15.- Ese instrumento, muy utilizado por los antiguos navegantes, fue puesto otra vez de moda por el famoso capitán Voss. El ancla puede ser constituida por cualquier objeto medio sumergido y fijado a un largo cabo a proa del navío. Su objetivo es el siguiente: intentar que la embarcación se mantenga de cara al oleaje, para recibir los embates del mar en la mejor posición posible. En caso de tormenta, se arría el velamen y el navio, derivando a empujes del viento, ejerce una atracción sobre el objeto sumergido. Puesto que éste resiste, el navio se orientará siempre hacia el punto de resistencia. Asi se frena la deriva y el navio no puede ser cogido al sesgo por una ola que podría volcarlo. Nuestra ancla flotante estaba constituida por un pequeño «paracaídas» que, al hincharse por efectos de la atracción del barco, cumplía la misión asignada. En suma, nos resistíamos a la deriva como un paracaidista se resiste a bajar. Más tarde, para disminuir el material embarcado y siguiendo mi teoría, iba yo a utilizar el ancla para otras cosas.<<