5. Obsesión

Tumbado en la cama, Huck pensaba en la fotografía de Lucy y Debby que había mirado y revisado largamente la noche anterior. Tenía que reconocer que la novia de Jimmy era muy bonita, pero era aquella pelirroja la que le tenía fascinado. No era solo la belleza física que la fotografía le mostraba, era toda aquella energía mágica que se había fundido con la suya la noche anterior durante el conjuro.

Se giró hacia la muchacha que dormía a su lado, una animadora que había tardado menos de media hora en caer rendida a sus pies la noche anterior. Aún no sabía muy bien porque había ido al bar en busca de compañía, aunque sospechaba que era su manera de evitar lo que había visto durante el conjuro de la noche anterior. Los demás chicos acudían a él cada vez que tenían un problema con la magia, él no tenía esa opción, así que simplemente se dejaba llevar por la diversión física más fácil.

La chica se despertó. Tenía la máscara de pestañas corrida y definitivamente parecía menos bonita a la luz del día. Aunque teniendo en cuenta que casi todas las chicas se habían ido de vacaciones, tampoco se había puesto muy exigente a la hora de escogerla.

Ella le miró insinuante y con voz resacosa le dijo:

—Buenos días, guapo. Lo de anoche estuvo genial, tenemos que repetirlo.

Él no contestó. Aquel era el momento en que se arrepentía de haberse dejado llevar por sus instintos y haber terminado en la cama de la primera chica un poco bonita que se había puesto delante de él. Se levantó y mientras se vestía le dijo:

—Tengo que irme.

—¿A tu Hermandad?

—Sí, tengo cosas que hacer.

—¿Quieres que me pase por allí más tarde? —le preguntó la animadora insinuantemente.

—No.

—¿Por qué no? ¿Tenéis algún secreto oscuro allí?

—Bastantes.

—Ya… —se rio la chica ordinariamente—. ¿Sabes que se rumorea que secuestras a vírgenes del campus para hacer extraños rituales?

—En ese caso, ni tú ni tus amigas tendríais nada que temer, ¿no? —repuso él, con sequedad.

—No te pongas a la defensiva, eres demasiado guapo para eso. Además, a mí no me importan los rumores.

—Sí, ya me he dado cuenta de ello.

La chica no entendió la indirecta y continuó hablando:

—Puedes confiar en mí. Anda, explícame que es lo que hacéis allí… dicen que os gusta beber sangre.

—¿De las vírgenes que acumulamos? —le preguntó irónicamente.

—Algo así. Aunque, claro, ya no son vírgenes.

Huck la miró, hastiado. No le gustaba que hicieran insinuaciones sobre su Hermandad, no cuando él se encargaba personalmente de que todos los brujos que aceptaba fueran buenas personas, que entendieran que la magia no podía utilizarse en beneficio propio, solo para ayudar a otros y por el bien común. Además, sabía perfectamente de donde salían aquellos rumores, de matones como los que habían atacado a Jason y Jimmy, matones que, al no atreverse a enfrentarse físicamente con ningún chico de la Hermandad, se inventaban historias para desacreditarlos. Y le molestaba mucho que una chica con la que había pasado la noche fuera capaz de pensar eso de él. Así que le espetó:

—¿A alguna de ti o tus amigas se os ha ocurrido que no ha habido ni una sola desaparición de una chica del campus? Además, si me gustara beberme la sangre de las chicas después de pasar la noche con ellas, todas tendríais marcas, comenzando por ti…

La animadora le miró algo furiosa, pero tenía demasiada resaca para discutir, así que comentó:

—No te enfades. ¿Por qué no vuelves a la cama? Al fin y al cabo, estamos de vacaciones…

—Ya te he dicho que tengo cosas que hacer —se limitó a contestar.

La chica se limitó a dejarse caer de nuevo sobre la cama y recuperando la sonrisa seductora le preguntó:

—Entonces, ¿me llamas tú? Esta noche estoy libre.

Huck la miró, preguntándose si hacerle un conjuro de olvido sería utilizar la magia en beneficio propio o no… La chica le miraba bobaliconamente, pero por lo fácil que había caído la noche anterior debía esperar que no se sintiera muy traicionada por actuar como un humano, así que dejó los conjuros aparte y se limitó a decir:

—No te lo tomes como algo personal, lo de anoche estuvo bien, pero no quiero compromisos. Y, ahora, de verdad, debo irme.

La chica se levantó furiosa y, mientras se cubría con la sábana, se fue en dirección al baño mientras le espetaba:

—Mis amigas tienen razón, eres un capullo.

Mientras terminaba de vestirse, Huck lamentó tener otra nueva leyenda negra a sus espaldas. Quizás para él era imposible mantener un vínculo con nadie a causa de sus poderes, mucho más desarrollados que la mayoría, pero, sin embargo, sería agradable sentir, aunque solo fuera por una vez, lo que intuía que Jimmy sentía por su novia. Cuando hablaba de ella, había amor y pasión en las palabras. Él, en cambio, solo podía hablar de chicas con las que había pasado un breve rato de diversión, chicas que no le importaban, chicas para las que, una vez superada la furia matutina, tampoco significaba nada. Apesadumbrado y hastiado de sí mismo, salió de la habitación y se dirigió a la Hermandad.

Huck estaba de vuelta en su habitación. Aún era temprano para prepararse para el entrenamiento de magia que había preparado con sus compañeros, y ni siquiera estaba muy seguro de que le apeteciera ir. Oyó pasos y pensó en fingirse dormido, el despertar con aquella chica le había dejado con demasiado mal sabor de boca para desear hablar con nadie más. Sin embargo, los pasos se alejaron hasta el dormitorio de al lado, señal de que no era el único que había pasado la noche fuera de la Hermandad. La única norma que les había impuesto a los chicos era que nada de chicas allí, no las quería husmeando en sus libros de magia y mucho menos en los lugares de trabajo como el desván. Pero, evidentemente, podían hacer lo que quisieran fuera de ella, siempre y cuando dejaran la magia aparcada en la Hermandad.

Sus ojos se detuvieron de nuevo en la fotografía que había dejado la noche anterior en la mesita, antes de ir en busca de animadora. Se preguntó cómo sería aquella chica, Debby. Tenía unos ojos cristalinos, dulces, y no pudo evitar preguntarse si caería ante él tan fácilmente como las demás… Deseó que no fuera así. Mientras realizaba el conjuro había sentido su cuerpo estremecerse en contacto con la energía de ella, y si algún día la veía en persona quería saborear esa sensación, conocerla más a fondo. Jimmy solía hablar con frecuencia de su novia y de la amiga de esta, y aunque no le había prestado mucha atención, a su mente acudían anécdotas de aquella chica que parecía sonreírle desde la fotografía. Se preguntó cómo sería conocerla, no en una fiesta de la universidad como solía hacer con las otras chicas, sino en algo parecido a una cita formal.

Suspiró e intentó dormirse, intentando entender porque era capaz de olvidar tan rápidamente a la animadora que había tenido entre sus brazos hacía apenas unas horas, y en cambio no poder borrar de su mente una imagen en una fotografía.

Jimmy dormía profundamente, cuando oyó a Huck deslizarse en su habitación.

—¿Qué sucede? ¿Has averiguado algo más?

Huck le miró buscando las palabras más adecuadas. No había podido dormirse pensando en Debby, así que siguiendo su carácter resolutivo había decidido averiguar más de aquella chica que le quitaba el sueño sin siquiera conocerla.

—Necesito saber más cosas de la amiga de tu novia, de la bruja.

—¿Por qué estás empeñado en que Debby es una bruja? Nunca me ha dado chispazo, y puedo asegurarte que le he tomado de la mano un millón de veces.

—Ya te dije que eso solo sucede entre brujos. Además…, ¿a qué te refieres? ¿Acaso tú y ella…?

—No, me refería como amigos —se apresuró a contestar Jimmy—. Y ni si te ocurra comentar eso jamás delante de Lucy, es un poco celosa…

—¿Por qué no has tenido nada con ella? Es también una chica preciosa.

—¿Me has despertado a las siete de la mañana para preguntarme por qué escogí a Lucy de entre las dos?

—Yo… —balbuceó Huck.

—Jimmy, díselo… Necesito dormir y con vuestra cháchara me es imposible. —La voz gutural de su amigo se oyó debajo de las mantas.

—No haber salido anoche de fiesta, Chris —reprochó Huck.

—Y lo dice quien terminó en la cama con una animadora.

Huck hizo una mueca de desagrado y preguntó:

—¿Cómo demonios te las arreglas para enterarte de todo lo que pasa en el campus?

—Digamos que te vi entrar en su residencia. Y no creo que fueras a hablar o estudiar…

—Muy gracioso. Pero no he venido a discutir mi vida sexual contigo, sino a hablar con Jimmy. Anda, vístete y demos un paseo. Chris se pone insoportable cuando no ha dormido.

El aludido se giró por toda respuesta, así que Jimmy se vistió rápidamente y le siguió hasta el desván.

—Ahora que estamos solos, ¿de qué va todo esto?

—Necesito saber más cosas de esa chica, puede ser importante para intentar averiguar dónde está el problema. Su energía mágica es brutal…

Jimmy le miró desconfiado. Siempre había tenido un sexto sentido para las mentiras, y tenía la sensación de que su amigo le ocultaba algo. Por ello respondió con cautela:

—Es una chica increíble. Es inteligente, preciosa y simpática. Y el motivo por el que nunca he sentido nada por ella es porque me enamoré de Lucy desde el primer momento en que la vi. Nunca he pensado en otra chica; así que cuando Debby llegó al internado y se unió a nosotros, pasé a considerarla como una hermana.

Huck se alegró en su interior de la respuesta y luego preguntó:

—¿Podrías presentármela? Hay algo especial en ella… Creo que nos llevaríamos bien.

Jimmy le miró y contestó con cuidado:

—Mira, no quiero que me entiendas mal, tú eres un buen amigo y te aprecio, no solo porque me acogiste en la Hermandad y me estás ayudando con mis poderes y…

—Por favor, ve al grano…

—La verdad es que no quiero que te acerques a más de un kilómetro de ella, por eso no pienso presentártela, nunca. Y si lo hago, le advertiré contra ti —confesó Jimmy.

—Igual no quería que fueras tan al grano —protestó su amigo.

—Huck, ya te lo dicho. Debby es como mi hermana. Y no te ofendas, pero no me gusta cómo tratas a las chicas.

—¿Tú también crees que utilizo la magia para conquistarlas? —le preguntó Huck, visiblemente dolido.

—Por supuesto que no. Pero tienes una facilidad increíble con ellas y…

Jimmy se detuvo unos segundos, pensando si debía continuar. Huck era su mentor, su amigo y le estaba ayudando con Lucy. Sin embargo, tenía que ser claro con él. Por eso continuó diciendo.

—Conozco a Debby desde que era una niña. Dudo que haya hecho algo más que tontear en la pista de baile en alguna de las fiestas del internado. No quiero que te conozca, se enamore de ti, y descubra que el chico con el que ha pasado la noche no quiere saber nada de ella a la mañana siguiente. Lo siento, pero tengo que protegerla de chicos como tú, se lo merece.

Huck le miró, aún más dolido que antes. En voz baja contestó:

—Entendido. Ya veo que me conoces bien, igual que el resto del campus. Lamento haberte despertado. Vuelve a la cama. Aún te queda una hora de sueño antes de que comencemos el entrenamiento.

—Huck…

—Tranquilo, yo me quedaré trabajando en un nuevo conjuro. Esta noche podemos volver a intentarlo. Avisa a Chris.

Jimmy iba a añadir algo, pero el rostro severo de su amigo le detuvo. Sabía que le había molestado, pero su lealtad a Debby era más fuerte. Salió de la habitación, y supo que él tampoco podría volver a conciliar el sueño.