CAPÍTULO 23
Ni Bradley ni mi familia se despegaron de mi lado en ningún momento y parecían llevarse de
maravilla. Eso era una novedad para mí, ya que mi familia no encajaba en el mundo de Eddie y casi nunca los veíamos. En cambio con Bradley era muy diferente. Incluso mi hermana insistió en que fuera a su casa a ducharse cada día si lo necesitaba, y mi madre le dijo que fuera a comer a su casa porque la comida del hospital era malísima.
La agente Jones volvió como dijo, e hice mi declaración. De momento Eddie ya estaba formalmente acusado de violación y el juicio se celebraría después de navidades. Mi abogada era una conocida de mis padres que me causó muy buena impresión cuando vino a verme al hospital y además no tenía nada de miedo a Eddie y a todo su poder. Sabía a lo que nos enfrentábamos y que sería muy difícil, pero aún así no se amedrentó para nada.
Así que una semana después, justo el día antes de nochebuena, me dan el alta y estoy lista para irme a casa.
—Cariño, ¿dónde vais a pasar las navidades?
—Eh, pues no lo habíamos pensado —digo mirando a Bradley —La verdad es que me gustaría volver a Oswego lo antes posible, pero a lo mejor podríamos quedarnos a pasar la nochebuena aquí, ¿no? —Como quieras…
—Y la mañana de navidad temprano, volvemos a casa. Si faltamos en navidad, Matt no te lo perdonaría en la vida —digo riéndome —En nochebuena sé que va a casa de Bree. Jud le ha invitado. —Pues nos encantaría que pasarais la nochebuena en casa con nosotros. Suze y Michael también vendrán, ¿verdad? —dice mi madre mirando a mi hermana.
—Sí, allí estaremos.
—Habíamos pensado además, que si queréis —empieza a decir mi padre algo nervioso —en lugar de volver a tu apartamento, podríais venir a casa hoy mismo… Por supuesto, Bradley, tú también. —Gracias papá —digo acercándome a él, dándole un beso en la mejilla —La verdad es que no me apetece mucho volver a mi apartamento… ¿Te parece bien Bradley?
—Vale, no hay problema. Tenemos que recoger las cosas de tu apartamento entonces.
Bradley me coge de la mano mientras entramos en mi apartamento y no me quita ojo de encima. Mis ojos van rápidamente de un lado a otro, sin posarse en nada concreto, huyendo sobretodo de la zona del sofá y comprobando que todo está tal cual lo dejamos. Rápidamente, me conduce a la zona del dormitorio y allí cojo la maleta que traje y empiezo a meterlo todo en silencio, casi sin levantar la vista. Bradley se queda al lado de la puerta, y me observa algo preocupado.
—Me gustaría poder hacer más —me dice casi susurrando.
—Ya haces mucho. No sería capaz de entrar aquí de nuevo sin ti…
—Harper —se acerca a mí e inseguro me recoge un mechón de pelo detrás de la oreja provocando que, en un acto reflejo, dé medio paso hacia atrás.
Él agacha la cabeza y empieza a retirar la mano. Se la cojo y la coloco en mi mejilla, cerrando los ojos intentando evitar, en vano, que escaparan algunas lágrimas.
—Lo siento… Lo siento mucho… —le digo.
—No pasa nada. Vámonos de aquí que tus padres nos estarán esperando en su casa.
Nos montamos en la furgoneta de Bradley y mientras le indico el camino a casa de mis padres, vamos escuchando música. En todas las emisoras suenan villancicos, muy propios para la época de año, pero cansinos a la que has escuchado tres seguidos. Se me ocurre apretar el botón del CD y de repente me quedo parada al escuchar lo que suena. Son los Guns n’ Roses. Abro los ojos de par en par mientras escucho las notas de la canción “So Fine”. Bradley me mira de reojo con una sonrisa en los labios.
—¿Qué? —me pregunta.
—No me imaginaba que te gustaran los Guns n’ Roses…
—¿Y eso por?
—No sé… Me sorprende que te guste algo tan… ¿heavy?
—¿Heavy? ¡Jajaja! Escucha bien. Pocas veces
oirás una guitarra mejor tocada —me dice subiendo el
volúmen.
It’s a story of a man who
works as hard as he can
Just to be a man who stands on his own
But the book always burns as the story takes it turn
And leaves a broken man
If you could only live my life
You could see the difference you make to me, to me
Well I’d look right up at night
And all I’d see was darkness
Now I see the stars alright
I wanna reach right up and grab one for you
De repente empieza a cantar mientras con los dedos golpea el volante y moviendo la cabeza de un lado a otro al compás de la música. La verdad es que no se le da nada mal y le hace parecer muy sexy. When the lights went down in your house
Yeah that made me happy
The sweat I make for you
I think you know where that comes from
Nos paramos en un semáforo y le observo
mientras canta una estrofa preciosa con los ojos cerrados, poniendo
mucho sentimiento en cada palabra. De oírle se me pone la piel de
gallina.
How could she look so
good, so good?
How could she be so fine?
How could she be so cool?
How could it be she might be mine?
—Es preciosa la letra… —digo cuando acaba.
—El día que te conocí, cuando te llevaba en la grúa, esta canción sonó y cuando la oía no podía dejar de pensar en lo reflejado que me sentía con la letra porque no paraba de preguntarme cómo podías ser tan guapa y cómo podrías llegar a ser mía…
—Y pensar que yo creía que me ibas a echar de la grúa de una patada en cualquier momento… Por dios qué borde eras…
—Me ponías tan nervioso… Me temblaban las manos Harper. El corazón parecía que se me iba a salir del pecho y sudaba como un cerdo. Pensé que te darías cuenta y lo único que se me ocurrió fue alejarte lo máximo de mí. El problema es que mi hermano no puede dejar de ser encantador ni dos segundos y siempre estabas por ahí rondando o me hablaba de ti a menudo.
—Es que tu hermano es bastante irresistible… —y cuando me mira alzando una ceja añado —Pero tu rollito borde en el fondo me ponía como una moto.
Me mira de reojo guiñándome un ojo y consigue que suelte una carcajada. Le adoro, es lo mejor que me ha pasado en la vida, con diferencia. ¿Por qué entonces soy incapaz de acercarme físicamente a él cuando precisamente es la persona que más me apetecería que lo hiciera?
—Oye, ¿en tu casa hay que ir muy arreglado en nochebuena? —y al ver mi cara de asombro añade — Lo que ves es lo más elegante que llevo y hasta yo creo que no es muy apropiado para cenar con tus padres en nochebuena.
Le miro de arriba a abajo y veo el conjunto, vaqueros y sudadera con cremallera y capucha, que le queda de vicio, pero es cierto que no es muy apropiado.
—Yo algo apropiado tengo en la ropa que hemos cogido de mi apartamento. Pero si quieres, después de dejar las cosas en casa de mis padres nos vamos de compras.
—Soy todo tuyo.
Horas después caminamos cogidos de la mano por la Quinta Avenida. Vale sí, tengo que reconocer que esta calle sí la he echado de menos y más en esta época del año. Todo el mundo va con prisa haciendo las compras de última hora, aunque llevan una sonrisa en la cara. Cuando llegamos a Saks le meto para dentro de un tirón. Me conozco estos grandes almacenes de memoria así que enseguida nos dirigimos a la sección de hombre. Me muevo con agilidad entre la multitud de trajes colgados mientras Bradley me sigue de cerca.
—Este me gusta —digo cogiendo un traje negro de corte entallado en la cintura —con esta camisa blanca y… ¿corbata o pajarita?
Al ver la cara de susto de Bradley me decido por la corbata. Le vuelvo a coger de la mano y le llevo hacia los probadores. Le meto en uno, le doy en traje y cargado con la ropa y la boca abierta, se me queda mirando durante un rato. Sonrío y agacho la mirada con timidez y él hace lo mismo cerrando la puerta del probador a su vez. Cuando la puerta se abre de nuevo me quedo impactada con la imagen. El traje le queda como un guante, como si estuviera hecho a medida para él y el color negro resaltaba el azul de sus ojos.
—Me tendrás que ayudar con ésto —dice con la corbata en la mano.
Se la cojo y me acerco a él hasta que su torso roza mis pechos cuando sube y baja debido a la respiración. Le levanto el cuello de la camisa y paso la corbata, que empiezo a anudar despacio. Levanto la vista hacia él y nuestro ojos se encuentran. A pesar de poder pasarme la vida perdida en ellos, bajo la vista hacia la corbata para comprobar que le estoy haciendo bien el nudo. Mientras hago la segunda lazada, veo su nuez subir y bajar al tragar saliva y siento el impulso de morder su cuello. Le ajusto el nudo bien arriba y le bajo el cuello, alisándole luego las solapas de la americana, recreándome ensimismada, quizá más tiempo del necesario en esa tarea. Él no deja de mirarme sin mover un músculo, sin intentar siquiera rozarme.
—Mírate —le digo dándole la vuelta y poniéndole de cara al espejo de dentro del probador —Estás guapísimo.
Se mira un rato en el espejo, pero su vista pasa enseguida a mí. Sin poderme resistir, poco a poco paso mis brazos por su cintura, abrazándole por detrás. Al principio cierro los ojos, temerosa de lo que puedo sentir en ese momento, pero poco a poco los voy abriendo mientras Bradley se gira para ponerse de cara a mí. Me coge de la barbilla y me levanta la cara. Yo sigo aferrándome a su cintura, como si al soltarme pudiera caerme al suelo. Él poco a poco, se empieza a acercar hasta que sus labios rozan los míos. Y así se queda, esperando mi permiso, mi consentimiento.
—Te deseo Harper, y ahora mismo me gustaría fundirme en tus labios, pero quiero que sepas que no haré nada que tú no quieras y que esperaré por ti toda la eternidad si hace falta.
Su aliento me hace cosquillas en los labios, que me hipnotizan mientras hablan y soy incapaz de apartar la vista. Agarro las solapas de su americana y le obligo a recorrer la corta distancia que nos separaba. Al principio nuestros labios se quedan quietos, contentándose sólo con tocarse pero entonces Bradley abre su boca y muerde mi labio inferior con delicadeza y me obliga a soltar un gemido de placer. Acerco mis manos a su cara e introduzco mi lengua en su boca, buscando el juego con la suya. En cuanto se encuentran un calor infinito empieza a recorrerme todo el cuerpo. Mi estómago salta de alegría y me da sacudidas de placer, demostrándome que llevo varios días asustada por nada. Lo que Bradley me hace sentir es increíble y nunca podría hacerme revivir la pesadilla que me hizo pasar Eddie.
—Mmmm, ¿le queda bien el traje, caballero? —nos interrumpe la voz de una dependienta.
Nos separamos con una sonrisa en la cara y algo avergonzada, me giro hacia la mujer tapándome la boca con la mano.
—Sí, nos lo quedamos. Gracias.
—Ahora salimos. Voy a comprobar que de verdad
le gusta a mi chica el traje no vaya a ser que lo tengamos que
cambiar —y sin esperar siquiera que se vaya, me agarra por la
cintura y la nuca y vuelve a besarme como si hiciera años que no lo
hiciéramos.