NOTAS DEL AUTOR
La redacción de este libro, que el lector tiene ahora entre sus manos, comenzó hace más de cuatro años, tras una labor de investigación de una década en el ámbito de la Psicología profunda, del Cristianismo, de documentación relacionada con los textos gnósticos hallados en Nag Hammadi, los manuscritos encontrados en las once cuevas de una región cercana al mar muerto llamada Qumrám y de estudio de Astrología, Alquimia, Tarot, Hermetismo y esoterismo templario.
En la preparación del presente ensayo novelado me he visto ante la dificultad de tener que verter unos contenidos de una gran complejidad en unos moldes conceptuales relativamente sencillos y accesibles a lectores no especializados. Para ello, he contado con la indispensable colaboración de personas cercanas a mí, amigos y colegas, quienes, con grandes dosis de amor y de paciencia, han ido indicándome aquellos párrafos que pudieran resultar confusos o demasiado complejos para un público no familiarizado con la simbología esotérica, en general, y con la terminología de la psicología analítica, en particular. Con todo, no pretendo en modo alguno banalizar la temática que se desarrolla en los próximos capítulos, en la deplorable tendencia moderna a la masificación y, con ello, a la denigración de la Inteligencia, en favor de la ceguera y la estupidez que caracterizan toda época en transición. Y, entiéndase bien que, al hacer referencia al Intelecto puro, no hago otra cosa que utilizar un sinónimo para designar al Espíritu o lo que los gnósticos denominaban Pleroma. En definitiva, con ese apelativo aludo al dominio específico de los principios universales e inmutables, a los que denomino, también, a lo largo de toda la obra, arquetipos. Por consiguiente, si bien el contenido que se desarrolla en el transcurso de la novela ha sido rumiado una y mil veces antes de exponerlo, ello no exime del necesario esfuerzo que habrá de realizar el lector que pretenda penetrar más allá de las apariencias.
Asimismo, me siento obligado a advertir, a quien se adentre en la aventura de leer las páginas de las que se compone el presente libro, que con la revisión de gran parte de las persistentes creencias populares que gravitan en torno al cristianismo, no es mi intención dinamitar las ideas religiosas que para muchas personas continúan siendo fuente de valores morales y sosiego interior. Sin embargo, después de más de diez años de investigación en psicología, de conversaciones con especialistas en el ámbito de la salud mental y de asesoramiento personal tengo el firme convencimiento de que, para una parte importante de la población, el oriundo mensaje cristiano ha perdido todo su sentido y ya nada le dice a su instruida mente moderna. Como ha sucedido con las otras dos grandes religiones monoteístas, el cristianismo se ha desvirtuado y su mensaje originario de amor, compasión, caridad, hermandad y perdón, nacido de la experiencia espiritual directa, de unión con Cristo, de la auténtica y única divinidad, que reside en el interior de todo ser humano, se ha difuminado y tergiversado en el transcurso de los milenios. Así, esta obra va dirigida, principalmente, a aquellos que, como el propio autor, se han visto ante la necesidad vital de buscar nuevas vías, y, sin embargo, tan vetustas, de regreso a aquel paraíso perdido que reside en lo más recóndito de su alma, una nueva forma de darle sentido a su vida y, en definitiva, una renovación del mito cristiano que hable al mismo tiempo al corazón y a la cabeza.