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Escribe en cualquier momento
El bloqueo es experimentado como una limitación exasperante. Este lapso en blanco puede presentarse al principio del proceso de escritura, cuando inicias el texto, o en el transcurso de la redacción, cuando, dentro del desarrollo de tus ideas, llega un momento en el que ya no puedes continuar y dejas el escrito incompleto.
Quieres y no puedes
Posiblemente te sientas identificada o identificado con las siguientes manifestaciones, bastante frecuentes entre la gente que escribe:
Me cuesta bastante ponerme a escribir.
Muchas veces lo dejo para el día siguiente.
No lo hago como yo quisiera.
No sé por dónde empezar.
Si es así, tal vez, te cuesta ponerte a escribir porque, en el fondo, lo consideras una actividad inútil u obligatoria. Inútil porque no tiene una utilidad inmediata, como el resto de las que practicas. Obligatoria porque te impones horas fijas para llevarla a cabo.
En consecuencia, para superar la dificultad, empieza por tomar la escritura como una actividad tan natural como comer, dormir, respirar… Escribe en cualquier momento en tu bloc de notas, mientras realizas algún trámite, entre la comida y la siesta, durante los anuncios de la tele.
Poco a poco, trata de escribir por el placer de hacerlo, sin importarte mucho lo que dices ni cómo lo dices, sabiendo que la corrección es un paso posterior.
Pero también podría ocurrir que tienes ganas de escribir y crees que no se te ocurren ideas. Sin embargo, una vez que descubras qué mecanismos te permiten abrir las compuertas mentales, el proceso será más fluido. Mientras tanto, no sufras por hacerlo bien, simplemente hazlo. En ese caso, el mismo obstáculo, ese que te oprime, te puede resultar productivo, como si en lugar de enfrentarlo le pidieras colaboración a tu enemigo.
¿Cómo te puede resultar productiva la dificultad?
Lo verás si partes de eso que no puedes y lo escribes. Es decir, si escribes a partir de todo lo que «no te sale» y sus consecuencias. Por ejemplo: «No quisiera que mi mente esté en blanco, ni que me doliera el alma de este modo si es que puede doler el alma…, etc.».
O puedes querer hacer algo con un personaje, pero no sabes cómo integrarlo: entonces recurres a esa negación que te avasalla y le colocas el «no» al personaje, como hace Erik Orsenna en La exposición colonial:
Así que Gabriel no hizo más preguntas, no llamó a su joven esposa, no gritó ¿dónde estás?, no corrió al puerto, no recorrió la casa de una punta a la otra llorando, no abrió ningún armario, ningún cajón, no miró debajo de la cama, no hundió su rostro en la almohada de la derecha donde permanecía forzosamente algo de su olor, no destapó ninguna botella de whisky, ni de ginebra, ni de cachaza, no echó de una patada al perrito amarillo, regalo de los francófilos del día anterior (para que le haga compañía, señora, hasta que tenga usted un bebé) y al que Clara había puesto el nombre de George Sand, no rompió ninguna fotografía, no arrugó en forma de bola la carta de las dieciséis palabras, Gabriel, no te abandono, me marcho, si el miedo continúa, de qué sirve que seamos dos, no la quemó con su mechero de yesca, no mandó ningún telegrama a la Île de Jatte, ni tampoco al casi palacio parisino.
Cuáles pueden ser las causas del bloqueo
El bloqueo angustia.
Te parece que no tienes ideas propias y eso te provoca un sentimiento de frustración. A menudo, en lugar de pensar que es una situación pasajera, te convences de que el bloqueo es una característica inherente a tu persona. Así, es una fuente de malestar, te ves condenado a repetir las ideas de otro en lugar de poner en circulación las propias.
¿Por qué nos ocurre esto, si todos somos capaces de pensar, de imaginar, de asociar, de inventar, de provocar el estado de inspiración?
Trata de analizar si entre las siguientes encuentras la causa que te perturba:
- Piensas que estás vacío, sin nada que aportar al mundo a través de la escritura. El bloqueo consolida tu convicción de que careces de originalidad y que solo algunos genios, distintos de los seres comunes y corrientes, son capaces de crear.
- Te asustas ante el bloqueo. Intentas responder al deseo de querer abarcar todo el conjunto en lugar de trabajar con detalles, fragmentos, puntas.
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Cargas con un deseo natural de perfeccionismo. Te preocupas más por llegar al resultado que por el proceso, por la ilusión de lograr el cuento perfecto, por el deseo, que por la realidad concreta, por las múltiples posibilidades que existen de contar lo cotidiano.
Piensa en lo que dice Leonard Woolf: «Es el viaje lo que importa, no el llegar a destino».
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Practicas la tendencia a la autocrítica, a la actitud constante de corregir desde el principio del proceso todo lo que escribes extenuante e injustificadamente, sin dejar que el texto avance libre, te encorsetas y lo encorsetas.
Recuerda que no solo eres aquel en el que ahora reparas, sino muchos otros que te habitan.
- Tienes pánico a exponerte. Te prohíbes incluir personajes autobiográficos, y así te cierras a la posibilidad de escribir con total libertad. Es una limitación. Tu primera «sensación» es: autocensura. No quieres mostrar lo que quieres escribir ni a ti mismo porque piensas que te descubre demasiado. Sin embargo, las cosas de las que no puedes hablar te pueden trabar para escribir. La censura es el peor enemigo de la creatividad.
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Te envías mensajes negativos
· No es prudente · Otros lo harían mejor · No vale nada · Resultará aburrido · Es absurdo · Es peor que lo de los demás · No sirve · No tengo nada que decir · No podré · A quién le puede interesar · Es demasiado simple -
Te aferras a la lógica. Seguir un hilo cronológico no es escribir creativamente. Escribir no es copiar la realidad en su orden cotidiano, sino transformarla. Imaginar lo que pudiera haber sido y no solo contar lo que es.
Comenzar el texto con «se despertó», continuar con «se levantó de la cama», «se lavó los dientes», «se vistió», «desayunó» y «salió a la calle» es explicar o informar. Pero escribir no es un pretexto para informar.
Lo significativo podría ser, por ejemplo, contar de qué modo ejecutó el personaje cada una de las acciones citadas, la manera personal de hacerlo.
- Eliges lectores sordos. Insistes en leerle lo escrito a un público inadecuado. Puede anular tus estímulos.
El resultado de estos procederes es la constante interrupción del flujo de la escritura.
Si es así tu proceso, empieza por cambiar el signo del bloqueo en la escritura, cambia tus convicciones y cambiará tu disposición a crear.
¿Cómo?
Favorece los buenos resultados
Convéncete de que el bloqueo forma parte del proceso creativo y es un mecanismo de defensa positivo contra todas esas actitudes nefastas.
Unas personas son más fluidas, más flexibles, más atrevidas, más libres y más confiadas que otras, pero la fluidez y la flexibilidad se pueden conseguir.
Entre las posibilidades favorables a la escritura lograda están las siguientes:
- Sáltate pasos lógicos, tergivérsalos, elídelos, sugiérelos.
- Escribe sobre lo que te apasiona aunque pienses que otros lo considerarán absurdo. Ser auténtico es más conveniente que ser «normal», tal como lo indican las normas.
- Busca tu manera de contarlo. ¿Por qué ambientar el invierno con una chimenea o gruesas bufandas si acopias tantas otras imágenes que te remiten al invierno, imágenes singulares que llamarán más la atención del lector?
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Hay un tiempo para cada cosa, no hay que superponerlos: de entrada, escribir sin corregir; corregir más tarde.
Si apelas a la crítica negativa, seguro que te bloqueas: comienza a escribir con espíritu positivo. Es aquella idea de: ante la botella por la mitad, ver la botella medio llena y no medio vacía.
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Tus lectores más apropiados son en general las personas que también escriben. No solo miran tu manuscrito desde un ángulo de comprensión, sino que pueden aportarte nuevas ideas. Si es el mismo lector interesado quien te sigue página tras página, el beneficio será doble, pues te irá señalando los cambios (positivos y negativos) a medida que «transcurren» tus textos. Así, cuando le preguntaron a Ezra Pound si alguien había sido lector de sus trabajos y lo había ayudado criticando o podando, Pound respondió:
Aparte de Fordie (Ford Madox Ford), que se tiraba al suelo indecorosamente y se agarraba la cabeza con las manos y en una ocasión se puso a gemir, no creo que nadie me haya ayudado con mis manuscritos. Las cosas de Ford parecían demasiado sueltas, pero él encabezó la lucha contra los arcaísmos terciarios. Me ayudó a conseguir un lenguaje sencillo y natural.
En suma, tú mismo creas las dificultades y tú puedes reconocerlas y superarlas. No importa que no te guste lo que escribes, continúa escribiendo.
Ten en cuenta que eres libre de escribir lo que quieras. De ahí, entre otras cosas, proviene el placer.
Entre tu autobiografía y tú
Como ves, los obstáculos que te impiden crear son a menudo los sentimientos vinculados a la valoración que uno hace de sí mismo.
¿Cómo lo conjugas con tu necesidad de escribir? ¿Y si lo que necesitas es, precisamente, escribir sobre temas que sientes tuyos y que te hacen vulnerable?
En la medida en que tengas temas pendientes, no podrás pensar en nuevos temas. Hay cosas que no puedes decir, ni siquiera en tu diario íntimo. Racionalizas ese miedo diciéndote: alguien va a leerlo. Pero es posible que seas tú mismo el que tiene miedo de escucharse.
Una posibilidad de evitarlo es tratar de que tus personajes hagan cosas distintas a las que tú harías y a las que quisieras hacer.
Haz una ficha completa de él o de ella, y pregúntate: «¿Qué haría en esta situación? ¿Por qué haría eso? ¿Qué diría?».
Para escribir en cualquier momento
Para superar la parálisis que tanto te preocupa, ocúpate. Ten en cuenta los siguientes mecanismos sumamente efectivos:
1. Aprende a establecer asociaciones
Entre elementos distintos
Establece asociaciones entre una guitarra y una escopeta. Explica la relación paso a paso hasta fundir ambos objetos en el texto.
A partir de las palabras
Cada palabra evoca en la mente del individuo un conjunto complejo de asociaciones. Apunta una palabra clave en el centro de un folio en blanco y deriva un número indeterminado de palabras.
Ejemplo:
Asociaciones:
1 = Sujeto
2 = Acción
3 = Semejanzas sonoras
4 = Femenino del sujeto
5 = Diminutivo
6 = Lugar
O cierra los ojos y concéntrate durante unos minutos en la visión de una página.
Abre los ojos y ponte a escribir inmediatamente acerca de qué veías o no veías en la página mientras tenías los ojos cerrados.
2. Recupera historias orales
Recuperar las historias que te contaron en alguna época de tu vida puede ser muy productivo. De hecho, lo ha sido para muchos escritores que han disfrutado en su infancia de los cuentos alrededor del fuego o cuando a la hora de dormir un padre o una abuela les narraban historias que se confundían con sus sueños. Años más tarde esto no solo generó en ellos la necesidad de escribir sino que las recuperaron imponiéndoles un matiz personal. Asimismo, rescataron anécdotas, comentarios, diálogos escuchados tras las puertas y los enlazaron con otros inventados.
Recopila anécdotas ajenas y aprópiate de algún detalle de cada una o de su totalidad. Italo Calvino lo explica en el prólogo de El sendero de los nidos de araña, su primera novela:
Habíamos vivido la guerra y los más jóvenes (…) nos sentíamos vencedores (…) muchas cosas nacieron de aquel clima, incluso el tono de mis primeros cuentos y de mi primera novela.
El haber salido de una experiencia —guerra, guerra civil— que no había perdonado a nadie establecía una inmediatez de comunicación entre el escritor y su público: nos encontrábamos cara a cara, cargados por igual de historias que contar; todos habíamos tenido la nuestra, todos habíamos vivido vidas irregulares, dramáticas, de aventuras, nos arrebatábamos la palabra de la boca. Al principio, la renacida libertad de hablar.
Quien comenzaba entonces a escribir se encontraba, pues, tratando la misma materia que el narrador oral anónimo: a las historias que habíamos vivido personalmente o de las que habíamos sido espectadores, se añadían las que nos habían llegado ya como relatos, con una voz, una cadencia, una expresión mímica. Durante la guerra partisana las historias se transformaban apenas vividas y se transfiguraban en historias contadas por las noches en torno al fuego, iban adquiriendo un estilo, un lenguaje, un humor como de bravata, una búsqueda de efectos angustiosos o truculentos. Algunos de mis cuentos, algunas páginas de la novela tienen en su origen esa tradición oral recién nacida en los hechos, en el lenguaje.
Pide que te cuenten anécdotas vividas en un período determinado de la vida. Hazle preguntas específicas a tu interlocutor.
¿Cómo las procesas?
Suponiendo que las anécdotas recogidas sean las siguientes:
Mi madre saltó de su balcón al balcón vecino porque se había olvidado las llaves de casa y después se enteró de que la puerta estaba abierta.
Me encontré con un amigo en un pazo de Galicia y lo reconocí de espaldas.
Utiliza la anécdota tal como te la contaron, selecciona los datos que más te interesan y conviértela en un cuento breve.
Utiliza un dato de cada anécdota recibida y combínalos entre sí.
Por ejemplo:
Mi madre saltó de su balcón
La puerta estaba abierta
Me encontré con un amigo
Lo reconocí de espaldas
Mi madre abrió la puerta. Reconoció al amigo que desde la mañana la esperaba. A sus espaldas…
3. Practica el pensamiento divergente
Gianni Rodari, el mayor innovador de los modos tradicionales de componer textos, con su «arte de inventar historias», confía en el poder liberador que puede tener la palabra. «No para que todos sean artistas, sino para que nadie sea esclavo», subraya, y entiende la «creatividad» como «sinónimo de pensamiento divergente», en contra del pensamiento convergente en el que toda causa implica un efecto y para cada problema hay una solución en lugar de muchas posibles.
Es creativa una mente que trabaja siempre, siempre dispuesta a hacer preguntas, a descubrir problemas donde los demás encuentran respuestas satisfactorias, que se encuentra a sus anchas en las situaciones fluidas donde otros solo husmean peligro; capaz de juicios autónomos e independientes, que rechaza lo codificado, que maneja objetos y conceptos sin dejarse inhibir por los conformistas. Todas estas cualidades se manifiestan en el proceso creativo. Y este proceso tiene un carácter festivo siempre.
De entre sus propuestas para la escritura creativa, puedes probar las siguientes:
- El binomio fantástico. La historia fluye partiendo de dos palabras extrañas entre sí (tren y cocodrilo, por ejemplo), distantes la una de la otra en el sentido y en el sonido.
- Las hipótesis fantásticas. La historia continúa a partir de la pregunta: «¿Qué pasaría si?» (por ejemplo, qué pasaría si recibieses por correo un niño enlatado de siete años, tal como lo desarrolla Christine Nöstlinger en Konrad).
- La confusión de cuentos. Equivocar las historias tradicionales, cambiando los roles de los personajes, o mezclando los personajes de uno con los de otro, por ejemplo.
- Fábulas en clave obligada. Reinventar dichas historias ambientadas en nuestra ciudad y en la actualidad.
- Construcción de un «limerick», disparate organizado y codificado en el que cada línea tiene una indicación.
- El prefijo arbitrario. Deformar las palabras agregando prefijos a las que no los suelen llevar.
- Elaborar un collage con titulares de periódicos. Puede dar como resultado una historia sugerente o con visos de humor.
- Preparar un cuestionario para un personaje disparatado. Entrevistas preparadas a personajes particulares en lugares precisos.
- Desarrollar los llamados cuentos para jugar. Historias breves con tres finales posibles.
4. Trabaja con pequeñas frases
No pienses en un texto muy extenso, no te asustes ante la posible e interminable escritura de una novela ni te martirices pensando que empezar un cuento implica escoger un final.
Escribe solamente frases. Con el tiempo verás qué haces con ellas. Pero lo importante es que no dejes de escribir.
Puedes guiarte por la idea de que para que una frase despierte la imaginación del lector son necesarias una serie de condiciones. Especialmente, la frase inicial conviene que sea misteriosa: si es ambigua o si parece absurda despierta curiosidad. No es igual comenzar un texto con:
Sonó el despertador, pero no le apetecía levantarse
que con:
Faltaban apenas quince minutos para que vinieran a buscarlo.
La segunda es más exacta y provoca más curiosidad.
Una frase absurda podría ser:
Al abrir la boca, lanzó un chorro de agua turbia.
Por lo tanto, escribe solo frases contundentes y frases absurdas, y en el camino puedes encontrarte con el texto que te parecía inalcanzable.
5. Reflexiona
Si sabes por qué escribes, escribirás sin restricciones.
Elige una de estas respuestas a la reflexión sobre: «¿Por qué escribo?», o invéntate la propia, y escribe a partir de ella.
- Para ser eterno.
- Para comprenderme, porque verbalmente no consigo decir lo que siento.
- Para corregir mi propia vida.
- Para completar o inventar los mundos que deseo tener y no tengo.
- Para comunicarme.
- Para resolver conflictos trasladándolos a un personaje.
Pregúntate:
¿Qué quiero, yo, Fulanito o Menganita, como escritor?
Seguramente, las respuestas te darán la llave para transformar el bloqueo en libre circulación.