3 - El duque de oro de Coco9

«Mademoiselle es más que una Gran Dame, es un Monsieur»71.

Vogue francesa, marzo de 2009

EL affaire comenzó cuando Vera Bate ejerció de Cupido durante las Navidades de 1923. La amiga inglesa de Chanel le rogó que la acompañara a una cena con su amigo de la infancia, el duque de Westminster, a bordo de su yate anclado en el puerto de Montecarlo. (Un biógrafo afirma que el duque había remunerado generosamente a Vera para que le presentara a Chanels72). Chanel rechazó la invitación hasta que su amigo el gran duque Dimitri llegó para visitarla. Éste la reprendió: «Me hubiera gustado mucho visitar el yate». Unas cuantas noches más tarde Vera y Dimitri, con Chanel a remolque —quizá fingiendo reticencia— fueron embarcados en la goleta Flying Cloud. A pesar de que la embarcación había sido construida a semejanza de un barco pirata del siglo XVII, estaba engalanada con brillantes decoraciones navideñas.

Violinistas zíngaros, contratados para la ocasión, tocaban mientras el duque mostraba a Chanel su goleta de cuatro palos, con cubiertas relucientes de roble blanco y velamen de blanco prístino. La bajocubierta y los camarotes parecían las habitaciones de una casita de campo inglesa, con paneles de pino y de roble, con muebles estilo Queen Anne10, con tapicería y cortinas estarcidas a mano. Los mamparos estaban revestidos por una serie de hermosas pinturas y grabados. Aquél era el marco perfecto para Bendor, Hugh Richard Arthur Grosvenor. De 1,83 metros de altura, ancho de espaldas, Bendor fue héroe de guerra, practicante de caza mayor a caballo y anfitrión siempre encantador con modales exquisitos y enorme fortuna. Lenta, pero deliberadamente, el duque se dispuso a conquistar el corazón de Chanel.

Es fácil imaginar por qué Chanel le resultaba tan atractiva a Bendor; era menuda, de piel aceitunada, sexy, ingeniosa e inteligente, y de lengua mordaz. A los 42 años a veces jugaba con una androginia que imponía su lujosa simplicidad. Chanel se sabía cuidar sola de un hombre que estaba acostumbrado a desplegar sus encantos con damas inglesas o prostitutas de lujo.

A lo largo de una cena y del posterior baile en un cabaret de Montecarlo Bendor descubrió a una mujer que demandaba la atención de los hombres; las fosas nasales se dilataban con súbita furia, su voz ronca se alzaba para luego volver a una benévola lasitud. Ora una gatita, ora una vampiresa, y a menudo una arpía; el humor de Chanel era cambiante. Bendor se moría por ella. Más tarde lo describiría como «un hombre de gran generosidad y cortesía como muchos ingleses bien educados, por lo menos hasta que aterrizaron en Francia. La esencia del refinamiento cuando estaban presentes las damas; y cuando no, pícaro e ingenioso cazador... había de tenerme durante diez años»73.

Chanel en aquel momento estaba trabajando en el diseño del vestuario para Le train bleu, una ópera-ballet de Diaghilev y Cocteau que tenían que estrenar los ballets rusos en París. A bordo del Flying Cloud, con la decoración navideña al fondo, Bendor y sus invitados debieron de hablar sobre el imaginario tren azul de Cocteau. El argumento de la ópera tenía todo lo que podía gustarle al duque, que amaba tanto París como la Riviera, y que unos meses más tarde pudo contemplar el ballet y admirar el vestuario creado por Chanel.

El Train Bleu real era una línea de ferrocarril que hacía el servicio para franceses y británicos de élite que intentaban huir de la sombría, húmeda y fría Londres o París hacia una soleada Costa Azul. Cocteau imaginaba amores junto al mar, gigolós y mujeres vestidas por Chanel en ropa de playa o de tenis, trajes de marinero, pantalones de golf y jerséis de rayas. La obra contaba con partitura de Darius Milhaud y decorados de Henri Laurens que figuraban una escena de playa. El telón era obra de Pablo Picasso. Toda la producción estaba orientada a zambullirse en el arte nuevo y en la diversión.

Las vacaciones terminaron pronto. Chanel y Vera volvieron a París para preparar la colección de primavera y terminar el vestuario de Le train bleu. Coco insistía en que no tenía tiempo para Bendor, o al menos eso hacía creer a Vera, que seguía actuando como celestina del duque. Desde la mansión de Eaton Hall, una enorme hacienda en la localidad de Eccleston, cerca de Chester, en Inglaterra, el duque cortejaba a Chanel con pequeñas notas de amor en grandes cestas llenas de fresas, flores de azafrán, gardenias y orquídeas que había cogido con sus propias manos en los huertos y en los invernaderos de Eaton Hall, y que sus lacayos llevaban personalmente hasta París. También la surtía de salmón fresco escocés, pescado en sus propiedades y enviado directamente a París.

Poco tiempo después de su encuentro con Bendor en Montecarlo, y a pesar del apasionado cortejo en la distancia, Vera dispuso que Chanel conociera a un atractivo y un tanto afeminado treintañero de ojos azules, amigo de Bendor, que además resultaba ser primo de Vera y amigo de la infancia; se trataba de Edward, príncipe de Gales. Un día de Viernes Santo Chanel y el príncipe se conocieron74 en una cena memorable organizada por el marqués Melchor de Polignac y su esposa, Nina Crosby, en Chez Henri, un restaurante chic de París en las inmediaciones del Cercle Gaillon, detrás de la Ópera de París. Chanel sorprendió de nuevo. Edward, a quien su familia y sus amigos llamaban «David» o «Bunny», estuvo encantado y pidió a Coco que lo llamara «David».

La noche siguiente, algunas horas antes de otra cena a la que iban a asistir ambos, David se dejó caer por el apartamento de Chanel para tomar un cóctel antes de cenar. Años más tarde Diana Vreeland, la antigua editora jefe de Vogue, insistiría en que «la apasionada, centrada y tremendamente independiente Chanel, un tour de force virtual», y el príncipe de Gales «tuvieron un gran momento romántico juntos».

Sin embargo, Bendor nunca desistió. El duque, que podía derrotar incluso al más duro adversario, se presentó en París unas semanas más tarde. Era una tarde de principios de primavera. Joseph, el mayordomo de Chanel, al sonar el timbre fue a abrir la puerta y sólo vio un gran ramo de flores tras el que se ocultaba el mensajero. La leyenda dice que mientras el mayordomo75 revolvía su bolsillo en busca de una moneda, le dijo al portador: «Póngalas aquí mismo». Cuando se volvió para darle la propina, se dio cuenta de que el mensajero era ni más ni menos que el duque de Westminster. Poco después, persuadido sin duda por Bendor, el propio príncipe de Gales pasó por el apartamento de Chanel, en la rue du Faubourg-Saint Honoré, y abogó por la causa de Bendor.

Chanel todavía tenía ciertas reservas acerca de Bendor. Confesó a lady Iya Abdy: «El duque me da miedo»76. Chanel sabía todo acerca de las aventuras amorosas del duque; ella deseaba ser amada como una igual. «No soy una de esas mujeres que pertenecen a varios hombres».

Vera Bate introdujo a Chanel en el distinguido grupo social que rodeaba a la realeza británica: Westminster, Edward, príncipe de Gales, Winston Churchill y la crème de la sociedad inglesa que tenía acceso a Buckingham Palace. Chanel y Bendor, dos personas muy distintas, de mundos y procedencias muy diferentes, a veces opuestas, estaban a punto de iniciar un romance que duraría cinco años. «Chanel era una pequeña cenicienta... una coqueta... que simulaba estar cautivada, cuando de repente, zas... desaparecía». Bendor era «el bucanero en busca de aventuras... un hombre que amó a sus mujeres, pero que, por encima de todo, amó el amor»77.

Chanel conocía perfectamente cómo la convencional sociedad francesa la veía y la denostaba. Para ellos había sido «la demimondaine»78 que había conquistado al gran duque Dimitri, la que se relacionaba con políticos franceses y con el príncipe de Gales; y, según un informe de la policía francesa, también, entre otros, con lord Rothermere y con Harold Harmsworth, propietario junto con su hermano Alfred del periódico londinense The Daily Mail. En uno de sus más sarcásticos momentos contaba a sus amigos: «Quería ser la dama de un harén, y entre mis tres “chicos”79, el príncipe de Gales, el gran duque Dimitri y el duque de Westminster, elegí al hombre (Bendor) que podía protegerme: el más sencillo de los hombres».

Bendor y Chanel subieron secretamente a bordo del Flying Cloud, anclado en el puerto de Bayona, en la bahía de Vizcaya, a finales de la primavera de 1924. Ella, al hablar de sus primeros días juntos, diría: «Él tenía un yate, y ésa es la mejor forma de huir para iniciar un romance. La primera vez uno es torpe, la segunda se riñe un poco y, si la cosa no va bien, la tercera vez puedes bajarte en el siguiente puerto»80. Aquellos primeros días debieron de ser mágicos en el encantador mundo que había creado Bendor. Cuando llegaron al Mediterráneo, una orquesta de Montecarlo se embarcó para que la pareja pudieran bailar cada noche, algo que Bendor adoraba. Obsequiaba a Chanel con joyas preciosas y otros regalos; como contó Chanel a uno de sus confidentes: «Yo lo quería o pensaba que lo quería, que en el fondo viene a ser lo mismo»81.

Evidentemente, la fabulosa riqueza de Bendor lo hacía aún más atractivo para Chanel. Este primo del rey Jorge V era el propietario de todo Eaton Hall, una hacienda de unas 4.500 hectáreas donde legiones de jardineros cultivaban rosas, claveles, orquídeas, frutos exóticos y vegetales durante todo el año. Tenía una espuela de ferrocarril conectada a la línea principal. Incluso era propietario de un tren privado para ir desde Eaton Hall hasta Londres, donde poseía la gran mansión de Grosvenor House (más tarde arrendada al Gobierno de Estados Unidos para sede de su embajada) y la Bourdon House. Además contaba con las rentas que le proporcionaban algunas de sus propiedades cercanas a los jardines londinenses de Kensington, así como grandes explotaciones en Australia y Canadá.

Lady Dunn con Chanel y su perro Gigot hacia 1926. |15|

Para los viajes marítimos Bendor podía elegir entre el Cutty Sark, un barco de la armada remodelado, y una espaciosa goleta, el Flying Cloud. Tenía cuadras de caballos, pabellones de caza en Escocia y en Francia, varios automóviles Rolls-Royce y Bentley. Las joyas de la familia incluían la tiara Westminster y los diamantes Arcot.

Bendor, igual que su amigo de toda la vida Winston Churchill, había nacido en un mundo donde los nobles británicos eran considerados (y se consideraban a sí mismos) poco menos que divinos. Él y otros descendientes de grandes terratenientes de la aristocracia entraron en su madurez sabiendo que su destino era dirigir el mayor imperio nunca visto.

Uno de los amigos de Bendor82, también lord, describió al duque como «un tipo jovial, como un cachorro de Terranova, muy dado a diversiones y a deportes bulliciosos, con caballos, motor y mujeres. Su vida desenfrenada le sienta a la perfección, ya que es modelo de salud y vitalidad». Churchill pensaba que Bendor era «un gran cazador y que sabía todo sobre la caza silvestre... en la guerra y en el deporte era un intrépido compañero... poco dado a la expresión y a las declaraciones públicas; era un hombre profundamente reflexivo, con una sabiduría poco común y muy sensato. Siempre he tenido su opinión en gran estima»83.

Una dama francesa describió a Bendor como «un victoriano en estado puro que sólo tenía ojos para su escopeta, sus caballos de caza, de salto y de carreras, sus perros, mientras las mujeres inglesas de su época sólo tenían que dar a luz a sus hijos y complacer a sus señores... un hombre... un hombre que jugaba dejando caer un poco de azúcar sobre su envoltorio, e introduciéndolo en el café caliente con el cronómetro en mano, contaba cuánto tardaba en disolverse... un hombre al que le gustaba esconder diamantes bajo la almohada de sus amantes... un hombre que podía embrutecer a las mujeres»84.

Cualquiera que fuera el punto de vista de Chanel sobre los bolcheviques antes de 1925, Bendor le mostró los males del comunismo y subrayó su antipatía hacia los judíos. Temblaba ante la palabra «marxismo». También era notoriamente homófobo85. Cuando su cuñado homosexual defendía a los sindicatos libres como líder del partido liberal, Bendor le contó al rey, Jorge V, que éste era gay, lo que arruinó el matrimonio de su hermana y la carrera política de su futuro cuñado.

Bendor, duque de Westminster, y Chanel en el hipódromo Grand National en mayo de 1924. El romance con Bendor duró cinco años y su amistad toda la vida. Ambos temían al comunismo y eran antisemitas y proalemanes. |16|

Chanel podía igualar la homofobia de Bendor86. Es conocida su opinión, que cita Paul Morand en las conversaciones que mantuvieron en su exilio de St. Moritz en Suiza durante el invierno de 1946: «¿Homosexuales? ¿No están siempre a los pies de las mujeres: “querida mía, pequeña, ángel mío...”? Les envuelven el cuello con guirnaldas de elogios. [...] Cuántas chicas he visto morir bajo la influencia sutil, embriagadora del infame marica: la muerte, la droga, el divorcio, el escándalo... Nada les parece suficiente para aniquilar al competidor y vengarse de la mujer. Las locas quieren ser mujeres, pero no lo consiguen. ¡Son encantadoras!».

En el verano de 1924, cuando Bendor y su esposa Violet Rowley ya estaban separados oficialmente, el duque llevó a Chanel a Eaton Hall para pasar una temporada llena de fiestas nocturnas, partidos de tenis, cabalgadas en el campo y esparcimiento por los espléndidos jardines de la finca. El otoño era tiempo de cacerías en Francia y de pesca de salmones en Escocia. Diversas fotografías tomadas en este periodo muestran una serie de instantáneas de Chanel luciendo una amplia sonrisa a sus 41 años junto a él, que entonces tenía 47. Con su jersey de Fair Isle11 se muestra segura de su habilidad para conquistar a los más grandes lores y ladies ingleses. En otra fotografía87 tomada por el barón Adolf Gayne de Meyer, creador de la fotografía de moda americana, Chanel posa para un retrato luciendo un «exquisito» collar de perlas, regalo de Bendor. En una foto de Vogue88 Chanel sonríe y lleva un traje clásico de punto, con una chaqueta tipo cárdigan por encima y su hermoso cuello aparece cubierto de collares de perlas. En otra foto poco común está fumando un cigarrillo, un hábito que nunca dejó. (Siempre que podía conseguirlos fumaba Camel, un cigarrillo tras otro)89. Otra instantánea90 muestra a Chanel junto a Vera Bate, las dos vestidas para ir a pescar, con pantalones holgados y chaquetas de tweed. Ambas acarician a un perro de caza y Chanel sostiene un arpón de pesca con un corcho en la punta. También hay una instantánea deliciosa, tomada durante noviembre de 1929, en la que aparecen Churchill91 y Chanel cogidos del brazo durante una cacería en Eaton Hall.

Una sonriente Chanel (a la izquierda) y Vera Bate (de casada Vera Lombardi) hacia 1925 después de un día de pesca en la hacienda escocesa de Bendor. Vera contó a Winston Churchill que traicionó a Chanel cuando en 1944 en Madrid les dijo a los británicos que Coco era una agente nazi. |17|

Bendor y Chanel volvían con frecuencia a París para galas nocturnas o para asistir a la ópera. Cuando el duque se presentó en el ensayo de Le train bleu, un columnista de la prensa del corazón que trabajaba para The Star escribía en octubre de 1924: «Circulan muchos rumores sobre el futuro del duque... cuando empezaron los problemas entre el duque y la duquesa, se dijo que la próxima duquesa sería una atractiva chica de padres distinguidos... ahora los cotilleos dicen que se trata de una encantadora mujer francesa que dirige un establecimiento muy exclusivo de moda en París»92.

Todos los deseos del duque se hacían realidad, y nada que Chanel deseara le era negado. «Mi auténtica vida comenzó con Westminster»93, diría en un momento de debilidad. «Por fin había encontrado un hombro donde apoyarme... él no conocía el significado de la palabra esnob, era la sencillez misma». Unos trece años antes Chanel y Étienne Balsan habían disfrutado cabalgando por los caminos del bosque de Compiègne, donde Gabrielle vivió durante tres años como una cortesana en el Château de Royallieu. Ahora Coco era recibida de forma no oficial como la señora de Eaton Hall. Vera Bate solía visitar la casa y ayudaba a su amiga con los usos y las costumbres ingleses. Pero tal y como era propio de la forma de ser de Chanel, hizo que todo el mundo hablara francés —incluso Bendor, que tenía un acento horrible— mientras ella a escondidas estudiaba inglés.

Chanel con sir Winston Churchill en Eaton Hall, residencia del duque de Westminster, en 1929. Su amistad duraría toda la vida. |18|

La vida con Bendor, al menos durante un tiempo, equivalía a estar siempre de vacaciones. Eran los amables anfitriones de fastuosos bailes a los que solían asistir cincuenta o sesenta invitados. En estas veladas musicales una orquesta, cuyos miembros iban vestidos con casacas rojas y zapatos de charol, tocaba hasta altas horas de la noche. Un regimiento de ayudas de cámara, doncellas, mayordomos, cocineros y otro personal de cocina, jardineros y asistentes para cada uno de los deportes trabajaban día y noche para que todo fuera placentero a los invitados del duque: si eras un invitado en Eaton Hall, no era necesario ni mover un dedo. Las cincuenta y cuatro habitaciones, los establos y los diecisiete Rolls-Royce estaban bajo la supervisión del severo mayordomo de Bendor, Percy Smith, que se encargaba de todo. Tenía la responsabilidad sobre toda la plantilla, la casa y las obras de arte que decoraban las paredes de la mansión, entre las que había cuadros de Rubens, Rafael, Rembrandt, Hals, Velázquez y Goya.

Chanel compartía con Bendor el amor por la hípica, la caza, la pesca, la vela y las fiestas. En su alocada búsqueda del placer, Chanel y Westminster ignoraron el descontento laboral de las masas de mediados y finales de la década de 1920 y la Gran Depresión de la de 1930; era demasiado aburrido. Al fin y al cabo, en aquel momento ella era un miembro más de la clase privilegiada. Para el duque Chanel y su grupo la diversión no cesaba. Seguían las fiestas en el ultra chic y exclusivo Embassy Club para bailar al son de la orquesta de Ambrose y donde el maître del hotel, Luigi, siempre tenía la mejor mesa reservada para Bendor y Chanel.

Chanel con traje de caza junto a Winston Churchill y su hijo Randolph en Francia en 1928. La amistad de Churchill y su admiración por Chanel duraron más de treinta años; los historiadores afirman que Churchill salvó a Chanel de un juicio por colaboracionista cuando París fue liberado en 1944. |19|

En 1928 el cuento de hadas continuaba y Chanel participaba en la caza del jabalí con Churchill en el pabellón de caza de Westminster, en Mimizan, al sur de Burdeos. Churchill, entonces ministro de Hacienda, y su hijo Randolph fueron retratados para The Daily Mail junto con Chanel, que viste gabán, sombrero hongo y botas con una fusta de montar en la mano. Aparece como una reina entre dos Churchill, rodeada de una jauría de perros cazadores. Una copia del artículo está anotada por la caligrafía de Chanel: «Una fotografía encantadora... falta la pluma en tu sombrero. The Daily Mail, 11 de enero de 1928»94. Churchill anotó el hecho en una carta a su esposa, Clementine: «La famosa Chanel apareció y me cayó muy bien. Una mujer muy competente y agradable, con una personalidad mucho más fuerte que la de las otras mujeres que ha conocido Benny (Bendor). Estuvo de caza durante un día entero siempre incansable, y después de cenar se fue en coche a París, donde hoy estará ocupada retocando y probando vestidos a una serie inacabable de modelos. Un total de doscientos diseños se han de tener listos en menos de tres semanas. Lo hace todo con sus propias manos, probar, cortar, subir dobladillos... Algunos trajes han sido modificados casi diez veces. Vera Bate, de soltera Arkwright, la acompaña. Le pregunté si trabajaba para ella. No, me respondió. ¿Es una de las jefas? No, simplemente está ahí. Voilà tout»95.

Más tarde Winston escribió a Clementine otra vez desde Stack Lodge en Escocia: «Chanel está aquí en lugar de Violet [la segunda esposa de Bendor]... pesca desde la mañana a la noche y ha capturado cincuenta salmones (algunos que pesaban más de diez kilos). Es muy agradable; un ser realmente extraordinario y fuerte, perfecta para llevar a un hombre y un imperio. Benny está muy bien, y creo que muy feliz de estar emparejado a una igual. Su habilidad es equilibrar el poder de él»96.

Churchill, que quedó claramente cautivado por Chanel, dio en el clavo. La energía creativa de Chanel parecía no tener límites. Podía jugar, montar, pescar, saciar el deseo de Bendor y después volver a sus modelos para crear vestidos maravillosos, como su famosamente sencillo y sexy vestidito negro, aclamado por los cognoscenti en moda. Entre ellos, Janet Wallach, biógrafa de Chanel y directora de moda, escribió: «[Chanel] creó ropa elegante y un ambiente refinado, a la vez que confortable, lujoso y chic, donde recibía a un gran número de amigos. Sus intereses iban desde lo atlético hasta lo intelectual; incluso afirmaba haber leído todos los libros de su biblioteca»97. En resumen Wallach dijo: «Tenía una mente rápida y una lengua aún más rápida, y el ingenio de entretener a los hombres más desencantados».

Chanel tenía la capacidad de sacar provecho de todas las cosas y de todas las personas que conocía, y estaba ideando una forma de vida basada en las costumbres y en el estilo de Westminster. Sin embargo, su carrera y sus ambiciones mantenían a la pareja separada. Bendor echaba de menos a Chanel, y le contrariaba que ella dedicara tanto tiempo a su trabajo. Su amiga, lady Iya Abdy, afirmaba: «Ella tenía dos amores verdaderos... ella misma... y su casa de modas... todo lo demás era simplemente pasión, debilidad, aventuras sin futuro, relaciones calculadas»98.

Mademoiselle sabía muy bien que el deseo de Bendor de «cuidarla» era una forma resumida de decir «no tienes más obligaciones que yo». Frustrado por sus continuas ausencias, Bendor rogó a Vera que lo ayudara a que Chanel permaneciera en Londres. Su estrategia era convencer a Chanel para que abriera una boutique en Londres que la mantuviera ocupada y convenientemente cerca de él99.

La casa Chanel de Londres tuvo un éxito inmediato. La duquesa de York, futura reina de Inglaterra, y una multitud de destacados miembros de la nobleza y celebrities fueron sus clientes. El nombre de Chanel estaba en boca de todos. Y desde sus talleres en París Chanel creó el casquete. Era el complemento perfecto para su vestido negro en crepé de China con manga larga: el proverbial vestidito negro.

Durante este periodo londinense Chanel introdujo su primera versión del clásico traje de punto con una chaqueta tipo cárdigan, pulóver con cintura baja y falda plisada. Cada uno de los motivos y de las prendas de vestir que llegaba a sus manos era una fuente de inspiración, desde los tweeds de Bendor y sus gorras de marinero hasta incluso los chalecos de los ayudas de cámara. Atrevida y creativa, lucía ella misma pantalones acampanados y suéteres de cuello redondo, y así proyectaba un aspecto sexy y cómodo. Una foto tomada en su retiro de La Pausa muestra a Chanel con un cinturón decorativo, sonriente y feliz, mientras un gran danés, Gigot —regalo de Bendor—, cuyo nombre en francés significa «pierna de cordero», mira a la cámara100.

Exceptuando algunas rencillas ocasionales, Bendor nunca dejó de agasajar a Chanel con regalos: obras de arte, joyas preciosas, una casa en Mayfair, un terreno de cinco acres cerca de Roquebrune, en Cap-Martin, entre Menton y Montecarlo. Bendor compró dicho terreno en 1928 por 1,8 millones de francos (unos 3 millones de dólares actuales) y lo donó a Chanel en febrero de 1929101. Allí construyeron la finca La Pausa, en lo alto de Roquebrune, cerca de Montecarlo, su villa soñada. (Cuando Chanel terminó de decorarla hacia 1929, el total invertido ascendía a 6 millones de francos, el equivalente a casi 12 millones de dólares de 2010)102.

La metamorfosis de Chanel estaba ahora consumada. A sus 40 años la en un tiempo abandonada y miserable huérfana y concubina se había transformado en una princesa de cuento de mediana edad.

El único hijo varón del duque había muerto en 1909 cuando tenía 4 años, por lo que Bendor deseaba desesperadamente un heredero. Ya en 1926 empezó a insistir para que Chanel dejara su carrera y viviera siempre con él. Sin embargo, es difícil de creer que quisiera realmente convertirla en su esposa, en duquesa, en madre del heredero de su ducado. Las posibilidades de Chanel de tener un hijo con más de 40 años eran, además, bastante remotas. Más tarde Coco contaría a un periodista alemán por qué nunca se casó: «Debido a mi trabajo, supongo. Los dos hombres a quienes amé nunca lo entendieron. Ambos eran ricos y no comprendían que una mujer, incluso una mujer rica, quisiera trabajar. Yo nunca hubiera podido dejar la casa Chanel. Era como mi hijo. La creé de la nada. Una vez le dije al duque de Westminster: “¿Por qué tendríamos que casarnos?”. Estamos juntos... la gente lo acepta. Siempre he querido ser para los hombres más leve que un pájaro»103.

Los amigos de Chanel pensaban104 que no se le daban demasiado bien los niños, que no los entendía y que no sabía cómo hablarles. Sin embargo, Chanel y Boy Capel habían adoptado aunque de forma no oficial a André Palasse, sobrino de Chanel, y pagaron sus estudios en un buen internado británico. Después ella siguió siendo su amada tía y algo así como una madre adoptiva para la hija mayor de André, Gabrielle, Tiny Palasse, a la que pusieron ese nombre en honor a su tía.

Ni Bendor ni Chanel insistieron nunca realmente en casarse. Para probar su independencia Chanel devolvió a la secretaria del duque el talonario de cheques que éste le había dado y que nunca utilizó: «He pagado con mi dinero», le dijo.

De forma categórica rechazaba ser considerada como una mantenida105.

Cuando Bendor invitó a la princesa Estefanía de Hohenlohe, deportista consumada y llamativa belleza vienesa, a pescar con él en Escocia, Chanel reaccionó yendo a París en busca de su anterior amante, el poeta Pierre Reverdy, lo que ocasionó que Bendor sufriera un ataque de celos. Él declaró: «Chanel está loca», aunque, por otra parte, bombardeó su apartamento con una carta tras otra. Chanel le contestó: «Lo único que quiero de ti son flores silvestres que hayas cogido con tus propias manos»106. El duque entonces la obsequió con flores, bajo las cuales había escondido las joyas más preciosas.

Es dudoso que la hermosa y adinerada Estefanía hiciera alguna vez la competencia a Chanel. La princesa vienesa era descendiente de judíos por una rama de la familia, y Bendor era fervientemente antisemita. En una clara violación del protocolo, fue tan lejos al respecto como para referirse a la familia real británica como «aquellos judíos», creyendo de forma errónea que el príncipe consorte de la reina Victoria, Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, era de origen judío. Después de una serie de whiskies, y ante Rothschild, Bendor repetiría: «No soporto a esos malditos judíos»107.

Es bastante irónico que unos cuantos años más tarde, con el régimen nazi en el poder, Estefanía se convirtiera en la adorada princesa de Adolf Hitler. El Reichsführer de las SS Heinrich Himmler resolvió su «problema judío» haciendo de Estefanía una «aria honoraria». Desde 1932 ella trabajó en Londres como agente del servicio de inteligencia nazi, sirviendo como enlace entre los británicos pro nazis y los hombres y las mujeres poderosos de la sociedad y la política londinense: Bendor, el príncipe de Gales, el dueño The Daily Mail, lord Rothermere, lady Margot Asquith, lady Ethel Snowden y lady Edith Londonderry. En 1937 Estefanía fue decisiva en la organización de reuniones entre Hitler y Edward Wood, lord Halifax y el duque de Windsor, el no coronado rey Eduardo VIII y su esposa, la americana divorciada Wallis Simpson. Los tres eran anticomunistas fanáticos, temían a la Rusia soviética y aconsejaban un acuerdo con la Alemania nazi; bajo su punto de vista, una defensa contra las hordas comunistas.

El fin del cuento de hadas del romance de Chanel y el duque fue lento pero inevitable. Chanel valoraba ser un espíritu libre. Siempre buscaba el verdadero amor y, cuando creía que lo había encontrado, resultaba que era un amor imposible. Era imposible porque Chanel era su única mujer y después de casi cinco años con Bendor simplemente se había cansado de su estilo de vida. A él tampoco le apasionaba tanto ser parte de la vida de Chanel. Bendor empezó a temer los ratos que pasaban con los ingeniosos amigos de Chanel en París; las digresiones maliciosas de Cocteau o de Diaghilev y su amante Serge Lifar le superaban. Pero el egocéntrico duque continuó aferrándose a Coco a pesar de sus terribles discusiones por las frecuentes infidelidades del duque. Finalmente Churchill recordaría a Bendor sus obligaciones regias, la necesidad de tener un heredero y el hecho de que Chanel nunca sería aceptada en la corte.

Serge Lifar, como Vestris, luciendo un traje diseñado por Chanel. Lo acompaña Marie Laure de Noailles en el Bal du Tricentenaire de Racine, celebrado por el conde de Beaumont en junio de 1939. Lifar era uno de los bailarines favoritos del jefe de la Luftwaffe Hermann Göring. Aterrado cuando París fue liberado, Lifar se escondió de la Resistencia francesa en el guardarropa del apartamento que Chanel tenía en la rue Cambon. |20|

Todo aquel tiempo Chanel y Bendor aparentemente nunca se dieron cuenta de que la policía francesa y la Sûreté estaban vigilando de cerca sus idas y venidas. En un informe explicaban: «El duque hace frecuentes viajes a Francia, [y] al Château de Woolsack (en Mimizan, en las Landas francesas). Cuando está en París, el duque se queda en el apartamento de Chanel. La anteriormente demimondaine [Chanel] goza de excelentes relaciones en los círculos políticos y diplomáticos. El duque de Westminster, que está divorciado, tiene mucho interés en las petites mains [las jóvenes modistillas, que cosían a mano vestidos, botones, etcétera] en la casa Chanel. Durante el último verano un grupo [de empleadas de Chanel] pasaron las vacaciones en el Château de Woolsack, donde se les proporcionaba espléndida comida y alojamiento»108.

En 1929 Vera Bate se divorció de su marido americano y se casó con Alberto Lombardi, un oficial de caballería italiano, lo que la convirtió en ciudadana italiana. La Sûreté francesa amplió sus investigaciones para tener en cuenta a Vera y a su nuevo marido. Los informes incluyen sus conversaciones telefónicas, sus viajes y su amistad con Chanel y Bendor. En 1930 Vera dejó de trabajar para Chanel y pasó a hacerlo para la competencia, la casa de moda Molyneus de París. De forma inesperada Vera se trasladó a Roma con su marido, a la sazón coronel de la caballería italiana. La Sûreté sospechaba que trabajaba para el servicio italiano de inteligencia109.

Los años pasaban velozmente. Bendor no podía dejar de buscar nuevas conquistas, a la vez que no podía renunciar a Chanel. Más tarde ella declararía: «Nunca traté de cazarlo. Si alguien pertenece a la nobleza, es rico, muy rico, se convierte en blanco fácil, una presa: una liebre, un zorro. Esas damas inglesas son grandes cazadoras; siempre están de caza. Nunca me he imaginado pensando: Aquí hay un hombre al que quiero cazar; voy a conseguirlo: ¿dónde está mi rifle?»110.

El verano de 1929 llevó a la historia de amor a su inevitable final. Chanel y Misia Sert habían accedido a embarcarse con Bendor en el Flying Cloud. Debió de haber sido una ironía fantásticamente irreverente; cuarenta tripulantes, entre muebles de madera maciza, grandes camas con dosel y extravagancia, que contrastaban con las dos amigas íntimas, cáusticas parisinas que podían realizar pícaras diabluras mientras reían y tomaban alguna droga. La juerga terminó de forma abrupta cuando sin previo aviso llegó un telegrama de Venecia en el que se anunciaba el grave estado de salud de Diaghilev.

Cuando el Flying Cloud llegó a Venecia, Misia y Chanel fueron directas al Grand Hôtel des Bains en el Lido, donde encontraron a Diaghilev gravemente enfermo y al que cuidaban sus dos amantes, los bailarines Serge Lifar y Kochno. Diaghilev tenía mucho miedo a morir. La visita de sus amigas parece que lo animó. Chanel volvió con Bendor mientras Misia se quedaba para cuidarlo. Llamó a un sacerdote católico para que le diera la extremaunción. Al principio el sacerdote rehusó, dado que el enfermo era de religión ortodoxa. Obligado por la cólera de Misia, finalmente cedió y el personaje dostoievskiano, un mago en el arte del ballet, el hombre que promocionó a Michel Fokine, a Nijinsky, a Léonide Massine y a George Balanchine, murió.

Misia estaba desolada; más tarde diría: «Una parte de mí se fue con él»111. Lifar y Kochno no podían soportar la muerte de su maestro; era un momento terrible. Chanel, llevada por un presentimiento, volvió a Venecia, donde ella y Misia organizaron el funeral precedido de una misa. Vestidos de blanco, Misia, Chanel, Lifar y Kochno acompañaron el féretro de Diaghilev que, sobre una góndola, surcó los canales de Venecia hacia su tumba en el cementerio de la isla de San Michele.

Bendor insistió para que Chanel volviera a bordo de su goleta. Pero la historia de amor ya había terminado, la pasión hacía tiempo que se había apagado. Bendor no podía resistir sus impulsos. Como el cazador que era, tenía que perseguir a otra mujer, y Chanel encontraba esto intolerable. Peleaban continuamente. Uno de los mitos que rodearía a Chanel durante sus años con Bendor es la anécdota que cuenta que la pareja estaba discutiendo a bordo del Flying Cloud, anclado en Villefrance, en la Costa Azul. Entonces el duque fue a tierra y dice la leyenda que cuando volvió a bordo trajo consigo una esmeralda impresionante y, bajo una luna idílica, puso la gema en la palma de la mano de Chanel. Sin pensárselo dos veces ella dejó caer la piedra preciosa en el mar112.

Después de ser la amante del hombre más rico de Reino Unido Chanel volvió brevemente a Pierre Reverdy, el genuinamente mediterráneo y torturado poeta. Con su complexión morena y su espeso cabello negro, Reverdy podría haber sido la imagen latente del amor perdido de Gabrielle, el padre que casi no llegó a conocer. Al contrario que el duque, Reverdy era un igual, sus orígenes eran muy parecidos a los de ella. Cuando él mostró signos de aburrimiento de vivir en el apartamento de la calle del Faubourg-Saint Honoré, Chanel encontró un estudio para él en las cercanías. Pero Reverdy no se dejaría capturar. Pronto huyó hacia Solesmes, para volver a Chanel unas semanas más tarde y para salir de juerga brevemente con Cocteau, Max Jacob (el poeta judío convertido al catolicismo), Blaise Cendrars, Léger y Braque.

Reverdy prefería en aquel momento a los músicos americanos de jazz, arraigados en París, que a los amigos de Chanel. Coco despreciaba aquellas salidas: «La comida mala, los tragos peores y los idiotas que repetían las mismas historias, una y otra vez, sólo por hablar»113. Ella casi nunca se unía a la vida nocturna de Reverdy, prefería acostarse pronto para poder levantarse temprano para trabajar.

Al final Chanel pudo atraer a Pierre a La Pausa, esperando que el cambio de clima y la belleza de su retiro mediterráneo aportaran magia a su historia de amor.

Fue durante sus visitas a La Pausa cuando Reverdy ayudó a Chanel a compilar una serie de máximas que años más tarde se publicarían en Vogue. Anteriormente Gabrielle había escrito algunos artículos para revistas femeninas parisinas: Le Miroir du Monde, Les Femmes et le Sport y Le Nouveau Luxe. Ahora, en su madurez, quería hacer algo más literario, del mismo modo que había querido cantar y tocar el piano cuando era joven. Los aforismos rezaban: «Nuestros hogares son nuestra prisión; una encuentra libertad en su decoración». «Uno puede acostumbrarse a la fealdad, pero nunca a la dejadez». «La generosidad verdadera es aceptar la ingratitud»114. Este material era parecido a la poesía clara y concreta de Reverdy.

De vuelta en París, a Reverdy le cautivaba y repelía a la vez el oropel de la riqueza que rodeaba a Chanel. A pesar de su odio por la élite social parisina, aceptaba el dinero de Chanel y parecía que le gustaba que se avergonzara, irrumpiendo en sus cenas y después huyendo. Al final, a pesar de lo mucho que amaba a Reverdy, Chanel se dio cuenta de que nunca encajaría en su mundo. Amigos para siempre y amantes casuales, la pareja acordó que era el momento de separarse. Él dejó unas pocas líneas conmovedoras a Chanel: «Te quiero y te dejo / Necesito caminar / quizá nos encontraremos de nuevo / intercambiaremos recuerdos, hablaremos de otros tiempos / y volverás a mí / y nos reiremos»115. (Más tarde Reverdy, como partisano francés armado durante la ocupación, arrestaría al colega de tiempos de guerra de Chanel, el barón Louis de Vaufreland, durante la liberación de París y lo mandaría a prisión por colaboracionista de los nazis).

Entre la élite francesa la ruptura con Reverdy no tuvo la importancia que la de Bendor. «Imagínense», escribían los biógrafos de Chanel, «la pequeña campesina fuera de su rutina de provincias, rehusando casarse con el duque de Westminster»116. Pero de niña Chanel había soñado con escapar de la prisión que suponía la vida del orfanato. Con trabajo duro y un sentido intuitivo del buen gusto, del encanto femenino y de la tenaz y rebelde ambición Chanel dejó atrás la pobreza y entró en un mundo de seda, satén y joyas preciosas, de inmensa riqueza y notoriedad. Estaba en un envoltorio de terciopelo cuando se dispuso a seguir sin Bendor. «Una no debe dejar que la olviden, una tiene que estar en el trineo. El trineo es donde está la gente de la que se habla. Una debe estar en el asiento delantero y no dejar que nadie la saque de ahí»117.

Bendor volvió a enamorarse. Llevó a su novia, Loelia Ponsonby, a la que casi le doblaba la edad, y que era la hija del tesorero del rey, a París durante la primavera de 1930 para que conociera a Chanel. No se sabe si Bendor estaba siendo deliberadamente cruel o simplemente cruel hacia los sentimientos de Loelia. Sea como fuere, Bendor insistió en que Chanel hablara con ella y le dijera después si le parecía adecuada. Mientras el duque iba arriba y abajo por la casa de la calle del Faubourg-Saint Honoré, que conocía tan bien, una sofisticada y elegante Chanel apareció enjoyada y vestida con un traje azul marino y una blusa blanca, haciendo que Loelia, a la sazón de 28 años, se sintiera desgarbada y desaliñada118. Loelia recordaba a Chanel: «pequeña, oscura y simiesca... era la personificación de su propia moda... con todo tipo de collares y pulseras que sonaban mientras se movía. Su salón era lujoso y ella se sentó en un gran sillón, un par de grandes biombos Coromandel eran el escenario perfecto. Yo, sentada, en cierta desventaja, en un escabel a sus pies... Dudaba si yo o mi traje de tweed pasarían el examen. Para decir algo le conté que Mrs. George Keppel me había regalado para Navidad un collar Chanel. Inmediatamente ella me pidió que se lo describiera. “No”, respondió fríamente, “ese collar es imposible que fuera de mi boutique”»119.

Algunos biógrafos aseguran que Bendor fue a París unos días después de su boda con Loelia.

En el otoño de 1929 la Bolsa de Nueva York se hundió. Los valores USA pronto mostraron en todo el mundo unas pérdidas masivas que ascendían a 26.000 millones de dólares. En América, Gran Bretaña y en el continente las pérdidas acabaron con grandes fortunas. En Alemania la violencia política, las huelgas generales, el miedo al bolchevismo y la hiperinflación destruyeron a la larga la estabilidad política, lo que facilitó el ascenso de Adolf Hitler y del partido nazi. Los franceses, que temían a Hitler y a la posible agresión alemana, empezaron a construir la Línea Maginot12 a lo largo de la frontera franco-germana.

El gran duque Dimitri se casó con una joven rica de Nueva York y Bendor, que tenía 50 años, todavía anhelaba tener un heredero. No obstante, Bendor siguió siendo amante ocasional de Chanel, actuando como el niño mimado y el amante sexualmente caprichoso que era.

El crack de Wall Street ocurrido el 29 de octubre de 1929 y conocido como el «jueves negro» hundió a la industria y al comercio norteamericano y marcó el comienzo de la Gran Depresión. Pronto doblaron las campanas para la República alemana de Weimar, mientras los préstamos americanos y las inversiones en el Gobierno y en la industria alemanes llegaron a su fin. En Francia las convulsiones tempranas de una próxima desaceleración económica empezaban a ser evidentes.

Dincklage y su esposa medio judía120, Maximiliane (apodada Catsy), vivían entonces la mitad del tiempo en la siempre soleada Costa Azul francesa. Para el matrimonio Dincklage era un momento sublime ya que saboreaban su buena suerte: una misión en Francia, lejos del caos económico alemán y de la confusión que reinaba en Berlín.

Dincklage había ganado su ventajoso puesto121 en un momento en que casi seis millones de alemanes estaban en paro. El hecho de provenir de una familia impregnada de tradición militar fue de ayuda, pero diez años de trabajo clandestino como oficial militar de inteligencia le habían proporcionado además la amistad del general Walther von Brauchitsch, el hombre que Hitler más tarde elegiría como comandante en jefe del ejército alemán, la Wehrmacht.

Dado que Dincklage hablaba francés e inglés a la perfección, su tapadera como amante de la diversión, del sol, como jugador de tenis y ocasional comerciante alemán no era puesta en duda. Tener una coqueta y hermosa mujer con sangre judía también ayudaba, y la pareja se relacionó fácilmente con la gente del lugar y con la creciente colonia de refugiados alemanes. En 1930 las actas municipales de Sanary-sur-Mer muestran a Maximiliane von Dincklage recibiendo un permiso de residencia por parte de la prefectura de policía de Sanary, junto a otros italianos y alemanes. Thomas Mann, Aldous Huxley y la escritora inglesa Sybille Bedford —una hermanastra alemana de Catsy— eran otros residentes. Más tarde Sanary se convirtió en refugio de un creciente número de intelectuales alemanes y judíos que huían de Alemania y de los camisas pardas, los esbirros de Hitler.

Cuando estaban en Sanary, los Dincklage llevaban una vida placentera en la pródiga costa mediterránea, con abundante sol, pescado fresco y vino local. Como la autora Marta Feuchtwanger, una expatriada alemana en Sanary, escribía a principios de la década de 1930: «Estábamos junto al mar. Desde un acantilado podíamos ver las profundas bahías azules y alguna isla a lo lejos. También había una playa privada... de la medida de un pañuelo. Las rocas estaban cubiertas por una densa capa de arbustos: romero, salvia y tomillo. El aroma era... embriagador»122.

En Sanary-sur-Mer la única molestia posible era la que provenía del sonido metálico de las bolas del juego de petanca, al que se dedicaban los residentes y sus invitados, o el sonido de las olas que el viento empujaba contra la costa. Sol, surf, diversión y buena compañía, regada con un buen vino local, estaban garantizados, pasatiempos en este paraíso a pocos kilómetros de donde la flota francesa de guerra estaba anclada en el puerto de Tolón, su cuartel general en el Mediterráneo. Este punto estratégico de la armada en Tolón se convertiría en el objetivo principal de Dincklage durante los años siguientes. La vida de Spatz estaba financiada por la embajada alemana en Berlín a través de fondos recaudados por el servicio de inteligencia militar alemán que le eran entregados vía mensajero. El flujo de dinero se utilizaba para pagar a los agentes de Dincklage, para sobornar a la policía, así como para financiar su tren de vida. Los superiores de Spatz y Catsy en Berlín les pagaban para que organizaran una operación de espionaje y reclutaran a una red de agentes, pagados o chantajeados, para que averiguaran los secretos de la armada francesa en su base de Tolón, donde se almacenaban planos y libros de códigos. Después de instalarse en Sanary y de explorar la base naval y la flota de Tolón, Spatz y Catsy se dedicaron a reclutar agentes potenciales, hombres y mujeres preparados para traicionar a Francia.

Los Dincklage no eran los primeros agentes de la Abwehr destinados en Francia123. El Ministerio francés de Interior, la Sûreté Générale, informó que ocho años antes tres agentes de la inteligencia militar alemana (no conocemos sus nombres de pila), Herr von Brinkmann, Count von Brennkendorf y el comandante Roll, llegaron a Francia con un fajo de billetes de 500.000 francos franceses. Su misión, según el comandante del ejército polaco, era organizar una red de espionaje en París para infiltrarse en el ejército francés y obtener planes militares de guerra. No hay registro alguno que diga que estos tres espías fueran arrestados.

Maximiliane von Schoenebeck, Catsy, la esposa del barón Von Dincklage, hacia 1930, cuando actuó como espía para los alemanes en las proximidades de la base naval de Tolón, Francia. |21|

Dincklage era el hombre ideal para liderar la misión de la Abwehr en la Costa Azul. Sus jefes en Berlín habían elegido a un hombre con credenciales y pedigrí. Dincklage era, al fin y al cabo, nieto e hijo de oficiales militares que habían servido a los emperadores alemanes durante dos guerras. Su madre, Lorry, era de origen inglés y el hermano de ésta, tío de Dincklage, era un almirante que participó en diversos episodios navales. Desde su infancia había sido educado en las buenas costumbres sociales tradicionales de la vieja Europa. Desde 1914 hasta 1918 había sido puesto a prueba durante la Primera Guerra Mundial en las trincheras del frente ruso. Dincklage, en otro lugar y en otro tiempo, habría sido el candidato perfecto para la CIA o para el servicio secreto británico, el MI6.

Maximiliane tenía madre judía, lo que le ofrecía la posibilidad de actuar como alemana antinazi. Ello suponía una buena tapadera para una misión de espionaje en Francia124. Y Maximiliane tenía también sólidas credenciales125. Un documento del Registro alemán, fechado en 1929126, certificaba la boda en 1927 de Dincklage y Maximiliane, de madre judía y padre de origen aristocrático y teniente coronel del ejército alemán. El informe señala que Dincklage se retiró del servicio en 1929 como comandante del ejército, pero esto sólo era una coartada inventada por sus jefes de la Abwehr en Berlín. Dincklage simplemente cambió su uniforme de oficial de caballería por un atuendo de civil propio de un agente de la inteligencia clandestina. De hecho, la inteligencia militar francesa anterior a la Segunda Guerra Mundial lo documentaba como: «Dincklage, alias Spatz... desde 1920 un agente del servicio de inteligencia militar conocida como Abwehr»127.

Sería necesario algún tiempo para que la Sûreté, la inteligencia militar francesa y la contrainteligencia, el Deuxième (o 2ème) Bureau, se diera cuenta de la magnitud del trabajo clandestino de Dincklage en la Costa Azul. En 1934 un documento secreto de la Sûreté titulado «Alemanes sospechosos en Sanary»128 describía cómo Dincklage (entonces agregado especial a la embajada alemana en París) llevó a cabo operaciones en el sur de Francia: «Viviendo en una serie de villas en el complejo turístico mediterráneo de Sanary-sur-Mer, a trece kilómetros de Tolón; pero asentado en la Villa Petite Casa durante años». El informe sigue diciendo: «Los Dincklage mantuvieron la villa incluso durante sus ausencias de la Costa Azul».

El teniente de marina francés Charles Coton y su esposa Alida (Léa) hacia mediados de la década de 1930. La pareja formaba parte del círculo de la Abwehr de Dincklage que ejerció el espionaje para los alemanes en la base naval de Tolón, Francia. |22|

La tapadera de los Dincklage en Sanary incluía una activa vida social. Se relacionaban con sus vecinos, incluido el pacifista británico Aldous Huxley y su esposa, Maria. Sybille Bedfor, la hermanastra de Catsy, contó sus aventuras en su diario de 1932, cuando, junto con Catsy, Dincklage jugaba en el casino y cenaba con Aldous y Maria Huxley: «Los Huxley ofrecían picnics al atardecer en la playa, en los olivares o en los acantilados... o comíamos conejo frito, flores de calabacín y bebíamos jarras de ponche frío —vino blanco, limón y ron— que mezclaba el propio Aldous»129.

Entre los amigos de los Dincklage en Sanary había un comisionado naval francés, Charles Coton y su novia judía, Alida Léa Salomon. Coton describió Sanary como «un pequeño y agradable puerto lleno de artistas, escritores, pintores y escultores. Había un apasionante ambiente intelectual»130. La gente se reunía en un par de cafés del puerto. «Bailábamos en el Marine, y después conversábamos en el Nautique». Coton más tarde escribió que encontraba a Dincklage distinguido: «El barón, conocido como Spatz, era un excelente tenista y jugábamos a menudo. Hasta donde yo sabía, había dejado Alemania porque no le gustaba el régimen político y porque había tenido problemas por razones raciales, ya que su mujer era judía... acertada o desacertadamente, no lo sé, los rumores que corrían afirmaban que era un espía alemán, y que por esa razón vivía allí, ya que Sanary estaba muy cerca del puerto de Tolón. En todo caso, a mí nunca me habló de temas militares»131.

La observación de Coton era pura mentira. En 1933 los agentes de la contrainteligencia francesa estaban sobre la pista de Coton, pues creían que el oficial de marina era uno de los agentes de Dincklage en la base naval de Tolón. Más tarde la labor de espía de Cotón132 se hizo patente ya que se convirtió en el correo de Dincklage entre Tolón y París.

En 1930 los jefes de Dincklage en Berlín lo retiraron de Sanary y le dieron una misión temporal como diplomático en la embajada alemana de Varsovia. Allí confraternizó con Bernard du Plessix, un diplomático destinado a la embajada francesa. La escritora Francine du Plessix Gray, hija de Bernard y de su esposa Tatiana, recordaba a sus padres como amigos de los Dincklage en Varsovia. Plessix Gray escribe que su padre y su madre encontraban a Dincklage «un encantador chargé d’affaires de la embajada alemana». Sin embargo, no hay ningún registro en los archivos de asuntos exteriores alemanes sobre Dincklage como chargé d’affaires, término que hace referencia a un diplomático interino destinado a reemplazar a un embajador que se ha ausentado temporalmente.

No hay duda de que Spatz estuvo en Varsovia durante 1931. A pesar de las cenas y de los bailes diplomáticos la ciudad estaba llena de intrigas e inmersa en una acuciante crisis económica fruto de la quiebra del Credit-Anstalt austriaco, el Danat-Bank alemán y el cierre oficial de todos los bancos alemanes. La crisis financiera empujó a la política polaca hacia la derecha: en 1931 y bajo el liderazgo del general Józef Piłsudski el cambio en el sentir político hacia la ultraderecha se hizo incluso más evidente que en Alemania, donde multimillonarios como Alfred Hugenberg, Emil Kirdorf, Fritz Thyssen y Kurt von Schröeder estuvieron de acuerdo en prestar apoyo financiero a los ochocientos miembros del partido nazi de Adolf Hitler133.

En 1932 Franklin Delano Roosevelt fue elegido trigésimo segundo presidente de Estados Unidos. Ese mismo año Dincklage dejó su puesto diplomático en Varsovia para volver al trabajo clandestino en Sanary, donde Catsy había permanecido durante su ausencia.

Chanel estaba a punto de cumplir 50 años. En su edad madura seguía tan fascinadora, seductora y ambiciosa, «atrayendo a hombres y mujeres del arte». Eran tiempos difíciles para Francia. Los americanos con dinero estaban desapareciendo. En la Costa Azul la cuarta parte de los hoteles de lujo habían cerrado. Sin embargo, entre 1931 y 1935 la casa Chanel seguía prosperando, y casi dobló su negocio: si en 1931 empleaba a 2.440 mujeres, en 1935 el número de ellas llegó a 4.000. Aquel mismo año vendió 28.000 vestidos en Europa, Oriente Próximo y América. En Gran Bretaña Chanel marcó la diferencia, ya que las jovencitas inglesas que se presentaban en sociedad adoptaron sus nuevos diseños en vestidos de tarde de piqué, encaje y organdí con innovadoras cremalleras.

América estaba llamando a su puerta.