II
EL «QUIJOTE»

Publicación de la primera parte del «Quijote».

La primera parte de la novela, dedicada al Duque de Béjar, se publicó con el título de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, y la segunda y última, dedicada al Conde de Lemos, apareció en 1615 con el de El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha. Por lo que a la primera parte, o primer tomo, se refiere, la edición más antigua de las conocidas fue impresa en Madrid por Juan de la Cuesta en 1605 (con privilegio real otorgado en septiembre de 1604, y tasa y testimonio de las erratas datados en diciembre de este mismo año). Se ha supuesto la existencia de una anterior edición, de 1604, de la que no queda rastro. Los argumentos en que se apoya tal suposición (unos versos de La pícara Justina, obra impresa en 1605 con privilegio de 1604; una carta de Lope de Vega a un desconocido del 4 de agosto de 1604, a que nos referimos más adelante; y una anécdota que se halla en la obra del morisco Juan Pérez, Contradicción de los catorce artículos de la fe cristiana, escrita en 1637) no carecen de lógica ni de fundamento.

De todos modos, lo seguro es que la primera parte de la novela ya estaba acabada en 1604, cuando Cervantes residía en Valladolid. Es difícil determinar cuándo empezó a redactarla, aunque algunos indicios, no del todo decisivos, hacen creer que la comenzó poco después de 1591 y que aprovechó episodios que ya había escrito en 1589.

Preliminares de la primera parte.

La primera parte del Quijote, tras la tasa, el testimonio de las erratas y el privilegio de rigor, se abre con una breve dedicatoria a don Alonso Diego López de Zúñiga y Sotomayor, Duque de Béjar (muerto en 1619), personaje que, al parecer, no se interesó en absoluto ni por el Quijote ni por Cervantes. Éste dista mucho de ser original, ya que frases enteras de esta dedicatoria son un auténtico calco de las que Fernando de Herrera escribió en la dedicatoria al Marqués de Ayamonte en su edición anotada de las Poesías de Garcilaso (1580), plagio que no deja de sorprender en la primera página de uno de los libros más originales que se han escrito. El hecho, de todos modos, no era insólito: la dedicatoria que Johanot Martorell puso al frente de su libro de caballerías Tirante el Blanco, dirigida al príncipe don Fernando de Portugal, está copiada al pie de la letra de la dedicatoria de Los doce trabajos de Hércules de don Enrique de Villena.

A la dedicatoria sigue un interesantísimo prólogo en el que se puntualizan algunos aspectos de la intención del autor («todo él [el libro] es una invectiva contra los libros de caballerías») y se hacen una serie de alusiones malévolas a Lope de Vega.

Era costumbre que los autores de libros pidieran a escritores de fama o a personas encumbradas poesías laudatorias para poner al principio de la obra. Cervantes satiriza cómicamente tal costumbre insertando, a continuación del prólogo, una serie de poesías burlescas firmadas por fabulosos personajes de los mismos libros de caballerías que se propone parodiar. Y así hallamos sonetos firmados por Amadís de Gaula, Belianís de Grecia, Orlando furioso, el Caballero del Febo, etc., décimas de Urganda la Desconocida, maga protectora de Amadís, y otras poesías en elogio de don Quijote que se cierran con un gracioso diálogo entre Babieca, caballo del Cid, y Rocinante, caballo de don Quijote. De esta suerte el lector de principios del siglo XVII advertía, apenas había abierto el libro, que tenía entre manos una obra de declarada intención satírica y paródica.

Las tres salidas de don Quijote

La acción principal del Quijote está constituida por la narración de tres viajes por la parte oriental de España (la Mancha, Aragón y Cataluña) realizados por el héroe del relato, el cual pocas veces permanece quieto en el mismo lugar. Es, pues, una novela itinerante, como ocurre en algunos libros de caballerías y en la picaresca. No hay en el Quijote una trama propiamente dicha, sino un constante sucederse de episodios, por lo general desvinculados el uno del otro, pero fuerte y hábilmente organizados alrededor del héroe, que vaga sin un objetivo geográfico bien precisado en busca de acontecimientos y lances que el azar le pondrá en su camino. Tres veces don Quijote sale de su aldea en busca de aventuras y tres veces regresa a ella. Cada uno de estos viajes, que reciben el nombre de salidas, tiene una estructura, unas características y un itinerario propios. Las dos primeras salidas se narran en la primera parte del Quijote y la tercera en la segunda. Analizaremos la novela de acuerdo con estas tres salidas.