Guión 10

La enfermera de guardia

Este guión sentimental es muy conocido y continuamente citado por los entendidos, aunque en pocas ocasiones he encontrado descritos sus resultados en la dinámica amorosa.

En efecto, cuando se define a una enfermera de guardia se hace referencia a una persona profundamente altruista y dispuesta a ayudar a los demás como rasgo esencial de su existencia. En realidad, es importante recordarlo, se considera que un sujeto de estas características siempre necesita a alguien a quien cuidar, necesita continuamente a un enfermo de quien ocuparse. En general, las mujeres de este tipo se cuidan poco y no prestan atención a la moda, ya que su inclinación se dirige únicamente a inmolarse por los demás. Por ello, dedican poco tiempo al cuidado de su aspecto físico y de su feminidad, mientras que ponen todas sus energías en mejorar su competencia en urgencias y primeros auxilios.

La relación que se establece entre esta tipología conductual femenina y el hombre es la de enfermera-enfermo: por tanto, el mayor riesgo en la dinámica con la pareja es que esta, una vez recuperada de sus males interiores, se aleje de la enfermera de guardia, a pesar de sus atenciones, y que merme toda necesidad de ella, de su ayuda y de su cuidado. Lo que resulta más extraño para alguien que no conoce los fenómenos poco racionales de las dinámicas de pareja es que, cuando la misión de cuidar al enfermo alcanza su objetivo, todo debería parecer perfecto, lo que haría pensar que la dinámica amorosa podría salir felizmente reforzada. Sin embargo, se observa que la pasión va decayendo de manera gradual y que la relación comienza a hacer aguas.

Terminada la dolencia, termina su función, y nuestra enfermera de guardia pierde su rol, con todos los efectos negativos que se derivan de ello: desde el abandono de la relación por parte de él hasta la búsqueda de un nuevo enfermo por parte de ella. Sea como sea, la relación termina.

Una vez más, nos encontramos ante una paradoja aparente, es decir, al alcanzar el anhelado fin, el éxito se transforma en tragedia.

Para la enfermera de guardia puede valer la afirmación de Oscar Wilde: «No hay nada más terrible que una larga serie de días felices».

Su destino es cuidar a alguien que, con el fin de que se mantenga la dinámica amorosa, ha de mejorar pero no sanar. Es más, mejor, mucho mejor si el sujeto recae una y otra vez en su dolencia de modo que permita a la enfermera de guardia reforzar periódicamente sus arrebatos amorosos y compasivos.