(publicado en Cartas para Claudia, 1982)
Había una vez un campesino gordo y feo
que se había enamorado (¿cómo no?)
de una princesa hermosa y rubia…
Un día, la princesa —vaya a saber por qué—,
le dio un beso al feo y gordo campesino…
y mágicamente éste se transformó
en un esbelto y apuesto príncipe
(por lo menos así lo veía ella…)
(por lo menos… así se sentía él.)