32. Sueños de romance
Era primera hora de la mañana, y Debby apareció sonriente en la habitación de Náyade.
—¿Nerviosa por tu primer día de clase?
—En realidad estoy más nerviosa porque Andrew me ha dicho que comerá conmigo hoy. Será nuestra primera cita oficial, a la luz del día y rodeados de gente para que Joshua no proteste.
Debby rio y comentó:
—¿Significa eso que mi compañera de clase estará en las nubes toda la mañana?
—Algo así. ¿Me ayudas a elegir algo bonito?
—Por supuesto. Por cierto, Huck estudia lo mismo con nosotras, así que nos acompañará.
Al oír su nombre, Náyade torció el gesto. Huck no había bajado a la zona común la noche anterior, se sentía sin fuerzas para hablar con nadie. Con voz preocupada preguntó:
—¿Ha hablado con su padre?
—No está preparado para ello. Huck a veces es un poco como una ostra, no le gusta abrirse a los demás. Y está muy avergonzado por lo que pensó, también respecto a ti. Te lo explico por si adviertes que se comporta extraño o parece más atormentado que de costumbre.
Náyade sonrió y recalcó:
—Que no me guste lo que hizo no quiere decir que no valore que se preocupara por mí. Siempre ha sido bueno conmigo, sobre todo cuando murieron mis padres. Le quiero como a un hermano. No tiene por qué sentirse incómodo conmigo. Además, quiero proponerle algo.
Debby la interrogó con la mirada y ella añadió:
—Esta tarde, después de las clases, quiero que vayamos juntos al castillo del Círculo de las sombras.
—¿Cómo?
—Piénsalo bien. Su padre debe estar destrozado y Huck se siente culpable. Sé que no resolverán sus problemas en esa visita, pero al menos quiero que esto no les separe.
—Me parece bien que Huck vaya, pero no creo que sea una buena idea que vayas tú, me dijiste que apenas habías comenzado a olvidar el castillo.
—Así es, pero si estoy yo allí el señor Rogers aceptará mejor que la disculpa de Huck es sincera —insistió Náyade.
—Tiene sentido, pero sigo sin entender por qué eres tan amable con él después de que te encerrara…
—Soy una bruja sanadora, no puedo odiar y debo perdonar. Además, el señor Rogers puede cambiar, todos podemos…
—¿De verdad crees eso? Porque por lo que me han dicho, no es solo conmigo, se ha peleado con toda la Hermanad.
Náyade la miró, sabiendo que necesitaba hacerle comprender. Con voz baja comentó:
—Mis padres eran amigos de él, en su juventud. Y ellos eran grandes personas, así que supongo que el señor Rogers también lo fue alguna vez. Quizás solo es que no lo recuerda.
Debby la miró y sonriendo le dijo:
—Cada vez que hablo contigo es como si fueras mucho mayor que yo, en realidad, que todos nosotros.
Náyade torció el gesto y Debby se apresuró a decir:
—Es un cumplido. Tú ves lo que los demás no vemos, y podremos aprender mucho de ti.
Espontáneamente, Náyade la abrazó. Debby le devolvió el gesto, emocionada. Sabía que lo había pasado muy mal en casa de sus tíos, privada de cariño, y le resultaba un honor que ahora lo buscara en ella, en su amistad. Le dio un cálido beso en la mejilla y le dijo:
—Convenceré a Huck de que vaya contigo al castillo. Y ahora, vistámonos o llegaremos tarde. Por suerte para nosotras, tu hermano se levanta al alba, así que tendrá todo preparado.
—Oh, no, ¿significa eso que volverá a darme la lista de todo lo que no debo hacer con Andrew?
Debby rio y comentó:
—Tranquila, ya le haremos cambiar de tema. Consiste básicamente en que Eleanor diga alguna ironía, Chris se la conteste y así pasen el rato mientras los demás nos reímos. De ese modo estás salvada, aunque no puedo prometerte nada para la cena, preveo grandes preguntas sobre tu cita…
—De eso me he encargado yo, le pedí a Carl que tuviera una cita con mi hermano esta noche, así que con un poco de suerte no nos cruzaremos hasta mañana —contestó Náyade con una sonrisa pícara.
Debby la miró admirada y le dijo:
—Para ser una tranquila bruja sanadora puedes ser muy ingeniosa.
—Es la primera vez que voy a salir con un chico y tengo una lista enorme de prohibiciones. Imagínate si eso lo combino con una visita al castillo del Círculo de las sombras y un interrogatorio de tercer grado sobre mi novio por parte de mi hermano. Es demasiado para un primer día de Universidad. ¿No crees?
—En eso no puedo estar más de acuerdo. Vamos, te ayudaré a peinarte.
Mientras lo hacía, Náyade preguntó:
—¿Tienes alguna amiga en clase? No me gustaría ser una molestia.
—Para empezar, tú nunca serías una molestia. Además, como te dije, las chicas humanas se mantienen alejadas de nosotros en general y de mí en particular.
—Porque quieren quitarte a Huck… —Adivinó Náyade esbozando una sonrisa traviesa.
—Algo así. Supongo que es el precio que debo pagar por salir con un chico tan guapo. Y, por cierto, hazte a la idea por si sucede lo mismo con Andrew, él también lo es.
—¿Le has visto con alguna chica? —preguntó Náyade, curiosa.
—No, ahora que lo pienso. Siempre está con Carl, así que si te soy sincera creí que también era gay.
—Sí, eso pensé yo también cuando me dijo que no llevaba nunca a chicas a su habitación. Pero me ha quedado claro que no lo es…
Mientras lo decía, Náyade se sonrojó y Debby le soltó el cabello mientras le decía:
—Sobre eso e independientemente de las normas que te ha puesto tu hermano… ¿Me dirás si quieres hablar algún día de ti y de Andrew?
—¿Te refieres al sexo? —le preguntó Náyade directamente.
Debby sonrió algo ruborizada y contestó:
—Me refiero a cualquier cosa que te preocupe sobre el tema. Cuando comencé a salir con Huck estaba hecha un mar de dudas, y necesité a Lucy y a Eleanor para aclararme. Ellas estuvieron para mí, y solo quería que supieras que yo estoy para ti, cuando quieras.
—Eso suena perfecto.
Y, en silencio, terminaron de prepararse para ir a clase.