerar que quizá necesite vivir de un modo distinto a los
demás, si quiere llevarse bien y en armonía con su ciertamente
diferente, y altamente sensible, organismo.
Puede que hasta el momento sólo se haya
representado un cuadro algo oscuro, un cuadro de miedo, timidez,
inhibición y estresante sobreactivación. Sólo Jung habló de las
ventajas de este rasgo, pero incluso en su caso lo fue en cuanto a
nuestra conexión con las profundidades y la oscuridad de la psique.
Pero recuerde que este bies negativo es en gran medida, lo repito
una vez más, una señal de los prejuicios de nuestra cultura. Al
preferir la dureza, nuestra cultura ve nuestro rasgo como algo con
lo que es difícil vivir, de lo que hay que curarse. No olvide que
las PAS se diferencian principalmente por su procesamiento sensible
de estímulos sutiles. Ésta es su cualidad más básica, y es una
forma positiva y precisa de entender su rasgo.
• Trabaje con lo que ha aprendido •
Sus respuestas más profundas
Esto es algo que hay que hacer justo en este
momento, en cuanto haya terminado de leer este capítulo. Su
intelecto ha recibido algunas ideas, pero es probable que las
reacciones más profundas le hayan ocurrido a nivel emocional.
Para entrar en contacto con estas
reacciones, tendrá que llegar a las partes más profundas de su
organismo, de sus emociones, del tipo de conciencia, fundamental e
instintivo, al que Jung llamó inconsciente. Ahí es donde moran las
partes ignoradas u olvidadas de usted, regiones que se pueden ver
amenazadas, aliviadas, activadas o entristecidas por lo que está
descubriendo en este libro.
Lea todo lo que hay aquí y, después, siga
adelante. Comience por respirar muy conscientemente desde el centro
de su organismo, desde el abdomen. Asegúrese de que hace trabajar
el diafragma, expulsando el aire al principio a través de la boca,
con fuerza, como si hinchara un globo. Al hacer esto, el vientre se
pondrá duro. Después, al inhalar, tomará aliento desde el nivel del
estómago, automáticamente. La inspiración debe ser involuntaria y
cómoda. Sólo la espiración debe prolongarse. Aunque también esto
puede hacerse con menos fuerza, y ya no a través de la boca, en el
momento en que se haya afianzado en respirar desde el centro, desde
el vientre, y no desde arriba en el pecho.
Una vez estabilizado, tendrá que crear un
espacio seguro en su imaginación donde absolutamente todo sea bien
recibido. Invite a cualquier sensación a entrar en la conciencia
allí: puede que sea una sensación corporal, dolor de espalda,
tensión en la garganta, nerviosismo en el estómago... Permita que
la sensación crezca y que le diga qué ha venido a mostrarle.
También es posible que vea una imagen fugaz, que escuche una voz, o
que observe una emoción. O una serie de ellas (una sensación física
se puede convertir en una imagen). Por último, una voz podría venir
a expresar la emoción que comienza a sentir.
Observe todo lo que pueda en este estado de
tranquilidad. Si necesita expresar sentimientos, reír, llorar o
enfurecerse, pruebe a permitírselo un poco.
Después, cuando salga de este estado, piense
en lo sucedido. Tome nota de la agitación de sus sentimientos, qué
había en lo que leyó, qué había en lo que pensó o recordó mientras
leía. ¿De qué forma se relacionaban sus sentimientos, con el hecho
de ser sensible?
Más tarde, plasme con palabras algo de lo
que haya aprendido, piense en ello por sí solo, cuénteselo a alguna
otra persona o escríbalo. (Lo cierto es que puede resultarle muy
útil llevar un diario de sus sentimientos mientras lee este
libro.)