El sentimiento de culpa era tan grande, que Julia se echó en los brazos de Frank, advirtió que estaba tenso y que a duras penas le devolvió el abrazo.
—Estaba preocupado, no volviste a contestar el móvil. Deseaba darte una sorpresa.
—Y lo has hecho.
El rostro de Frank lucía cansado, se le notaba las horas de viaje y la falta de sueño.
—No te noto muy feliz de verme —dijo él antes de volver a tomar asiento.
—Claro que sí.
Julia soltó el bolso y se quitó la chaqueta.
—¿Qué deseas tomar? ¿Pedimos algo de cenar? Debes estar muerto.
—Tengo un trago en la mano por si no te has dado cuenta ¿Estás nerviosa por algo? En la oficina me dijeron que habías salido con Nicolás de la Cruz ¿Por qué no me lo comentaste cuando hablamos?
—Te dije que estaba en un almuerzo de trabajo. En Napa.
Frank se quedó mirándola sorprendido. Se enderezó en la silla.
—¿Solo trabajo?
—Por favor Frank.
—Espero que no hayas olvidado que eres una mujer comprometida.
Julia deseó sincerarse con él. Decirle la verdad, que sus sentimientos estaban hechos un nudo. Por un lado estaba la profunda atracción que ejercía Nick sobre ella y por otro estaba su cariño hacia Frank, no se sentía capaz de defraudarlo hoy. No cuando aún tenía impresas en su cuerpo las caricias de otro hombre.
—No lo he hecho —se lanzó a abrazarlo y se sintió una desvergonzada. Ella siempre había criticado la infidelidad, esta no tenía espacio en su vida y en sus relaciones, era la primera vez que algo así le pasaba—. Lo siento.
—¿Qué es lo que sientes querida? —Frank acunó el rostro de Julia y la miró directo a los ojos— ¿Te excita?
Julia se enderezó enseguida ¿Qué les pasaba a los hombres?
—¿Cómo me preguntas eso? —Se levantó y caminó delante de él—. Siento no haber estado pendiente del móvil y no decirte que estaba con Nick. No deseaba preocuparte.
—Que considerada.
—Hay una historia Frank, debes saberlo. Por favor no te enfades.
—Soy un hombre civilizado, solo que en este momento tengo ganas de romperle la cara a ese bastardo.
—¡Frank!
—Terminaron porque te puso los cuernos, recuerdo que me lo contaste ¿Por qué desea acercarse de nuevo?
—No se…
Quiso salir en defensa de Nick, contándole a Frank lo que Lori le había le comentado, pero eso sería empeorar las cosas. Se pondría más furioso.
—No quiero verlo detrás de ti, te lo digo en serio, Julia. Es un gilipollas prepotente.
—Debo trabajar con él, hay mucho en juego. La empresa…
—Lo importante es que nuestra relación no se encuentre en juego, lo demás me importa una mierda.
—No necesitas ser tan vulgar.
Frank se levantó de la silla.
—La verdad Julia, estoy muerto. No he dormido desde, no recuerdo cuando… Y lo que menos deseo es discutir contigo.
—Sí, es mejor que te vayas a descansar. —Julia descansó, no deseaba que Frank pasara la noche en su casa, si se lo hubiera insinuado, hubiera buscado una excusa, la regla, la cabeza o lo que fuera. Otro día podría lidiar con ello, ese no era buen momento—. Recuerda que el viernes tenemos el cumpleaños de Lori en casa de Peter.
—No lo olvidaré. Demi lo debe tener anotado en la agenda.
Demi la secretaria de Frank, era una eficiente mujer que todos los lunes llamaba a Julia para organizar la agenda social.
Le dio un beso de despedida que Julia no fue capaz de devolver.
La culpa y la vergüenza la acompañaron todo el día siguiente, apenas se pudo concentrar en el trabajo. Gracias a Dios Nick no había dado señales de vida. Mejor así, lo quería bien lejos. Con los codos apoyados en la mesa se masajeaba las sienes. El desastre era inminente. Menos mal que Frank también estaba ausente, lo vería al día siguiente para cumplir el compromiso y después de la fiesta hablaría con él. No podía seguir ignorando sus sentimientos. Dios, la manera en que había reaccionado en la cama. Prácticamente lo había devorado. La pericia de Nick estaba fuera de discusión, sabía dónde presionar para provocar la respuesta que quería, siempre había sido así. Tenerlo de nuevo dentro de ella, la hizo sentir diferente, sexi, deseada, venerada, no había mitificado su recuerdo, el placer que Nick le prodigaba no se lo había dado nadie más y ella había reaccionado igual que cuando tenía veinte años. Contuvo la respiración al evocar las palabras, los besos las caricias y todo lo demás. Menos de dos semanas tratando con Nick y ya había echado su vida por la borda, traicionado a quien no lo merecía y sumido en un caos emocional que la tenía acorralada. Ella no era así, era una mujer valiente, fuerte y decidida. A cualquier problema le buscaba enseguida la solución, pero en esto se sentía frágil. Terminó su jornada laboral evitando sentirse tan acorralada y nerviosa como de verdad se sentía.
El viernes salió un poco más temprano de la oficina. El día anterior le había comprado el regalo a Lori. Su amiga celebraba el cumpleaños de distinta manera cada año. Este año haría una fiesta con todos sus amigos en la casa de su hermano Peter que vivía en el condado de La Marina.
Frank pasó a recogerla a las siete y media, estaba de muy buen humor, alabó el vestido rojo que llevaba y el cabello suelto peinado liso que le llegaba debajo de la espalda, maquillaje suave y labios de tonalidad natural. Sandalias doradas de tiras y tacón delgado.
—Guauuu, estás hermosa. —Fue el saludo de Frank que la miró de arriba abajo con una sonrisa.
—Tú también estás guapo.
Frank había ido en la limosina de la familia. El chofer abrió la puerta, Julia se acomodó. El auto se alejó de la acera y tomó una de las congestionadas vías de la ciudad.
Llegaron a lo de Peter veinte minutos más tarde. Por el ruido de voces y la música que los alcanzaba, la fiesta ya estaba en su apogeo. Entraron a una sala donde ya había un grupo nutrido de invitados que se desplazaban con copas en la mano. Algunas parejas bailaban más allá. La casa de Peter era cómoda y amplia, la decoración minimalista y cuadros de arte abstracto adornaban las paredes. El anfitrión se acercó a saludarlos. Abrazó a Julia y dio la mano a Frank. Que guapo era Peter, caviló Julia. Con su cabello rubio y sus ojos azules era la perdición de las mujeres.
—Oh mi Dios, harías carrera en el modelaje —dijo Peter al tiempo que le daba un suave beso en la mejilla.
—No seas zalamero —contestó Julia sonriente—. Aquí hay material de sobra para un catálogo de Victoria Secret´s.
Lori y Peter tenían una agencia de publicidad muy bien posicionada en el mercado. Peter siempre estaba rodeado de mujeres hermosas, solo salía con modelos por lo que ella sabía. Lori le decía que algún día se enamoraría de una Betty la fea que lo dejaría viendo un palmo de narices. Peter no le prestaba atención. Se acercó una modelo alta y delgada que se tambaleaba.
—Diviértanse están en su casa.
Peter, con gesto de fastidio llevó a la joven a otra habitación.
—Julia, estás preciosa. —La voz de Mike detrás de ella, le arrancó una sonrisa, al darse la vuelta él la abrazó.
—Eres un suertudo amigo —dijo a Frank.
Lori enfundada en un vestido negro que le quedaba muy bien, salió a recibirla. Había madurado muy bien, era una hermosa mujer de curvas sensuales. Los hombres gravitaban a su alrededor, su melena rubia, no tenía nada del estropicio que era de adolescente, brillaba en ondas suaves y sus ojos azules sonreían con picardía. Se abrazaron y Julia le entregó el regalo. Lori volvió a abrazarla y al oído le dijo:
—No quiero preocuparte pero Nick está aquí.
Julia la tomó del brazo y la alejó unos pasos de Frank. Frank y Mike se enfrascaron en una conversación.
—¿Por qué lo invitaste?
Un mesero se acercó y le brindó una copa, que Julia tomó enseguida. Quiso beberla de golpe, pero no podía ser tan infantil.
—Yo no fui. Vino con Mike.
No articuló palabra, oteó el recinto pero no lo vio por ningún lado. Miró a Lori con resentimiento.
—Entiéndeme, él es uno de los dueños de la cuenta más importante que tenemos en este momento.
—No quiero que se encuentre con Frank. No le gustó nada que hubiera almorzado con él el miércoles.
—Lo siento amiga. —Lori observó a Julia con curiosidad—. Te ha afectado, vaya si te ha afectado.
Julia resopló y blanqueó los ojos.
—Estás loca —respondió.
—A mí no puedes engañarme, no en vano te conozco desde que nos cambiaban el pañal y tomábamos biberón.
—No seas tan exagerada. —a pesar de la preocupación, no pudo evitar sonreír—. Teníamos cuatro años cuando nos conocimos.
—Bueno, yo creo que a esa edad todavía me hacía pis en los pantalones, eso volvía loca a mi mamá que le tocaba ponerme pañal.
Julia le dio un pequeño sorbo a su copa, mientras se preguntaba hasta qué punto la invitación a Nick había sido solo idea de Mike.
—Ahora sí aclárame lo de Beth.
—Pues lo que te dije ese día, parece que todo fue una trampa orquestada por ella.
—Necesito un favor.
—Dime.
—Necesito que lo confirmes, habla con ella y me cuentas.
—Está bien.
Volvió al lado de Frank y trató de controlar los nervios ante el inminente encuentro. No tuvo que esperar mucho. Nick entró de la terraza a la sala, hablaba con una pareja. Se embebió en su imagen con avidez. Como si hubiera transcurrido mucho tiempo sin verlo. Él era el hombre cuya presencia ocupaba cualquier recinto. Su mente volvió a revivir los recuerdos de la tarde pasada en Napa y las mejillas adquirieron un tono carmesí. Estaba de perfil y Julia admiró su aspecto esbelto y elegante con un traje de tres piezas color plomo. En cuanto él la divisó, su mirada la atravesó como un rayo y se abrió paso entre la gente hasta llegar a ellos. Percibió la tensión de su novio y tuvo serias dudas sobre el resultado de la velada.
Julia tragó saliva al tenerlo de frente y una descarga le recorrió las venas cuando le rozó la mano.
—Volver a verte es un enorme placer —le dijo devorándola con la mirada.
Ella le correspondió con una sonrisa ensayada y algo tensa. Era su única defensa contra la vorágine de sentimientos que el hombre le despertaba, era incapaz de batallar contra la fuerte atracción que sentía. Ponía a Dios como testigo que había luchado desde el miércoles para poder superarla, pero era un caso perdido. Algo en el gesto de Nick la llevó a un preciso momento de la intimidad compartida, el cerniéndose encima de ella susurrándole palabras eróticas en español. Se sonrojó avergonzada y por la mirada punzante que éste le dirigió, supo lo que estaba rememorando.
Frank reciprocó el saludo con una frialdad rayana a la antipatía. Nick ni se inmutó. Frank bebió su trago de golpe y al pasar un mesero, soltó el vaso vacío y tomó otro trago.
—Vaya, están reunidos los tiburones de la hotelería de la costa oeste —afirmó Lori que se acercó con una copa de champán en la mano al ver el semblante tenso de Julia y la manera posesiva con que Frank le pasó el brazo por los hombros.
—Le estaba contando a Mike sobre nuestra expansión en China, Tailandia y Japón —señaló Frank con petulancia—. Estaremos en las ligas pesadas muy pronto.
—Te felicito —dijo Mike.
—¿Me imagino que a tu padre no le habrá hecho mucha gracia dejar entrar a Nick en la sociedad? Tu abuela se debe estar revolcando en la tumba.
—Mi padre no es lo que dijéramos un tiburón de los negocios Frank y mi abuela era una mujer práctica ante todo. Nuestra sociedad con Nick es lo mejor que nos pudo pasar, el negocio ha crecido de manera ostensible.
Nick lo observaba sin modular palabra y expresión de “Me importa una mierda lo que pienses”.
Peter se acercó de nuevo al grupo. Frank se había tomado tres tragos en menos de diez minutos.
Nick observaba a Frank como si de un número de circo se tratara. Estaba furioso y celoso. Era difícil verla y no poder reclamarla como suya. Quería arrancar al malnacido del lado de ella. La sonrisa de suficiencia del bastardo, cada vez que la acariciaba, lo tenía hasta las narices.
Frank aferró el rostro de Julia y trató de besarle los labios, ella rehuyó la caricia.
—He escuchado que van muy bien con el hotel de Las Vegas ¿Cielo? ¿Recuerdas el fin de semana en Las Vegas?
Julia mortificada asintió.
—Sí, lo recuerdo.
—Mi hermosa prometida, me quiso dar una sorpresa.
Julia lo interrumpió:
—Frank no creo que a nadie le importe lo que pasó ese día…
Y así Frank entre trago y trago hilvanaba una historia tras otra, sobre lo que era su relación, que Nick percibió monótona y más de amigos que de amantes.
—Quiero irme ya —dijo en tono alto para que Nick escuchara—. Quiero estar a solas contigo.
Julia se separó sonrojada y le contestó:
—Contrólate Frank y por favor no bebas más. Voy al tocador, con permiso.
La mirada de Nick fue tras ella, ansiosa de un gesto, no importaba cual, algo que le diera a entender que él le importaba. A lo mejor estaba embarcado en una travesía que no era la suya. A lo mejor debió dejar las cosas en paz y que ella siguiera su vida como la tenía planeada. No pintaba nada entre ellos dos. Un buen polvo no era una relación, ni el inicio de una tampoco. Julia no tenía la culpa de que él no hubiera superado el pasado. Pero su interior se rebelaba, quería marcarla como suya. Que todos los hombres del salón que la miraban con avidez supieran que él era su dueño. Y lo haría como había un Dios en el cielo, lo haría.
Julia se recluyó en el baño, por ella, se quedaría hasta el día del juicio final y no saldría a enfrentar el enorme problema que había en la sala. Abrió el grifo y se mojó las sienes. Se lavó las manos y controló como pudo la angustia de ver a Nick soportando las payasadas de Frank. Dedicó unos minutos a calmarse, hasta que alguien tocó la puerta y se obligó a salir. Se recluyó en el estudio que estaba vacío. Se acercó a la ventana desde donde se vislumbraba las luces de la bahía. No se sentía con ganas de salir de allí. En un minuto se dio cuenta que no estaba sola.
—Estás hermosa.
—Esto es una locura, Frank vendrá a buscarme.
—Peter y Mike lo tienen distraído.
Julia hizo el amague de marcharse, pero Nick tomó su mano con suavidad y la jaló hacía él.
—Se te nota. —Le dio la vuelta, la abrazó por detrás y le susurró en el oído con su tono de voz ronco que envió ondas expansivas por su piel en forma de escalofríos. El reflejo de la ventana le devolvía la imagen de los dos—. No estás con él, basta con mirarte para verlo y basta con olerte para saber que aún llevas mi sabor en la piel. Tu cuerpo me llama Julia ¿Crees que no me doy cuenta?
—Nick…
—Quiero tocarte —susurró al oído con el tono de voz, que la hacía arder y a la vez hacía que le corriera sudor frío por todo el cuerpo—. Quiero lo que es mío. Quiero lo que me pertenece. Para qué fingir más, por Frank no sientes nada.
—No puedes decirme que siento o que no siento. —Batalló Julia, pero más por orgullo que por otra cosa.
—No te lo estoy diciendo. En serio. Te amo Julia, te amo tanto que me duele el corazón. Está sed de ti es infinita y nada va a cambiar esto. Sé que algo sientes, por la manera en que me miras, en los gestos de tu boca. Estamos igual Julia ¿Para qué negarlo más?
Julia quiso refutarle, pero no encontró las palabras. Nick hundió la cara en su cuello, aspirando su aroma como un adicto.
—Llevo años añorándote, amándote, odiándote y deseándote. No ha sido agradable, lejos de ti me he acostumbrado. Pero tenerte cerca, es como si fuera un puto yonqui. Tengo que intentar recuperarte.
Con la boca le acarició el cabello y la sien y con los dedos rozó la piel del brazo en un masaje suave. Julia deseaba quedarse allí para siempre. Refugiarse en su abrazo. Lo enfrentó con la mirada a través del cristal, por instantes sus miradas se entrelazaron en una corriente de amor y deseo. Un soplo de aire reemplazó el calor de Nick y segundos después estaba sola.
Iba por el pasillo cuando se cruzó con Mike.
—Te aconsejo que controles a tu novio, ha bebido mucho y se ha pasado con sus comentarios.
—No entiendo por qué se está portando así.
—Se siente amenazado por Nick —dijo Mike contundente—. Es obvio que le moleste la manera en que ustedes se miran.
—Yo no estoy mirando a Nick de ninguna manera —replicó Julia.
—Si tú lo dices, querida. Es mejor que trates de calmarlo, si no lo golpea Nick, lo golpearé yo.
Frank bebió por enésima vez de su vaso. Peter se alejó a saludar a una pareja de recién llegados. Nick volvió a ocupar su lugar al lado de Frank, se quedaron solos.
—Quiero que dejes a Julia en paz.
—Lo que tú quieras me importa un cuerno.
—Estás jugando Nicolás de la Cruz. Almuerzos en Napa, visitas en su sitio de trabajo. A Julia no la impresionas con eso. Yo le propuse matrimonio en Napa.
Julia se acercaba a ellos con la intención de sacar a Frank de allí.
—Matrimonio, matrimonio —respondió con acento irónico y sonrisa que no llegó a los ojos—. Preocúpate por mantenerla contenta en la cama.
—¡Hijo de puta! —exclamó Frank y le lanzó un puñetazo en pleno rostro que Nick que estaba sobrio pudo esquivar y se lo devolvió. Frank trastabilló hacia atrás y chocó con la pared, lo que le dio impulso para levantarse y lanzarse encima de Nick, pero este se desplazó y Frank chocó con una de las pocas sillas regadas en el lugar y cayó sentado. La música enmudeció de golpe y los invitados los observaban disfrutando del espectáculo. Julia se acercó y exclamó:
—¡Basta, ya basta! —Se acercó a Frank y ayudó a levantarlo—. Vámonos ya.
Nick vio como el hombre se hacía la víctima ante Julia. Lori se acercó a él.
—¿Estás bien? Debiste dejar que te hubiera pegado —dijo una sonriente Lori.
—Ni lo sueñes.
La pareja abandonó la estancia. Nick se marchó minutos después.
En su apartamento, Julia se afanaba por sacar una bolsa de verduras de la nevera que llevó hasta la sala, donde Frank se tocaba el rostro. Ella le pasó el empaque que él con mirada de culpabilidad recibió. Apenas si habían cruzado palabras.
—Lo siento —dijo Frank.
—Yo también lo siento.
Frank ya más despejado, la miró con fijeza.
—¿Por qué lo sientes?
Julia tenía el pecho contraído, una piedra en el estómago y se le nubló la mirada.
—No puedo seguir contigo Frank. No es justo.
—¡Lo sabía! —masculló con rabia. Se levantó de la silla y tiró la bolsa de guisantes lejos— ¿Así que es eso? El malnacido ganó.
—Esto no se trata de una apuesta. Es sobre sentimientos Frank. No tengo idea de qué va a pasar con Nick, pero no puedo casarme contigo —“No cuando te he traicionado de obra y pensamiento, por culpa de los irremediables sentimientos hacia otro hombre”.
—Piénsalo bien, cielo. —Se tambaleó un poco, la borrachera ya le había pasado. Su rostro dibujó una triste sonrisa—. Debí romperle la crisma.
Julia se quitó el anillo que la acompañaba hacía meses y lo puso en la mano de Frank.
—Merece estar en el dedo de una mujer que de su vida por ti. Eres un buen hombre y te mereces un gran amor. No te conformes con menos.
—Julia, por favor —le aferró las manos—, yo te amo. No lo hagas, yo te quiero.
Julia soltó el llanto y negó con la cabeza.
—En cuanto supe que ese malnacido trabajaría contigo me entraron dudas, pero cuando hablamos el miércoles en la noche ya lo imaginaba.
—¿Por qué lo imaginabas?
—Por el tono de voz que utilizas cuando pronuncias su nombre.
—¡Oh Frank! Perdóname, por favor.
Julia permanecía en el sofá sin dejar de llorar.
—Está noche lo mirabas de una forma —dijo con voz ronca—. Nunca me has mirado a mí así.
Se acercó a ella y le aferró con delicadeza la barbilla.
—Tienes razón, no tengo porque cuidar a mi mujer en ese aspecto. No tengo por qué perseguir su amor. Buena suerte cielo.
Julia fue incapaz de pronunciar palabra, se quedó sentada viendo a Frank dirigirse a la puerta sin añadir más. No pudo apartar la vista de la puerta, mientras digería todo lo que acababa de pasar. Lloró de nuevo al recordar el inicio de su relación y el tiempo transcurrido hasta que se comprometieron. No podía negarlo, era una relación cómoda, sin altibajos, nunca sintió amenazado su corazón, por eso siguió adelante con todo. Pero aun así lo quería y se sentía mal por todo. No fue sino aparecer Nick en el panorama, para que su mundo quedara patas arriba, como siempre. Con un suspiro de desconcierto se dirigió a su habitación y mientras se ponía la pijama se sintió molesta con Nick ¿Qué derecho tenía de llegar como un tornado y acabar con todo? Y lo más importante del caso ¿Por qué le daba ella ese poder?