El insultador

«Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento».

ELEANOR ROOSEVELT

EL INSULTADOR ES UNA PERSONA que, por algún motivo, no controla sus reacciones. Tiene un genio explosivo. Es agresivo, discutidor, dogmático, irresponsable e irrazonable. Tal vez tenga una predisposición genética hacia la agresión verbal. ¡Hasta su aliento es ofensivo! Quizá justifique su insulto diciendo: «Lo que te he dicho es la pura verdad». Usa la verdad como pretexto para el ataque personal. Cuando alguien insulta bajo el pretexto de que es verdad, cabe la posibilidad de que esté tratando de ayudarle a usted. Pero en el insultador esa intención no existe. Lo que él siempre pretende es ofenderlo. Y lo hace con frases que no ofrecen ningún género de dudas:

  • ¿QUIÉN ES EL IDIOTA QUE HA DEJADO ESTO AQUÍ?
  • ¡HASTA UN PÁRVULO ENTENDERÍA ESTO!
  • ¡CON RAZÓN TIENES UN HERMANO EN EL MANICOMIO!
  • ¡NINGUNA PERSONA CON DOS DEDOS DE FRENTE HARÍA UNA COSA ASÍ!
  • SALUDA A TU PADRE CUANDO DES CON ÉL.

El insultador juega al puntapié verbal con sus víctimas, tratándolas como si fueran pelotas. El insulto es, para él, lo más expeditivo. Es mucho más barato que el huevo y mancha mucho más. Sin embargo, a veces, las afrentas son algo más sutiles, aunque pueden contener la misma carga hiriente y abrasiva. Es cuando el insultador emplea generalizaciones que empiezan por frases-patrón bien conocidas:

  • TODO EL MUNDO LO ENTIENDE MENOS TÚ… (usted es el único tonto de la Tierra incapaz de entender).
  • TODO EL MUNDO LO SABE MENOS TÚ… (usted es un ignorante que desconoce lo fundamental).
  • NUNCA TE PREOCUPAS DE NADA (usted es un inconsciente y un irresponsable desde que nació).
  • ¿POR QUÉ SIEMPRE VAS A LA TUYA? (usted es un egoísta al que nada le importan los sentimientos e intereses de los demás).

Este ofensivo proceder, que en las personas razonables puede presentarse únicamente alguna vez en su vida, es casi una pauta diaria de conducta en el insultador habitual. A veces, el detonante de sus ofensas es una respuesta que él considera inadecuada. Un tono de voz. La mirada de alguien. Algo que cualquiera ha dicho o no ha dicho. El propio clima de una situación dada. O, simplemente, un mecanismo del insultador para descargar la ira que lo inunda cuando se siente frustrado, o una forma de exculparse de su responsabilidad. El insultador es especialista en matar al mensajero.

Las diferentes características de personalidad entre el insoportable insultador y una persona que no emplea cotidianamente la agresión verbal se reflejan en el cuadro siguiente:

INSULTADOR SISTEMÁTICO INSULTADOR MUY OCASIONAL
1. Ofende a alguien 1. Ofende a alguien
2. Justifica que ha ofendido a esa persona 2. Admite haberse comportado incorrectamente
3. Suprime su culpabilidad 3. Se siente generalmente culpable
4. Evita reparar o compensar la ofensa 4. Trata de reparar o maquillarla

¿Da asco cuando hay confianza?

El insultador se da en cualquier ámbito social. En el laboral suele ser un jefe mandón que zahiere a los que tiene por debajo. Entre los amigos, es el más prepotente o autoritario del grupo: agrede verbalmente para mantener un papel predominante. Y en las relaciones de pareja no es raro encontrar que uno de los cónyuges también insulta con el fin de imponer su punto de vista o destacar su supremacía. Alguien tiene que decir, en efecto, la última palabra. Si no fuera así, los matrimonios no funcionarían. Pero, probablemente, es mejor que cada uno de los cónyuges pueda decir la última palabra en la mitad de las ocasiones, en vez de imponerse mediante el insulto. Pero el insultador sólo ve una forma de «convencer» y someter al otro: ¡la suya!

En este tipo de convivencia, el insultador puede ser inconsciente de hacer eso. Incluso, en algunos casos, la víctima también podría ser inconsciente de ello, a causa del hábito y las formas de lenguaje del otro. Y, si es consciente de ser insultado, tiende muchas veces a justificar esa conducta con frases como: «Es su forma de hablar». Ésta es la peor reacción que se puede adoptar, según veremos en la parte de «Estrategias defensivas». El cónyuge insultador, 1al igual que el etiquetador, se vale de generalizaciones ofensivas para conseguir que el otro haga lo que él desea:

  • ERES UN INÚTIL.
  • ERES UN ABANDONADO.
  • ERES UN MALEDUCADO, NO SABES COMPORTARTE…
  • ERES UN EGOÍSTA.
  • ¡NO SEAS ESTÚPIDO!

Estos ataques pretenden molestar, debilitar las defensas psicológicas y manipular al agraviado para que reaccione de acuerdo con los deseos del otro, en menoscabo de la imagen de su persona. Porque cuando se conceptúa globalmente a alguien de «inútil» o «estúpido» implica que éste lo es en todas las facetas de su vida. El insultador emplea la generalización, en vez de criticar el «hecho concreto» constitutivo de su enfado. Pero una equivocación, un olvido o una acción desafortunada no da derecho al insultador a generalizar sobre la personalidad o el valor total de su pareja. En ocasiones, la víctima de estas afrentas resta importancia al lenguaje ofensivo del otro, hasta que, de pronto, lo encuentra insoportable. Es cuando el cónyuge insultador ¡se sorprende de que ella se ha ido con un apuesto agente de seguros o él con una joven secretaria de su oficina!

¿Es que no soy nadie?

¿Por qué actúa así el insultador?

El insultador siente que se preocupan poco de él. Que apenas le hacen caso. Que son indiferentes a sus necesidades y sentimientos. Que no es atendido, en suma, como él cree se merece. Así, el insultador pierde el control emocional de muchas situaciones y él —que es un controlador— no puede controlarse a sí mismo. Cuando el insultador se siente incapaz de controlar a una persona, esto es, que ésta no hace lo que él quiere, insulta a familiares, amigos, subordinados, compañeros de trabajo. Sustituye la dialéctica por la descalificación. Es el medio de compensación psicológica que usa el débil. Y, por lo general, le resulta eficaz. El insulto hiere, molesta y debilita la imagen. El insultador vive, por tanto, de la amenaza de ofender. Reacciona de forma afrentosa intentando demostrar que él es alguien importante. Es su manera de reclamar atención. Usa el agravio como forma de controlar a los demás, y está más interesado en verlo a usted amedrentado, bajo su dominio, que en el contenido del insulto en sí mismo. ¡El insultador anda siempre machacando con el martillo sin importarle su tamaño, sólo sus efectos!

ESTRATEGIAS DEFENSIVAS

Existen diversas tácticas para tratar al insultador. En función de su T.E.I., usted deberá escoger la que le parezca más adecuada:

A) Manejando la ira sin ardor

Si el insultador está muy excitado, es preferible respirar profundamente varias veces antes de reaccionar a sus insultos. Lo importante es tomar el control de la situación cuando el insultador la ha perdido. Porque cualquier cosa que usted diga inmediatamente, lo único que hará es empeorar la situación. Usted, lógicamente, está ofendido y lleno de ira. La ira es una de las perturbaciones emocionales más dañinas que puede provocar el insulto. El problema es que, muy a menudo, la rabia no se controla. Ante cualquier provocación se contraataca con la típica reacción de: «¡Eso lo serás tú!» O, lo que es peor, cuando usted supera en ingenio y humor al insultador devolviéndole el insulto con una respuesta imaginativa (ver tabla más adelante), tarde o temprano pagará usted caro su atrevimiento, si sus intereses emocionales o profesionales con el insultador son altos. Por último, otra forma más sutil sería decirle: «Me gustaría presentarle a algunos de mis amigos. ¡Quiero romper con ellos!». Sin embargo, la ira bien manejada tiene un potencial positivo. Usted puede ser capaz, por ejemplo, de hacer valer sus derechos en el momento oportuno. La ira, de hecho, tampoco depende de los insultos que le profiera el insultador, sino de la forma en que usted los evalúe. Es decir, de su interpretación. Conviene recordar que «no ofende quien quiere, sino quien puede». La intensidad y la duración de la ira dependen, pues, de los pensamientos que le invadan a usted. De las cosas que se diga a sí mismo. «No puedo tolerarle lo que dice» es una de las emociones que se siente inmediatamente después del insulto. Por tanto, la rabia no está generada por el insulto en sí mismo, sino por la credibilidad que usted concede a lo que dice el insultador.

¿Por qué tener tanta estima a un infame? ¿Qué hacer con el insultador que tiene poder sobre usted? No se trata de contar hasta diez como sugiere el aforismo. Hay que cambiar la forma de pensar. Con reflexiones internas como: «Su mérito como persona es muy bajo, carece de valor. Así que no me apresuraré a sacar conclusiones. Me calmaré». A partir de ahí, ignórelo completamente. Y si el insultador intenta agraviarlo de nuevo, continúe su trabajo como si tal cosa: ¡EL QUE NO SE IRRITA POR UNA OFENSA PERMANECE INTOCADO POR LA INJURIA!

B) ¿Quieres repetir eso, por favor?

Si usted se lo puede permitir, emplee la táctica del encaro directo. Pero asegúrese de que está usted lo suficiente calmado para abordarla. Pida al insultador que repita la afrenta. Si usted sabe enfatizar esta pregunta, acompañándola de una mirada lo suficientemente intensa y firme, es muy probable que el insultador no se atreva a repetirla. Si, por el contrario, el insultador es lo suficientemente arrogante para repetir la frase otra vez, conteste: «Eso es lo que yo creí que habías dicho». Aunque, por lo general, si se planta cara seriamente, el insultador se acobarda y no repite lo que ha dicho. O, al menos, en la forma textual en que lo dijo. En cualquier caso, hágale sentirse incómodo expresándole lo mal que usted se siente (nadie puede discutirle la forma en que se siente. Con razón o sin ella, es como usted se siente). El insultador ha recibido un serio aviso y la próxima vez, seguramente, se lo pensará dos veces antes de insultarlo. Como mucho, se limitará a poner esa cara como quien dice «¡eres un idiota! Pero es la única que tiene, y cambiársela ya es cosa del cirujano facial».

C) «Es su forma de ser» (o de hablar)

La peor táctica que puede usted escoger es justificar la conducta del insultador con frases como: «Es su forma de hablar», o «Él es así». Como si estuviera seguro de que no se puede cambiar ni un ápice la forma de ser o de hablar del insultador. Apelar a estas explicaciones, además de no concordar con los principios de la psicología moderna, tiene el efecto de desmotivar ni hacer ningún esfuerzo para cambiar el comportamiento ofensivo del insultador. Este cambio es perfectamente posible. Todo cuanto se aprende está sometido a variaciones. Negarse a impulsar este cambio es eliminar la posibilidad de que la relación 1entre usted y el insultador mejore. Especialmente si ésta es igualitaria o no existe un poder predominante del insultador, como es el caso del jefe. ¡Si es insoportable vivir en este mundo, no es debido a aquellos que causan un daño, sino a aquellos que ven hacerlo y no reaccionan! Usted tiene derecho a ser tratado como usted desee. Enseñe «cómo» a su insultador. La táctica no es nada complicada; basta que usted le indique que no va a tolerar más que lo insulte. Ni en broma o «con cariño» (familiarizarse con el insulto en broma implica menos esfuerzo en pronunciarlo «de verdad»). Si usted es víctima del insultador, es «su problema». Pero una vez que usted no le permita que éste lo humille más, al final, el insultador tendrá que tratar consigo mismo. ¡El problema será de él!

REGLA GENERAL PARA LAS TRES TÁCTICAS

Una norma importante a tener en cuenta cuando usted se relacione con el insultador, especialmente si se trata de su jefe o de cualquier otra persona con poder sobre usted, es no alimentar con sugerencias victimistas su reprobable conducta. Deseche, pues, aquellas frases que invitan a sojuzgarlo, como:

  • SÉ QUE ES UNA PREGUNTA ESTÚPIDA, PERO…
  • SÉ QUE ESTO NO ES LO QUE TÚ QUIERES, PERO…
  • YA SÉ QUE NO TE GUSTA QUE TE INTERRUMPAN MIENTRAS TRABAJAS…
  • NO CREAS QUE SOY TAN INTELIGENTE…
  • NUNCA SE ME HAN DADO DEMASIADO BIEN LOS NÚMEROS…
  • SÉ QUE ESTO VA EN CONTRA DE LAS NORMAS DE LA EMPRESA Y QUE NO ES POSIBLE HACER EXCEPCIONES, PERO AUN ASÍ…
  • NO SOY NADIE EN ESTA MATERIA.

Expresiones así son otorgar patente de corso al insultador para que se aproveche de usted. Para entender globalmente la conducta del insultador, es que, probablemente, ésta la aprendió de alguien. Tal vez, de un padre o una madre dominante, o de un jefe o amigo autoritario. De ahí que esta grisácea criatura crea que la única forma de sobrevivir es imponerse con la afrenta. ¡Los mediocres sólo sobresalen cuando insultan!

TABLA

BREVE MUESTRARIO DEL ARTE DEL IMPROPERIO

  • SU CEREBRO ES UN MILAGRO. ¡ES UN MILAGRO CUANDO FUNCIONA!
  • SI USTED CAMBIA, SEGURO QUE MEJORA: ¡NO PUEDE IR A PEOR!
  • ¿ESTÁ USTED SEGURO DE QUE NO TRABAJA PARA UNA COMPAÑÍA DE ASPIRINAS? ¡SIEMPRE QUE ESTOY CON USTED ME DA DOLOR DE CABEZA!
  • ¿SABE UNICEF QUE EL LUGAR MÁS SUBDESARROLLADO DEL MUNDO ES SU CABEZA?
  • ES USTED TAN VIEJO QUE SU GRUPO SANGUÍNEO YA NO SE FABRICA.
  • NO PUEDO CREER QUE ENTRE 100.000 ESPERMATOZOIDES USTED FUESE EL MÁS RÁPIDO.
  • ESTÁ USTED ENGORDANDO TANTO, QUE CORREOS LE VA A ASIGNAR SU PROPIO CÓDIGO POSTAL.
  • ¿SU FAMILIA LLEVA SEGURAMENTE POCAS GENERACIONES ANDANDO A DOS PATAS, NO ES CIERTO?