CAPÍTULO DIEZ: LA NOTA.
Gabriela se despertó temprano, me despertó dándome un par de besos dulcemente.
—Voy a salir ahora mismo a ver y desayunar con mi hermana si te parece bien (parecía contenta).
—Claro claro… si ya estas hasta con los zapatos puestos, anda vé y pasalo bien.
—Vale cielo, en la nevera te he dejado embutido que compré ayer, no tardaré.
Cuando ya estaba apunto de cerrar la puerta la grité desde la cama:
—¡Gabriela! ¡Gabriela!, no te olvides de darla un beso de mi parte.
Ella echó una carcajada y cerró la puerta.
Intenté empezar el día e hincar el diente a ese embutido, tenía verdaderamente hambre.
Procedí a retirar la manta y el edredón donde estaba tan a gusto al calor.
—¡Oh Dios!, ¿pero que?, ¿cómo demonios? (grité descontrolado).
Al retirar la ropa de cama me encontré vestido de arriba a bajo con mi ropa de calle.
Me incorporé sobresaltado y observé, debajo mio estaba mi sombrero un tanto aplastado.
¿Por qué he dormido vestido?, ¿en qué momento quité mi pijama para vestirme así?
Mi cerebro no entendía nada de lo que en la habitación ocurría.
Suizas debido a todo el estrés acumulado ahora era sonámbulo. No tuve otra respuesta más lógica.
Me dirigí al frigorífico y asalté el embutido. Estaba dispuesto a calmar mi voraz apetito con un buen bocadillo de jamón; por lastima ya no Ibérico.
Encendí el televisor ya que en esta extraña casa me sentía agobiado sin la presencia de Gabri.
El deseado bocadillo que pasaría a ser mi codiciado almuerzo, se desplomó al ver la impactante noticia que figuraba en la pantalla del televisor.
«El mayordomo del director de la empresa Aerotec, Daniel Gutiérrez Salcedo a sido hallado muerto en lo que parece un asesinato macabro.
Junto al cuerpo atado con cuerdas a varios árboles se encontró una motocicleta prendida fuego.
Habrá que esperar a la declaración que realice la policía junto con la autopsia para poder dar una versión oficial».
De inmediato apagué el televisor. Me pregunté si este nuevo crimen estaría relacionado con el asesinato de mi segundo de abordo Fredo. Algún desalmado robó la vida de mi chofer y preciado amigo Daniel. Espero saber que ha pasado pronto.
Sonó mi teléfono, era Gabriela.
—¿Ernesto?, ¿estas viendo la televisión?
Me costó articular palabra.
—Si Gabriela, es una trágica perdida. Tú dile a tu hermana que te preste dinero para volver hasta aquí en un taxi. No debemos de descuidarnos.
Colgué el teléfono, estaba incrédulo. ¿Todo lo que me rodea se viene abajo?, ¿será un presagió del devenir?
Esta noticia me volvió a pillar con la guardia baja. Me encontré devastado, desolado, solo; Solo pude rezar por el alma de Daniel, aquel hombre que fue mi fiel empleado durante años.
Pasaron algunos días, faltaba un solo día para ir a la consulta del doctor cuando la televisión emitió el resultado de la autopsia de Daniel y lo que presuntamente ocurrió.
Según la esposa de Daniel Gutiérrez Salcedo, Daniel salió camino de una entrevista de trabajo a media tarde; pero nunca regresó.
La autopsia del cuerpo sin vida de Daniel reveló restos de cloroformo en sus orificios nasales, por lo tanto tenemos el mismo modus operandi que en el mismo hecho acontecido en el asesinato de Alfredo Jiménez. Posiblemente estas muertes estén relacionadas.
Daniel fue atacado por la espalda, le abordaron hasta dormirle con el cloroformo.
Apareció en un pinar, cerca de donde se encontró hallado muerto el otro sujeto.
Tumbado en el suelo en cruz, atado por cada extremidad a un árbol diferente, imposibilitando su movimiento y su huida.
No podemos determinar si estaba despierto o aún sedado por el cloroformo.
La moto hallada prendida fuego junto a él fue su verdugo, lo que usaron para cometer la barbarie que ahora les narramos:
El asesino puso sobre el rostro de Daniel la rueda trasera de la moto de alta cilindrada.
Mantuvo los frenos apretados mientras aceleraba quemando la rueda trasera de la motocicleta sobre su rostro.
Cada acelerón sobre la empuñadura desfiguraba y abrasaba el rostro de Daniel hasta provocar su muerte.
Tras acabar con él, el asesino dejó una nota debajo de el cuerpo de Daniel que procedemos a leer ahora mismo:
«Tu peor enemigo eres simplemente tú mismo».
La policía a encontrado un testigo que dice haber visto como un hombre enmascarado y del que resalta que solo pudo distinguir un sombrero, metió a Daniel en un coche.
«La policía seguirá investigando y buscando al autor de los hechos».
Mi esposa y yo desconectamos el televisor, nos mirábamos fijamente, aterrorizados.
¿Qué demonios sucede?, ¿cómo puede haber un ser capaz de cometer esas barbaridades?
Mientras Gabri me miraba atentamente sin articular palabra me dirigí a la ventana.
Empecé a recordar lo que dijeron por televisión; un hombre con sombrero.
¿Tiene algo que ver que la anterior noche me despertara vestido de calle?
Mi mente desvariaba, estos hechos no tienen nada que ver conmigo. ¿O tal vez sí Ernesto? Me replicó una voz.
Se trataba de una voz masculina, no era la fina y cariñosa voz de mi esposa; pero si estábamos los dos solos en aquella casa, ¿de quién se trataba?
Será mejor que se lo comente mañana al doctor Manuel Alejandro.