Foto 5
Es una foto de mediano tamaño a color, ese color chillón y un poco falso de los años sesenta o setenta. En un jardín con palmeras, un gran grupo de jóvenes sonríe a la cámara: unos hacen el gesto hippy con las dos manos, otros ponen poses de revista, otros abren los brazos como si quisieran abarcar el mundo, muchos de ellos tienen un cigarrillo encendido en los labios o entre los dedos, otros levantan vasos altos, de long drink, en un brindis con el fotógrafo o con el espectador. Van vestidos con túnicas, pantalones anchos, minivestidos, bikinis apenas cubiertos por trajecitos de ganchillo blanco, blusas transparentes, chalecos sin nada debajo… una bandada de pájaros multicolores con sus estampados psicodélicos y sus peinados de cabellos teñidos, lacios o afro, adornados con cintas, lazos, flores… A primera vista parecen un puñado de hippies o drifters de los que recorrían el mundo en los sesenta, pero mirando con más cuidado se ve que casi todos ellos llevan ropa cara y bisutería de calidad. Son hippies de lujo, hippies para una noche de verano, como la pareja que ocupa el centro del grupo: ella de unos cincuenta años, él quizás algo más. Ambos de blanco, ella con un vestido ibicenco y él con pantalones de lino y guayabera. Mirando con atención se ve que son los mismos de la foto de boda, muchos años después.
Helena también está en la foto, al lado de su madre, guapísima con su enorme melena rizada, sus ojos oscuros fuertemente maquillados y un conjunto de pantalones de campana estampados y mini-pull fucsia, uno de esos diminutos jerséis que subían hasta el cuello pero dejaban el estómago al aire. Lleva en la mano una copa de champán y sonríe, feliz, a la cámara.
Detrás de ella, un Jean Paul increíblemente joven, con abundante pelo rubio oscuro, apoya la mano en el hombro de ella mientras mira a su derecha, a algo que queda fuera de cámara y que no vemos. Su rostro expresa un principio de preocupación o de nerviosismo, al contrario que todos los demás que, obviamente, no piensan más que en el momento presente y en la fiesta que seguramente acaba de empezar, porque están recién arreglados y el cielo detrás de ellos tiene aún los colores del ocaso.
Al fondo, un poco desenfocada, lo que le da aspecto de fantasma, se ve una figura masculina que se acerca al grupo; probablemente otro invitado que está a punto de reunirse con los que se están haciendo la foto.
En el reverso de la fotografía dice simplemente: 20 de julio, 1969. La Mora.