5 - Sale Paul, entra Spatz

«Luchando con el demonio [...] que ostenta el rostro engañoso de la

esperanza y la desesperación».

T. S. ELIOT, Miércoles de ceniza

DE vuelta de Hollywood Chanel ansiaba un cambio inmediato de decorado y se fue a Londres para darse «un baño de nobleza»159. Bendor todavía estaba bajo su hechizo, y prestó a Chanel una mansión del siglo XVIII —de nueve habitaciones, con techos ornamentados de escayola, cornisas y paneles de pino, situada en el 9 de Audley Street— para que la utilizara como cuartel general de su floreciente negocio en Reino Unido. Gastó más de 8.000 libras esterlinas para redecorarla a gusto de ella y además le prestó la casa del 39 de Grosvenor Square para una exposición de sus diseños, que se organizó con el fin de recaudar fondos para la Legión Real Británica. Entre quinientas y seiscientas personas fueron cada uno de los días que permaneció abierta la exposición a ver los vestidos de Chanel, a pesar de que éstos no estaban en venta. Coco fue recibida por los Churchill, y por supuesto contó con la asistencia del elegante joven Randolph, que ejerció de acompañante de Chanel en la apertura de la exposición.

Chanel empezaba a mostrar los primeros signos de envejecimiento. Su rostro se había endurecido, su cuello estaba tenso; el sobreesfuerzo y el efecto de un cigarrillo tras otro sumado a su edad madura habían dejado su huella. A pesar de que tenía un problema de estrabismo era tan presumida que no quería llevar gafas en público. (Una poco conocida fotografía de Roger Shall160 muestra a Chanel con gafas mientras observa uno de sus desfiles, sentada en la ya mítica escalera de la rue Cambon, alrededor de la década de 1930). Aun así, el icono de la moda, Diana Vreeland, pensaba que Chanel en esa época era «brillante, tenía un color dorado oscuro, una cara ancha con una nariz parecida a la de un novillo y unas mejillas color Dubonnet rojo»161. No importaba cómo fuera su aspecto, Chanel era en aquel momento una reina disfrutando de su poder: tenía un discurso agresivo y era muy habladora y burlona: «Soy tímida. La gente tímida habla mucho porque no puede sufrir el silencio. Siempre estoy lista para decir cualquier tontería con tal de llenar el silencio. Sigo hablando, paso de una cosa a otra, por lo que no le doy ninguna oportunidad al silencio. Hablo de forma vehemente. Sé que puedo llegar a ser insoportable» Marcel Haedrich, op. cit., págs. 236-237..

La edad no había debilitado162 el gusto de Chanel por hacer dinero. En 1931 Janet Flanner13 escribió en un perfil aparecido en The New Yorker: «Cada año [Chanel] ha intentado no sólo vencer a sus competidores, sino también a sí misma... Su última facturación fue valorada (y no por ella) en 120 millones de francos, cerca de 4,5 millones de dólares [60 millones de dólares de hoy]». El reportaje de Flanner tropezó con algunos obstáculos: «Dado que sensatamente ella nunca habla, nunca otorga entrevistas, ni admite nada, y como ella astutamente distribuye su dinero en diferentes bancos de distintos países, es imposible cifrar con precisión la fortuna que Chanel ha amasado. Sin embargo, los rumores de la London City la cifran en 3 millones de libras [cerca de 230 millones de dólares de hoy], lo que en Francia, para una mujer, es una cantidad exorbitante».

Suzanne y Otto Abetz con René de Chambrun (en el centro), saliendo del hospital de Versalles en septiembre de 1941 después de visitar a Pierre Laval cuando éste estaba recuperándose de un atentado mortal. |29|

A falta de cifras más concluyentes, quizá la estimación más certera de su genio financiero está recogida en una declaración que realizó el Banco Rothschild, una entidad europea con el suficiente discernimiento como para haber amasado una fortuna incluso fruto de la batalla de Waterloo14. «Mademoiselle Chanel», está documentado que dijeron, «sabe cómo ganar un 20 por ciento limpio»163.

Chanel era incapaz de sumar sin usar los dedos, pero estaba segura de que los hermanos Wertheimer la estaban estafando en el pago de los beneficios de sus acciones por la venta de los perfumes de su marca. Cada vez se arrepentía más del acuerdo que había firmado con ellos en 1924, por el que los Wertheimer tenían el control de la Société des Parfums Chanel, la compañía que poseía los derechos de venta de su fragancia y de otros productos de cosmética. Durante los siguientes veinticinco años su letanía fue: «Firmé algo en 1924. Me siento timada»164. Sus asesores fiscales intentaron asegurarle que la contabilidad de la Société des Parfums Chanel estaba en orden y que la escasez de los dividendos no era debida a argucias de los Wertheimer, sino a la gran cantidad de inversión necesaria para conseguir que Chanel nº 5 fuera una marca conocida mundialmente. Pero ella estaba convencida de que aquellos piratas judíos le estaban robando.

Coco contrató a un abogado francoamericano, René de Chambrun, para enfrentarse a los Wertheimer. Era descendiente directo de la familia Lafayette y tenía la doble nacionalidad estadounidense y francesa. En 1930 Chanel le pidió que iniciara una serie de pleitos destinados a acosar a los Wertheimer; un inútil intento de recuperar el control de la compañía. Los pleitos durarían años y Chanel siempre perdería. Chambrun sería su amigo y abogado los quince años siguientes y a lo largo de la Segunda Guerra Mundial. Como colaborador de los nazis, Chambrun desempeñaría un papel importante en las aventuras de Coco en tiempo de guerra durante la ocupación alemana de Francia.

La creatividad de Chanel nunca languideció. Abandonó los tweeds, la ropa deportiva y el look garçonne, y lanzó trajes femeninos de tarde. Aparecía en sus fiestas de noche ataviada con vaporosas combinaciones de tul y de encaje.

A pesar de la crisis económica mundial165 Chanel lanzó una colección de bisutería inspirada en las valiosas joyas que le había regalado Bendor. Era un tributo a su propia ingenuidad y al buen gusto de Étienne Beaumont, y al del conde Fulco della Verdura, así como a los artesanos que Coco había contratado. Años antes Beaumont, un aristócrata de alta alcurnia, había invitado a Coco a sus opulentas soirées en París, en las que algunas de las mujeres de la alta sociedad la habían despreciado. Gabrielle le contaría a la pintora Marie Laurencin: «Todos los de sangre azul me miraban por encima del hombro, pero pronto los tendría postrados a mis pies»166. En realidad, a pesar de que ridiculizaba a aquellas mujeres, en el fondo las envidiaba.

Beaumont y Fulco della Verdura pronto lanzaron una deslumbrante colección de bisutería para Chanel. Ésta sacó de su caja fuerte algunos de los regalos más rutilantes de sus amantes. Las gemas se desengarzaron y se utilizaron para diseñar la línea de joyas de Chanel, que incluía una copia de un collar ruso antiguo con múltiples sartas de perlas, a las que se añadía un medallón en forma de estrella de estrás, pendientes de racimos de cristales azul zafiro tachonados de turquesa atados a cadenas de oro metálico, brazaletes en esmalte blanco o negro con piedras de cristal incrustadas que formaban la Cruz de Malta y un pectoral indio de colmenas rojas, bolas de cristal verde, hojas verdes y cuentas que imitaba los sensacionales rubíes y esmeraldas de uno de los regalos de Bendor. La línea tuvo un éxito clamoroso. Chanel ahora estaba educando a las mujeres adineradas de la sociedad: «Es desagradable andar por ahí con millones alrededor del cuello sólo porque uno es rico. A mí sólo me gustan las joyas falsas... porque son provocativas»167. Cuando la bisutería empezó a venderse bien, Chanel sacó una línea de joyas con piedras y diamantes auténticos, broches, collares, pulseras y accesorios para el pelo.

Adolf Hitler, fundador y líder del partido nazi alemán, se convirtió en canciller imperial en enero de 1933. Se había posicionado con rapidez para consolidar su poder, para convertirse en dictador en marzo de aquel mismo año y había elegido a acólitos devotos del partido nazi para ocupar los puestos clave. Hermann Göring, a las órdenes del führer, creó la policía secreta, la Gestapo, y más tarde una fuerza aérea alemana moderna, la Luftwaffe. El tercer hombre más poderoso de Alemania168 era, entonces con 36 años, Joseph Goebbels, el maestro de propaganda del partido nazi y «despiadado perseguidor de judíos e incendiario de libros». Goebbels se convirtió en el ministro de Propaganda y de Instrucción Pública del Reich. Así se concentró en un solo hombre el control de los medios de comunicación: radio, prensa, publicidad, cine y las otras artes.

A principios de 1935 Hitler nombró al almirante Wilhelm Canaris jefe de la Abwehr, el servicio de espionaje militar alemán. Canaris cooperó169 con los mandos nazis y propuso que los judíos fueran obligados a llevar una estrella amarilla a modo de identificación. Más tarde las SS de Himmler170, bajo la dirección de Walter Schellenberg, absorberían la Abwehr.

Uno de los primeros cometidos que Goebbels asumió fue el de nombrar al consumado espía de la Abwehr, el barón Hans Günther von Dincklage, «agregado especial» a la embajada alemana en París. Operando bajo inmunidad diplomática171, Dincklage se centró en crear una red de propaganda y espionaje nazi en Francia. Conservaría su estatus diplomático hasta después de la Segunda Guerra Mundial.

La inteligencia francesa y los dirigentes de la policía conocían a Dincklage y habían estado recopilando información sobre él desde 1919; sabían de su trabajo como agente número F-8680 de la Abwehr, que operaba en la Riviera desde 1929. Sus informes mostraban cómo Dincklage, cuando volvió de Varsovia, se reunió con su esposa, Catsy, con el fin de utilizar sus encantos para reclutar nuevos agentes e infiltrarse en los mandos navales de Tolón y Bizerte (Túnez). Hacia 1932 los Dincklage172 se instalaron en La Petite Casa, en Sanary-sur-Mer.

Refiriéndose al poder de atracción de Dincklage173, la hermanastra de Catsy, Sybille Bedford, escribía: «El secreto encanto de Spatz Dincklage era su desenfado... tenía una belleza que agradaba tanto a hombres como a mujeres». Catsy pronto sedujo al compañero de tenis de Spatz, el oficial de la flota francesa Charles Coton, e iniciaron una relación íntima y duradera. Más tarde conquistaría al ingeniero naval Pierre Gaillard, que espió para Dincklage en la base naval estratégica de Cap Blanc, en Bizerte. Ambos oficiales navales174 pasaron a ser la columna vertebral de la red de espionaje de Dincklage en el Mediterráneo y Coton se convirtió en el correo secreto de Dincklage entre Sanary-sur-Mer, Tolón y París.

Un apuesto barón Von Dincklage hacia 1935 en la embajada alemana en París cuando trabajaba para la Gestapo. |30|

Con Hitler instalado como canciller del Reich, Dincklage asumió tareas oficiales como embajador alemán en octubre de 1933; conducía entonces un Chrysler deportivo biplaza gris, y él y Catsy estaban instalados en un apartamento de uno de los barrios más chic de París. Era una nueva aventura para Dincklage. En aquel momento tenía un despacho en la embajada alemana sita en la rue Huysmans. Bajo protección diplomática Dincklage se dedicó a montar una campaña de propaganda sucia y una operación de espionaje financiada por Berlín. La embajada le proporcionaba comunicación directa y protegida con sus superiores en Berlín a través de la valija diplomática que transportaba los voluminosos informes secretos y los recortes de noticias de los periódicos que todos los espías debían hacer llegar a las oficinas centrales. No le llevó mucho tiempo a Dincklage instalarse. A las pocas semanas de haber llegado a París175 dos camiones de mudanzas de Berlín llevaron sus muebles al apartamento. Su criada alemana (una agente entrenada de la Abwehr), Lucie Braun, se unió a la pareja. Se le proporcionó una tarjeta de identidad francesa176 donde se decía que trabajaba para un diplomático acreditado de la embajada alemana.

La policía francesa y la inteligencia militar177 vigilaban el nuevo estilo de vida de los Dincklage: dos apartamentos situados en dos barrios de lo más caro y chic de París, algo inasequible para un refugiado austriaco, que era lo que intentaba aparentar Dincklage. En 1934 la Sûreté del Ministerio de Interior francés calificó a Dincklage como propagandista nazi con agentes camuflados en la oficina alemana de turismo (sita en la avenue de l’Opéra). Dincklage también había colocado178 a ingenieros alemanes como técnicos en las industrias francesas de los suburbios de París con el fin de recabar información sobre secretos industriales.

Hacia 1934 la maquinaria nazi de Berlín179 dio órdenes de que las unidades de la Abwehr, las de la Gestapo y las de las SS trabajaran juntas. A los agentes de la Abwehr, como los Dincklage, se les ordenó que se mantuvieran en contacto con las organizaciones nazis relacionadas con el espionaje y el contraespionaje. En una orden final, que pedía cooperación entre la policía de Hitler y los servicios de inteligencia, se ordenó a los agentes de la Abwehr que reclutaran y entrenaran a individuos que pudieran colaborar con la Gestapo en actividades de espionaje. Como parte de esta consolidación, a los ciudadanos alemanes del Reich que vivían en el extranjero se les ordenó desde Berlín y desde los consulados alemanes que se unieran a las células nazis. En París Dincklage, entonces conocido por la policía francesa como «director de un servicio de policía alemán»180, estaba también involucrado con la célula nazi principal en Francia. Su grupo se reunía cada semana a las nueve de la noche en el 53 del boulevard Malesherbes. En 1934 la criada de los Dincklage, Lucie Braun, estaba incluida en una lista como el miembro 239 de la célula parisina, la cual contaba con 441 agentes.

El servicio de contrainteligencia francesa (Deuxième Bureau)181 había acumulado en aquel momento un archivo sobre el historial de Dincklage y de su esposa. La agencia fue informada de los hábitos cotidianos y de las operaciones en París y en Sanary-sur-Mer: «La esposa de Dincklage, Maximiliane, [es] la hija del ex coronel de la caballería alemana Von Schoenebeck y de su esposa Melanie Herz. La pareja vivió en el 64, rue Pergolèse, y pagaba un alquiler de 18.000 francos al mes [el equivalente a 19.000 dólares de 2010]». El informe aportaba un sinfín de detalles: «Dincklage está viajando continuamente; su esposa está a menudo en la villa La Petite Casa en Sanary. En París la pareja es visitada todas las horas del día por Charles Coton y Pierre Gaillard», mientras que los Dincklage «continuamente buscan la compañía de oficiales de la marina francesa».

Las autoridades francesas decidieron boicotear las operaciones de los Dincklage. En lugar de indignar a Hitler despidiendo a una pareja con acreditación diplomática por delito de espionaje, la contrainteligencia francesa acudió a la prensa. El 27 de noviembre de 1934 Inter Press182 (un nuevo servicio de noticias por cable) publicó un llamativo informe acerca de Dincklage y su red clandestina. La historia apareció más o menos al mismo tiempo en que Winston Churchill alertaba al Parlamento británico acerca de la «amenaza» de la Luftwaffe, la fuerza aérea al mando de Hermann Göring. Un despacho de la Inter Press revelaba que «el barón Von Dincklage, un agente de Hitler en París, ha sido sustituido... fue denunciado en su propia embajada como miembro de la policía secreta de Hitler... ahora está involucrado en una misión especial en Túnez (entonces bajo soberanía francesa). Uno de los amigos cercanos de Dincklage, Charles Coton, es un funcionario de una unidad de la marina francesa destinada en la base naval francesa de Bizerte, Túnez. Coton viene a menudo a París. El 16 y 17 de noviembre [1934] Coton fue al apartamento de Dincklage con tres maletas que decía pertenecían al matrimonio Dincklage... Unos días más tarde el mayordomo vietnamita de un amigo de los Dincklage, Pierre Gaillard, fue al apartamento de Dincklage con una caja de llaves para abrir las maletas: cuando los Dincklage volvieron a su apartamento tomaron dos de las maletas [deben de haber viajado a Londres]». Parece que el oficial francés Pierre Gaillard era uno de los amantes de Maximiliane. El informe nombra a otros miembros de la red de espionaje de Dincklage en Francia: Mme. Christa von Bodenhausen (su amante era un oficial de la marina francesa); un periodista alemán, Hanck; y Krug von Nidda, un conocido nazi y más tarde embajador alemán en Vichy durante la ocupación. Ernest Dehnicks, del Consulado General Alemán, era también agente de Dincklage. Y para terminar el informe aseguraba que «la oficina de turismo alemán situada en el número 50 de la avenue de l’Opéra de París es sospechosa de actuar en contra del interés nacional»183; un eufemismo del gobierno francés para referirse al espionaje.

En 1934 Chanel se mudó a una suite en el hotel Ritz con una acogedora chimenea y un austero dormitorio. El Ritz era sinónimo de buen gusto, refinamiento y confort, y era conocido por ofrecer un excelente menú de alta cocina francesa. El apartamento de Chanel en el Ritz tenía vistas a la place Vendôme, y al doblar la esquina estaba la rue Cambon, donde Coco había montado un apartamento de cuatro habitaciones encima de su taller. El espacio estaba decorado con objetos y muebles que ella atesoraba: los biombos Coromandel de Boy Capel, candelabros de cristal, mesas orientales y un par de figuras de animales de bronce. Desde la entrada trasera del Ritz Chanel sólo tenía que cruzar la calle para ir a su apartamento, lo que le permitía evitar la boutique en la place Vendôme de Schiaparelli, que tanto odiaba.

En aquel entonces Chanel estaba enamorada de un atractivo vasco, el excepcionalmente creativo ilustrador y diseñador Paul Iribe, que tenía su misma edad. Paul Iribarnegaray, Iribe, había tenido éxito en Hollywood ejerciendo como director de arte para una película de Cecil B. DeMille. En Francia era conocido como ilustrador de un libro erótico basado en la moda de Paul Poiret. Iribe, que había trabajado como escritor e ilustrador para Vogue, había diseñado tejidos, muebles y alfombras, y había ejercido como decorador de interiores para clientes con dinero, atrajo a Chanel con su ingenio provocativo y sus múltiples talentos.

Con Hitler en el poder las violentas persecuciones de judíos por parte de los nazis hicieron estragos en Alemania. En 1935 el antisemita Paul Iribe, amante de Chanel, publicó en Le Témoin esta ilustración donde aparece la postrada Marianne (que representa a Francia) con los rasgos de Chanel. Hitler la sostiene (buscando los latidos de su corazón) mientras varios hombres y una mujer con rasgos judíos lo observan. Al pie figuraba la leyenda: «Esperad, todavía está viva». La publicación, editada por Iribe, era financiada por Chanel. |31|

Con el dinero de Chanel Iribe refundó la revista mensual Le Témoin e hizo de ella un semanario con un carácter marcadamente ultranacionalista. Según uno de sus biógrafos184, Iribe era un burgués elitista con un potente e irracional miedo a los extranjeros. Leyendo sus escritos en Le Témoin, uno pensaría que Francia era la víctima eterna de una gran conspiración mundial. La revista era un tímido eco de la prensa fascista y antisemita francesa; publicaciones que apoyaban a las fuerzas de asalto francesas llamadas «los encapuchados» —La Cagoule— y a grupos que promovían la ley y el orden en Italia y en Alemania. La biógrafa de Chanel, Charles-Roux, creía que el apoyo de Chanel a Le Témoin con Iribe de editor y director de arte marcó su transición desde una indiferencia política hacia un punto de vista sobre el futuro basado en las opiniones de Iribe, donde se mezclaban ideas con prejuicios adquiridos durante su infancia en el campo y en el internado católico de Aubazine. El 24 de febrero de 1933185, el día de la aparición de la revista, Iribe tuvo el descaro de dibujar a Chanel como una martirizada Marianne, tocada con el gorro frigio; su cuerpo desnudo era sostenido por un grupo de hombres horrendos con facciones características de los judíos. Francia, según Iribe en Le Témoin, estaba sufriendo una conspiración organizada por los «enemigos interiores» llamados «Samuel» o «Levy», el «extranjero» como Léon Blum, y la «Mafia judeomasónica», la URSS y «la chusma roja». Dejando aparte sus puntos de vista extremos en política, las ilustraciones de Iribe en Le Témoin eran espléndidas.

Ningún hombre antes de Iribe186 había incitado el interés político de Chanel, y ella lo atrajo hacia su vida profesional para compartir el poder que siempre había reservado para sí misma. Chanel estaba de nuevo «feliz» y enamorada. Iribe se había convertido187 en su agente confidencial, su «caballero», y Chanel le pidió que trabajara junto con René de Chambrun en el asunto de los Wertheimer. Los rumores de matrimonio corrían por la ciudad.

En agosto de 1935 Chanel e Iribe llenaron La Pausa de invitados. Los fotógrafos que asistieron al acontecimiento muestran una gloriosa tarde de verano, uno de esos de días dorados de la Riviera, cuando sopla una leve brisa desde las colinas que al mezclarse con el aire salado del Mediterráneo crea una atmósfera embriagadora. Aquella tarde los invitados de Chanel parecía que hubieran salido de las páginas de una revista de moda; con sus vestidos de verano, sus alpargatas, sus camisetas de rayas estilo marinero y sus pantalones casual de punto, una idea que tomó prestada de la tripulación que el duque de Westminster llevaba a bordo del Flying Cloud. Iribe, a quien la escritora francesa Colette describía como un «demonio muy interesante», llegó a La Pausa procedente de París.

Al día siguiente —en una espléndida tarde de septiembre— Chanel se relajaba bajo la sombra de un viejo olivo y de sus verdes hojas movidas por la brisa. Estaba viendo cómo Paul Iribe jugaba un partido informal de tenis, encantada de contemplar las destrezas atléticas de su amante. Su gran danés, Gigot, echado a sus pies. De repente el mundo de Chanel se vino abajo. Súbitamente Iribe cayó al suelo desmayado y su rostro empalideció. Más tarde, aterrada, vería cómo unos camilleros se llevaban su cuerpo. Paul Iribe, otro «hombre de su vida», con el que los columnistas de la prensa del corazón estaban seguros de que se habría casado, había muerto. Coco estaba desolada188.

Un largo y triste invierno siguió a aquel verano. A partir de entonces y hasta el final de su vida Chanel se inyectaba una dosis de Sedol, un compuesto de morfina. «Lo necesitaba para seguir adelante»189, diría. Igual que había hecho después de la muerte de Boy Capel, se hundió en el vacío y usaba los sedantes para calmar sus nervios.

La sobrina-nieta de Chanel, Gabrielle Palasse Labrunie, recuerda una canción que su tía solía repetir con un marcado acento inglés durante su visita a La Pausa aquel verano. La letra decía: «My baby has a heart of stone... not human, but she’s my own... To the day I die I’ll be loving my woman» [Mi amor tiene un corazón de piedra... no humano, pero es mío... Hasta el día que muera amaré a mi mujer]190. Madame Labrunie creía que aquella estrofa tan triste era un reflejo de la vida de Chanel.

Coco había perdido su impulso y su energía. Sin Iribe no tenía ninguna atadura emocional; estaba entrando en una época de insatisfacción. Anhelaba alejarse de la vorágine parisina. Se fue a Londres, que siempre le servía de refugio, y allí acudía a las carreras anuales de Royal Ascot junto a Randolph Churchill. El londinense The Daily Mail decía acerca de ella: «Nuestra reina sale airosa de una difícil tarea. En una época en que se han sucedido extrañas y extravagantes modas —no siempre del mejor gusto— que están barriendo el mundo, ella mantiene su elegancia, su distinción de reina, que son conservadoras sin estar en absoluto pasadas de moda»191.

Hacia el verano de 1934 la campaña de terror de Hitler parecía no tener fin. En Austria los nazis habían asesinado al canciller Engelbert Dollfuss; y en Berlín y en Baviera Hitler había supervisado personalmente el asesinato del jefe de las SA, los camisas pardas, Ernst Röhm, que en aquel momento eran sus oponentes políticos. Para celebrar que había conseguido el poder total el servicio de organización reunió, en una concentración nazi multitudinaria, en Núremberg, a doscientos mil miembros del partido, que portaban veintiuna mil banderas. Una muchedumbre enfervorecida oía cómo su führer gritaba: «Somos fuertes y seremos más fuertes aún»192.

Aquel mismo año Hitler dedicó su atención al rey liberal de Yugoslavia, Alejandro, antinazi y de educación suiza, acérrimo aliado de Francia y un importante escollo en el gran plan que Hitler ideaba para Europa. Durante el verano de 1934 Dincklage viajó a Yugoslavia. Se sabe que el Deuxième Bureau francés había seguido su pista193 hasta la capital, Belgrado, unos tres meses escasos antes de que un nacionalista búlgaro disparara a Alejandro, cuando éste desembarcó en el puerto de Marsella para realizar una visita de Estado a Francia. Los agentes de la inteligencia francesa revelaron: «Dincklage... antiguo agregado de la embajada alemana en París, aquel verano estaba en Yugoslavia por asuntos de negocios». Dincklage escribió a sus antiguos colegas en la embajada de París: «Los negocios en Yugoslavia son igual de difíciles que en cualquier otro sitio».

Tres meses más tarde André François Poncet, embajador francés en Berlín, escribió a sir Eric Phipps de la embajada británica en Berlín que «Los alemanes no son en ningún caso inocentes en este asesinato, como podrían hacernos creer»194, y que Göring estuvo de alguna forma involucrado durante su visita a Belgrado.

En marzo de 1935 Hitler incumplió el Tratado de Versalles. Repudiándolo, dos años más tarde, ordenó el servicio militar obligatorio, triplicando la fuerza numérica de la maquinaria de guerra militar alemana. Los servicios de inteligencia franceses recibieron entonces permiso para atacar al cada vez más fuerte espionaje alemán, así como a las operaciones de propaganda sucia, que estaban difundiendo información falsa y engañosa en Francia. Dincklage fue señalado como su objetivo principal.

«Gestapo über alles» [La Gestapo por encima de todo] eran las palabras que usaba en un dramático titular del 4 de septiembre de 1935 el semanario parisino Vendémiaire. La revelación (obviamente se refiere al trabajo de la contrainteligencia francesa) ocupaba tres columnas. Un reportaje adicional y extenso seguía hablando del tema en el ejemplar del semanario correspondiente al 11 de ese mismo mes. En ambas historias se señalaba a Dincklage como agente de la Gestapo (en aquel momento los franceses no diferenciaban entre la Abwehr y la Gestapo) y también como agregado especial en la embajada alemana. En cinco mil palabras el Vendémiaire desenmascaraba el trabajo de los agentes nazis y de la Gestapo en Francia. Los editores revelaban195 que Dincklage era un oficial de la Gestapo que de alguna forma estaba ligado al asesinato del rey Alejandro, y que había visitado los cuarteles de la Gestapo en Berlín en septiembre de 1934 y había entregado a «un oficial de la Gestapo llamado Diehls una lista con las direcciones de exiliados alemanes en Francia». Más adelante se había ofrecido para proporcionar a los nazis listas de los antiguos comunistas alemanes que vivían en Francia. Más tarde se supo también que Rudolph Diehls que era amigo íntimo de Hermann Göring, que lo recomendó para ocupar un alto puesto en el Gobierno nazi después de haber sido reemplazado por Himmler como jefe supremo de la Gestapo.

La historia que explica la prensa es muy cercana al informe de octubre de 1934 realizado por el cuartel general del ejército francés. Apunta que Dincklage recibía 100.000 francos al mes (el equivalente a 105.000 dólares actuales) para financiar sus «actividades corruptas». El Vendémiaire siguió investigando los movimientos de Dincklage como agente alemán en misiones especiales en la Costa Azul, en París y en los Balcanes.

En una misión en Túnez Dincklage había contratado a musulmanes disidentes para lanzar un violento ataque propagandístico contra el régimen colonial francés.

Mientras Francia se estaba preparando para la guerra contra Alemania, las autoridades francesas —en concreto el Deuxième Bureau— permitió al escritor Paul Allard que publicara casi la misma historia que había aparecido en el semanario Vendémiaire. El libro de Allard, Quand Hitler espionne la France196, publicado en 1939, revelaba que un agente de la propaganda de Goebbels en París, Dincklage, apremió a sus mandos en Berlín para que le proporcionaran anécdotas favorables acerca de la vida de las familias de los oficiales de las SS. Dincklage explicó a sus superiores que aquellas historias podrían colocarse en las publicaciones francesas simpatizantes de los nazis.

Durante la concentración de Núremberg de 1935 los nazis promulgaron las Leyes de Núremberg, una serie de decretos antisemitas. De la noche a la mañana Maximiliane von Dincklage fue entonces considerada como una judía bajo la ley nazi, y fue privada de su nacionalidad. Era la culminación del deseo del filósofo racial Alfred Rosenberg de que la «raza superior» alemana, que había etiquetado como una civilización homogénea arionórdica, tenía que protegerse de las supuestas amenazas raciales por parte de la «raza judeosemítica». Entre otras cosas, las leyes prohibían el matrimonio entre arios y judíos. Dincklage debía de saber que el decreto era inminente. Tres meses antes se había divorciado en Düsseldorf de su esposa, que lo había sido durante quince años.

El nuevamente libre Dincklage197 pasó el verano cerca de Tolón en el apartamento de su amante inglesa y de una hermana de ésta. Con la publicación de los artículos del Vendémiaire Dincklage se apresuró a trasladarse a Londres. Allí, en un paraíso provisional —un apartamento en Strasson Street, Mayfair Court—, Spatz escribió a la embajada alemana en París. Su carta era un tibio intento198 para que el embajador alemán en la capital de Francia protestara ante las autoridades francesas acerca de lo que se había publicado sobre él en el semanario Vendémiaire. Su petición no tuvo éxito, y el embajador pidió a su secretario que respondiera al antiguo agregado. Aquí siguen unos fragmentos del intercambio epistolar:

Excelentísimo embajador199:

Acabo de obtener de una empresa francesa... el Vendémiaire de 4 de septiembre de 1935. A mi juicio el autor del documento adjunto... debe sin duda estar remunerado por fuentes antialemanas... El día antes del asesinato del rey de Yugoslavia [yo estaba] en Túnez... [usted] tiene que escribir... a las autoridades que [la información presentada] es falsa y completamente infundada. En la actualidad estoy en el proceso de construir una... [palabra ilegible] y este anuncio podría suponer una desventaja para mí. Le pido respetuosamente que Herr Koester... [se dirija a] las autoridades francesas de una forma contundente [con el fin] de clarificar los errores... Gran parte de mi trabajo, mis muchos viajes a Francia y... mi tiempo en la embajada... han tenido como frutos... resultados provechosos para Alemania y Francia. Expresándole mi respeto y mi alta consideración, señor embajador, quedo a su disposición...

[firmado] Dincklage

La embajada en París respondió:

París, 13 de septiembre de 1935

Estimado Señor Dincklage:

El embajador me ha dado instrucciones para que le agradezca sus amables palabras. No cree que una intervención en el asunto que usted explica sea en este momento [palabra ilegible]; los rumores que se extendieron ya se han apaciguado y tomar medidas para desmentir dichos rumores, bien en el mismo Quai d’Orsay [sede del Ministerio de Asuntos Exteriores francés] o bien en la prensa local, no sólo ocasionaría que se avivaran historias del pasado, sino que éstas podrían adquirir nuevos y preocupantes significados. Sin embargo, si los rumores surgen de nuevo, el embajador no dudará en realizar el informe que usted pide y remitirlo a la oficina de asuntos exteriores local.

Con mis mejores deseos, quedo a su disposición,

[firmado] Fühn

Antes de la partida de Dincklage hacia Inglaterra en 1935 un informe secreto del Deuxième Bureau reveló que su criada, un miembro de una célula nazi en París, estaba en aquel momento trabajando desde la base de Dincklage en Sanary-sur-Mer: «Una mujer sobre la cual Dincklage asegura que es su secretaria, llamada Lucie Braun, que forma parte también del personal de la embajada alemana en París... [es] sospechosa de trabajar en contra del interés nacional»200. El Bureau creía que antes de la partida de Dincklage hacia Londres Lucie Braun vivía cerca de Tolón, en Sanary, donde había una gran comunidad alemana. El informe añade que el 9 de febrero de 1935 Dincklage había visitado a su tío de 72 años, William Kutter, un almirante retirado de la flota alemana que vivía en Darmstadt. Kutter llegó directamente desde Estrasburgo (Francia) y permaneció en Sanary, en La Petite Casa, hasta finales de febrero de 1935. Al almirante se le preguntó en la estación de ferrocarril de Tolón cuál era el motivo de su visita. Respondió a los agentes franceses que se trataba de un viaje de turismo, aunque no reveló que iba a casa de Dincklage en Sanary.

El recientemente reelegido presidente Franklin D. Roosevelt proclamó en aquel momento la neutralidad americana y pidió a Hitler y a Mussolini que resolvieran los problemas europeos de forma amigable. Winston Churchill incluso halló tiempo para telegrafiar a Chanel. El 2 de diciembre de 1935 le escribió desde Londres: «Temo que no podré quedarme por la noche en París cuando pase por ahí el 10 de diciembre, pero volveré a finales de enero y me gustará mucho verte entonces. Te enviaré un telegrama desde Mallorca —donde tengo pensado pasar el invierno— dos o tres días antes para avisarte. Qué agradable será volver a verte. Adjunto mi deuda»201.

No hay ninguna explicación sobre la referencia de Churchill a su deuda. Sin embargo, no está nada claro que aquel verano de 1935 visitara Mallorca. Durante los siguientes meses Churchill se vería envuelto en los importantes acontecimientos políticos del momento que ocurrían en Gran Bretaña. Con la muerte del rey Jorge V de Inglaterra su hijo Edward, amigo íntimo de Churchill, le sucedería en el trono. Churchill dedicaría un enorme esfuerzo político para proteger a su soberano, y gran amigo, de la ira del Parlamento, que se oponía al plan de Edward de casarse con la divorciada americana Mrs. Wallis Simpson.

Mientras la cúpula militar alemana estaba trabajando duramente en el plan de invasión de Francia, que incluía la toma de algunos territorios del Norte de África, Dincklage estaba organizando una red de espionaje en las bases navales de Túnez y una operación de propaganda sucia ente los musulmanes del Norte de África. Su antiguo agente en Tolón202, Charles Coton, había abandonado hacía poco tiempo Sanary para cumplir una misión en la base naval francesa de Bizerte, donde también actuaría como principal agente de Dincklage.

Spatz von Dincklage y Hélène Dessoffy, su amante, en una pequeña embarcación en la Riviera francesa hacia 1938. Dessoffy era un miembro involuntario de la operación de espionaje de Dincklage en la base naval francesa de Tolón. |32|

Las autoridades francesas estaban deseosas de expulsar a Dincklage. En 1938 un informe del Deuxième Bureau exponía: «Desde que dejó la embajada alemana [Dincklage] ha estado ocupado en difundir propaganda antifrancesa en el Norte de África. Ha estado realizando misiones en el Norte de África [incluyendo] Túnez; [pero] después de haber sido sometido a una vigilancia muy cercana Dincklage no ha cometido ningún delito que merezca ser castigado; es, sin embargo, un sujeto peligroso».

En noviembre de 1938203 Dincklage había reclutado una nueva agente, que sería también su amante. La contrainteligencia francesa la ha identificado como «madame Sophie o Dessoffy» (más tarde identificada como baronesa Hélène Dessoffy). Un agente en Bayona informaba: «Madame de Sophie o Dessoffy y Dinkelake [sic] viajan con frecuencia entre París y Tolón. Ella actúa como intermediaria para conseguir aparatos de radio “Aga Baltic”, en nombre de un cierto Dinklage [sic] que se supone que es un agente de [la compañía] Aga Baltic en Tolón... Ambos son sospechosos de espionaje contra Francia»204. En un informe etiquetado como secreto y urgente las autoridades francesas avisaban a todos los agentes de que «el barón Dincklage, que vive en la villa Colibrí, en Antibes [una de sus residencias en aquel tiempo] y lleva un pasaporte diplomático alemán (000.968 D.1880) llegó a bordo del vapor El Biar a Túnez, sin visado, y se le pidió que abandonara inmediatamente la Regencia [territorio de Túnez]. Dincklage viajaba con la baronesa francesa Hélène Dessoffy, nacida en Poitiers, el 15 de diciembre de 1900, y domiciliada en el número 70 de la avenue de Versailles en París... La pareja se alojó en el hotel Majestic de Túnez. Ocupaban habitaciones contiguas que se comunicaban desde el interior». El informe detallaba cómo Dessoffy había llamado por teléfono a un amigo, el oficial de la marina M. Verdaveine, destinado en la base naval francesa de Bizerre. Dessoffy le contó: «Quiero viajar al sur de Túnez». Verdaveine entonces le aconsejó que era mejor no viajar, y menos aún con el alemán Dincklage.

Dincklage de alguna forma fue disuadido para que no siguiera adelante. El informe continúa: «La pareja dejó Túnez a las 10.00 horas en el vapor con destino a Marsella... Habíamos ordenado a la SET [un servicio francés no identificado] que averiguara las relaciones entre Verdaveine y Hélène Dessoffy»205.

Un año antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial el ministro de Guerra francés había publicado una orden secreta que ponía a Dincklage bajo estrecha vigilancia. El ministerio era inequívoco: «Incluso aunque no haya pruebas que señalen a Dincklage, debe ser expulsado de Francia de inmediato»206.

¿Y qué paso con Catsy? Los franceses informaron en 1938: «A pesar de que están separados, Dincklage y su esposa siguen en buenas relaciones y se ven a menudo en Antibes, Sanary y Tolón... Madame Dincklage [los franceses aparentemente no sabían que se habían divorciado en 1935] llegó el 9 de agosto de 1938 a Antibes... y se marchó el 13 de septiembre para volver a la villa Huxley, donde había residido anteriormente. En la actualidad es la amante de Pierre Gaillard»207.

En 1939 la policía francesa informaba: «La baronesa Dincklage, conocida por la Sûreté, está viviendo en Ollioles (Var), una propiedad que pertenece a una de sus amigas, la condesa [sic] Dessoffy; también conocida por la Sûreté (Ficheros centrales de la Sûreté). El amante de la baronesa Dincklage es un hombre de 27 años llamado Pierre Gaillard, un ingeniero, hijo del fundador y director de una compañía de fabricación de redes de cable (usadas en la defensa nacional para luchar contra los submarinos enemigos y que se colocan en puntos estratégicos). Gaillard está en el momento presente en Orán [un punto estratégico para la base naval francesa en Argelia]. Madame Dincklage a menudo coincide con él, y tememos que Gaillard está encantado con ella; y podría, sin quererlo, cometer alguna indiscreción, lo que ocasionaría un perjuicio a la defensa nacional...».

Hacia finales de 1938 Dincklage supo que la guerra con Francia era inminente. Aun así, según el informe de sus vigilantes: «Se le ha visto en Tolón... y también visitando los alrededores del lago Leman»208. (El lago bordea la ciudad francesa de Thonon-les-Bains. Un barco de línea regular conecta las ciudades suizas de Lausana y Ginebra, y sus múltiples bancos). «Su estilo de vida en Antibes es modesto... [Dincklage] recibe visitantes día y noche. Algunos [invitados] llegan en coche; las placas de sus matrículas son...». Al final las autoridades francesas ordenaron a todos los agentes que «vigilaran el correo, el teléfono y las comunicaciones telegráficas que madame Dincklage hiciera desde el número 12 de la rue des Sablons, en París; así como a madame la condesa Dessoffy de Csnerck [sic]»209. El Deuxième Bureau210 requirió al jefe de la Sûreté Nationale que identificara a los propietarios de los automóviles matriculados en Francia (los automóviles vistos ante la casa de Dincklage), y que si no era posible acusarlo de espionaje buscaran indicios y pruebas para poder «expulsarlo inmediatamente». Los servicios franceses de inteligencia informaron a sus agentes: «El barón Hans Gunther Dincklage está considerado como un individuo muy peligroso para los intereses franceses»211, y les ordenaron que buscaran información acerca de «las relaciones entre Dessoffy y Dincklage». Otro informe añadía una advertencia. «A pesar de que sus contactos con el extranjero [Dessoffy] es incapaz de traicionar a Francia. Sin embargo, avisamos a la policía francesa para que actúe con la mayor discreción en sus relaciones con las señoras Dessoffy y Dincklage».

La Segunda Guerra Mundial estaba sólo a unas semanas de comenzar, cuando las autoridades francesas avisaron del trabajo de inteligencia clandestina que realizaba Dincklage en Francia. El informe es un resumen que comienza en 1931212. El matrimonio Dincklage «se ha divorciado; y Dincklage está proporcionando a sus superiores en Berlín información acerca de los refugiados alemanes en Francia, y sobre temas secretos de defensa nacional». Maximiliane von Dincklage «es la hija de un coronel del ejército alemán en la Armada imperial del káiser... apoya la monarquía» (es decir, un régimen autocrático).

En agosto de 1939, Francia se preparó para la guerra y Dincklage huyó a Suiza. La inteligencia militar francesa ordenó: «Que se confinara a la baronesa Dincklage en una residencia fija». En diciembre de aquel año las autoridades francesas publicaron una orden: «La presencia de Maximiliane von Dincklage en Francia representa un peligro. [Agente] 6000 pide a [agente] 6610 que tome todas las medidas necesarias para internar a esta extranjera»213.

Meses antes de la invasión nazi214 en Francia, Catsy, junto a otros alemanes que vivían en ese país, fue internada en Gurs, un campo de concentración francés situado en los bajos Pirineos franceses.

Cuando se le preguntó acerca de Dincklage durante la liberación de París, Chanel diría: «Lo conozco desde hace veinte años»215. Podría haber sido otra exageración de Chanel, y no hay información de primera mano acerca de cuándo o dónde se conocieron. Su sobrina nieta216, Gabrielle Palasse Labrunie, que conocía bien a Dincklage, me contó que estaba segura de que Chanel y Dincklage se conocieron en Inglaterra bastante antes de la guerra. Algunas evidencias anecdóticas sugieren que la pareja se conoció en París, cuando Dincklage estaba en la embajada alemana, y se sabía que acudía a las veladas organizadas por una serie de conocidos y amigos de Chanel, muchos de los cuales eran miembros de un grupo pro alemán en París durante la década de 1930. Entre ellos217 se encontraban Marie Louise Bousquet, baronesa Philippe de Rothschild, duquesa Antoinette d’Ahrcourt, y Marie Laure de Noailles. Pierre Lazareff218, que escribió acerca de Chanel y de la flor y nata de la sociedad parisina, informaba de que en 1933, cuando Dincklage llegó a la embajada alemana en París, este grupo de sangre azul estuvo activo en la brigada social del führer, con base en París, y apoyada por el amigo íntimo de Dincklage, Otto Abetz, «el encantador rubio de ojos azules y brillantes», quien divertiría a sus oyentes con historias acerca de Adolf Hitler. Abetz aseguró a sus oyentes219 que los judíos estaban presionando a Francia para que entrara en la guerra, pero que Francia no temía la agresión.

A pesar de la mitomanía de Chanel y de sus invenciones acerca del jugador de tenis, de habla inglesa, Dincklage —que tanto ella como sus biógrafos dibujaban como más inglés que alemán—, Chanel y sus amigos tenían que conocer las conexiones de Dincklage, y su trabajo de espionaje en Francia. En los círculos de élite debía de ser casi imposible no oír los rumores, basados en los artículos del semanario Vendémiaire, o en el libro de Allard publicado en 1939.