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FAETÓN. Ser orgulloso e imprudente como…

«Faetón. (Por alusión a Faetón o Faetonte, hijo del Sol, según la mitología, y conductor de su carro.) Carruaje descubierto, de cuatro ruedas, alto y ligero» (DRAE).

Faetón, «el brillante», es un semidiós hijo de la oceánide Clímene y de Helio (el Sol), quien, provisto de su casco de oro, conduce un carro de fuego tirado por caballos blancos, con el que lleva la luz y el calor de un extremo a otro de la Tierra y favorece la germinación de la vida.

Para demostrar a su amigo Épafo su filiación divina, Faetón pidió a su padre que le dejase dar una prueba de que era hijo suyo. Helio se comprometió, bajo sagrado juramento por la Estigia, a concederle lo que le pidiera al efecto. Entonces Faetón solicitó conducir un día el carro del Sol paterno. Obligado por su juramento, Helio accedió a la petición, no sin hacer múltiples recomendaciones a su hijo.

Instalado Faetón a las riendas del luminoso carro intentó salirse del camino trazado por la bóveda celeste. Pero los caballos, al darse cuenta de la falta de firmeza y de pericia del improvisado cochero, se desbocaron, y ora se acercaba el carro tanto al cielo que los astros protestaban, ora tanto a la Tierra que ríos y mares se secaban y montes y valles ardían.

Zeus, colérico ante el desastre y para evitar una conflagración mundial, fulminó a Faetón y lo precipitó en las aguas del Erídano. Sus hermanas, las Helíades, le lloraron tanto que quedaron convertidas en álamos y sus lágrimas en ámbar.

Algunos sostienen que los etíopes (Faetón lo era) quedaron negros para siempre de resultas de la insolación, y otros dicen que la del carro de fuego de Faetón sobrevolando de cerca la Tierra fue la única luz que penetró en el Reino de las Sombras y alegró por un instante la sombría vida de las almas en pena que lo habitan.

La leyenda de Faetón simboliza la hibris griega u orgullo desmesurado, y recuerda a la de Ícaro, pues los dos, temerarios e imprudentes, quisieron alzar vuelo por encima de los mortales, pero, desoyendo los consejos de sus mayores, ninguno estuvo a la altura de su ambición. A uno y otro se les podría aplicar el aforismo de Epicteto: «lejos, pues, del sol ponéos en tanto hayáis de cera los conceptos».

FAMA, FAMOSO…

«Opinión que la gente tiene de una persona» (DRAE). Tener fama de algo, ser famoso…

Hija de la Tierra, Fama («rumor» o vox populi en latín), o Femé en griego, es una divinidad alegórica, mensajera de los dioses. Según Ovidio, habita en el centro de la Tierra, en un palacio sonoro de bronce con mil aberturas por las que entran todas las voces y vuelven a salir amplificadas. Se la representa como una mujer alada provista de un clarín anunciador y a veces dotada de múltiples ojos y bocas.

Según Virgilio, fama volat («la fama vuela»), lo que alude a la rapidez con que se esparcen las noticias.

La Fama vive rodeada de los Falsos Rumores, la Credulidad, el Error…

FAMÉLICO

«Famélico: del latín famelicus. Hambriento. Fame: del latín fames. Hambre» (DRAE).

Hija de la Noche y considerada mala consejera, Fames es la alegoría romana del hambre y hablan de ella Virgilio y Ovidio. Es una de las hijas de la Discordia y lleva la esterilidad a los campos.

Se la representa como una vieja esquelética, con las manos atadas a la espalda o intentando con sus uñas arrancar alguna planta raquítica.

Habita el vestíbulo del Averno, junto a otros tipos de males como la Pobreza, las Enfermedades, el Terror, la Guerra y multitud de monstruos, por en medio de los cuales deben pasar las sombras de los humanos para acceder a la barca de Caronte que les conducirá a la orilla del Aqueronte donde está el Tribunal de los Muertos.

Su víctima principal, bajo su nombre griego de Limos, es Ericsitonio, el joven príncipe tesalio que cometió el sacrilegio de cortar con su hacha árboles de un bosque consagrado a Deméter y habitados por dríadas. Por no atender los ruegos de la diosa de que cesase en su tala, Deméter lo condenó a padecer hambre perpetua e hizo que la monstruosa Fame se introdujera, como una tenia, en las entrañas de Ericsitonio. Y tan insaciablemente «famélico» estaba siempre que terminó por devorarse a sí mismo, después de que sus padres lo echasen de casa por tragón y no le bastasen los alimentos que le facilitaba su hija Menestra, a la que vendía como esclava para que le comprase comida.

FATAL, FATALISMO…

«Fatal (del latín fatalis): Perteneciente al hado, inevitable. Fatalidad: Desgracia, desdicha, infelicidad. Fatalismo: doctrina según la cual todo sucede por ineludible determinación del hado o destino, sin que exista en ningún ser libertad ni albedrío» (DRAE).

Fatal también equivale a mortal, por ejemplo cuando se habla del «desenlace fatal» de una enfermedad. Cuando alguien no se encuentra bien, moral o físicamente, dice que «está fatal».

Fatídicas son las predicciones de Casandra que anuncian desgracias.

El Fatum, del que deriva la fatalidad, era para los romanos la expresión sagrada del destino y encarnaba el irrevocable designio divino y el sino atribuido por los dioses a cada ser humano y al que nadie puede sustraerse. Cada cual tiene marcadas sus partes de felicidad y desdicha, porque todo «está escrito» y preestablecido. Potencia temible y misteriosa, el Fatum o Hado o Destino se impone incluso a los propios dioses.

El Fatum devino en Fata o Hada en las lenguas románicas. La barca con que Caronte pasaba las almas al Averno era considerada la «barca fatal», como fatales eran las Parcas y los libros sibilinos.

Se dice que una persona es fatalista cuando acepta los acontecimientos resignadamente y sin intentar oponerse a ellos.

Los héroes de la tragedia griega actúan entre la fatalidad y el libre albedrío, imponiéndose generalmente aquélla.

FAUNO y FAUNA

«Fauno. Semidiós de los campos y selvas. Hombre lascivo» (DRAE).

«Fauna. Diosa de la fecundidad. Conjunto de los animales de un país o región» (DRAE).

Los faunos eran para los latinos geniecillos agrestes que habitaban en los bosques y protegían a los rebaños y a los pastores.

Se los considera procedentes de la diseminación de Fauno, «el bienhechor», un dios romano, nieto de Saturno y equivalente al griego Pan (también se le identifica con Sileno y Marsias) y al que unos atribuyen haber sido el primer rey del Lacio, dignidad que otros delegan en un hijo suyo, Latino (algunos hacen a Latino hijo de Hércules con Fauna, hermana y esposa de Fauno).

Al igual que los sátiros griegos, personificaban el poder de engendrar y unas veces se les representaba como seres mitad hombre, mitad chivo, con cuernecillos, rabo y pezuñas, portando en las manos otros cuernos: el de la abundancia y el de libar vino.

El culto romano de Fauno, las Lupercales (porque se le consideraba protector de los rebaños contra los lobos), incluía una procesión en la que jóvenes sólo vestidos con una piel de cabra flagelaban con correas de cuero sin curtir a las mujeres, lo que se creía las hacía fecundas.

A Fauno se le hace hermano y esposo de Fauna (v.) o Bona Dea, diosa romana de la fertilidad femenina. Los habitantes del Lacio celebraban en honor de Fauno y Fauna las Faunalias, fiesta orgiástica de salutación del año nuevo.

Fauno y Fauna eran dioses proféticos que echaban la buena ventura guiándose por los rumores del bosque o el aleteo de los pájaros.

Dios considerado a veces lúbrico, además de bienhechor, era temido también como íncubo o diablo que con apariencia de hombre tiene comercio carnal con mujeres e imbuye sueños terroríficos.

Con el tiempo fue sustituido por el dios Silvano.

FEBO. Brillar como…

Febo («el luminoso») es el sobrenombre de Apolo, por confusión con Helio o el Sol, y en lenguaje poético se puede calificar de Febo al Sol.

Así lo hace Cervantes cuando describe poéticamente el nacimiento del día: «Apenas habían los rayos del dorado Febo comenzado a despuntar…». Píndaro denomina así a menudo a Apolo, «el de intonsa melena y áurea espada», al que en Roma se conoce como Febo a secas.

FEBRIL. Estar…

«Febril: del latín febrilis. Perteneciente o relativo a la fiebre. Fiebre: del latín febrilis. Fenómeno patológico que se manifiesta por elevación de la temperatura normal del cuerpo» (DRAE).

Febris es la diosa latina de la fiebre, muy temida en Roma por la insalubridad de la ciudad.

Se le rendía culto como numen maléfico y se le erigieron tres templos donde se le ofrendaban ex votos y pócimas contra las calenturas.

FELICIDAD

«Del latín felicitas. Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien» (DRAE).

Felicitas era una divinidad alegórica romana, representada por una opulenta matrona provista del caduceo (símbolo de salud) de Mercurio y de un cuerno de la abundancia o prosperidad, dos factores básicos de la felicidad. Felicitar a alguien equivale a desearle dicha, buena Fortuna (v.), ventura o bienestar.

FÉNIX

«Fénix (del latín phoenix): Ave fabulosa, que los antiguos creyeron que era única y renacía de sus cenizas. Lo que es exquisito o único en su especie. El Fénix de los ingenios» (DRAE).

Se dice que alguien o algo renace de sus cenizas cuando, creyéndolo llegado a su fin o pasado de moda, recobra vitalidad o actualidad.

El Fénix era un ave mitológica originaria de Etiopía. Su aspecto era el de un águila, pero con bello plumaje de colores púrpura, oro, fuego y turquesa.

Es única en su especie, aunque vive longevamente entre quinientos y mil años, y no puede reproducirse normalmente, por lo que cuando se siente morir se inmola en una pira de plantas aromáticas (entre ellas, incienso y cardamomo) en forma de nido, a la que prende fuego después de acostarse en ella y de cuyas cenizas renace.

El mito del ave fénix fue adoptado por los primeros cristianos como símbolo de la resurrección de Cristo.

Se llamó el «Fénix de los ingenios» a Lope de Vega por lo prolífico de su musa creativa.

FIDEDIGNO

«Del latín fides y dignus. Digno de fe y crédito» (DRAE).

Fides era en Roma la diosa abstracta de la palabra dada y sobre el respeto de ésta reposaba todo el orden social. Dar fe (derivación de fides) de algo, como en fedatario, significa responder de su veracidad.

Se la representaba como una anciana más vieja que Júpiter y con las manos juntas, simbolizando la buena fe en que debe basarse todo compromiso. Sus sacerdotes iban vestidos de blanco y envolvían su mano derecha en un lienzo de ese color.

FLORA

«Del Latín Flora, diosa de las flores. Conjunto de plantas de un país o región» (DRAE).

Diosa itálica protectora de la vegetación, las flores, las plantas, los jardines y la primavera, tenía un templo en el Quirinal y se le consagraban el mes de abril y las fiestas Floralias. Estas comenzaban el 28 de abril y consistían en una romería de carácter erótico en la que se celebraba la fecundidad.

Ovidio la hace esposa del viento Céfiro (v.) confundiéndola con la ninfa griega Cloris.

En Ovidio aparece también Flora como instigadora de la concepción de Marte por «inseminación artificial». En efecto, Juno, celosa por haber alumbrado su esposo, Júpiter, a Minerva sin su participación, quería a su vez engendrar ella sola algún ser. La diosa Flora le prescribió que oliese una flor cuyo solo contacto la haría quedarse encinta. Así nació Marte (y no, como se reseña oficialmente, por comercio con Júpiter), cuyo nombre dieron los romanos al mes de Marzo, primero de la primavera.

FOBIA (Tenerla a algo o alguien)

«Fobia: Apasionada o enconada aversión hacia algo. Temor angustioso y obsesionante… Fobo: elemento compositivo que significa “que siente horror o repulsión”: xenófobo, fotófobo» (DRAE).

Hijo de Ares y de Afrodita, Fobo es la representación del Terror que invita a huir. Junto con su hermano Deimos (el Espanto que paraliza), acompaña a su padre en los campos de batalla, inspirando el pánico (v.) y la cobardía en los combatientes y empujándolos a batirse en retirada.

FORTUNA (Tener buena o mala)

«Divinidad mitológica (romana) que presidía los sucesos de la vida, distribuyendo ciegamente los bienes y los males… Encadenamiento de los sucesos, considerado como fortuito… Circunstancia casual… Suerte favorable… Exito… Haciendad, capital…» (DRAE).

Fortuna, divinidad alegórica, se identifica en Roma con la Tique griega. Se la representa ciega y, al igual que a aquélla, con un timón (pues gobierna el rumbo de las vidas), un Cuerno de la abundancia (v.), o con una rueda, la «rueda de la fortuna».

Fortuna bona o Fortuna mala, diosa de la suerte y del azar, distribuye caprichosamente la riqueza o la pobreza, el éxito o el fracaso, por lo que se le erigen santuarios en los que se consulta sus oráculos cuando se va a emprender viaje o una empresa. Muchas ciudades se ponen bajo su advocación y protección.

La Fortuna se distingue del Destino (v.) o Fatum en que es imprevista y cambiante, y no inexorable ni fatal.

Píndaro, que la hace «hija de Zeus liberador», la invoca como «Fortuna salvadora, pues por ti son gobernadas en la mar las raudas naves y, en tierra, las guerras impetuosas y las asambleas decisivas».

FURIA. Se echa una…

«Cada una de las tres divinidades infernales en que se personificaban la venganza o los remordimientos. Ira exaltada. Acceso de demencia. Persona muy irritada y colérica» (DRAE). De furia derivan furor, furioso, furibundo…

Divinidades infernales romanas asimiladas a las Erinias griegas, las Furias (del griego furoi) encarnaban la venganza justiciera y el castigo implacable, sobre todo para el perjurio, los crímenes de sangre cometidos dentro de la familia y el pecado de hibris o soberbia, así como la defensa del orden frente al caos. Se las representa con espantosas figuras, los ojos inyectados en sangre, vestidas completamente de negro, aladas, con pies de bronce y víboras por cabellos.

Concebidas, según Hesíodo, por la Tierra (Gea) de las gotas de esperma y sangre vertidas por Urano al ser castrado por Crono; o del río infernal de Aqueronte y de las Tinieblas nocturnas o Érebo, según Esquilo las Furias son tres: Alecto, Tisífona y Megera, ésta la más «furiosa» de ellas.

Habitan en el Erebo infernal y allí, cuando no salen a la superficie terrestre por castigar a los vivos, torturan a las almas de los muertos impíos o perjuros, a los que insultan y fustigan.

Cuando, provistas de látigos y antorchas, persiguen a un criminal, éste debe huir y errar sin descanso hasta hallar una autoridad caritativa que lo libere y purifique de su crimen. Entonces, las Erinias o Furias, cuyo nombre se invocaba con temeroso respeto, se convierten, eufemísticamente, en Euménides o Benevolentes, invocándoselas así para trocar su ira por complacencia y su crueldad en piedad.

Persiguen al criminal implacablemente, como al matricida Orestes y el parricida Edipo, o suscitan odios, como el que lleva a los hermanos enemigos Etéocles y Polinices, hijos de Edipo, a darse muerte mutuamente.

Las Erinias tenían un templo en Atenas, cerca del Areópago, que servía de asilo inviolable a los criminales y en el que juraban decir verdad los que comparecían ante el alto tribunal. Se les ofrecían sacrificios entre los que figuraban el narciso, el azafrán, enebro, espino, cardo y saúco, y se quemaban en su honor troncos de cedro, aliso y ciprés. También se les sacrificaban, para aplacar su ira, ovejas, carneros y tórtolas.

Eran en realidad los gendarmes a los que los dioses habían encomendado el mantenimiento del orden familiar, social y moral frente al caos, como exige el espíritu helénico. De su doble jurisdicción, entre los vivos y los muertos, Heráclito dice que «las Erinias, ministras de la justicia, superan incluso al Sol, que nunca se sale de su órbita».

Se llamaba también «ménades» o «furiosas» a las bacantes, mujeres poseídas de locura violenta mientras practicaban el culto a Dioniso/Baco.