Por qué leer a Julio Cortázar

Julio Cortázar escribió hacia 1941 un artículo literario en el que dejó plasmada la que sería una de las más importantes características de su literatura. Dedicado a la figura del poeta francés simbolista Arthur Rimbaud, Cortázar destacó en Rimbaud la importancia que el poeta francés le había dedicado a la vida en medio de su poesía, en contraste con otro gran poeta francés, Stéphane Mallarmé, quien procuró siempre mantener a raya su vida propia con las búsquedas de su poesía. En el artículo Cortázar asumió plenamente que la literatura estaba destinada, en últimas, a cambiar la manera como miramos el mundo. Es decir que la literatura debía apuntar siempre, sin importar hasta dónde remontara en su creación, a la aplicación en la vida misma: a cambiarla. Ya sea a partir de sus cuentos fantásticos, en que el uso del realismo nos hace creer que al cerrar el libro nos sucederá sin contemplaciones ese desenlace fantástico que acabamos de leer; o a través de sus novelas, en que desafía una supuesta estructura formal literaria, y atenta (porque no hay otra manera de decirlo) contra lo establecido y el orden literario del momento, la propuesta siempre es la misma: cambiar nuestro punto de vista respecto a lo que nos rodea, sea esto personas, lugares u objetos.

La literatura fue su más alto estandarte en el momento de llevar a cabo esta lucha por el cambio de realidad. Ya sea en su copiosa correspondencia, en sus inagotables cuentos o en sus pocas novelas, el estilo literario de Cortázar siempre nos sorprende con esos personajes que viven en un mundo como el nuestro, a nuestro propio nivel y con nuestras mismas preocupaciones. Pero lo que ocurre (y es una de las maestrías de Cortázar) es que mientras que nosotros intentamos en un mundo de corte racional buscarles una solución racional, los personajes incurren en situaciones fantásticas que los sacan de sus mundos acartonados, lógicos y cotidianos para introducirlos en uno absolutamente distinto, donde las cosas se desenlazan de manera inesperada y fantástica. Como ocurre con la buena literatura fantástica, invita a que busquemos en nuestra vida esos destellos de lo fantástico que nos puedan acercar a los personajes de los que leemos. La literatura de Cortázar se mete en la vida: la cambia y la transforma buscando anular esa supuesta frontera entre literatura y realidad.

Cortázar siempre consideró el mundo fantástico con la misma seriedad y racionalidad que el suyo real, el del día a día. Eso es precisamente lo que hacen sus obras y sus personajes: invitar a ver nuestra propia realidad de una manera distinta. De estar atentos a lo inesperado, el mundo puede resultar, como en los cuentos de Cortázar que invitan a pensarlo, un lugar fantástico.