Evangelización masiva
Salió una tarde a sembrar:
¡le quemaba la semilla!
La tiró por la gramilla,
el camino, el pedregal,
por los surcos del tierral
en donde es fértil la arcilla.
Una misma fue la siembra,
y un mismo campo también,
y sin embargo; después
fue distinto el resultado,
porque en el mismo sembrado
diferencias suele haber.
Hay franjas que son camino
endurecido al pisar,
allí no puede brotar
la semilla que ha caído;
es gesto para el olvido
que el tiempo se llevará.
Está la tosca del bajo
que apenas tiene tierrita;
la semilla, enseguidita
apunta su ingenuidad,
pero al faltarle humedad,
viene el sol, y se marchita.
Está la parte invadida
por el cardo y la maleza;
allí toda la riqueza
es gesto inútil, nomás:
terminarán por ahogar
la vida, cuando aparezca.
Y hay tierra fértil, también,
con sus lomas y sus bajos,
tierras que desde abajo
llegan a producir.
Es allí que hay que insistir
sin mezquinarle al trabajo.
En el campo de la vida
hay de todo, sí señor:
alegría, sueño, dolor,
fertilidad y pobreza;
y allí gasta su riqueza
de semilla, el sembrador.