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Pasiones humanas

San Francisco de Asís (1181-1226) fue el primer hombre que sufrió un estigma de Cristo. En la fiesta de la Asunción de 1224, el fundador de la Orden de los Frailes Menores, se retiró a rezar en una pequeña celda situada en el Monte Alvernia, uno de sus lugares preferidos por su aislamiento y por las condiciones tan favorables que reunía para la oración y la contemplación. El 17 de septiembre san Francisco recibió los estigmas de la Pasión de Cristo. El santo trató de ocultarlos pues los tenía impregnados en diversas partes del cuerpo. Por eso siempre escondía sus manos en las mangas del hábito y comenzó a utilizar zapatos. San Francisco se fue enamorando de la santa pobreza y después de la fiesta de San Miguel regresó al valle, marcado por los estigmas de la pasión al tiempo que curaba a los enfermos que se encontraba por el camino. Antes de partir, había compuesto el Himno de alabanza al Altísimo.

La célebre fotografía Muerte de un miliciano (Death of a Loyalist Soldier) tomada por Robert Capa con su Leica III durante la guerra civil española y publicada por la revista francesa Vu se convirtió desde ese momento en la mejor fotografía de guerra de la historia. Pero esa magnífica instantánea encerraba un secreto: en realidad, la fotografía fue un posado del miliciano protagonista. El montaje se descubrió en 1996 al conocerse la identidad del fotografiado. Se trataba de Federico Borrell García, un joven de 25 años natural de Alcoy y molinero de profesión que luchaba en la Columna Alcoyana en el bando de la República. La controvertida fotografía fue tomada el 5 de septiembre de 1936, a las 5 de la tarde. Capa había acordado con un grupo de milicianos realizar algunas fotografías en las inmediaciones de Cerro Muriano, una localidad a unos 15 kilómetros de Córdoba. La fotografía se publicó en la revista francesa Vu y desde ese momento se ha considerado la mejor fotografía de guerra.

La homosexualidad fue combatida vehementemente por Flavius Petrus Sabbatius Justinianus, conocido como Justiniano I el Grande (482-565). Emperador bizantino desde el año 527 logró revitalizar el imperio de Occidente con el apoyo de su ambiciosa mujer, la emperatriz Teodora. En el año 533 promulgó una ley en la que condenaba cualquier tipo de acto homosexual y a partir del 559 castigó a los homosexuales con la castración. Para alguno de sus contemporáneos, como el historiador Procopio de Cesárea, la realidad de aquella ley escondía otros propósitos, como eliminar a todos aquellos que le hicieran sombra o se oponían a su forma de gobernar.

En la poderosa ciudad estado de Esparta, situada en la península del Peloponeso, una de los poleis más destacadas junto a Tebas y Atenas, el adulterio se entendía de una manera muy liberal. Los espartanos podían elegir libremente a sus mujeres, pero si esta no reunía las condiciones exigidas por el amante debía pagar una multa. A las mujeres también se les permitía el adulterio siempre que se reuniera una condición: que el amante fuese más alto y fuerte que el marido. La explicación es muy sencilla. A las mujeres se les permita escoger al esposo por su fortaleza y por sus habilidades para la lucha, gracias a ello entre la belleza femenina y la robustez masculina se engendraba una raza superior de hombres y mujeres que sirvieran a la patria.

Poggio Bracciolini (1380-1459) fue uno de los grandes humanistas italianos, traductor de textos clásicos y latinista convencido. El papa Bonifacio IX lo convirtió en su secretario apostólico. En 1453 fue nombrado canciller de Florencia bajo el manto protector de la familia Medici. Ocupando tan elevado cargo generó una gran polémica en la ciudad de Venecia cuando se enzarzó en una inútil disquisición sobre el tamaño de los miembros masculinos de los florentinos y los venecianos. Su estudio fue concluyente: «Sin duda alguna, los mejor dotados son los venecianos, puesto que su miembro viril tiene tal longitud que cubre enormes distancias. ¿Qué explicación tiene si no que, cuando permanecen varios años a cientos de millas de su hogar por sus viajes por mar, a su regreso sean padres de dos y hasta tres criaturas?».

Tras el periodo de terror que vivió Inglaterra bajo el mandato de Oliver Cromwell que había ejecutado al rey Carlos I, la muerte del republicano supuso el retorno del país a la monarquía. Carlos II pudo sentarse en el trono. Fue un rey muy activo y en lo político y… en lo sexual. Dejó una gran herencia a Inglaterra, 14 hijos bastardos de una gran cantidad de amantes, la mayoría esposas de los hombres más poderosos del reino. Y como gratificación por los servicios prestados a la corona las amantes y sus hijos recibieron ducados y condados. La peluca que lucía el rey tenía una particularidad: había sido confeccionada con el vello púbico de sus amantes.

Iván el terrible (1530-1584), zar de Rusia, se casó siete veces. El primer matrimonio tuvo lugar en 1547. La afortunada fue Anastasia Románova-Zajárina, con la que tuvo tres hijos. A continuación vinieron la noble circasiana María Temriúkovna que le dio otro hijo y murió envenenada; Marfa Vasílyevna Sobákina, fallecida 16 días después de celebrada la boda; la plebeya Ana Ivánovna Koltóvskaya, encerrada en un convento un año y medio después de la boda; la plebeya Ana Grigórievna Vasílchikova, que corrió la misma suerte; Vasilisa Meléntieva, también encerrada en un convento después de que su amante fuera empalado tras descubrirse el adulterio de la zarina; María Dolgorúkaya, ahogada por el propio zar al día siguiente de la boda al descubrirse que no era virgen; y la plebeya María Fiódorovna Nagoya, que le dio otro hijo. Para elegir a su primera esposa el zar ordenó a los nobles de su vasto imperio que enviasen a palacio a sus hijas en edad de merecer. No obedecer implicaba la condena a muerte. Más de mil hijas casaderas llegaron a Moscú. Se distribuyeron todas en cien grandes estancias. El rey las inspeccionó una a una y a medida que las iba descartando tuvo la gentileza de obsequiarles con un pañuelo bordado en oro y gemas. Igual sistema se aplicó con Marfa Vasílyevna, quien murió de tristeza y pavor a las dos semanas de matrimoniar con el sádico zar. Iván el Terrible no pudo consumar el matrimonio. Con la cuarta esposa, el despótico gobernante se encontró con la oposición de la Iglesia. Los clérigos que custodiaban la catedral le impidieron la entrada, pues en Rusia estaba prohibido contraer más de tres matrimonios. El zar tuvo que seguir la ceremonia desde la entrada. De ahí que en la catedral de Rusia exista el llamado Porche del zar Iván.

La salud de Alfonso XII era muy delicada y antes de acceder al trono padecía de tuberculosis, situación que al monarca le aturdía sobremanera. El 25 de noviembre de 1885 el rey fallecía en el Palacio de El Pardo a los pocos días de haber cumplido los veintiocho años. Cuando no había concluido todavía el luto una noticia sobresaltaba a la sociedad española. El rey había asegurado la vida un año antes y lo había hecho por una nada desdeñable cifra. Gracias a la previsión real, sus herederos se llevaron una gran «alegría». El rey había acordado recibir 100 000 pesetas a los veinte años de la firma de la póliza o, en caso de deceso, al momento de su muerte. Como el asegurado había fallecido antes de que concluyese el acuerdo firmado, la Intendencia de la Casa Real recibió en un breve espacio de tiempo el dinero acordado.

A los 19 años Virginia Oldoni, una joven hermosa, llegó a París en busca de un futuro. Se sabía una mujer guapa y elegante y se labró su futuro acostándose con los hombres más poderosos del momento. Todas la consideran hermosísima pero el marqués de Gallifet puso en duda esta aseveración y ella le invitó a pasar una velada en su mansión parisina. Cuando el marqués acudió a la cita, Virginia le esperaba sensual y desnuda tumbada en la chaise longue que empleaba para seducir a sus amantes. Desde entonces el noble Gallifet sucumbió a sus encantos. La Oldoni había matrimoniado con el conde de Castiglioni. En cierta ocasión le encargaron que sedujera al emperador Napoleón III. Era importante obtener información sobre sus intenciones de atacar Italia, su país de origen. Logró seducir al emperador y desde ese momento se la conoció como la mujer del sexo de oro imperial. Este apodo no le sirvió de mucho. Murió sola y en la más absoluta pobreza.

Luis XIV de Francia era un hombre de costumbres curiosas. Siguiendo las recomendaciones de su médico personal Teofrasto Renaudot (1586-1653), nombrado en 1613 a instancias del cardenal Richelieu, quien decía que «el baño, a no ser que sea por razones médicas o de una absoluta necesidad, no sólo es superfluo sino perjudicial», sólo se bañaba cuando estaba enamorado. Fallecido el rey, un médico de cámara escribió en el Journal de la Santé du Roi que a Luis XIV los baños le producían vértigos y dolores de cabeza. La higiene diaria del rey consistía en lavarse la cara por la mañana con un trozo de algodón que un sirviente impregnaba en alcohol y, en su ausencia, con unas gotas de saliva. Tan sucio era el rey que bajo su fastuosa peluca los piojos pululaban a sus anchas, motivo por el cual el monarca ordenó que le fabricasen una mano de marfil rematada por una mango de porcelana. Con ella podía aliviarse los picores que le producían tan molestos insectos neópteros. Todo hay que decirlo, las manos siempre las llevaba limpias porque por las mañanas y antes de cada comida se las lavaba con un paño impregnado en vino. Pero cuando Luis XIV deseaba conquistar a una amante, bañaba su rostro en un paño empapado de perfume al tiempo que se echaba unas gotas de agua de rosas sobre su noble vestimenta. El cambio de ropa interior no era tampoco muy habitual en el rey y ni siquiera en la corte. Pero para evitar olores se impregnaban de fuertes perfumes.

La trágica historia de amor de don Pedro de Portugal e Inés de Castro tuvo lugar en el convulso Portugal del siglo XIV. Se amaban intensamente. Doña Inés era la dama de compañía de doña Constanza Manuel, la esposa del príncipe heredero de Portugal. Cuando ésta falleció, don Pedro y doña Inés huyeron y el soberano luso, Alfonso IV, ordenó que en 1355 fuera asesinada. Cuando Pedro accedió al trono, obligó a las cortes de su país que la aceptaran como reina. Inés de Castro reinó después de muerta.

En 1947 la revista Meridiano Femenino, editada en Madrid, publicó la siguiente noticia: «Los hombres son seres verdaderamente extraños. Si afirma usted, por ejemplo, que en el firmamento hay 987 856 784 estrellas, lo creerán a pies juntillas, pero si pone usted en su puerta un letrero que diga «Cuidado. Recién pintado», todos lo tocarán con un dedo para asegurarse de que es cierto».

Sir Henry Morgan (1635-1688) fue un filibustero de origen galés al servicio de los intereses coloniales ingleses. Durante el siglo XVII se dedicó a asaltar los barcos españoles que partían de América con grandes cargamentos de oro, plata y otros productos para vender en la metrópoli. Lo hacía en connivencia con los gobernadores de Jamaica y Cuba. Morgan había llegado a Jaimaca porque su tío era gobernador general y enseguida fue nombrado jefe de milicia de Port Royal. Además de asaltar barcos en alta mar saqueó algunas ciudades españolas como Maracaibo, Panamá y Granada. El rey Carlos II le nombró caballero inglés. En Londres le acusaron de ser un pirata sin escrúpulos motivo por el cuál inició un juicio por libelo. El juez sentenció a su favor y el gobierno inglés le entregó como compensación una gratificación de 200 libras esterlinas.

El Taj Mahal, uno de los más bellos edificios del mundo, construido entre 1631 y 1654 en la ciudad de Agrá por el emperador Sha Vahan, de la dinastía mogol, en honor de su esposa Arjumand Babo Begur pudo haber sido demolida por los ingleses en 1830. Los británicos que residían en la India pensaron que el magnífico mármol con el que está construido el edificio tendría una gran salida en Inglaterra y decidieron demoler el templo. A unas pocas horas de iniciarse la demolición un telegrama llegado de Londres anunciaba que se paralizasen los trabajos. La subasta londinense había resultado un sonoro fracaso. El 7 de julio de 2007 fue elegido como una de las siete maravillas del mundo moderno.

Cuando el 19 de mayo de 1819 nació la reina Victoria de Inglaterra la corona inglesa se encontraba en el punto más bajo de su popularidad por la vida relajada de los miembros de la familia real. Hija del duque de Kent, cuarto en la línea de sucesión, y de la princesa María Luisa de Sajonia-Coburgo, Victoria se convirtió en heredera del trono de su abuelo Jorge III porque ninguno de los siete hijos y cinco hijas de éste tenía un hijo legítimo que pudiera sucederle. Victoria se convirtió en reina a la muerte de su tío Guillermo IV en 1837.

El mundo musulmán prohíbe expresamente la publicación de imágenes de Mahoma, su líder espiritual. Aunque en El Corán no se impide de manera explícita, una serie de hadiz, tradiciones complementarias a este, sí prohíben cualquier tipo de representación humana. Esta idea está muy arraigada entre los musulmanes sunníes que consideran que el dibujo de una figura humana fomenta la idolatría. Existen algunas excepciones ya que durante el Imperio Otomano la figura de Mahoma se representaba abiertamente. A lo largo de la historia del arte islámico, sin embargo, la imagen de Mahoma se ha representado en forma de llama o con el rostro cubierto por un velo.

Una de las ironías más grandes de la historia es que los dos países paradigma de la libertad individual, Reino Unido y Estados Unidos, se han convertido en los mejores ejemplos de estados que controlan los más mínimos detalles que afectan a la vida de cada ciudadano. No es de extrañar que en los países anglosajones se acuñe el término nanny State (el estado niñera), para describir a los gobiernos que controlan lo que beben, comen, inhalan, ven en televisión o con quién se acuestan sus ciudadanos. Según un estudio publicado en noviembre de 2006 por David Murakami-Wood, coautor del informe Red de Estudios sobre la Vigilancia, encargada por una agencia del gobierno británico, la sociedad inglesa es la más vigilada del mundo pues en el Reino Unido existen 4,2 millones de cámaras de circuito cerrado de televisión (CCTV), lo que equivale, aproximadamente, a una cámara cada catorce personas. Es decir, que Gran Bretaña tiene más cámaras CCTV y leyes menos rigurosas sobre protección de datos y de la intimidad que cualquier otro país. Las cámaras se localizan en edificios y medios de transporte, y filman de manera continua cualquier movimiento. El sistema de vigilancia al que se somete a la sociedad incluye asimismo bancos de datos comerciales y de ADN, y el seguimiento desde la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos de todo el tráfico de telecomunicaciones que circula por el Reino Unido. En Estados Unidos, la situación no es muy diferente y en algunos estados, como en el de Mississipi, existe una ley que prohíbe a las personas obesas acudir a establecimientos de comida rápida.

La fama de inoportuno y poco modesto acompañó a Luis XIV a lo largo de su vida y, en más de una ocasión, sus desatinados comentarios causaron algunos problemas al monarca francés, quien recibió el sobrenombre de «El Rey Sol». La más conocida de estas frases a destiempo la pronunció cuando siendo un niño de tres años fue llamado por su padre, Luis XIII de Borbón, conocido como el Justo, rey de Francia y de Navarra, hijo de Enrique IV de Francia y de María de Médicis, que agonizaba en su palacio de Saint-Germain-en-Laye, unos días antes de fallecer el 14 de mayo de 1643. El monarca estaba acompañado de su inseparable primer ministro, el cardenal Richelieu, quien había ejercido una notable influencia sobre el rey para enderezar la monarquía francesa sometiendo a los Grandes del reino y a los protestantes. El joven heredero Luis se acercó al lecho donde se hallaba su padre. Para no causar un gran impacto en el niño, Luis XIII incorporó ligeramente la cabeza, le tomó de la mano, trató de jugar con él y con voz queda le preguntó:

—Hijo, dime como te llamas.

A lo que el joven heredero, esbozando una sonrisa, respondió:

—Luis XIV, mi Señor.

Un silencio inundó, entonces, la habitación.

Madame Marie Curie, originariamente Marja Sklodowska (1867-1934) fue una química polaca nacionalizada francesa. En 1903 recibió el Premio Nobel de Física «en reconocimiento de los extraordinarios servicios rendidos en sus investigaciones conjuntas sobre los fenómenos de radiación descubierta por Henri Becquerel». En 1910 recibió el Premio Nobel de Química «en reconocimiento de sus servicios en el avance de la Química por el descubrimiento de los elementos radio y polonio, el aislamiento del radio y el estudio de la naturaleza y compuestos de este elemento». Curie fue la primera mujer en recibir dos premios Nobel. Pero la Academia Francesa no la aceptó. El motivo tan baladí como… ser mujer.

Los forúnculos de Karl Marx pudieron ser el origen del comunismo. Así lo afirma Sam Shuster, profesor de dermatología de la Universidad de East Anglia, quien en un artículo publicado en el año 2007 en el British Journal of Dermatology estudió los escritos y correspondencia de Karl Marx. Shuster llegó a la conclusión de que el dirigente comunista padeció de hidradenitis supurativa, una forma severa de acné que afecta a los folículos con glándulas apocrinas, localizadas en las axilas, la ingle, el perineo y las nalgas. Esta condición incapacita a las personas para trabajar y tienen un efecto directo muy negativo sobre su autoestima. En el artículo, Shuster escribió: «Además de reducir su capacidad para trabajar, lo que contribuyó a su deprimente pobreza, la hidradenitis redujo considerablemente su autoestima… Esto explica su desprecio a si mismo y su aislamiento, reacciones reflejadas por el aislamiento que Marx desarrolló en sus escritos». Como el fechado en 1867, en el que Marx escribió a Engels: «La burguesía recordará mis carbúnculos hasta el día de su muerte». Shuster recordaba en el texto que el marxismo es un sistema de creencias irracional, que se fundamenta en el odio de clases y en una concepción muy pobre de la figura del ser humano. Así, el marxismo como ideología pudo ser la consecuencia de la amargura de un hombre que se sentía despreciable por la cantidad de forúnculos y pústulas que cubrían su cuerpo.

A las 2:56:20 del 21 de julio de 1969 el comandante del Apolo 11, Neil Armstrong, pisaba la luna y pronunciaba su famosa frase: «Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad» («That’s one small step for a man, one giant leap for mankind», en inglés). A continuación mantuvo un contacto con el centro de control de la NASA y unos momentos más tarde redondeó su célebre frase con un «Buena suerte, señor Gorsky». En el centro de operaciones de la NASA todos quedaron sorprendidos pensando que Armstrong había saludado a un astronauta ruso. Intentaron localizar los nombres de los competidores soviéticos en la carrera espacial pero no encontraron ningún nombre que se le pareciera. Amstrong se mantuvo siempre en silencio sobre su enigmático saludo pero el 5 de julio de 1995 desveló en Tampa el secreto que había mantenido oculto durante casi tres décadas. Mientras jugaba a béisbol en el patio de su casa de Wapakoneta, en el estado de Ohio, la pelota fue a parar a la casa de los vecinos, el matrimonio formado por los señores Gorsky. Cuando se acercó oyó unas voces que salían de la habitación. La mujer gritaba a su marido. El joven Neil pudo escuchar: «¿Quieres sexo oral? ¡Tendrás sexo oral cuando el vecino se de un paseo por la luna!». El señor Gorsky había muerto hacía poco tiempo y Armstrong no sintió la necesidad de ocultar tan preciado secreto.

En 1875 la marquesa de Villaseca se quedó viuda de don Rafael Cabrera, marqués del mismo nombre, titular del marquesado. La ilustre dama era hija de los marqueses de Peñaflor, familia que se encontraba entre los nobles cercanos al rey Alfonso XII. Para que la dama pudiese tener por si sola un título nobiliario el rey le concedió el título de marquesa de Viana. Que comenzara con «V» no fue una casualidad. Ya que iba a recibir un título, para ahorrarse un nuevo ajuar y una nueva cubertería la dama le pidió al rey que al menos comenzase con la misma letra de su anterior título. Y, así, de Villaseca pasó a Viana.

El 14 de septiembre de 1879 Margaret Higgins Sanger trabajaba en el Coger East Side neoyorquino con personas sin recursos. Desde hacía tiempo se cuestionaba los problemas derivados de los embarazos no deseados en los habitantes de aquel barrio, la mayoría sin recursos económicos. Ese día decidió plantear la cuestión del control de natalidad. Se dio cuenta al analizarse a si misma. Era madre de once criaturas. En 1917 fundó su primera Clínica de Natalidad. Fue encerrada un mes en un manicomio.

Una mujer pasó toda su vida en el anonimato a pesar de haber sido la persona que más vidas salvó durante la Segunda Guerra Mundial. Se trata de Irena Sendler (1910-2008), enfermera polaca conocida como «El Angel del Gueto de Varsovia», que ayudó a huir a más de dos mil quinientos niños judíos poniendo en riesgo su vida y la de su organización. Al estallar la Guerra Mundial, Irena trabajaba como enfermera del Departamento de Bienestar Social de Varsovia y gracias a ello pudo organizar una extensa red de contactos con las que proporcionar una nueva identidad a los niños que sacaba del gueto. Nunca quiso que se le reconociera esta labor pues siempre consideró que podía haber hecho más.

Cristian X (1870-1947) era rey de los daneses cuando tuvo lugar la invasión nazi de Dinamarca. En su política expansionista, Hitler ordenó que se invadiera el país el 9 de abril de 1940, violando la neutralidad pretendida por el pequeño país nórdico. Para evitar que la población sufriera un derramamiento de sangre el rey aceptó rendirse a los nazis y Hitler en contraprestación accedió a que el país tuviese cierta autonomía política. Esta ambivalente situación permitió a miles de judíos salvarse de los campos de concentración nazis. Hitler había ordenado que todos los judíos daneses llevasen como identificación la estrella de David. Pero Cristian X exclamó: «En mi país, yo soy el primer judío». Y al día siguiente todos los ciudadanos de Dinamarca, con independencia de su religión y de sus creencias, se colocaron el brazalete en el brazo con la estrella identificadora del pueblo judío.

Jorge IV (1762-1830) fue rey del Reino Unido y de Hannover y duque de Brünswick-Luneburgo entre 1820 hasta su muerte. Debido a la grave enfermedad que padecía su padre, Jorge III, el príncipe ocupó la regencia desde 1811, el momento de máximo apogeo de las guerras napoleónicas en Europa. Napoleón intentó en varias ocasiones invadir Inglaterra y el rey Jorge III mantuvo con él una encarnizada lucha. Además de un buen gobernante, el monarca inglés era un seductor nato y después de cada conquista cortaba un mechón de pelo de su amante y lo guardaba en un sobre lacrado con el nombre de la dama seducida. El 8 de abril de 1795 había contraído matrimonio con su prima Carolina de Brünswich-Wolfenbüttel por la que no sentía gran estima. El 5 de mayo de 1821 Napoleón falleció en la isla de Santa Helena y el chambelán de la corte anunció el deceso al rey con estas palabras: «Majestad, ha muerto vuestro peor enemigo». El rey se levantó la silla donde se hallaba sentado y exclamó: «¿Qué le ha sucedido a mi mujer?».

A los 14 años, Wu Chao era una joven china, una más de las concubinas del emperador Kao-Tsung, que sentía por ella un amor especial. El emperador murió pero Wu Chao se convirtió con el tiempo en emperatriz de China. Desde el año 701 dedicó gran parte de su tiempo a fomentar las artes, a construir templos, fundar hospitales y dispensarios, reformar el sistema de gobierno e imponer nuevas costumbres en la corte. Una de estas costumbres satisfacía enormemente a la emperatriz. Aquellos que deseaban agasajarla lo tenían muy sencillo. Antes de entrar en la sala del trono, el visitante debía lavarse la lengua y realizarle un cunnilingulis. Le hicieron miles de ellos hasta su fallecimiento a los 70 años.

El Síndrome de Estocolmo recibe este nombre desde que los rehenes de una sucursal bancaria del banco sueco Freditbanken fueron secuestrados los días 23 a 28 de agosto de 1973. Cuando la policía logró liberar a los rehenes éstos se pusieron de lado de los secuestradores, impidiendo más tarde que el proceso legal siguiera su curso normal. Una de las mujeres secuestradas llegó, incluso, a convertirse en la novia de uno de sus captores.

El emperador chino Yung-lo (1360-1424), tercero de la dinastía Ming, era un hombre violento y excéntrico que tenía atemorizada a la corte. En cierta ocasión partió de Pekín, la ciudad que había convertido en capital de su vasto imperio en 1421, para ir a la guerra contra los mongoles a los que derrotó en varias batallas. Ordenó a Kang Ping, su general de confianza, que se quedara al cuidado de su extenso y bien dotado harén. El general que conocía perfectamente los cambios de humor de su emperador temió que a su regreso Yung-lo le acusará de haber seducido a alguna de sus mujeres. Para evitarlo tomó una decisión drástica. Se cortó el pene, lo colocó en una cajita de madera y bambú y lo introdujo entre las pertenencias del emperador. Al regresar a la capital, Yung-lo llamó a Ping y, como éste esperaba, le acusó de haber tratado de seducir a sus concubinas. Ping pudo demostrar su inocencia y el emperador le nombró general de su ejército de eunucos. La fidelidad tuvo una alta recompensa.

En 1806 se publica en Francia el Catecismo imperial en el que los misterios de Cristo y los sacramentos pasan a un segundo término ante la importancia que se daba a la moral. Este catecismo regulaba las relaciones entre la Iglesia y el Estado. La idea de Napoleón era culturizar a todos los jóvenes de los pueblos que sometía. Veamos una sola pregunta y su respuesta:

—«¿Qué deberes tienen los cristianos para con los príncipes que les gobiernan, y cuáles son especialmente los que tenemos para con Napoleón, nuestro emperador?».

—«Los cristianos deben a sus príncipes, y nosotros debemos especialmente a Napoleón I, nuestro emperador, amor, obediencia, respeto, fidelidad, servicio militar y las contribuciones que impongan para conservar y defender el imperio y su trono. Debésmosle también fervientes oraciones por sus bienestar y por la salud temporal y eterna de sus Estados».

En los primeros años del reinado de Luis XVI (1754-1793), el monarca francés guillotinado después de la Revolución francesa, se introdujo una moda. Los vestidos en la corte debían tener un color pardo cercano al morado. Se le denominó «color de pulga». Los sastres que abastecían a la nobleza tenían un amplio catálogo de colores: pulga pálido, pulga joven, pulga vieja, vientre de pulga, cabeza de pulga, pulga calenturienta… María Antonieta, por su parte, introdujo la moda de los amarillos, color muy acorde con el tono de su peluca, rubio pálido. En los últimos años de la monarquía, antes de que a los reyes les cortaran la cabeza, el color amarillento de la reina se sustituyó por otro más agamuzado, de tonos oscuros. Recibió un nombre escatológico: «cacaDauphin», aunque había quien le llamaba «merde d’oie».

La extravagancia en la moda no es exclusiva de los diseñadores del siglo XXI. A tal extremo llegó en el siglo XVIII que en la Inglaterra de la Restauración las damas podían escoger entre un amplio catálogo de colores para adornar sus elegantes trajes. Entre los menos extraños destacan «ratón asustado», «araña meditando su crimen» o «sapo amoroso».

El 29 de mayo de 1953, el día de la coronación de Isabel II como reina de Inglaterra, el neozelandés Edmund Hillary y el sherpa nepalí Norgay Tenzing alcanzaban a las 11:30 horas la cima del Everest (8848 metros) por la vía sur. Al llegar a la cumbre de la montaña más alta del mundo Hillary pronunció estas palabras: «¿Has visto, George? Hemos derrotado a este bastardo». Esta frase no se la dirigió a su acompañante en la gran hazaña de la historia del montañismo, sino a George Mallory, el alpinista inglés desaparecido en 1924 en lo alto del Everest, sin saberse si fue él quien había pisado por primera la cima del fastuoso monte del Himalaya. Pese a que Hillary y Tenzing se llevaron la gloria ésta estaba destinada inicialmente a dos hombres que unas horas antes se habían quedado a cien metros de la cumbre. El coronel John Hunt, barón de Llanfair Waterdine, responsable de la expedición británica de nueve alpinistas, había decidido que el primer asalto a la cumbre lo realizaría la pareja de británicos integrada por Tom Bourdillon y Charles Evans con aparatos de respiración de circuito cerrado, a diferencia de Hillary y Tensing que lo hicieron con un equipo de circuito abierto. Cuando estaban a punto de alcanzar la gloria Bourdillon y Evans se encontraron con que sus pesados aparatos de oxigeno fallaron a unos metros de la cumbre. Tuvieron que retornar al campo base. Al día siguiente, Hunt ordenó realizar un segundo intento. Hillary, un kiwi, y Tensing, un nepalí, se llevaron la gloria y la distinción de caballeros del Imperio británico.

En octubre de 1940 Himmler llega a San Sebastián desde Francia para iniciar un periplo por España que le llevará a visitar Burgos, Madrid, Toledo y Barcelona. La visita tenía dos fines: ajustar algunas cuestiones relativas a la reunión que Hitler y Franco mantenían en Hendaya y visitar el monasterio benedictino de Montserrat, donde los monjes trataron de ignorarle. Himmler, que pertenecía a la ocultista y esotérica Sociedad Thule, iba acompañado de un séquito de 25 oficiales de las SS dirigidos por el capitán Günter Alquen y el general Karl Wolf, jefe de su Estado Mayor, uno de los impulsores del esoterismo nazi. Himmler, que llegó a la montaña sagrada el 23 de octubre, estaba convencido que el monasterio mariano catalán era el mítico Montsalvat de Parsifal y que en él se encontraba oculto el Santo Grial. Cuando llegó a las puertas del monasterio portaba consigo el libro La corte de Lucifer, una guía esotérica que se distribuía entre los altos cargos de las SS.

Tan desapegado estuvo Amadeo de Saboya, el rey accidental de los españoles, durante su breve reinado (1871-1873) que en lugar de gobernar se dedicó al arte amatorio. En los dos años que estuvo en España mantuvo relaciones con la hija de Mariano José de Larra, con la hija de un rico hacendado italiano afincado en Reus, una cantante de fados en un local de bajos fondos de Madrid, la camarera mayor de su esposa, una rubia inglesa a quién conoció en una fiesta de la corte y una aristócrata rusa de visita en España.

La afición de Isabel II a las joyas y a las coronas bien ornamentadas es conocida por los súbditos del Reino Unido. En 1953, el día de su coronación, sucediendo a su padre Jorge VI y dando continuidad a la dinastía Windsor, la reina utilizó tres diferentes coronas. En el camino hacia la Abadía de Westminster su regia cabeza portaba la diadema circular de diamantes heredada de la reina Victoria; durante el acto de coronación empleó la corona de San Eduardo, la fastuosa corona del Estado Imperial, una de las grandes joyas de la corona inglesa, utilizada solo en las grandes ocasiones. En el centro de la cruz pateé lleva un rubí regalado al príncipe Negro por Pedro I de Castilla, conocido como el Cruel. En el centro de la cruz de diamantes hay un zafiro, llamado de San Eduardo, que el santo monarca lucía en un anillo y fue quitado de su tumba para incorporarlo a la corona. Y bajo el rubí del príncipe Negro se observa otro diamante, conocido como segunda estrella de África. Se trata de una piedra cuadrada de 317,50 quilates. Esta corona representa la tradición, el peso y la fuerza del Imperio británico. Finalmente, al salir de la Abadía para dirigirse hasta el palacio de Buckingham lució una corona de arcos de plata y orlas de armiño.

En el año 2007 mientras la fotógrafa Anne Leibovitz le realizaba una sesión de fotografías con motivo de su visita oficial a Estados Unidos, la reina montó en cólera. La fotógrafa le había sugerido hacer una fotografía sin la corona ya que el vestido oficial con su capa era ya muy contundente, en lugar de decir más informal utilizó el término «menos elegante». «¿Menos elegante?», exclamó al reina y prosiguió: «¿Quién se cree que es usted? No pienso cambiar nada, ya he hecho suficiente con vestirme así». La discusión fue grabada por las cámaras de la BBC que las emitió en un documental. Pese al enfado y que la reina había abandonado la estancia, la sesión de fotografías prosiguió pero con la reina mirando desde el balcón de palacio… y con la corona puesta.

Poon Lin (1918-1991), marino chino, ha pasado a la historia por haber sobrevivido a un naufragio de cinco meses. Durante la Segunda Guerra Mundial, Lin era tripulante en el barco mercante SS Ben Lomond que realizaba el trayecto entre Cape Town y la Guayana holandesa. El 23 de noviembre de 1942 su barco fue torpedeado por el acorazado alemán U.172 a 750 millas del Amazonas. Lin fue el único superviviente. Durante unas horas nadó desesperado en la soledad del océano hasta que milagrosamente pudo subirse a una balsa repleta de provisiones que le permitieron sobrevivir durante cinco meses, racionalizando la comida y combinándola con pescados crudos, gaviotas y el agua de la lluvia, que recogía gracias a las latas de conserva vacías. El 5 de abril de 1943 fue rescatado por un pesquero brasileño frente a las costas de Salinópolis. Lin reconoció que pudo haber sido salvado en varias ocasiones. La reina le concedió la medalla del Imperio Británico.

Alfonso XIII, como muchos de los últimos Borbones, era un hombre poco interesado en el arte. No manifestaba pasión alguna ni por la literatura, el arte, la pintura o la música. Sus tres principales pasiones fueron los caballos, los automóviles y coleccionar películas pornográficas.

Lo que mal empieza mal acaba. El 1 de noviembre de 1894, tras la muerte de su padre, el zar Alejandro III, a consecuencia de una nefritis, fue coronado su hijo Nicolás II. El nuevo zar era un hombre débil, ingenuo, sin formación política e ignorante de la realidad de su país y de las funciones de gobierno. El día de su coronación una multitud se congregó en Moscú para recibir un obsequio en nombre de su nuevo zar. En un momento determinado se hizo creer a los presentes que no habría regalos suficientes para atender a tanta gente y los allí congregados provocaron una avalancha sobre los puestos donde se repartían los obsequios del zar provocando cientos de heridos y varias decenas de muertos, entre ellos mujeres y niños. Lo que mal empieza mal acaba. El zar y su familia fueron asesinados por los revolucionarios bolcheviques el 17 de julio de 1918.

El rey Carol II de Rumania (1893-1953) fue un hombre amante de la vida alegre. A lo largo de su vida tuvo muchas historias amorosas con mujeres de toda condición. Sus coetáneos le acusaron de corrupto, libidinoso y obsesionado por el sexo. Y razón no le debía faltar por el excesivo tamaño de su miembro real. El rey rumano ostenta el récord de pene más grande entre todos los monarcas europeos. Tanto es así que se vio obligado a utilizar el mismo aparato que empleaba Fernando VII para mantener relaciones sexuales con su esposa y sus amantes, un almohadilla circular con un agujero central que facilitaba la penetración sin dañar a la amante. En el caso de Carol II la situación era más complicada, pues alguna de sus amantes se vio obligada a operarse para evitar los desgarros cuando el rey decidía actuar.

En Las Siete Partidas, así como en gran parte de su obra jurídica, Alfonso X el Sabio recopiló una amplia jurisdicción sobre la condición femenina. Además, en alguna de sus cantigas profanas y en Las Cantigas de Santa María, el rey poeta dibujo a la perfección el mundo de las mujeres. Pero en la vida real no respetó ninguno de los códigos que defendía en su vasta obra como, por ejemplo, el castigo a los adúlteros. Durante su vida, el Rey Sabio se entregó con gran fruición a los placeres terrenales y disfrutó de la vida como lo haría cualquier rey medieval. Alfonso tuvo muchas amantes, mujeres de diversa condición y con tres de ellas nacieron varios hijos de su vasta prole. Pero de quien más enamorado estuvo fue de doña Mayor Guillén de Guzmán, hija del adelantado mayor de Andalucía, que la daría un hijo. Mayor era la amante del rey mientras estaba casado con Violante de Aragón, madre de once de sus hijos naturales.

Uno de los mayores disfrutes en la vida personal de Fernando VII era acudir regularmente los burdeles de la Villa y Corte con el fin de acostarse con jóvenes vírgenes que le proporcionaba una madame conocida como Pepa la malagueña. Y en cierta ocasión, el monarca confesó a su amigo y confidente el duque de Aragón: «Salen de mi alcoba seguras de que ningún hombre podrá darles el goce que han tenido conmigo». Y añadiría: «¿Y sabes lo que más me gusta después del placer de poseerlas?, pues coleccionar los trapos en los que han dejado la prueba de su doncellez».

El reinado de Felipe IV (1605-1665), conocido como el Rey Planeta, fue el más largo de la casa de los Habsburgo y el segundo más largo de la historia de España con 44 años y 170 días. Tantos años dieron mucho de sí. Como se trataba de un monarca libertino y voluptuoso y con una vida absolutamente disoluta dejó para la historia una amplia nómina de hijos bastardos casi tantos como años reinó en España: 32 según las crónicas oficiales, 40 las no oficiales.

Aunque la gloria del descubrimiento de América se la llevó Cristóbal Colón, quien primero avistó el continente americano el 12 de octubre de 1492 desde el palo mayor de la carabela La Pinta fue el marino y militar natural de Los Molinos (Sevilla) Juan Rodrigo Bermejo, conocido como Rodrigo de Triana. Creyendo que había descubierto Cipango (Japón), Colón se apropió del merecido reconocimiento, lo que le impidió a Rodrigo percibir la recompensa de 10 000 maravedíes prometida por los Reyes Católicos. Colón le había prometido al marino entregarle un premio, promesa que el almirante incumplió al regresar a España. Desilusionado, estuvo un tiempo sin navegar hasta que en 1525 en una expedición comandada por García Jofre de Loaisa, con destino al sur del Pacífico, perdió la vida en las islas Malucas.

Canberra, la capital de Australia, se construyó en 1913 con la única finalidad de poner fin a la rivalidad entre dos ciudades enfrentadas desde la fundación del país: Sydney y Merlbourne. Dista de la primera 300 km. y de la segunda 650 km. Se organizó un concurso público internacional en 1908 para diseñar una ciudad moderna. Es uno de los pocos casos junto con Brasilia, capital de Brasil, en la historia que se levantó una ciudad de una sola vez partiendo de cero. El proyecto lo realizó un arquitecto norteamericano, Walter Burley Griffin basándose en el concepto ciudad jardín. Por eso se conoce a la ciudad como capital del arbusto, por las grandes áreas con vegetación natural.

En 1482 María de Borgoña falleció en Brujas. Era la esposa del emperador del Sacro Imperio Romano, Maximiliano I, y madre de Felipe el Hermoso esposo de Juana la loca. La muerte le sobrevino al caerse de un caballo mientras participaba en una cacería junto a su esposo en los predios del rey Luix XII de Francia, el anfitrión aquel día. Compungido por la muerte de su esposa, el monarca francés le ofreció entonces al emperador germánico sus mejores halcones. Mientras regresaba a sus territorios olvidó enseguida la muerte de doña María. La pena desapareció después de participar en más de treinta cacerías en las que los halcones se hicieron con un importante botín de garzas, perdices, patos y codornices. ¿Tienen los reyes sentimientos?

Tras la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, una de las consecuencias que más afectaron en la vida social del Imperio del Sol Naciente fue el prohibir el funcionamiento de las okiyas, las casas utilizadas para la formación de las geishas. A partir de 1946 estas cortesanas de lujo perdieron la finalidad que habían adquirido desde comienzos del siglo XVII en la sociedad feudal de los shogunes.

Felipe de Anjou, conocido en España como Felipe V (1683-1746), nacido en Versalles, se convirtió en rey de los españoles desde el 15 de noviembre de 1700 hasta su muerte reinando durante 45 años y 21 días, el reinado más largo de nuestra historia con el breve intermedio del reinado de su hijo Luis I en 1723. Rey aplicado, tenía por costumbre el coito diario. Los días que la jornada era muy intensa organizaba cenas lúdicas que terminaban por convertirse en verdaderas fiestas nocturnas.

Las excelencias de la vida de Alejandro Magno, tal y como se conocen hoy en día, son un logro personal del mismo finado. El caudillo macedonio consiguió que los logros cosechados durante su vida fuesen transmitidos tal y como a él le interesaba que llegaran a la posterioridad. Así, a medida que han ido avanzando los siglos ha quedado de él la imagen de un monarca ideal, modelo para los reyes de Oriente y Occidente. De personalidad compleja, Alejandro supo explotar muy bien los resortes de la literatura, las artes y la iconografía dejando sólo aquello que pudiera exaltar sus gestas.