Sus miedos, todos su miedos sacados en unas sencillas preguntas le golpearon con fuerza dejándola sin argumentos ni pensamientos algunos. Ella sabía que no tenía su estatus, que quizá no era digna de ellos, pero el vínculo estaba hecho y era algo tangible. Si no podían quedarse en Rochel los tres juntos siempre cabía la posibilidad de la Tierra. Pero... ¿se adaptarían a algo así? Es más, ¿habría ella podido adaptarse a vivir en Rochel?
––Ve ahora a la audiencia y anuncia tu partida junto a tus amigos. Yo me ocuparé de mis hijos.
––¿Cree que es tan fácil todo esto? ¿Que no harán nada al respecto?
––Harán lo que yo les ordene. Soy su padre.... y soy su Rey. Acatarán o serán encarcelados hasta que tú marches. Después me ocuparé de destruir todas las naves que no sean necesarias y de poner bajo vigilancia extrema las restantes. No volverán a la Tierra si es lo que estás pensando ––le aclaró con el mismo tono autoritario con el que se dirigía a ellos.
Becca se levantó del banco con una furia y energía que no sabía de dónde sacaba. Se acercó a él alzando la cabeza para mirarle a los ojos.
––¿Qué es usted primero? ¿Rey o padre? ––le preguntó. Éste la miró sin entender––. Porque si es Rey primero es de los mejores defendiendo su reino y su legado. Pero como padre es una decepción para sus hijos. Uno busca la felicidad de los suyos, no la destruye ––añadió alejándose de él mientras hablaba, dándole la espalda.
––¡Becca! ––gritó él.
Ella giró la cabeza para mirarlo con la mirada más ácida y mordaz que tenía.
––Haré lo que tengo que hacer ––respondió ella sin darle más explicaciones.
****
Kreyson no volvió a abrir la boca en la audiencia pese a los intentos de los demás para que respondiera. Tanto Norim como él habían tomado la decisión y sabían que ésta sería la acertada mientras estuvieran con Becca. Ahora se daban cuenta de ello.
En su lugar, Norim había tomado las riendas del asunto junto a su madre. La echaría de menos pero esperaba volver, aunque fuera de visita, y los científicos trabajaban en la comunicación entre los dos planetas.
Ya no había marcha atrás.
––Kreyson, ¿estás seguro? ––le preguntó en su mente Becca. Había pasado tiempo desde que la sintiera pensar a ella misma, o hablarle, y eso le preocupaba con la unión tan insegura aún.
––¿Te ha pasado algo?
––No, tardé más en salir y me perdí ––le mintió esperando ser convincente.
Sin embargo, ambos hombres se miraron, Norim arqueando una ceja, Kreyson negando. Sabían que no era cierto pero no querían iniciar una pelea.
––¿Habéis terminado ya?
––Sí, Norim se ocupa de finalizar la audiencia. ¿Por?
––Tenemos que hablar de esto ––respondió con un tono duro y frío.
Kreyson sonrió ante ello porque parecía más una niña con un berrinche.
––¿De qué preciosa? ¿De cómo vamos a tumbarte y a disfrutar de...? ––Norim se calló dejando en el aire lo que iba en esa frase; no era necesario porque Becca ya se había encendido nada más mencionarle algo así; su pequeña polvorilla.
––¿¡Tú que crees!? ––exclamó––. ¡No podéis dejar Rochel!
––Y tú no deberías dejar la Tierra ––contraatacó Kreyson.
––Allí no soy nadie, da igual si estoy o no.
––Lo mismo aquí. Nuestro padre aún gobernará más años. No servimos.
––Es vuestro hogar, sois respetados y...
––Y lo mismo te pasa a ti en la Tierra ––cortó Norim.
––Sabes que eso no es verdad ––le recalcó ella, algo enfadada.
––Tus amigos, tus vecinos, la gente que importa.
––¿Lo ponemos en una báscula? Lo que yo tengo sobre lo que tenéis vosotros. Claramente se inclinará a vuestro lado.
––No ––negó Kreyson––. Porque en tu lado estás tú, y para nosotros es lo suficiente para inclinarla al tuyo.
Becca no pudo decir nada en ese momento y ellos sonrieron entre sí. La hubieran abrazado de estar junto a ella pero se limitaron a enviarle un sentimiento de calidez. Hacían lo correcto. Se acababa estar haciendo lo que los demás les decían, ahora era el turno de ellos. Su turno para ser felices.
****
Los pasos firmes que daba rumbo a la sala de audiencias no podían describir lo miedosa que estaba por dentro. Parecía hecha de gelatina, o flan, y cada pisada le hacía tambalear las rodillas, como si en cualquier momento fuera a caerse.
––¿Estás bien? ––le preguntó Gala a su lado.
No sabía cómo se encontraba teniendo que lidiar con la misma pregunta que sus hombres le hacían en la cabeza.
––Sí ––gruñó ella.
Gala, como fiel guardaespaldas, la había seguido desde que dejara la habitación de Kreyson y Norim, donde dormía ahora, como la prometida del futuro rey, sólo que en esa ecuación también entraba Norim. Ellos estaban en ese momento en una reunión importante con los científicos para el viaje que tenía lugar al día siguiente mientras Pahaliah y Aerial tenían una audiencia con el pueblo. Había estado toda la noche discutiendo con ellos debido al anuncio realizado pero, por más discusión que hubiera, no parecía que se echaran para atrás y finalmente los habían dejado y salido de la sala.
Lo sentía mucho por Aerial pero Pahaliah... Más de una vez le había echado unas miradas que le hacían poner la carne de gallina y sabía que, en esos momentos, controlaba su vínculo con ellos para que no lo notaran. Él quería que se fuera, y tenía razón en ello, pero ellos en la Tierra no tendrían problemas... Sólo se acabarían aburriendo de no tener lujos...
Suspiró mientras seguía avanzando hacia la sala, su objetivo esa mañana. Gala sólo la había acompañado, no dicho nada sobre el lugar donde se dirigía, hasta que vio dónde iba y, antes de que pudiera alcanzar la manivela de la puerta, la detuvo. La miró a los ojos unos segundos como si quisiera escanear lo que bullía en su cabeza.
––¿Estás segura de lo que vas a hacer?
Becca le devolvió la mirada. No estaba segura, ni siquiera sabía qué iba a suceder cuando cruzara las puertas, cómo la recibirían. Y, sin embargo, estaba tranquila, como si fuera lo que debía hacer.
Asintió y fue Gala quien se puso delante de ella y abrió las puertas de par en par con toda su fuerza haciendo que éstas captaran la atenciones de todos quienes se volvieron ante el estruendo y sus voces quedaron acalladas de golpe para comenzar un murmullo que se fue aumentando conforme avanzaba en la sala y la gente la veía.
Ella miró a Pahaliah y éste entendió sin necesidad de palabras bloqueando su vínculo con sus hijos temporalmente. Lo que iba a pasar allí no debían saberlo.
Caminó con paso decidido, la cabeza bien alta sin mirar a nadie, fija sólo en un punto que estaba delante. Sabía que, si ocurría algo, Gala estaba detrás y no dejaría que se acercaran lo suficiente para atentar con su vida y menos aún Pahaliah quien, por una vez, la defendería, aunque fuera para salvar la vida de sus hijos de forma indirecta.
Llegó hasta el lugar donde los reyes la esperaban levantados, sorprendidos por su aparición, temerosos por lo que la gente pudiera hacerle tras descubrir que el vínculo estaba completado.
––¿A qué debemos tu presencia, Becca? ––preguntó Pahaliah solemne.
Ella se aclaró la voz y desfiló la mirada a su alrededor sin fijarse en nadie en particular.
––Me gustaría, ya que mañana parte la nave de regreso a la Tierra, decir unas palabras al pueblo de Rochel... Si tanto los Reyes como los presentes están de acuerdo.
Todos quedaron en silencio mirando a los reyes esperando alguna reacción por su parte pero ésta no se produjo. Tanto Pahaliah como Aerial cruzaron sus miradas, algo descolocados. La propia Aerial intuyó algo en los ojos de su esposo. Se giró de golpe hacia Becca pero antes de poner pronunciar más de su nombre, Pahaliah la interrumpió.
––Adelante, Becca. Salvo que alguien esté en contra ––añadió al final escudriñando los rostros de los que estaban allí, parándose en Sekarius. Esperó unos minutos antes de dirigirse de nuevo a Becca y extender el brazo para situarla delante de su trono, cara al pueblo.
Gala se situó entonces a su lado, un paso por detrás de ella. En ese momento su valentía se tambaleó y estuvo a punto de agachar la cabeza hasta que el roce de Gala llamándole la atención la devolvió a la realidad. Alzó más el rostro y abrió la boca dejando mudos a los oyentes.
––Os compadezco... ––pronunció sin ningún titubeo ni signo de arrepentimiento––. Reconozco que los humanos tenemos muchas cosas malas en nuestra personalidad pero no pensé que un pueblo con una historia tan nutrida de relaciones con otras razas pudiera ser así de cerrado y discriminador, tan conservador de unas reglas y normas que no tienen sentido en vuestra sociedad.
Becca se detuvo a tomar aire después de soltar semejante bomba. ¿De dónde había salido ese carácter? Pocas veces podía contar con esa energía y sacar todo lo que tenía dentro. Y ahora no quería parar. Por eso siguió antes de que la interrumpieran.
––Un pueblo que alardea de estar abierto a razas y culturas pero no quiere mezclar su sangre no predica con el ejemplo de lo que demuestra a los demás. Eso es ser hipócritas. Y no sólo eso. Vuestras leyes para con la Guardia Real... ––Ahora fueron todos los soldados que había los que se giraron olvidando su misión de vigilancia––. ¿De veras pensáis que una persona, por no tener nada ni nadie en la vida, se volcará en ver cómo aquel al que sirven tiene una plena y feliz mientras él sólo puede rozarla de lejos a través de otros pero no de uno mismo? La Tierra puede ser un planeta lleno de simios comparados con vosotros, lo reconozco, pero al menos no nos escudamos en algo que carece de sentido para la forma en que se vive.
»Para aquellos que pensaban que yo iba a cambiar las cosas... Quizá sí. ––Algunos murmullos sofocaron las palabras que Becca decía––. Quizá les hubiera comentado a Kreyson y Norim que la Guardia Real fuera libre y siguiera a su corazón, que tuvieran una vida plena como la de cualquier otro hombre. Quizá les hubiera dicho que enseñaran los cuentos, las historias, la fantasía y la magia a los niños, no sólo su deber y educación para con el pueblo. Quizá les hubiera aconsejado acercarse más dejando de ser Reyes y súbditos, siendo todos iguales y velando por esa igualdad tanto entre Rochel como entre las otras razas que pueden convivir en el planeta. Pero, lo que jamás les hubiera dicho, lo que nunca he ambicionado pese a los intentos de otros, fue el trono. No ansiaba nada, yo no sirvo para reinar porque no soy ni mejor ni peor que todos los que estáis delante o detrás de mí. Yo soy Becca, vengo de la Tierra y mañana parto hacia ella con mis amigos.
Sin esperar nada más, Becca bajó de donde estaba y empezó a caminar hacia la salida mientras las personas se apartaban de ella aún estupefactos por lo que acababa de ocurrir. Ninguno pronunció palabra alguna, mudos ante el discurso. La miraban como si no pensaran que fuera ella, a pesar de verla delante suyo.
Gala corrió hacia ella cuando salía al pasillo y la siguió unos metros más hasta que las rodillas flaquearon y tuvo que sujetarla para que no cayera.
––¿Estás bien?
––Siento las piernas de gelatina ––respondió con una sonrisa en los labios––. Pero sí, estoy bien. Al menos me he quedado a gusto.
Gala la miró serio antes de echarse a reír y ayudarla a seguir caminando. Así que esa mujer terrestre podía tener carácter cuando quería. Ya le habría gustado tener la libertad para ir a la Tierra y conocer en su propia piel cómo eran las chicas de ese planeta.
––La nave parte sobre el mediodía, Becca. Kreyson y Norim tienen que quedarse ultimando detalles así que no sé si los verás esta noche. Pero mañana los tendrás contigo para siempre.
Becca se detuvo y miró a Gala con una sonrisa triste.
––Ellos no vienen conmigo. Me iré sola.
****
Kreyson alzó la cabeza en cuanto sintió el cambio en Becca. A su mente llegaban unas palabras difusas, como si estuviera intentando ocultarlas con otros pensamientos, pero el vínculo era demasiado nuevo como para hacer eso y, experimentado como era, pronto pudo sentir esas palabras en su cuerpo: “Ellos no vienen conmigo. Me iré sola.”
Todo su corazón se contrajo y atrajo con ello la atención de Norim, pendiente de los datos de otra mesa donde los científicos les instruían en varios temas.
Ambos dejaron lo que estaban haciendo y se dirigieron a la puerta pero, en el momento en que iban a abrirla, la Guardia Real hizo lo propio rodeándolos con las manos sobre las empuñaduras de las espadas.
––Mis Príncipes ––dijo el jefe de esa Guardia––. Vuestro padre, nuestro Rey, solicita vuestra presencia urgente.
––Ahora no podemos ir ––respondió Norim avanzando.
Los guardias desenvainaron apuntándoles a ellos.
––Lo siento mucho, Príncipes, pero el Rey nos ha mandado que, en caso de que os neguéis, apliquemos la fuerza para obligaros.
La furia de Kreyson era evidente, no había más que mirarlo para saber que, sus hombros rígidos, los músculos tensionados de los brazos, su respiración agitada, las manos apretadas en puños, sólo auguraban que estaba a punto de explotar. Su visión hizo que los demás retrocedieran, incluyendo a Norim, cuya primera reacción fue la de retirarse ante el peligro que sentía alrededor de su hermano.
––Kreyson, cálmate ––instó Norim acercándose para recuperar el espacio perdido por el retroceso.
––Hay que ir a ver a Becca ––le contestó en su mente sin mirarlo físicamente.
––Lo sé, hermano, me ha llegado lo que has sentido cuando ella ha intentado ocultar sus pensamientos. Pero ahora mismo, y por lo menos por unas horas, debemos lealtad a nuestro padre, y no podemos desafiarle. Hay mucho en juego.
Kreyson respiró hondo antes de relajar los puños y adoptar una postura más relajada y tranquila. Sólo cuando los guardias se dieron cuenta de que no necesitaban las armas cedieron a guardarlas y los escoltaron a ambos hasta la sala donde Pahaliah los esperaba.
Más de una vez se les pasaba por la cabeza a ambos dar esquinazo a los guardias y salir corriendo hasta donde estaba Becca. Notaban cómo ella se entretenía cambiando de tema, contando en su cabeza como si fuera una distracción con ellos. ¿Acaso pensaba que iba a poder evitar el vínculo?
––Kreyson... ––susurró su hermano haciendo que lo mirara y después enfocara su vista donde él la tenía clavada.
––Madre...
Delante de ellos su madre torció la cabeza y sonrió algo triste. No se lanzó hacia ellos como a veces hacía, sólo aguardó a que llegaran y la guardia se apartara.
––Mis niños... ––susurró ella levantando las manos para acariciarlos en las mejillas. Ambos se frotaron contra esas palmas cogiéndoselas con sus manos para sentirlas presionadas sobre su piel––. Lo siento mucho, no sabía lo que vuestro padre hacía, pero tratad de comprenderlo ––se disculpó cayéndole una lágrima por el rostro––. Si la unión no fuera lo suficientemente fuerte no sabría que realmente no es eso lo que os une, sino el verdadero amor, uno que, aun sin vínculo, seguiría vivo. Ahora me doy cuenta.
Los dos fruncieron el ceño. ¿Quería decirle su madre que nadie de Rochel conocía el amor, sólo el que el nexo creaba?
––Yo...
––¡Aerial! ––exclamó detrás Pahaliah haciendo que se encogiera por el tono de voz utilizado. Rara vez le hablaba así y después de la discusión que habían tenido antes de que sus hijos llegaran estaba demasiado sensible.
Se volvió hacia él con lágrimas en los ojos y escuchó en su mente la súplica de él porque lo perdonara y lo entendiera. Lo hacía, pero estaba anteponiendo el poder al amor y debía darse cuenta de que no estaba bien lo que hacía.
––Padre ––llamó Kreyson, su voz como si estuviera esperando que le diera una excusa para entrar en acción––. Hemos de ir con Becca, ¿es urgente lo que quieres hablarnos? ¿No puede esperar?
––Vosotros no vais a ver a Becca ––declaró con los ojos clavados en sus hijos––. Ella puede apañárselas bien sola.
––Padre, lo sentimos, pero necesitamos hablar con ella urgentemente ––intervino Norim––. Hay algo que hemos sentido que... ––gimió y ladeó la cabeza mirando con horror a su propio padre. Conocía muy bien la sensación de bloquear el vínculo, lo había utilizado con ellos para castigarlos sin que su madre supiera nada pero hacía años que no lo usaba y ahora...
––Detente ––siseó Kreyson. También él sufría la perdida de unión con Becca––. Te lo advierto, Padre, si me haces elegir entre Becca y tú, no vas a salir ganando.
––Kreyson, hijo mío ––Medió Aerial poniéndose delante––. Pahaliah por favor, su conexión es reciente, ellos no pueden controlarse perdiéndolo de ese modo. Ellos...
––No permitiré que mis hijos se vayan de Rochel, que abandonen aquello por lo que fueron elegidos. Becca lo ha entendido, ahora les toca a ellos.
––¡Qué le has hecho a Becca! ––gritó Kreyson avanzando hacia su padre, apartando por el camino a su madre.
La Guardia Real trató de ponerse delante pero el poder de Kreyson los lanzó a todos contra las paredes del pasillo.
––¿¡Qué hiciste!? ––repitió.
Apenas le dio tiempo a Pahaliah para apartarse antes de que Kreyson le golpeara con fuerza. Se tambaleó hasta la pared donde se mantuvo en pie pese al dolor que sentía. Había oído gritar a Aerial y lo último que había hecho, antes de recibir el golpe, era tranquilizarla. Lo hacía por el bien de todos ellos, ¿por qué no podían entenderlo?
Los guardias volvieron a rodear a Kreyson quien ya se preparaba para volver a golpear a su padre y varios de ellos utilizaron sus poderes contra él paralizándolo por completo.
––Padre, ¿por qué nos haces esto? ––pidió Norim––. La amamos como nunca antes pensábamos que amaríamos a alguien y sabemos que ella nos ama a nosotros, no el estatus que tengamos, sino a nosotros.
Pahaliah cerró los ojos y pidió un perdón para sí mismo.
––Quizá con el tiempo lleguéis a entenderlo. Becca parte mañana a la Tierra y la flota de naves quedará bajo custodia. No tenéis permiso para abandonar Rochel bajo pena de muerte a aquel que os ayude. Lleváoslos a las celdas, no quiero que hagan nada de lo que se arrepientan ––añadió para los guardias.
––¡Padre! ––se quejó Norim mientras varios soldados lo agarraban y hacían lo mismo con Kreyson, incapaz de hablar o moverse––. ¡Padre! ––gritó siendo arrastrado por el pasillo.
No obtuvo respuesta.
Pahaliah suspiró y se fijó en su mujer. Sus hombros caídos, las manos ocultando un rostro que sabía estaba lleno de lágrimas, un aspecto tan frágil... Todo su corazón se rompió en pedazos al verla así. Se acercó con recelo esperando que lo rechazara por lo que acababa de hacer pero lo sorprendió cuando se le echó encima dejando aflorar su llanto, sus gritos. La abrazó con fuerza sin decir nada más, ya era doloroso sentirla físicamente y en su mente.
––Pahaliah.... Te estás equivocando... ––le llegó a su mente.
––Estoy poniéndolos a salvo ––se explicó él.
––¿Quién te dice que nadie de Rochel irá a la Tierra e intentará atentar contra Becca? ¿O alguien de cualquier planeta?
––Una vez parta la nave enviaré otra con dos hombres de la guardia. Serán los responsables de su seguridad.
Aerial se apartó de él y lo miró con los ojos abiertos de par en par, enrojecidos por haber estado llorando.
––¿Vas a sacrificar la vida de dos hombres para que la protejan en la Tierra y no eres capaz de dejar que tus hijos sean felices en ella pudiendo hacer lo mismo? ––le acusó. Se apartó de su contacto como si le quemara––. No se te ocurra venir a nuestra habitación, Pahaliah. Te juro que soy capaz de castrarte ahora mismo ––amenazó ella mientras se alejaba.
Cerrando los ojos, Pahaliah tragó saliva y verificó que el control en el vínculo de sus hijos seguía intacto. Lo mantendría durante unos días antes de que su poder se agotara. Después tendría que buscar a varios que le ayudaran en mantener la conexión sellada. Era lo mejor que podía hacer por sus hijos para que fueran felices en el lugar que les correspondía.
****
Hacía tiempo que su mente había colapsado. Sabía que Pahaliah controlaba sus mentes y por eso no sentía el dolor que Kreyson y Norim debían experimentar pero en su corazón podía notarlo. Y era desgarrador. Más de una vez había abierto la puerta de la habitación y querido salir en busca de ellos sabiendo que los iba a encontrar, con nexo o sin él, y todas esas veces se había encontrado con soldados desconocidos para ella que le habían impedido la acción.
Había soldados hasta en la puerta del dormitorio de Alice y Josh y, aunque se le había pasado por la cabeza saltar el balcón para escaparse por allí, sabía que era inútil. Ya no había marcha atrás. Becca se echó hacia delante abrazándose a sí misma. No hacía ni veinticuatro horas que los había perdido y parecía estar perdiendo la cabeza, el corazón y su alma. Y pronto sería la hora de marcharse.
El alboroto hizo que mirara hacia la puerta escuchando los gritos de sus amigos cada vez más cerca. Vio la puerta abrirse y los dos quedarse congelados en la entrada. ¿Tan mala cara tenía? No había dormido nada, el pelo alborotado y sin duda un aspecto que no quisiera que nadie viera.
Alice corrió hacia ella y la obligó a abrir los brazos donde pudo ver que tenía sangre. Contempló sus manos y vio manchadas las uñas; ni siquiera se había dado cuenta de que estaba haciéndose daño. Dejó que la abrazaran y sintió el calor del cuerpo de ella, lejano, como si no la alcanzara.
––¿Qué has hecho, Becca? ––le susurró entre lágrimas. ¿Alice lloraba por ella?
––¿Dónde están ellos? ––preguntó Josh mirando a su alrededor.
––No lo sé. Pahaliah iba a ocuparse de todo.
––¿Ocuparse de qué? Becca, ellos venían con nosotros ––insistió él arrodillándose al lado de ella––. Venían con nosotros, ¿verdad? ––Lo miró intentando encontrar en sus ojos un poco de entendimiento pero sólo mostraban incredulidad, enfado y pena––. ¡Estáis vinculados! ––gritó haciéndola estremecerse.
Alice se apartó de ella y golpeó a Josh una vez pero cuando quiso hacerlo la segunda él la detuvo. Cogió del brazo a Becca y la levantó de la silla donde había estado toda la noche.
––¡Becca estáis unidos, no puedes apartarte de ellos sin sufrir!
––Pahaliah lo controla... No los percibo ––murmuró bajito.
––Sólo por eso no estarías así. Los sientes, ¿no es así? Aunque ese imbécil de rey haya bloqueado la conexión, de alguna manera tú los notas.
Becca asintió sin palabras para decirlo de verdad. Los sentía, sabía que estaban intentando luchar contra algo, el dolor de perderla, la desesperación de acabarse el tiempo. Todo eso había estado presente desde primeras horas de la tarde acentuándose más y más hasta ese momento.
––Hay que encontrarlos ––dijo Alice acercándose a ella.
––No ––Negó una voz potente.
Todos se volvieron para ver a Pahaliah con más soldados.
––Es hora de que los humanos regresen a donde no debieron salir jamás.
****
El grito desesperado de Kreyson inundó la celda que compartía con su hermano. Mitad de angustia, mitad de verdadero dolor, no iba a rendirse ahora que estaba tan cerca. No le importaba si se rompía todo el cuerpo, sólo quería liberarse de esas restricciones e ir a buscar a Becca antes de que fuera tarde. Ella estaba sufriendo, quería estar a su lado, no soltarla en ningún momento, escapar de las garras de su padre, ir a cualquier planeta, ya no le importaba porque sabía lo que era importante. Y eso estaba en otra habitación a varios kilómetros.
Sintió a Norim balanceándose con fuerza en el columpio donde lo habían colocado, atado completamente y colgado por los pies. Al cabo de unas horas ese castigo era un verdadero tormento y él seguía moviéndose como en el primer minuto.
––¿Estás bien?
––¡No! ––gritó él––. ¡Quiero a Becca!
A pesar del dolor, conocía bien ese sentimiento pues era el mismo que él tenía. Volvió a tirar con fuerza aguantando el dolor. Se les acababa el tiempo y también las fuerzas. Si no le hubieran vendado los ojos podría ayudar a su hermano y las cosas habrían sido más rápidas. Pero su padre había sido concienzudo a la hora de apresarlos y mantenerlos a raya. En cualquier otra “trampa” se hubieran escapado en cuestión de horas pero él conocía sus puntos débiles.
Y la de él lo era. Estaba atado con unas cadenas, los brazos detrás juntos codo con codo, incapaz en esa postura de ejercer alguna fuerza con ellos. Otra cadena se ocupaba de mantenerle las extremidades en esa posición pasando por su cintura y sujetándole las muñecas. Por si no fuera suficiente, había otra cadeneta que le encerraba el cuello, ésta sobresaliendo de la pared, para evitar que pudiera moverse o agacharse siquiera. Y sus piernas estaban clavadas al suelo con unas tobilleras de hierro. Sólo si soltaba uno de los brazos podría liberarse de todo, lo que llevaba intentando desde el primer momento en que los habían dejado solos. Ya había conseguido tener libres las muñecas sacando sus manos de ellas, a pesar de notarlas ahora en carne viva. Pero necesitaba escapar de la que aprisionaba sus brazos.
Kreyson respiró hondo. Con la muñeca libre quedaba lo más complicado, aflojar la atadura de los brazos y, para eso, sólo se le ocurría una cosa.
––¿Qué vas a hacer, Krey? ––le preguntó Norim mirando a su hermano.
––Nos queda poco tiempo. Si no me equivoco, Becca parte en menos de una hora.
––Mierda... ––masculló moviéndose rápido.
Así era. No quedaba tiempo.
Con el brazo libre se agarró con fuerza el otro que seguía teniendo sujeto y empezó a tirar del mismo. Los músculos le dolieron pero no le importó, apretó los dientes y siguió moviendo su extremidad hacia el lado contrario focalizando en su mente la imagen de su amada. Cuando la tuvo bien nítida en su cabeza dio un tirón más fuerte que hizo que el sonido se oyera en toda la sala. El sonido de partirse los huesos...
––¡Kreyson! ––gritó su hermano paralizado por primera vez en horas––. ¡Kreyson!
––Est... Estoy... bien... ––susurró sin apenas aliento.
Norim giró la cabeza hacia él. El sudor cubría su piel y estaba pálido como el papel blanco que usaban a veces. Le estaba doliendo pero no hacía caso del mismo más concentrado en sacar el brazo sano de las cadenas que ahora parecían quedarle grandes. Sin embargo, el otro procuraba moverlo lo más mínimo.
Lo vio liberarse e ir a la sujeción del cuello la cual, con un simple movimiento, se abrió cayendo hacia la pared. Quitó la venda de los ojos e hizo lo mismo con las tobilleras para llegar hasta él.
––Prepárate, te va a doler ––asintió elevándose un poco para, cuando lo soltara, no se hiciera daño en la cabeza y aguardó hasta que Kreyson abrió el resorte que lo mantenían colgado.
El golpe no se hizo esperar y por un momento no supo si estaba bien o no, sólo se sentía cómodo por no estar boca abajo. Notó la mano de Kreyson buscando el cierre de las cadenas.
––No tenemos tiempo para que descanses, Norim, sólo recupera el equilibrio y ponte en marcha. Necesito que me termines de liberar y deberemos luchar contra los soldados que Padre haya dejado.
––Lo sé, dame un par de minutos, tú no sabes qué es estar ahí colgado.
––¿Que no? ––inquirió él levantando una ceja––. Padre me tuvo dos días cuando tenía cincuenta y ocho años porque me escapé de una reunión para ir contigo de cacería.
Norim abrió los ojos de golpe. Eso no lo sabía él.
––Así que ahora, por mucho que le disguste, no voy a permitir que siga rigiendo mi vida.
Trató de levantarse cuando se vio incapaz de hacerlo y Norim tuvo que sostenerlo para que no cayera sobre el brazo roto. Cerciorado de que podía mantenerse por su cuenta buscó por detrás las esposas y las tocó abriéndose éstas. El brazo salió liberado y cayó inerte sobre su cuerpo.
––¿Te duele?
––No tengo tiempo para que me duela. Vamos a buscar a Becca.
––Sí ––afirmó poniéndose los dos de pie.
Se acercaron hasta la puerta de la celda donde estaban cuando ésta se abrió de golpe y los pilló por sorpresa.
––Daos prisa, el Rey ha adelantado la partida ––los apremió Gala.
****
Josh miró a su espalda donde los guardias del Rey lo franqueaban para que no hiciera nada. Lo mismo le ocurría a Alice y Becca que iban unos pasos delante. Estaba claro que los estaban echando de ahí. Ni siquiera era la hora en que debían irse y sólo unos cuantos de Rochel parecían haberse dado cuenta que la nave estaba a punto de marchar. ¿Dónde estaban Kreyson y Norim?
––¡Esto no acabará bien! ––vociferó dándose la vuelta para ser atrapado por los guardias––. ¡Rey Pahaliah, ellos se morirán de soledad si no están juntos!
––Eso es una tontería. Nadie ha muerto por estar separado de su pareja de vínculo.
––¡Mira a Becca! Ella no lo soportará, ¿no te das cuenta de eso, estúpido troglodita? ––intervino Alice también intentando que los dejaran.
Becca sabía que la estaban mirando pero no tenía ganas de hacer nada. Ellos no estaban ya, el nexo estaba sellado y pronto los olvidaría, seguro. Siguió su camino hacia el transporte por los jardines que había donde algunos la miraban sorprendidos porque estuviera allí, después curiosos, seguramente buscando a sus príncipes. Ni siquiera escuchaba a sus amigos, o esas voces que se oían de los habitantes de Rochel gritando, o los que clamaban su nombre. Ellos no estaban... No iban a irse con ella... Los perdería...
Una sombra ocultó la luz que hasta ese momento la había acompañado y pensó que era simplemente porque hasta ella le daba la espalda. Fue cuando un cuerpo se le echó encima y ambos cayeron al suelo.
Becca se incorporó un poco y miró al que yacía a su lado. Lo tocó sólo para cerciorarse que era real cuando se percató de la humedad en el cuello. Dio la vuelta a la mano y descubrió la sangre fresca manando de una herida.
––¡¡¡¡NORIM!!!!