7
Una perversión oculta

Eran tan pocos los que quedaban que el salón parecía más grande. La butaca con el cuerpo de Katherine había sido empujada hasta el fondo de la estancia. La figura inmóvil, cubierta con el mantel, estaba desplomada en el asiento como un fantasma dormido. Los dos guardias y sus sospechosos estaban sentados formando una especie de semicírculo en torno a la chimenea vacía. Todos estaban callados y se limitaban a mirarse de vez en cuando los unos a los otros con desconfianza y cansancio en la mirada. Hawk y Fisher ocupaban dos sillas contiguas. Hawk tenía una expresión reconcentrada y Fisher los miraba a todos con aire de imparcialidad mientras mantenía la espada cruzada sobre sus rodillas. Dorimant estaba sentado en el borde de su butaca, y se limpiaba el sudor de la cara con el pañuelo. El calor era insoportable y la atmósfera del salón cerrado se hacía irrespirable. Gaunt estaba rígido en su asiento, con la mirada perdida en el vacío. No había pronunciado una sola palabra desde que salieron del laboratorio. Stalker le alcanzó un vaso de vino y el mago lo miró inexpresivamente. Stalker tuvo que insistirle para que diera el primer sorbo, pero después de eso Gaunt siguió bebiendo mecánicamente hasta vaciar el vaso. Stalker observó la mirada de desaprobación de Hawk y se inclinó un poco para decirle discretamente:

—No se preocupe. El vino contiene un poderoso sedante. Lo mejor es que duerma para superar el choque.

Hawk asintió pensativo.

—Debe de tener usted una gran habilidad, señor Stalker. No he visto que echara nada en el vino.

Stalker hizo una mueca.

—No le agregué nada. Es una variación de mi truco de transformación con el alcohol, sólo que esta vez usé el conjuro para transformar parte del vino en un sedante. Simple, pero eficaz.

Hawk mantuvo su expresión pensativa, y Stalker se acomodó en su asiento. Echó una mirada al reloj de la chimenea y luego miró a Hawk con aspereza.

—Se está agotando su tiempo, Capitán. Apenas queda media hora para que salga el sol y entonces el conjuro de aislamiento desaparecerá. Si Hightower dijo la verdad, no les queda mucho tiempo para encontrar al segundo asesino.

—No me hace falta más tiempo —dijo Hawk sin alterarse—. Ya sé quién es el segundo asesino.

Todos, incluso Fisher, lo miraron con sorpresa.

—¿Estás seguro, Hawk? —dijo cautelosamente—. No podemos permitirnos el lujo de equivocarnos.

—Estoy seguro —respondió Hawk—. Por fin consigo encajar todas las piezas. Había pensado mucho en el quién y en el porqué, pero todavía no conseguía figurarme cómo se había hecho… y sin eso no podía aventurarme a acusar a nadie.

—¿Y ahora ya lo tienes? —preguntó Fisher.

—Lo tengo —respondió Hawk mientras miraba sin prisas a su alrededor dejando que aumentara la tensión. Stalker lo observaba con interés, la mano apoyada sobre la empuñadura de la espada que llevaba en el cinto. Dorimant estaba inclinado hacia delante sobre el borde de la silla, en actitud ansiosa. Gaunt observaba casi impasible, desplomado en su asiento y con los ojos entrecerrados por efecto del sedante que le había dado Stalker. Fisher lo miraba con impaciencia y Hawk consideró llegado el momento de hablar.

—Permítanme que empiece por una breve recapitulación —dijo Hawk despaciosamente—. Éste ha sido un caso complicado, más aún por el hecho de que desde el principio hubo dos asesinos que trabajaban cada uno por su cuenta, con motivos totalmente dispares. Por eso fue por lo que no funcionó el conjuro de la verdad. Les pregunté a todos si habían matado a Blackstone a Bowman. Y por supuesto cada uno de los asesinos pudo decir que no sin mentir; habían matado a un hombre, pero no a los dos.

»El primer asesino fue lord Roderik Hightower, por supuesto. Bajo la influencia de la luna llena su furia asesina lo empujó a convertirse en lobo y matar a Edward Bowman. La elección de la víctima fue totalmente casual. Si Hightower no hubiera encontrado a Bowman en el rellano, indudablemente hubiera encontrado otra víctima. Mató a su segunda víctima, la hechicera Visage, mientras su esposa estaba ausente, en el cuarto de baño, y Visage se quedó sola en el rellano. Creo que en este caso fue deliberado, porque ella había percibido un olor algo extraño en el rellano después del asesinato de Bowman y con el tiempo podría haber llegado a identificarlo. De modo que Hightower la mató en cuanto se le presentó la ocasión. Cuando mató a su esposa, lady Elaine, el licántropo que llevaba en su interior era demasiado fuerte como para negarlo. La furia asesina debe de haber sido irresistible. Es extraordinario que haya podido combatirla durante tanto tiempo y conservar la forma humana.

»Pero mientras todo esto sucedía, otro asesino actuaba entre nosotros, el hombre que mató a William Blackstone y a su esposa, Katherine. También en este caso todo se complicó por factores externos. Para empezar, nos distrajo el hecho de que aparentemente la puerta estuviese cerrada desde dentro. En cuanto Katherine admitió su parte en el engaño, y confesó haber clavado el cuchillo en el cuerpo muerto para confundirnos sobre la causa de su muerte, la situación se aclaró un poco. Me intrigaba la copa de vino que había en la habitación de Blackstone. El vino tenía que haber estado envenenado, pero Gaunt juró que era inofensivo e incluso llegó a probarlo. Pero entonces alguien se llevó secretamente la copa de vino de la habitación del muerto, demostrando que el vino había tenido algo que ver con la muerte. De no haber sido así, ¿por qué habría de arriesgarse a llevársela?

—¿De modo que a fin de cuentas William fue envenenado? —preguntó Dorimant.

—En cierto sentido —respondió Hawk—. El veneno lo mató, pero en realidad lo mató la magia.

—¡Eso es imposible! —exclamó Gaunt esforzándose por erguirse en su asiento y mirando a Hawk—. William todavía llevaba puesto el amuleto que Visage había hecho para él. Mientras lo llevara puesto, la magia no podía afectarlo.

—Exacto —dijo Hawk— y fue por eso por lo que murió.

Gaunt lo miró confuso y parte del ardor de su mirada desapareció otra vez bajo el efecto del sedante. Hawk paseó una rápida mirada por el resto de los presentes. Dorimant estaba tan inclinado hacia delante que costaba creer que aún no se hubiera caído de la silla. Stalker miraba con expresión ceñuda y Fisher parecía dispuesta a desollarlo si no acababa pronto con su historia.

—Fue un plan muy ingenioso —explicó Hawk—. Como no había ni rastro de veneno, de no haber sido por la interferencia de Katherine tal vez hubiéramos atribuido la muerte de Blackstone a causas naturales. ¿Por qué murió entonces? Todo tiene que ver con el amuleto y con la copa de vino. El asesino cogió una copa de veneno e hizo un conjuro de transformación para convertirlo en una copa de vino perfectamente normal. Entonces le dio la copa a Blackstone, pero cuando éste se la llevó a los labios, el amuleto anuló la magia de transformación y el vino volvió a su mortífero estado original. Blackstone debe de haber muerto poco después de entrar en su habitación. Cayó al suelo, dejando caer la copa de vino, que rodó alejándose del cadáver, quedó fuera de la influencia del amuleto y el veneno volvió a convertirse en vino. Por eso Gaunt pudo probarlo sin peligro. Más tarde, el asesino volvió a la habitación y se llevó la copa. Sabía que un examen minucioso revelaría la auténtica naturaleza del vino. Si todo hubiera salido según sus planes y la muerte de Blackstone se hubiera atribuido a un ataque cardíaco, probablemente habría cambiado la copa original por otra con vino normal, pero tal como estaban las cosas el tiempo apremiaba.

—Ingenioso —dijo Gaunt tratando de mantener los ojos abiertos.

—Sí, pero ¿es posible? —preguntó Dorimant—. ¿Podría haber funcionado?

—Oh, sí —respondió Gaunt—, habría funcionado. ¡Y por eso tenía que morir Katherine! Justo antes de la muerte de Visage, Katherine estaba tratando de recordar quién le había dado a William la última copa de vino. Estaba segura de haber visto quién se la había dado, pero no podía recordarlo. Tenía que morir porque el asesino tenía miedo de que pudiera identificarlo.

—Eso es —dijo Hawk—. Entonces, hemos establecido cómo murió William Blackstone. Pasemos ahora a los sospechosos. Gaunt, Dorimant y Stalker. Tres sospechosos, pero sólo uno de ustedes tuvo los medios, la oportunidad y el motivo.

»Gaunt podría haber hecho el conjuro de transformación del vino, sabía lo del amuleto y es mago y alquimista. Pero también tenía al súcubo, con todos los poderes que eso le otorgaba. Si hubiese querido matar a Blackstone, podría haberlo hecho de muchas maneras sin correr el menor peligro de que alguien llegara a descubrirlo. Además, no habría cometido un crimen en su propia casa; una investigación podía acabar descubriendo al súcubo, y no podía arriesgarse a eso.

»Dorimant… hubo un momento en que pensé en usted. Evidentemente estaba muy unido a la hechicera Visage, y los celos pueden ser un motivo muy poderoso. Tal vez si pensaba que Blackstone se interponía entre ella y usted… pero usted no sabía nada de magia. Ni siquiera sabía cómo funcionaba un conjuro de la verdad.

Hawk se volvió lentamente hacia Stalker.

—Tenía que ser usted, Stalker. Usted hizo el truco para transformar el vino demasiadas veces. Eliminar el alcohol del vino era una cosa, podría haberlo pasado por alto, pero transformarlo en un sedante para Gaunt fue un error. Cuando vi eso empecé a relacionar un montón de cosas. Me pregunté por qué Blackstone había tomado esa última copa de vino cuando ya había dicho que no iba a beber más porque el vino no le sentaba bien. Tomó el último vaso porque usted le dijo que su truco le había quitado el alcohol. Además, cuando Visage fue asesinada en el rellano, usted fue uno de los últimos en salir del salón, lo que significa que tuvo tiempo suficiente para matar a Katherine mientras los demás estaban distraídos por otro asunto.

»La falta de motivo fue lo que me desorientó durante mucho tiempo hasta que descubrí que era usted un DeFerrier. La siguiente causa por la que Blackstone iba a abogar era la lucha contra la prostitución infantil y los que estaban detrás de ella. Fisher y yo estuvimos trabajando en uno de estos casos antes de que nos apartaran de él para capturar al vampiro de Chandler Lane. Lo cierto es que se nos apartó del caso porque nos estábamos acercando demasiado a uno de los principales responsables, un hombre influyente y muy respetable a quien le gustaba abusar de los niños. Entre los DeFerrier había habido algo de esto, ¿no es cierto? Nunca sabremos exactamente cuántos niños fueron torturados y asesinados en sus rituales de magia negra. Usted era ese hombre influyente, Stalker. Usted fue quien hizo que nos apartaran del caso y por eso tuvo que matar a Blackstone. Durante sus investigaciones, él había descubierto su obsesión por los niños e iba a entregarlo a la Guardia en cuanto tuviera una prueba concreta contra usted. Y debe de haberla encontrado. Usted discutió con él, le prometió cualquier cosa, se lo prometió todo, pero Blackstone era un hombre honrado al que no se podía comprar ni intimidar; por eso lo mató. No podía permitir que le dijera al mundo lo que es usted realmente. Eso habría destruido su reputación y su leyenda. Y eso es todo lo que tenemos por ahora.

»Usted debe de haber planificado con tiempo la muerte de Blackstone, Stalker. Después de todo, fue el primero que le dijo a Visage cómo preparar un amuleto de protección. Resulta irónico, ¿no? Sin saberlo, al llevar ese amuleto estaba colaborando con su asesino. Si no hubiera sido por Katherine, todo habría salido como usted lo planeó y su pequeño y sucio secreto habría estado a salvo. Adam Stalker, queda usted arrestado por el asesinato de William y Katherine Blackstone.

Se produjo un momento de silencio, que Stalker rompió cuando, riendo entre dientes, dijo:

—Ya decía yo que usted era bueno. Lo averiguó todo, de principio a fin. Si no hubiera sido por esa zorra de Katherine… Me había olvidado de lo dura que era. Siempre tuvo la cabeza bien puesta y era una actriz estupenda. De no haber sido porque ella removió las aguas, usted no habría sospechado nada. Pero no importa. Nadie va a someterme a juicio.

Hawk saltó de su silla y se echó a un lado para esquivar a Stalker, que se arrojó de repente contra él, espada en ristre. Hawk rodó por el suelo mientras el golpe de la espada se descargaba sobre el respaldo de la silla en la que había estado sentado y como un resorte se puso de pie con el hacha preparada. Fisher también estaba de pie blandiendo la espada. Gaunt y Dorimant observaron sobresaltados cómo Stalker retiraba la espada, apartaba la silla a un lado de una patada y retrocedía rápidamente.

—Tiene usted buenos reflejos, Hawk —alabó Stalker—. Pero no tiene la menor oportunidad conmigo. El único que podría haberme detenido es Gaunt, pero está bajo los efectos de mi sedante. Dentro de pocos minutos el conjuro de aislamiento dejará de surtir efecto y yo me habré ido. La Guardia tardará un tiempo en encontrar esta casa llena de cadáveres, y éste se convertirá en otro de los muchos misterios sin resolver. Haven está lleno de ellos.

—Usted no va a ir a ninguna parte —dijo Fisher levantando un poco la espada.

—¿Crees que vas a detenerme, muchacha?

—¿Por qué no? Me he visto en situaciones más difíciles en mi vida.

Stalker sonrió con desdén y dio un paso adelante. Su espada despidió un destello al trazar un arco en el aire en dirección a Fisher. Fisher se preparó y rechazó el golpe gruñendo por el esfuerzo que le costó. La espada era pesada y Stalker hacía honor a todo lo que se decía sobre su fuerza. Fisher lanzó un golpe a la pierna de su oponente, que estaba desprotegida, pero él lo paró sin dificultad. Hawk acudió en su ayuda blandiendo el hacha, pero Stalker cogió una silla con su mano libre y se la arrojó. Una de las patas de la silla le golpeó tangencialmente en la cabeza y lo hizo caer al suelo aturdido. Fisher se lanzó contra Stalker y éste salió a su encuentro tomando rápidamente la delantera y obligando a Fisher a retroceder por toda la estancia mientras él detenía todos los golpes con los que ella trataba de encontrar en su defensa una brecha que nunca se producía. Era buena con la espada, pero él la superaba.

Al cruzarse, las espadas hacían saltar chispas que se disipaban en la quietud del aire, y el salón se llenaba del sonido que producían los aceros al chocar. Hawk se puso de pie y sacudió la cabeza para aclararla. Stalker vaciló un momento; no podía luchar contra ambos a la vez, y lo sabía. Se volvió de repente y lanzó un furioso golpe contra Dorimant, que se encogió en la silla y salió ileso. Fisher se lanzó hacia delante para detener el golpe, y Stalker giró en redondo en el último momento y le dio un contundente puntapié bajo la rodilla izquierda que le hizo perder el equilibrio y caer con un gemido de dolor. Stalker retrajo su espada para rematarla, pero ya tenía a Hawk encima, blandiendo el hacha con ambas manos, y se vio obligado a retroceder.

Frente a frente, Stalker y Hawk se midieron con sus armas relampagueantes bajo la luz de la lámpara. La espada y el hacha subían y bajaban, acortaban distancias, paraban y contraatacaban y ninguno de los dos daba cuartel. El ritmo era demasiado vivo como para que el enfrentamiento pudiera durar mucho. Stalker probó todas las tretas y los golpes sucios que conocía, pero ninguno de ellos funcionó con Hawk. Al Final empezó a notar que sus movimientos se hacían más lentos y la desesperación hizo presa de él. Recurrió demasiadas veces a una misma estratagema y Hawk logró burlar su guardia y hacerle soltar la espada. Stalker trastabilló frotándose la mano magullada y se apoyó contra la pared respirando agitadamente.

—Ya dije yo que era usted bueno, Hawk. Hace diez años ni siquiera me habría tocado… pero eso fue hace diez años.

Esperó un momento a recuperar el aliento.

—Realmente no es culpa mía, ¿sabe? No se puede imaginar siquiera lo que fue crecer en esta casa, viendo lo que hacía mi familia… ¿Qué oportunidades tenía? Eran perversos y trataron de corromperme a mí también. Yo no podía hacer nada, sólo era un niño. Por eso me escapé y llegué a convertirme en un héroe, para ayudar yo a los demás, porque no había nadie capaz de ayudarme cuando lo necesitaba. Pero ya estaba corrompido; era lo que me habían enseñado. Luché contra ello, resistí durante años. Pero era más fuerte que yo… Incluso traté de comprar esta casa para poder quemarla hasta los cimientos y acabar con el dominio que ejercía sobre mí. Pero Gaunt no estaba dispuesto a venderla. No fue culpa mía. ¡Nada de lo que sucedió fue culpa mía! Yo no elegí ser… lo que soy.

—Yo vi lo que le hizo a aquella niña en el prostíbulo del Nag’s Head —dijo Hawk—. Yo en su lugar hubiera preferido matarme antes de hacer algo así.

Stalker hizo un gesto de asentimiento.

—Nunca tuve la valentía suficiente. Hasta ahora. ¡Pero ya le he dicho que nadie va a juzgarme!

Dicho esto, sacó una daga de su bota y dándole la vuelta en su mano se la clavó hasta el fondo en el corazón. Cayó de rodillas y miró a Hawk con mirada triunfal antes de caer hacia delante y quedar inmóvil. Hawk avanzó cautelosamente y movió el cuerpo con el pie. No hubo respuesta. Se arrodilló y le tomó el pulso. Nada. Adam Stalker estaba muerto.

—Se acabó —dijo Dorimant—. Por fin se acabó.

—Sí —dijo Hawk poniéndose de pie trabajosamente—. Creo que sí —miró a Fisher—. ¿Estás bien, nena?

—Saldré de ésta —respondió Fisher tajante, flexionando su pierna dolorida.

—Era uno de los mejores —dijo Dorimant mirando con tristeza el cadáver de Stalker—. Nunca me cayó bien, pero lo admiraba. Fue uno de los mayores héroes que salieron jamás de los Low Kingdoms. Realmente hizo muchas de las cosas que le atribuyen las leyendas.

—Sí —dijo Hawk—. Ya lo sé. Y por eso vamos a decir que Hightower fue el responsable de todas las muertes. Nadie culpa a un licántropo, y Haven está más necesitada de leyendas como la de Stalker que de la propia verdad.

Dorimant hizo un lento gesto de asentimiento.

—Supongo que tiene razón. El pasado de un hombre debe enterrarse con él.

Una repentina sacudida estremeció la casa, que pareció descender unos centímetros. De repente, desapareció la tensión casi imperceptible que flotaba en el aire.

—El conjuro de aislamiento —dijo Fisher—. Se ha terminado. Salgamos de una vez de este maldito lugar.

Todos miraron a Gaunt, que dormía apaciblemente en su asiento.

—Váyanse —dijo Dorimant—. Me quedaré con él hasta que despierte. Alguien tiene que informarle de la historia que vamos a contar. Además… —Dorimant miró alternativamente a Hawk y a Fisher— prometí a Visage que cuidaría de ella y no quiero dejarla aquí, en compañía de extraños.

—Está bien —dijo Hawk—. No tardaremos mucho. ¿Y usted qué va a hacer ahora que Blackstone ha muerto…?

—Ya se me ocurrirá alguna cosa —respondió Dorimant—. Al menos, podré cenar gratis durante meses gracias a esta historia.

Todos se echaron a reír y luego Hawk y Fisher se despidieron y se dispusieron a salir. Atravesaron sin prisas el vestíbulo hasta la puerta de entrada. Hawk vaciló un momento y luego abrió la puerta de un tirón. Una fresca brisa vino a despejar el calor de aquella noche tan larga. El sol había salido, había nubes de lluvia en el cielo matutino y una sombra de humedad en el aire. Hawk y Fisher se detuvieron un momento disfrutando de la frescura de la brisa.

—En parte fue el calor —observó Fisher por fin—. Saca a relucir lo peor de la gente.

—Es cierto —dijo Hawk—, pero sólo si el mal está allí para sacarlo fuera. Venga, nena, vámonos.

Cerraron la puerta tras de sí y atravesando los jardines salieron a la empinada cuesta por la que habían subido y que los condujo de vuelta al sombrío corazón de la ciudad. Incluso bajo las primeras luces de la mañana, Haven es una ciudad oscura.