El Estado proporcionaba a los soldados el uniforme, las armas y todo el resto del equipo reglamentario, pero el coste total del mismo era deducido de la paga. El legionario romano llevaba las prendas interiores de lino, parecidas a los calzoncillos y camisetas actuales; sobre ellas se ponía una túnica, de lana de manga corta, que le llegaba casi hasta las rodillas. Calzaba unas sandalias claveteadas (caligae), y, además, llevaba un sayo de estameña en forma de capa corta, que le servía también como manta. En los países fríos, usaba pantalones o calzones (bracae) como los que usaban los Bárbaros.
El conquistador romano había adoptado de los Galos conquistados un nuevo tipo de vestimenta, la cota de mallas, que pesaba aproximadamente 10 kilos. En la cabeza llevaba un casco provisto de carrilleras y para los desfiles o en combate se adornaba con un penacho de plumas. Su armamento defensivo se completaba con un escudo de aproximadamente 1,50 metros de altura, de forma ovalada o cilíndrica, construido con listones de madera contrachapada, recubiertos de cuero o de fieltro de lana pintado. Estaba adornado por una raya de color y en la parte central poseía un pequeño cono de hierro (umbo) del que el legionario se servía, durante la batalla, para golpear al enemigo. En tiempo de paz las pinturas del escudo se protegían mediante una funda de cuero, y el conjunto de la panoplia defensiva pesaba de 18 a 20 kilos, por lo que podía considerarse al legionario como soldado de infantería pesada.
El legionario llevaba tres armas ofensivas: la lanza, la espada y el puñal. La lanza era un venablo de 2,10 metros de longitud, que constaba de un mango de madera de 1,50 metros, y de una cuchilla de hierro de 60 cm, fijada al anterior mediante dos remaches, uno de los cuales era de madera para que se rompiese con el impacto y el arma quedase inútil para el enemigo. César mejoró este procedimiento de tal forma que el extremo libre de la cuchilla metálica de la lanza estuviera destemplado para que al chocar contra el escudo se torciera, adoptando la forma de un gancho e impidiendo su extracción, lo que obligaba a su portador a abandonarlo. También había un modelo de lanza más ligero en la que el hierro se unía al ástil mediante una boquilla. El máximo alcance de la lanza era de 30 metros, pudiéndose alcanzar distancias de 60 metros cuando el lanzamiento se efectuaba con la ayuda de una correa. La espada (gladium) tenía una hoja de hierro corta y puntiaguda, con doble filo, para herir de punta y de filo. La empuñadura de la espada solía ser de hueso y el pomo de bronce. Se llevaba colgada del cinto, en el lado izquierdo los oficiales y en el derecho los soldados. Este arma era de invención hispana, al igual que el puñal que se llevaba también colgado del cinto, al lado opuesto de la espada.
Además, cada soldado llevaba dos de las estacas que servirían para construir el vallado del recinto del campamento, cuando estaban en regiones con poco arbolado, lo cual no era preciso en las Galias, por tratarse de una comarca fértil y dotada de grandes bosques que proporcionaban madera abundante.
Concebido para vivir en el campo, el legionario iba equipado con una especie de pico (dolabra) que tenía un extremo de corte horizontal, como una azada, y otro vertical, como un hacha; un zapapico; un azadón afilado para cortar las hierbas; una hoz; una sierra y un cestillo para transportar escombros. Además, llevaba en un zurrón raciones de comida para por lo menos tres días; una piedra de moler grano (probablemente partida); una marmita y un cazo de bronce para el rancho; un cinturón de cuero; una cadena; un hatillo con su sayo y sus mudas; su bolsa con los útiles de afeitarse y de primeros auxilios. Todo este equipo, con un peso aproximado de 40 kilos, lo transportaba en la parte superior de un largo bastón en forma de T.