BIBLIOTECARIO EN PEKIN
Acompañé a Pekín a algunos estudiantes de Hunan. Pero, a pesar de haber participado en el movimiento y pudiendo apoyarme en el Hsin Min Hsueh Hui, no quise ir a Europa. Sentía que no sabía lo suficiente sobre mi país y que podía utilizar más útilmente el tiempo en China. Los estudiantes que deseaban ir a Francia, aprendieron francés con Li Shitsun, actual presidente de la Universidad de Chung-fa. Yo no hice lo mismo: tenía otros proyectos.
La vida en Pekín me pareció muy cara. Llegué a la capital con dinero prestado por mis amigos y debí por eso buscar trabajo. Yang Chin-chi, que fue mi profesor de Moral en la Normal, había sido nombrado profesor de la Universidad
Nacional de Pekín. Le pedí que me ayudase a conseguir empleo y él me presentó al bibliotecario de la Universidad, Li Ta chao, que fue uno de los fundadores del Partido Comunista chino y más tarde asesinado por Chiang Tso-ling. Li Ta-chao me empleó de asistente de bibliotecario con la hermosa renta de 8 dólares al mes.
Mis funciones eran tan humildes que la gente no reparaba en mí. Una de mis tareas consistía en escribir los nombres de la gente que venía a leer los diarios; pero para la mayoría de ellos yo no existía como ser humano. Entre los que venían a leer conocí a personajes célebres del Renacimiento, a hombres como Fu Su-mien, Lo Chia Lung y otros que me interesaban mucho. Traté de conversar con ellos sobre problemas políticos o culturales, pero eran hombres muy ocupados. No tenían tiempo para escuchar a un bibliotecario asistente que hablaba el dialecto del sur.
Sin embargo, no me desanimé. Me inscribí en la Sociedad de Filosofía y en la de Periodismo, para poder seguir los cursos de la Universidad. En la Sociedad de Periodismo encontré a otros estudiantes, tales como Cheng Kung-fo, que fue más tarde alto funcionario de Chiang Kai-shek; a Tan Pin Chang, que fue comunista y después miembro de lo que se llamó “tercer partido”, y a Chao Piao-ping, quien me ayudó bastante. Chao era profesor en la Sociedad de Periodismo. Era un liberal, un idealista ferviente y de un carácter encantador. Lo asesinaron por orden de Chang Tso-ling en 1926.
En la época en que trabajaba de bibliotecario conocí a Chan-Kuo-tao, que es actualmente vicepresidente del P.C.; a Kang Pei-cheng, que se unió al Ku Klux Klan en California; y a
Fue en esa época cuando conocí a Yang Kai-hui, de quien me enamoré. Era hija de mi antiguo profesor de Moral, Yank Cheng-chi, que tuvo mucha influencia sobre mí en mi juventud y que se convirtió en mi verdadero amigo en Pekín.
Me interesaba cada vez más por la política y mis opiniones eran más y más radicales. He hablado ya del comienzo de esta evolución; pero en este momento estaba todavía indeciso, buscaba el camino -como se dice-. Leí varios folletos anarquistas que me influencia ron mucho. Con un estudiante llamado Chum Hsunpei que venía a verme, discutíamos sobre el anarquismo y sus posibilidades en China. En esa época estaba de acuerdo con mucho de lo que ellos proponían.
Las condiciones de vida en Pekín eran miserables y -por contraste, la belleza de la vieja capital era una compensación deslumbradora-. Vivía en una pieza junto con siete arredantarios más. Cuando nos acostábamos todos, apenas si había espacio para respirar. Sentía a mis vecinos de cada lado cuando quería darme vuelta. Mas, en los parques y en el dominio del viejo palacio descubría la primavera precoz del Norte, contemplaba abrirse las flores de los ciruelos mientras crecía la solidez del hielo en el Mar del Norte. Miraba los cauces más allá de Pei Hai, con cristales de nieve colgando de sus ramas y recordaba la descripción que hizo el poeta Chen Chang, que habló de los árboles de Pei Hai, semejante con sus joyas de invierno a diez mil melocotones en flor”. Los innumerables árboles de Pekín me llenaban de asombro y de admiración.
N. del T.: Hay que recordar que estas páginas fueron escritas
A comienzos de 1919 fui a Shanghai con los estudiantes que partían para Francia. No tenía más que pasaje hasta Tientsin y no sabía cómo llegar más lejos. Pero bien dice un proverbio chino que el “cielo no retrasa nunca a un viajero”: un empréstito de diez dólares de otro estudiante que había recibido un poco de dinero de su escuela en Pekín, me permitió tomar boleto hasta Pu-Kou.
En el camino de Nankín me detuve en Chu-fu y acudí a ver la tumba de Confucio. Vi el arroyuelo donde los discípulos del filósofo bañaban sus pies y el pueblito donde vivió de niño. Se dice que plantó un árbol famoso cerca del templo que le está dedicado y fui a verlo. Me detuve también cerca del río donde vivió Yen Hmi, uno de los discípulos célebres de Confucio y vi el lugar de nacimiento de Mencio. En el curso de ese paseo escalé el Tai-Shan, monte sagrado de Chantung, donde el general Feng Yuhsiang se retiró para escribir su obra patriótica.
De vuelta a Pu-Kou no tenía dinero ni boleto. Nadie tenía dinero para prestarme. No sabía cómo abandonar la ciudad. Pero lo más trágico es que un ladrón me robó los zapatos. ¡Caramba! ¿Qué iba a hacer? Una vez más pensé que “el cielo no retrasa nunca a los viajeros”, y tuve la gran oportunidad. Cerca de la estación encontré a un antiguo amigo de Hu-nan, que se reveló como “mi ángel bueno”. Me prestó dinero para comprar un par de zapatos y suficiente para adquirir pasaje para Shanghai. Sólo así pude terminar mi viaje, vigilando -claro- mis zapatos nuevos.
En Shanghai se reunió el dinero de ayuda para enviar a los estudiantes a Francia y cierta suma me estaba destinada para volver a Hunan. Observé a mis amigos partir en el va por y me volví a Chang-sha. Los puntos culminantes de mi primer viaje al Norte fueron las excursiones que hice. Caminé sobre la nieve del golfo de Pei Hai. Di la vuelta a pie al lago Tung Tin y al muro de Paoting-Fu. Di la vuelta al muro de Hachou, célebre en los Tres Reinos (San Kiro) y al de Nanking, igualmente célebre en la historia. Finalmente ascendí al Tai Shen desde donde vi la tumba de Confucio. Estas eran hazañas que me parecían dignas de ser agregadas a mis aventuras de Hunan.
De vuelta a Chang-sha me ocupé más de la política. Después del movimiento del 4 de mayo consagré la mayor parte del tiempo a las actividades políticas estudiantiles, siendo jefe de redacción de la “Revista del Hsiang Chiang”, diario de los estudiantes de Hunan que tenía gran influencia sobre los movimientos estu diantiles del Sur de China. En Chang-sha participé en la fundación del Wen-Hua Shu Hui (Sociedad Cultural del Libro), asociación fundada para estudiar las tendencias culturales y políticas modernas. Esta sociedad y sobre todo Hsin Min Hsuch Hui, eran violentamente opuestas al Chang Chiang-Yao, entonces dirigida por Tu-chum de Hunan, un personaje ruin. Organizamos una huelga general de estudiantes contra Chang, exigiendo su renuncia y enviamos delegaciones a Pekín y al sudoeste, donde Sun Yat-sen dirigía su acción para impulsar la agitación contra Chang. En res puesta a la agitación de los estudiantes, Chang suprimió la revista del Hsiang Chiang. Después de estos hechos me dirigí a Pekín para representar allí al Hsia Min Hsuch y organizar un movimiento antimilitarista. El HMH amplió su lucha contra Chang Ching-Yao, trasformándola en una lucha general antimilitarista, convirtiéndome en director de una oficina de prensa que debía ayudar en esta labor. En Hunan el movimiento fue recompensado con algunos éxitos. Chang fue derrotado por Tan Ken-kai y un régimen nuevo se estableció en Changsha. Fue en esta época cuando el HMH empezó a dividirse en dos grupos, uno de izquierda y otro de derecha (la izquierda preconizaba un programa muy avanzado de reformas políticas y sociales).
Llegué en 1919 por segunda vez a Shanghai. Volví a ver a Chen Tu-hasin. Lo había encontrado ya en Pekín cuando estaba en la Universidad Nacional de Pekín y es posible que haya tenido más influencia sobre mí que ninguna otra persona. Allí encontré igualmente a Ha Shih, a quien fui a ver para obtener su apoyo a los estudiantes de Hunan. En Shanghai discutí con Chen Fu-Hsin nuestros proyectos para formar una liga para la Reconstrucción de Hunan. Luego volví a Changsha y comencé a organizarla.
Me ocupé como profesor, continuando toda vía mi acción con el Hsin Mm Hsuch Hui. Nuestra sociedad tenía entonces un programa “Para la Independencia de Hunan”, lo que significaba en la realidad su autonomía.
Decepcionado del gobierno del norte y creyendo que Hunan podía modernizar más rápido si rompía sus lazos con Pekín, nuestro grupo luchaba por obtener la separación. En aquel entonces yo apoyaba la doctrina norteamericana Monroe y el principio de la “puerta abierta”.
Tan Yen-kai, fue alejado de Hunan por un militarista llamado Chao Heng-ti, que utilizó para sus propios fines el movimiento “Para la Independencia de Hunan”. Pretendía defenderla y se convirtió en el abogado del principio de Los Estados Autónomos de China; pero cuando obtuvo el poder luchó con gran energía contra el movimiento democrático.
Nuestro grupo pidió iguales derechos para el hombre y la mujer y un gobierno representativo y -de una manera general- apoyaba la democracia burguesa. Sosteníamos abierta mente a esas reformas en nuestro diario “El Hunan Nuevo”. Allí atacábamos al Parlamento provincial, cuya mayoría de miembros eran propietarios o grandes burgueses apoyados por los militares.
El ataque contra el Parlamento fue considerado en Hunan, como un incidente grave y produjo temor a los que estaban en el poder. Mas, cuando Chao Heng-ti hubo tomado el poder, traicionó todas las ideas que había sostenido y en particular reprimió violentamente todas las protestas democráticas. Desde entonces nuestra sociedad dirigió su acción contra él. Recuerdo un episodio de esta lucha que tuvo lugar en 1920. El Hsin Mim Hsue Hui organizó una manifestación para celebrar el tercer aniversario de la revolución rusa. Nos arrestó la policía. Algunos manifestantes quisieron izar la bandera roja y se lo impidió la policía. Protestaron diciendo que según el Artículo 12 de la Constitución (la de entonces), tenían el derecho de reunirse, organizarse y hablar; pero los policías no se dieron por enterados. Respondieron que no estaban allí para que se les enseñara la Constitución, sino para obedecer las órdenes del gobernador Chao Keng Ti. Desde este momento me convencí cada vez más que sólo el poder político de las masas, obtenido por una acción de masas, garantiza la realización de reformas constructivas. En el curso del invierno de 1920 organicé políticamente a los trabajadores por primera vez y comencé, después de esto, a sufrir la influencia de la teoría marxista y la revolución rusa.