LA SEGUNDA UNIDAD

Un hombre de conocimiento tenía un aliado

La idea de que un hombre de conocimiento tenía un aliado era el más importante de los siete temas componentes, por ser el único indispensable para explicar qué era un hombre de conocimiento. En el esquema clasificatorio de don Juan, un hombre de conocimiento tenía un aliado, mientras que el hombre medio no tenía, y tener un aliado era lo que lo diferenciaba de los hombres comunes.

Don Juan describía al aliado como «un poder capaz de transportar a un hombre más allá de los límites de sí mismo»; es decir, un aliado era un poder que permitía trascender el terreno de la realidad ordinaria. En consecuencia, tener un aliado implicaba la posesión de poder, y el hecho de que un hombre de conocimiento tenía un aliado era en sí mismo prueba de que se había alcanzado la meta operatoria de las enseñanzas. Como esa meta era enseñar a convertirse en hombre de conocimiento, y como un hombre de conocimiento era el que tenía un aliado, otra manera de describir la meta operatoria de las enseñanzas de don Juan era decir que también mostraban cómo obtener un aliado. El concepto «hombre de conocimiento», como marco filosófico del brujo, sólo tenía significado para cualquiera que desease vivir dentro de ese marco, por cuanto dicha persona tenía un aliado.

He clasificado este último tema componente de «hombre de conocimiento» como la segunda unidad estructural principal a causa de que resulta imprescindible para explicar qué era un hombre de conocimiento.

En las enseñanzas de don Juan, había dos aliados. El primero se hallaba contenido en las plantas datura conocidas comúnmente como toloache. Don Juan daba a ese aliado uno de los nombres que la planta tiene en español: yerba del diablo. De acuerdo con él, cualquier especie de datura contenía el aliado. Pero cada brujo debía cultivar una especie en un sembrado que llamaba propio, no sólo en el sentido de que las plantas eran su propiedad privada, sino en el sentido de que estaban identificadas personalmente con él.

Las plantas del propio don Juan pertenecían a la especie inoxia; sin embargo, no parecía existir correlación entre ese hecho y las posibles diferencias entre las dos especies de Datura accesibles para él.

El segundo aliado estaba contenido en un hongo que identifiqué como perteneciente al género Psilocybe; era posiblemente Psilocybe mexicana, pero la clasificación fue sólo tentativa porque me resultó imposible obtener un espécimen para análisis de laboratorio.

Don Juan llamaba a este aliado «humito», sugiriendo que el aliado era análogo al humo o a la mezcla de fumar que él hacía con el hongo. Se refería al humo como si éste fuera el verdadero vehículo, pero dejaba claro que el poder se asociaba con una sola especie de Psilocybe; así, se necesitaba especial cautela al recolectar, para no confundirla con ninguna de las diez o doce especies distintas del mismo género que crecían también en la zona.

Un aliado como concepto significativo incluía las siguientes ideas y sus ramificaciones: 1) un aliado carecía de forma; 2) un aliado se percibía como cualidad; 3) un aliado podía domarse; 4) un aliado tenía una regla.

Un aliado carecía de forma. Se creía que un aliado era una entidad que existía fuera e independientemente de uno mismo, pero el que se tratase de una entidad aparte no obstaba para que se le creyera carente de forma. He establecido la «carencia de forma» como condición opuesta a la de «tener forma definida», distinción realizada en vista del hecho de que había otros poderes, similares a un aliado, que poseían una forma definidamente perceptible. La condición amorfa de un aliado significaba que éste no tenía forma clara, ni vagamente definida, ni siquiera reconocible; y tal condición implicaba que un aliado no era visible en ningún momento.

Un aliado se percibía como cualidad. Una secuela de la carencia de forma en un aliado era otra condición expresada en la idea de que un aliado se percibía sólo como una cualidad de los sentidos, es decir, siendo amorfo el aliado, su presencia sólo se hacía notar por sus efectos sobre el brujo. Don Juan clasificaba algunos de estos efectos como poseedores de cualidades antropomórficas. Describía a cada aliado atribuyéndole el carácter de un ser humano, implicando así que un brujo individual se hallaba en posición de escoger el aliado más conveniente hermanando su propio carácter con las supuestas características antropomórficas de un aliado.

Don Juan presentó a los dos aliados incluidos en las enseñanzas señalándoles un conjunto de cualidades antitéticas.

Categorizaba al aliado contenido en la Datura inoxia por medio de dos cualidades: era mujeril y era dador de poder superfluo. Estas dos propiedades le parecían absolutamente indeseables. Sus formulaciones sobre el tema eran definidas, pero al mismo tiempo daba a entender que su juicio de valores sobre el asunto no era sino una elección personalista.

La característica más importante era sin duda lo que don Juan llamaba naturaleza mujeril. El hecho de que se le pintara mujeril no significaba, empero, que el aliado fuese un poder femenino. La analogía con una mujer podría ser sólo, según parece, una forma metafórica usada por don Juan para describir lo que él juzgaba efectos desagradables del aliado. Además, el género femenino de la palabra yerba puede haber ayudado a crear la analogía. En cualquier caso, la personificación de este aliado como un poder mujeril le asignaba las siguientes cualidades antropomórficas: 1) era posesivo; 2) era violento; 3) era imprevisible, y 4) tenía efectos nocivos.

Don Juan atribuía al aliado la capacidad de esclavizar a los hombres que se hacían seguidores suyos; explicaba esta capacidad como la propiedad de ser posesivo, que correlacionaba con el carácter de una mujer. El aliado poseía a sus seguidores otorgándoles poder, creando un sentimiento de dependencia, y dándoles fuerza y bienestar físicos.

También se atribuían características de violencia a este aliado. Su mujeril violencia se expresaba forzando a sus seguidores a ocuparse en acciones perturbadoras, de fuerza bruta. Y tal característica específica lo adecuaba mayormente a hombres de naturaleza fiera que desearan encontrar en la violencia una llave del poder personal.

Otra característica mujeril era la imprevisibilidad. Para don Juan, eso significaba que los efectos del aliado nunca eran coherentes; más bien, se suponía que cambiaban al azar, y no había manera discernible de predecirlos. La inconstancia del aliado debía contrarrestarse con el cuidado minucioso y dramático que el hechicero ponía en cada detalle de su manejo. Cualquier vuelta desfavorable que no pudiera derivarse del error en la manipulación, se explicaba como resultado de la imprevisibilidad mujeril del aliado.

A causa de sus efectos de posesión, violencia e inconstancia, se pensaba que este aliado tenía un efecto nocivo sobre el carácter de sus seguidores. Don Juan creía que el aliado pugnaba voluntariamente por transmitir sus características mujeriles, y que su esfuerzo por hacerlo realmente tenía éxito.

Pero, junto con su naturaleza mujeril, este aliado poseía otra faceta que también se percibía como cualidad: era dador de poder superfluo. Don Juan insistió mucho en este punto, y subrayó que, como dador generoso de poder, el aliado era insuperable. Se le atribuía dotar a sus seguidores de fuerza física, un sentimiento de audacia, y la destreza de realizar hazañas extraordinarias. Sin embargo, según el juicio de don Juan, un poder tan exorbitante resultaba superfluo; declaró que, en su caso al menos, ya no había necesidad de dicho poder. Sin embargo, lo presentaba como fuerte incentivo para el presunto hombre de conocimiento, si este último tuviera una inclinación natural a buscar poder.

El punto de vista idiosincrásico de don Juan era que el aliado contenido en la Psilocybe mexicana tenía, en cambio, las características más adecuadas y más valiosas: 1) era varonil, y 2) era dador de éxtasis.

Describió al aliado como antítesis del contenido en las plantas datura. Lo consideraba varonil, viril. Su condición de masculinidad parecía ser análoga a la condición femenina del otro aliado; es decir, no se trataba de un poder masculino, pero don Juan clasificaba sus efectos de acuerdo con lo que él consideraba conducta varonil. También en este ejemplo, el género masculino de la palabra humito puede haber sugerido la analogía con un poder macho.

Las cualidades antropomórficas de este aliado que don Juan consideraba propias de un hombre son las siguientes: 1) era desapasionado; 2) era suave; 3) era previsible, y 4) tenía efectos benéficos.

La idea de don Juan sobre la naturaleza desapasionada del aliado se expresaba en la creencia de que éste era ecuánime, de que nunca llegaba a exigir actos extravagantes a sus seguidores. Jamás esclavizaba a los hombres, porque no les otorgaba poder fácil; al contrario, Humito era duro, pero justo, con sus seguidores.

El hecho de que el aliado no mostraba declaradamente una conducta violenta lo hacía suave. Como supuestamente inducía una sensación de incorporeidad, don Juan lo presentaba como calmado, amable y dador de paz.

También era previsible. Don Juan declaraba constantes sus efectos sobre todos los seguidores individuales y en las experiencias sucesivas de cada hombre; en otras palabras, sus efectos no variaban o, de variar, eran tan similares que se contaban como iguales.

Como consecuencia de ser desapasionado, suave y previsible, se atribuía a este aliado otra característica viril: un efecto benéfico sobre el carácter de sus seguidores. Se suponía que la virilidad de Humito creaba en ellos una muy rara condición de estabilidad emotiva. Don Juan creía que bajo la guía del aliado uno templaba su corazón y adquiría equilibrio.

Se creía que un corolario de todas las características varoniles del aliado era la capacidad de dar éxtasis. Esta otra faceta de su naturaleza se percibía también como cualidad. Se acreditaba a Humito el llevarse el cuerpo de sus seguidores, permitiéndoles así ejecutar formas especializadas de actividad inherentes a un estado de incorporeidad. Y don Juan sostenía que tales formas especializadas de actividad llevaban inevitablemente a una condición de éxtasis. El aliado contenido en la Psilocybe se consideraba ideal para hombres predispuestos por su naturaleza a buscar la contemplación.

Un aliado podía domarse. La idea de que un aliado era domable implicaba que, como poder, tenía el potencial de ser usado. Don Juan lo explicaba como la capacidad, innata en el aliado, de ser utilizable; se consideraba que, habiendo domado a un aliado, el brujo tenía a su disposición el poder especializado de aquél, lo cual significaba que podía manipularlo según sus intereses. La capacidad que un aliado tenía de ser domado se contraponía a la incapacidad de otros poderes, similares a un aliado, excepto que no se dejaban manipular.

La manipulación de un aliado tenía dos aspectos: 1) un aliado era un vehículo; 2) un aliado era un ayudante.

Un aliado era vehículo en el sentido de que servía para transportar a un brujo al terreno de la realidad no ordinaria. Hasta donde llega mi conocimiento personal, ambos aliados servían como vehículos, aunque la función tenía diferentes implicaciones para cada uno.

Las cualidades indeseables e inclusivas del aliado contenido en la Datura inoxia, especialmente su característica de imprevisibilidad, lo convertían en un vehículo peligroso, incierto. El ritual era la única protección posible contra su inconstancia, pero eso nunca bastaba para asegurar la estabilidad del aliado; un brujo que usara este aliado como vehículo debía esperar augurios favorables antes de proceder.

Por otra parte, el aliado contenido en la Psilocybe mexicana se tenía por un vehículo constante y previsible a causa de todas sus cualidades valiosas. Como consecuencia de su previsibilidad, un brujo que empleara este aliado no necesitaba ejecutar ningún tipo de ritual preparatorio.

El otro aspecto de la calidad manipulable de un aliado se expresaba en la idea de que un aliado era un ayudante. Ser ayudante significaba que un aliado, después de servir como vehículo al brujo, era nuevamente utilizable como ayuda o guía que lo asistiese en la consecución de cualquier meta que el hechicero tuviese en mente al entrar en el terreno de la realidad no ordinaria.

En su capacidad de ayudantes, los dos aliados tenían propiedades diferentes, únicas. La complejidad y la aplicabilidad de estas propiedades aumentaban conforme uno iba avanzando en el camino del aprendizaje. Pero, en términos generales, el aliado contenido en la Datura inoxia se tenía por un ayudante extraordinario, y esta capacidad se pensaba corolario de su facilidad para dar poder superfluo. El aliado contenido en la Psilocybe mexicana, sin embargo, se consideraba un ayudante aún más extraordinario. Don Juan pensaba que Humito no tenía rival en la función de ayudante, lo cual veía como extensión de las inclusivas cualidades valiosas del aliado.