38. Sueños de sanación
Una lluvia incesante caía sobre el tejado de la Hermandad de la Luz. Sentados en el desván, todos observaban a Náyade que, algo nerviosa, les había convocado. Tenía a su lado a Andrew, que le daba fuerzas sosteniéndole la mano. Ella comenzó a explicar:
—Sé que todos sabéis que el motivo por el que me encerraron en el castillo del Círculo de las sombras fue porque me acusaron de resucitar a un animal muerto. Pero, con el tiempo, he reflexionado sobre ello y sé que no practiqué ningún tipo de magia negra, no buscaba comunicarme con el espíritu del animal, ni mucho menos resucitarle para algún uso maléfico.
—Eso ya lo sabemos. Jamás hemos pensado que hicieras magia negra —se apresuró a decir Huck.
—Gracias, pero no me refería a eso. Creo que el animal no estaba muerto, solo perdido en la oscuridad. Y yo le devolví a la luz, antes de que muriera. Por eso mis poderes de sanación son mayores…
—Porque distingues la luz de la oscuridad como nadie ha hecho antes… —Comprendió Joshua.
—Lo que explicaría por qué no salen conjuros de magia blanca de ese estilo —comentó Lucy, comprendiendo también.
—¿Y cómo va a servir eso a Debby? Ella no está…
Las palabras de Huck se quedaron en el aire, incapaz de pronunciar la palabra.
—Creo que mi poder no tiene nada que ver con la vida o la muerte, sino con la luz y la oscuridad que haya en las personas. El animal que salvé tenía muchísima luz en su interior, por eso en contacto con mis manos no fue arrebatado por la oscuridad.
—Entonces, ¿podrías quitarme lo que sea que hay maligno en mí?
Náyade asintió lentamente con la cabeza, pero insistió:
—Es lo único que se me ocurre que pueda funcionar. En realidad, tengo el presentimiento de que puede hacerlo, aunque no puedo saber si hay riesgos. El animal que salvé no tuvo complicaciones, pero no puedo prometerte nada.
Debby la miró asustada y Huck preguntó, dirigiéndose a Joshua:
—¿Qué opinas?
—Nunca he visto ese poder antes, pero no hemos encontrado nada, y algo me dice que no lo haremos.
—Yo tampoco lo creo. Hemos mirado y remirado los libros, y la base de datos no ha sido capaz de devolvernos nada tampoco. —Se sumó Benjamin—. Y no se me ocurre ningún sitio más donde mirar.
—A mí tampoco. Como dice Benjamin, hemos agotado nuestras opciones físicas, así que quizás debemos confiar en que en la naturaleza de Náyade está la salvación —comentó Eleanor.
—Lo último que quiero es poner a Debby en peligro, pero he estado con ella toda la tarde e, incluso solo con mis poderes de principiante, sé que lo que hay dentro de ella es maligno y está creciendo —confesó Lucy.
—¿Por qué no lo has dicho antes? —protestó Debby.
—Porque ya estabas bastante preocupada, y esperaba que encontráramos la respuesta en los libros —susurró Lucy, mientras apretaba la mano de su amiga con fuerza—. Pero parece que no la hay…
Debby alzó los ojos implorantes a Huck y le preguntó:
—¿Tú qué opinas?
—No lo sé, no estoy seguro, pero creo que Náyade es la única opción válida que tenemos. Aunque no soporto la idea de poneros a ninguna de las dos en peligro.
Al oírlo, Náyade se acercó hacia él y le aseguró:
—No lo harás. He estado pensando, podemos hacer un círculo protector de energía. Expulsaré la oscuridad del interior de Debby y el círculo la destruirá. ¿Estáis conmigo?
Todos la miraron, entre expectantes y asustados, pero hicieron lo que ella les pedía. Joshua ordenó:
—Carl, Andrew, es mejor que vayáis a la planta baja. No os quiero cerca de esa energía negativa, incluso con el círculo protector.
Su novio asintió y comenzó a retirarse, pero Andrew se detuvo unos segundos para abrazar a Náyade y decirle al oído:
—Puedes salvarla, como hiciste conmigo.
Ella le apretó contra sí y después, dejándolo marchar, se giró hacia Debby y musitó:
—Gracias por confiar en mí.
—Siempre… —susurró Debby, mientras se tumbaba en el centro del Círculo.
Náyade pasó sus manos por una vela cercana, se concentró e, intentando recordar lo que había sentido cuando salvó a Andrew, colocó lentamente las manos sobre el pecho de Debby. Al principio temblaba, pero poco a poco fue abriendo su alma, dejando atrás todo lo que no fuera el contacto con la oscuridad que percibía en su amiga, haciéndola desaparecer. Llegó un momento en que su conexión era tan profunda que ya no detectaba los cánticos protectores del Círculo, ni siquiera quién la rodeaba, únicamente veía la luz dorada expandiéndose, sanando no solo a su amiga sino también su propio miedo a su poder.
Estuvo así media hora hasta que, agotada, dejó caer las manos suavemente sobre las de Debby mientras decía:
—Ahora solo hay luz en ella.
Joshua se apresuró a acercarse y sus ojos brillaban felices mientras confirmaba lo que había dicho su hermana:
—Es increíble, pero lo ha conseguido. Lucy, compruébalo tú también.
Su amiga colocó las manos encima de Debby, que sonreía feliz mientras decía:
—Yo también lo percibo, es que como si me hubiera liberado.
—Ahora solo estás tú… —musitó Náyade que, agotada, tomaba una infusión.
Huck la tenía abrazada y con voz quebrada le susurró al oído:
—Eres increíble, la has salvado.
—Solo la he traído de vuelta.
—Y lo has hecho genial, hermanita —añadió Joshua abrazándola también.
Benjamin, Zack y Chris palmearon las manos en señal de victoria, y Amanda y Eleanor abrazaron a Debby y a Náyade por turnos. Sin embargo, esta última parecía aún preocupada. Huck lo advirtió y le preguntó:
—¿Qué sucede Eleanor? ¿Crees que algo no está bien?
—No, no es eso. Sé que Debby está libre de esa magia oscura, pero tengo el presentimiento de que esto no va a acabar aquí.
La preocupación volvió a asomar a las caras de sus amigos, y ella explicó:
—Debby no estará a salvo mientras esa bruja ande suelta. Y algo me dice que la respuesta a como localizarla está en mi interior, pero estoy bloqueada. Lo siento, pero esto me está sacando de quicio. He intentado incluso hacerme un conjuro, pero no ha funcionado.
—Creo que puedo ayudarte con eso —sugirió Náyade.
Su hermano la miró perplejo y le espetó:
—No puedes estar hablando de lo que creo. Eso es para brujos sanadores de gran nivel, aunque, ahora que lo pienso, acabas de demostrar que eres uno de ellos.
Náyade bajó los ojos coartada y Joshua comprendió:
—¿De verdad puedes hacerlo?
—Aprendí en la escuela de verano, solo yo. Una profesora me enseñó, aunque me dijo que debía mejorar en general antes de intentarlo.
—¿De qué está hablando? —preguntó Jimmy.
—Hay un ritual, muy completo, entre un brujo sanador y un brujo. El sanador canaliza los recuerdos del brujo a través de su energía, para buscar una respuesta que ha quedado oculta —explicó Lucy.
—Impresionante… Joshua, ¿por qué no has aprendido a hacerlo? Tengo muchas preguntas… —bromeó Chris.
—No tengo el nivel para hacer eso, y no sé si llegaré a tenerlo alguna vez. Pero debí imaginar que Náyade sí.
Su voz no parecía feliz al decirlo, pero Huck intuyó que no era envidia lo que motivaba ese sentimiento. Por eso indagó:
—¿Cuál es el problema?
—Es un ritual peligroso, tanto para el sanador como para el brujo que le da sus recuerdos. Náyade, no dudo de tu poder, pero se necesita algo más para ese tipo de conjuros, paz interior.
—¿Paz interior? Es la chica más tranquila que he conocido —comentó Benjamin.
—Gracias por la confianza, Benjamin, pero mi hermano tiene razón, aún me queda mucho trabajo personal por hacer. Sin embargo, no tenemos tanto tiempo. Esa bruja detectará que hemos liberado a Debby en cualquier momento y puede volver a atacarla. Así que si Eleanor acepta, estoy dispuesta a correr el riesgo.
—Por supuesto. Me encanta el riesgo —bromeó Eleanor.
Debby las miró con pesar y replicó:
—Chicas, no quiero que nadie se ponga en peligro por mi culpa. Encontraremos otra manera. Además, Náyade tiene que estar agotada, acaba de sanarme.
—De eso nada, mi pequeña bruja —negó Eleanor—. El bebé nos parecía bien, pero si alguien ha sido capaz de atacarte de ese modo no nos quedaremos de brazos cruzados. Además, cuento con que cuando seas una gran bruja hagas lo mismo conmigo, conociéndome seguro que me meteré en algún problema.
Debby rio ante las palabras de su amiga y Huck musitó:
—Gracias, a las dos. Pero, Náyade, ¿estás seguro de que te has recobrado?
—Sí, las infusiones de mi hermano son mágicas —repuso ella sonriendo.
Huck no parecía convencido, así que miró a Joshua, que respondió:
—En circunstancias normales, te diría que la dejáramos descansar, pero tienen razón, esa bruja sabrá que el conjuro se ha roto y puede volver a intentarlo.
—Bien, ¿qué hay que hacer? —preguntó Eleanor.
—Tenemos que entrar en contacto con la naturaleza, podemos sentarnos en la zona del huerto. Está lloviendo, lo cual es ideal.
—¿Para pillar una pulmonía? —inquirió Zack.
—Para que el agua limpie las barreras de la mente —contestó Náyade dulcemente—. Además, es conveniente que no llevemos ropa.
Todos la miraron sorprendidos y Joshua se apresuró a decir, mirando a Chris:
—No digas nada, ni lo pienses siquiera.
Las dos chicas rieron y Náyade aclaró:
—Me refería a que solo llevemos una túnica blanca, nos ayudará a conectar mejor.
—Chris, tampoco puedes decir nada sobre agua y túnicas blancas —advirtió Joshua.
—¿Cuál es el sentido de que chafes mis chistes antes de que los haga? —protestó su amigo.
—No sé, es un nuevo hobby.
—Que sepas que cada día pareces menos un brujo Jedi —refunfuñó Chris.
—Eso es porque me hace de hermano mayor —aclaró Náyade con naturalidad—. Pero centrémonos, si a Eleanor le parece bien, sería mejor que nos fuéramos a cambiar y bajáramos a hacer el ritual, antes de que pare de llover. Necesitaremos también a Amanda y Andrew.
—¿Andrew? —preguntó Joshua.
—En ese tipo de conjuros es bueno que cada uno de sus integrantes esté sostenido por la persona a la que ama. Y a ti te quiero, pero eres mi hermano y todo eso, así que mejor llamamos a mi novio. ¿Lo haces tú mientras me cambio de ropa?
Lucy sonrió ante la mueca de Joshua y comentó:
—Bajaré a buscarle. Y así de paso les diré a él y Carl que Debby está bien, deben estar de los nervios.
—¿Podemos ayudar los demás en algo? —se ofreció Huck.
—No, es mejor que os quedéis aquí. Necesito contactar con la energía de Eleanor, con lo que está oculto dentro de su mente, así que cuantas menos interferencias mejor.
—Entonces, vamos pequeña Jedi. A ver si logras sacar algo de mi dura cabeza.
Náyade la siguió con una sonrisa y Chris se giró a Amanda diciendo:
—Lo siento preciosa, sigo pensando en Eleanor y la túnica blanca bajo la lluvia. Y, de hecho, no pienso en Náyade porque Joshua me asesinará y se romperá su prometedora carrera de brujo sanador.
—Eres incorregible. Además, yo en tu lugar me mantendría alejado de Náyade por algo más, te recuerdo que es la novia de Andrew y que él está en esta Hermandad —se burló Zack.
—Ya, y eso también le encanta a Joshua. Siento un malévolo placer al pensar que nos prohibió a sus amigos brujos acercarnos a ella porque éramos muy mayores; y ahora el novio de su hermana no solo tiene nuestra edad, sino que además es un cambiante. Que, por cierto, si va a ver a su hermanita con la túnica mojada sobre su cuerpo desnudo —recalcó Chris irónicamente.
Joshua esbozó una mueca y se limitó a responder:
—Será mejor que cambiemos de tema. Además, quiero mirar por la ventana el ritual, y que Lucy también lo haga. Aún me parece impresionante que Náyade tenga ese poder, estoy seguro de que podremos aprender algo. Y no, Chris, tú no puedes mirar.
Su amigo se rio pero, sin hacer más comentarios, se sentó junto al resto de compañeros en el suelo del desván.
El espectáculo del ritual era increíble. Bajo la tormenta, Náyade y Eleanor habían tomado asiento, una frente a la otra, con las piernas en posición de loto y las manos entrelazadas. Tenían los ojos cerrados y sus cabellos estaban completamente mojados, enredándose sobre su piel. Las túnicas blancas ceñían sus cuerpos transparentando su piel desnuda y dándoles una imagen fantasmal. Náyade musitaba una oración tras otra, buscando, encontrando. De vez en cuando, soltaba la mano de Eleanor y la ponía sobre el pecho de esta, para captar en visiones lo que guardaba en su interior. Amanda y Andrew permanecían junto a ellas, manteniéndolas firmes en la tierra.
Estuvieron así más de media hora, unidas, recorriendo la mente, uniendo las piezas del puzle. De pronto, Joshua y Lucy observaron a Náyade abrir los ojos y, agotada, dejarse caer en los brazos de Andrew. Junto con Lucy se apresuraron a bajar a buscarlas, con sendas mantas para cubrirlas. Los cuatro estaban empapados y tiritando, así que subieron a sus habitaciones a cambiarse. Dado que apenas podían caminar del agotamiento por el ritual realizado, Amanda se ocupó de ayudar a Eleanor y Lucy de hacer lo mismo con Náyade; mientras Joshua acompañaba a Andrew a ponerse alguna de sus ropas. Cuando estuvieron solos, le comentó:
—Muchas gracias por participar en el conjuro, es muy importante para nosotros.
—Lo sé, Lucy me lo dijo. Por cierto, no soy un brujo, pero la energía que desprende Náyade es increíble.
—Lo sé, Lucius tenía razón en algo, su poder será impresionante, mayor del que nunca hemos visto. Se supone que yo debía ser su maestro, pero solo tengo mayores conocimientos teóricos, en la práctica ella me gana por goleada.
Andrew permaneció en silencio y Joshua le preguntó, preocupado:
—¿Te asusta que sus poderes sean tan fuertes?
—Lo único que me asusta sobre ella es perderla —confesó él.
Joshua esbozó una sonrisa y le aseguró:
—No creo que eso pase jamás, Náyade te adora.
—¿Y eso sigue pareciéndote mal? —contestó Andrew, sorprendido por el comentario.
—A su hermano mayor le sigue pareciendo mal que cualquier chico esté cerca de ella. Pero Joshua, el brujo sanador, sabe que eres un buen novio para ella, y la amas, tal y como es. Y, de algún modo, consigues que esté en paz, cosa que nunca nadie había conseguido desde que murieron nuestros padres, ni siquiera yo, por eso te he pedido hoy que vinieras a la Hermandad. Y supongo que eso es lo más importante.
Andrew terminó de secarse y, mientras se ponía las ropas que Joshua le tendía, comentó:
—Sobre tus normas, no ha pasado nada. Solo para que estés tranquilo.
Joshua sonrió, pero le advirtió muy a su pesar:
—Será mejor que no me lo digas cuando pase. Ya sabes, por si el hermano histérico vuelve a salir a la luz. No puedo garantizar ser siempre el brujo Jedi, como dicen mis amigos.
Andrew le devolvió la sonrisa y afirmó:
—Me gusta que te preocupes por Náyade, yo también lo hago. Por eso vamos a ir poco a poco. Si ella quiere, estaremos siempre juntos, así que puedo esperar.
Joshua asintió y Andrew en silencio, terminó de vestirse. Antes de salir, preguntó:
—¿Quieres que me vaya ahora?
—No, quédate, por favor. Carl también está en el desván. Aunque no podáis hacer conjuros, os necesitamos, Náyade y yo. Sin ti, no podría haber hecho ese conjuro con Eleanor, necesitaba tu amor sosteniéndola.
—¿A qué te refieres?
—Que estoy pensando que quizás cambiantes y brujos podemos trabajar juntos, igual que aprendimos a hacerlo con las chicas.
—Si te oyen en el Círculo de las sombras te acusarán de revolucionario —comentó Andrew, algo sorprendido.
Joshua se mordió el labio y contestó:
—Puede, pero me gusta la nueva Hermandad que creamos junto con a las chicas. Y ahora Carl también puede quedarse cuando quiere a dormir conmigo y todo el mundo lo ve normal. Quizás practicar magia juntos no sea tan difícil.
Andrew le miró con los ojos brillantes y afirmó:
—Estoy de acuerdo. Al menos, podemos intentarlo.
—Genial. Pero tú sigues sin poder quedarte a dormir con mi hermana —añadió Joshua esbozando una sonrisa irónica.
—Me parece bien, de momento. ¿Pacto?
Joshua le estrechó la mano y, juntos, subieron las escaleras hasta el desván. Allí Huck les ofreció unas infusiones reconfortantes, y lo mismo hizo cuando Eleanor, Amanda y Náyade aparecieron acompañadas por Lucy. Todos se sentaron el suelo y dejaron tiempo para que las chicas se recuperaran.
Quince minutos más tarde, el desván permanecía en silencio, ni siquiera Chris parecía querer bromear. Eleanor, ya de nuevo con la energía que la caracterizaba, les miró satisfecha y les dijo:
—Definitivamente, tenemos una súperbruja en la Hermandad. Lo ha conseguido, ahora sé dónde hemos de buscar.
Náyade le sonrió con la mirada y Eleanor continuó explicando:
—La clave es el diario de mi madre.
—¿El que explicaba sus años en la Universidad? —recordó Huck.
—Sí, todo empezó aquí. Sea quien sea esa bruja, me salvó la vida porque era amiga de mi madre y a la vez está obsesionada contigo, quién sabe si porque estaba enamorada de tu padre y le gustaría que fueras hijo suyo; o simplemente porque cree que hiriéndote le fastidia a él. Por eso ha hecho que Debby se quede embarazada falsamente.
—Puede que sea porque no llevo media hora bajo la lluvia, pero no comprendo nada —comentó Zack.
Eleanor miró a Huck y le preguntó:
—Si vamos a seguir con esto, tengo que explicar…
—Lo sé, haz lo que tengas que hacer. La seguridad de Debby es lo primero —la interrumpió él mientras apretaba la mano de su novia.
—La madre de Huck se quedó embarazada de él en la Universidad y la respuesta de Lucius no fue la que Huck ha tenido hoy con Debby —comenzó a explicar Eleanor.
—Él quería que mi madre abortara, se pelearon y rompieron. Después volvieron a estar juntos y se casaron, pero ya nada era igual entre ellos, nunca lo fue —añadió Huck.
—Por eso creo que quién sea que está haciendo todo esto, intentó separaros de ese modo. Creyó que actuarías como tu padre, que dejarías a Debby y que ella huiría, convirtiéndose en un blanco fácil para ella. Igual que tú. Si algo me ha quedado claro de mi visión es que esa bruja os quiere separados porque juntos sois más fuertes, porque seguramente tenéis algo que ella nunca tuvo.
—¿Me estás diciendo que la bruja es alguien del círculo de amistades de mis padres en la Universidad? —preguntó Huck, aliviado de que no fuera ninguna de las chicas que él había conocido.
—No hay otra explicación.
—¿Y cómo la descubrimos? Porque no pienso hablar con mi padre. Me disculpé y todo eso, pero aún no estoy preparado para volver a enfrentarme a él —se apresuró a afirmar Huck.
—Está tu tío, el padre de Carl. Es mucho más cercano, quizás él podría darnos más información —propuso Joshua.
—No, no podemos perder nuestra ventaja. Nadie a parte de nosotros debe saber que nos estamos acercando a esa maldita bruja —comentó Eleanor.
—¿Lo estamos haciendo? —preguntó Benjamín intrigado.
—Por supuesto —afirmó Náyade—. La respuesta estaba clara en el interior de Eleanor. Esa bruja perteneció al grupo de nuestros padres en la Universidad. Una de ellos es quien nos está persiguiendo. Si lo averiguamos, quizás encontraremos la forma de derrotarla.
Se hizo un silencio, que Amanda rompió diciendo:
—¿Alguien se ha parado a pensar que nuestros padres, los que pertenecieron a aquel grupo, exceptuando a Lucius y William, están todos muertos? Llamadme paranoica, pero veo una fuerte conexión.
Huck, Joshua, Náyade y Eleanor la miraron fijamente, entendiendo lo que quería decirles. Náyade inquirió:
—Quieres decir que mis padres… el accidente… ¿Lo pudo provocar esa bruja?
Con la piel erizada, Amanda añadió:
—No lo sé, igual que no sé si fue ella la que mató a mis padres también. Pero hay algo extraño en todo esto, son demasiadas muertes. Leny, deberíamos mirar en ese diario. Quiero saber más de ese grupo, que pasó realmente. Puede que así sepamos cómo vencer a esa maldita bruja.
Eleanor asintió lentamente mientras decía:
—Estoy de acuerdo, pero no quiero hacerlo sola. Lo leeremos juntos. ¿Huck, qué opinas?
Él la miró y con la voz rota confesó:
—Todos los de aquí os habéis preguntado siempre porque mi padre y yo nos odiamos. Ese diario tiene las respuestas, ¿verdad, Eleanor?
Ella asintió y Huck confesó:
—Creí que podía dejar el pasado atrás, pero sí para salvar a Debby y mantener a esa bruja alejada de nuestra Hermandad debo removerlo, estoy dispuesto.
—Todos tenemos que estar dispuestos. Mi madre era muy… gráfica… y habló de todos sus amigos… Joshua, Náyade, Amanda… ¿Estáis seguros de querer saberlo, de que todos lo sepamos?
Los tres asintieron y Benjamin preguntó:
—¿Queréis hacerlo solos? Al fin y al cabo, nuestros padres no salen en él.
—No —se apresuró a decir Huck—. Somos una familia, luchamos juntos y, si es necesario, removeremos el pasado juntos; como hemos hecho todo lo demás.
—Unidos podemos vencer —añadió Amanda—. Es lo que mi padre solía decirme, y empiezo a entender por qué.
—Hay algo más —comentó Joshua—. Si estáis de acuerdo, me gustaría que Carl y Andrew estuvieran presentes. Al fin y al cabo, el padre de Carl también sale en el diario y no me extrañaría que los padres de Andrew también, al menos su padre, era un cambiante.
—Y también murió, en un maldito accidente, así que yo también necesito saber que pasó —confesó Andrew, con semblante preocupado que ninguno de ellos le había visto anteriormente.
—Por mí está bien. Me he cansado de las peleas entre Hermandades. Nos merecemos paz, al menos entre nosotros —declaró Benjamin.
Todos se miraron los unos a los otros y, mientras se tomaban espontáneamente las manos en un Círculo perfecto de energía, Eleanor propuso:
—Hoy descansaremos, nos cuidaremos, nos daremos energía. Pero mañana, leemos ese diario. Y más le vale a esa maldita bruja estar preparada, porque encontraremos la manera de alejarla para siempre de nuestras vidas.
Huck le sonrió, sabiendo que siempre sería su aliada. Apretó con fuerza su mano e hizo lo mismo con la de Debby; que repitió el proceso al igual que el resto de sus amigos.
Quedaban muchas respuestas, que quizás aquel diario ayudaría a resolver, pero, de momento, lo que todos necesitaban era aquel círculo de magia, amor y amistad que les hacía realmente poderosos.