LOS DOS PROBLEMAS O LAS PLUMITAS DE PAJARO

Yo andaba preocupado porque tenía que escribir un cuento de Navidad para «L'Infantil». Escribir para los niños es difícil. ¿Cómo se hace? Escribiendo sencillamente, dicen. Pero yo sabía que esto no es del todo verdad. Y, como digo, andaba preocupado. Este es uno de los problemas de esta historia.

Mi hijita andaba preocupada por otro asunto. Y éste, según ella, era más grave que el mío. En la escuela le han dicho que tiene que hacer una figurita, algo para el Nacimiento. Y no sabe qué hacer. Este es el segundo problema de esta historia.

—Hazme tú esa figura — dice.

—Pues invéntate tú un cuento para que yo lo pueda contar luego a los niños como tú.

Aplaudió.

—¿En dónde se les vas a contar?

—En una revista para ellos.

—¿Un tebeo?

—Sí.

Salió de mi despacho y yo me quedé escribiendo relatos para personas mayores que son más fáciles de inventar. ¿Que por qué escribo relatos? Porque soy escritor. Y me quedé pensando: ella, siendo una niña, tiene que saber más de niños que yo. Efectivamente, a los pocos minutos la tenía otra vez delante.

—Ya he inventado el cuento.

—A ver: explícalo.

—Un niño pequeño, como nuestro Paquito, pero que ya va al colegio, tiene que hacer algo para el Belén de la escuela, algo. Una figura, o una palmera, o una estrella, algo. Todos los niños así lo harán. Los otros niños son mayores y lo pueden hacer. El es muy pequeño y no. Entonces se encuentra una golondrina muerta y piensa: ya está. Después de besarla le arranca las plumitas de la barriga, que son blancas, Se acerca al Pesebre, levanta el Niño Jesús de la cuna, le quita la paja que es como cañitas y punchan y le pone estas plumas para que esté más blando. Y el Niño Jesús, entonces, sonríe. ¿Qué te parece?

—Me parece muy bien, pero en invierno no hay golondrinas.

Mi hija se queda despagada. Se va. Al cabo de un rato vuelve.

—Si una golondrina no puede ser, cualquier otro pájaro.

—Podría ser un gorrión.

—¿Tiene la barriga blanca?

—Me parece que sí. De todos modos nuestro Paquito es muy pequeño. Sólo tiene tres años y estas ideas no se le pueden ocurrir.

—¿No?

—Yo creo que no.

—Pues bien sabe poner la Televisión. Aunque es igual. Di que tiene seis años.

Ella todo lo arregla. Lo malo es que a cambio de haberme soplado este cuento quiere que yo haga su trabajo manual. Le parece que eso es lo justo. No le falta razón. Por ello, hacérselo no, pero ayudarle sí. Aunque hacer una figurita de Belén es muy difícil, más que inventar un cuento. Mi hija Marujita, que tiene nueve años, los ojos azules y el pelo entre rubio y castaño, lo ha demostrado. ¿Vosotros qué creéis?